Sin categoría

Y más amargo el recuerdo

Hace ya cuatro años murió Juan Luis Londoño. Las circunstancias de su muerte son conocidas. Pero existe un episodio desconocido que quisiera compartir con los lectores de esta columna. Por mandato constitucional, el 6 de febrero del año siguiente al año electoral, cada nuevo gobierno debe llevar al Congreso el proyecto de ley del plan de desarrollo. Para los tecnócratas del llamado equipo económico (la analogía deportiva sugiere un exceso de dinamismo) es un día de alivio. Un punto de llegada. El final de muchas noches de desvelo. De muchas jornadas de caos y confusión.
En la tarde del 6 de febrero del año 2003, recorrí, con un pequeño grupo de funcionarios pertenecientes al primer equipo económico de la primera administración Uribe, las dos cuadras que separan el edificio del Ministerio de Hacienda del edificio del Congreso, con el propósito de cumplir el ritual que manda la ley y dicta la costumbre: radicar el proyecto, estrechar las manos de los secretarios de las comisiones parlamentarias y responder las preguntas de los reporteros económicos. Gajes del oficio.Esa tarde, caminé el trayecto señalado en compañía del entonces Ministro de Hacienda, Roberto Junguito, quien lucía distraído, ausente: como desentendido del asunto. En la mitad del camino, el Ministro sacó una hoja de papel del bolsillo de su camisa, y me la entregó con una expresión de malicia. Era una carta de una línea, dirigida al Presidente Uribe, que anunciaba su renuncia irrevocable. “Ya le conté al Presidente —me dijo— y ya tengo reemplazo: Juan Luis Londoño”. Yo me quedé pasmado. Entre incrédulo y sorprendido. Pero las palabras de Junguito no dejaban lugar a dudas. Juan Luis iba a ser el nuevo Ministro de Hacienda.Después de la intempestiva confesión, seguimos caminando hasta el edificio del Congreso, radicamos el proyecto: un anticlímax que implicó varias firmas y varios sellos. Contestamos las preguntas de siempre con una diligencia aprendida. Y cuando nos disponíamos a abandonar el edificio, uno de los reporteros nos sorprendió con el anuncio de la tragedia en ciernes: “Está perdida la avioneta en la que viajaba el ministro Londoño”, dijo. El resto de la historia ya es historia: la búsqueda infructuosa de varios días, el aleve atentado contra el club El Nogal un día más tarde, y el hallazgo de los restos mortales una semana después.Por razones obvias, Roberto Junguito tuvo que aplazar su renuncia varias semanas: dimitiría cuatro meses más tarde para darle pasó a Alberto Carrasquilla, entonces viceministro de Hacienda. Las circunstancias económicas de entonces eran distintas a las actuales: “Podemos soñar con un crecimiento de 2%”, era la frase recurrente del agobiado equipo económico. Al interior del Ejecutivo, Juan Luis era visto como el reemplazo obvio para Roberto Junguito: como el insustituible sustituto de un ministro que había lidiado hábilmente con unas circunstancias externas desfavorables y unas condiciones internas lamentables. Siempre he creído que esta coincidencia hizo más triste la tragedia. Y ha hecho más amargo el recuerdo. Y más difícil el olvido.Con Juan Luis tuve algunas diferencias de fondo, pero siempre admiré su ímpetu intelectual, su voluntarismo a toda prueba, su falta de cinismo. Juan Luis era un contrapeso necesario a las profecías tristes de una disciplina de agoreros. Al exceso de realismo de muchos economistas. La muerte lo sorprendió en el mejor momento de su carrera. Quizá sea inútil especular sobre qué habría sido de este país si Juan Luis hubiera ocupado el cargo que merecía. Pero me atrevo a decir que su presencia nos habría dado, al menos, un poco de solaz y algo de esperanza en estos tiempos de odio y desigualdad.

You Might Also Like

  • Juan Francisco
    10 febrero, 2007 at 6:59 pm

    Doctor Gaviria, me gustaría saber algo de esas diferencias de fondo que usted tenía con Juan Luis Londoño. Eran económicas o políticas?

  • Carlos
    10 febrero, 2007 at 11:09 pm

    Si seria interesante saber cuales son esas diferencias. Nunca supe que Juan Luis Londoño sonaba como Ministro de Hacienda. De verdad que fue una revelación.

    De todas maneras, que descanse en paz.

    Y otra pregunta: esta usted entre los candidatos a reemplazar a Carrasquilla como Ministro de Hacienda?

    Saludos,
    Carlos

  • Scared Crow
    11 febrero, 2007 at 12:00 am

    No creo, Carlos, Alejandro esta demasiado capacitado y ha sido demasiado critico como para formar parte de este desgobierno, que acoge solamente las zalamas de aquellos solapados que no discrepan de la voluntad y designios de nuestro Principe reinante.

  • Jaime Ruiz
    11 febrero, 2007 at 2:50 am

    Yo no entiendo la alusión a «estos tiempos de odio y desigualdad», mi opinión sincera es que estamos mucho mejor que en la época en que murió Londoño. Sobre todo por una cosa, que es el mayor mérito de este gobierno: la transformación moral que han experimentado los universitarios.

