Si el lector quiere conocer los detalles de la propuesta, lo invito a leer de una vez el último párrafo de esta columna. Pero yo debo antes hacer algunas aclaraciones. Y exponer los motivos del asunto. Primero, la propuesta no es mía: es de mi colega Luis Carlos Valenzuela, quien me la expuso hace ya varios meses durante una conversación informal. Y segundo, la propuesta está dirigida no sólo a los grandes potentados, sino también a los hogares que (en términos absolutos) conforman nuestra quejumbrosa clase media pero que (en términos relativos) constituyen nuestra privilegiada clase alta. En concreto, la propuesta va dirigida a los hogares del decil superior de la distribución del ingreso. Al 10% más rico: aproximadamente un millón de familias que, en conjunto, acaparan casi la mitad del ingreso nacional.
Los hogares en cuestión son los beneficiarios de una doble desigualdad. No sólo tienen ingresos muy superiores al resto, sino que pueden también comprar servicios personales a precios irrisorios. Casi indignos. La abundancia de mano de obra no calificada (que explica, en buena parte, la desigualdad del ingreso) les permite a muchas familias acomodadas disfrutar, a precios módicos, muy inferiores a los que estarían dispuestos a pagar, de los servicios de aseadoras, cocineras, niñeras y conductores. Para no mencionar la conveniencia de los peluqueros a domicilio. O de los tramitadores a destajo. Los proveedores de servicios personales trabajan por una fracción de lo que perciben sus contrapartes en el primer mundo. El servicio de una aseadora, por ejemplo, cuesta 30 veces más en Nueva York que en Bogotá.
Hace algún tiempo, un reportero del diario The New York Times, interesado en estudiar las diferencias en los patrones de consumo entre los ricos de los ricos y el resto de los mortales, pasó varios días persiguiendo señoras de clase alta en los Estados Unidos. Su conclusión fue tajante. Ni las carteras, ni los relojes, ni las prendas, ni las agendas electrónicas marcan la diferencia. La crema de la crema se distingue de los demás por su acceso a los servicios personales. Las señoras más ricas son las que tienen empleadas permanentes. Las que pueden pagar el lujo imposible de los servicios personales. Pero, en Colombia, el mismo privilegio está disponible para muchos hogares acomodados que pueden comprar servicios personales a precios de abundancia y así disfrutar del tipo de ayuda sólo asequible para la realeza europea o la aristocracia americana. En últimas, la doble desigualdad facilita el acceso a los lujos de los más ricos de los ricos.
Así las cosas, no estaría de más pagar algo más. Y en eso consiste, precisamente, la esencia de mi propuesta. En dar propinas abundantes a los proveedores de servicios personales. Hasta que duela como dijo recientemente el filósofo Peter Singer. En pagarles 20, 30 o 70% más a las empleadas domésticas. En no negociar hasta el último peso del precio de los servicios de niñeras y tramitadores. En remunerar generosamente a quienes nos facilitan la vida con su trabajo. Y a quienes les pagamos apenas una fracción de lo que estamos dispuestos a pagar. Para que así, con el tiempo, los servicios personales sean lo que deben ser: una mercancía que se compra y se vende, y no una forma velada de esclavitud.
|
|
Daniel Vaughan
16 diciembre, 2006 at 7:33 pmAlejandro, la columna de este fin de semana me deja totalmente desconcertado. ¿Qué diferencia su modesta propuesta de la que hace una reina de belleza cuando dice «propongo que desde mañana hagamos la paz» (lo puse como una propuesta, aunque el discurso típico de una reina de belleza no permite propuestas), o para ponerlo en términos menos peyorativos, de lo que el Papa (sin mucho agrado le pongo la inmerecida mayúscula, únicamente para que el lector entienda de quién estoy hablando) dice en sus discursos?
No discuto sus nobles intenciones, discuto el verdadero alcance de una propuesta que no sólo es modesta, sino totalmente ingenua. Discuto además sus argumentos: sugiere con su ejemplo de Nueva York, que allí sí se paga lo que es «justo» (pero qué es lo justo? Un economista ortodoxo diría «el valor de su productividad marginal». Alguien, como Luis Carlos Valenzuela, a quién usted menciona, estaría mucho más del lado de la justicia rawlsiana, que de la justicia distributiva de Aristóteles, que es por construcción casi que imposible de implementar) por adquirir el servicio que presta una empleada de servicio. ¡Pero este ejemplo es malísimo! Se me ocurren muchas razones para explicar por qué en NY se paga comparativamente mucho más que en Colombia, antes que apelar a un sentimiento de justicia social que tienen en el resto del mundo, y que aparentemente no tenemos los colombianos. (Sin embargo el argumento no es del todo falso, aunque las señoras ricas no son precisamente la razón: una de las cosas que más impresiona a un colombiano en EEUU es cómo todo el mundo paga propinas que son bastante altas. La pregunta interesante es por qué sucede esto. En la mayoría de los casos la respuesta es sencilla: ya se volvió una norma cultural- así que sencillamente se hace por «costumbre». Pero en otros casos todavía se oyen personas que sugieren que se debe pagar propinas del tanto porciento porque el salario regulado- en el caso de los taxistas por ejemplo- es muy bajo.)
Un último punto: contrasta esta modesta propuesta con su crítica frecuente al asistencialismo estatal. De alguna manera, está descentralizando el asistencialismo con su propuesta (o quitándole el monopolio al Estado, como creo que usted dice en la columna). Pero es esta la forma de hacer más igualitaria la sociedad? ¿Pagando más, o dando más propinas? Probablemente en el mundo desarrollado, donde una gran proporción de la población tiene acceso a educación de calidad, lo sea. Pero en un país como Colombia, donde sólo ese 10% más rico puede educarse, lo único que estamos es garantizando la permanencia en el tiempo del status-quo. Los de abajo sienten que los de arriba están haciendo algo más justo, y los de arriba se sienten tranquilos porque están haciendo una buena obra (o incluso porque así logran mantener la estructura social en la que claramente son ganadores), pero no hay cambios estructurales que garanticen el paso a una sociedad más justa. Lo único que realmente lo garantiza, y con esto termino, es el acceso a educación de calidad, y desafortunadamente, para que eso suceda se necesita mucho más que la voluntaria acción de ese 10% más rico.
Anónimo
16 diciembre, 2006 at 7:53 pmalejandro valora la clase dirigente con extrema generosidad,se incomoda, si lee la opinion de un paisano suyo,repetida en su blog.
la caridad ,no reemplaza la justicia social,aunque el pudiera decir,con razon, que es progreso dejar la edad media,la epoca de los siervos,para alcanzar,la epoca victoriana,ala que ni siquiera llega la clase dirigente de este torturado pais.
Jaime Ruiz
16 diciembre, 2006 at 7:59 pmMe he reído mucho leyendo esta columna y pensando en el desprecio que sentirá toda la clientela del Polo Poto (mínimo ocho de cada diez personas de ese 10 % privilegiado: en Colombia «rico» es casi sinónimo de «empleado estatal»). ¿Por qué no pedirles que detengan la carnicería que preparan? Sin las masacres, aun con gobiernos corruptos y torpes, la vida de la gente va mejorando, pues no hay nada biológico por lo que alguien en EE UU se gane veinte o treinta veces más por el mismo trabajo, y la gente de las ciudades cada día encuentra el modo de aprender a sobrevivir. Pero ¿qué pasará si consiguen el colapso de este gobierno y con la combinación de bombas, compra de votos y manipulación mediática ponen a alguien como Carlos Gaviria en 2010?
Tal parece que es lo que va a ocurrir y sé que NINGÚN lector de este blog pensará en serio que eso lisa y llanamente significa la guerra civil. Basta con pensar en las «ideas» de Gustavo Petro e imaginarse su aplicación para ver la catástrofe.
Pero es que la esclavitud crea vicio: aun si el pueblo elegido para tener esos servicios le hace caso a Alejandro y le da limosna a las esclavas, JAMÁS permitirán por las buenas que el país entre en la modernidad y se parezca a los plenamente humanizados. Por eso la declaración política del Congreso del Polo Poto pide el intercambio humanitario y la negociación política: naturalmente, no pueden pedir a las guerrillas que se sienten a negociar su desmovilización ya.
En fin: el ser social crea la conciencia social. Alguien como Alejandro Gaviria nunca aceptará que tan dulces propuestas son lisa y llanamente la llamada a matar gente porque socialmente comparte casi todo con quienes esperan asegurar su orden (a la cubana), y cuando llegue la catástrofe seguirá evocando a Milton Friedman y sus propuestas libertarias y culpando a los votantes prohibicionistas, que no van a cambiar porque los intelectuales colombianos lo remedian todo culpábndolos. Aquéllos, en disfrute de su diferencia de rentas, obtenida gracias al clientelismo armado durante muchas décadas de «lucha», tendrán forma de vivir en verdaderas burbujas, lejos de la oferta de basuco. No les afectaría la oferta de droga como no les afecta el atraco callejero. Y puede que incluso en caso de que se produzca una escabechina copiosa usen a los mismos esclavos para protegerse, a la camboyana.
Bueno, en fin, ojalá el triunfo de la izquierda democrática dé ocasión a todo el que pueda de largarse bien lejos. No parece muy probable que puedan asegurar el control como ocurrió en Cuba. Puede llegar a darse una guerra olvidada y sin sentido como las de Angola y ahora de R. D. del Congo, con sus millones de muertos.
Alejandro Gaviria
16 diciembre, 2006 at 8:58 pmTanto para Daniel como para Zangano:
Creo que ambos están sobreinterpretando lo que se dice en la columna. Yo no estoy proponiendo un modelo alternativo de justicia social. O reemplazar la educación por la caridad. Yo simplemente propongo que, para una transición específica, la de los servicios personales, la cual involucra muchas veces una negociación bilateral acerca del precio, una de las partes involucradas pague más. El objetivo podría ser (para usar el lenguaje de Daniel) generar una norma social al respecto, lo que haría el mundo un poco más justo pero no resolvería ninguno de sus grandes problemas.
La columna podrá ser ingenua. Pero sus cometarios son, y me excusaran, algo ridículos. Las reacciones de justicieros sociales indignados por las pequeñeces que se escriben en la prensa.
Jaime:
Su predicción de una guerra civil inminente hace que cualquier propuesta (o idea o divertimiento) parezca fuera de lugar. Mientras los asesinos se preparan, dirá usted, los académicos siguen tratando de ganar lectores. La experiencia de Lucho en Bogotá sugiere que sus sospechas ominosas podrían ser infundadas. Un Gobierno del Polo sería algo más cantinflesco. Algo más caótico. Pero no muy distinto a los gobiernos que hemos tenido en los últimos años.
Mientras tanto yo seguiré insistiendo para que los camaradas le paguen lo justo a sus sirvientes.
Sergio Méndez
16 diciembre, 2006 at 9:41 pmJaime
Sólo una pregunta, como sabe que:
mínimo ocho de cada diez personas de ese 10 % privilegiado: en Colombia «rico» es casi sinónimo de «empleado estatal»
O es otra de esas mentiras suyas que no va a soportar con ningùn tipo de evidencia
Alejandro:
Me parece increible que la critica de Daniel -que maneja esencialmente el lenguaje y las ideas propias de su gremio de economistas- le parezca, asi sea en alguna medida, «ridicula» mientras que las barrbasadas que escribe Jaime Ruiz le merezcan sólo una tímida respuesta.
Daniel Vaughan
16 diciembre, 2006 at 10:00 pmAlejandro,
Hace un tiempo vengo pensando en lo siguiente: ¿Qué pretende un columnista (incluso un «bloguero», si es que este anglicismo existe, o alguien que como yo monta una página personal y escribe cosas para un grupo grandísimo de potenciales lectores, pero reducidísimo de lectores reales) cuando escribe en un medio de comunicación? Se me ocurren varias respuestas obvias: dejar un mensaje, simplemente dar una opinión, hacer pensar a los lectores, generar controversia, o generar discusión y bueno, cosas similares.
Por eso de alguna manera me sorprende su comentario en el que dice que nuestros comentarios son algo ridículos, porque de alguna manera atenta contra la «ética del bloguero», como podría llamarse. Aunque sin lugar a dudas tiene algo de razón (lo que me recuerda un poco la paradoja del votante medio), mi interpretación es que es una defensa decente ante los ataques que pueden no ser tan decentes por momentos. Así que como usted fue lo suficientemente decente para pedir excusas de antemano, yo lo soy también y pido excusas por hacer comentarios que tienen como objetivo ser escandalosos, generar controversia y hasta generar la reacción que terminan generando (como el de «propuesta de reina de belleza»).
Sin embargo, volviendo a su columna hay cosas bien interesantes para explorar: el de la cultura de la propina es interesante. La razón de ser de la propina es, o era en sus orígenes, compensar un servicio que ha sido satisfactorio: en ese sentido se apela más que a un sentimiento de justicia social, a un sentimiento de sensatez: qué quiero decir con esto (aunque debo reconocer que no es fácil diferenciar uno del otro en algunos casos)? Yo no dejo una propina porque es socialmente justo, sino porque es sensato: el valor acordado inicialmente es menor del que yo estoy «dispuesto a pagar» por un servicio que me ha dejado satisfecho.
Sin embargo en EEUU (y creo que sólo en EEUU, porque he oído a gente de todas partes del mundo protestar o por lo menos manifestar sorpresa por «tener» que pagar propinas por todo) la propina ya dejó de ser eso: se volvió parte de la cultura. ¿Cómo sucedió? ¿Por qué sucedió? No tengo ni idea, pero sin lugar a dudas, son preguntas interesantes (para el lector interesado recomiendo la lectura de una serie de artículos escritos por Peyton Young sobre este fenómeno de la generación de normas culturales. Se pueden encontrar en su página web.).
Ahora bien, volviendo al tema de lo que es «justo»: suele pasar muchas veces que uno no tiene ni idea cuánto debe pagar por algo (o dejar de propina, por ejemplo), y se pregunta qué es lo «justo». Como soy economista, uno «crece» pensando que lo justo es lo que produce, es decir, el valor de su productividad marginal. ¿Es eso lo justo? Debo confesar que como un criterio teórico me gusta (de la misma manera como me gusta el criterio de justicia distributiva de Aristóteles, aunque combinado con el velo de la ignorancia para generar unas condiciones iniciales justas), pero digo teórico porque es muy difícil de poner en práctica. De la misma manera está el concepto de disponibilidad a pagar, al que los economistas nos acostumbramos también, y que usted menciona en su columna: toda persona yo creo que se ha preguntado muchas veces, cuánto estoy dispuesto a pagar. Y la pregunta es casi tan difícil de responder como la de qué es lo justo. Para responderlas uno necesita referencias (aunque por supuesto el modelo del consumidor de los economistas no lo refleja… esto lo digo para que aquellos economistas que creen ciegamente en la teoría del consumidor no me vayan a atacar por esto), y uno de los papeles que juega el mercado es proveer esas referencias. Por eso, cuando una señora de clase alta (para utilizar su lenguaje) se pregunta cuánto es lo justo que debe pagarle a su empleada de servicio doméstico tiene varias posibilidades: o mide su productividad marginal (descartada), o le pregunta a una amiga, o averigua por otras fuentes. La primera es teórico y por lo tanto no sirve (aunque expost es el argumento que uno utiliza para justificar lo que pagó). La tercera seguramente la lleva a pagarle el mínimo (o un poco más, o menos, digamos que el salario promedio de la profesión), y la segunda, muy seguramente tiene el mismo resultado.
