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30 agosto, 2008

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El problema del empleo

El Dane reveló el día de ayer los resultados de la Encuesta Continua de Hogares correspondientes al mes de julio de 2.008. Con respecto al mismo mes del año anterior, la tasa de desempleo creció 0,9 puntos (de 11,2% a 12,1%) en el total nacional y 0,7 puntos (de 11,2% a 11,9%) en las trece principales áreas metropolitanas del país. El aumento del desempleo es preocupante pero era previsible, como previsible fue la reacción del presidente Uribe, quien señaló que los malos resultados constituyen una advertencia sobre los efectos nocivos del incremento en la tasa de interés de referencia fijada por el Banco de la República. El Presidente parece desconocer que el problema del empleo es estructural y que está relacionado, en últimas, con una combinación de malas políticas.
Colombia tiene actualmente la mayor tasa de desempleo de las siete economías grandes de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela), y una de las mayores tasas de informalidad laboral de la región. La tasa informalidad no ha disminuido durante los últimos años a pesar del mayor crecimiento económico. El empleo asalariado de los trabajadores sin educación superior no creció en la última década.

El primer paso para resolver un problema consiste (el lugar común no sobra en este caso) en reconocerlo. El Gobierno no ha reconocido el problema del empleo. Y mucho menos ha reconocido que el problema se origina, en buena medida, en una serie de políticas equivocadas que vienen de atrás pero han empeorado durante los últimos seis años. El Gobierno, con el Presidente a la cabeza, ha reiterado que la promoción de la inversión es el instrumento más eficaz para generar nuevos empleos. Pero los hechos demuestran lo contrario. Las grandes empresas colombianas han invertido profusamente. Pero no han generado empleo. Muchas empresas probablemente han sustituido trabajo por capital, una decisión racional dado el encarecimiento del primer factor y el abaratamiento del segundo, esto es, dado el sesgo antiempleo de la política.

En el corto plazo, como lo propuso recientemente el ex ministro de hacienda Alberto Carrasquilla, el Gobierno debería disminuir transitoriamente los costos laborales. En el mediano plazo, urge una revisión a fondo de los costos laborales, y en particular de las políticas que gravan la generación de empleo formal con el fin de subsidiar la informalidad. Esta mezcla de políticas no sólo es insostenible, sino también socialmente ineficaz. También urge revisar las políticas de subsidios a la inversión que pueden haber llevado a muchas empresas a sustituir trabajo por capital. El problema del empleo, no sobra repetirlo, es un problema de malas políticas.

Hasta el año anterior, el acelerado crecimiento económico impidió apreciar en toda su dimensión el problema del empleo. Pero las circunstancias han cambiado. Ya el contexto internacional no es tan favorable y las políticas internas llevaron a un inevitablemente enfriamiento de la economía. Incumbe, entonces, insistir en lo obvio: el problema del empleo es cada vez más evidente, y el Gobierno no se ha dado cuenta o anda en busca de un chivo expiatorio.