Esta semana se cumplieron 100 años del nacimiento del pensador (no sé de qué otra manera llamarlo) colombiano Nicolás Gómez Dávila. Compré la selección de sus Escolios en diciembre de 2000, en el aeropuerto de Bogotá de salida para Río de Janeiro. Leí el libro en el avión, fascinado y sorprendido por la elocuencia y el enfado reaccionario de Gómez Dávila. Sus añoranzas aristocráticas son entretenidas (no mucho más). Pero sus reflexiones sobre las posibilidades y dificultades del cambio social son casi imprescindibles. Durante el viaje, marqué algunos de los aforismos más llamativos. Copio aquí una selección de la selección de la selección. He escogido los aforismos que mantienen alguna urgencia (personal digamos).
Los verdaderos problemas no tienen solución sino historia.
Saber cuáles son las reformas que el mundo necesita es el único síntoma de la estupidez.
Las “soluciones” son la ideología de la estupidez.
Lo difícil en todo problema social estriba en que su solución acertada no es cuestión de todo o nada, sino de más o menos.
El incorregible error político del hombre de buena voluntad es presuponer cándidamente que en todo momento cabe hacer lo que toca. Aquí donde lo necesario suele ser imposible.
La memoria de una civilización está en la continuidad de sus instituciones. La revolución que la interrumpe, destruyéndolas, no le quita un caparazón quitinoso que la paraliza, sino meramente la compele a volver a empezar.
La honradez en política no es bobería sino a los ojos del tramposo.
Hay que aprender a ser parcial sin ser injusto.
Alejandro Gaviria
19 mayo, 2013 at 8:55 pmSe me pasó este: "El marxista no duda de la perversidad de su adversario. El reaccionario meramente sospecha que el suyo es estúpido".
Anónimo
19 mayo, 2013 at 11:06 pm"Toda paz se compra con vilezas". NGD
Anónimo
20 mayo, 2013 at 1:15 amAlejandro, hace más de un año que me topé con su blog y admito que quedé enganchado.
La semana pasada estuve leyendo "Cambio social en Colombia durante la segunda mitad del siglo XX" y descubrí -tristemente- que éste país no ha aprendido de su historia; es posible que cuando finalice todo el ajetreo de la reforma a la salud, no se valore el progreso realizado. (Algo similar a lo sucedido con la Ley 100 de JL Londoño).
La gente continúa esperando un arreglo mágico, una suerte de superman, que en un par de años (meses ojalá) deje todo a la perfección, libre de escollos, con un cubrimiento del 120% y full gratis. Algo no muy distinto a las peticiones universitarias.
Lo mismo que dijo A. Hirschman hace unos años, acerca de los saltos que la sociedad (absurdamente) espera que ocurran. Siga adelante, hay quienes nos comprometemos con el análisis y el seguimiento serios. Su labor es ejemplar.
A propósito, los comentarios de Roy me hicieron recordar el Empirismo Vulgar…
Hace mucho quería escribirle, felicitarlo además.
Un cálido abrazo, de parte de éste académico en construcción.
Alejandro Gaviria
20 mayo, 2013 at 1:31 amAnónimo 20:15: muchas gracias por el comentario. Me da ánimo para seguir en la brega. Un abrazo igualmente.
Carlos Felipe Muñoz Paredes
20 mayo, 2013 at 2:06 amMinistro, repasando sus apariciones y por momentos dejandome envolver por su inagotable y siempre bienvenida academia, y hoy otra vez, contagiado por la llama inagotable del conocimiento que exige respuestas mas alla de los limites angostos de lo meramente sectorial, quisiera sumarme a la batalla planteada sobre el cambio social, que Ud. nos recuerda a traves de "Escolios", recogiendo de la memoria una primera estrofa para esos momentos tumultuosos que trae la reforma, y que escribiera el antioqueño Miguel Angel Osorio Benitez en 1907, como parte de su "campiña florida" redactada sin prisa en Barranquilla, en donde cambio su identidad camuflandola bajo el seudonimo de Ricardo Arenales, que luego definitivamente transformó en el inolvidable Porfirio Barba-Jacob, y de cuya "Cancion de la Vida Profunda", hoy parece inevitable:
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Seguramente como Ud. Alejandro, yo esperaría que la cosecha de la salud, estuviera tan alejada de ese oscuro pedernal, y de la mesquindad de la queja vacia y reiterativa, para que en cambio solo tuvieramos espacio para este otro trozo de maravillosa inspiracion, vuelta realidad:
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Con aprecio de colombiano soñador y medico comprometido con la causa.
Carlos Felipe Muñoz
Consultorsalud
Carlos Felipe Muñoz Paredes
20 mayo, 2013 at 2:08 amlamento la mezquindad previa…
Carlos Méndez
20 mayo, 2013 at 11:57 amSe me hace similar Gómez Dávila a Thomas Sowell..obviamente no se conocieron ni hubo influencia del uno hacia el otro..
En realidad Gómez Dávila parece tomar una tradición que viene desde Edmund Burke..
Alejandro Gaviria
20 mayo, 2013 at 2:08 pmCarlos: De acuerdo. "There are no solutions, only trade-offs", ha escrito Thomas Sowell.
Sebastián
21 mayo, 2013 at 1:42 amIncreíble la elocuencia de Nicolás Gómez Dávila. Toda una fábrica de producir aforismos. Me pregunto si también habrá sido buen orador.
Sobre otro tema, ¿alguien sabe qué pasó con Jaime Ruiz?¿Por qué desapareció del panorama blogguítico?