Así que la propuesta ni siquiera está bien planteada: decir «propongo que la gente rica, ese 10% de los colombianos más ricos, paguen un poco más, lo que consideren justo» no es una propuesta que incluso si quisieran hacerlo, la gente podría llevarla a cabo. Si lo que dije arriba es medianamente sensato, lo más seguro es que terminen pagando lo «justo» que sería el salario mínimo (o un poco más, pero no mucho, para sentirse mejor con ellos mismos, pero no tanto como para sentirse como «los pendejos de la cuadra». Esto último es importante, y tiene que ver también con lo que se conoce como la «maldición del ganador», en un contexto completamente distinto: si yo estoy pagando más que lo que la gente en promedio paga, es porque mi empleado es excepcionalmente bueno, o porque soy un pendejo y estoy pagando más del que debía).
Todo esto va un último punto: si desde el punto de vista normativo es realmente difícil llegar a un criterio implementable de justicia (muchos filósofos dirían que el criterio de justicia que goza de más apoyo es el de justicia rawlsiana, pero como mencioné antes, el velo de la ignorancia, o la posición original, son casi que imposibles de implementar, aunque usted implícitamente está sugiriendo algo similar en su propuesta), desde el punto de vista práctico, de la percepción individual de justicia, el problema puede ser aún más difícil.
Un saludo, y nuevamente pidos excusas por utilizar antes un lenguaje provocador.
Luis F. Jaramillo
16 diciembre, 2006 at 10:44 pmMe parece que la columna es un poco distinta a las del resto de este blog. Es un aire y muestra una cara un poco menos matematica y cientifica, lo cual esta bien. Si ;a humanidad fueran solo numeros, no seriamos humanos, seriamos robots.
Creo que la propuesta en si es interesante porque es algo asi como una re-distribucion de la riqueza de modo informal que es justificable de modo matematico (productividad) y humano (sentimientos).
Cuando una persona es mejor pagada (Como puede hacerlo mucha gente que por tacana no lo hace) tiende a cuidar mas su empleo de otros y por tanto a ser mas productivo. Si con respecto a los salarios de la ‘industria’ el suyo es mejor, usted no se va a querer salir de alli y por tanto trabaja o mas duro o mejor.
Desde el punto de vista de los sentimientos, cuando una persona es valorada como trabajador y es bien remunerada se pone ‘la camisa de la empresa’ y ‘quiere’ mas a su patron.
Tal vez los que mas se quejan son los que no tienen patrones que los remuneren o traten debidamente.
La propuesta seria un excelente plus a unos mayores esfuerzos en educacion, salud y una legislacion tributaria mas equitativa.
Si no hay ninguna de las anteriores cosas, la idea de un mayor pago voluntario por lo menos seria una buena opcion para elaborar una sociedad menos resentida.
Tengo 13 anios y esa mi humilde opinion, de lo que he visto en ciertos comportamientos laborales de gente cercana y un poco de analisis.
Anónimo
16 diciembre, 2006 at 10:55 pmNo sé si la propuesta es ingenua, si contradice las leyes de la economía, o la filosofía aristotélica o rowlsiana. Me parece a mí que lo que más se opone a ello es la mentalidad feudal que prevalece en Colombia, y que hace que la gente vea a quienes prestan sus servicios personales como vasallos. Soy practicante convencido de lo que propone Gaviria por costumbre adquirida en otras tierras, y cuando la aplico en Colombia oigo comentarios como «no haga eso que los acostumbra a mal», «ahora van a esperar que todo el mundo haga lo mismo», «ese es su trabajo y por eso ya se les está pagando». Creo que si el pago de propinas generosas se convirtiera en un componente relativamente fijo de los ingresos de esos individuos (es decir, si tanto donantes como receptores se «acostumbran» a ello), podría mejorar notoriamente las condiciones de vida de quienes prestan esos servicios. Los meseros en Estados Unidos viven de las propinas que la gente les da por sus servicios, y el ingreso de las personas que trabajan en peluquerías,salones de belleza y similares dependen básicamente de lo que les dan sus clientes una vez prestado el servicio. No veo que la propuesta de Gaviria sea criticable per se; me parece valiente viniendo del decano de economía de una prestigiosa universidad y no tiene mayor pretensión, creo yo, de hacer caer en cuenta a sus lectores de algo que pueden hacer personalmente. Tiene la dificultad de que en Colombia las propinas, cunndo se dan, se perciben como limosnas benevolentes y no como algo que hace parte del intercambio entre iguales,además de que en el el país existe una marcada tendencia a lavarse las manos personales de las responsabilidades sociales y se le dejan todas al Estado y a las iglesias.
Alejandro Gaviria
16 diciembre, 2006 at 11:19 pmDaniel:
Estoy de acuerdo en que es muy difícil definir, desde un punto de vista normativo, que es justo y que no lo es. Lo que dificulta los juicios de valor. Y hace fácilmente controvertible la última frase de la columna.
Pero yo estoy pensando en algo distinto. En un fenómeno positivo. En la posibilidad de que la existencia de preferencias sociales modifique la distribución en una negociación bilateral entre el que compra y el que vende servicios personales. El salario mínimo constituye un punto focal importante. Lo que yo quise hacer con la columna (y hablo en pasado pues reconozco que el argumento no funcionó), lo que quise, decía, fue contribuir marginalmente a generar una norma social distinta. Pero ya veo que la propuesta tiene otro todo de interpretaciones políticas que distorsionan la intención original.
Sobre el lenguaje, no se preocupe. Creo que la mejor ética de los bloggeros es debatir con argumentos. Y en eso estamos.
Sergio:
El lunes le doy el dato sobre el % de empleados públicos en el decil superior. Aquí en la casa no tengo acceso a la Encuesta de Hogares. Pero yo me atrevería a decir que no supera el 20%.
Sobre mis respuestas tímidas a Jaime, no vale la pena discutir. Que tal que yo me pusiera a juzgar el talante de cada comentario. Así que le propongo volver a los argumentos.
Gracias a Luis Fernando y especialmente al anónimo de las 17:55 por las aclaraciones. Comparto su opinión plenamente. Y pudo decir que me siento fielmente interpretado.
j.
16 diciembre, 2006 at 11:48 pmSupongo que la «ridiculez» de la respuesta de Daniel a Alejandro radica en la manera como sobredimensiona una columna (modesta) sin mayores pretenciones que sugerir -argumentando adecuadamente- una manera sencilla de contribuir a mejorar el nivel de vida de las personas que en Colombia malviven de ofrecer «servicios personales» (a mí esa expresión me suena a prostitución, por cierto).
Yo no creo que haya que ir hasta el fondo de la definición filosófica de justicia para que la persona promedio que lee esta columna adivine a qué se refiere Alejandro al decir que se pague «lo justo» a una empleada doméstica. Basta un calculito del precio de su trabajo por hora y una valoración sincera del mismo para darse cuenta de dónde radica «lo justo» y qué tan distante está de lo que pagan (incluso sin saber cuánto se paga por el mismo trabajo en el que sea su país primermundista favorito).
Tal vez la iniciativa sea completamente ingenua, pero constituye una observación sensata. En últimas, es una buena respuesta a todos esos defensores de la necesidad de la redistribución de la riqueza nacional que no tienen inconveniente en pagar sueldos miserables a la persona que les barre su basura, les cocina y les lava y plancha la ropa.
Al margen: Curiosa la insistencia de Jaramillo en su tierna edad, especialmente cuando su perfil en blogger se clava diez años más.
Al margen 2: La imagen de Jaime carcajeándose ante a este columna debe ser de película de terror.
Anónimo
17 diciembre, 2006 at 12:41 amJ:
Entre 13 y 23 hay una diferencia de 10 años, pero también pudo haber un simple error de digitación.
Anónimo
17 diciembre, 2006 at 1:12 amHola, Soy profesional en Medellin con 10 años de experiencia, me gano un salario de 2,200,000. No tengo hijos y mi esposa no tiene trabajo, mis dos hermanos son profesionales con trabajos iguales al mio. Mis papas son profesionales pensionados con salarios como el mio (Son profesores).
Me pregunto si pertenezco al grupo de los que deben pagar mas, cuanto me tengo que ganar para pertenecer al grupo de la chillona clase media ?
De verdad que me gustaria saber eso, no estoy charlando. Yo tambien trato de pagar mas.
Claro que a la columna me parece que le quedo faltando una cosa, y es que asi sea ridiculo cuando uno paga mas por lo menos debe tener derecho a decirle a la persona la siguiente cantaleta: «Anime a sus hijos a que estudien, creame que eso si sirve, creame que vale la pena, usted cuando a visto a un ricachon que saque a los hijos del colegio ?», yo se que eso ultimo esta putamente ridiculo y misionero y arquidiosesano pero mucho sentido si tiene.
Ademas le digo que estoy completamente de acuerdo con su columna, creame que no es que yo sea una gueva, yo entiendo el sentido de su columna.
En mi opinion sin datos soy un privilegiado, y es lo que le digo a mis tios ricachones cuando me dicen que no he llegado a ninguna parte. (A donde hay que llegar ?)
Que pena la cursileria, estoy mas cursi que Sergio Fajardo. Y muchas gracias.
Que viva Bajotierra !!!!(www.bajotierra.com.co) (Que grupo tan teso).
Luis F. Jaramillo Q.
17 diciembre, 2006 at 3:15 amBueno Senores:
Tengo 23 anios. Sin embargo, para algunos mas jovenes que yo puede resultar util ponerse 10 anios mas para efectos de ser aceptado en Blogger y otra comunidades.
Creo que es una ley de privacidad en EEUU, no recuerdo bien…
Luis F. Jaramillo
panOptiko
17 diciembre, 2006 at 3:58 amHombre, Alejandro, estoy totalmente de acuerdo con su columna, lo felicito por su coraje, y de antemano pide permiso para reproducir un aparte en mi blog y regar la voz.
Tendría mucho que decir – incluso cosas personales a las que me molesta recurrir – pero dada la oprtunidad, pues no hay caso. La intención, tomarme el atrevimiento de ampliar la propuesta un poco, en base a una anécdota de la que me enteré el otro día:
Una compatriota que ya se devolvió de estos lares – soy estudiante de postgrado en Japón -, economista (creo que de la facultad que ahora usted comanda), muy seguramente perteneciente a ese decil al que usted le apunta, y, en ese entonces, estudiando una maestría en el mismo campo, después de unas vacaciones en Colombia le vino a otra compatriota con este cuento:
Dentro de su viaje, tuvo ocasión de viajar a alguno de los pueblos calurosos cercanos a Bogotá, y en el camino de vuelta pararon a comprar a la vera del camino unas mandarinas a un campesino, de los que sacan sus guacales. El hombre les pidió algo así como 5 mil pesos. Le dijeron que estaba muy caro, ofrecieron algo menos y, a la negativa, arrancaron despacio. De manera que – esto contado con la carcajada a flor de labios – el hombre salio corriendo con la caja en hombros para aceptar el trato impuesto, todo lo cual le pareció muy chistoso – y afortunado, por la rebaja – a la economista.
La otra compatriota quedó atónita, indignada, sabiendo que se estaban tal vez tomando un tinto de 6 mil pesos, o que unas 4 buenas mandarinas acá pueden salir por el triple o más.
Ese es el país que tenemos. Sólo quería incluir este pequeño sector a la propuesta, pero espero comentarios para ver que tan errado estoy.
Tendría más que decir sobre lo apropiado de la propuesta por las características de género de los principales beneficiarios, de como sí mantiene el status quo – pero que tal vez sea índice de uno que esta cambiando por sí mismo y que valga la pena ser mantenido-, y de la evangelización del último comentarista, peligrosa pero con sus oportunidades. Pero tal vez más tarde esta semana, para ver que dicen las barras.
Daniel: Pido exusas de antemano por la crítica que me dispongo a hacer. Sus argumentos me recuerdan el momento en que se le pone el freno a la teoría económica y se le da paso a la sensatez – lo que da más valor a la propuesta de los profesores. Se fundamenta usted en la racionalidad económica, y deja de lado las externalidades, que en el nivel micro son casi todo. Es esa barrera metodológica de la economía como trineo – para ponerlo a tono con la época: póngale soga al cuello a cada uno y echelos a andar a ver si funcionan como grupo. De los blogs, he terminado por ponerme del lado de Gabo, uno escribe para los amigos. Y de las propinas, acá se tiene el mejor servicio al clente del mundo y no se dan propinas – de lo cual se podría hablar más pero ya me alargué mucho. Ánimo y suerte.
Jaime Ruiz
17 diciembre, 2006 at 4:00 amJ. Las personas de mala fe siempre entienden lo que les interesa. Yo me río porque, lo digo por si alguien tiene interés en planteárselo, el discurso mamerto da por sentado que hay un derecho natural a ganarse el sueldo de decenas de personas por ser militantes: es la persistencia de la mentalidad estamental del Barroco. Conozco a varios que se pensionaron a los 40 años en Telecom y Ecopetrol (en Banrepública todavía es a los 45 años) con unos diez salarios mínimos y que no vacilan en indignarse contra la desigualdad. De modo que esas personas se burlan de todo lo que no sea asegurarse el mando por un decreto y están seguras, pero de forma unánime, de que la gente en Cuba vive con bastante equilibrio entre pobres y ricos. Les parecerá ridículo pedir que se considere a la gente que hace trabajos pesados como del mismo rango que ellos, cuando se les nota la falta de cultura y de conciencia social.
Lo que es de película de terror es el cinismo de un canalla desvergonzado como usted.
Sergio: ¿qué proporción de las personas que estudiaron con usted vota por el PDA? ¿A cuántas personas pobres conoce que voten por ese partido? El perfil del votante del PDA es el del empleado estatal (rumbero) o de sus hijos (rumberos). Pero siempre, al menos en Bogotá, donde la presión armada no es tan clara, se trata de gente ligada a la jerarquía tradicional. Colombia es increíblemente el país en el que hay más oligarcas (uribistas) que pobres, y casualmente desprecian los estudios universitarios.
Lo del 20 % de empleados públicos en el decil superior es muy llamativo: ¿quién está entonces ahí? ¿Hay tal cantidad de empresarios? Pongamos que eso fuera cierto, ¿qué proporción de empleados públicos vendría a haber en los dos deciles superiores?
Bueno, lo de un gobierno del PDA parecido a los últimos gobiernos es como para enmarcar. ¡Si no son capaces siquiera de condenar el secuestro!
Daniel Vaughan
17 diciembre, 2006 at 4:35 amPanotpiko,
Divertida la anécdota de las mandarinas. Quedan muchas dudas: la primera es que usted parte de la base que el que pidió la rebaja es el malo del paseo, pero tal vez (no lo se) el que pidió los 5 mil pesos estaba pidiendo demasiado porque les vió cara de turistas. Nuevamente, lo que no me gusta son los argumentos que están usando: usted compara cuánto valen unas mandarinas, y le parece que es éticamente malo pedir un descuento porque en ese momento se están tomando un café de 6 mil pesos (digamos), o lo que valen en Japón. Pero es que una cosa no tiene nada que ver con la otra. El ejemplo de Alejandro, de cuánto cuesta contratar una empleada doméstica en EEUU y compararlo con Colombia tampoco es ilustrativo porque lo está usando para decir que en Colombia se paga muy poco, mientras que en EEUU se paga mucho más, pero no se dice nada acerca de las características de los mercados (mayor/menor oferta-demanda de ese tipo de servicios, por ejemplo).
Ahora bien, sobre su comentario acerca del uso de la teoría económica, en ningún momento he utilizado absolutamente nada que la teoría económica sugiera (de hecho, como podrá haberse dado cuenta, me alejo de lo que la teoría del consumidor sugiere y en la que por supuesto no creo.). En fin, creo que no entendí su crítica, pero si la entendí bien, mi respuesta es que lo que yo estoy diciendo no lo argumento desde la economía, sino desde el sentido común.
Un cordial saludo, y gracias por la decencia en su crítica. Suerte por allá en Japón.
lelo69
17 diciembre, 2006 at 6:03 amLos otras sirvientas.
“Dulces criadas de Aragón,
caricias de este corazón”
Joan Manuel Serrat.
