Quiero relatar la siguiente anécdota que ayuda, creo yo, a entender el clima de opinión reinante en el país. Hace dos meses aproximadamente fui invitado a comentar el libro de Claudia López (y coautores) sobre la parapolítica. Estoy seguro de que la invitación fue un error. Probablemente la persona encargada de la promoción editorial me confundió con Carlos Gaviria o con José Obdulio y terminé en el lugar equivocado, en la biblioteca del Gimnasio Moderno dispuesto a dar una discusión académica, a participar en un debate interesante.
Lo primero que me llamó la atención, al entrar a la biblioteca, fue el escenario. Como fondo, detrás de la mesa principal, había una pantalla gigante de 5 metros cuadrados donde se proyectaban, en una sucesión sin fin, los rostros de los parlamentarios acusados de parapolítica. El ambiente de linchamiento era evidente. Digamos que se trataba de un linchamiento virtual. Pero linchamiento al fin y al cabo.
La biblioteca estaba de llena de gente. Atiborrada. Mockus estaba en primera fila. Atento. Con la seriedad que demandaba la ocasión. Varios senadores también estaban presentes. Adustos. La presentación comenzó media hora tarde. León Valencia hizo una rápida introducción. Habló de la necesidad de una derecha civilista. Me pareció un discurso conciliador, con una dosis correcta de demagogia. Luego Rafael Pardo pontificó dos minutos sobre la necesidad de una reforma política y yo hice un comentario puntual sobre las regalías y las causas económicas del problema en cuestión. Seguidamente Claudia López se levantó de la mesa. Tomó el micrófono y dijo que iba a hacer una presentación de veinte minutos.
Habló hora y media en un tono ensordecedor. Mezcló la historia, la geografía, la política y la ética. Le dio órdenes al Fiscal, que había llegado a la presentación y escuchaba anonadado. Los aplausos se repetían cada cierto tiempo. La señora López, me di cuenta entonces, era la santa inquisidora de esta ceremonia extraña. “Esta investigación –dijo en algún momento, refiriéndose a su propio trabajo– es la investigación académica más importante de la historia del país”. Mientras tanto, las fotos de los parapolíticos, el carrusel de rostros continuaba sin cesar, dándole una iluminación peculiar a la ceremonia.
Al final, el Fiscal tomó la palabra y dijo, entre otras cosas, que se inclinaba con reverencia ante el trabajo de Claudia López. Yo hice un comentario tímido sobre las incoherencias entre los datos y las conclusiones del informe. La señora Lopéz contestó con displicencia. Hubo una última ronda de aplausos. Y la ceremonia concluyó. Al salir, un conocido visionario, jefe, creo yo, de la tribu mockusiana, me dijo que los paisas perdíamos la objetividad cada vez que alguien mencionaba a Antioquia. Claudia López ha tenido una sola respuesta a mis objeciones: “no vé que es paisa”.
Varias personas que han leído el libro me han confesado, personalmente, sin ganas de hacer públicas sus opiniones, que el ensayo de Claudia López sobre la parapolítica en Antioquia no sólo está muy mal escrito, sino que está lleno de errores fácticos y argumentativos (invito a los lectores de este blog a leerlo). La mayoría se muestra sorprendida, dada la reputación de la autora y las implicaciones de su trabajo. Pero no deberían sorprenderse. Los inquisidores generalmente no argumentan. Simplemente señalan. Acusan mientras el público aplaude.
Maldoror
17 mayo, 2008 at 1:55 pmAlejandro:
Sólo una cosa. Yo sé que una columna de opinión no es precisamente un espacio de revisión académica, pero creo que ya que ud quiere tener una discusión acádemica, ¿Por qué no nos hace un resumen de los errores que descubrió en el trabajo de López? Antes de que diga algo, no tengo acceso al libro (estando en España dudo que se consiga en alguna librería). Noto en su columna un afán de linchamiento de los «moralistas» (un afán del que ud no se queja cuando se habla de la guerrilla, pero si de los parapoliticos o los paramilitares), pero aparte de jugar con rumores («personas que lo han leido me han dicho que es muy malo, pero no diré quienes son ni cuales son sus razones»), argumentos irrelevantes («está muy mal escrito»), no veo ninguna critica de substancia, asi sea resumida. No estoy diciendo que ud no pueda tener o no tenga razón, sólo que en esta columna sólo nos ha dado otro retaso de sus impresiones y aversiones, y más bien poca argumentación.
P.D: ¿Cuando se refiere al discurso de Leon Valencia, a que se refiere cuando habla de «la dosis correcta de demoagogia»?
rialvego
18 octubre, 2017 at 11:47 amUna autocrítica?
Yo le la haría exactamente las mismas observaciones a Moldodor.
Alejandro Gaviria
17 mayo, 2008 at 2:45 pmSergio: esta entrada no es una columna. Yo escribí mi columna sobre otro tema. Es más bien un seguimiento a la discusión de esta semana. Por ser una anécdota personal, me tomé ciertas licencias que no me tomaría en una columna. Pero usted tiene razón en un punto: yo no mencioné en la entrada ninguna objeción de fondo. No lo hice por una razón: ya lo había hecho hace unas semanas en otra entrada. Pero con gusto copio nuevamente un resumen apretado de mis objeciones al estudio.
