El globo de oro otorgado esta semana a la versión gringa de Betty la fea confirmó el carácter universal de la historia de Fernando Gaitán. A diferencia de García Márquez, Gaitán no alcanzó la universalidad describiendo su villa. Betty no es un personaje autóctono. Es la heroína de un cuento de hadas de gusto universal. Una cenicienta enfrentada ya no a la indiferencia de los príncipes, sino a la banalidad de los yuppies. Un paradigma de movilidad social en el mundo traicionero de las oficinas. La protagonista de una tragedia con final feliz, para usar la expresión afortunada de William Howell.
Además de su carácter universal, Betty la fea tiene el atractivo de la flexibilidad: de la facilidad con la que puede adaptarse a las condiciones de cada país. Betty es un maniquí propicio para exhibir las particularidades locales de la exclusión social. En su versión neoyorkina, Betty revela la brecha cultural entre los desaliñados latinos y los estirados anglosajones que miran con sorpresa (y desagrado) sus ponchos y sus gustos gastronómicos. Pero estas diferencias, exageradas hasta la caricatura, esconden una visión más compleja de la realidad. En últimas, la versión gringa de Betty la fea da respuesta a una de las preguntas más debatidas en la academia y la política de los Estados Unidos. A saber: ¿cuáles son las posibilidades de integración y movilidad social de los emigrantes latinoamericanos? Betty es una emigrante de segunda generación. Hija de un mexicano que reside ilegalmente en los Estados Unidos. Ambos viven en Queens, rodeados de extranjeros en un enclave típicamente latino. Los emigrantes latinos de segunda y tercera generación, representados por el familiar rostro de Betty, han sido objeto de muchos estudios por parte de varios autores que unen a su reputación académica, sus inclinaciones xenófobas. Estos autores lamentan la falta de integración cultural de los latinos, sus limitadas posibilidades de movilidad social, su impacto negativo sobre la identidad estadounidense y los fiscos regionales. Para ellos, los latinos constituyen la antítesis del sueño americano. Pero la serie describe una realidad muy distinta. Betty no sólo logra avanzar socialmente, sino que lo hace mediante el trabajo y la perseverancia: los valores americanos por antonomasia. Más que la antítesis del sueño americano, Betty representa su personificación perfecta, casi caricaturesca. Betty contradice el mito de las insalvables diferencias culturales y cuestiona la supuesta inmovilidad social de los emigrantes latinos. Pero, al mismo tiempo, muestra que el ascenso social no implica necesariamente la asimilación absoluta. O, en otras palabras, que el progreso socioeconómico no supone la renuncia definitiva a la cultura y a los hábitos nacionales. Probablemente Betty la fea contribuirá a cambiar el clima de opinión pública con respecto a los latinos residentes en los Estados Unidos. Con una audiencia de 14 millones de televidentes, en su mayoría anglosajones, su mensaje pro latino podría tener un impacto decisivo en la reforma migratoria actualmente en discusión. Por tal razón, los sectores más reaccionarios de la sociedad estadounidense fustigan permanentemente el contenido de la serie. Fernando Gaitán nunca imaginó que su personaje podría convertirse en un agente de cambio social. Pero Betty superó todas las previsiones. Ya conquistó los corazones de los gringos. Y muy pronto podría también conquistar la mente de los políticos. Un logro prodigioso para esta humilde cenicienta colombiana.
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Juan Francisco
21 enero, 2007 at 12:17 amMuy original el artículo. No he visto la versión gringa, pero sí quiero decir que la versión colombiana nunca me gustó mucho realmente. Aunque era muy ingeniosa al principio, terminó cayendo en la formula desgastada de telebobela, llena tragedias ridículas y mucho morbo.
Luis Felipe Jaramillo
21 enero, 2007 at 3:52 amMe parece interesante el análisis que hace, es profundo y agradable al tiempo.
Ojalá que esa serie sea sólo el principio de un movimiento cultural (ó mejor una cultura) americana más integrada con el mundo, porque EEUU es el país más aislacionista del mundo, porque tan sólo el 20% ó menos de sus ciudadanos tienen pasaporte.
Existe un artículo de Andrés Oppenheimer optimista desde la perspectiva global, pero decepcionante (ó al menos peor que la de Europa) desde el punto de vista de América Latina.
La URL es: http://www.miami.com/mld/miamiherald/news/columnists/andres_oppenheimer/16049815.htm
Luis Felipe Jaramillo
21 enero, 2007 at 3:53 amhttp://www.miami.com/mld/miamiherald/news/column
ists/andres_oppenheimer/16049815.htm
Scared Crow
21 enero, 2007 at 5:22 amHay un punto muy importante en la columna y es la situacion real que enmarca la historia de la serie en su version gringa; la colombiana nunca la vi y creo que dista mucho de la idea gringa de «melting pot» y promocion social; segun Alejandro Ugly Betty es una latina que ha logrado entrar y avanzar socialmente, gracias en mayor parte a su trabajo y tezon. El lugar comun dicta que los inmigrantes jamas podremos mezclarnos y asimilar las costumbres del pais que nos acoge, de ser tan absoluto el dictamen pasa a ser absurdo, el caso de Ugly Betty es el de miles de inmigrantes que logran avanzar socialmente; a veces creo que la idea de rezago y exclusion viene mas de quien la quiere sentir que de quien se puede esperar, me explico: los ghettos de latinos y de negros son famosos tanto en NY como en Paris, y aunque de diferente naturaleza de entre estos grupos siempre hay algunos miembros que logran salir del cliché y que meten la nariz en el «otro mundo» Segun un escritor frances, no recuerdo si es Beigbeder, esa separacion y ese deseo de exclusion es de gran utilidad a quien quiere crear tales diferencias, el candidato Nicolas Sarkozy recalca eso brillantemente diciendo en cada discurso que «su» Francia es la de los trabajadores que no van a la huelga, dice «ama a Francia o dejala», todos mensajes dirigidos subrepticiamente a los musulmanes franceses (entre otros inmigrantes), que reivindican cada vez mas sus origenes y un modo alterno de vida; quiero decir con esto que quizas en la «realidad» de la novela gringa este mejor plasmada la realidad a secas de la sociedad; que a quienes son favorables la exclusion y los ghettos es a quienes les interesa mantener un estado de miedo al projimo, a los enemigos de la alteridad.
