Reflexiones

El odio a los políticos

Los empresarios de la indignación no necesitan innovar. Venden un producto que nunca pasa de moda, comercializan una mercancía que encuentra cada vez más y más consumidores, todos ansiosos e insaciables, a saber: el odio indignado a los políticos. Los nombres cambian, pero la lógica del negocio es la misma, semana tras semana, día tras día. Siempre habrá un senador comprado o un concejal borracho (la fuente es inagotable) que pueda presentarse (o venderse) como la encarnación de los males de la sociedad. La clase política, se nos dice a diario, es la culpable de todos nuestros problemas. Los viejos y los nuevos. Todos.

Diariamente los políticos son descritos en términos caricaturescos. Los calificativos son siempre los mismos: corruptos, codiciosos, arrogantes, carentes de conocimiento y humanidad, etc. Los matices no existen. Las excepciones confirman la regla, reafirman un diagnóstico repetido una y mil veces. En Colombia, escribió alguna vez el novelista R. H. Moreno Durán, la clase política corrompió a los narcotraficantes. Desde entonces columnistas y periodistas repiten la misma frase sin pausa, como si se tratase de una gran revelación. El público, ya lo dijimos, quiere más. Y de lo mismo. La demanda es infinita. “Tenemos los políticos que nos merecemos”, dicen algunos de vez en cuando. Pero la sinceridad, sobra decirlo, es mucho menos poderosa que la indignación.
Por desgracia, la indignación moral ordinaria, convertida en entretenimiento masivo, en mercancía popular, no contribuye a una mejor comprensión de nuestros problemas más urgentes. Oscurece mucho más de lo que clarifica. “La única utilidad que tiene es aumentar la circulación y los índices de audiencia”, escribió el ensayista alemán Hans Magnus Enzensberger hace unos años. “Quizá haya llegado la hora de decir definitivamente adiós a la costumbre de insultar a los políticos”, señaló el mismo Enzenberger. Razón no le falta.
No sólo deberíamos, como sugiere Enzensberger, compadecer a los políticos, sino también reconocer algunas de sus funciones más importantes. Las democracias occidentales (Colombia es un caso paradigmático) prometen mucho más de lo que pueden cumplir. En general la demagogia ha sido institucionalizada. Las expectativas de las mayorías superan con creces las posibilidades del Estado. O del mercado. La frustración es por lo tanto una característica definitoria, esencial de la vida política de muchos países. En este estado de cosas, de promesas imposibles y expectativas frustradas, los políticos juegan un papel fundamental. Son chivos expiatorios, figuras propicias que permiten, al menos, un desfogue permanente para las frustraciones de las mayorías perplejas que no entienden (no pueden entender) la distancia entre lo mucho que se dice y lo poco que se hace. Consciente o inconscientemente, los empresarios de la indignación proyectan en algunos políticos (o en todos) las contradicciones insalvables de una democracia como la nuestra.

Paradójicamente, la demagogia de la indignación es comparable a la demagogia de la política electoral. Los empresarios de la indignación y los de la política son mejores para cautivar al público que para cualquier otra cosa. Unos y otros son dos caras de la misma moneda. O mejor, dos partes inseparables del mismo problema.

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  • Alejandro Gaviria
    3 junio, 2012 at 12:57 am

    Hans Magnus Enzensberger.

  • Alejandro Gaviria
    3 junio, 2012 at 1:00 am

    ¿Cuáles son los empresarios de la indignación?, me preguntó mi esposa.

    Empiezo la lista: algunos de la W, Pirry, Manuel Teodoro, Gustavo Bolívar,…

    La lista continua por supuesto…

  • Alejandro Gaviria
    3 junio, 2012 at 1:05 am

    Desde hace unos días estoy en Londres presentando el libro de política antidroga que publicó la Universidad de los Andes el año pasado. Algo ha quedado de tantas reuniones y lagartería académica. Ver aquí.