1. CL muestra que a finales de la década anterior ocurrió un cambio en la política antioqueña. Una serie de nuevos movimientos ganaron participación electoral y los partidos tradicionales la perdieron. Su tesis principal es que el surgimiento de nuevos movimientos (o de nuevos nombres o de viejos nombres reciclados) ocurre mediante alianzas de políticos y paramilitares. Esta tesis está sustentada empíricamente en la consolidación de los llamados municipios atípicos: municipios donde los votos estuvieron muy concentrados por un candidato, especialmente por un candidato sin una historia conocida en esa parte del departamento.
2. Para el año 2002, CL muestra que, en el Bajo Cauca, en Urabá y en el Nordeste, existen algunas votaciones atípicas que sugieren alianzas con los paramilitares. En las elecciones parlamentarias de 2006 (y en las elecciones para gobernación de 2007) la atipicidad disminuye notablemente. Así lo muestran los datos. Pero CL concluye, de manera infundada, que la influencia del paramilitarismo se consolidó después de 2002. “Las tendencias de esa consolidación se mantuvieron en las elecciones del Congreso de 2006 (p. 163)”. La cita no tiene nada que ver con la evidencia. Está basado en una opinión personal. Es un juicio subjetivo en medio de un estudio supuestamente académico.
3. CL argumenta que en los municipios atípicos aumentó la violencia, la coca y la pobreza. Para probar este punto presenta una serie de mapas (p. 138-41, p. 156-57). Pero lo extraño es que, teniendo los datos, no hace ninguna prueba estadística. Una simple prueba de igualdad de medias en la pobreza o en la tasa de homicidios entre municipios atípicos y no atípicos hubiese bastado. El estudio no cumple los estándares mínimos de una investigación cuantitativa.
4. El estudio está lleno de pequeñas imprecisiones. No se definen los conceptos antes de usarse. Las cifras citadas en el texto no coinciden con las mostradas en los cuadros (p. 152). Hay opiniones gratuitas: “el paramiltarismo desvirtuó la circunscripción nacional para el Senado”, como si todo el clientelismo pudiera asociarse al paramiltarismo.
5. El estudio recurre a argumentos falaces (o a opiniones retóricas) que nunca se encuentran en un estudio serio: “Si se suman las votaciones de las listas de candidatos con votaciones atípicas, algunas fuerzas emergentes y otros dentro de los partidos tradicionales, se obtiene un poder electoral cercano a los 400 mi votos…Si se tiene en cuenta que el narcotraficante Pablo Escobar cuando se lanzó a la Cámara en 1982, como suplente de Jairo Ortega, obtuvo 16.650 votos. El potencial electoral de quienes pueden ser afines a un proyecto ilegal, armado y mafiosos en Antioquia creció 23 veces, más exactamente 2.320% en 20 años”.
6. En fin, creo que este estudio mezcla datos, números, opiniones, conclusiones fundadas e infundadas de una forma no convencional y no académica. La mezcla es peligrosa si el estudio está siendo utilizado en investigaciones judiciales. Para tal propósito, primero habría que separar claramente las conclusiones sustentadas de los juicios objetivos.
Sobre León Valencia, que me parece un buen columnista y una persona valiosa, digo que su intervención fue algo demagógica porque se presentó a sí mismo como un representante de la izquierda civilizada e insto a la derecha a hacer lo mismo. Pero no mencionó que una parte de la izquierda sigue teniendo simpatías con los grupos armados.
Anónimo
17 mayo, 2008 at 2:53 pmLos errores del trabajo de Claudia López ya han sido mencionados mas de una vez, pero lo que si causa curiosidad la típica falacia ad hominem tan usada en este país, inclusive por los mas ilustres personajes. Ese lastimoso uso de señalamientos como «es que ud es para» o «es que ud es guerrillero», que ahora se combinan con un aun mas triste «es que ud es paisa», a degrado la calidad de los debates en la actualidad. Ya parecen mas un intercambio de insultos que de ideas.
Tarantini
17 mayo, 2008 at 2:56 pmDos (2) temas llaman mi atención en esta anécdota:
1. El tema de la antioqueñidad, que indudablemente ha dividido al país. Álvaro Uribe ha tenido que ver con ese estereotipo. Yo la había notado desde mi niñez en Medellín, luego cuando viví en los Estados Unidos y hoy es palpable, cuando vivo en Bogotá en la era Uribe. Es algo con lo que nacemos los paisas, nos creemos sin saberlo el «putas de aguadas», los más trabajadores o «el empuje paisa», los mejores negociantes y así por el estilo. Es algo sociológico y antropológico de nosotros los paisas y lo peor de todo es que nos creemos el cuento, consciente o inconscientemente. Lo anterior es una mera opinión. Pero por todo esto, muchos no antioqueños se han resentido y de ahí, el argumento flojo de Claudia López: «no vé que es paisa». Lo que olvidó la autora es que León Valencia es bien paisa y también está a ese lado de la orilla, es decir, es coautor de ese estudio sobre la parapolítica.