    Uno los lee en los foros de El Tiempo y descubre a personas que desaprueban el asesinato y el desplazamiento y claman por la justicia y los derechos humanos. Y, por mucho que se ofendan, eso se debe al gobierno de Uribe, pues antes esas mismas personas escribían para burlarse de los secuestrados y para festejar las masacres. Cualquiera que leyera los foros de Caracol en esa época lo puede confirmar.

    De hecho, en el funeral por las víctimas de El Nogal había una nutrida representación de la universidad y de la cultura gritando «¡Ni un peso más para la guerra!», y salió en la prensa que casi hubo golpes con los parientes de los occisos. Ni que decir tiene que durante años esos mismos intelectuales intentaban convencer a todo el que diera ocasión de que la bomba la había puesto el gobierno.

    De modo que el odio no habrá menguado, pero sí se ve mucha más decencia. En cuanto a la desigualdad, yo creía que en todo caso no habrá aumentado. Aunque puede que los muertos y militares y despojados de cédula que sabiamente se abstuvieron en el referendo de ese año hayan puesto su granito de arena para contener las políticas gubernamentales que tendían a agravarla.

  • Juan Francisco
    11 febrero, 2007 at 3:45 am

    «Yo de desocupado sigo escribiendo hoy aquí, en lugar de estar estudiando».

    No quiero que nos alejemos de lo que Carlos y mi persona le preguntamos a Alejandro. Pero sí quiero pedirle aJaime algo, siendo que ya hemos tenido contacto en nuestros respectivos blogs. Si cambias un poco tu opinión sobre los intelectuales y los universitarios, prometo no ser radical en mis opiniones sobre uribe, porque se que no es necesario que lo haga. Pero por favor, reconsidera esa posición. jaime, lo que afirmas sobre la satisfacción por masacres y secuestros, generalizando a todos quines nos identificamos con una oposición, llega a ser realmente doloroso, y se siente un tanto indigno. No eres el único que se toma este juego de los blogs en serio, porque creo que lo único que buscamos es contacto con otras personas, pero de una forma distorcionada. Es curioso, pero entre mayor tecnología, pareciera que tuviesemos uns comunicación de menor calidad.

  • panOptiko
    11 febrero, 2007 at 1:30 pm

    Que en paz descanse.

    Quería aprovechar la ocasión para preguntar, declarando de antemano que soy un ignorante en la materia y que sólo lo hago movido por la curiosidad y por aquello de dejar de repetir las cosas que uno no sabe pero que le dijeron, si el profesor Gaviria sabe algo sobre los comentarios agraviantes que un sector de la sociedad hace contra el difunto doctor Londoño, el médico particularmente.

    Si está fuera de tono la pregunta, excusenme la indiscresión y borrese el comentario. Repito, mi intención era dejar de dar crédito a lo que se escucha (que en muchas ocasiones, tristemente, termina siendo lo que queda)

  • Alejandro Gaviria
    11 febrero, 2007 at 2:50 pm

    Mis diferencias con Juan Luis eran esencialmente económicas. Tenían que ver, por una parte, con su idea de financiar ciertos programas sociales (el régimen subsidiado en salud, por ejemplo) con contribuciones solidarias de los cotizantes a la seguridad social (estas contribuciones no son otra cosa que impuestos a la nómina). La Ley 100 de 1993 encareció el empleo formal y puede haber tenido mucho que ver con los problemas laborales de finales de los noventa y de la actualidad.

    Por otra parte, Juan Luis era un reformista impulsivo. “La historia la hacen los exagerados”, le gustaba decir. Yo tiendo a ser más cauto con respecto a las reformas sociales. Su exceso de entusiasmo, creo yo, lo hizo cometer varios errores. La Ley 100, por ejemplo, está repleta de problemas incentivos que podemos discutir a lo largo de la semana.

    Jaime: Juan Luis escribió su tesis de doctorado –estudió en Harvard a finales de los ochentas- sobre a evolución de la desigualdad en Colombia durante el período 1938-1987. Hay una gráfica al respecto en un post anterior que puede ser ilustrativa. Como se ve en la gráfica, la desigualdad alcanzó sus niveles más bajos precisamente alrededor del año 1987. En su tesis, Juan Luis argumentó que la historia colombiana de los años setenta y ochenta podría verse como un contraejemplo a lo que el llamaba la inercia distributiva. Juan Luis mostró que las inversiones en educación de los años sesenta, resultado en parte del referendo del 57, permitieron disminuir la concentración del ingreso en las décadas subsiguientes. Pero la tendencia se invirtió a finales se los ochenta: desde entonces la desigualdad ha venido creciendo. A Juan Luis siempre le preocupó el tema. Creía que la creciente desigualdad era preocupante. Creía que era necesario responder a la misma. Creía, en fin, que su podía vencer (con educación, principalmente) la inercia distributiva. De allí mi referencia a la desigualdad al final de la columna.

    Con respecto al odio, simplemente una anécdota. Vi a Juan Luis debatir la reforma laboral con todos los sectores políticos. Las discusiones eran duras, vehementes, pero nunca llegaron al insulto personal. Su estilo era convencer (o responder) con argumentos. No creía en los golpes bajos.

    He oído las críticas de la comunidad médica a la Ley 100 en general y a Juan Luis en particular. Me parece que algunas de las críticas son justificadas pero otras, no. En particular, las críticas dejan de lado algunos hechos positivos: el aumento de la cobertura de aseguramiento, el aumento del gasto en el sector, la profesionalización de muchos prestadores, etc. Pero los que señalan el deterioro de ciertos indicadores de salud pública y el peligroso crecimiento de algunas EPS (dada la pobre regulación) tienen razón. No se que opinará Lelo que parece estar de carnaval.