Anónimo
21 enero, 2007 at 2:56 pmMe da la sensación que hay algun elemento en la cultura colombiana que hace que pegue duro; hay algo ahi que siempre va a dar una opinión, siempre va a dar un comentario, no siempre positivo. Tenía esta impresión estando allá en Colombia, pero estando ahora lejos, me parece más.
Quiero hacer una pregunta en cuanto a lo que escribe el profesor Gaviria: «Betty la fea tiene el atractivo de la flexibilidad: de la facilidad con la que puede adaptarse a las condiciones de cada país».
?Llegará el humor de Andrés López tan lejos como eso? Porque según lo que sé, el impacto de su DVD (de sus subtítulos en inglés!)es impresionante en el exterior, y lo que veo es que recoge esa misma «facilidad con la que puede adapatarse a las condiciones de cada país». Vamos a ver…
Pienso que la universalidad de Gaitán, López, es la universalidad moderna, la que se puede explotar. Ganan premios por su vasta audiencia, porque a todos nos parece que estan hablando de uno. Aracataca es universal porque Gabo explotó todos su recuerdos de manera en convertirla en una historia increíble. Ganó premios por su manera increíble de contarla.
Alejandro Gaviria
21 enero, 2007 at 3:05 pmLo de Sarkozy, es similar a lo de Samuel Huntington quien señala que los emigrantes latinoamericanos, en lugar de integrarse a la sociedad estadounidense, como lo hicieron sus antecesores europeos, se han empeñado en mantener (y reproducir) su cultura y sus valores, con efectos adversos sobre la confianza colectiva, el sentimiento de comunidad y la identidad nacional norteamericana. Dice Huntington: “Históricamente los Estados Unidos ha sido una nación de inmigrantes y asimilación, y asimilación ha querido decir americanización. Pero la asimilación ya no significa necesariamente americanización y resulta particularmente problemática en el caso de los mexicanos y otros hispanos”. También cabría citar los argumentos de otro profesor: George Borjas, actualmente en la escuela de gobierno de Harvard. Según Borjas, los enclaves latinos están acabando con las perspectivas de movilidad social de los emigrantes recientes. En sus palabras, “el abrazo calido del ghetto termina estrangulando las posibilidades económicas de los emigrantes”.
Lo interesante de “Ugly Betty”, creo yo, es que muestra que las conclusiones fatalistas de los profesores, que tanto han alimentado el discurso xenófobo, son, por lo menos, una gran exageración.
Sobre la “Pelota de letras”, creo que su alcance es más limitado: los chistes son más locales, y el formato más estándar. Pero, en mi opinión, su éxito sugiere la magnitud de la clase media colombiana: sus chistes son una forma elaborada de ironía sobre las aspiraciones y los gustos de nuestra clase media. Muchos nos sentimos identificados. Nos reunimos de nosotros mismos. Y hasta nos damos cuenta, a pesar de las opiniones ominosas sobre el fin de la clase media, que somos muchos.
Sergio Méndez
21 enero, 2007 at 3:40 pmProfesor Gaviria:
Cuando ud menciona que en la derecha le dan palo a «Ugly Betty», aparte de Huntington y George Borjas que ud menciona en los comentarios, ¿conoce de otros autores y medios? Si tiene algún artículo de revistas (National Review, The weekly Standard, Commentary) me interesaría leerlos.
Anónimo
21 enero, 2007 at 5:30 pmSobre la “sorpresa” y “desagrado” con que miran los estirados anglosajones los gustos gastronómicos de los hispanos, un par de datos empíricos. En EEUU la salsa picante hace rato desplazó a la salsa de tomate como aderezo preferido de las comidas en las mayoría de los hogares, y las tortillas de harina actualmente hacen parte, al lado del pan, de la dieta diaria, independientemente del origen étnico de la unidad familiar. En cualquier cadena de supermercados hay por lo menos 10 marcas diferentes de salsa picante y de tortillas de harina y maíz. La probabilidad de que un niño gringo almuerce en su casa con una quesadilla o un típico sándwich de queso es 50-50. Cada vez hay más cadenas de restaurantes de comida rápida mexicana: durante el último lustro, al muy popular Taco Bell (cuyo bajo precio refleja su bajísima calidad) le ha salido la competencia de Chipotle y Baja Fresh, donde la comida es asequible, fresca, bastante bien preparada (ante los ojos del consumidor) y se dispensa de manera rápida.
Un elemento muy importante de Ugly Betty y que Gaviria omitió: Betty estudió en un excelente centro académico, Queens College, y este es un factor clave de movilidad social y éxito económico para los hijos de los inmigrantes. Es muy posible que los que se quedan en el gueto y que se apoyan excesivamente en la telaraña de organizaciones que se supone los ayudan, terminen atrapados en la lucha por “sus derechos” (siendo el derecho a no aprender inglés el más absurdo de todos) y no salgan adelante.