  • Javier Moreno
    3 junio, 2012 at 1:26 am

    ¿Los políticos no son también empresarios de la indignación? Por cada político que despierta la indiganción hay *siempre* otro que toma la vocería de los indignados y hace la requerida rasgadura de vestiduras en televisión.

    Tal vez a algún nivel la política es sólo un juego de indignar e indignarse por turnos.

  • Yuealy
    3 junio, 2012 at 1:37 am

    Aparte de la indignacion, lo peor de los polticos de hoy es que juegan con la esperanza del mismo pueblo que los eligio,y que decir de aquellos que viven de la politiqueria!!

  • Andrés Meza Escallón
    3 junio, 2012 at 1:48 am

    Pareciera que precisamente porque las necesidades del país siempre exceden las posibilidades del Estado, la democracia está condenada a decepcionarnos siempre. Pero aunque uno no debe poner las manos en el fuego por ningún político, qué falta hace algo inspirador como la breve aventura de los cuatro tenores.

  • Anónimo
    3 junio, 2012 at 2:15 am

    Que texto tan bueno. Sin ser agresivo, es certero. ¡Que pluma, Alejandro!

  • Isave
    3 junio, 2012 at 2:19 am

    Iván Salas Vergara,MD

    Su artículo es no solo de una superficialidad inaudita sino, peor aún, contribuye a la desinformación que critica al sugerir que la indignación ciudadana no tiene razón de ser o que se da, gracias a la magnificación que hacen los "mecenas del desastre" de casos aislados de torpeza personal de algunos escasos políticos obtusos; pero no señala las causas del creciente malestar social incluso en el primer mundo popperiano. A veces un "exceso" de academia impide ver el sentido común que anima las manifestaciones de descontento ciudadano y, otras veces, ciertos académicos están al servicio de los oscuros poderes de los cuales, la mayoría de políticos, no son más que muñecos de ventrílocuo.

  • Anónimo
    3 junio, 2012 at 2:23 am

    Estos tiempos se prestan para empeorar esa indignación vacía de siempre -banderitas, camisetas, manillas, marchas sin acciones concretas posteriores- con clicks de aprobación en las redes sociales o un par de comentarios banales.
    La política debe ser mucho más que un vaivén de indignaciones causadas por las promesas no cumplidas -no siempre tan imposibles de cumplir por el estado-.

  • Isabel Cristina Silva
    3 junio, 2012 at 3:34 am

    Gracias a dios hay políticos y odiapolíticos y quienes nos lo muestren de vez en cuando. Sin unos y otros la vida sería aburrida.

    Se me dificulta leerle entre líneas. Por momentos entiendo el sarcasmo, pero lo pienso un poco y veo que es serio. Quizá deba expandir sus ideas para que las entendamos quienes mercamos con frecuencia en el supermercado de la indignación.

  • Camilo P.
    3 junio, 2012 at 4:08 am

    Alejandro ud tiene una columna viejita que trataba en esencia del mismo tema (la calidad de la política y la indignación: con referencia a un economista italiano; podría enlazarla otra vez). La cita de RH Moreno Durán la volvi a leer en la <a href= "http://m.eltiempo.com/politica/experto-asegura-que-colombia-est-preparada-para-proceso-de-paz/11893424 >entrevista.</a>, que concedió James Robinson al diario El tiempo, esta semana en el marco de un congreso de lagartería académica sobre las nuevas perspectivas de la violencia en Colombia.

    " El país tuvo una guerra civil en los cincuenta, sin nada de drogas. He estudiado las raíces del paramilitarismo en el Magdalena Medio, que están allí antes de la expansión de las drogas, en la década de los setenta.
    La expansión de la economía de la droga en Colombia es un resultado de la forma en que la sociedad funciona. Si usted legaliza mañana, los problemas de Colombia no se irían.