    Sobre el tema del ministerio, yo no soy candidato. Ni quiero serlo. Aquí seguiremos por un buen rato intercambiando argumentos. Ojalá al estilo Juan Luis. QEPD.

  • Jaime Ruiz
    11 febrero, 2007 at 3:16 pm

    Alejandro, gracias por la aclaración. En todo caso no es lo mismo lo que discuten unos profesionales serios que una tertulia de anónimos como ésta (hay uno que ha inundado los blogs de insultos firmando como Jaime Ruiz).

    Eso de Panóptiko me hizo recordar algo que leí en el foro de El Tiempo hace años y sobre lo que escribí un post. Lástima no haberlo copiado, el firmante era un médico y sin el menor asomo de vergüenza proclamaba su satisfacción por la muerte de Londoño. Recuerdo hasta las cifras de que hablaba: no se podía obtener por una consulta más de veinte mil pesos. Entonces (2004) un peón debía trabajar día y medio para ganar eso. Claro, era un foro en que precisamente se trataba de la desigualdad. Ese médico no era un demente ni un criminal, sino un colombiano corriente de clase media-alta. Entiende que hay desigualdad porque los potentados son mucho más ricos que él, y que la lesión a sus intereses legitima la exhibición (firmaba con su nombre) del escaso respeto que tenía por la vida humana.

    Cuando Londoño aludía a la desigualdad sin duda se refería sobre todo a la distancia que separa los ingresos de los votantes del PDA o de Mockus de la mayoría de la gente. Y estoy convencido de que las conquistas sindicales de esos años hicieron más por aumentar esa desigualdad que la prodigalidad de la nueva economía con los instruidos.

    Pero así es Colombia: los médicos se alegran de las muertes y los ricos claman contra la desigualdad.

  • Carlos
    11 febrero, 2007 at 4:39 pm

    Los unico bueno de la ley 100 es que acabo con el monopolio del corrupto y burocratico in-Seguro Social. De resto:

    -Ha encarecido el costo de contratación formal de los empleados. En estos dias, cuando muchas persons se han escandalizado porque el desempleo no baja, nadie parece caer en cuenta que contratar una persona en Colombia a termino indefinido le agrega un 50% de costo sobre el salario nominal. Esto impide que se contrate mas gente y si se contratan el dinero real, constante y sonante que reciben en la quincena, es menor que el que recibirian en muchos casos. Para el empleado: un salario minimo son 440.000. Para el empleador: un salario minimo son 660.000. Ojala Alejandro se anime a escribir sobre este tema en la proxima columna

    – Puso un opresivo control de precios a las tarifas de los medicos y odontologos que esta ocasionando que una gran cantidad de estos emigre o se dedique a otras profesiones o que busquen especialidades alejadas del POS como cirugia plastica.
    -Ha fomentado la dependencia del Estado a través del regimen subsidiado y del famoso SISBEN que habilmente usan los políticos para ganar mas «clientes políticos».

    No creo, como Alejandro, que el problema de la ley 100 sea una falta de regulación, sino mas bien todo lo contrario: regula demasiado. Es un ejemplo de la tipica ilusión de que mas decretos, leyes, regulaciones van a resolver los problemas. La misma vieja fe en el dios Estado que hizo que el siglo XX fuera un baño de Sangre. Ya lo dijo Mussolini: «El siglo XX será el siglo del Estado». Parece que el siglo XXI no dejará de serlo. Y ya comenzó con el baño de sangre en Irak. Una iniciativa del Estado Federal Americano.

    http://liberalcolombiano.blogspot.com

  • lelo69
    11 febrero, 2007 at 5:41 pm

    Alejandro:

    Esta mañan bien tempranito leí tu columna acerca de Juan Luis Londoño de quien le tenia gran aprecio a pesar de la «clavada» que en el buen sentido de la palabra nos dio a los médicos con su Ley 100.

    El hombre era una persona generosa y en el argot psiquiatrico lo consideramos medio «Maniaco» (inteligente,entusiasta,incansable e impulsivo) lo que a la postre le costo la vida por andar acelerado montandose en avioneticas para cumplir veinte cosas al tiempo.
    Con el tuve la oportunidad de revisar un trabajo de el acerca de Psyche y Violencia interesantisimo y polemico como el personaje.
    En conclución a pesar de la «clavada» a los médicos era un ser excepcional que los que lo conocieron lo admiran y lo recordaran por su impetu y su entrega.

  • Sergio Méndez
    11 febrero, 2007 at 6:18 pm

    Carlos:

    Creo que ud omite muchos otros defetcos de la ley 100:

    – Creo un sistema de intermediación entre el paciente y el medico, en el que obviamente se enriquecen los prestadores de servicio a costa de la salud del paciente y del trabajo del médico (eso nos debería llevar al regimen de trabajo para los médicos en las clinicas, que es práctiamente una forma de esclavitud velada, tal y como le encanta que sea a Jaime Ruiz)

    – Que el sistema de salud de la ley 100 es otro sistema en que la gente es forzada a pagar por un especie de monopolio que tienen unas cuantas empresas que se enriquecen prestando un servicio mediocre.

