Las encuestas fueron patrocinadas por el Banco Interamericano de Desarrollo y diseñadas por el Common Wealth Fund International Health Policy. Enfatizaron el acceso y la experiencia de atención. En el caso de Colombia estuvieron circunscritas al Régimen Contributivo. Son representativas de la población urbana y fueron realizadas en diciembre de 2012. Los principales resultados se muestran abajo.
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¿Por qué se mantiene la diferenciación entre Régimen Subsidiado y Contributivo?
El plan de beneficios propuesto (Mi Plan) será el mismo para todos, los colombianos tendremos derecho al mismo cubrimiento. Además, los Gestores de Servicios de Salud, que representarán a los ciudadanos y velarán por el cumplimiento de los buenos resultados en salud, podrán operar en ambos regímenes, esto es, podrán tener afiliados del Subsidiado y Contributivo.
Hemos planteado que debe mantenerse transitoriamente la diferenciación por varias razones: (i) las prestaciones económicas, los pagos por incapacidades y licencias de maternidad, no pueden todavía extenderse al Régimen Subsidiado (hacerlo llevaría a la quiebra del sistema), (ii) la viabilidad de algunos hospitales públicos podría verse amenazada si no se garantiza, por un tiempo, que los recursos del Régimen Subsidiado financien su operación, y (iii) la financiación del sistema todavía depende de las contribuciones (suman ocho billones de pesos). Un desmonte definitivo de la separación entre los regímenes Subsidiado y Contributivo tendría que modificar nuevamente el financiamiento del sistema, más allá de lo que hizo la reforma tributaria del año anterior.
¿Solamente se les está cambiando el nombre a las EPS?
La reforma plantea una transformación de fondo en el funcionamiento y los incentivos. Los Gestores de Servicios de Salud (GSS) ya no manejarán la plata, sino la salud. Su pago dependerá en buena medida de los resultados promovidos y las acciones realizadas. Los GSS tendrán un énfasis territorial, ya no podrán ir de región en región sumando afiliados, recaudando una prima sin garantizar el acceso efectivo de la población a medicamentos y servicios médicos. No podrán ser dueños de clínicas y hospitales. Tampoco de distribuidores de medicamentos. Tendrán que concentrarse en la gestión de la salud.
La reforma busca conciliar la necesidad (imperiosa) de cambio y la obligación de conservar las capacidades construidas en los últimos veinte años (que no son despreciables). Cualquier reforma debería, en nuestra opinión, permitir que quienes han hecho las cosas bien puedan transformarse y participar en el nuevo modelo. Los otros tendrán que irse. Las propuestas en cuestión olvidan que, en cualquier modelo, tiene que existir un agente, un comprador inteligente de servicios que, entre otras cosas, coordine la prestación y realice las auditorias del caso. He leído críticos a la reforma que, en un mismo párrafo, afirman que los recursos no pueden ser manejados por privados y que, además, les preocupa mucho la corrupción de las entidades territoriales y del gobierno nacional. Mejor dicho, no hay quién pueda administrar los recursos de la salud.
Incluso Salud-Mía puede concebirse como un primer paso para el fin de la intermediación. Pero habría que construir algunos capacidades estatales que hoy no existen. Un salto vacío sería desastroso por decir lo menos
¿La reforma privatiza los recursos?
La reforma no privatiza los recursos. Los recursos son públicos y lo seguirán siendo. Además, la reforma evita la desviación de recursos, pues los Gestores de Servicios de Salud (GSS) no manejarán la liquidez del sistema. La reforma acaba de una vez por todas con la inversión de los recursos de salud en bienes inmobiliarios o canchas de golf.
La reforma plantea que, al finalizar una vigencia, si existe algún excedente debe, primero, usarse para constituir una reserva y, después, transferirse al GSS como utilidad. En este momento los recursos dejarían de ser públicos. Si no se permite la transferencia en cuestión, se estaría impidiendo de un tajo la participación de agentes privados y por lo tanto estatizando plenamente la administración de los recursos. Quienes afirman que se está cambiando la naturaleza de los recursos podrían decir, entonces, que los recursos públicos se convierten en privados porque el Estado reconoce AIU en un contrato de obra pública. Es un argumento sin sentido que soslaya una innovación importante de la reforma: las EPS ya no manejarán la plata.