Alejo no solo acuérdate de abnegadas y explotadas empleadas del servicio para tu ejercicio. Acuérdate de esos pobres médicos y enfermeras con sueldos de sirvientas bien pagadas, las EPS le pagan 8.000 pesitos la hora al doctorcito y 3.200 a la enfermera profesional
Una vez Jaime Ruiz me refuto diciendo que eso eran cosas del mercado y que no le parecía mal, por que había otros profesionales más jodidos, que el conocía médicos que ganaban 8 millones, lo que es cierto pero la inmensa mayoría no llega a dos millones mensuales.
Si no estoy mal hace poco leí que Colombia, con Brasil y Haití tenían la distribución más injusta de este continente atrasado y explotador y que por esa mala distribución no crecía la economía, “malos salarios, pocas compras, menos producción” y diría malos sueldos a los profesionales de la salud, poca motivación, poca capacitación y por lo tanto pésima atención.
Con malos salarios todos nos jodemos incluyendo la inmensa minoria, ese 10% que incluye por supuesto a Jaimito, Alejanro a Daniel y este servidor..
Jaime Ruiz
17 diciembre, 2006 at 7:16 amYa que alguien habla de las causas estructurales de esa desigualdad, cabe mencionar lo que realmente resulta desagradable de este artículo: que perfectamente lo aplauden (y hasta se dan aires de superioridad moral) personas que provocarían una rebelión si se tocara por ejemplo la exención del 25 % para las rentas salariales altas: no sólo nadie habla de eso nunca, sino que el hecho de mencionarlo es una muestra de falta de modales. ¿Para qué hablar de la proporción del PIB que se gasta en pensiones que no se pagarían en EE UU o en Suecia? TODOS los opinantes son beneficiarios potenciales de esas ventajas, casi todos tienen servicio doméstico… Hasta les resulta grato un mundo en el que la gente paga bien por los «servicios personales» (¿no se llamaba así una faceta de la encomienda?) debido a su buen corazón.
Bah, casi todos son entusiastas del partido de la justicia social y jamás plantean ninguna objeción a esas desigualdades surgidas de decretos (recordemos por ejemplo la limitación de pensiones públicas a 25 salarios mínimos del referendo de 2003). Y la mala educación de hablar de eso se «refuta» con juicios de la elegancia y rectitud de los del doctor que firma «zángano» o con los aires de superioridad del filósofo Sergio Méndez (¡para quien una falacia es un argumento mal expuesto!), cuando no con las amenazas directas, que todo es complementario.
Por favor, todo esto no lo digo sobre Alejandro sino sobre la interpretación que se puede dar a su artículo. La desigualdad económica es la sombra de la desigualdad social. Ya sé que metí la pata arriba calculando caprichosamente la proporción de doctores-empleados estatales entre el 10 % más rico. Eso porque por una parte entre los empleados públicos se cuentan los policías y las señoras de los tintos, y porque si una persona de esas clases sociales se avispa y trabaja 20 horas durante años y termina con cuatro busetas ya entra en el porcentaje de ese 10 %, sin que por eso se pueda ni acercar en poder ni influencia ni bienestar al mundo de los doctores-progresistas-caritativos-rumberos-literatos-guevaristas. Bueno, sí, sus hijos pueden ir a una universidad cara y terminar de rentistas públicos y partidarios de la justicia social. No hay que exagerar.
(Lelo, para que crezcan los ingresos de los médicos sin una gran injusticia tiene que crecer el conjunto de la economía, para lo cual tiene que reducirse a sus justas proporciones el parasitismo de los poderosos tradicionales. La riqueza de una sociedad no puede provenir de salarios altos, eso debería enseñarse en la primaria.)
j.
17 diciembre, 2006 at 9:01 amJaime: Bla bla bla bla bla bla bla bla bla… canalla desvergonzada será su abuelita.
galactus
17 diciembre, 2006 at 9:39 am«Lo del 20 % de empleados públicos en el decil superior es muy llamativo: ¿quién está entonces ahí? ¿Hay tal cantidad de empresarios?»
La sorpresa de Jaime Ruiz ante la idea de que solo el 20% de la gente en el decil superior trabaje en el sector publico muestra que el habla basado en creencias infundadas, basadas en poquisimos datos reales.
Aqui va una noticia, Jaime: no se necesita ser empresario para ganar mas que un empleado publico. Hay muchisimos empleados del sector privado que ganan mucho mas que el promedio del sector publico. Si, a pesar de que eso vaya en contra de su hipotesis fundamental que pretende que en Colombia el poder lo tengan los maestros de escuela.
Pero claro, supongo que para usted el 80% que esta en el primer decil pero que trabaja en el sector privado… bueno, esos si se merecen lo que se ganan y lo que estan es haciendo es un bien grandisimo en darle trabajito a alguien para que vaya y les haga el oficio. El educador publico, por el contrario, ese si es un esclavista.
Jaime Ruiz
17 diciembre, 2006 at 10:48 amUf, Galactus, eso del 20 % es una hipótesis, todavía no están los datos reales. Y en efecto, cualquiera que contrate a alguien le está dando trabajo mientras que los que cobran el sueldo y aparte la pensión y no hacen otra cosa que recitar la propaganda castrista sí son esclavistas.
Claro, en sus cuentas los magistrados que se suben hasta 70 salarios mínimos la pensión mediante tutelas teniendo en cuenta los viáticos de sus viajes al exterior son «educadores públicos» (educan con el ejemplo), y merecen esos ingresos más que quienes han trabajado produciendo algo para los demás.
En Colombia existen esas desigualdades porque hay normas que las imponen, no porque haya libertad económica. En Venezuela son mucho mayores, en Cuba aún mayores que en Venezuela (pero no mensurables en dinero). Donde hay libertad económica tienden a reducirse, haya o no propinas.
Ande, ponga amenazas en Indymedia, le va mejor.
galactus
17 diciembre, 2006 at 12:09 pmJajaja. como siempre, los posts de jaime ruiz terminan en pataleo calumnioso : «buuu, vaya a escribir amenazas en indimedia..buuu». Amenazas? Indimedia? Alguien entiende de que habla este esquizofrenico? Alo?
No me mande a escribir nada, aqui el unico que tiene tiempo para retahilas gigantescas es usted, probablemente porque durante su vida no tuvo tiempo de construir absolutamente nada de lo cual ocuparse ahora.
Alejandro Gaviria
17 diciembre, 2006 at 12:28 pmJaime:
No generalice. Yo sí he escrito sobre las desigualdades de nuestro sistema tributario y pensional. Copio un fragmento de una columna escrita hace ya más de un año.
“Si un gobierno, cualquiera que sea, está verdaderamente interesado en la equidad, debería entonces tramitar una reforma tributaria con tan sólo cuatro artículos. El primero eliminaría la exención tributaria para las contribuciones a los fondos voluntarios de pensiones (una transferencia directa a los altos ejecutivos); el segundo, las cuentas AFC (un ayuda para que los mismos ejecutivos compren vivienda); el tercero, el subsidio a la gasolina (una contribución para que los consabidos llenen sus carros); y el cuarto, los subsidios a bananeros, floricultores y caficultores (una ayuda a los ejecutivos finqueros)…”
A mi el ejemplo de Panóptico me parece perfecto. Ese era precisamente el tipo de situaciones que tenía en mente cuando hice la propuesta: negociaciones en las cuales una de las partes se aprovecha de la necesidad ingente (inaplazable) de la otra, para obtener una rebaja que no cambia su bienestar económico pero que renueva su orgullo de mandamás.
Creo, además, que lelo tiene razón con respecto a los médicos. El supuesto de Jaime (sueldo=productividad) depende de que los mercados funcionen. Y en Colombia, se ha venido generando, de hecho, una situación de oligopsonio: unos poquitos contratan una fracción grandísima de los servicios de médicos y enfermeras.
Sergio Méndez
17 diciembre, 2006 at 1:49 pmAlejandro:
La pregunta por el dato de empleados estatales que hacen parte del 10% de los mas ricos era para Jaime, que sin evidencia ni datos afirma que «8 de de cada 10» (80%) de esa gente trabaja en el estado. Pero si ud traer el dato, bienvenido. Sopecho que Ruiz no le gustará oirlo.
Ruiz:
Siga haciendo afirmaciones sin sustento. Eso si, no se donde diablos va encontrar un dato de si los votantes del Polo son rumberos. Lo que si le puedo decir es que en el 2002 yo hice una encuesta para el periódico de la universidad de los Andes -que al final no publicamos asi que no puedo pedirle que me crea- sobre la intención de voto en la universidad: el ganador fue Uribe, incluso en la facultad de ciencias sociales. Eso si, no le preguntamos a la gente si era rumbera o si sus padres trabajaban para el Estado, pero lo que no había que preguntar es a que estrato social pertenece el estudiante promedio de esa universidad.
lelo69
17 diciembre, 2006 at 1:57 pmLEY 100: La Muerte de la Medicina Colombiana
«La medicina con intermediarios desmotiva al médico, despersonaliza al paciente y deshumaniza el ejercicio profesional.»
La Ley 100 sólo comprende dos clases de ejercicio médico: el asalariado y el adscrito a EPS e IPS. En ambos casos el médico pierde su autonomía pues debe aceptar las condiciones que le son impuestas.
Cuando existe contrato laboral éste garantiza salario y horario fijos, prestaciones, vacaciones, tiempo para estudio, lugar de trabajo, implementos y asistentes, pero con pérdida de autonomía y salario insuficiente.
De otro lado, el médico que se adscribe a medicina prepagada, cuyo modelo será la norma, tiene las siguientes desventajas:
pierde su autonomía
está mal remunerado
debe pagar todos los gastos de su trabajo: arriendos, cuotas, administración, empleados, insumos, etc,
no se le reconocen vacaciones ni prestaciones
no tiene horario fijo, ni tiempo para actualizarse y menos aún oportunidades de investigación científica.
Tomado de la revista de la federación médica colombiana, para Jaime Gaviria a quien espero no le toque caer en manos de un médico mal pagado, desmotivado y embrutecido por esos salarios de sirvientas. Acuerdense que no siempre hay tiempo para llegar a la Fundación Santa Fé, un infarto nos puede coger en cualquier lado…
Jaime Ruiz
17 diciembre, 2006 at 3:55 pmAlejandro, yo más que de detalles de la economía hablo de generalidades morales. Pongamos el caso que mencionaba antes de la exención del 25 % de las rentas salariales. No sé qué impacto tenga eso en el conjunto de la economía, pero quien concibió esa norma tenía consagrada la desigualdad en la cabeza y los políticos y periodistas de todos los bandos después (hasta la propuesta de Carrasquilla) ya la consideran algo lícito y normal, como en el chiste de la señora que se casa con un griego. Si un ejecutivo se gana 400 millones al año tiene exentos 100 millones, mientras que una persona que se ganara 40 millones, también un sueldo alto, sólo tendría exentos diez millones. No se trata de conocer a Colombia ni de saber de economía, sino del asombro que experimenta alguien al descubrir que en algún pueblo todo el mundo tiene las orejas cuadradas.
Lo mismo que la parafiscalidad: la ley fuerza al empresario a ser lo más tacaño que pueda en los salarios, pues cuanto más exprima a los empleados más generoso es el Estado con él. ¿Qué tenían en la cabeza quienes dispusieron eso? Para mí son simples rutinas esclavistas (tú trabajas yo sólo consumo).
La relación entre productividad e ingreso en el caso de los médicos conduce a algo parecido: es que no hay un mercado real. Formidable, ya nos entendemos. ¿Deberían crearse esas condiciones de mercado? La típica falacia de los totalitarios es denunciar todos esos desajustes para promover precisamente un orden sin mercado. Para serle sincero yo creo que este gobierno ha sido bastante inepto en todas esas cosas, por ejemplo por la defensa de intereses de gremios y terratenientes a la hora de negociar el TLC. ¿Qué sentido tiene la crítica de los que se oponen a ese tratado? Exactamente los mismos sectores que se benefician de las exenciones porque tienen salarios altísimos y esperan que los impuestos sólo se sigan cobrando a las empresas, es decir, a los asalariados productivos y a los consumidores.
Es decir, ¿es posible admitir que hay mucha gente en Colombia que se opone al gobierno precisamente porque ese orden de mercado sesgado y de toda clase de favoritismos y privilegios y rentas improductivas es el que quiere defender y considera que algunos puntos de la reforma tributaria, el leve desmonte de subsidios y el TLC lo amenazan? Si se admite eso, podría resultar que muchos antiuribistas que lo apoyan a usted como crítico sólo lo estén malinterpretando.
Anónimo
17 diciembre, 2006 at 5:30 pmj.r. deberia predicarles a los 10mil ganaderos, que se declararon culpables de financiar y apoyar el paramilitarismo,el solo ve los maestros y otros empleados estales,la clase dirigente colmbiana,segun jr.como unicos beneficiarios del sistema economico colombiano,culpables de cuanto mal sucede en colombia.
tipico pensamiento cavernario,que excusa la violencia y la explotacion de los pobres que venden mandarinas en las carreteras y los que hacen servicio personal a destajo,j.r.es un ejemplar modelo, de lo que el llama pensamiento esclavista,proyectadolo a sus oponentes
Anónimo
18 diciembre, 2006 at 2:49 amLástima jaime luis es inteligente pero el odio no lo deja pensar. me quedo con las propuestas de Alejandro Gaviria asi suene ingenuas o tontas, no tienen odio, es una busqueda de Alejandro.
Alejandro Gaviria
18 diciembre, 2006 at 3:22 amJaime:
Una curiosidad histórica: la exención del 25% de las rentas laborales (inicialmente era del 30%) surgió como una “compensación” a la implantación del salario integral por la Ley 50 de 1990. Como las primas y demás no eran gravadas y la Ley 50 las incorporó al salario, el legislador decidió en su momento introducir la exención con el propósito de garantizar una supuesta equidad tributaria.
El proponente de la maniobra fue el mismo ponente de la ley: AUV.
j.
18 diciembre, 2006 at 9:03 amJaja. Tal vez ahora Jaime responda como uno de los comentaristas del artículo de Coronell de esta semana: «CUANDO ELEGIMOS A URIBE, HICIMOS UN PACTO PARA OLVIDAR SU PASADO.»
galactus
18 diciembre, 2006 at 9:53 am«No sé qué impacto tenga eso en el conjunto de la economía, pero quien concibió esa norma tenía consagrada la desigualdad en la cabeza.»
Con uribistas como J.R., para que anti-uribistas 😛
Anónimo
18 diciembre, 2006 at 11:40 amJaime, panoptiko, daniel, galactus, j, sergio, etc. Espero que mientras escribían sus sesudos comentarios aquí, una señora pagada por ustedes (o sus papás) les haya recogido el desorden, las botellas de cerveza de la farra de antier y le hayan pagado 5 mil pesos por día de trabajo para que mientras tanto puedan seguir jugando en el computador.
zangano
18 diciembre, 2006 at 3:11 pmanonymus 6.40.:pues mi companera de muchos anos ,cuando me descuido y hago desorden ,me lanza una catilinaria tal, que salgo con el rabo entre las piernas a ordenar lo que desordene,ella tiene sueldo propio,asi que las catilinarias me salen gratis.
Anónimo
18 diciembre, 2006 at 5:08 pmYo pienso que en vez de dar propinas (que lo que hacen es aumentar de manera ilógica e insostenible el «precio» de los servicios que remuneran aquellos que ya tienen trabajo) el «pacto social» propuesto por Valenzuela y Gaviria debería ser de contratar MAS servicios y con gente sin empleo. Por ejemplo, comprometerse a pintar la casa una vez por año o algo asi, vinculando gente que está por fuera de el círculo «tradicional» de egresos de las familias de más capacidad…
lelo69
18 diciembre, 2006 at 5:47 pmAcuérdense de la propuesta de José Name Terán cuando fue ministro del trabajo y una en la televisión propuso acabar el desempleo volviendo obligatorio que todos los ascensores tuvieran ascensoristas y que todos los buses tuvieran un cobrador.