    – Que el Estado cubre en buena medida muchos de los costos que deberían tener las empresas privadas con fondos públicos, en especial con todo la cuestión del FOSIGA y el tratamiento de pacientes de alto riesgo.

  • Carlos
    11 febrero, 2007 at 7:15 pm

    Sergio, muy bueno tu comentario. A continuación te respondo:

    «- Creo un sistema de intermediación entre el paciente y el medico, en el que obviamente se enriquecen los prestadores de servicio a costa de la salud del paciente y del trabajo del médico (eso nos debería llevar al regimen de trabajo para los médicos en las clinicas, que es práctiamente una forma de esclavitud velada, tal y como le encanta que sea a Jaime Ruiz)»

    R/ Parcialmente de acuerdo. Si es cierto que la ley 100 creó, o mejor permitió un sistema de intermedación, el cual ha despersonalizado la relación medico-paciente. Pero las aseguradoras ya existian antes(Seguro Social) y su función basica no es mala. Igual tenemos seguros para el carro, el apto, de vida,etc. Los bancos son intermediarios entre los que tienen excendentes de capital y lo que lo necesitan. El problema como tal es que la ley obliga(uno de los verbos favoritos del estado y sus creyentes) a empleados formales y empleadores a cotizar en alguna EPS. Como ya me toco cotizar, y ademas ya el valor me lo fijó el Estado, para que voy a establecer una relación personal con algún medico, si igual ya pague el servicio. Sería tonto si no uso el servicio de mi EPS. Antes de la ley, se veian mas aquello del medico de la familia, el que uno conocia, el que lo vio crecer a uno,etc. La ley 100 acabo con el incentivo a escoger directamente un medico. El punto es que no siempre necesitamos a esas aseguradoras, pero la sagrada ley 100 sabe mas que nosotros.

    «Que el sistema de salud de la ley 100 es otro sistema en que la gente es forzada a pagar por un especie de monopolio que tienen unas cuantas empresas que se enriquecen prestando un servicio mediocre.»

    R/ 90% de acuerdo. Ya hable sobre lo de «forzar a pagar». En realidad es un oligopolio. Y lo ha creado (como siempre) el Estado con sus regulaciones. Les doy un ejemplo: Hace varios meses leí que el dios «Estado Colombiano» exige que para montar una EPS se debe tener un patrimonio mínimo de 4 mil millones de pesos. Ahi esta! Inmediatamente crea una barrera de entrada al mercado que favorece a las grandes empresas. Seguramente esa regulación se hace, so pretexto, de que las EPS sean «solidas» y otras mentiras. Esas regulaciones, la mayoria, son promovidas por las mismas empresas para crear barreras de entrada y eliminar competencia. Y esa es solo una de las regulaciones.

    Si quiero crear una EPS con un patrimonio de Mil millones el Estado no me deja. Asi de simple. La libre empresa en este pais es una ficción en muchos sectores de la economia. Y despues dicen que se ha impuesto el neo-liberalismo. Si claro. Desde cuando el liberalismo ha promovido las regulaciones y los oligopolios? Esas es una de las mentiras de la izquierda para engañar incautos. Lo que hay es un sistema corporativista de privilegio a grupos y empresas particulares.

    – «Que el Estado cubre en buena medida muchos de los costos que deberían tener las empresas privadas con fondos públicos, en especial con todo la cuestión del FOSIGA y el tratamiento de pacientes de alto riesgo.»
    R/ 100% de acuerdo. Otro subsidio mas a cargo de los marranos, perdon de los contribuyentes.

    Los que leen mis comentarios pensarán que tengo una fe ciega en el mercado, que soy un «fundamentalista del mercado». Si lo soy. Aqui explico porque:

    http://liberalcolombiano.blogspot.com/2007/02/la-fe-ciega-en-el-mercado.html

    Me despido con esta brillante frase de Milton Friedman:

    “Detras de la mayoría de los argumentos en contra del libre Mercado es la ausencia de creencia en la libertad misma”

  • Miryam Olaya
    11 febrero, 2007 at 10:48 pm

    Doctor Gaviria:
    Igualmente era yo una gran admiradora del Dr Juan Luis Londoño,le toco un proceso dificil, pero en definitiva creo que el tema de unir los ministerios de Trabajo y Salud hay que revisarlos.Desafortunadamente la visin integral del tema no la alcanzò a desarrollar y quien lo reemplazo. tampoco. Un abrazo.
    Miryam

  • Alejandro Gaviria
    11 febrero, 2007 at 11:37 pm

    Sergio y Carlos:

    Van algunos comentarios a sus comentarios. Creo, para anticipar mis conclusiones, que sus aseveraciones no son del todo ciertas y reflejan algunos malentendidos.

    Empecemos con los intermediarios: ya lo dijo Carlos. Las EPS son compañías de seguros que desempeñan dos labores fundamentales: diseminar los riesgos y controlar costos. Quienes se quejan de la intermediación parecen añorar un sistema de salud excluyente e ineficaz: 10% de la población con médicos personales y el resto sujeto a un sistema público ineficiente y deficiente. Recordemos que ese era, a grandes rasgos, el sistema colombiano previo a la Ley 100. Creo, eso sí, que las ARSs a veces hacen una intermediación innecesaria y corrupta.