¿Quién conformará las redes de prestación?
Las redes serán conformadas por los GSS bajo la supervisión estricta del Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS). El MSPS tendrá injerencia directa en el asunto. Al respecto hay que buscar un equilibrio entre una situación (inconveniente) en la cual los GSS controlan totalmente la red y otra (también inconveniente) en la cual hay libre elección plena.
Quienes proponen lo segundo olvidan (o no conocen) algunas experiencias desastrosas. El Instituto de los Seguros Sociales (ISS) puso en práctica la “libre adscripción” a mediados de los años noventa: en seis meses se generó una gran corrupción y un déficit de 500 mil millones de la época. Algo similar ocurrió con la atención a los desplazados al inicio de la década anterior y sigue ocurriendo actualmente con el SOAT. En los casos anteriores, el fraude ha sido generalizado e incontrolable.
¿Están salvando las EPS?
El proyecto consolida las normas de las leyes 1438 de 2011 y 1608 de 2013 sobre salvamento de hospitales. En algunos casos, las EPS liquidadas o públicas tienen deudas con los hospitales que superan con creces su patrimonio. Si el gobierno no asume una parte de estas deudas, muchos hospitales podrían quebrar: el Hospital Universitario del Valle (HUV) es un caso típico, casi paradigmático.
El gobierno bien podría cruzarse de brazos, desentenderse del asunto y darles gusto a unos cuantos demagogos. Pero creemos que sería irresponsable. Cabe recordar que los voceros de los prestadores criticaban (con preocupación) la ausencia de un fondo salvamento en las versiones iniciales del proyecto de reforma.
En suma, el fondo de salvamento tiene un fin único: salvar los hospitales. Los que dicen lo contrario están mintiendo. Por ignorancia. O mala intención.
Liberar los grandes conflictos humanos de la ingenua interpretación de la lucha entre el bien y el mal, entenderlos bajo la luz de la tragedia, fue una inmensa hazaña del espíritu; puso en evidencia la fatal relatividad de las verdades humanas; hizo sentir la necesidad de hacer justicia al enemigo. Pero el maniqueísmo moral es invencible: recuerdo una adaptación de Antígona que vi en Praga después de la guerra; al liquidar lo trágico dentro de la tragedia, el autor de la adaptación convirtió a Creonte en un malvado fascista enfrentado a la joven heroína de la libertad.
Las actualizaciones políticas de Antígona estuvieron de moda después de la segunda guerra mundial. Hitler trajo no sólo indecibles horrores a Europa, sino que la expolió de su sentido trágico. Toda la historia política contemporánea pasó desde entonces a ser vista y vivida como una lucha del bien contra el mal. Las guerras, las guerras civiles, las revoluciones, las contrarrevoluciones, las luchas nacionales, las rebeliones y su represión fueron barridas del territorio de lo trágico y expedidas a la autoridad de jueces ávidos de castigo. ¿Se trata de una regresión? ¿O una recaída en la fase pretrágica de la humanidad? Y en tal caso, ¿quién ha ocasionado laregresión? ¿La Historia misma, usurpada por unos criminales? ¿O nuestra manera de entender la Historia? Lo trágico nos ha abandonado; y éste es tal vez nuestro verdadero castigo.
¿Cómo va evitar Ud. que a punto de tutelas la lista negativa no se la obliguen a cubrir?
Tarde o temprano necesitaremos una ley estatutaria, entendida como un acuerdo con la Corte Constitucional sobre los límites al derecho y los mecanismos para su protección. Pero si la Corte, durante el control constitucional rutinario, declara exequible la lista negativa se habrá avanzado bastante.
Además, la discusión pública de la reforma ayudará a crear conciencia sobre los abusos del pasado.