2. Creo que este asunto de la parapolítica es bien grave, y es bueno que así se trate, con la seriedad que merece y hasta con cierto apasionamiento con la que lo tratan sus críticos, lo que no se puede perder de vista es que ambos fenómenos: guerrilla- narcotrafico y paramilitarismo-narcotráfico se miren con la misma óptica y con el mismo ahínco.
Uribe ha sido tampoco el gran artíficie de ello, atacando como Torquemada a sus críticos de la izquierda, haciendo lo mismo que se le critica a Claudia López, pero a la otra orilla.
Creo que es bueno hacer un alto, y ahí juegan un gran papel los cientíticos o los académicos, no tomando partido ni para la izquierda ni para la derecha, sino argumentando con hechos y para ambos lados (paramilitarismo y guerrilla) donde empezó y terminará este lío.
Debo señalar que la anécdota es bien buena. Hoy Leon Valencia escribe en El Tiempo y se refiere al tema paramilitar y a la extradición, obviamente criticando al gobierno de Uribe.
Alejandro Gaviria
17 mayo, 2008 at 3:17 pmUn dato interesante sobre Brasil publicado por el WSJ esta semana: “15% del Congreso está siendo investigado por crímenes que van desde el homicidio hasta el lavado de dinero”.
Gheysel Naranjo
17 mayo, 2008 at 4:30 pmBueno, cálidas las relaciones de política últimamente (incluyendo relaciones presidenciales), lo ideal es que los gobiernos no se ocuparan tanto de estrategias individualistas, o regionales, más bien de ESTRATEGIAS CONTINENTALES, algo como ALAS (Fundada por los artistas, intelectuales y líderes empresariales más influyentes de América Latina) o mejor, o como la estrategia de Google y Bill Gates a nivel espacial, buscando puntos comunes, históricamente comunes como sectores productivos, ciencia y tecnología, y la cultura y el deporte.
Ah, la suficiencia y exhibicionismo se adhieren mucho a los altos roces sociales y hasta la misma política. Claro el límite del exhibicionismo es lo vulgar. Con respecto a la suficiencia, lo ideal es trabajarla moderadamente, algo como neutralizar al resto del mundo y abstraer la luz del Arte. Hay veces que, en el buen sentido, toca ser ambicioso y abrir horizontes. Algo así como operación- infiltración para competir con los mejores del mundo y las grandes potencias. Obvio, sin caer en el romanticismo o idealismo y sin afectar a terceros. Ayer leía algo sobre la Biografia de Boby Fisher…y me agrado su coraje y pasión por su talento ….muy centrado y al vez excéntrico… Es curioso…ustedes saben el murió hace poco… el soñó con tener algún día un espacio empresarial- ejecutivo-deportivo por excelencia…soñaba vivir en una gran torre…..con muchos empleados para jugar ajedrez a escala…Nunca lo logró, pero a lo mejor su destino era acercarse a ese mundo, lo logró por supuesto. En fin, siempre rescataré que la vida de la academia y espacios como este blog, es un ambiente amable mientras que el trabajo es súper desgastante.
Gheysel Naranjo
Icarus_
17 mayo, 2008 at 4:34 pmClaudia López debería darle las gracias por esta anécdota que ya despertó mi curiosidad por leer el «informe más importante que se ha hecho en Colombia sobre el fenómeno del parailitarismo». La próxima semana estaré en Bogotá así que me torturaré en el avión leyendo el libro ese.
Hablando de lecturas tortuosas para algunos, recomiendo el artículo de Plinio Apuleyo Mendoza en El Tiempo y muy relacionado con las recientes columnas de Alejandro.
ingeniero de sonido
17 mayo, 2008 at 5:05 pmPlinio Apuleyo Mendoza y Claudia López «suenan» igual.
Anónimo
17 mayo, 2008 at 5:27 pmSucede como la cumbre en Lima. Los medios se «centran» en las rivalidades, en los incidentes verbales, en los sobresaltos de los mandatarios latinoamericanos; no miran los resultados del hambre y la pobreza latina.
Sucede como alejandro. Se «centra» en claudia lopez, más no en el montaje más siniestro y perverso (despues de las farc) sucedido en Colombia, el fenómeno de la parapolitica.
Anónimo
17 mayo, 2008 at 5:28 pmSolo pocos blogueros denunciaron las mentiras y los incumplimientos de los «paras»; ni los rebuznos de Fernando Londoño tocaron ese tema;
jaime ruiz
17 mayo, 2008 at 8:24 pm¿Cómo se puede decir que León Valencia es un buen columnista y una persona valiosa? Ah, claro, es que los paisas pierden la objetividad cada vez que alguien menciona a Antioquia. Ave María. Creo haber leído en la última década varios centenares de escritos de ese activista filantrópico sin recordar ninguno en el que no sienta la presión en favor del premio de las masacres. Hasta Claudia López resulta comedida en ese punto, pese a que una vez protestó por las liberaciones unilaterales de guerrilleros presos, que eran sólo una provocación porque no se habían acordado previamente con el Secretariado.