    Me gusta el aforismo del escritor colombiano Rafael Humberto Moreno-Durán, quien dijo: "En Colombia, la política corrompe el narcotráfico". No estoy seguro de que sea cierto, pero los políticos definitivamente corrompieron el paramilitarismo."

    una vieja letanía, cansina, fatigante, innecesaria, que seguramente da réditos en el mercado de la indignación magnánima. Y el desbordamiento de las pasiones políticas y la frustración. No sé si realmente lo dijo pero escuche alguna vez que Estanislao Zuleta había dicho que todo político ha de rodearse de circulos de mierda. Creo entenderlo mejor ahora… es un trabajo muy díficil, moverse entre la caca, y recibir todas las salpicaduras….

  • Juan Carlos
    3 junio, 2012 at 4:12 am

    Estoy de acuerdo con anónimo 21:15 y por lo mismo en desacuerdo con Iván Salas. La columna describe con excelentes líneas lo que Bobbio planteó en el Futuro de la Democracia: ésta lleva implícita (1) la libre expresión, por lo que las demandas ciudadanas son altas; y también (2), necesariamente, un lista de controles (ciudadano, fiscal, judicial, político, etc.) que conllevan demora en la atención de esas mismas demandas. Resultado: "Escaso rendimiento", para utilizar la expresión del autor.

    Paradógicamente las autocracias son muy eficientes. El Dictador dice y se hace de inmediatao; y nadie chista. La libertad de expresión está acallada.

    Y también señaló que existe un "mercado político" inherente a la democracia. Unos ofertan indignación, otros la consumen. Algunos ofertan promesas, otros las devoran. Y algo que creo que no dice es que de la "calidad" de los productos que se oferten, depende la calidad misma de la democracia. Ésta podría ser la esencia de la columna magistral del Dr. Gaviria. La idea, entiendo, es avanzar desde los empresarios de odio, indignación y promesas, hacia un mercado de ideas y certezas, para mejorar la calidad del sistema.

  • Anónimo
    3 junio, 2012 at 7:37 am

    Totalmente de acuerdo. Las olas de indignación rápidamente se convierten en ruido de fondo. ¿De que han servido los hashtag y los perfiles de renuncie senador? De nada! Tanto ruido y odio de fondo embrutece.

  • Ruiz
    3 junio, 2012 at 8:01 am

    Casi siempre, los que odian a lo políticos valoran muy poco la democracia y la indignación (indignante ahí sí) es pura envidia de gente que sería la primera en robar si tuviera ocasión. Por no hablar de que según la conveniencia se encuentran asociaciones (como el "uribismo" de Merlano) que hace que los redentores cívicos sean Bejarano y Zuleta. Es difícil expresar hasta qué punto Colombia es un muladar.

    Hace ochenta años Ortega escribió sobre España algo que viene al caso:

    Pica, a la verdad, en historia la unanimidad con que todas las clases españolas ostentan su repugnancia hacia los políticos. Diríase que los políticos son los únicos españoles que no cumplen con su deber ni gozan de las cualidades para su menester imprescindibles. Diríase que nuestra aristocracia, nuestra Universidad, nuestra industria, nuestro Ejército, nuestra ingeniería, son gremios maravillosamente bien dotados y que encuentran siempre anuladas sus virtudes y talentos por la intervención fatal de los políticos. Si esto fuera verdad, ¿cómo se explica que España, pueblo de tan perfectos electores, se obstine en no sustituir a esos perversos elegidos?