La solución no es definitiva. Pero es mejor que no hacer nada.
¿Cómo va garantizar que Misalud no sea un nuevo Fosyga que retiene el dinero y no fluye a tiempo?
Al respecto hay que hacer claridad sobre dos problemas diferentes. Los recursos de la compensación, que son la mayoría, fluyen sin problemas del Fosyga a las EPS. Muchas veces, sin embargo, se quedan en las EPS y no llegan a los hospitales. Con el fin de resolver este problema, la propuesta de reforma plantea la generalización del giro directo.
Cuando se dice que el Fosyga retiene el dinero, se hace referencia usualmente al pago de los llamados recobros por servicios no POS, esto es, a los recobros que se glosan por fallas en la documentación o porque no hayméritos para su pago. La nueva definición del plan de beneficios pretende reducir el llamado no POS y por ende minimizar este problema.
Uno de los principales culpables de la crisis de las IPS es Caprecom q es del Estado. ¿Qué solución tiene para esto?
Desde hace un año, el Ministerio de Salud ha venido trabajando en resolver los problemas más graves de corrupción y desgreño de Caprecom. La situación sigue siendo problématica. Tanto así que no descartamos laliquidación.
La propuesta, polémica sin duda, de que las entidades territoriales jueguen un papel protagónico en la administración del Régimen Subsidiado está justificada, entre otras cosas, por la experiencia de Caprecom, una empresa estatal que ha sido capturada impunemente por muchos años. Como lo he dicho varias veces, prefiero a las secretarias de salud (que están sujetas al escrutinio público y tienen una interacción permanente con el Ministerio) a las regionales de Caprecom (que no le rinden cuentas a nadie).
Ayer estuve en Guainía en una mesa de salud. Pasó lo de siempre: el Secretario estuvo allí rindiendo cuentas, el director regional de Caprecom no se dejó ver.
Ud. habla de responsabilidad compartida del Estado y las EPS, ¿dónde queda la responsabilidad del Estado de vigilar y sancionar?
La responsabilidad es evidente. Pero si esta responsabilidad se invoca, de manera oportunista por agentes privados, para reclamar indemnizaciones o justificar demandas, llevaremos el Estado a una quiebra inevitable.
En el caso de los recobros, todos abusaron, no solo las EPS, los hospitales y las farmacéuticas también lo hicieron. Algunos de quienes participaron de la fiesta, quieren ahora que el Estado cubra todas las consecuencias de la inevitable resaca. Esta posición me parece éticamente cuestionable.
Cuando habla de la EPS mixta en Antioquia como modelo, ¿Ud. sabe que con la UPC actual esta figura no es viable en Antioquia?
La pregunta muestra un desconocimiento de las decisiones recientes del gobierno. La UPC del Régimen Subsidiado fue aumentada en promedio 17,4% en diciembre. Las primas puras de ambos regímenes están casi igualadas. La UPC actual garantiza la viabilidad de la EPS mixta.
Algunos de quienes criticaban la abultada diferencia de la UPC entre ambos regímenes (los planes de beneficios habían sido igualados previamente), ahora dicen que el aumento de diciembre buscaba rescatar las EPS. No parecen temerle a la incoherencia.
¿Qué va a pasar con las deudas de las EPS?
La reforma va a tener un capítulo de transición. Como parte de este capítulo, el Ministerio de Hacienda está preparando varios artículos que le entregarán al gobierno los instrumentos necesarios para lidiar con las abultadas deudas del sistema.
¿Cómo se garantiza la atención a tratamientos iniciados y a cirugías programadas?
Existirá una transición adecuada de uno o dos años que garantizará la continuidad de los tratamientos y todos los servicios médicos. No se pondrá en riesgo la vida de nadie.
¿Quisiera saber si con la nueva reforma se seguirá usando la planilla asistida pila o se suspende?
En la transición se seguirá usando la planilla asistida. Una vez implementada la reforma, la Pila se cambiará por el portal de afiliación de Misalud.