Lo interesante de la versión gringa de Betty es que allí queda claro que no hay que renunciar a lo que se trae en el equipaje (poncho, telenovelas, afecto familiar y comida incluidos) para salir adelante en una sociedad que ofrece suficientes oportunidades como para que las dosis evidentes de discriminación no terminen truncándole los sueños a las Bettys de este mundo.
Jaime Ruiz
21 enero, 2007 at 7:15 pmLo que no es fácil imaginar es una versión europea de Betty la Fea porque las posibilidades de integración laboral en sectores productivos, por no hablar de ascenso, no son las mismas para los extranjeros en Europa que en EE UU. No ya para los latinoamericanos sino incluso para otros europeos.
Por otra parte, ¿qué es lo que le reprochan a Huntington? ¿Quieren decir que los inmigrantes mexicanos son lo mismo que los inmigrantes suecos de finales del siglo XIX en cuanto a la posibilidad de convertirse en dóciles estadounidenses? No, claro, no quieren decir eso. Quieren encontrar en las afirmaciones de Huntington, que pretenden ser objetivas, un rastro de racismo o xenofobia, como si se persiguiera a alguien que dijera «los negros tienen la piel más oscura que nosotros».
¿O no alteran la vida estadounidense los guetos de inmigrantes latinoamericanos? Para la clase de los doctores colombianos eso está muy bien, pues Estados Unidos es un infierno en la medida en que no se parece a Colombia, y hay que impedir a toda costa que siga siendo diferente. Todo el mundo tiene que ser un paraíso en el que los doctores mamertos vivan rodeados de lujos sin más esfuerzo que encargar unos cuantos cortes de franela y soltar varias veces al día las frasecitas contra la desigualdad. Si en Estados Unidos hay gente que piensa que su país tenía una tradición en la que los inmigrantes se convertían en ciudadanos que asimilaban las costumbres del país, hay que señalarlos como los peores criminales, pues a fin de cuentas las cabalgaduras que se escaparon y se convirtieron en estadounidenses pueden resultar útiles a los doctores colombianos si se consigue organizar el sindicato de latinos y provocar suficientes pedreas, ojalá algún secuestro o mejor muchos, muchos secuestros.
Alejandro parece querer decir que esa historia traducida al inglés muestra que a pesar de todo Huntington se equivocaba, que los latinos sí tienen un lugar en el sueño americano. Por una parte, el punto de ese profesor estaba en la perspectiva de «construir el paraíso en la tierra», pretensión prohibida explícitamente por Juan Pablo II y por una vasta tradición católica. A eso, según Huntington, se opone el fatalismo de los inmigrantes, pero cuando se lee eso en Colombia fácilmente se cae en el juicio sobre algo que se desconoce por completo. En medio de todos sus defectos, el colombiano, en especial el paisa, que es tal vez el que más emigra a EE UU, no es nada fatalista, y si Huntington tuviera que ocuparse de esos inmigrantes no los acusaría de fatalismo. A los inmigrantes de las generaciones anteriores de mexicanos y centroamericanos sí les caía bien, en términos generales, esa descripción.
Pero por otra parte en ninguna parte se habla del hecho decisivo, que es del rechazo profundo de los lectores al sueño americano y a todo lo que ese país representa. El sueño americano les parece (como el viaje a la China de un personaje de «La busca de Averroes» a sus detractores), que no es verdad, que no obstante es degradante y deshumanizador y aculturizador, y al mismo tiempo, que es un derecho que tienen que exigir. Naturalmente en el mismo infierno, pues ¿qué define más exactamente a los doctores colombianos que el odio a EE UU?
La gente que convive en cualquier parte se integra y se asimila, y ese proceso sólo es mucho más lento cuando no funcionan las instituciones liberales. Bastaría con pensar en lo que han sido para los negros y mulatos estadounidenses los últimos treinta años y lo que lo han sido para los negros y mulatos colombianos (por no hablar de los cubanos, pues en ese país el dominio de los intelectuales de izquierda es aún más acusado que en Colombia). Por eso la mejora laboral y social de los latinos es un proceso inevitable, como lo será que se mezclen con los demás estadounidenses y que muchos asciendan socialmente.
Sólo es que algunos desearíamos esa integración en un país con la tradición estadounidense y otros no quieren esa integración o la quieren a costa de destruir esa tradición, no de que los inmigrantes asimilen la cultura estadounidense sino que EE UU se vuelva como un país de Latinoamérica.
Y entonces es natural que Huntington tenga miedo. Sólo que ¿cómo van a compartir eso unos seres para quienes las señoras elegantes son las causantes del pistolerismo porque sin la tentación de las joyerías con sus tesoros nadie se volvería asaltante? ¿O este ejemplo no es la traducción fiel del cuento de que el narcotráfico existe en Colombia por culpa de la prohibición en EE UU?
La verdad es que mientras en Colombia prevalezcan las doctrinas de los doctores de la izquierda democrática, el narcotráfico y la prohibición son un buen recurso para impedir atracos en las joyerías estadounidenses. No faltarían quienes dijeran que, al acabarse el negocio, los agraviados se vieron forzados a luchar por sobrevivir por otros medios. Pero esto es en broma, lo que realmente subiría serían el tráfico de órganos y la prostitución infantil. Y naturalmente la culpa sería de la legalización de las drogas.
El editor
22 enero, 2007 at 8:50 pmAntes de henchirme de orgullo patrio, me gustaria preguntar si Fernando Gaitan metió la mano en la adaptación de «Ugly Betty» o si su labor se limitó a venderles el concepto? Si lo segundo, el mérito será de los guionistas norteamericanos. Si lo primero, bravo por Gaitán.