    Carlos se queja de la obligación de cotizar. En los mercados de seguros, esta no es una aberración pues existe un problemita conocido como selección adversa. Si no existe la obligación, sólo la población más expuesta cotizará, las primas se harán cada vez más altas, lo que ocasionará, a su vez, que más gente no cotice, y así sucesivamente hasta la destrucción total del mercado. Existe, en suma, una falla de mercado que justifica (o puede justificar) la obligatoriedad. Por esta idea se ganó el premio Nóbel de economía George Akerlof.

    Lo anterior no quiere decir que no existan problemas. Un problema grave es que las primas pagadas (o recaudadas) son un porcentaje del salario pero las retribuidas a las EPSs no dependen de lo recaudado: son un valor fijo: la llamada UPC. Si yo soy una EPS y tengo afiliado a un trabajador independiente que gana 40 millones mensuales pero que reporta sólo ingresos de un millón, yo no tengo ningún incentivo para procurar la información necesaria y recaudar lo que toca pues terminó recibiendo la misma prima independientemente del monto de mi recaudo. Para obviar este problema ha crecido, como señala Carlos, un aparato burocrático insoportable que no ha solucionada el problema pero que le ha amargado la vida a mucha gente. Nótese que el problema se origina en un exceso de solidaridad: los que ganan más pagan más por lo mismo.

    Lo del Fosyga (Fondo de Solidaridad y Garantías) es equivocado. O, en particular, es equivocado decir que las EPSs giran contra el Fondo buena parte de lo que les correspondería pagar. Lo que pasa es que muchos procedimientos o enfermedades no están incluidos en el POS (la prima está amarrada a un plan de servicios, como tiene que ser) y muchos jueces ordenan, entonces, que el Estado pague la cuenta. Las EPSs simplemente pagan inicialmente y después cobran. Pero el problema no son las EPS: son los jueces que hacen caridad con plata ajena.

    Sobe la regulación y la injerencia el estado, el problema es que el aseguramiento en salud está basado (en todo el mundo) en un esquema de conflicto con el cliente. Lo que hace necesaria una supervisón permanente. Y una regulación precisa que defina los procedimientos a seguir en el caso de reclamaciones. No hay salida. Ni la libre entrada de aseguradores va a resolver el problema. El mercado de la salud necesita de instituciones especiales. Y de salvaguardas públicas: un punto que, por ejemplo, ya reconocen todos los participantes en el debate gringo sobre el tema.

    Sobre el Sisben, pueden encontrar mi opinión el post “El sesgo antiempleo” publicado en octubre del año pasado. Sobre la fusión de los ministerios, estoy de acuerdo con Miryam: la cosa no funcionó. Lastimosamente se creó un monstruo burocrático inoperante.

  • Juan Francisco
    12 febrero, 2007 at 3:38 am

    Doctor Gaviria:
    Cómo generar cambios en las desiciones de jueces que «gastan la plata que no es suya», si en cierta forma responden a ciertas premisas del estado social de derecho?
    Quisiera comentar mi caso: en el momento tengo un contrato a término fijo de 1800000 (tuve suerte con este empleo). pero pedí a la institución donde laboro me integrara no sólo a pensiones y salud sino a riesgos profesionales. Hice todo el procedimiento para pagar lo que me corresponde por ley, pero no me aceptaron eso en el trabajo, porque la institución no quiere pagar en caso que los riesgos profesionales deban ser liquidados (en caso de un posible accidente). entonces, todos los contratistas, así ganen más de millón y medio, pagan el mínimo de afiliación como trabajadores independientes, y no como empleados de una entidad pública (donde se contemplan los riesgos profesionales y un monto mayor de pago). algunos pueden decir que es justo precisamente por la falta de seguridad integral, o porque los contratos son a término fijo y no hay garantías de seguir empleado más de siete meses. lo más curioso es que me desanimó tanto esta situación, que termine renunciando a mi deber de pagar más que lo mínimo, y por consejo de mis compañeros laborales, o mas bien, por su persuación, termine haciendo lo que todos hacen.
    Qué piensan de esta situación?

  • zangano
    12 febrero, 2007 at 10:35 am

    en el reino unido, hay un sistema en que se paga una contibucion percentual del ingreso individual, este es un sistema que se maneja del mismo modo,que el impuesto de retencion en la fuente.
    no hay lugar a la situacion descrita por luis francisco;el sistema es gratuito en el sitio y tiempo de utilizacion.
    estoy seguro, que si existe la voluntad politica, se podria aplicar, aun en bolombolo.

  • Luis Ernesto
    12 febrero, 2007 at 2:54 pm

    Alejandro. Hacer caridad con plata ajena genera problemas, pero muy posiblemente se presentan por dos razones. Por un lado la destinación de los recursos del Fosyga, las cuentas de compensación (con la que se paga a las EPS que tienen pacientes costosos) y de los aportes del SOAT presentan superávit constante. Evidentemente uno podría flexibilizar el uso de esos recursos y ampliar los dos POS (contributivo y subsidiado).