León Valencia es, como Cepeda II y una larga pléyade de sicarios, un campeón del cinismo: hoy mismo sale de víctima clamando por la reparación, como si las personas que él mismo asesinó no fueran víctimas, seguramente gracias a que la Constitución le asegura el premio por intentar abolir la democracia.
Fuera de eso, la anécdota evidencia la situación de conjura: se evita al PDA para dar legitimidad a la campaña, un casi manifiesto empleado de Hugo Chávez como Rafael Pardo comparte función con los visionarios y otros ilusos venales… Genial. Lo realmente divertido de todo es que Alejandro cree que se equivocaron invitándolo, como si fuera eso posible en Lambonilandia, que alguien confunda a una persona importante más o menos joven con un patriarca canonizado o con un enemigo demonizado… Yo creo que calcularon que alguien que valora a León Valencia fácilmente va a sumarse a la exhibición de altura democrática para la que tanto rinden los paramilitares y parapolíticos (circula por internet un escrito de un tal Afanador en defensa de El Espectador en el que reclama para la oposición las auténticas banderas de la democracia: no importa que sea una nebulosa que siempre termina defendiendo o justificando a Chávez o a Piedad Córdoba y calumniando al presidente, parodian el cuento del discurso político, son oposición, luego son demócratas. Le faltó el altruismo).
En fin: no confundieron a Alejandro con otra persona, sólo lo malinterpretaron y calcularon mal su reacción. Un poco recuerda esa conversación en que un general le ofrece un ascenso a Kirk Douglas en Senderos de gloria, pero también hace pensar en lo que puede llevar a eso. En la imagen que se genera cuando, tal vez por ser de Antioquia, se relaja la mente al llegar a Cundinamarca y el molesto «cun» empieza a difuminarse: ¿a quién se le va a ocurrir que hay conjuras alentadas por Chávez y que los magistrados encarcelan un viernes por la tarde a un anciano al que deberían simplemente citar a declarar movidos por intenciones non-sanctas? Los verdaderos demócratas se definen por estar en la oposición y no desaprovechan ocasión de sumarse al tsunami de decencia que va a regenerar la democracia (creo que hizo falta Natalia Springer).
La anécdota habla de la honradez de Alejandro, pero también hace dudar de su acierto: la crítica y la oposición deberían partir de la conciencia de que estamos más expuestos a que nos afanen la democracia los que quieren convertir la masiva y resuelta reacción contra la solución negociada y el Caguán con el paramilitarismo que el gobierno, por mucho que tenga vicios caudillistas.
Anónimo
17 mayo, 2008 at 8:59 pmPlinio Apuleyo es un justificador de masacres..
! vaya columna ¡
Anónimo
17 mayo, 2008 at 9:12 pmEste sr. plinio apuleyo, con nombre de emperador romano, hace parte del equipo de ex-liberales que se unieron a la campana de otro ex-liberal llamado alvaro uribe, para disfrutar de comodas posiciones burocraticas y otros beneficios, solo al alcanze de los privilegiados aulicos del regimen. dentro de ese grupo de » pensadores » como es logico, se encuentra otro ex-liberal, o mejor decir, un ex-izquierdista como es el renombrado consejero, el inefable jose obdulio gaviria. realmente se ha vuelto de moda ser uribista, pues el solo hecho de asi considerarse es un recurso muy utilizado por personas de poca significacion social, para en esta forma creerse de un nivel mas alto del que realmente pertenecen. este lavado cerebral es el que en gran medida, ha permitido que uribe tenga una aceptacion del 84%, lo cual habla realmente muy mal del nivel cultural y analitico de la mayoria de los colombianos.
lelo69
17 mayo, 2008 at 9:13 pmSicariato
Meter en el mismo saco de criminales y sicarios a Iván Cepeda únicamente por ser un contradictor del gobierno o por que es hijo de un abogado comunista, es una acto de sicariato moral
Anónimo
17 mayo, 2008 at 9:15 pmBRABONEL.
Existe algo realmente peligroso en todo esto. Se parte de la idea de que quien la hace la debe pagar sin importar quien sea, es algo que piden los colombianos a gritos y bajo ese consenso se juzga sin necesidad de juicio y pruebas. Ese sentimiento esta llevando a que los que resultan aparentemente poderosos y con mas contactos sean presas fáciles de los inquisidores. Por esas razones los procesos llamados de la parapolitica terminen siendo tan exitosos y que quien se atreve a contradecirlos simplemente es borrado hasta con una simple mirada o un pretexto tan ridículo como por ser paisas.