    Hay aquí una insinceridad, una hipocresía. Poco más o menos, ningún gremio nacional puede echar nada en cara a los demás. Allá se van unos y otros en ineptitud, falta de generosidad, incultura y ambiciones fantásticas. Los políticos actuales son fiel reflejo de los vicios étnicos de España, y aun -a juicio de las personas más reflexivas y clarividentes que conozco- son un punto menos malos que el resto de nuestra sociedad. No niego que existan otras muy justificadas, pero la causa decisiva de la repugnancia que las demás clases sienten hacia el gremio político me parece ser que éste simboliza la necesidad en que está toda clase de contar con las demás. Por esto se odia al político más que como gobernante como parlamentario. El Parlamento es el órgano de la convivencia nacional demostrativo de trato y acuerdo entre iguales. Ahora bien, esto es lo que en el secreto de las conciencias gremiales y de clase produce hoy irritación y frenesí: tener que contar con los demás, a quienes en el fondo se desprecia o se odia. La única forma de actividad pública que al presente, por debajo de palabras convencionales, satisface a cada clase, es la imposición inmediata de su señera voluntad; en suma, la acción directa.

    Cuanto más se odie al gremio más decisivos serán los votos comprados y más desvergonzados serán los abusos, no obra con rectitud y respeto alguien a quien todos conciben sin saber nada de lo que hace como un usurpador y un parásito.

  • Alejandro Gaviria
    3 junio, 2012 at 9:43 am

    Muy buenos los comentarios. Mejores que la columna (lo digo sin falsa modestia).

    Iván: no es exceso de academia. Tampoco creo que sea superficialidad. Pero sí hay en la columna (en mi opinión) un exceso de realismo que, en últimas, sugiere que los indignados y los objetos de la indignación son más parecidos de lo que se cree. De allí la importancia de la indignación de segundo orden (el término es de Daniel Vaughan), esto es, de la indignación con los indignados.

    Camilo P.: la relación entre los políticos y los paramilitares es compleja, sin duda de doble vía. La frase del ex fiscal Iguarán en el sentido de que fueron los primeros quienes buscaron a los segundos (María Jimena Duzán la repite frecuentemente), siempre me ha parecido superficial. Hubo de todo. Al respecto recomiendo (nuevamente) Líbranos del bien de Sánchez Baute. Voy a buscar la columna vieja, no la recuerdo.

    Jaime: Resalto otro fragmento de la larga cita de Ortega (muy buena): El Parlamento es el órgano de la convivencia nacional demostrativo de trato y acuerdo entre iguales. Ahora bien, esto es lo que en el secreto de las conciencias gremiales y de clase produce hoy irritación y frenesí: tener que contar con los demás, a quienes en el fondo se desprecia o se odia.

  • Alejandro Gaviria
    3 junio, 2012 at 9:45 am

    Esta frase de Maquiavelo (la había cita en una columna anterior) viene al caso: “Es imposible ser al mismo tiempo buen hombre y buen príncipe. Quien quiera ganar la gloria política debe renunciar al cielo; quien busque la salvación sacrificará su reino”.

  • Alejandro Gaviria
    3 junio, 2012 at 10:24 am

    Detrás del odio a los políticos también hay una idea totalitaria, la idea del monismo de la que hablaba Isaiah Berlin: “the ancient belief that there is a single harmony of truth into which everything, if it is genuine, must fit”.

    En fin no hay conflictos, ni choques de valores, las preguntas sobre los fines tienen respuestas claras, y los medios son conocidos y expeditos. Si tan solo tuviéramos buenos políticos, podríamos vivir en el paraíso.

  • Andrés Barreneche
    3 junio, 2012 at 11:05 am

    Me parece que se están confundiendo dos cosas: la indignación y el oído. Lo primero es puntual, lo segundo es general. El odio podría describirse cómo un estado de indignación constante.

    La indignación en sí no es mala, es necesaria, incluso. Ha sido, en muchos casos, motor de progreso en la sociedad (p.ej. derecho al voto pata las mujeres). El problema es caer en el odio, que impide la reflexión. En este caso la indignación se vuelve predecible y, por ende, explotable por demagogos.