    Falta de vigilancia. Por ahí ponen que la libre competencia soluciona el problema, eso no es cierto. Hay dos tipos de tutelas en salud, la que exige cosas del POS y la que exige cosas por fuera del POS. Sobre las segundas sólo repito lo de siempre, la evidente necesidad de tener una ley estatutaria de derechos. Sobre la primera, es evidente un problema de Supersalud. No es posible que haya EPS que no hagan su trabajo y no es posible que lo estemos dejando pasar por alto. Alguna vez hablando con un alto funcionario del DNP se evidenció ese tema. Los datos eran dicientes, al rededor del 80% de las acciones de la Supersauld estaban encaminados a la “recolección de recursos” (cotizaciones) y el resto a servicio. Hace falta reformar y fortalecer esa superintendencia, con eso se mejoraría ostensiblemente la atención a los pacientes.

    Por último, nunca había visto el argumento de que los puntos de la cotización que van del contributivo al subsidiado se asemejaban a los parafiscales. Estoy completamente de acuerdo. Pero la alternativa es pagar el régimen subsidiado con recursos del presupuesto y eso me preocupa. Los colombianos hemos demostrado cierta ausencia de interés en priorizar el gasto y eso, en últimas, puede quitarle los recursos a la salud de los más pobres. De vez en cuando los parafiscales son un mal necesario.

  • lelo69
    12 febrero, 2007 at 4:49 pm

    INEQUIDAD

    En la Ley 100 hay algunas princesas y muchas cenicientas en lo que concierne a las patologias que cubre o no el sistema; por ejemplo el sistema cubre una serie de enfermedades llamas de alto costo entre las cuales esta el Sida, la insuficiencia renal crònica, la enfermedad coronaria,y cancer (tratamiento por oncologìa).
    Por lo que han proliferado centros especializados para la atenciòn de estos cuadros,pero por otra parte la salud mental y enfermedades màs comnes estan sin cubrimiento, estas son las cenicientas.

    Hay cosas aberrantes, por ejemplo los pacientes que los mantienen a punta de Dialisis con cuadros terminales, les prologan la agonìa a una serie de sujetos que no tienen ninguna posibilidad de supervivencia digna, todo por que el POS lo cubre. (acuerdense del negocio del Dr. Fino)

  • Carlos
    12 febrero, 2007 at 6:54 pm

    Alejandro Muchas gracias por tu comentarios. A continuación te respondo:

    «Carlos se queja de la obligación de cotizar. En los mercados de seguros, esta no es una aberración pues existe un problemita conocido como selección adversa. Si no existe la obligación, sólo la población más expuesta cotizará, las primas se harán cada vez más altas, lo que ocasionará, a su vez, que más gente no cotice, y así sucesivamente hasta la destrucción total del mercado. Existe, en suma, una falla de mercado que justifica (o puede justificar) la obligatoriedad. Por esta idea se ganó el premio Nóbel de economía George Akerlof.»

    R/ La selección adversa y el trabajo de George Akerlof (con su famoso articulo «Market of Lemons» (que se traduciría como “El mercado de los huesos” ya que el articulo se refiere a los carros usados malos( lo que en Colombia llamamos un “hueso”) que en USA se les conoce como “lemons” aunque su significado literal sea limones)) según he leído tienen que ver como la asimetría de información entre compradores y vendedores.

    No puedo entrar en tecnicismos de economía porque no soy economista, pero el problema de la asimetría de la información, que es real, no creo que se resuelva mejor con coerción e intervención estatal que con la misma acción del mercado ya que este entra a resolverlo de forma mas eficiente y moralmente muchísimo mas aceptable(sin coerción ni violencia). Doy un par de “soluciones de mercado”:

    -Carros usados(el ejemplo clásico): He comprado dos carros usados y lo que hice(como hace todo el mundo) fue que lo que lleve a que le hicieran peritaje. El costo del peritaje lo dividí con el vendedor. Cuando vendí mi carro, también el comprador me exigió peritaje independiente. Para el tema del precio del vehiculo: todo el mundo consulta la revista Motor o las aseguradoras.

    -Prestamos bancarios: El cliente sabe si va a pagar o no. El banco no lo sabe. Solución: Bases de Datos como Datacredito para conocer la historia crediticia de la persona y saber si eres buena paga.

    La asimetría de información, del cual la selección adversa es un caso especial, lo resuelve mejor el mismo mercado con proveedores de información(el mecánico o centro de diagnostico de carros,la revista Motor, las bases de datos crediticias,etc) que le permitan tanto a compradores como vendedores tomar la mejor decisión.

    El caso de la salud se resolvería fácilmente si, como sucede con los seguros de los carros, la prima depende de una evaluación o diagnóstico que realiza la aseguradora. Ellas revisan la marca del carro, la edad del conductor, el estado civil, la edad del carro,etc. Además de eso revisan el carro. En el caso del mercado de aseguramiento en salud, los exámenes y diagnósticos médicos cumplen esa función. De hecho, en la medicina prepagada pagas menos si eres mas joven porque se supone que los jóvenes se enferman menos. Y puedo decirte que mucha gente joven y vieja, sin tener grandes ingresos, se esta afiliando cada vez mas a la medicina prepagada.

    No digo que estas soluciones de mercado sean perfectas solo que son mejores a la regulación estatal.