Aunque me deja pensando eso de la «universalidad de Betty La Fea». Para mí que la historia no es tan universal como quiere Alejandro Gaviria. Si universal se refiere a la posibilidad de funcionar dentro de un mercado extranjero, entonces son universales Juanes, Shakira y todo el que se cuele en la cultura light globalizada.
Lo verdaderamente universal no necesita ser traducido a otra cultura, sino que es universal desde la particularidad geografica y cultural. De allí la aparente paradoja que entraña el que Gabriel Garcia Marquez sea universal «describiendo su villa». Y lo mismo puede decirse del Quijote, de los clásicos griegos, de Faulkner, etc.
Si una obra necesita ser adaptada entonces no es universal.
Por otro lado, me parece muy deprimente que los productos culturales norteamericanos sean consumidos sin ningun tipo de mediacion en la sociedad colombiana y que el fenómeno contrario raras veces sea posible. Esa es, me parece, la reflexion aterradora que hay que hacer!
El triunfo de Gaitán no sería entonces una prueba de la universalidad de Betty, sino todo lo contrario: una evidencia de cierto tercermundismo cultural.
No creo
22 enero, 2007 at 10:12 pmPero es que García Márquez no alcanzó la universalidad describiendo su villa, sino a través de un mito «fundacional» de carácter universal (tan de moda en estos días hasta para justificar toda clase de atrocidades). Que García lo hubiera hecho a través de la historia particular de su villa y sus personajes familiares, pues no podía ser de otra manera. Betty llegó a USA por la vía de Salma Hayek, a quien seguramente la descrestó la telenovela colombiana tal cual, pero quien tuvo la inteligencia de ver las posibilidades de esa tema universal–muy bien descrito por Gaviria– en las audiencias gringas. Tenemos que dejar de ser tan parroquiales y de atribuirnos triunfos que no necesariamente son nuestros, más que por el hecho de que la historia de Gaitán fue tan bien contada que inspiró a otros a echar el cuento básico pero con ingregientes muy locales. Acaso los gringos se van a poner a reivindicar como de ellos el posible éxito que pueda tener la emulación colombiana de Amas de casa desesperadas? O el éxito que tengan los hermanos Arnedo haciendo jazz? O el del rock argentino?
panOptiko
23 enero, 2007 at 5:24 pmInteresante el punto que traen JR y El Editor sobre la «Universalidad». Supongo que no sería posible una versión de la novela dentro del mundo musulmán, porque en él se evita discriminar a las mujeres por su belleza física, reduciendo los contactos inter géneros lo máximo posible. También es previsible la limitante dentro de la sociedad India no musulmana, pues se requerirían versiones por cada casta. Los chinos no se si le verían la gracia, o si aún falta un poco de tiempo… Eso de la «universalidad» está un poco desteñido hoy por hoy, al parecer.
Lo de la integración de los inmigrantes da la impresión de ser una cuestión de incertidumbre insondable. Mejor no generalizar, y ceñirse a casos concretos, incluso dentro de los países, pues supongo que la situación variará entre el norte y el sur de EU.
Alejandro Gaviria
23 enero, 2007 at 7:20 pmVan algunos comentarios sueltos:
1. Sergio: las críticas a Betty no vienen tanto de los intelectuales como de los promotores del odio que se han instalado en las frecuencias AM en todos los Estados Unidos: Rush Limbaugh y sus imitadores.
2. Estoy de acuerdo con Jaime en su opinión sobre las mayores posibilidades de los emigrantes en los Estados que en Europa. No estoy de acuerdo, sin embargo, en su afirmación de que lo mismo es cierto para la población en general. En los últimos 20 años, varios estudios han mostrado, de manera sistemática, que las posibilidades de movilidad social para un ciudadano promedio son bastante similares en los Estados Unidos y en Alemania o Suecia por ejemplo.
3. A finales del siglo XIX, los intelectuales anglosajones de la época (el cónsul inglés James Bryce es un caso típico) escribieron, acerca de los inmigrantes alemanes e irlandeses, argumentos muy similares a los de Huntington acerca de los inmigrantes latinos. Además, como lo sugiere Jaime, no todos los emigrantes latinoamericanos tienen los mismos valores, las mismas expectativas y las mismas creencias.
4. Sobre el tono patriotero del artículo, criticado por el editor y por un comentarista anónimo, no tengo mucho qué decir: la crítica es válida. Pero este es un país sediento de triunfos — nuestros sempiterno aislamiento nos ha hecho inseguros ante los ojos del mundo – así que no está de más celebrar los triunfos, reales o imaginados, de nuestros personajes de ficción. No veo por qué España no pueda sentirse orgullosa de Don Quijote. O Francia, de Emma Bovary. O Argentina, de Martín Fierro.
5. Sobre si la historia es universal o local. O sobre si García Márquez escribió un fabula caribe o una nueva versión del génesis, no creo que valga la pena discutir. Pero dada la predominancia de los Estados Unidos en la cultura popular, cabe celebrar que nuestros artistas y creadores se ganen (así sea con productos adaptados) la lotería de la globalización.
syllogismes_mao
23 enero, 2007 at 7:28 pmO Zygmunt Bauman …
«Las miembros de la sociedad buscan desesperadamente su ‘individualidad’,ser un individuo.Esto es,ser diferente a todos los demas.Sin embargo,si en la sociedad ser individuo es un deber,los miembros de sea socieadad son cualquier cosa menos individuos,distintos o unicos».
