Uno espera que una organización política que se autodenomina el Polo Democrático sea capaz de fijar posiciones rotundas, de decir sin rodeos sí o no ante una consigna que no admite equívocos (no más Farc). Pero las cosas no son como uno espera. El Polo no se decide. Dice sí y dice no. Quiere ser positivo y negativo al mismo tiempo. Parece más ambiguo que alternativo. Es un polo sin polaridad. Casi una contradicción en los términos.
Esta semana el Comité Ejecutivo Nacional del Polo Democrático Alternativo publicó un comunicado de prensa que fija la posición oficial del partido con relación a la marcha de este lunes 4 de febrero. El comunicado de marras es un ejemplo perfecto, casi paradigmático, de ambigüedad estratégica, de uso deliberado de la indefinición. “El Polo Democrático Alternativo —dice el comunicado— juzga urgente en la presente coyuntura dar a conocer sin ambages cuál es su posición…”. Pero la urgencia de definición se queda en eso, en una intención. Después de doce puntos, de muchas palabras, de vueltas y revueltas, el comunicado no fija ninguna posición concreta. O mejor: fija muchas posiciones con el fin de evadir deliberadamente el asunto en cuestión. De nuevo, el comunicado es un ejemplo de falta de polaridad, de indefinición disfrazada de ecuanimidad.
El comunicado está escrito en un lenguaje extraño. Indirecto. Sinuoso. En lugar de decir no más Farc, dice “no a la guerra”. En lugar de pedir que se restablezca la mediación de Chávez, sugiere que “la comunidad internacional, los países amigos y particularmente nuestros vecinos, pueden cumplir tareas de acompañamiento” para la liberación de los secuestrados. El comunicado recalca la necesidad de “sumar esfuerzos para construir… una sociedad justa que se parezca muy poco a la inicua y violenta que hoy tenemos”, como si los problema del país impidieran el rechazo a las Farc. El lenguaje indirecto asume a veces extremos risibles. El comunicado contiene, por ejemplo, una mención a los “graves errores en que han incurrido los actores”, como si todo este asunto fuera una telenovela o una comedia extraña en la cual todos los protagonistas son igualmente culpables.
Las opiniones de George Orwell sobre el lenguaje de la izquierda europea (“esa horrible jerga”) describen de manera precisa el comunicado del Polo. Uno podría, en últimas, decir, como dijo Orwell hace sesenta años, que el comunicado es una mezcla de progresismo a medio cocinar y afectación moral. Pero el comunicado es ante todo un ejercicio de evasión, un esfuerzo fallido por contestar con un manifiesto doctrinario una pregunta que sólo admitía una respuesta binaria: sí o no. El comunicado del Polo es, en últimas, un corto circuito ideológico. Una conexión fallida entre el sí y el no.
En 1940, George Orwell denunció la incapacidad de la izquierda europea para apreciar la importancia de la unidad en los tiempos difíciles. Orwell (un socialista impenitente) señaló que la izquierda militante había subestimado equivocadamente el poder transformador de la unidad y de la superación de las diferencias de clase o de ideología. La unidad y hasta el mismo patriotismo, decía Orwell, pueden ser fuerzas transformadoras, motores del cambio social. Pero el Polo Democrático Alternativo piensa de otra manera. No cree o no parece creer en la importancia de la unidad.
En suma, el Polo desperdició la oportunidad de hacer un acto de grandeza. Y optó por una postura confusa. Indefinida. Polarizante en su misma falta de polaridad.