El tipo aseguraba con esa medida como un millón de votos, que se sumaban a los otros que le producian las corbatas que tenia o tiene enquistadas en todas las dependencias del estado.
Esos Names que se llaman en otras partes Valencia Cossio o Lòpez Cabrales son los principales culpables de todas las miserias que vivimios y usted y yo tambien por dejar que eso pase.
El dia que solo unos cuantos privilegiados puedan pagar servicio nos joderemos muchos,por que perderemos esa ayuda enorme que mal reconocemos, pero esas mujeres lograrian vivir màs dignamentes trabajando en actividades menos humillantes y esclavisantes como las de recogerle las miserias a los demàs.
Jaime Ruiz
18 diciembre, 2006 at 5:58 pmBueno, la exención del 25 % del PIB la propuso Uribe, eso demuestra que es un político tradicional con valores tradicionales. ¿No fue también el que propuso limitar las pensiones a 25 salarios mínimos y congelar por un año los salarios públicos superiores a dos salarios mínimos, medidas que no pudieron ser aplicadas gracias a la manipulación leguleya de la abstención y al fraude?
En 2002 y 2006 Uribe era sólo el menos malo de los candidatos, el que no había ido a transar en el Caguán la venta de los esclavos y promovía el TLC. Lo interesante de esa exención no es siquiera que un Congreso y un Senado la hayan aprobado sino que a nadie le molestan. A tal punto que cuando la mencioné por primera vez Alejandro replicó hablando de otras cosas (no sé si son más graves; las exenciones por aportes a fondos de pensiones favorecen a los ricos pero también el ahorro y existen en países como España, la exención proporcional desconcertaría a cualquiera en el Primer Mundo).
La diferencia de Uribe con la oposición es precisamente lo que se propuso en el referendo de 2003 (después abandonado por el propio presidente) y la presencia de técnicos de nivel como Carrasquilla. Otros querrían ministros de Hacienda como Cecilia López o Eduardo Sarmiento, ahí sí que se acabaría la desigualdad. El conjunto de las políticas de los partidos opositores tienen por objeto acentuar la desigualdad y la dominación. ¿O es que algún candidato proponia suprimir esa exención o todas las demás normas que consagran la desigualdad? ¿Alguien se acuerda de los colegios en concesión en Bogotá? Su desmantelamiento es un buen ejemplo de la igualdad que promueve el PDA.
Los primitos intimidadores (parecen un invento de un imitador gore de Walt Disney) no se sorprenden de que exista esa norma ni les interesa ni la condenan, sólo encuentran algún asidero para su guerrita particular y sus egos y sus rencillas.
(Zángano: la verdad es que los empleados estatales son la clientela de la clase dominante tradicional, de otro modo no habrían accedido al puesto. El despilfarro en pensiones y puestos superfluos complementa el conjunto de normas antiliberales que mantienen al país en el atraso. La diferencia es que por una parte usted cree que los comunistas son la solución mientras que para mí son el frente más perverso de esa misma clase, y por la otra para mí el atraso es la diferencia con EE UU mientras que para usted es el hecho de no haber alcanzado el paraíso cubano. Para usted el que vende mandarinas es un explotado, y el problema de todo el sistema de parasitismo es que NO llega a serlo, que no tiene un empleo donde un capitalista lo explote y por eso tiene que vivir en ese rebusque desesperado. La cura de todos ustedes los doctores colombianos es la opuesta a la que han seguido todos los países que hoy son prósperos.)
Jaime Ruiz
18 diciembre, 2006 at 6:02 pmAnónimo 12:08. Buen punto. El servicio doméstico mal pagado es un escándalo, pero no es peor que el desempleo. El problema es como salir del orden antiguo.
Lelo, no me negará que Name Terán es un típico político de izquierda. ¿O no son de ese estilo las políticas de pleno empleo?
Sergio Méndez
18 diciembre, 2006 at 6:24 pmSi Jaime, tranquilo..Uribe se redimió de su pasado de malvado politico corrupto del partido liberal y ahora defiende «los intereses de los colombianos». Tomate tu pastilla y vete a dormir, que esta vez ud sólo se atendió…en su propias palabras:
«Lo mismo que la parafiscalidad: la ley fuerza al empresario a ser lo más tacaño que pueda en los salarios, pues cuanto más exprima a los empleados más generoso es el Estado con él.»
La esencia del capitalismo colombiano, expuesta magistralmente por Jaime Ruiz….
Jaime Ruiz
18 diciembre, 2006 at 6:43 pmSergio, es que ustedes son la esencia del precapitalismo colombiano. ¿Qué es lo que les escandaliza de Uribe, que propusiera esa norma de la exención proporcional o que promoviera una reforma que la quitaba, con la natural oposición de los anticapitalistas? ¿O es que el PDA promueve el fin de la parafiscalidad y la libertad económica?
Entristece que la Universidad de Los Andes gradúe a una criatura que encarna la increíble suma de la idiotez, la ignorancia, la mala fe y la grosería. ¿Cómo explicarle a Sergio que sus hábitos mentales le impedirían el ingreso a una universidad en un país civilizado? No es raro que crean que unas leyes contra las que no tienen nada (hablo de la parafiscalidad, tema que cita el celebérrimo Filósofo Crétino), unas leyes que jamás han criticado, sean un ejemplo de lo que condenan. Sus propuestas son mucho peores, mucho más funestas para los pobres.
Pero los que sí entienden de economía no dicen nada sobre ellas, seguro que porque es la forma práctica de estar a salvo de la intimidación.
Ricardo Perez
18 diciembre, 2006 at 7:12 pmProfesor,
Yo no entendí muy bien el soporte analítico de su columna. Empezando por la mera idea de «pagar más de lo que toca» por algo. Yo siempre he visto los precios como una señal de algún tipo de mercado (sea o no perfectamente competitivo). De golpe es una de esas taras uniandinas con las que uno tiene que vivir.
Yo pensaría que cuando uno compra una casa, un pan, un servicio, detrás del precio hay una interacción entre la oferta y la demanda por el bien o servicio, con algún tipo de complicaciones si uno quiere, pero al final en algún lado están anidados los determinates de cada lado del mercado.
Con los servicios personales, pensaría que sucede justamente eso. Al final del día no será que lo que tenemos es un exceso relativo de oferta mano de obra no calificada, lo que (aún controlando por poder adquisitivo) hace que sea sustancialmente más costoso contratar a un trabajador de este tipo de servicios en NY que en Bogotá? Si la norma cultural en cuanto a propinas aumenta, de golpe lo que termina pasando es que se ajuste a la baja el precio básico del servicio. El precio, en últimas revela un equilibrio de algún tipo de mercado.
Me da la impresión que usted deja de lado los fundamentos económicos de la discusión y plantea el problema como uno de interacción entre buenos y malos, siendo los malos unas personas desalmadas que compran un servicio por debajo de su precio «justo».
No entiendo como puede un economista de su talla ponerle una conotación moral a un precio.El precio de los servicios personales es el resultado de tener exceso de oferta del quien presta el servicio. Bajo el mismo argumento de la propuesta no sería «bueno» que en Bogotá se pagara una propina por la compra de pitaya porque solo vale 1/10 parte a lo que vale en Barcelona/España?
Al igual que con la mano de obra no calificada en Bogotá, vis a vis, Barcelona, hay mayor oferta de pitaya, ergo su precio debe ser más bajo como en efecto lo es. Porqué no extender su pacto social y el del Dr. Valenzuela a este y a otros mercados?
Anónimo
18 diciembre, 2006 at 8:40 pmNo soy economista y tampoco sé si el siguiente ejemplo sirva para ilustrar el punto de Gaviria y cuyos fundamentos económicos cuestiona Ricardo Pérez. Usted va al Museo de las Niños en Bogotá, o a un recorrido por la Catedral de Sal en Zipaquirá, o por el Jardín Botánico de Armenia. Su guía, pongamos en el primer caso, invirte tres horas en mostrarle el museo a su grupo familiar, en responder a sus preguntas, etc. (lo cual es el componente esencial de su trabajo como guía, por el cual seguramente le pagan un salario), pero esa persona en particular lo hace con gran voluntad, paciencia y gusto por su trabajo. Al final del día, usted tiene la opción de despedirse y darle las gracias, o tiene la opción de despedirse, darle las gracias y entregarle una generosa propina porque hizo de su visita una experiencia particularmente agradable e ilustrativa. Qué sucede si usted hace lo segundo? Esa guía se va a esmerar cada vez más en hacer su trabajo porque entiende que el hacerlo bien le trae una compensación adicional, que le gustaría fuera algo permanente. Y eso beneficia tanto al prestador del servicio como a quienes lo reciben. No sé si esto estará alterando los mercados de manera artificial pero para mí es sentido común y apreciación por el trabajo de los demás. Es todo.
zangano
18 diciembre, 2006 at 9:09 pmel telepata j.r. lee el pensamiento, con bolita de cristal en la septima le lee el pensamiento a la clase dirigente colombiana cuando sale a almorzar. no solo niega la identidad de los que piensan distinto,sino que tambien les controla el pensamiento a distancia, para este fenomeno, los politicos,surgen por generacion espontanea del mercado, a ofrecerle puestos a sus seguidores, para que el pontifice los exorcise del maleficio mamerto.
por que no te dedicas a escribir ficcion cientifica humoristica,tendrias mas seguidores que con tu telepatia a control remoto y tus deshilvanadas contradicciones,no es hora ya de que sientes cabeza j.r.? te estas volviendo viejo,e incongruo ojo! que viene el alzheimer y te coge desprevenido.
Jaime Ruiz
18 diciembre, 2006 at 9:12 pmRicardo Pérez, está bueno, pero la opinión es otra mercancía y el columnista se debe a sus lectores; en época navideña hay que llegar a la gente ofreciendo espíritu crítico sin desechar los buenos sentimientos. ¿Qué va a haber de malo en ayudar a la gente más pobre? Lo que realmente molesta es que se preste a la versión del té canasta en el que las señoras arribistas hinchan el pecho pletóricas de generosidad y llevan el mohín de superioridad hasta la contorsión patética: ¿cómo se atreve alguien a burlarse de una propuesta munífica como ésa?
La sobreoferta de mano de obra barata es el complemento del despilfarro de los recursos en cebar personajes de ese estilo.
ricardo perez
18 diciembre, 2006 at 9:34 pmEn la columna del profesor Gaviria en últimas lo que propone no es una propina al estilo del anónimo de las 15:40 sino un sobre sueldo a las empleadas del servicio doméstico, niñeras, etc. En mi comentario yo estaba pensando más en la fijación de este tipo de remuneraciones. Me parece que poner este análisis en los términos del artículo es errado. Eso no es una propina esporádica, es un ajuste a un salario. Subirlo arbitrariamente por sentir lo «bueno» que es pagar salarios altos seguramente llevaría a resultados similares a los de subir el salario mínimo muy por encima del crecimiento de la productividad. Yo pensé que el profesor Gaviria ya había dejado atrá su época de Uribista.
Ahora bien, con respecto a la propina esporádica al estilo de la que se le paga al guía del museo o de la que se da al mesero en un restaurante, el análisis de fondo es diferente. Yo lo pensaría como una prima sobre su salario en función a algún atributo particular, ya sea del oferente del servicio (muy buena atención, cordialidad, etc) o del demandante del servicio (quiere volver y quiere un trato preferencial, etc). Sin embargo la determinación del salario básico es un tema diferente y ahí seguro que volvemos al tema de la escasez relativa de meseros o de guías.
Esa prima oscila con respecto a un precio de referencia (10% en nuestro caso 15% en EEUU, 0% en Japón). Ahora bien, si los salarios son bajos aumentar la prima de 10% a 15% no creo que vaya a cambiar mucho el buen o mal vivir de la gente que la recibe. Creo que la propuesta de fondo profesor Gaviria no está por este lado. Lo que hay que buscar es cómo aumentar la remuneración de los estratos más bajos de la población con base en políticas que afecten los fundamentales del mercado laboral, no con argumentos seudomoralistas.
Sergio Méndez
18 diciembre, 2006 at 10:06 pmRicardo:
Quizás la dimensión moral de la cuestión no esta en el salario mismo que se le paga al servicio domestico, sino la razón por la que la sobreoferta existe. Ahí es donde la desigualdad y la injusticia están, y eso no sólo es un problema que se pueda entender usando herramientas de economista.
Anónimo
18 diciembre, 2006 at 10:50 pmRicardo:
En Estados Unidos los cientos de miles, o a lo mejor hasta millones de personas que viven de su oficio de meseros no tienen ni un salario mínimo, en el sentido legal del término: tienen una compensación básica irrisoria, equivalente a un subsidio de transporte, y todo su ingreso depende exclusivamente de las propinas. Hay muchos que viven de eso una parte de su vida, como los estudiantes universitarios, o toda su vida, como los meseros profesionales. Aquí no estamos hablando de nada esporádico porque la propina es una hábito adquirido de lado y lado, se espera, se da, y se sube o se deja en el mínimo pactado (15 a 20% del valor del consumo) dependiendo de la calidad del servicio. A lo mejor hay que precisar o redondear un poco más la propuesta de Gaviria, pero no estamos hablando de caridad esporádica sino de un reconocimiento previsto cuyo monto subirá si y sólo si el servicio supera lo esperado por el cliente.
panOptiko
19 diciembre, 2006 at 2:13 amDaniel: Sobre mi ejemplo, pues Alejandro ya lo explicó – como yo no hubiera podido. Creo que el punto de que no cobre sentido para usted está en que lo saque de contexto: un mundo de vendedores de mandarina y personas que regatean, así nada tiene sentido fuera del mercado.
Y sobre el sentido común, lo invito a reflexionar sobre los comentarios en esta columna, en la que el 90% abogan a él, para ver que tan común es.
Lelo69: Supongo que es una ligereza producto de la emoción, o las características propias de los comentarios en un blog, pero precisamente una cosa que se debe cambiar es la concepción de que existen trabajos «humillantes y esclavizantes». Una cosa es que las condiciones lo hagan parecer tal, y de eso se trata la propuesta. Otra bien distinta es ese lastre que parece insinuar. Dos ejemplos: mi mamá – y supongo que las mamás de varios por acá – llevo a cabo ese oficio en mi casa, y en vez de ser como usted lo describe, fue sustento y base para que mi hogar fuera próspero – traspasar algo de ese valor a los que pueden pagar a alguien por esos oficios es la idea. Por otro lado, quienes ocupan esos trabajos «esclavizantes y humillantes» en el primer mundo pues no se sienten como tal, tienen la calidad de vida que quieren, no se sienten excluidos de la sociedad, de hecho se entiende que ocupan un lugar importante en la sociedad y se les reconoce como tal.
(Aunque habría mucho más que hablar al respecto, es sorprendente el número de estudiantes de maestría y pregrado que esperan casarse y dedicarse al hogar por estas tierras)
Roberto Angulo
19 diciembre, 2006 at 2:21 amDaniel, una precisión que se me ocurre ahora: el velo de la ignorancia no se implementa ni se pretende implementar. Es como decir que se «implementa» la función de utilidad. Es una construcción, que, en ambos casos, es la piedra de toque de una teoría. Lo que genera un mundo aséptico y simple, que permite hacer algunas generalizaciones. Se rechaza o se acepta. Pero no porque sea difícil de implementar, más bien porque -es factible otra construcción suceptible de generalización como principio o piedra de toque de una teoría-.
Con respecto a la columna… se trata de fundar mecanismos de solidaridad, norma social me parece bien. No se pretende que en la columna quede la propuesta lista. No es un paper o un capitulo del plan de desarrollo, es una opinión, una idea borrosa, y ya.
Alejandro Gaviria
19 diciembre, 2006 at 3:15 amRicardo:
Como respuesta, copio un correo de Luis Carlos Valenzuela que resume con gracia y precisión mis argumentos.