Algunas mentes brillantes han bautizado este proceso con el síndrome de Robespierre. En la revolución Francesa se creo el consenso sobre la necesidad de mantener la revolución por encima de los mismos Franceses y pobre de quien sonora a amenaza para ella. El problema con la parapolitica es que no parte de nada concreto sino mas bien de la necesidad que tienen los colombianos de ver que algún día paguen los corruptos, léase bien, aquí no hay nada personal contra el fenómeno paramilitar pero si contra un sentimiento frustrado ya añejo. Claudia López junto a CSJ y demás compinches saborea miel hoy pero mañana podrá probar el desagradable sabor de la hiel y la arena ¿Cómo así? Maximilien François Marie Isidore de Robespierre pago por mandar a menos gente a la guillotina y con más argumentos y sentimientos a su favor por parte del pueblo Francés. La CSJ están corruptos como a muchos de los que hoy le ha puesto la soga en el cuello ¡hasta más! Claudia López en muchos aspectos tiene más rabo de paja que sus socios los CSJ y el problema es que ni siquiera se ha dado cuenta que cuando ataca con más fuerza mas se queda expuesta.
jaime ruiz
17 mayo, 2008 at 9:39 pmEso de Iván Cepeda está buenísimo: ¡hijo de un abogado comunista! Heredero del vasto conglomerado de diversas industrias criminales conocido como Trust Münzenberg. Sólo hay que leerlo con atención, por ejemplo en una ocasión trataba de presionar utilizando a los rehenes humanitariamente.
Nada hace más clara la deformidad moral generalizada en Colombia que el hecho de que esos asesinos se presenten como víctimas, y no hay un solo acto de personajes como ésos que no sea un intento de deslegitimar la democracia. Lo que pasa es que eso sí, encarnan valores muy arraigados, el clamor lastimero de los igualitarios que se ganan sólo el sueldo de diez personas y a veces hasta les toca trabajar. Lo que pasa es que la hipocresía los envilece todavía más, que vengan a hacerle creer a la gente que un vindicador de los ideales de Manuel Cepeda Vargas tienen fines distintos a los de los pobres niños que castran los policías es ya un escándalo, pero no sorprende en absoluto.
En Colombia los pájaros les disparan a las escopetas, León Valencia es el adalid de la paz, junto con el asesino de Mercado y una larga pléyade de usufructuarios y promotores de las masacres. Y mientras no se diga claramente que son ellos los claros beneficiarios del crimen terrorista, los que lo cobran, seguirán seguros de poder seguirlo promoviendo.
Anónimo
17 mayo, 2008 at 10:03 pmUno de los graves males del uribismo, es creer que todo cuestionamiento que se haga a su sagrado lider es producto de la malevolencia y no reconocen que este gobierno, en el tema de la corrupción ha sido un gran lider. Claro que para plinio, si se llegare a demostrar lo que ha confesado yidis, eso es simple politiqueria, y no se acuerda que una de las principales consignas de campaña y todavia una de las mas citadas frases del presidente como exito de gobierno, es que acabaria con la corrupción. A lo mejor la corrupcion que quieren acabar es la de los demas y no la de los actos propios, para disminuir el fenomeno a sus justas proporciones.
Anónimo
17 mayo, 2008 at 10:17 pmDespues de todo lo que ha hecho este gobierno, el colombiano que niegue que estamos viviendo una narcodemocracia es porque ya tiene mentalidad mafiosa o traqueta.
jaime ruiz
17 mayo, 2008 at 10:26 pmDespues de todo lo que ha hecho este gobierno, el colombiano que niegue que estamos viviendo una narcodemocracia es porque ya tiene mentalidad mafiosa o traqueta.
Y paisa, paramilitar, ultraderechista, arrodillada al imperio… La universidad colombiana produce tales silogismos que la ocultación de las obras escolásticas nacionales en las librerías de todo el mundo es sólo el fruto de la persecución ordenada por Bush.
Anónimo
17 mayo, 2008 at 10:44 pmLa extradición de los cabecillas paramilitares es el mensaje del gobierno colombiano para el mundo que sólo le interesa juzgar a estos delincuentes por narcotráfico para darle gusto a bush y que los múltiples asesinatos la mayoría de lesa humanidad no tienen ninguna importancia, amén de verdad y reparación. Uribe le tiene miedo a la verdad pues el cerco venía cerrándosele con el enjuiciamiento que cada semana se hacía de dos o más congresistas de su bancada, debido a las confesiones de los paramilitares hasta llegar seguramente a él, quien llegó a la presidencia como parte del proyecto paramilitar de tomarse el poder, algo que no pudo y seguramente no podrá la guerrilla. La extradición de estos delincuentes es pues una reacción frente a temores fundados de uribe frente a la justicia que se le viene encima.
jaime ruiz
17 mayo, 2008 at 10:56 pmEl o los anónimos que depositan la propaganda fariana en este blog son la prueba más fehaciente de que Plinio A. Mendoza tiene razón. Bueno, no es ninguna broma que sean los garantes de la CSJ: en efecto, yo creo que Uribe extraditó a los jefes de las AUC porque la tentación de delinquir sin riesgo y aun obtener la libertad fácilmente a cambio de señalar al presidente resultaría irresistible para algunos de ellos. El problema es la disposición que se tenga a considerar a esos hampones de la CSJ en agentes de justicia. Un poco raros vistos los aplausos que suscitan.