¿Qué pasará con mis medicinas para un trastorno bipolar que son ahora aprobadas por un Comité Técnico Científicos (CTC)?
Los medicamentos pasarían a ser parte del nuevo plan integral y serían entregadas de manera expedita, sin CTC. En la transición, los medicamentos No POS seguirían siendo entregados de la misma manera. No hay por qué preocuparse.
¿Es bueno retroceder y centralizar la salud?
La salud no se está centralizando. La reforma propone la centralización de los recursos. Misalud puede entenderse como la tesorería del sistema, no como la administradora. La administración será territorial. La reforma busca acabar con la suerte de “circunscripción nacional” que le ha permitido a las EPS operar donde quieran (y cómo quieran) y reemplazarla por una gestión territorial a cargo de unas nuevas entidades que manejarán la salud, no la plata.
¿No se está reviviendo el monopolio del ISS?
La reforma no propone que la salud será manejada por un asegurador estatal integrado verticalmente (como lo era el ISS). Habrá un fondo único estatal (los recursos al fin de cuentas son públicos), pero la representación del usuario (la gestión) y la provisión de servicios (la prestación) serán prestadas separadamente por agentes públicos y privados.
¿Por cuenta de la reforma más de 100.000 se verán afectadas por el cierre de EPS?
Esta cifra no es cierta. Supone que los trabajadores de la red propia de algunas EPS van a perder sus empleos. La gran mayoría los conservarán incluso si los hospitales y clínicas se escinden de las EPS integradas verticalmente. Además, pasa por alto que algunas EPS podrán transformarse en gestores territoriales.
¿Para qué una reforma más, no será mejorar reglamentar las reformas anteriores?
La reforma intenta construir un modelo coherente que vaya más allá de los enunciados y los propósitos generales. Algunos de los artículos de las reformas anteriores son “irreglamentables”, pues riñen con los postulados básicos del modelo vigente. Por ejemplo, las Redes Integradas de Servicios de Salud (RISS), establecidas en la Ley 1438 de 2011, riñen con la realidad del modelo actual, con el hecho ineludible de que las redes relevantes (para todos los efectos prácticos) son las conformadas por las EPS.
¿Cómo evitar que los nuevos gestores no creen barreras de acceso?
De tres maneras: con un reaseguro para los pacientes que cuesten más de cierto valor (500 o 1000 millones anuales), con mecanismos de pago diferentes, basados en resultados en salud por ejemplo, y con una supervisión más estricta. En el modelo propuesto, como en todos, persiste cierta tensión entre dos objetivos necesarios: la eliminación de las barreras de acceso y la sostenibilidad del sistema.
¿Quién hará las auditorías médicas con la reforma? ¿Los hospitales? ¿Las administradoras? ¿El Ministerio de Salud?
Las auditorias médicas serán hechas por los administradores o gestores territoriales. El Ministerio no tiene la capacidad de auditar cientos de miles de facturas diarias y los hospitales no pueden auditarse a sí mismos. Los administradores jugarán el papel de compradores inteligentes de servicios de salud.
¿Habrá atención médica en otras ciudades diferentes a la de residencia?
Si, el gestor debe garantizar la atención en todo su territorio de operación. Para ciudades por fuera del territorio, el acceso podrá ser de varias maneras: a través de filiales, convenios entre gestores o, en el peor de los casos, por urgencias.
¿Podrán los pacientes escoger el sitio y el médico que los trate?
Las redes administradas por los nuevos gestores deberán, allí donde sea posible, dar margen para la libre elección. El Ministerio de Salud y la Supersalud supervisarán el cumplimiento de esta condición.
¿Qué va a pasar con nosotros los mal llamados «pacientes de alto costo»?
La reforma contempla dos opciones: la atención mediante redes especializadas pagadas plenamente por el Estado o, alternativamente, la atención por parte de las redes (administradas por los gestores) por cuenta del esquema de reaseguro.
Ud. habla de Régimen Subsidiado y medicina prepagada, ¿y el Contributivo está desestimulado?