Les agradezco responder la siguiente encuesta, de una sola pregunta, para sacar algunas estadísticas de lo que la gente piensa del destino de Jaime. Los resultados serán por lo menos graciosos.
charlie
22 mayo, 2013 at 4:10 pm“ Las sociedades moribundas acumulan leyes como los moribundos remedios”
“ En las democracias confiamos los asuntos publicos a quienes no confiariamos nuestros negocios privados”
“El intelectual latinoamericano sirve ideas recalentadas y las sirve frias”
los nuevos
23 mayo, 2013 at 5:30 pmUn escolio más en la linea del cambio social y la reforma:
"En política no existen soluciones, únicamente hechos"
Camilo.
Anónimo
27 mayo, 2013 at 6:51 pm"In the matter of reforming things, as distinct from deforming them, there is one plain and simple principle; a principle which will probably be called a paradox. There exists in such a case a certain institution or law; let us say, for the sake of simplicity, a fence or gate erected across a road. The more modern type of reformer goes gaily up to it and says, “I don’t see the use of this; let us clear it away.” To which the more intelligent type of reformer will do well to answer: “If you don’t see the use of it, I certainly won’t let you clear it away. Go away and think. Then, when you can come back and tell me that you do see the use of it, I may allow you to destroy it.
This paradox rests on the most elementary common sense. The gate or fence did not grow there. It was not set up by somnambulists who built it in their sleep. It is highly improbable that it was put there by escaped lunatics who were for some reason loose in the street. Some person had some reason for thinking it would be a good thing for somebody. And until we know what the reason was, we really cannot judge whether the reason was reasonable. It is extremely probable that we have overlooked some whole aspect of the question, if something set up by human beings like ourselves seems to be entirely meaningless and mysterious. There are reformers who get over this difficulty by assuming that all their fathers were fools; but if that be so, we can only say that folly appears to be a hereditary disease. But the truth is that nobody has any business to destroy a social institution until he has really seen it as an historical institution. If he knows how it arose, and what purposes it was supposed to serve, he may really be able to say that they were bad purposes, that they have since become bad purposes, or that they are purposes which are no longer served. But if he simply stares at the thing as a senseless monstrosity that has somehow sprung up in his path, it is he and not the traditionalist who is suffering from an illusion.
Alejandro Gaviria
28 mayo, 2013 at 9:09 pmThinking meat.
Anónimo
27 junio, 2013 at 12:08 amMinistro, no me gusta este medio, pero bueno. Aquí resumo la situación. Soy independiente (me gano el dinero por mi parte, sin contratos ni nada por el estilo), hace unas semanas fui a afiliarme a Famisanar, con mi cédula y un recibo de SSPP del lugar donde resido, tamaña sorpresa me lleve cuando quien me atiende me dijo que debo llevar un contrato, que si no lo tengo,que lo baje Google y lo haga firmar por alguien que no sea ni mis papás ni hermanos. Decidí no afiliarme ¿quien le va a firmar a uno un contrato de trabajo ficticio? Me parece grave, quise afiliarme, aportar al sistema, que supongo, lo poco que cotice será útil, pero así es imposible. A mi juicio es delictivo que pidan un contrato cuando uno quiere afiliarse de forma voluntaria para acceder a servicios de salud y de paso cotizar al sistema de pensiones. ¿Qué hacer?
Anónimo
9 julio, 2013 at 3:03 pmQue bueno que haya vuelto al ruedo escrito! lo extrañamos.
Que bueno que lo que se escriba sea lo que se siente y realice en especial hacia la garantía de derechos que tantas veces en su columna hizo alusión y las inequidades que mostró.
Saber si fue lo mejor la historia lo dirá, no siempre lo necesario es imposible ,y hay buenos ejemplos de ello en la historia.
La honradez siempre y más en el sector público es indispensable, afortunadamente también hay buenos ejemplos de esto, estos dineros no pertenecen a quien firma, pertenecen a todos los Colombianos y Colombianas ; necesidades hay bastantes como para que lleguen solo a unos cuantos bolsillos que se ufanen de sus "ganancias" . cuando los que perdieron fueron muchos mas, perdidas no solo de dinero, si no de sus seres queridos y la dignidad por esto.
Algo muy a favor "la buena voluntad"
El camino es duro pero tenga la certeza que si bien un recién nacido no habla, el hecho que sonria es la mejor gratitud a la labor realizada. Logró superar todos los obstáculos para estar vivo, sano, completo y feliz!
Muchas gracias
Saber cuáles son las reformas que el mundo necesita es el único síntoma de la estupidez.
Las “soluciones” son la ideología de la estupidez.
El incorregible error político del hombre de buena voluntad es presuponer cándidamente que en todo momento cabe hacer lo que toca. Aquí donde lo necesario suele ser imposible.
La memoria de una civilización está en la continuidad de sus instituciones. La revolución que la interrumpe, destruyéndolas, no le quita un caparazón quitinoso que la paraliza, sino meramente la compele a volver a empezar.
La honradez en política no es bobería sino a los ojos del tramposo.
Hay que aprender a ser parcial sin ser injusto.
Jorge David Duque
23 septiembre, 2015 at 2:43 amDon Colacho es el filosofo y pensador más grande de Colombia, los invito a rumiar su obra a leer y releer, creo que dejarlo como un escritor interesante sobre "conflictos" es quedarse en la superficie, Alejandro lo invito a que lea los escolios sobre temas económicos por ejemplo.
Saludos