Las cifras del Gobierno están basadas en el llamado Registro Único de la Población Desplazada. El registro se realiza después de una declaración minuciosa de los hogares sobre el origen y las causas de su desplazamiento. El registro excluye a los hogares que no declaran, a los expulsados como consecuencia de la erradicación o fumigación de cultivos ilícitos y a los provenientes de algunos municipios donde, según el criterio oficial, ya no existen condiciones objetivas para el desplazamiento. Los desplazados del Bajo Cauca, por ejemplo, no son tal para el Gobierno. Algunos expertos consideran que las cifras oficiales más recientes subestiman el número de desplazados por cuenta de exclusiones equivocadas o políticamente motivadas.
Las cifras de Codhes son menos transparentes que las cifras oficiales. Las fuentes de información son desconocidas. En teoría, la información es proporcionada por organizaciones no gubernamentales y autoridades locales, y complementada con los reportes de 34 periódicos, diez revistas y varios noticieros de televisión. Codhes denomina a este método extraño de recopilar información “estadística por consenso” (casi un oxímoron). Las cifras están plagadas de dobles y triples contabilidades. Los hogares que regresan a sus sitios de origen no son excluidos de las bases de datos. Si salen, regresan y vuelven a ser desplazados, son contados dos veces. En algunos municipios, la población desplazada es mayor que la población total en el período inicial. Los campesinos del Bajo Cauca que regresaron a sus veredas siguen siendo desplazados en la contabilidad de Codhes.
Los deslices estadísticos del Gobierno han sido denunciados de manera repetida. Pero los de algunas organizaciones no gubernamentales son usualmente exculpados sin mayor debate. Codhes usa la estadística como arma retórica. Construye ficciones aritméticas para darle mayor eficacia a un discurso político. O simplemente miente con exactitud. Los pensadores dobles de la izquierda denuncian, con razón, las ligerezas estadísticas del Gobierno, pero celebran la misma práctica cuando, como en el caso de Codhes, favorece a su discurso político. La honradez intelectual no tiene muchos adeptos en este país.
El debate sobre las cifras de desplazados llama la atención sobre un hecho general. Tristemente los colombianos parecemos obligados a escoger entre las mentiras de José Obdulio Gaviria (los desplazados son migrantes) y las de Codhes (los desplazados deben contarse varias veces). No sé qué pensaran los lectores, pero yo me niego a aceptar esta forma extrema de polarización, esta disyuntiva extraña entre una mentira y otra.