Anónimo
17 mayo, 2008 at 11:11 pmEntonces gracias a los improperios y señalamientos de la Organización Jaime Ruiz..el señor León Valencia tiene la razón.
jose
17 mayo, 2008 at 11:19 pmYo le hallo la razón al anónimo 12:28.
Alejandro Gaviria
17 mayo, 2008 at 11:21 pmJaime: León Valencia no es un adalid de la paz. Petro tampoco. Pero ambos han sido enfáticos en su rechazo a la violencia. Y eso cuenta. Yo prefiero sus opiniones a las ambigüevadas de Carlos Gaviria. La columna de Valencia, publicada hoy por El Tiempo, es contradictoria: dice primero que la extradición de los jefes paras arruinó el proceso político de Justicia y Paz, y dice después que el Gobierno nunca se dio cuenta de que los paras eran ante todo narcotraficantes. O lo uno o lo otro. Pero ambos argumentos son contradictorios. Pero esta contradicción no lo hace un justificador de masacres. Simplemente lo convierte en un opositor sin muchos argumentos.
Lo de Plinio es distinto. Yo estoy de acuerdo con el primer párrafo de su columna, con su tesis de la hipocresía generalizada en el caso de Yidis. Es risible, por decir lo menos, la indignación al respecto de algunos miembros insignes del partido liberal, casi el epítome del clientelismo. Pero su defensa de Noguera y de los soldados de Jamundí es escandalosa.
Sobre quienes insultan y tratan de mafiosos a quienes no piensan como ellos, algunos se escandalicen por su perversidad. A mí, por el contrario, siempre me ha parecido más llamativa su mediocridad.
Gran Hermano
18 mayo, 2008 at 12:20 amAlejandro:
Copio algunos ejemplos que ilustran los problemas de una justica que se basa únicamente en la estadística, pero que, realmente, no demuestra en el campo del derecho:
“Cuando una mujer mayor, que caminaba de regreso a su casa en un suburbio de la ciudad de Los Angeles, fue asaltada por una joven rubia con cola de caballo. La joven fue vista poco después en un coche amarillo conducido por un hombre negro con barba y bigote. La policía de Los Angeles detuvo a Janet Collins, rubia, que se peinaba con cola de caballo y tenía un amigo negro con barba y bigote, que era poseedor de un coche amarillo. El fiscal argumentó que la probabilidad de encontrar en Los Angeles una pareja que tuviese todas las características citadas era sólo 1/12000000, y esto probaba la culpabilidad de los detenidos. Afortunadamente el defensor, utilizando datos estadísticos de las frecuencias de las características de la pareja (por ejemplo, frecuencia de coches amarillos) probó que la probabilidad de encontrar al menos otra pareja más con las mismas características en la ciudad de Los Angeles era 0,1836, que no puede considerarse un suceso raro. Joan Collins fue absuelta por falta de evidencia En otros casos los procesados fueron menos afortunados. Por ejemplo, Sally Clark, fue acusada en el Reino Unido de asesinar a sus hijos cuando dos de ellos sufrieron sucesivamente de muerte súbita en el recién nacido. Sally fue separada de su familia y estuvo en prisión durante tres años, hasta que un juez decidió revisar todos los casos de muerte súbita y observó que cada año en el Reino Unido aproximadamente 50 matrimonios que habían perdido un hijo por muerte súbita, perdían un segundo. Sally Clark fue entonces declarada inocente, aunque nadie le pudo devolver los tres años de vida familiar perdida.”
La estadística no sirve para demostrar culpabilidad, por eso quizás exageran los que ven en trabajo de Claudia López la gran prueba de la parapolítica. La estadística solamente da indicios ciertos o falsos –sin embargo, al parecer, en este son más ciertos que falsos-, que para efectos legales no son concluyentes. Es decir, hay que entrar demostrar la culpabilidad. Por supuesto, el análisis estadístico es importante, pero no es definido y, además, tampoco es una prueba contundente dentro del derecho, y menos aún cuando pueda tener errores metodológicos. En eso le doy toda la razón a A. Gaviria. No obstante, con afirmaciones como está uno se expone al linchamiento, al descrédito; pero hay que hacerlas siempre y cuando sean razonamientos –y no convicciones infundadas- las que soportan las afirmaciones. Por ejemplo, hace un tiempo, en este blog, por cuestionar esas estadísticas que se mostraban como concluyentes frente a los asesinatos de los sindicalistas, algunos sintieron alergia, en particular, apelaez y Jaime Ruiz. Espero que ahora no me ubiquen en el otro extremo de la tendencia. Si es así, apague y vámonos.
