Se queja inicialmente la Directora de Planeación, quien firma la respuesta, que yo hago un análisis selectivo, que de los 300 indicadores incluidos en el Plan de Desarrollo yo solamente menciono tres en la columna en cuestión: “La selectividad no siempre es la mejor consejera. Si se hubiese hecho el mismo ejercicio con otras metas, donde los avances son muy dinámicos e incuestionables, ¿cuál sería el título y la conclusión de Alejandro Gaviria?” Obviamente yo no escogí los indicadores analizados caprichosamente. Uno podría, después de cuatro años, afirmar que cumplió la meta de desembolsos de créditos o la de jóvenes capacitados en el Sena pero sería imposible, en mi opinión, predicar el éxito de un gobierno si aumentan los homicidios, los pobres y los desempleados.
Dice también la respuesta que yo descalifico a la Seguridad Democrática, que la tildo de periférica: “Respecto a la calificación de periférica que se le da a la Política de Defensa y Seguridad Democrática, difícilmente el país había conocido en su historia resultados más contundentes frente a las Farc y las estructuras del narcotráfico”. Yo simplemente argumenté que muchos fenómenos crimínales emergentes (me disculpan la palabrita) son más un reto para la policía que para el ejército. La Seguridad Democrática, con su énfasis actual, logró disminuir la tasa de homicidios de 60 a 30. Mi punto es que para disminuirla de 30 a 15 hay que cambiar algunas cosas, concentrarse en algunas zonas urbanas problemáticas.
Sobre el problema del empleo, la respuesta dice, entre otras cosas, lo siguiente: “la tasa de desempleo a nivel nacional, en el año 2007 cerró en 9,9% y el promedio de enero-diciembre fue de 11,1%”. La mención a la cifra de diciembre de 2007 (9,9%) es un intento deliberado por maquillar una tendencia preocupante: el desempleo es estacional y siempre es mucho más bajo en el mes de diciembre. La alusión al promedio del año anterior (11,1%) no responde a un hecho grave señalado en la columna: por primera vez desde el año 2.001 la tasa de desempleo aumentó con respecto al nivel observado en el mismo mes del año inmediatamente anterior.
La respuesta también afirma que la formalización laboral está aumentando, y para ello cita los registros oficiales del Ministerio de Protección Social. Estos registros, en mi opinión, no deberían usarse para medir los cambios en la calidad del empleo pues las modificaciones institucionales, la implantación de la Pila, por ejemplo, hacen imposible distinguir si lo que está ocurriendo es una disminución en la evasión de ciertas contribuciones parafiscales o un aumento en la formalidad. Los datos del módulo de informalidad de la Encuesta Continua de Hogares del Dane muestran que la informalidad no ha disminuido en los últimos tres años. Pero incluso las tasas de informalidad citadas por la Directora de Planeación son altísimas en el ámbito latinoamericano.
La respuesta reconoce que la última medición de pobreza se hizo hace dos años, y sostiene que no hay razones para prever un aumento de este indicador. Yo repito, como lo hice en la columna, que el aumento del desempleo y de la inflación de alimentos seguramente han producido un incremento reciente de la pobreza y la indigencia.
La respuesta declara, en su último párrafo, el “profundo compromiso de esta administración frente a la superación de la pobreza, la generación de empleo y la promoción de la equidad”. Mi propósito no era juzgar las intenciones sino los resultados. Y los resultados, insisto, son preocupantes, indican que, con alta probabilidad, las metas de reducción de la tasa de homicidios, del desempleo y la pobreza no van a cumplirse.