Sergio Méndez
23 enero, 2007 at 10:41 pmAlejandro:
Ah..lástima. Hubiera sido interesante leer las reacciones de las revistas de derecha. Todavía no puedo creer cuando en plena fiebre de Star wars en el 2005sacaron un artículo en el National Review defendiendo al imperio…
panOptiko
24 enero, 2007 at 12:30 amAlejandro: Tiene usted toda la razón sobre lo valioso del triunfo de la novela y saco, como usted, el pecho por el país. Entiendo la vacuidad de discutir sobre la universalidad. Pido excusas, sólo aproveché la oportunidad para exorcizar esos fantasmas arrogantes del colegio que le hacían entender a uno que lo universal era lo europeo del periodo de la ilustración.
syllogismes_mao: A propósito de su comentario, ayer tuve una experiencia perturbadora: un japonés me contaba que se setía mal porque había bebido el día anterior y a él no le gustaba el trago. Le pregunté entonces que porqué tomaba y me contestó que porque todos tomaban. Por gastarle una broma, muy a la colombiana, le pregunté que, entonces, si todos se botaban desde un quinto piso el también se botaría. Me dijo, con toda naturalidad, que si todos se botaban pues que sí, que el también.
Alejandro Gaviria
24 enero, 2007 at 1:34 amEn una columna de El Tiempo, María Antonia García critica los argumentos dados en mi columna. Dice: “El periódico El Espectador menciona que esta nueva versión de Betty la fea trascenderá de manera positiva dentro de las políticas migratorias estadounidenses: retratar la condición de los inmigrantes en una telenovela seguida por una decena de millones de nativos, aseguraría un cambio en la mentalidad y una flexibilización en el tratamiento legal y cotidiano de las ugly betties que ocupan cargos secundarios en las grandes compañías de Nueva York, de Miami y de San Francisco. Lo que aparece en esta telenovela es, empero, una diferencia irreconciliable entre los inmigrantes mexicanos y los magnates estadounidenses. Es imposible que la ridiculización derive en el entendimiento”.
Este comentario deja de lado los análisis de muchos críticos gringos que han señalado que la audiencia americana se ha identificado con la protagonista latina y ha logrado, de esa manera, un mejor entendimiento de los emigrantes de este lado del planeta. El comentario soslaya también el salto social de Betty. Y (por último) no tiene en cuenta que las ridiculizaciones son una forma de componer el argumento: Betty reirá de último y reirá mejor.
María Antonia se queja de la trascendencia de la noticia. Pobre parroquianos, sugiere. “Parece que la esperanza vuelve a este villorrio infestado de asesinos”. Típica frase de primer semestre.
Anónimo
24 enero, 2007 at 2:52 amCopio las ideas de Bush sobre la reforma migratoria, pronunciadas en el discurso sobre el «Estado de la union»:
Those who swear the oath of citizenship are doing more than completing a legal process—they are making a lifelong pledge to support he values and the laws of America. Americans are bound together by our shared ideals, our history, and the ability to speak and write the English language. Every new citizen has an obligation to learn the English language and the customs and values that define the Nation, including liberty and civic responsibility, appreciation for our history, tolerance for others, and equality. When immigrants assimilate, they advance in our society, realize their dreams, and add to the unity of America.
No creo
24 enero, 2007 at 1:18 pmMi comentario no iba a cuestionar la legitimidad de reivindicar el triunfo de Gaitán y su Betty colombiana, sino de verlo en su justa dimensión, como me parece que lo ha visto el muy orgulloso “padre”, quien parece muy consciente de que una vez la muchachita ha crecido y cogido vuelo, lo único que puede reclamar como propio el progenitor es haber plantado la semilla y haberla “formado”. Evidentemente que los españoles se enorgullecerán de la obra de Cervantes y los argentinos de la de José Hernández y los franceses de la de Flaubert y los colombianos de la de García Márquez, y también de la de Fernando Gaitán. Pero es que últimamente hay una tendencia exagerada a sentirnos el ombligo del mundo por interpuesta persona: “nuestra Shakira”, “nuestro Juanes” , “nuestro Carlos Vives ” y las otras escasas celebridades colombianas que mojan la prensa internacional y cuyos nombres son pronunciados cada mañana a través de las ondas hertzianas de la W con adoración patriótica. Y nos parece que eso es suficiente para declararnos triunfadores, sin pensar quizás que no basta con reivindicar los méritos de tres o cuatro sino que a todos nos corresponde hacer los propios, aunque no tanto para probarnos frente el mundo sino ante nosotros mismos, a ver si somos capaces de construir un país que no nos produzca vergüenza.
syllogismes_mao
24 enero, 2007 at 3:10 pmO MEDINA REYES …
» El viejoproletariadoitaliano fue el primero en consagrar a las feas.Eran damas con la utilidad de una numerosa prole y un sofisticado olfato para las buenas salsas.Despues llego el enano del circo y las atropello a casi todas con su triciclo.Scorseesse tuvo una ultima Sofia.Ya rubia y con naricita de cocainomana.Bulimica «.
syllogismes_mao
24 enero, 2007 at 3:38 pmPanoptiko :
Su broma liquida …
Y desde un quinto piso usted se tira.Un drama.Suspenda el sake y la tele.
Anónimo
24 enero, 2007 at 5:32 pmNo entiendo bien el resentimiento de Maria Antonia Garcia. Llevo muchos años viviendo en EEUU y la razon por la cual esta novela es tan exitosa, no es pq a los gringos les gusta burlarse de los latinos, si no pq el 99% de los estadounidenses que no son ricos se pueden identificar con Betty. Es la primera vez que eso pasa aqui. En un pais donde todos los latinos somos mexicanos, donde nuestro ascento es sinonimo de ignorancia, donde los blancos son mejores que todos nosotros, etc… una telenovela esta haciendo mas diferencia que cualquier iniciativa gubernamental para disminuir esas diferencias. Me senti muy orgulloso de contarle a varios amigos gringos que Betty es en realidad una novela colombiana, y ver como ellos pueden por primera vez identificarse con un personaje como ese my parecio maravilloso.