  • Ruiz
    3 junio, 2012 at 12:49 pm

    Esa frase de Berlin describe el creacionismo, vista la complejidad de la definición de monismo. Baroja decía "La gente de estos pueblos cuando se ponen a razonar lo hacen como curas, pero eso les pasa a la mayoría de los españoles" (cito de memoria), es exactamente lo que les pasa a los colombianos, que andan a la última moda de anticlericlarismo de Vargas Vila pero apenas como blasón al alcance de los hijos de gente que les ponía velitas a los santos. De no ser por la intromisión del traidor Luzbel, siempre enmascarado para confundirnos, todo sería perfecto.

  • Nelson Vanegas A
    3 junio, 2012 at 1:02 pm

    Alejandro,

    Lo que me gusta de tu columna es la invitación a no pensar con el mismo molde que hemos venido pensando en el mismo problema durante mucho tiempo y casi todo el mundo. De pensar "fuera de la caja" salen ideas buenas y a veces soluciones.

    Nuestros políticos son colombianos, es lo que son. Personifican, con una inyección de adrenalina y cafeína simultánea, nuestra cultura e idiosincracia. Amplifican lo bueno y lo malo: son como un colombiano super-alterado, en un episodio de manía. Pero eso lo hacen como un colectivo: "los políticos", no como personas individuales. En lo individual son como cada miembro de la colmena colombiana: hacen lo que colombianos comunes y corrientes, en promedio, haríamos en esas mismas circunstancias.

    La pregunta que hay que hacerse es porque no escogemos para cargos públicos a personas sobresalientes en lugar de a colombianos comunes y corrientes… y eso creo que personalmente lo resolví diciendo que buscamos que nos entretengan. No tenemos el Barcelona al cual pagarle millones de dólares para que nos den un buen espectáculo de fútbol, no tenemos estrellas de cine como para pagarles cientos de millones para que nos den un buen show. Entonces nombramos políticos, ellos se encargan del show. Los que no hacen sino un trabajo juicioso y no roban nos salen baratos, pero son como los actores de reparto: no sabemos quienes son o qué hacen (seguro son los hacen el trabajo real).

    A los que premiamos es a los que nos dan show. Ellos si se pueden quedar con cientos de millones, pero no es que se los demos así no más, se los tienen que robar. Eso sí, corren un riesgo: que los pillen. Pero es un riesgo que cualquier ratón está dispuesto a correr.

    En un experimento de laboratorio si ponemos un botón para un orgasmo instantáneo un ratón de laboratorio lo presiona hasta morir. Si lo hacemos preceder de un riesgo mortal, muchos ratones aun corren el riesgo para poder apretar el botón (otros no). Así son nuestros políticos: ratones a los que les ponemos un premio, roben a ver si los pillamos.

    La mayoría vive sin que los pillemos pero a otros los mandamos a la cárcel. El resultado final es que son eso, ratas que se comportan como tales bajo condiciones controladas o descontroladas de laboratorio. El experimento no es real, me lo inventé, pero esa es la idea, las ratas reales no sé si harían eso o no. Los políticos sí.

    Al final, el problema es el show: le damos a los Nule millones que luego de cinco años en la cárcel saldrán a disfrutar, lo mismo hacemos con los Samuel y otros. Nos dan un buen show y pasan a disfrutar su fortuna. Los de las Altas Cortes, igual: posicionen a sus familias y amigos, todo por cuenta nuestra, eso sí, nos dan un show (acepten relojes y zapatos de mafiosos, salgan en los medios a proferir sentencias en los micrófonos). Colombia es un reality gigante… la pasamos bien. Como pasan bien los que van a ver películas de terror.

    Lo que se nos olvida es que para mantener ese show hay muertos diarios, gente se queda sin salud, la educación es un desastre… etc. Si reconociéramos que no queremos show entonces saldría más barato, nombraríamos personas capaces a los cargos del estado y harían un buen trabajo sin dar el show. Pero en ese caso nos tocaría buscar otro entretenimiento… por ahora este basta. Los Juegos de la Angurria los llamo yo.