“Lo que pasa Alejandro es que la gente considera que está pagando lo justo,
porqué es el precio que determinó el mercado. Sería interesante conocer el
libro en el que se prueba que el mercado fija precios justos, o que hay tal
cosa como precios justos. Por eso es tan importante contraponer el concepto
de Justicia como equidad a ese disparatado concepto de justicia como
eficiencia. Arrow y Buchanan lo tienen impecablemente claro”.
Y (por último) la propuesta no intenta sustituir las políticas laborales. Jaime tiene razón: se trata de populismo navideño. Pero populismo del bueno, creo yo.
Anónimo
19 diciembre, 2006 at 10:35 amNo sé si la propuesta navideña de Gaviria para los servicios personales se puede equiparar un poco con la tendencia en boga de «fair trade» (comercio justo): el consumidor que compra bajo este sello de garantía ya está aceptando pagar más de lo que seguramente pagaría con «free trade» (libre comercio), porque sabe que a los productores originales se les van a pagar «precios justos» (cfr. Valenzuela).
zangano
19 diciembre, 2006 at 11:18 ampanoptikus:en suecia,entiendo el trabajo de la madre,cuidando de los ninos,atrae un reconocimiento monetario,de hecho mujeres trabajadoras,como son la mayoria de las suecas, una vez embarazadas despues del segundo trimestre o antes ,segun su estado de salud, reciben su salario por los primeros dos anos,con derecho a volver al trabajo dejado por la maternidad despues de este tiempo. esto, basado en el principio, que los ninos son el futuro de un pueblo,que requieren el mejor cuidado posible en sus dos primeros anos,las personas tienen prioridad sobre la demanda del endiosado mercado,claro que esto ,sera inmediatamente ,calificado por el gran inquisidor j.r. identificandolo, como comunismo,,ya que el es omnisciente, telepatico y neoparaco seudo economista.
no es unicamente suecia ,aun en el bastion del neoliberalismo blairista, el tiempo que las madres se quedan en casa, cuidando de sus retonos es reconocido para la pension estatal como si estuvieran asalariadas
que diferencia con los valores de la sociedad colombiana,donde, sacrificar la juventud ,acusarla de mamerta,,justificar masacres y terror de motosierra es la manera como se valora a la juventud,ninez y madres colombianas.
Jaime Ruiz
19 diciembre, 2006 at 2:35 pmFíjense en esto:
Dentro de su viaje, tuvo ocasión de viajar a alguno de los pueblos calurosos cercanos a Bogotá, y en el camino de vuelta pararon a comprar a la vera del camino unas mandarinas a un campesino, de los que sacan sus guacales. El hombre les pidió algo así como 5 mil pesos. Le dijeron que estaba muy caro, ofrecieron algo menos y, a la negativa, arrancaron despacio. De manera que – esto contado con la carcajada a flor de labios – el hombre salio corriendo con la caja en hombros para aceptar el trato impuesto, todo lo cual le pareció muy chistoso – y afortunado, por la rebaja – a la economista.
Lo que está en cursiva lo habría hecho la gente de cualquier parte, lo que está en negrita es lo típico colombiano. Lo que pasa es que los conocimientos de economía fomentan el «transmoralismo» y así va a resultar que la gente en otras partes siente esa marcada satisfacción por ejercer la crueldad con los más débiles y es algo generalizado sobre todo en los que estudian carreras con impacto social. Una vez que le hablé a un profesor universitario de la diferencia de sueldos entre él y los que se ganaban el mínimo soltó la carcajada y me los describió como unas bestias que todo se lo gastarían tomando cerveza encima de un bulto de papa.
(Tengo fundadas sospechas de que Zángano firma a veces J. o Javier o Elefante Azul. En todo caso, los argumentos son idénticos. Ya hace años le vengo pidiendo que me muestre una sola frase en la que yo justifique que se mate a alguien o a las AUC y hasta ahora parece que debido al desprecio que le inspiro no se ha tomado el trabajo de hacerlo. ¿Qué importa? Condenar la calumnia se queda para los ridículos exaltados moralistas, por eso como la mayoría de los que comentan o leen tienen estudios de economía ninguno es capaz de desaprobar ese tipo de discurso. ¿A quién se le va a ocurrir que una acusación de ese tipo merezca alguna prueba? No, que se diga que un país en el que todo el mundo comparte ese estilo es un muladar. Bah, un muladar…, un muladar… El mismo paraíso es lo que es.)
Daniel Vaughan
19 diciembre, 2006 at 3:17 pmRoberto,
Aunque tiene algo de razón, si ha habido discusión sobre cómo implementar el velo de la ignorancia o la posición original: Harsanyi hizo durante muchos años una propuesta utilitarista y contractualista, que aunque también se queda corta (mejor dicho, tiene todas las críticas que usted quiera, porque parte de la base que hay comparación interpersonal de utilidades) pero que intenta ir en esa dirección. Sobre eso hay una discusión bien interesante, que puede encontrar leyendo al mismo Harsanyi, o a Binmore en sus libros sobre contrato social (hace poco también leí un artículo de Arrow publicado hace muchísimos años en un journal de filosofía, en donde hacía una revisión crítica, o un «review» de la teoría de la justica de Rawls… ahí también hay algo sobre eso. Mire que el hecho de que sea una construcción teórica no significa que no haya habido intentos por hacerla práctica, sobre todo si goza de tan buena reputación dentro de los especialistas del tema que son los filósofos. Probablemente el problema es ese: probablemente a los filósofos no les interesa pasar de lo teórico a lo práctico, y por eso la gente que cito arriba son todos economistas con ínfulas de filósofos.).
Para mi lo importante, independientemente de la discusión que se dio hace varias décadas sobre si se puede implementar o no, es si alguna parte de la idea se puede poner en práctica, o implementar (no se si ud. sea economista o ha leido algo sobre diseño de mecanismos, pero si lo es verá que el verbo «implementar» lo estoy utilizando en el sentido técnico contractualista… si no lo es, olvide lo que estoy diciendo) o incluso si existe algún mecanismo conceptualmente parecido que se pueda poner en práctica. Creo que los hay, pero todavía es algo a lo que le estoy echando cabeza, y que estoy convencido que vale la pena echarle cabeza.
Alejandro,
Sobre la respuesta de LC Valenzuela, vuelvo a la misma discusión de antes. Probablemente únicamente los economistas insensatos, y los estudiantes de pregrado en economía (que han tenido profesores igualmente insensatos) son los únicos que creen en la existencia de un único precio que vacía un mercado, y que además es justo, siguiendo el principio del valor de la productividad marginal (o incluso para irse a discusiones mucho más abstractas, a la teoría del valor a la Smith o incluso Marx). Ahí le va una crítica a usted a los demás profesores de economía que hay en el país (por supuesto la crítica se extiende al resto del mundo, pero a mi me preocupa es lo que estamos enseñando en Colombia), que enseñan modelos sin hacer un análisis crítico de lo que están enseñando, y los estudiantes, que creen en los gurús, se terminan convenciendo que el mundo realmente es así (la crítica no va directamente a usted, por supuesto, porque nunca he estado en una clase con usted. Pero digamos que lo incluyo a usted – y a mí, para ser más justa la crítica – porque creo que los profesores de economía tenemos una inmensa responsabilidad cuando transmitimos falsas verdades).
A mi el comentario de LC Valenzuela no me parece interesante: por supuesto no hay tal libro en donde se pruebe eso, o bueno, lo triste es que posiblemente hay un montón de artículos y libros publicados con pruebas matemáticas sofisticadísimas en donde se prueba justicia a partir de una definción y una derivación lógica. Pero el punto interesante no es ese: el punto importante es cómo se forma un individuo el concepto de justicia: apelan a algo parecido al velo de la ignorancia o la posición original, por ejemplo? («si yo fuera mesero o empleada de servicio doméstico me gustaría que me pagaran esto») Yo creo que esto en parte sucede (la norma «no hagas lo que no te gusta que hagan» se puede poner en práctica de manera positiva- y no negativa como esta que estoy poniendo de ejemplo- y yo creo que de alguna manera sirve para entender cómo los individuos se forman ese concepto de justicia).
Sin embargo, yo parto también de la base que la gente no tiene suficiente información e intenta llegar a un concepto de lo justo a partir de «puntos focales» como usted mencionó antes, o simplemente como puntos de referencia. Cómo se forman estos puntos de referencia es interesante: puede ser sencillamente después de preguntarle a un grupo de amigos (sobre esto la teoría de juegos evolutiva ha dicho bastante: Young y Binmore y Larry Samuelson se me pasan por la cabeza en este momento). O puede ser que utilizan como referencia lo que los gurús o los medios de comunicación sugieren: alguien está mejor informado que yo, entonces por qué no creerle a Alejandro Gaviria, por ejemplo?
Nuevamente, llegar a lo que es justo no es fácil, y no por eso podemos decir inmediatamente que lo que la gente está pagando no es lo que considera justo (que finalmente es lo que usted y LCV están diciendo: «en Colombia se paga muy poco, se paga por debajo de lo justo entonces proponemos, de manera modesta, que los colombianos paguen lo justo! Qué es lo justo? Lo que sus conciencias les digan, o mejor aún, pregúntenos a nosotros que sí sabemos lo que es lo justo.» Lamento seguir distanciándome de usted y los otros lectores que han participado en este debate, pero yo no tengo ni idea que es lo justo. Cuánto es justo pagarle a la empleada de servicio doméstico, por ejemplo?). Son normas sociales, y eso facilita enormemente esa búsqueda de información. El ejemplo de las propinas en EEUU es interesante: es una norma cultural y todo el mundo la paga y SABE CUÁNTO TIENE QUE PAGAR (es decir, sabe qué es lo mínimo justo, de ahí en adelante usted verá), sea bueno o no el servicio. Sea querido o no el taxista. Sea uno rico o sea uno un estudiante, igual paga propina. Ya se internalizó. Pero la norma social que usted sugiere es una norma elitista únicamente: sólo ese 10% de la población más rica va a pagar propinas. Pero incluso no creo que esta redistribución elitista sea la más eficiente: probablemente va a haber una transferencia de recursos de la clase alta a los estratos medios, y no a los bajos como uno esperaría (así sucede en EEUU por lo menos, aunque el ejemplo por supuesto no es bueno, porque el ingreso está distribuido de una manera completamente distinta acá en EEUU que en Colombia). Para que se vuelva una norma social es importante que TODOS lo hagan (porque entonces puede pasar lo que ya pasó en este blog, en donde algún divertido forista preguntaba si él clasificaba como rico… ahora la pregunta es: clasifico como rico? O clasifico dentro de los que me tiene que dar propinas). Si no lo que estamos diciendo que es pagar lo justo no es más que una forma de llamar a dar limosnas, y estoy seguro que usted no apoyaría tal iniciativa (lo digo porque va en contravía de lo que ha dicho en otras columnas sobre el asistencialismo estatal).
Pero bueno, anoche me quedé pensando en esto y me acordé de algo que había pensado hace varios meses, que sucede en EEUU muchísimo y muy poco en Colombia, y que está muy relacionado con esta discusión: por qué los ricos (no todos, por supuesto) en EEUU si deciden redistribuir alguna parte de sus fortunas, mientras que en Colombia eso se ve muy poco? Estoy hablando por supuesto de los filántropos: gente que ha acumulado muchísima plata, y decide reinvertir ya sea en obras sociales, o incluso mejor, en educación. Una de las razones de por qué en EEUU las universidades privadas y públicas tuvieron el auge que las catapultó a ser las mejores en el mundo en la segunda mitad del siglo pasado es que se financiaban con donaciones de esa gente millonaria. En EEUU buena parte de la investigación y la financiación de educación proviene de esta manera de redistribución voluntaria. Es algo que también se ha convertido en el tiempo en una norma cultural, en una institución informal. Puedo estar equivocado, pero en este momento no me acuerdo de que algo así suceda en Colombia (por supuesto que hay campañas, y obras sociales, pero como decía Lina Moreno recientemente, toca dejar de pensar en esto como obras de caridad, y más como un acto de responsabilidad social, es decir, como una obligación).
Panotpiko,
Tiene toda la razón en muchas de las cosas que ha dicho, en particular en la de apelar al «sentido común» cuando se está intentando argumentar algo. Gracias por el comentario.
Roberto,
Tiene toda la razón en la crítica escondida al uso del lenguaje técnico en estas discusiones. Yo tampoco creo que se esté escribiendo un paper acá, y no estoy jugando a hacer una discusión académica al respecto. Estoy jugando a tener una discusión argumentada, y en ese sentido, a veces (con más frecuencia de la que uno quisiera) se pasan términos técnicos. Aunque he intentado utilizar los términos técnicos en respuestas a personas que creo que son economistas, igual pido excusas por eso a los demás foristas.
Un cordial saludo.
zangano
19 diciembre, 2006 at 3:17 pmno hay mas sordo que quien no quiere oir,j.r.gran inquisidor de la derecha colombiana,senalador de jovenes universitarios,maestros,sindicalistas y mas, como mamertos,como blancos de sus matones paracos para asesinarlos impunemente ,no puede entender, que hay muchos que ven su perfidia y su desprecio por la vida de los que le disputan su pensamiento cavernario.
el sospecha que hay un solo profesional con multiples alias que lo critica,el,que ni siquiera es capaz de publicar su faz,escudandose detras de ggm.
para usarlo como capucha negra paramilitar,que cobardia e hipocresia,tirandosela de defensor delos pobres ,no engana, sino a sus empleadores,de washingto, el ralito, ahora la carcel de itagui y probablemente el palacio de narino.
las verdades le alcanzan,aunque se oculte detras de un colombiano de un valor que ud envidiara pero que nunca lograra,da grima su catadura moral patibularia.
zangano
19 diciembre, 2006 at 3:54 pmdaniel: como tu,me gane el lotto al obtener una educacion superior,me di una vuelta por tu blog,puedo recomendarlo a otros bloggers,es en ingles y castellano.
tu respuesta a alejandro ,roberto y otros, me parece ,sin ser economista,justa y fiel a la verdad ,felicitaciones.
lo que no pude hacer, fue dar respuesta a tus escritos,me gusto «la mamadera de gallo»,sobre todo el chiste practico de el aparte «personal»
saludos .
Jaime Ruiz
19 diciembre, 2006 at 4:04 pmYa lo sabía, el silencio de todos autoriza las explicaciones del gran Zángano, exponente de la catadura moral de la universidad colombiana. Bah, ese es valeroso, los demás obran con la misma nobleza y rectitud pero ni siquiera dan la cara.
zangano
19 diciembre, 2006 at 4:35 pmj.r.proyectando otra vez?es otro si,quien esconde la cara .
Luis Ernesto
19 diciembre, 2006 at 4:42 pmYo sinceramente no entiendo como los economistas con ánimo purista no pueden entender lo siguiente:
1) Que el salario básico es el precio de mercado. Es decir, la cantidad que uno paga actualmente a la señora del aseo.
2) Que bajo la propuesta Valenzuela-Gaviria lo que ocurre es que se segmenta el mercado.
3) Que ese mercado funcionaría como un monopolio discriminador perfecto, pero al contrario.
4) Que de esta forma cada individuo puede pagar algo cercano a su disponibilidad a pagar, es decir, hacer que el excedente del consumidor en el mercado de los sevicios personales sea cero.
y
5) Que bajo este esquema las cantidades de equilibrio no cambian, pues el último comprador sigue pagando la productividad marginal que iguala a su disponibilidad a pagar.
¿Y dicen que a la propuesta Valenzuela-Gaviria le falta micro?
Yo creo que a todos nos falta. Uno siempre tiene suficientes modelos como para sustentar cualquier cosa.