Jaime Ruiz
24 enero, 2007 at 11:00 pmEso que dice Alejandro sobre la movilidad en Europa me hizo recordar un enlace que me pusieron hace tiempo en el blog sobre el tema. ¿Qué es movilidad? En ese caso se trataba de la posibilidad de acercarse al ingreso medio en dos o tres generaciones. Creo que salían mejor parados los europeos.
Creo que esa palabra puede aludir a muchas cosas. Pero sobre todo que no se entienden esas diferencias. Por ejemplo, un individuo de la clase media, si quieren de la clase media alta, puede llegar a la cima del poder y el prestigio en EE UU. Es el caso de Bill Gates. En una monarquía europea (casi todos los países de tradición socialdemócrata lo son) tal cosa es inimaginable, habría que casarse con el heredero del trono. No, no es que el trono importe tanto, es que hay una estabilidad que del trono pasa a la corte y de ahí a la nobleza y eso definitivamente frena el ascenso de cualquiera. (En Francia no hay nobleza pero hay una alta burocracia cultísima y refinadísima y elegantísima, en la que creen reconocerse los inútiles de buena familia de origen colombiano, que claramente excluye a la gente ordinaria. No sé por qué pensando en la alta burocracia me he acordado del clero, por ejemplo del que se describe en Rojo y negro.)
EE UU es un país que se formó contra eso. Se formó a partir del sueño de que cualquiera podría llegar a lo más alto y quien haya leído a Tocqueville recordará su sorpresa ante el hecho de que la fortuna cambiara con tanta frecuencia, de que hubiera tanta gente enriquecida o arruinada en poco tiempo. Mucho más enternecedora, si quieren, es la historia de los mormones, del niño labriego a quien Dios le dice que confía en él y le encomienda salvar al mundo, y sobre todo de la autenticidad que emana de la declaración de sus vecinos. O aún más, la manía de los cuáqueros de prohibir la poesía y el arte y las ropas elegantes, y aun el habla externa a la jerga de la secta, porque no toleraban nada que recordara jerarquías.
En fin: para acercarse al ingreso medio puede haber más oportunidades en Europa (no muchas más, en todo caso), pero la concepción de fondo de esas sociedades es la perduración de jerarquías sutiles, mientras que EE UU por mucho tiempo era el desierto en que iban los soñadores a prosperar. Las diferencias en el ingreso son siempre muchísimo más acusadas que en Europa, pero el empleo en cambio es más fácil. Es lo propio de una sociedad competitiva, que si bien no salva a todo el mundo de la miseria con un decreto, sí tiende al crecimiento constante.
Valga todo eso para insistir sobre mi punto anterior: Octavio Paz dijo decenas de veces que durante todo el siglo XIX el antiamericanismo era una actitud natural de los conservadores en México. Es que en realidad los mamertos son sólo reaccionarios que pretenden salvar un mundo de jerarquía, el que ellos heredaron. Al menos en Latinoamérica ése es el sentido del antiamericanismo, y cualquiera que se plantee realmente la reducción constante de la miseria tiene que admitir que el mayor problema es esa resistencia que se puede dar en forma de populismo mussoliniano (Perón), de radicalismo terrorista (Castro y la tropa de los doctores colombianos), de socialismo militar (Velasco Alvarado), de indigenismo (Morales) o de la mezcla de todo eso en un producto chabacano y lamentable (Chávez).
¿O no?
Alejandro Gaviria
24 enero, 2007 at 11:37 pmJaime: tiene razón. Yo estoy definiendo movilidad como se define en los estudios cuantitativos a los que aludo: con base en la correlación entre el desempeño económico de padres e hijos. Si dicha correlación es alta, habrá poca movilidad; en caso contrario, habrá mucha movilidad.
Si (alternativamente) uno define la movilidad como la posibilidad de alcanzar posiciones de poder, visibilidad y privilegio desde cualquier origen social, seguramente la movilidad de los Estados Unidos será mayor que la europea. Aunque la cosa ha cambiado bastante desde la época de Tocqueville (su primer tomo se publicó en 1835). En política, por ejemplo, las dinastías gringas son notables. Y las fortunas heredadas de los gringos no son despreciables.
Tocqueville era un noble francés, con una nostalgia aristocrática bastante evidente que fue capaz de intuir el potencial de una sociedad basada en el merito y la libertad. Pero nunca intuyó que la medianía americana (esa igualdad que tanto le impresionó) tenía en su interior la semilla de su propia destrucción. Hoy los Estados Unidos es el país desarrollado más desigual del mundo.
Sergio Méndez
25 enero, 2007 at 4:08 amTocqueville era un noble francés, con una nostalgia aristocrática bastante evidente que fue capaz de intuir el potencial de una sociedad basada en el merito y la libertad. Pero nunca intuyó que la medianía americana (esa igualdad que tanto le impresionó) tenía en su interior la semilla de su propia destrucción. Hoy los Estados Unidos es el país desarrollado más desigual del mundo.
Alejandro, este parrafo me deja intrigado ¿Por qué «la medianía americana» tenía en su interior la semilla de su propia destrucción según ud? ¿Mejor dicho, cual cree ud , es el origen de la desigualdad economica en Estados Unidos? Eso si, es totalmente cierto que en Estados Unidos se ha generado toda una aristocracia política.