    Y para el show se necesita el periodista que se indigna y se sube al podio moral, el jurista que se propone denunciar todo, etc.etc. es todo parte de ese tinglado.

  • panÓptiko
    3 junio, 2012 at 1:13 pm

    Comentarios varios:

    + Estoy de acuerdo en que el odio generalizado a los políticos es problemático, en tanto que hace del “Tenemos los políticos que nos merecemos” una profecía que se cumple por sí misma. ¿A quién le interesa volverse político ante semejante espectáculo? Pues sólo a los que saben como jugar con fuego. Los políticos hacen falta, y es importante que el sistema promueva que una proporción de los mejores miembros de la sociedad lleguen a ocupar estas curules.

    + Pero esto no quiere decir que sea injustificado imponer castigos ejemplares a las faltas mínimas de los políticos. Y no es sólo neo-confucianismo tropical. En una sociedad donde se ha dado por hecho que la ley es sólo para los de ruana, mostrar lo contrario es una necesidad para promover la cultura de la legalidad.

    + Tampoco estoy de acuerdo en generalizar el fenómeno a las democracias occidentales. Por un lado, prometer es propio de todas las democracias: cuando dos o más partidos se baten en las urnas no tienen otra que hacerlo con base en promesas, sobre las cuales todos entienden existe una incertidumbre sobre su factibilidad. Esto incluso se puede extrapolar a todo ejercicio del poder político—ahí tienen a Corea del Norte por ejemplo.

    Por otro lado, teniendo en cuenta que el incumplimiento hace parte natural del quehacer político, no creo que la frustración con los políticos sea el estado natural de todas las democracias occidentales. Tengo sólo evidencia anecdótica, pero eso no transpira los estado unidenses, o los alemanes. Tengo la hipótesis que esto es una cuestión más de mentalidad de ciudadano de país no desarrollado, en la que se trata al electorado como enanos mentales y ser burócrata es el sueño dorado. Es decir, el paternalismo de los estados de bienestar que no funcionan—sobre lo que colgó hace un tiempo un buen artículo por acá.

    Que bueno escuchar las noticias de Londres.

    Saludos,

  • JuanDavidVelez
    3 junio, 2012 at 2:50 pm

    Muy bacano lo de los empresarios de la indignación. También muy bacano el comentario de Alejandro de las 5:24.

    Pero por lo demás, sinceramente no entiendo ni mierda, en serio. ¿que tiene de malo indignarse por la forma como funciona la democracia aquí en Colombia (es decir, indignarse por cosas como eso de que dos familias controlan la politica de un departamento, que fue lo que dijeron de Merlano)? (me diran que así es en todo el mundo, pues esa respuesta no resuelve el problema).

    Yo si creo que en todo caso hay que indignarse. De la campaña que hicimos los activistas contra Merlano, a mi me quedó haberme reido mucho viendo los policias siguiendo el procedimiento, pero también me quedaron los tremendos comentarios que hizo @pcastano al respecto, ella decía que los activistas de tuiter, en ese caso concreto que nos ocupaba los clics en esos días, lo que debiamos hacer era tratar de mirar como funcionaba la politica en el departamento del senador.

    Pues no sé, yo creo que de la indignación contra los politicos quedan cosas más buenas que malas, queda por ejemplo que se mejore la forma en que se elige.

    Las guevas, indignarse contra los mayores despropositos de los políticos es una buena cosa. (lo digo a modo de hipótesis de trabajo).

  • JuanDavidVelez
    3 junio, 2012 at 3:23 pm

    Voy a poner los comentarios de @pcastano a la cuenta de tuiter que quería acumular 50,000 seguidores en la campaña que hicimos los activistas de renuncie senador.

    "Propuesta para @renunciesenador después de lograr sus 50mil seguidores (soy una, por cierto): traten de hacer algo más con la indignación."

    "Sugiero que @renunciesenador convoque a @CongresoVisible para que le explique a esos seguidores aspectos del sistema electoral colombiano."