Por otro lado. Desde luego esta es una propuesta ética. No podría ser de otra forma. El creer que lo justo es pagar el producto marginal es una concepción tan ética, como creer que se debe pagar el producto promedio. Sobra decir que cualquier cosa en medio de las dos posibilidades también es una posición ética.
lelo69
19 diciembre, 2006 at 4:58 pmpanoptiko:
Tienes razòn el comentario mio es un poco exagerado, pero reitero que el oficio de «domestica» en las condiciones actuales es degredante en una proporciòn considerables. Son personas que trabajan jornadas de 12 horas o màs, mal pagadss, humilladas, vejadas. Considero que cuando estas personas trabajen 8 horas, puedan dormir en sus propias casas que tenga seguridad social,vacaciones,coman en la mesa con los patrones, reciban pago de horas extras, eso sera una sañal de progreso, aunque la mayoria ya no podamos tenerlas, por que no ganariamos lo suficientes para pagar lo justo, en otras palabras la clase media tiene servicio domestico por una oferta excesiva de gentes sin educaciòn y sin un estado justo..
Alejandro Gaviria
19 diciembre, 2006 at 5:41 pmDaniel:
La verdad no entendí muy bien su punto. Una cosa es tratar de definir la justicia axiomáticamente. O aplicar las definiciones de justicia en la práctica. Pero yo no estoy preocupado por esos asuntos. A mi me preocupa la teoría positiva de la justicia (para darle algún nombre rimbombante). La gente toma decisiones todos los días con base en alguna idea de justicia: contradictoria, incompleta, basadas en normas sociales, en la conciencia, en la vergüenza, en la ley, en lo que sea.
Yo creo que para un tipo de interacciones específicas (que involucran a los compradores y vendedores de servicios personales) las concepciones “positivas” de justicia son importantes, entre otras cosas porque una de las partes (el comprador) tiene la ventaja estratégica que le otorga el bajísimo precio de reserva de la otra parte (el vendedor). Y creo también que vale la pena propiciar el surgimiento de una norma social que cambie la repartición del excedente en ese contexto específico.
Eso es todo. Que las normas son difíciles de cambiar. Que los economistas somos irresponsables porque enseñamos el primer teorema de bienestar y no el segundo, que la teoría evolutiva nos puede dar algunas luces de cómo las normas cambian y cómo se llevan a la práctica algunos conceptos de justicia reditributiva, todo eso es carreta.
Lo que yo tengo en mente (y me perdonaron los no economistas) es el juego del dictador, el cual, en mi opinión, caricaturiza adecuadamente el problema en cuestión. Y cuya solución depende del altruismo del oferente (el comprador): altruismo que me interesa promover.
Yo hablé del decil superior simplemente (no sé si lo sabía) porque la diferencia entre este decil y el resto explica más de la mitad del Gini: es la dimensión clave de la desigualdad. Pero no quiero entrar en detalles. La propuesta está hecha. Y varios estamos practicándola sin necesidad de invocar a Rawls, o de citar a Aristóteles.
sillogysmes_mao
19 diciembre, 2006 at 5:47 pmA estas alturas,ya nadie se preocupa,ni siquiera Gaviria,por reprimir una sonrisa frivolona.El humor emboscado y sutil del columnista merece una propina.Ahora bien,una domestica algo lirica y deshuesada es impagable.Eso lo saben los lectores de Forbes y las ‘patronas’ que se estimulan la libido con el crucigrama del New York Times.
sillogysmes_mao
19 diciembre, 2006 at 5:57 pm… La sarcastica decepcion de Liza Minelli en ‘Cabaret’ por el agotamiento general y las escasas propinas. ( Los filantropos reunidos estuvieron a punto de montar una guillotina. )
sillogysmes_mao
19 diciembre, 2006 at 6:12 pmLELO 69 ;
En el territorio feliz de la ficcion… » Las coplas pre-capitalistas de Serrat imaginan que el 84 por ciento de los espanoles es incapaz de calcular el coste de la Monarquia » ( Apunta el ritualista Eduardo Mendoza que las propinas que el Estado le tira a los Borbon a reducido a estos penosos pistoleros a la condicion de mimos )
j.
19 diciembre, 2006 at 6:25 pm¿Alejandro, consiguió en la encuesta de hogares el dato sobre el número de empleados estatales en el decil superior? Yo estuve buscando en la página del DANE sin éxito.
Daniel Vaughan
19 diciembre, 2006 at 7:21 pmAlejandro,
Muy buena respuesta. Nuevamente, la iniciativa es interesante y bien intencionada. Ojalá más personas sigan su ejemplo, por supuesto, empezando por usted.
Un cordial saludo para usted y Feliz Navidad para usted y los demás foristas.
Daniel Vaughan
19 diciembre, 2006 at 7:30 pmAh, no! Todavía no! Déjeme decir una última cosa: los economistas no somos irresponsables por enseñar teoría (sería contradictorio que yo diga eso, porque eso es lo que me gusta a mi): lo irresponsable es no enseñar que la teoría está construida sobre la base de unos supuestos muy débiles.
No me cabe la menor duda que usted no es ese tipo de profesor. Pero yo sí los tuve así, los ví en Colombia cuando dejé de ser estudiante, y todavía los veo en EEUU (y lo más triste: veo estudiantes de doctorado que se están formando para ser así). Y los estudiantes terminan por creer todo lo que dicen (sobre esto mucho se ha dicho: hay un montón de experimentos hechos que muestran que los estudientes de economía han sido como adoctrinados, son más egoistas en promedio y cosas parecidas).
Era sólo un llamado de atención tanto a profesores como estudiantes: profesores que tienen que ser más responsbles, y estudiantes que tienen que desarrollar el pensamiento crítico durante la universidad.
Ahora sí, Feliz Navidad y Feliz Año. Ha sido, como siempre, un placer discutir con usted y los demás foristas.
silogysmes_mao
19 diciembre, 2006 at 7:39 pmMe satisface el lenguaje simbolico
del estudiante Daniel V.Y bueno… Feliz Casino 007 para todos los foristas.Feliz Navidad.
zangano
19 diciembre, 2006 at 8:12 pmfeliz solsticio de invierno,para los que tienen con que celebrarlo,para los que no,mi deseo, que estas discusiones generen cambios que se lo permitan en una colombia mas humana y justa que la que padecemos.
la reparticion balanceada de la riqueza nacional llegara tarde o temprano,esperemos, que sea lo ultimo.
salud y prosperidad para el 2007.
DV
19 diciembre, 2006 at 8:12 pmLuis Ernesto,
Lo veo muy bien en micro… siga estudiando juicioso.
Un saludo.
DV
Roberto Angulo
19 diciembre, 2006 at 9:05 pmDaniel, insisto que el velo de la ignorancia no se pretende implementar. Se aplican definiciones para -en la práctica- tomar decisiones que involucran a las personas. Pero una construcción teórica como el velo de la ignorancia no se pretende implementar.
Lo que se aplica es el criterio Rawlsiano -definido este por la piedra de toque de su construcción teórica que es el velo de la ignorancia.
Por ejemplo, Cuando se pretende explicar una crisis financiera mediante un modelo utilitarista, con el dinero dentro de la función de utilidad, de ninguna manera se está «implementando una función de utilidad que tiene como argumento el dinero», esta es una construcción teórica que el economista está en el deber de -como usted dice -justificar- . La construcción teórica sigue en su ámbito, teórico, aséptico, así se use para explicar un fenómeno práctico y concluir sobre un problema real.
Pero veo que nos estamos enfrascando en el término «implementar»… de resto, podemos estar de acuerdo. Todo se remontó a eso de «el velo de la ignorancia es difícil de implementar»
Hablando de discusión semántica, sí que le salió rimbombante eso de «teoría positiva de la justicia» a Alejandro Gaviria.
Daniel Vaughan
19 diciembre, 2006 at 9:47 pmRoberto,
Gracias por la aclaración. Lo de «la piedra de toque de su construcción teórica que es el velo de la ignorancia» no me queda claro. ¿A qué se refiere exactamente con «la piedra de toque»?
Creo que no estamos tan en desacuerdo como parece. Probablemente es lo que usted dice, una diferencia en el uso del lenguaje.
De todas formas gracias por la aclaración.
Saludos.
DV
Alejandro Gaviria
19 diciembre, 2006 at 11:27 pmJ.
Ya calculé los datos. No tuve tiempo sino hasta ahora. Los empleados estatales representan el 14% de los trabajadores del último decil. Nada parecido a lo que había dicho Jaime. Pero el 50% de los mismos están ubicados en el último decil. Son un grupo privilegiado (quien lo niega) pero relativamente pequeño para convertirlo en tamaña obsesión.
A todos, gracias por los comentarios, por la siempre animada discusión. Y para quienes no creen en las preferencias sociales, recuerden que todos hacemos todo esto gratis.
Feliz navidad.
Adán
20 diciembre, 2006 at 12:03 amLas propuestas del Chiqui Valenzuela son como las «Loas a la madre» de Medina.
rafael a. jaramillo
20 diciembre, 2006 at 2:35 amMas que una propuesta lo veo como una actitud.No esta Gaviria presentando una elaborada teoria economica , pero nunca una teoria tendra aceptacion entre quienes manejan el coroto,si previamente no hay conciencia de las causas que originan los problemas. Que en Colombia ,la gran mayoria, tiene una capacidad de consumo muy limitada, es una verdad de Perogrullo.No se necesita ser socialista o comunista para entender que, eso,combinado con la ineficiencia y egoismo de los cacaos, es la causa principal de todos nuestros males. Tampoco se trata de salirse de madre y llegar a los grados de eficiencia de narcos ,paras o guerrilla,que sus ingresos les da un poder de consumo tan grande que son capaces de comprar, de presidente para abajo,cualquier cosa que les pueda ser util. /raja
Jaime Ruiz
20 diciembre, 2006 at 6:03 amAlejandro, me perdonará pero esas cuentas son un poco raras para mí. El 14 % de 4,2 millones serían 588.000 personas, siendo la mitad daría como resultado 1.176.000, bah, 1,2 millones. Pero si sólo de afiliados a Fenaltrase había 700.000 hace poco tiempo. Yo creo que en esa cuenta no entran algunos sectores, pues vendría a significar que ni siquiera habría 1,5 beneficiarios del ingreso por cada persona «activa» (perdón por este lenguaje antitécnico).
Pero el punto no es sólo su ingreso sino la relación ingreso-productividad. Bah, dejemos eso: pensemos en la relación ingreso-origen social, pues ¿quién accede a esos empleos de ese 14 %? Otra vez, dejemos eso. No tiene nada que deba escandalizarnos el hecho de que el orden social se reproduzca, en todas partes se cuecen habas. Ahora bien, ¿qué proporción de poder tiene en la sociedad alguien así? Un modesto empleado estatal que se gane 60 millones al año no está en la misma situación de un camionero que se gane el doble. ¿Cuánto le cuesta la vivienda? ¿Durante cuántos años se ganará eso? ¿Cuánto gasta en mantener su «estatus»? Hace muchos años conocí a un muchacho que después terminó de ministro, bueno, su padre ya era ministro, y era alguien que se vestía con un descuido impresionante. Pero desde lejos se le veía una condición social superior. El camionero se gasta una fortuna para que no lo miren con desprecio en los restaurantes, y siempre está por debajo.
Perdón por la pérdida de tiempo de todo eso. Mi punto, lo que a mí me obsesiona «tamañamente» es esa relación ingreso alto y seguro-productividad baja-origen social alto-papel de dominio en la sociedad…
¿Cuál es el discurso político predominante en ese sector social y qué relación tiene con sus intereses?
No hay problema, no tienen que leer lo que yo escribo, al final la única respuesta que sale es la de J. o Zángano o directamente las amenazas. Es que soy en realidad un jefe paramilitar y me obsesiono para que siga la injusticia y la desigualdad.
Bueno J. y Zángano expresan esa propensión a las rencillas personales mezquinas y a partir de ahí el increíble despliegue de malignidad que no dista un milímetro del asesinato por encargo. Los demás expresan algo peor, la tranquila conformidad con eso: la disposición a buscar contactos para prosperar entre quienes tienen poder por esos medios. La colombianidad en su aspecto de perpetuo «estado de Conquista» y que me perdone Hobbes.
j.
20 diciembre, 2006 at 7:59 amGracias por el dato, Alejandro. Felices fiestas.
Sergio Méndez
20 diciembre, 2006 at 11:53 amAlejandro:
Gracias por el dato ¿Nos podría dar una fuente?
Alejandro Gaviria
20 diciembre, 2006 at 12:28 pmTres puntos.
1. Son cálculos propios con base en la Encuesta de Calidad de Vida. La distribución por deciles la calculé con base en los ingresos totales (laborales y otros). Los trabajadores estatales fueron identificados con base en la pregunta L17: corresponden la categoría 2: “obreros y empleados el Estado”.
2. La posible incongruencia aritmética que señala Jaime podría explicarse por el hecho de que muchos afiliados a Fenaltrase son pensionados que no hacen parte de la fuerza de trabajo.
3. Mi referencia a la obsesión de Jaime se refería a un hecho puntual: la diferencia salarial entre empleados estatales y el resto explica una fracción muy pequeña de la desigualdad del ingreso en este país. Puede que sea la fracción más odiosa pero esa ya no es una cuestión empírica.
eureka
20 diciembre, 2006 at 12:38 pmj.r. ¿quién le dijo que se acabaron los colegios en concesión en Bogotá?. La verdad ese tema estuvo sonanado y era uno de los lemas de campaña de Garzón, pero a la hora de ponerlo en práctica no pudo ir en contra de los buenos resultados que estos mostraron. La verdad no se terminaron las concesiones, solamente no se ampliaron, seguramente un nuevo alcalde continuará con esta política.
Personalmente me sorprende que una columna que tenía que ver con una decisión personal de reconocer un paga más alto o»justo» a los que prestan servicios personales tenga más comentarios que algunas anteriores ¿será por lo que está en nosotros aplicarla y no en culpar al Estado, los políticos, los paramilitares o la guerrilla?, lo único que puedo agregar al escrito de alejandro es que es una buena idea.
Daniel Vaughan
20 diciembre, 2006 at 4:00 pmGrata sorpresa leer que el Grupo Santodomingo donó 24 mil millones de pesos para la UniAndes.
Alejandro, siguiendo el espíritu de su anterior columna debería hacer un llamado de atención para que esto no sea motivo de una «grata sorpresa» sino que sea algo que pasa con más frecuencia. Este cambio en las normas culturales, como he venido llamándolas, me parece muchísimo más importante y con efectos mucho más duraderos, que la internalización de la cultura de la propina que usted, LCV y seguramente otras personas proponen. Más que hacer una transición hacia la internalización de la propina, deberíamos incentivar la internalización de la filantropía, aunque por supuesto, ya que TODOS estamos jugando a ser «justicieros sociales» e «idealistas sociales» podemos pedir que las dos se pongan en práctica.
Pero si me toca escoger, prefiero las donaciones (limosnas si quieren llamarlo así) en educación que las propinas por servicios personales.
Un cordial saludo.
DV
Jaime Ruiz
20 diciembre, 2006 at 4:34 pmPerdón pero eso de Fenaltrase me ha dejado perplejo: ¿de modo que Alejandro cuenta a las personas que reciben un salario del Estado (y sale un 14 % en el decil de ingresos más altos) pero no a los que cobran una pensión? Ya me parecía raro. Todo el mundo sabe que los empleados estatales, sobre todo si son doctores y por eso participan en la heroica lucha de la clase obrera (calumniosamente descrita como «épica del bochinche»), «trabajan» unos veinte años y después viven unos cuarenta cobrando pensión, con lo que la cifra de quienes reciben sus rentas a partir de una relación laboral con el Estado tiene que ser mucho más alta. A lo mejor hay algo que he entendido mal.