En ningún momento. El Régimen Contributivo debería crecer más rápidamente que el Subsidiado por cuenta del aumento del empleo formal y el crecimiento de la clase media. Durante la última década, el crecimiento mayor fue en el Subsidiado. Durante la próxima, debería ser en el Contributivo.
¿Por qué integración vertical en el nivel básico?
Por dos razones. La atención básica es fundamental en la gestión de riesgo y la integración vertical facilita la implementación de diversos modelos de gestión (que pueden diferir sustancialmente entre gestores). Y segundo, en muchas ciudades y municipios no existe una oferta suficiente de instituciones de primer nivel y la integración sería necesaria al menos durante la transición.
¿Cuál es el miedo a eliminar la intermediación TOTAL en nuestro sistema de salud?
La eliminación de la intermediación implica la creación de un único asegurador público con cientos de oficinas regionales y municipales y con la responsabilidad de auditar millones de facturas diarias. Sería una suerte de super Caprecom, con un presupuesto de 26 billones anuales, no una buena idea en mi opinión.
¿Existe una crisis de salud pública en Colombia? ¿Puede hablarse de un deterioro sistemático y generalizado de los indicadores sanitarios? ¿Obedecen las “tendencias preocupantes” a los problemas actuales (y pasados) del sistema de salud? Esta entrada intenta responder parcialmente las preguntas planteadas. El debate sobre la evolución de los indicadores sanitarios en Colombia es complejo por decir lo menos. Con frecuencia los indicadores, los períodos y los países (convenientemente seleccionados) sirven para reforzar conclusiones extraídas de antemano. Tristemente la honestidad intelectual no ha sido una característica notable del debate en cuestión.
Principales indicadores
En Colombia, la esperanza de vida al nacer, a pesar del recrudecimiento de la violencia en las décadas precedentes, ha progresado a una tasa similar a la de otros países de la región. La progresión ha sido casi idéntica a la de Brasil. Con respecto Chile, como puede verse en el enlace anterior, la diferencia se mantuvo constante durante los últimos 30 años. La mortalidad infantil ha disminuido sustancialmente. La diferencia con Chile, cabe reconocerlo, sigue siendo sustancial. Pero las cifras, como veremos, no sugieren una crisis de salud pública. Uno podría hablar, tal vez, de una tarea inacabada. O de retos pendientes. O de metas incumplidas. Pero no, en mi opinión, de una crisis sin atenuantes.
La prevalencia y la mortalidad por malaria han caído sustancialmente en los últimos años. La prevalencia de tuberculosis también ha disminuido de manera notable. La realidad de las coberturas de vacunación es más compleja. Las cifras oficiales muestran porcentajes inferiores a las coberturas útiles. Pero un ejercicio reciente, realizado por varios funcionarios del Ministerio de Salud y Protección Social con el acompañamiento de algunos de los demógrafos más connotadosdel país, mostró una realidad muy diferente. Si en lugar de usar las proyecciones demográficas del Dane, se usan los datos de población obtenidos a partir de las series de nacidos vivos, las coberturas están cercanas a 94%. En fin, las bajas coberturas parecieran estár asociadas más a los problemas del Dane que a los del sistema de salud.
Otros indicadores
La desnutrición infantil también disminuyó durante los últimos quince años. La desnutrición crónica para niños menores de cinco años pasó de 15,0% en 1990 a 9,0% en 2010. La desnutrición global de 8,4% a 4,5% durante el mismo período. El porcentaje de niños con bajo peso al nacer ha aumentado levemente por razones todavía en discusión. El peso al nacer no guarda una relación precisa con las características socioeconómicas. Tampoco parece estar fuertemente asociado a la cobertura de aseguramiento.
