Los asesores del senador Obama han criticado con vehemencia la tesis de Davis. “Este es el tipo de cinismo, de vieja política que la gente está dispuesta a cambiar” afirmó el director de la campaña demócrata en tono indignado. La gente, dicen reiteradamente los voceros demócratas, demanda soluciones concretas para problemas concretos, quiere saber qué va a pasar con la educación, con el empleo, con la crisis hipotecaria, etc. La personalidad, escribió hace un tiempo el estratega demócrata Mark J. Penn, es una fijación frívola de las elites impresionables, de los Ph.D.’s. La mayoría de los electores, dice el mismo Penn, tiene preocupaciones materiales, demanda propuestas específicas no fábulas o ficciones acerca de la personalidad o el carácter de los candidatos.
Pero Davis parece tener razón. La personalidad no es sólo un capricho de las elites impresionables, de los supereducados que leen con deleite las biografías (autorizadas o no) de los políticos. Los estrategas republicanos han logrado convertir la campaña electoral en una narrativa personal, en una fábula protagonizada por dos políticos con personalidades e historias atractivas. Los comentaristas demócratas señalan, enojados, que la personalidad no es un sustituto para los temas de fondo, que las dificultades de la coyuntura económica demandan soluciones concretas, propuestas específicas.
Pero estas protestas no tienen eco, chocan contra la realidad del mercadeo electoral. Las biografías venden más que las ideas como lo puede atestiguar cualquier librero. La política es entretenimiento. No sólo en Colombia (donde las secciones políticas y de farándula de los noticieros son cada vez más parecidas), sino también en los Estados Unidos. McCain y Palin son una parejan con atributos vendibles. Y eso, en política, cuenta.
En suma, las elecciones presidenciales de los Estados Unidos podrían mostrar que, después de todo, it´s not the economy, stupid.