A propósito del tema de los sindicalistas, aprovecho para hacer un comentario; después de reflexionar un poco sobre ese tema de los sindicalistas –discutido ya hace un tiempo-, considero que lo fundamental no son las estadísticas, sino los móviles que sustentan esas estadísticas de asesinatos: ¿a estos tipos lo matan por atracarlos o por cualquier otra cosa que no depende de ser sindicalistas? Ese es realmente el punto. Y aprovecho este espacio para confesar que dudo en gran medida de la esa extrema cientificidad que le atribuyen algunos investigadores a los métodos estadísticos cuando la misma teoría estadística acota su alcance. Vale la pena recordar esa idea simple de que, en estadística, nunca se acepta una hipótesis, simplemente no se rechaza.
Yo creo que hay que ser críticos de la estadística a todo nivel, no digo que nos volvamos escépticos frente a los datos, pero tampoco la idea es confiar en la estadística cuando se acomode a nuestras convicciones y criticarlas cuando las atacan. Eso no aporta. Algunas veces no percibo en muchos intentos académicos la sensatez requerida, posiblemente este es el caso de Claudia López pero también, algunas veces, es el de A. Gaviria y de casi todos los académicos, es quizás una tendencia natural del ser humano, pero las investigaciones serías no están para dejarse llevar por lo instintivo, por lo relativo. Veo en estas discusiones más una aroma de ideología que de otra cosa; entendiendo aquí ideología en sentido de North (1981), es decir, “como un mecanismo economizador por el que los individuos se enfrentan al entorno y se proveen de “una visión del mundo” que les simplifica el proceso de toma de decisiones. La ideología está inseparablemente entrelazada con los juicios morales y éticos sobre la justica del mundo que el individuo percibe”
En síntesis, volviendo a la discusión, que en parte es el trabajo de Claudia López, creo que hay un intento de investigación académica que posiblemente no lleva el rigor requerido, pero que, sin embargo, puede dar luces sobre generalidades, que, no obstante, para el caso particular de los implicados, un buen abogado, con algunas nociones elementales de estadística, puede derrumbar. Lo que no podrán derrumbar, son los hechos realmente probatorios que puedan inculparlos, esto es lo definitivo; sin olvidar que los indicios estadísticos son una gran ayuda pero no son la última palabra.
Carlos
18 mayo, 2008 at 1:03 amYo diria que la columna de Apuleyo tuvo 6 parrafos buenos o regulares, un parrafo confuso (el final) y un parrafo supremamente controversial porque entre a juzgar los resultados de los jueces (si Plinio tiene mejor evidencia deberia presentarla)
Los parrafos con lo que estoy total o casi totalmente de acuerdo son estos:
«La segunda verdad es que difícilmente puede creerse que ella hizo tal confesión por escrúpulos de conciencia. O lo hizo de una manera torpe, como venganza por no haber sido atendidos sus requerimientos, o hubo de por medio esa misteriosa tentación que se llama dinero. ¿Dinero por el libro que espera publicar? ¿Dinero de sospechosa procedencia? De todos modos, algo que compensa de sobra su detención. Contra Uribe todas las armas sucias valen.»
«De su lado, las Farc tienen armado desde hace 20 años un ejército jurídico que les da mejores dividendos que la guerra en el campo militar. Supuestas ONG defensoras de derechos humanos, colectivos de abogados integrados por miembros del Partido Comunista, agentes de la guerrilla infiltrados en la Fiscalía, falsos testigos, pruebas balísticas acomodadas y otros recursos les han permitido enjuiciar a los militares que con más éxito las combaten»
«Con lo que escribo, voy a ser presentado como amigo de los paramilitares. Pues bien, no conozco a ningún ‘para’ y sus crímenes me parecen aborrecibles. Pero es que en este punto falta una sexta verdad, que de pronto es una revelación. Amparados en seudónimos, los agentes del PC3 cumplen la misión de insultar en diarios y revistas a los columnistas que no son de sus simpatías. A las dos de la mañana (hora de Colombia), sus comentarios ya aparecen en Internet. Han sido enviados desde Bruselas y desde Madrid por células de amigos de las Farc. Es otra guerra que están ganando»
Anónimo
18 mayo, 2008 at 1:09 amNo sé qué le ven a ese huevón de Plinio Apuleyo Mendoza. Qué hacen haciendo un análisis de un artículo tan marica!!! Ese Carlos es como huevón.
jaime ruiz
18 mayo, 2008 at 8:41 amEso de los «sindicalistas» está interesante: se trata de afiliados sindicales, sólo en un contexto de manipulación se los puede llamar «sindicalistas», que es como si alguien leyera que mataron religiosos y después resultara que eran personas que asistían a misa. Pero la pregunta de Gran Hermano es divertida: ¿los matan por los mismos motivos que a los demás? Buenos, los matan 8,5 veces menos, y ciertamente puede haber casos en que los maten en razón de su actividad sindical (que es pura presión partidaria). Por ejemplo, si hay redes mafiosas en hospitales o entidades así, podrían matarlos por obstruir esos negocios, o podría darse el caso de empresarios rurales que ven venir la vacuna… Bueno: ¿dónde está la implicación del gobierno? Lo cierto es que los indicadores de violencia se han reducido de forma impresionante, sobre todo en lo concerniente a la protección de los activistas sindicales. ¿Qué tiene todo eso que ver con el TLC? Muchos de esos asesinatos los cometen los mismos guerrilleros, por competencia en el interior de los sindicatos, por problemas personales o por sospechas de infiltración: resultado, eso descalifica el sistema democrático (pues ¿no son casualmente elementos de presión a favor de la negociación política? Claro, se trata de Colombia, donde se le cambia el nombre a las cosas y ya está, ¿qué va a ser más democrático que un gobierno designado por los secuestradores y castradores? Lógico).