    «Sobe la regulación y la injerencia el estado, el problema es que el aseguramiento en salud está basado (en todo el mundo) en un esquema de conflicto con el cliente. Lo que hace necesaria una supervisón permanente. Y una regulación precisa que defina los procedimientos a seguir en el caso de reclamaciones. No hay salida. Ni la libre entrada de aseguradores va a resolver el problema. El mercado de la salud necesita de instituciones especiales. Y de salvaguardas públicas: un punto que, por ejemplo, ya reconocen todos los participantes en el debate gringo sobre el tema.»
    R/ Bueno la regulación a la que me refiero no es sobre las reclamaciones. Me explico, si yo estoy pagando un seguro y me sucede algo que según el contrato esta cubierto por el seguro, y es este no me paga, eso es un problema judicial, no de regulación. Tengo un contrato y las partes deben cumplirlo, sino, recurro al aparato judicial. Otra cosa es que en Colombia ese aparato no funciona bien y mucho menos para asegurar el cumplimiento de los contratos. La regulación a la que me refiero es que por ejemplo, hace unos años el gobierno decidió que los usuarios solamente nos podemos cambiar de EPS cada 24 meses. No conozco bien los argumentos a favor de esa medida, pero parece ser un claro ejemplo de regulación logrado por ACEMI(el gremio de las EPS), un “rent seeker” como el que mas, que se la pasa en el congreso, en la supersalud y demás entes viendo como consiguen regulaciones a favor de ellos. Los usuarios que somos millones no nos podemos organizar tan fácilmente a pesar de ser muchos mas, para ejercer ese lobby.

    «Pero el problema no son las EPS: son los jueces que hacen caridad con plata ajena.»

    R/ Ahi tocas un punto muy mencionado por los liberales clasicos/libertarios. El Estado siempre quiere hacer caridad con la plata ajena, la de los marranos, perdon los contribuyentes.Pero esto no funciona muy bien por el riesgo moral tan grande:

    «Cuando alguien gasta el dinero de otro en un tercero, no le importa mucho como lo gasta o en que lo gasta. Y eso es el gobierno para nosotros.»

    – Milton Friedman

    http://liberalcolombiano.blogspot.com

  • Carlos
    12 febrero, 2007 at 6:57 pm

    Alejandro: Quiero sugerirte un tema para tu proxima columna: la flexibilización laboral.

    Ayer vi en el noticiero que en una entrevista a Carrasquilla en la revista Poder habló bastante sobre este tema y que habia llegado la hora de una reforma laboral para disminuir la carga parafiscal.

    En tu condición de líder de opinión enriquecería mucho el debate que estoy seguro se vendrá en la proximas semanas.

    Saludos,
    Carlos

  • Jaime Ruiz
    12 febrero, 2007 at 8:59 pm

    Colombia no podría ofrecer los mismos servicios que un país rico porque no hay recursos, cosa que ya uno dice ¡qué curioso, tener que explicar eso! Pero la clave de la pobreza es el Estado y su cohorte de creadores de derechos. Aun contando en dólares el gasto en las rentas de los justicieros saldría más alto en Colombia que en muchos países ricos. Y por eso se podría suponer que la salud de los pobres estaría mejor si nunca hubiera habido ningún sistema de protección que con todo lo que han inventado para concentrar recursos en los estamentos parasitarios del Barroco.

    Pero como eso ya no se puede cambiar y se habla de la financiación de la salud, ¿por qué no crear un seguro universal y gratuito, blindado contra tutelas, que ofreciera servicios mínimos para todos y prestados por cualquier empresa que cumpla los requisitos legales? Lo pagaría el Estado con recursos de la minería y para los demás gastos pondría un impuesto progresivo sobre la renta personal (aun con doble tributación) o aumentaría el IVA.

    A veces pienso en la estratificación de los precios de los servicios públicos, es otra ocasión (como tantas, como las tutelas, como la… colombiana ley 931…) en que quien trabaja o quien da trabajo o presta un servicio está en manos de los políticos y jueces. En apariencia los servicios serán más baratos para los pobres, pero en la realidad precisamente por eso no hay incentivos para ofrecerlos y el decreto queda muy «redistributivo» pero sólo se garantiza que se venderán las cosas por encima del precio de mercado para garantizar rentas a la burocracia. ¡Qué curioso, en los países civilizados no hay nada parecido y cualquiera se escandalizaría si se propusiera!

  • panOptiko
    13 febrero, 2007 at 2:44 am

    Me uno a ls que no entienden muy bien a que se refiere Alejandro con «Pero el problema no son las EPS: son los jueces que hacen caridad con plata ajena.» ¿Acaso no se pusieron de acuerdo en alguna parte de la constitución, quien sea que la haya escrito, que el estado garantizaría el derecho a la salud? Supongo que para dejar de hacer «caridad» tocará cambiar la «carta magna».

    Bueno, y como siempre, a la cenicienta del paseo se le da el menor peso. Lo de la salud pública es lo más triste que hay; con decirles que otra vez nos estamos muriendo de fiebre amarilla, serpientes asesinas e hidrofobia (la rabia no se nos quitará nunca, creo), además de fracasar en la planificación familiar. Trabajé 3 años dentro de la Secretaría de Salud de Bogotá y la cosa es más bien triste: sólo se cuenta con la información de mortalidad (porque toca registrarse si uno se muere), pero el cuadro morbilidad tiene bastante criterio estimativo (es decir, lo que los epidemiólogos creen), porque sólo se cuenta con la información del 30% de la población, mientras el resto va por las eps, que sólo reportan al ministerio y allí se esfuman (paradójico que los economistas, hablando de información, no reparen en esta). Eso da para que se camine a tientas, con las mejores intenciones, claro, y para que de vez en cuando llegue uno que otro a hacer de las suyas (revise cualquiera lo que pasó y pasa con los desechos anatomo patológicos o la tragicomedia de las peluquerías – de eso luego les escribo)

    Se podría escribir mucho sobre la SP, pero lo más preocupante es que a pesar de ser aquello que perpetúa los perfiles epidemiológicos de una sociedad (no por ir al médico uno deja de enfermarse de lo mismo), es lo último sobre lo que se habla.