Pero aparte hay muchas otras personas que viven del Estado sin trabajar para él. Pongamos una agencia de provisión de tutelas (¡un «juzgado»!) que da de comer a cierta cantidad de personas de ese decil superior, ¿cuántas personas viven de esa agencia porque son promotores de tutelas o trabajan en esa colombiana industria? Sin duda más. ¿Y los que reciben subvenciones y venden informes?
Lástima no tener tiempo, seguro que algún estudiante de economía extranjero (obvio) que se tomara el trabajo de comparar la proporción de propietarios de negocios que hay en ese decil superior en Colombia y en un país «desarrollado» sacaría conclusiones interesantísimas. ¡Se les acabará la arrogancia a esos pendejos cuando vean que están muy lejos de alcanzar la justicia social que hay en Colombia, que los capitalistas los tienen más oprimidos!
Sergio Méndez
20 diciembre, 2006 at 6:04 pmTodo el mundo sabe que los empleados estatales, sobre todo si son doctores y por eso participan en la heroica lucha de la clase obrera (calumniosamente descrita como «épica del bochinche»), «trabajan» unos veinte años y después viven unos cuarenta cobrando pensión, con lo que la cifra de quienes reciben sus rentas a partir de una relación laboral con el Estado tiene que ser mucho más alta. A lo mejor hay algo que he entendido mal.
Si Jaime, todo el mundo «sabe». Ahora en serio, tomese las pastillas y vayase a dormir.
Jaime Ruiz
20 diciembre, 2006 at 7:10 pmSergio, ponga amenazas porque sus prejuicios son ridiculeces y la forma en que los ostenta una afrenta para todos los que tengan relación con la U. de Los Andes. ¿Cuál es la imprecisión de la frase que cita? Conozco a varias personas que llevan cuarenta años cobrando pensión, y también personas que en la última década se pensionaron al cumplir cuarenta años. ¿Qué es lo que no le gusta?
Sergio Méndez
20 diciembre, 2006 at 7:47 pmJaime:
Imprecisión no. Simplemente que es otra de sus estupidas afirmaciones sustentadas con nada mejor que anecdotas personales suyas. Incluso si lo que dice es verdad, eso no le da para generalizar. Asi que antes de venir a pontificarnos con sus «verdades absolutas» que nadie le cree, traiga pruebas -preferiblemente que NO sean hipervínculos a las entradas de su blog- o tomese las pastillas y vayase a dormir.
Jaime Ruiz
20 diciembre, 2006 at 8:35 pmLa verdad es que yo sí debo de tener un trastorno muy grande. Nunca leo el blog de Sergio, pero él que me desprecia tanto no puede dejar pasar un día sin ir a escribir insultos en mi blog. Bueno, ¿qué importa?
Una de sus «teorías» preferidas, compartida por todos los de este blog, incluido el patrón, supongo, es que no puede ser que se castigue con sólo cinco años a los paramilitares por crímenes atroces y que al mismo tiempo se critique al PDA por proponer la solución negociada. ¿Qué es lo que quieren negociar aparte de la ley de justicia y paz? ¿Es tan difícil entender que en el Caguán no se estaba discutiendo si Tirofijo estaría veinte o treinta años en la cárcel sino que se pretendía premiar ampliamente los crímenes, con poder?
Ya sé que no es el tema de este blog ni el interés de los participantes, a los que por lo visto nada los conmueve, ni las lindezas de su líder, alias Zángano, ni los miles de secuestrados, ni las continuas masacres de policías y soldados. Pero hay una responsabilidad que nos afecta a todos, mientras los promotores del crimen tengan derecho a intimidar a todo el mundo no puede haber ninguna paz sino una extensión incesante de los crímenes. Quienes los cometen están legitimados porque el gobierno no negocia y en realidad los que no les piden que negocien sino que esperan que se los premie son reconocidos y admirados.
Bueno, da lo mismo, algún día tendrán que tomar partido y resolverse a desaprobar siquiera tímidamente las audacias de los Jotas, de los Zánganos y de los Sergios. Aunque mucho me temo que tomarán partido por los asesinos y secuestradores, ya su silencio otorga muchísimo.
Sergio Méndez
20 diciembre, 2006 at 8:58 pmJaime:
Por favor, no aburra a los participantes de este blog con las discusiones del suyo. Y no use esa estrategia para evitar tener que substanciar sus afirmaciones y generalizaciones bastardas con DATOS. Ahora si duermase por favor.
Roberto Angulo
20 diciembre, 2006 at 9:01 pmHay que tener cuidado con el lenguaje de todas formas, no sea que el tema redistributivo quede asociado estrictamente a un tema de generalización de la filantropía, limosnas,propinas, o dictadores benevolentes.
Un criterio de justicia como equidad va más allá de la caridad, de la limosna o de la solidaridad en cualquier grado. Es una restricción más fuerte: no toda solidaridad es suficiente, es suficiente si permite alcanzar la equidad (entendida como igualdad en el espacio de las oportunidades). En otras palabras, la solidaridad puede existir y ser imparcial. En ese sentido, la equidad implica sobrepasar la imparcialidad.
Ojo, Santodomingo podrá ser un filántropo regalándole plata a los Andes, pero eso no es solidaridad, es una transferencia entre ricos. Como los habitantes de un edificio de los rosales jugando al amigo secreto. Por eso el ejemplo nada tiene que ver con el de las propinas, ni siquiera es complementario.
Yo se que el rollo de las propinas y la filantropía no son una propuesta de política redistributiva rimbombante, son mecanismos de transferencia y/o solidaridad, válidos como propuesta, cómo no. Pero lo digo porque Valenzuela está hablando de otra cosa, de justicia como equidad y en Buchanan no es solo internalización de la filantropía o de las propinas.
Jaime Ruiz
20 diciembre, 2006 at 9:35 pmSergio, los datos son simples, pero las personas como usted obran tan profundamente de mala fe que realmente no es raro que Colombia sea el país de los delincuentes. ¿Alguien puede confirmar si es o no verdad que una persona que haya cumplido 45 años y lleve 20 trabajando se puede pensionar en Banrepública? ¿Y que en Ecopetrol la pensión todavía se calcula sumando 70 entre la edad y el tiempo de trabajo? (Alguien que entre a los 20 años, a los 45 lleva 25 años y sumados a 45 da 70.)
Da lo mismo, ¿le preocupa a usted la desigualdad atroz de esos privilegios? Si ni siquiera es capaz de ponerse en contra de los que aplauden los secuestros y de sus aliados.
Yo no sé si usted está abusando del basuco o si es alguien tan contrahecho, pero sus chácharas producen mucha impresión. La verdad es que no tardará en ser columnista, la gente ya está un poco impresionada con García-Peña y Cepeda II, ahora llega una voz joven, innovadora en el lenguaje, con aún más desparpajo. ¡Según Alejandro Gaviria es escándalo somos los que desaprobamos a esos genios!
Daniel Vaughan
20 diciembre, 2006 at 9:51 pmRoberto, por lo último que escribe suena que sabe exactamente qué está diciendo Valenzuela. Como yo no se exactamente qué está diciendo, ni qué es lo que dice Buchanan a este respecto, puede contarme un poco más?
Lo que usted dice es verdad: lo de Santodomingo no es exactamente redistributivo, por más que en El Tiempo (o Portafolio, no se dónde lo leí) digan que es para financiar a estudiantes de bajos recursos. Tiene toda la razón en eso (aunque fíjese que lo de las propinas tampoco es muy eficiente por lo que comenté antes: probablemente terminaría siendo una redistribución de los estratos más altos a la clase media, y no exactamente a los más pobres).
Mi comentario iba por otro lado, y tiene que ver con otro comentario que también hice antes, y es cómo el sistema educativo gringo, sin lugar a dudas el mejor (en términos de postgrados en el mundo, así haya gente que no le guste, esta es la verdad), se financia en gran parte de aportes de los más ricos. En este sentido, las universidades más prestigiosas- muchas de ellas privadas, y claramente elitistas (por ejemplo, Yale, Harvard y Columbia… u otras menos prestigiosas como NYU, en donde yo me encuentro en este momento) en el sentido que las matrículas son tan altas y el círculo social tan reducido, que sólo unos pocos estudiantes (de pregrado) pueden entrar- han logrado aumentar la calidad de los programas y de la investigación que ahí se hace a partir de esta fuente de financiación.
En ese sentido, aunque claramente no es redistributivo (habrá excepciones, por supuesto, pues hay prestigiosísimas universidades públicas en EEUU) el país en general se beneficia de tales donaciones. Hasta hoy, you NUNCA había oido que eso sucediera en Colombia (lo que claramente no significa que no sucediera… probablemente si ha pasado, pero definitivamente no creo que sea un hecho generalizado).
La pregunta es: sería mejor que Santodomingo invirtiera esa plata en una universidad pública? Y mi respuesta es: probablemente no. Eso pasó en EEUU entre los años 50s-70s en donde la política explícita del gobierno fue financiar a las universidades que realmente tenían capacidad de hacer investigación: hacer una inversión de esa magnitud en universidades públicas puede no ser lo más eficiente, y seguramente tampoco lo más redistributivo (imagínese usted cómo se despilfarrarían esos recursos en una universidad pública ineficiente).
Yo soy de los que cree que la Universidad de los Andes es la mejor universidad del país (ojo, no soy Uniandino… estudié en la Javeriana, y en la Nacional), y además es una universidad con una vocación clara de apoyo a la investigación, y por eso creo que es más eficiente hacer esa inversión ahí, que en otra universidad del país. Soy admirador también de la Nacional (o alguna de las otras públicas del país, ya sea Udel Valle o la UIS), pero me daría susto que esa plata no fuera aprovechada eficientemente por culpa de la burocracia: aunque sin lugar a dudas tienen programas de investigación que sin lugar a dudas superan los de los Andes, me parece que la decisión es correcta.
Ahora, vuelvo a su punto: éstas no son políticas redistributivas: la de la filantropía bien dirigida (para mi eso significa dirigida a mejorar la calidad y corbertura de la educación) tiene efectos importantísimos en términos en el largo plazo, pero como usted muy bien dice, puede no sólo no ser redistributiva, sino que puede contribuir aún más a que aumenten la desigualdad. Lo de las propinas, a mi todavía no me termina de convencer, pero bueno, también es una idea bien intencionada (ya sobre esto se ha discutido bastante).
Para mí la única política redistributiva consistente y duradera en el largo plazo es una política abierta de «democratización de la educación», en el sentido que el hijo de Santodomingo (o para no ir más lejos, que mis hijos) reciba más o menos la misma educación que el hijo de cualquier ciudadano común y corriente. El resto, como muy bien anotaba AGaviria en otro contexto, «es pura carreta».
Saludos y cuando pueda acuérdese por favor de expandirse un poco en lo que usted cree que dice Valenzuela, o en ese sentido, Buchanan.
Sergio Méndez
20 diciembre, 2006 at 10:07 pmJaime:
No siga evadiendo los datos. Ud tiene que sustentar sus afirmaciones y se las copió verbatim para que no se siga saliendo por la tangente:
mínimo ocho de cada diez personas de ese 10 % privilegiado: en Colombia «rico» es casi sinónimo de «empleado estatal»
Todo el mundo sabe que los empleados estatales, sobre todo si son doctores y por eso participan en la heroica lucha de la clase obrera (calumniosamente descrita como «épica del bochinche»), «trabajan» unos veinte años y después viven unos cuarenta cobrando pensión, con lo que la cifra de quienes reciben sus rentas a partir de una relación laboral con el Estado tiene que ser mucho más alta.
En la segunda le subraye el sujeto, para que se acuerde que esta hablando de «los empleados» en plural y en general, y no de uno o dos casos que ud conozca.
Roberto Angulo
20 diciembre, 2006 at 11:43 pmDaniel, se me ocurre mandarle este fragmento de «Ensayos sobre economía política» (no tengo el libro aquí y bajé esta traducción que encontré en internet), pero a lo que iba, es que más allá de las normas sociales vistas de forma aislada (para casos particulares enmarcados en un conjunto de reglas de contexto que siguen fijos, como los que se han propuesto aquí en esta discusión del blog) o los «reacomodos arbitrarios de los resultados finales (que lo interpreto como la compensación después del intercambio o la llamada por Okun como ronda secundaria de distribución del ingreso), el autor se mete con algo más estructural, es con «el sistema completo de reglas» y el regímen consitucional. Eso, pienso yo, genera una prescripción ética que transforma las relaciones entre individuos, rompiendo la relación limosnero-filántropo. Si se afecta el régimen constitucional se pasa a un tema más complejo de imperativo ético. La idea la tengo borrosa aun y no quiero ser farragoso, lo dejo con el fragmento. Saludos.
«Lo que se hace es facilitar el proceso de intercambio, mediante una reorganización de las reglas del intercambio, contrato o acuerdo. Los procesos de intercambio de tipo mercantil no se «mejoran» o «reforman» mediante reacomodos arbitrarios de los resultados finales(…}
La perspectiva constitucional, con la cual he estado asociado tan de cerca, surge en forma natural del paradigma o programa de investigación de la política como un intercambio. Para mejorar la política, es necesario mejorar o reformar las reglas, la red de intereses en la cual el juego de la política se desarrolla.
No se quiere sugerir que esta mejoría resida en la selección de agentes moralmente superiores quienes emplearán sus facultades de alguna manera en el «interés del público». Un juego se describe por su reglas, y la única forma de producir un juego mejor es cambiar esas reglas.
(…) Como economista, siempre me ha parecido difícil proferir consejos acerca de políticas particulares, por ejemplo, proponer tal o cual cambio en la ley de los impuestos. Por otra parte, y en contraste, sí siento que es de la competencia del economista analizar regímenes constitucionales alternativos o conjuntos de reglas y discutir el funcionamiento predecible de arreglos constitucionales distintos».
Daniel Vaughan
21 diciembre, 2006 at 2:14 amRoberto,
Muchas gracias por el fragmento que transcribió. Por el lenguaje tan formal, asumo que eso es directamente de Buchanan y no de Valenzuela.
Le preguntaba únicamente porque las 3 cosas que he leído de LCV- una totalmente informal en Webpondo (que no tiene nada que ver con esto), y las otras un poco más formales sobre esto- no me han gustado para nada. Me parece que hace una interpretación flojísima de los textos originales (citando un montón a Rawls, a quien parece ser, admira un montón). Pero bueno, eso puede ser un juicio totalmente personal y subjetivo, sobre todo porque él goza de bastante prestigio entre personas a quienes yo admiro profesionalmente (lo que puede significar que el que está equivocado soy yo).
En fin, gracias por el texto.
Saludos.
Adán
21 diciembre, 2006 at 8:24 amMe da una pena infinita con el señor Angulo. Resultó farragoso [farragoso, sa. 1. adj. Que tiene fárrago. fárrago. (Del lat. farrāgo). 1. m. Conjunto de cosas o ideas desordenadas, inconexas o superfluas]. Y cuando en una acotación anterior me referí al tema, decía que para mí, es asaz difícil suponer a entes como Valenzuela haciendo justicia social de su propio bolsillo, o preocupado por las formas veladas de esclavitud. No es sino preguntarle a cualquiera que haya coincidido con él en el colegio. O a algunos de los que hayan sido sus socios.
zangano
21 diciembre, 2006 at 11:51 amlos asesinos por encargo ,tienen listas de los blancos humanos ,provistas por senaladores de las fuerzas de seguridad, pagos o no,ud ,j.r. es muy bien conocido por senalar grupos sociales como mamertos,en colombia,ser senalado asi trae cosigo,tarjetas y guirnaldas de luto.que sino se toman medidas preventivas,terminan en lo que termino, don guillermo cano,para nombrar alguien ilustre,asesinado hace 20 anos por los creadores de los paramilitares.
como siempre ud proyecta su pensamiento criminal sobre los que le contradicen,tenga cuidado, los ventiladores paracos,estan cantando lo que saben,en una de esas ,su nombre saldra como implicado en los asesinatos de «mamertos»
le tocara este sino?
haga le caso a su nemesis, sergio mendez,tomese su somnifero,y deje de perturbar debates de gente que sabe de lo que esta hablando ,para beneficio de los que queremos saber.
lelo69
21 diciembre, 2006 at 2:36 pmPara un grafitti, libro o un titular
«Lagrimas de Mancuso»
lelo69
21 diciembre, 2006 at 2:40 pmCreo que al Chiqui Valenzuela la vecina le sonsaco a la empleada y se io cuenta que le pagaba un poquito menos, entonces quiere que nos pongamos de acuerdo y le paguemos solamente un poquito màs, que vaina….