Sergio Méndez
25 enero, 2007 at 4:13 amSegún Jaime Ruiz el antiamericanismo es una actitud conservadora, con el que las elites políticas en latinoamerica se resisten al cambio liberal norteamericano. Obviamente lo que Jaime Ruiz le cuesta explicar es el hecho de que fueron los gobiernos de Estados Unidos quienes más han promovido esas elites…desde autenticas dictaduras vitalicias como la de un Somoza en Nicaragua -por no hablar de todos los generales que entrenaron en la escuela de las Americas- hasta gobiernos «democraticos» como los que han regido en Colombia al menos desde el fin de la segunda guerra mundial. La crítica de Chomsky podrá ser cliché pero es totalmente cierta: una cosa es el tipo de política que Estados Unidos promueve de puertas para adentro y otra lo que hace hacia afuera….
syllogismes_mao
25 enero, 2007 at 3:49 pmO PAULINA RUBIO …
» Hace tiempo dije en la tele cubana de Miami que los estereotipos de los hispanos en el cine estadounidense debian terminar.Los personajes de narcotraficantes,mafiosos,pandiller-os,o las «nenas bomba mambo» sin mayor perversion son paradigmas rebasados.Del cara-cortada pachuco y guadalupano hemos pasado a la eterea Penelope y a los dibujos de comiquita fantastica de Guillermo del Toro.Tal vez eso se deba a que la inspiracion de la ‘creacion marginal’ esta despertando el ojo de los cuaqueros de suburbio que ya estan aburridos con los rigidos esquemas sociales de la musica Pop».
syllogismes_mao
25 enero, 2007 at 4:33 pmSi nuestro Bob Dylan se sabe «muchos» y de clase media …
Sera que ya estamos preparados para incendiar la delincuente constitucion Colombiana ? Nos ayudara Chavez ? ( hay guiones que bien valen un Galan )
Alejandro Gaviria
25 enero, 2007 at 4:34 pmTocqueville se quejaba de la mediocridad de los políticos gringos, de la falta de creadores artísticos, de una absoluta medianía, todo el mundo parecía dedicado a los intereses comerciales. Veía en la democracia una fuerza homogenizadora: repelente para sus gustos aristocráticos pero fascinante por su capacidad transformadora. Por el dinamismo inextinguible. Tocqueville identificó la democracia americana con lo que él llamó el principio de igualdad.
Pero con el tiempo, esa misma fuerza fue creando una gran desigualdad, inicialmente asociada a las diferencias en esfuerzo y talento. Pero, con el tiempo, asociada también a la corrupción, a los monopolios y a las herencias.
syllogismes_mao
25 enero, 2007 at 5:54 pm… porque la ‘universalidad’ de TELESUR avanza.Ya en la aristocratica Europa la esperan para Mayo.Y con la «liberal» BBC tiene proyectos comunes.Sera que el jubiloso Gaitan se anima a entrarle a esa alteridad y les envia un papiro UGLY.
galactus
25 enero, 2007 at 8:56 pmPara saber si una sociedad es mas o menos «estatica» no hay que fiarse de medidas como la movilidad social, que estadisticamente muestran que en las sociedades europeas hay mas probabilidades de acender socialmente o de perder su posicion social que en la sociedad estadunidense.
Hay es que fiarse es de los sesudos analisis de Jaime Ruiz, basados en el siguiente numero de datos estadisticos: 0.
Jaime Ruiz
26 enero, 2007 at 1:52 amSergio Méndez: no, no he dicho que el antiamericanismo sea de las elites políticas. Lo es en todo caso de las elites sociales. Y la suposición de que EE UU ha promovido a las elites políticas es chistosa: cada vez que ha hecho algo por impedir los abusos de los gobernantes ustedes ponen el grito en el cielo. La queja es de una claridad fascinante, en lugar de apoyar a Allende que quería robarles las inversiones y comprometer a Chile con Castro y los soviéticos apoyaron a Pinochet que no los robaba ni se aliaba con sus enemigos. Un paso más y resulta que Castro y Chávez resultan la alternativa a las elites corruptas.
Es muy interesante evaluar lo que ha sido el imperialismo en la historia, particularmente en los dos últimos siglos el imperialismo británico y las actitudes imperiales estadounidenses. Sin la Armada de Su Majestad el fin del tráfico de esclavos entre África y América tal vez todavía no habría llegado, como el fin de la esclavitud en los territorios que fueron del imperio, mucho antes que en Norteamérica, por no hablar de la tierra de la basura blanca. Al salir de Irak los británicos dejaron un monarca constitucional y un parlamento, pero el rey les explicó que sería muy difícil sostenerse. Esos sudamericanos del desierto en efecto lo depusieron y mataron poco después y nombraron presidente a su caudillo que los llevó de esplendor en esplendor, de bonanza petrolera en bonanza petrolera, hasta el largo reinado de Sadam. Los ejemplos son extraordinarios, lejos de lo que piensa Sergio, cualquier asomo de respeto a las constituciones y las leyes en Latinoamérica ha sido bien acogido por los gobiernos estadounidenses.
Pero no importa mucho para esta discusión, los doctores colombianos se plantan ante los profesores estadounidenses y piensan en Huntington, un enemigo que no los ve como liberadores de pueblos sino como parásitos incomprensibles, reaccionarios, primitivos, opresores, mentirosos… y en contraste se encuentran con el gran Chomsky, el que tranquilamente contaba los crímenes de las guerrillas en la lista de agravios que justificaban el premio de los crímenes de las guerrillas. Una especie de doctor colombiano con genes gringos, incluso en la sensatez con que administra sus ahorros.