El embarazo adolescente aumentó durante las últimas décadas. Colombia sufrió así mismo una epidemia de crimen violento entre 1985 y 1995. Pero sería equivocado asociar estos fenómenos con las falencias del sistema de salud. El embarazo adolescente está asociado más a ciertas realidades socioeconómicas (a las bajas expectativas de movilidad social, por ejemplo) que a aspectos remediables con políticas públicas tradicionales. El aumento del crimen violento, por su parte, obedeció más al surgimiento del narcotráfico que a cualquier otro factor casual.
Otros indicadores sugieren unas tendencias más preocupantes. La mortalidad materna se ha estancado a un nivel muy alto. Pero las cifras, miradas desde una perspectiva de mediano plazo, no sugieren la catástrofe a la que se alude con frecuencia. La incidencia de sífilis congénita ha aumentado sustancialmente, como ha ocurrido en otros países en desarrollo. Probablemente este aumento obedece a deficiencias en la calidad de la atención: el acceso a controles prenatales ha aumentado, pero no tanto así su calidad y pertinencia. Sea lo que sea, las tendencias globales deberían hacer parte de la discusión y del diagnóstico sobre un problema acuciante.
Prestación de servicios
De tiempo atrás ha existido un intenso debate sobre la relación entre la cobertura de aseguramiento y el acceso efectivo a servicios médicos. Las cifras de la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud dan algunas lucessobre este importante debate. El aseguramiento está asociado a un mayor acceso a consultas y tratamientos médicos y a una disminución en la automedicación y en las barreras socioeconómicas a la atención. Las cifras mostradas abajo son casi incontrovertibles.
Según la Encuesta de Calidad de Vida del Dane, la no atención en caso de enfermedad pasó de 19% en 1990 a 2% en 2011. Según la misma encuesta, la atención médica del parto en el quintil inferior de la distribución del ingreso se duplicó en el mismo período, pasó de 39% en 1990 a 84% en 2011. Estas cifras, casi sobra decirlo, no sugieren una crisis en la prestación de servicios. Todo lo contrario.
Las percepciones sobre el acceso son coherentes con los resultados anteriores. Casi 20% de los colombianos considera que no podrían acceder oportunamente a los servicios de salud en caso de una enfermedad. Pero, como se muestra abajo, la mayoría dice lo contrario, confía en un acceso oportuno (Encuesta Evaluación de los Servicios de las EPS 2012, MSPS). Más allá de estas percepciones, el Plan Obligatorio en Salud (POS) es una conquista social de los colombianos que debería protegerse en cualquier escenario de reforma.
Por supuesto persisten muchos problemas en la calidad, oportunidad y la integralidad de los tratamientos médicos. La entrega de medicamentos es incierta por decir lo menos. Las salas de urgencias se han convertido en la puerta de entrada al sistema. Más preocupante aún, un estudio reciente mostró, de manera dramática si se quiere, que muchos niños enfermos de leucemia tienen que deambular por todo el país en busca de un tratamiento. En ocasiones pasaron meses antes de empezar un tratamiento. La deshumanización de los servicios de salud es uno de los aspectos más preocupantes del actual sistema.
Conclusiones
Esta entrada es una invitación a un debate necesario. La polarización que domina la discusión actual sobre el sistema de salud en Colombia ha impedido un debate honesto sobre los logros y los fracasos del país en materia de salud pública. Cualquier intento de reforma debería, en mi opinión, necesariamente proteger los logros y tratar de corregir los extravíos.
En Colombia muchos académicos han negado recurrentemente la existencia de cualquier forma de progreso social. Para ellos, la historia está hecha de frustraciones superpuestas, de fracasos sin atenuantes. Pero la realidad es más complicada. El progreso social suele ser discontinuo. Paradójico incluso. La fracasomania que ha dominado el debate sobre el sistema de salud no solo es equivocada. Promueve al mismo tiempo una idea ingenua del cambio social, sugiere una disyuntiva falsa entre un sistema “injusto y corrupto, que no admite la posibilidad de mejora, y otro, racional y armonioso, que ya no sería necesario mejorar”.
El amor es una quimera de un solo sentido como una flecha, que sólo tiene una punta, no dos. ¿Cuándo ha visto usted una flecha que vaya y venga? El amor es para darlo, no para pedirlo. No pida amor. Delo, si tiene. Y si no, pues no.