    El cambio sería incluso benéfico para los privados (que tienen obligaciones, que obviamente se saltan) en el largo plazo, pero como requiere inversión, es complicado de ejecutar y es extensivo en mano de obra, pues más bien se pone una cartelera donde se anuncian unos cursos en horas laborales (o sábado 7 am) y ya, se lavan las manos. Me pregunto si eso no dará para desviar unos puntos porcentuales de cotización para que alguien se le mida a hacerlo, porque lo que son las EPS con la chusma no se meten (o sino miren en donde están ubicados físicamente los hospitales)

  • Jaime Ruiz
    13 febrero, 2007 at 6:32 am

    Panóptico: el derecho a la salud consiste en lo siguiente. Usted disfruta de buena salud, el gobierno no puede quitársela. Si el gobierno lo enferma a usted a la fuerza, se está violentando ese derecho.

    Lo inaceptable de su comentario es eso de «las mejores intenciones». ¿Cuáles? La Constitución del 91 es la alianza de los ladrones milenaristas con los ladrones cortoplacistas, en todos los casos la salud, la educación, la vivienda, el empleo, etcétera, etcétera, etcétera que el Estado nos debe es un pretexto para que los profesionales de la justicia social despojen a todo el mundo. Es el camino de Corea del Norte con garantía de que por un tiempo el combo de César Gaviria y compañía puedan asegurarse un patrimonio y volverse europeos o estadounidenses.

    No se puede seguir creyendo en una raza de Robin Hoods que extrañamente son los más ricos. Quien cree que el que decreta todos los bienes y los convierte en derechos es un ingenuo que no entiende que no hay magia en la retórica jurídica o política sino muchos escondrijos para que los vivos vivan de los bobos, ese otro iluso casi siempre es otro vivo acomodándose a ese orden.

  • zangano
    13 febrero, 2007 at 9:37 am

    la salud publica,es la condicion, sine qua non,para el desarrollo socioeconomico de los pueblos.
    solamente la estulticia mental de los neocon colombianos se da el ‘lujo’ de ignorarla.

  • Carlos
    13 febrero, 2007 at 1:48 pm

    Jaime dice: «Panóptico: el derecho a la salud consiste en lo siguiente. Usted disfruta de buena salud, el gobierno no puede quitársela. Si el gobierno lo enferma a usted a la fuerza, se está violentando ese derecho.»

    Totalmente de acuerdo. Si vamos a hablar de derecho a la salud solo seria aceptable en el sentido que menciona Jaime. Pero nuestros justicieros sociales creen que la salud es como el aire, y no tiene costos. Por eso los jueces terminan haciendo caridad con plata de los marranos contribuyentes.

    «La izquierda es el sector de la sociedad más interesado en la distribución que en la producción. Es un grupo fanáticamente convencido de que el maná cae del cielo. Por eso fracasa. Después de cierto tiempo, perpleja, descubre que ya no queda nada para distribuir y sale a apedrear la embajada norteamericana.»
    Carlos Alberto Montaner

  • Alejandro Gaviria
    13 febrero, 2007 at 2:57 pm

    Carlos: existen muchos ejemplos de fallas de mercados en el campo de los seguros: los taxistas de Bogotá, por ejemplo, no consiguen seguro contra robo; los seguros de cosecha nunca han podido funcionar (a pesar de los subsidios del Gobierno); las empresas colombianas no consiguen amparos contra terrorismo (o lo hacen a primas exorbitantes: las únicas que se aseguran son las más expuestas). En muchos de estos casos, los seguros obligatorios pueden reestablecer los mercados. Hay un artículo, escrito por un economista libertario, Randall Wright, que le recomiendo: “Why is Automobile Insurance in Philadelphia So Damn Expensive”, American Economic Review, 82:4, Sept. 92.

    Panóptico: estoy de acuerdo sobre la catástrofe de la salud pública. Por casi una década las EPS y el Gobierno se la pasaron tirándose la pelota. Mientras tanto las tasas de vacunación disminuyeron sustancialmente, el embarazo adolescente se salió de madre, la fiebre amarilla apreció de nuevo, etc. Este es un caso (de libro de texto) en el cual el Estado no puede espera que el mercado haga su magia.

    Sobre los jueces y las tutelas y la caridad pública, decidí desempolvar una columna pasada: la historia de juan. Ahora aparece como un nuevo post.

  • zangano
    14 febrero, 2007 at 4:45 pm

    el gobierno presente y los anteriores, le quitan la salud a los colombianos,con la tala y fumigacion de bosques, el abandono de los paramos, la contaminacion de los rios,la falta de inversion en infraestructura sanitaria,ahora, quieren que la gente compre seguros de salud para protegerse de enfermedades desencadenadas por la codicia,la avaricia y el descuido de los potentados que nos gobiernan.
    bolombolo!