Pero ¿cómo es que ese hombre denuncia la diferencia entre la forma en que los estadounidenses se tratan a sí mismos y tratan al resto del mundo? Veamos, es que conmueve y fascina. En lugar de decir: «Hagan como nosotros, no se maten por los puestos públicos, no se den golpes de Estado, no se pongan bombas o en todo caso no traten de sacar provecho de las bombas, no justifiquen a los que tratan de destruir las instituciones…», Chomsky, como buen gringo, tiene otra vara de medir para el exterior: «No se les vaya a ocurrir que ustedes van a ser como nosotros. Lo que es bueno para nosotros a ustedes los va a indigestar. Ce la vie». Y claro, claro, claro: los chomskianos piensan en sus víctimas: ¡que no se les vaya a ocurrir pensar que son como gringos!
Esas víctimas «comen mierda» (para usar la jerga de los intelectuales colombianos en alusión a no tener un buen puesto de profesor o gestor cultural) para que la plata del petróleo, el gas y el carbón se gaste concentrada en los intelectuales colombianos, que como profesores o gestores culturales tienen motivos naturales para sentirse gringos: ingresos no muy lejanos de los de los profesores de allá. En todo caso mucho más parecidos que los de los que limpian baños en uno y otro sitio. ¡Esta vez la diferencia de rasero no los incomoda porque es incluyente con ellos! Son los demás latinoamericanos los que necesitan pedagogía forzosa y algún gobierno como el cubano.
Genial, genial. Los teóricos del apartheid estarían encantados, se ve una versión nueva del «desarrollo separado» de las comunidades.
(Galactus: tiene razón, con suficientes datos estadísticos las pensiones precoces y las nóminas paralelas de Ecopetrol resultan paradigmas de equidad y cura generalizada de la pobreza. Es que usted sabe, ya los años no lo dejan pensar a uno como ustedes los jóvenes que se saben todas esas cosas modernas.)
zangano
26 enero, 2007 at 4:56 pmalejandro,le das la razon a jr. en muchas de sus afirmaciones,se la das tambien en su ultima perorata?
JuanF
26 enero, 2007 at 9:35 pmA mi me preocupa que todos los «triunfos» nacionales vienen de logros individuales, no de trabajo colectivo.
Para ilustración, los «triunfos» que nuestro «psiquis colectivo» orgullosamente exhibe son, o han sido: Gabriel García, Fernando Botero, Shakira, Juanes, JP Montoya, Lucho Herrera, el Tino, el «happy» Lora, Hakim (y ahora dirán que Gaitán, por reencauchar el cuento de la cenicienta)
Como complemento, nuestras principales desgracias son más bien colectivas: el narcotráfico, la violencia, la corrupción, la quejadera, la «mamertería».
Será que somos una sociedad que implícitamente ha optado por incentivar el éxito individual en detrimento del colectivo?
Será que, precisamente, la aparente abundancia de éxitos personales tiene un horrible espejo en un exceso de fracasos colectivos?
Sergio Méndez
26 enero, 2007 at 10:07 pmTocqueville se quejaba de la mediocridad de los políticos gringos, de la falta de creadores artísticos, de una absoluta medianía, todo el mundo parecía dedicado a los intereses comerciales. Veía en la democracia una fuerza homogenizadora: repelente para sus gustos aristocráticos pero fascinante por su capacidad transformadora. Por el dinamismo inextinguible. Tocqueville identificó la democracia americana con lo que él llamó el principio de igualdad.
Totalmente cierto. Pero Toqueville veía -desde su punto de vista de aristocrata temeroso de la democracia y de la igualdad- que en Estados Unidos la ausencia de una clase aristocrática quedaba compensada – al menos en buena parte- por la religión, que entre otras frenaba el impulso igualitarista que residía en el seno de la revolución norteamericana.
Jaime:
Que risa Jaime. Los gringos sólo han intentado detener a las élites políticas en latinoamerica cuando ya no le sirven a sus intereses (como ud lo presenta pareciera un generoso acto altruista de su parte).
Su perorata sobre el imperialismo es risible. El imperialismo británico pudo haber servido a acabar con el trafico de esclavos, pero igual fue su creador en norteamerica (lugar donde no hizo mayor cosa para destruirla). Y la idea de que se necesita igual del imperialismo para acabar con los males del mundo, es ridicula y simplemente inecesaria. Eso por no mencionar que revive todo un set de teorías racistas en las que los «blancos ilustrados» le llevan la «civilización» a los negritos, indios y mestizos que habitan en el primer mundo. Completamente absurdo, en especial recordando el caso norteamericano en latinoamerica, donde toda una generación de dictadores fueron entrenados allá para gobernar aca (con eso queda dicho todo lo que había que decir sobre el respeto por la democracia y el orden constitucional de los gringos en latinoamerica). Y no hablemos de lo que pasa en otros lados, como en Irán donde tumbaron un gobierno demócratico para poner…un rey.
El resto se su perorata es igualmente inocua. Chomsky no le pide a las naciones latinoamericanas que no imiten lo bueno que tiene Estados Unidos, pero si que eviten lo malo (porque aunque tienen grandes virtudes en su política interna también tienen grandisimos defectos). Y el hecho de que CHomsky o cualquier otro quiera entender el fenomeno de la guerrilla en un país como este, con algo más que la visión maniquea e idiota de un JR, que simplemente se limita a repetir la propaganda política del establecimiento colombiano sólo que in extremis no quiere decir que le haga una apología a los propios crimenes de esta.
Bueno, es JR, no se puede esperar mayor cosa de él.
María Antonia García de la Torre
13 febrero, 2007 at 4:50 pmAlejandro, cuando mencioné El Espectador en mi columna contra Betty la fea, no me refería a tu columna sino a un artículo que salió como en la segunda página del primer cuadernillo. Si te hubiera citado, hubiera puesto tu nombre. Por favor no te des por aludido, si hablaba de parroquianos, no me dirigía a ti, obviamente. Un abrazo.