Hace unos meses me encontré este libro en una librería bogotana. No me había dado cuenta de que fue firmado en 1982, el año en que el “bate errante” ganó el premio Nobel de literatura.
Para la horda infame, con el ánimo de que aprendan con dolor irremediable como escribía el bate errante (*) cuando era cinco años menor que uds; sin un abrazo ni un carajo,
Gabriel / 82
(*) de base ball.
Kieran Tapsell es un abogado australiano quien, por capricho o curiosidad, decidió aprender español. Concibió entonces un método peculiar para su tarea: desde Australia, con una disciplina casi religiosa, leía algunas columnas de la prensa colombiana (y latinoamericana) y las traducía regularmente. Hace unos días recibí un correo electrónico de Kieran con el siguiente mensaje:
Estaba muy decepcionado de leer el domingo que has escrito tu última columna, porque siempre disfrutaba lo que escribiste. Y ya no tengo la oportunidad de traducirlos para mis amigos! Adjunto mis traducciones de las tres últimas columnas que no estaban incluidas en las 47 más o menos que te di en tu oficina en la Universidad de Los Andes. Vas a escribir otras columnas para otra prensa? De todos modos, te deseo mucha suerte!
Un abrazo,
Kieran
The Last Column
Alejandro Gaviria, El Espectador, Colombia, 3 September 2012.
Summary: In his last column in El Espectador, Alejandro Gaviria reflects on the columnist’s life.
The experts in the science and art of being a columnist say that all of us have ten subjects on which we can express a more or less coherent opinion in the limited space of a page, without needing a book, without having to look for an appropriate quote, without investigating the details of the subject, without consulting expert opinion, and without looking to Google the memorious for help.
But after ten weeks, after exhausting the hoard, (always scarce) of already existing opinions, the agony in the garden starts. Or rather, the columnist’s agony starts. Very quickly, in the space of a few months, we columnists move (and I use an appropriate quotation) “from writing to thinking because one has to think to write”, that is, to change beyond recognition. The lack of things to write about becomes a permanent state, a kind of distressing vacuum that almost sums up this improbable job of being obliged to express an opinion, habitually, whether or not you have anything to say.
We are chroniclers of the present, commentators on ephemeral political struggles, botherers and interpreters of yesterday’s events, makeshift theorists of the situation – that’s what we columnists are (of course, I include myself). Often, according to the custom of sporting commentators (and with the same grandiloquence), we go about looking for serious interpretations of many fortuitous, eventful phenomena; in other words, we look for reasons when there aren’t any. That’s really what this occupation is often all about.
Some days ago I read, and already I can’t remember where (this time Google couldn’t remember either) that historians in their routine researches, in consulting old newspapers and magazines, ignore or look indifferently at columnists’ opinions, and concentrate all their attention on the news and the description of events. They are much more interested in ancient events than in the opinions of ancients. It’s almost unnecessary to say it, but this is an ephemeral genre. Newspaper columns don’t age very well. They fall rapidly into decline. A few last. But not for very long.
But in any case, whatever the situation, it is worthwhile pulling from oblivion, the entertainment value of columnists, their role as stirrers (and shit kickers) on politics, their importance in democratic discussion, their permanent, predictable and almost familiar involvement in ideological controversy and in public debates. Without columnists, politics would be much more boring, much more removed from the ideal (utopic) of deliberative democracy, more centred (much more) on specific interests than on general ideas.
A few months after starting to write this column, in May 2004, Fidel Cano, the manager of this paper, which was then a weekly, gave me some fundamental advice. “A good columnist,” – he told me that someone had said it – “is not someone who knows how to write, but how to get it done.” Over eight years and four months, I always got it done, every week, without fail. I leave this space with the satisfaction of having got it done. I say goodbye thanking my readers and forum contributors, whom I read with interest (and a bit of fear) every Sunday, despite the insults. See you later.