Anónimo
21 diciembre, 2006 at 3:13 pmQué tal una tregua navideña?
Daniel Vaughan
21 diciembre, 2006 at 8:26 pmAdán,
Sólo con el fin de hacer imparcial la discusión, déjeme discrepar de su último comentario: no se si usted conoce a Luis Carlos Valenzuela, si fue al colegio con él, o si conoce a sus socios. Yo definitivamente ni lo conozco, no fui al colegio con él, y mucho menos conozco a sus socios, pero sí creo que, al igual que AGaviria y otros personajes, Valenzuela es bienintencionado en esta propuesta, independientemente de lo que yo crea sobre su viabilidad o incluso sobre los efectos que esta pueda generar.
Profesionalmente hablando (digo, como economista) discrepo de algunas de sus posiciones intelectuales, e incluso, como comenté anteriormente, creo que los argumentos utilizados en lo poco que he podido leer de él no son muy buenos. Pero eso definitivamente no lo descalifica, ni como economista, ni como persona, y usted está haciendo un comentario, desde mi punto de vista infundado, que lo descalifica. El ejemplo del colegio es malísimo: yo era una pelota en el colegio, como creo que todos lo somos cuando tenemos entre 13-18 años, y decir que por esa razón ahora también lo soy es realmente absurdo (lo que no significa que no lo sea… mi punto es que esa no es una buena razón para decirlo).
Ahora bien, coincido con usted en que no creo que los autores de la propuesta (Valenzuela, AGaviria, y quién sabe cuánta gente más) la estén poniendo en práctica en este momento, o que lo tengan planeado para el futuro. Y no lo creo no porque crea que ellos son malas personas (de hecho, sin conocerlos, tengo la impresión de que sí lo son, de que son imparciales, objetivos y sobre todo, gente que se arriesga a hacer propuestas ingenuas y románticas, que sin lugar a dudas son las que finalmente pueden lograr cambios importantes), sino porque creo que es díficil ir en contra de lo que ya ha sido internalizado como una norma cultural colombiana: los colombianos no damos propinas, y no pagamos más de lo que nos toca. También somos regateadores, como alguien muy bien comentó antes. Bueno o malo, eso no importa: finalmente esos son juicios de valor. Pero así somos, y lograr ese cambio no es fácil (que es lo que a mi me parece es la pregunta importante: ¿Cómo lograr realmente hacer esos cambios?).
De todas formas, como me gustan los buenos apuntes, el de Lelo69 está divertidísimo (así como algunos anteriores de sylogismes_mao (espero haberlo escrito bien), que debe ser un personaje divertidísimo por la forma como escribe).
Un cordial saludo.
j.
21 diciembre, 2006 at 11:35 pmDaniel dice: «Y no lo creo no porque crea que ellos son malas personas (…), sino porque creo que es díficil ir en contra de lo que ya ha sido internalizado como una norma cultural colombiana: los colombianos no damos propinas, y no pagamos más de lo que nos toca.»
Que sea dificil no impide hacerlo, ¿o sí? Todo el mundo aprende a amarrarse los zapatos después de un rato, todo el mundo aprende a comer con tenedor y cuchillo y luego con palillos, todo el mundo aprende a leer (¿hay algo más dificil que aprender a leer?). Que algo sea dificil no demuestra su imposibilidad.
Por otro lado, su argumento hace uso de un estereotipo sobre la colombianidad que declara insalvable. No estoy seguro ni siquiera de que su descripción realmente se ajuste al comportamiento del colombiano promedio, pero, independiente de eso, no creo que las costumbres culturales sean imposibles de vencer (por eso, por ejemplo, nadie come carne humana en la costa atlántica por estos días, por ejemplo). Yo creo que la sociedad aprende y evoluciona. Las normas culturales se negocian y modifican en la práctica y esto ocurre continuamente. Todo el trabajo de Mockus durante la alcaldía de Bogotá fue una demostración en la práctica que hay cosas «arraigadas» que podemos cambiar voluntariamente (otro Daniel, hace unos años, diría que es imposible que Alejandro Gaviria use el cinturón de seguridad en Bogotá, o impida jugar a sus hijos con pólvora, porque esas son cosas que los bogotamos hacemos y ya). Los colombianos, espero, no están condenados a ser (si es que realmente lo son) ladrones, vivos, ignorantes, egoistas y regateadores por los siglos de los siglos. Se puede cambiar. Es dificil, pero se puede.
Daniel Vaughan
22 diciembre, 2006 at 12:38 amJ.,
Estamos totalmente de acuerdo: las normas culturales se pueden cambiar, y cuando estaba escribiendo ese mensaje lo primero que se me vino a la cabeza fue Mockus también.
Cambiar una norma cultural o un comportamiento que ya ha sido internalizado, requiere el uso de un trabajo consciente para romper con la costumbre que ya ha sido internalizada. En este caso, cada vez que usted paga una propina, su cerebro va a tender a reaccionar de la manera a la que está acostumbrado: pagar una mínima propina. Para cambiar esa respuesta, ese reflejo mental, se necesita hacer un esfuerzo mental cada vez que se presenta esa situación. Su ejemplo de Mockus es bien interesante (y está relacionado con lo que mencionaba antes de la pregunta que a mí me parece interesante: el «cómo»): ¿Cómo logró Mockus que los conductores bogotanos respetaran las cebras? No lo hizo con campañas de educación. Mejor dicho, si lo hizo así, pero para que las campañas de educación sean efectivas es necesario que tengan amplia recordación y el éxito y la genialidad de Mockus estuvo en que logró internalizar otro comportamiento para hacer que cada vez que alguien cometiera alguna falta, los demás le recordaran que ellos consideraban que el tipo la estaba embarrando. Acuérdese de los avisos con un pulgar hacia arriba, en señal de aprobación, y hacia abajo, en señal de rechazo. Fíjese que lo que logró hacer con eso fue asegurarse que cada vez que alguien cometía una infracción, los demás le recordaran no sólo que la estaba embarrando, sino que estaba haciendo algo socialmente no aceptado.
Para cambiar una norma cultural que es «dominada» por otra, en el sentido que racionalmente todo el mundo estaría mejor si todos llevan a cabo la segunda, no sólo es necesario apelar a la racionalidad de la gente. Mejor dicho, no basta con que Mockus nos diga todos los días: «señores conductores bogotanos. Pisar la cebra es malo. Todos estaremos mejor si obedecemos un mínimo de normas de comportamiento». La gente puede decir: «claro! Este tipo tiene razón», pero si es un comportamiento que llevan repitiendo por mucho tiempo, un comportamiento al que su cerebro ya se acostumbró, que ha sido internalizado, y que se presenta ya más como un reflejo que como una acción racionalmente meditada (y así funciona el cerebro. Sobre esto hay un montón de estudios, y si quiere en unos días hago la tarea y le traigo citas), no basta con decirlo, ni siquiera si es con mucha frecuencia, sino que es necesario que el individuo esté consciente de que cuando lo está haciendo, lo está haciendo de manera automática. Mi impresión es que el éxito de las políticas de Mockus fue que logró internalizar el uso de estos avisos de aprobación/rechazo que fueron los que realmente lograr el cambio (por las razones que usted quiera, ya sea porque la gente se dio cuenta que en serio la estaba embarrando, o miedo a la vergüenza y el escarmiento público, o lo que sea).
Así que en resumen: estoy de acuerdo con usted, si es posible cambiar las normas culturales que ya han sido internalizadas. Por supuesto que se pueden, y la pregunta interesante, por supuesto desde mi punto de vista, es el cómo lograrlo. Es eso un argumento lo suficientemente contundente como para estar tan seguro que LCV o AG no van a cambiar su costumbre de pagar lo mínimo en propinas (ese fue mi argumento en el último mensaje)? Por supuesto que no. No dudo que AG o LCV, o cualquier otra persona, sea capaz de hacer el cambio: creo que no es tan fácil por las razones que comenté anteriormente, y por eso le apostaría a que no va a suceder. Ojalá me equivoque.
Pero gracias por su comentario.
Saludos!
Anónimo
22 diciembre, 2006 at 12:44 amCoincido con J. Otro elemento que Daniel parece no tener en cuenta es que hay cada vez más personas de los estratos 4, 5 y 6 que trabajan (temporalmente, supongamos)como meseros en restaurantes, bares y otros establecimientos de alto turmequé o prestando otros servicios personales. Es ese sentido saben lo importante que para sus ingresos son las propinas, y por eso es muy posible que esa experiencia los lleve en el futuro, cuando se desempeñen en sus áreas profesionales y mejoren sus ingresos, a dar propinas a otros jóvenes que les recordarán su propio pasado.
Adán
22 diciembre, 2006 at 1:06 amDaniel:
Me siento obligado a responderle igual a como le dije a una señora que derrochaba una fe parecida a la suya:
¡Caramba, don Daniel, me conmueve su candor!
Tal vez ¡tal vez! me equivoque, pero conociendo a Luis Carlos Valenzuela habría que hacer un esfuerzo hercúleo para hacerlo coincidir con conceptos que se han manejado en la columna actual y en los comentarios a ella, como son el del altruismo, el de la filantropía, o el de la simple y llana justicia. O para ser textual, dar propinas abundantes hasta que duela, o remunerar generosamente. Son, a mi juicio, ideas tan poco congruentes con tal individuo…
Ahora, la discusión sobre si los servicios personales citados son una mercancía con precios fijados por el mercado, o adaptaciones contemporáneas y locales de formas arcaicas de dominación, se la dejo a ustedes, los especialistas.
Roberto Angulo
22 diciembre, 2006 at 1:11 amja, hombre pues claro, es de buchanan la cita, no de Valenzuela.
j.
22 diciembre, 2006 at 7:39 am¿Cómo lograrlo? Como siempre, infectando con el ejemplo hasta lograr la masa crítica. Yo no creo que sea dificil que una persona tome la decisión de subir el salario de los empleados de «servicios personales» que dependen de él (eso no implica un «cambio cultural» mockusiano, sino determinación individual), lo que es complicado es transmitir eficientemente el mensaje hasta alcanzar ese púnto idílico en la asíntota donde los salarios del resto tienen que dar el brinco adecuado (estoy inventando, no tengo ni idea de cómo funciona matemáticamente eso, pero dudo que sea un proceso continuo).
Por supuesto, para lograr el efecto masivo sí se necesitaría apoyo de medios y demás, o una buena campaña organizada por un colectivo grandecito. La columna de Alejandro no sería, de ninguna manera, suficiente, aunque no dudo que alguna que otra persona pueda haber tomado determinaciones en ese sentido tras leerla.
De todos modos, sigo sin entender por qué la dificultad de lograr el cambio masivo cultural debe ser un impedimento para que Alejandro Gaviria cambie los salarios de sus empleados de «servicios personales», especialmente considerando que dijo explícitamente que lo estaba haciendo. ¿Para qué mentir sobre eso?
zangano
22 diciembre, 2006 at 11:40 amen la argentina durante el gobierno de peron,entre otras medidas, se adopto una,en relacion a la discusion sobre propinas,servicio incluido obligatorio,creo era el 10%, esta medida,ayudo a los meseros y meseras,en su ingreso,de paso, hizo a peron ,mas popular con los trabajadores. se ganan dos puntos ,se mejora el ingreso,y se instila repeto por la ley,que en mi opinion es de los mas escaso que hay en colombia.
en cuanto a los trabajadores domesticos,me parece que un salario minimo,vacaciones y limites en el horario de trabajo,los ayudarian muchisimo mas .
Alejandro Gaviria
22 diciembre, 2006 at 2:07 pmDos comentarios:
No creo que la discusión sobre la personalidad de LCV sea relevante a la hora de juzgar su propuesta. Uno esperaría que LCV practique lo que predica pero si no lo hace, la propuesta sigue firme. Rousseau era un hombre antipático, neurótico, que trataba mal a sus congéneres pero sus seguidores no reparan en estos hechos biográficos cuando proponen un nuevo contrato social o cualquier vaina de esas. Lyndon Johnson era un hombre corrupto pero eso ni le quita ni le pone a su Great Society.
Yo sí practico la propuesta: desde hace tiempo y calladamente. Y también estoy convencido de que la cultura puede cambiar. Es más, me atrevería a decir que algunos lectores tacaños por lo menos sintieron cierto hormigueo culposo al liquidar las vacaciones de sus empleadas domésticas o al regatear con los emboladores en el aeropuerto.
Feliz navidad para todos.
zangano
22 diciembre, 2006 at 4:34 pmalejandro: igualmente, extensiva alos denonados bloggers.
lelo69
22 diciembre, 2006 at 5:16 pmPara todos incluyendo por supuesto a Jaime Ruiz…
Que el 20007 sea mejor o igual al 69
Adán
22 diciembre, 2006 at 5:42 pmSi comparar al señor Valenzuela con Johnson es desproporcionado, hacerlo con Rousseau lo es aun más. Pero el enunciado queda en pañales al contrastar la «propuesta modesta» con la Great Society, y por supuesto aun más con el Contrato social. Pero bueno… Feliz navidad. Espero que el año entrante sigamos divirtiéndonos aquí, botando corriente, o como dijo alguien, hablando carreta.
Un abrazo sincero a todos. Felices fiestas.
Roberto Angulo
22 diciembre, 2006 at 7:17 pmja, Gaviria tiene razón con lo de la personalidad de Valenzuela. Lo que me da risa es el «calladamente». Es como decir por radio o en una transmisión vía satélite «He sido un altruista, un jefe generoso, no he sido tacaño, eso sí, que quede claro, calladamente, calladamente (y sube la voz)». Al rato el aplauso y/o la rechifla del respetable.
Saludos a todos, feliz navidad, debo decir que esta columna y este debate en el blog ha sido de lo mejor que se ha visto por estos lares.
Alejandro Gaviria
22 diciembre, 2006 at 7:50 pmRoberto:
Tenés razón. Quise decir hasta ahora calladamente. Esta vaina de exhibir el altruismo tiene su lado impúdico así que me sabrás perdonar.
Adán:
Yo no estaba comparando a nadie con nadie. Ni a nada con nada. Estaba simplemente planteando un punto general. Pero dejemos la cosa así.
Feliz navidad para todos. Y no se les olvide dar propina.
Anónimo
22 diciembre, 2006 at 7:51 pmEstamos esperando el sludo navideño de JR.
Adán
22 diciembre, 2006 at 8:09 pmAtribuyo a que ya están de fiesta, las ausencias de Jaime y de Mao. Para los dos, una feliz navidad.
MS
23 diciembre, 2006 at 1:32 pmGracias. Se aprende mucho de todos y cada uno.
No cejen, y tampoco olviden lo que nos enseñaron en el kinder.
Que sus dioses les complazcan en la noche más larga del año.
Anónimo
28 noviembre, 2013 at 1:46 pmParece que estamos en la epoca de Hitler. Lastima que la parte humana del ser humano este en detrimento cada segundo y una pregunta usted que va a hacer con sus padres?
Este tipo de comentarios ( transcripciones ) es tan cruel que no merece ni leerse, ni comentarse por inhumano
Anónimo
28 noviembre, 2013 at 1:55 pmEsto me dejo un sabor amargo y una tristeza infinita son cosas que no se deberían publicar en un país subdesarrollado una propuesta indecente Ministro creen hornos crematorios para terminar con el problema . HEY Hitler ………….