Acerca de lo del artículo de Plinio A. Mendoza, se gira siempre alrededor de lo mismo: ¿cuántos años llevamos oyendo menciones de la relación del ejército con las AUC? El problema de la ideología es la absoluta falta de objetividad con que se creen esas versiones. Cada caso tendrá su aspecto específico. Lo que dice Mendoza sobre Noguera es que el testigo García no es precisamente una fuente muy confiable; sobre Álvaro Araújo también se puede asegurar que de cada mil personas que lo condenan no llegan a diez los que están al tanto de su verdadera implicación, y sobre los soldados de Jamundí también dice algo cierto: ¿adónde llega la responsabilidad de los soldados? Siempre hay que sospechar corrupción en un caso como ése, pero el furor condenatorio de los jueces parece destinado a complacer a cierto público europeo y al medio social del que salen los jueces, el mismo que aspira a cambiar las instituciones porque sufre mucho a causa de la desigualdad (el último atavismo hispánico lo describe Jakob Burkhardt: un siglo después de que Italia cayera en manos españolas nadie quería trabajar, todos buscaban formas de demostrar un origen hidalgo y sólo querían ser médicos o abogados).
Hoy sale una noticia bien tendenciosa en El Tiempo sobre la masacre de San José de Apartadó. ¿Cómo sabe el redactor todo eso sobre la supuesta confesión de alias don Berna? De haber la menor probabilidad de que eso fuera cierto, sería titular de primera en todos los medios bogotanos. ¿O no? Nada menos que lo más atroz y fatal para el gobierno, una masacre monstruosa cometida durante el gobierno de Uribe Vélez con complicidades de altos oficiales… pero ¿qué mueve a ese capitán a hundirse en la prisión cuando habría tan pocas pruebas? Es sencillísimo: lo mismo que a Yidis Medina. respecto a la autoría de la matanza, es muy llamativa esta noticia aparecida en semana hace un tiempo. ¿Qué interés tendría el ejército en hacer eso? Nadie espera que los militares sean angelitos: ni los comunistas que dominan ese pueblo, ni los jueces ni los periodistas lo son.
Pero es difícil hacer pensar a alguien de rango académico: lo propio del saber académico es la ideología (sobre la cual, dicho al oído de Gran Hermano, copié una cita de Friedrich Engels hace tiempo en este blog). Todos tienen antes de leer la primera noticia un juicio, del mismo modo que «saben» que Uribe es el jefe del tráfico de drogas (por ejemplo, dado que lo que digo suena a pura charlatanería, invito al que quiera demostrar lo contrario, empezando por Alejandro, a hacer una encuesta sencilla: a las primeras 10 personas universitarias y a las primeras 10 personas adultas no universitarias con las que pueda hablar les pregunta si creen que Uribe es el jefe del tráfico de drogas, siempre la respuesta «no sé» será abrumadoramente superior entre los no universitarios, lo cual es lógico dado que la universidad es el centro del saber). El interesado en el tema de Apartadó al menos debería leerse una investigación que hizo Atrabilioso con las noticias de la época.
Pero en últimas ser superior al gobierno y a los uribistas es una cuestión de estrato, por eso nadie va a perder el tiempo con datos complicados cuando ya hay hasta confesiones de militares y demás.
Anónimo
18 mayo, 2008 at 11:05 amMientras Jaime Ruiz sigue baboseando y tapando el sol con sus manitas, ahora resulta que un testigo clave en la parapolítica fue asesinado. Que conveniente
Anónimo
18 mayo, 2008 at 5:28 pmPobrecito Alejandro el perseguido por todo el mundo, la victima de lo que el inventa: enemigos. Protejanlo por favor, queremos u bunker en los Andes.
Alejandro Gaviria
18 mayo, 2008 at 5:35 pmAnónimo 12:28: yo no soy perseguido. Soy perseguidor. Me parece que entendió mal.
Anónimo
20 mayo, 2008 at 1:50 amQue mal tema. Que heroico se quiere pintar usted, en contraste con una persona que vive bajo amenazas por atreverse a denunciar lo que usted defiende.
Anónimo
24 mayo, 2008 at 1:24 pm“Fui objeto de los insultos de la Claudia López durante los veinte minutos que duró su intervención” dice el Senador Rodrigo Lara. Su pecado: seguir las recomendaciones de varios abogados que le dijeron que si votaba la reforma política podría meterse en líos. Doña Claudia está cada vez más insoportable. Está en campaña. Tocara taparnos los odios. Nos va a enloquecer la histérica esa.