    "Sugiero también que @renunciesenador le explique a su 50mil seguidores aspectos de las redes políticas a las que pertenece el senador."

  • charlie
    3 junio, 2012 at 3:47 pm

    El Estado, como ente para defender privilegios puede tener como origen la fuerza, la astucia o el engaño.
    Este ultimo, la llamada Democracia, es la obra de los políticos.

  • Miguel Angel
    3 junio, 2012 at 4:00 pm

    "La mentira es inherente al discurso político", escribió Gilbert Maurey en su libro "Mentir – Ventajas y desventajas", cuando la política es oposición se utilizan mentiras contra los gobiernos de turno para hacerse con los votos de los descontentos; en las dictaduras se utiliza la mentira para desinformar creando estados de paranoia colectiva generalmente utilizando el modelo de la amenaza interna o externa encarnada en un país, persona o lo que pueda ser manejado en el discurso mediático y en la contienda política normal los políticos en su afán de no perder vigencia utilizan cualquier tema incluso diciendo mentiras para hacerse un espacio en la mente del consumidor. Pero en este estado de cosas para el villano que es el político hay un justiciero que siempre está al acecho, y este es el periodista.

    Maurey planteaba que los periodistas se enfrentan a tres situaciones comprometedoras, primero, frente al auditor o lector, luego ante su empleador, y por último, el relativo a la imagen que tiene de sí mismo.

    Frente al tercer problema que es el más complejo, Maurey escribió lo siguiente:

    "Debe ante todo darse una buena imagen de sí mismo, lo que no resulta compatible con el hecho de balbucear que no se está muy al corriente, y que será mejor revisar más tarde…, o nunca. No, lo importante, a sus propios ojos, es entregar de manera clara y exacta informaciones cada vez que esté en situación de tener que entregarlas, es decir sin tregua, puesto que es su trabajo… Si no actúa así, menoscabará la imagen que encarna, ese personaje que en principio lo sabe y lo entiende todo antes que los demás, y que participa del secreto de los dioses. Es importante mantenerse en ese estatus, y ello justifica algunos atentados contra la verdad."

    Así las cosas el periodista siempre ha estado muy unido al ideal del héroe, del salvador; sin ir más lejos, algunos superhéroes y su relación con los periodistas están ahí para mostrarse como ejemplo, Superman, El hombre araña o El avispón verde; son periodistas y superhérores al mismo tiempo; su lucha es frente a los políticos corruptos y demás fuerzas que siempre están para destruir al ciudadano; la historia así lo plantea, todo villano que se respete debe tener un político o representante del gobierno detrás brindándole apoyo desde las sombras.

    En Colombia no hay que ir más lejos que lo que por ahora ya plantea la novela "Escobar" en un punto de la trama, un narco que se infiltra en la política y compra a cuanto político puede y en su lucha se lleva por delante a quien no esté de acuerdo con él; y allí se muestra el juego en todo su esencia, los políticos corruptos, los políticos buenos, los periodistas que están para salvar a la sociedad y los villanos que quieren hacerse con el poder a toda costa; con la adición de que todo lo anterior ocurrió realmente.

    Así, con todo este enredo, nosotros mismos nos hemos creído en alguna medida el cuento de que la democracia y los políticos representan al pueblo en sus más altos deseos y lo llevan al paraíso terrenal de la sociedad perfecta, incorruptible, exenta de problemas, donde todo es felicidad.

    A lo mejor y todos jugamos de estas idealizaciones, cada uno desde su orilla, buscando a los "culpables" de todo lo malo que como sociedad podemos tener; y en ese juego, perdemos de vista que los políticos no son villanos, simplemente, son personas como todos nosotros, lo bastante estúpidas como el senador Merlano y otros, para creer que ellos son el principio y el fin de todo debido a su estatus político, tal como nos pasa en otras situaciones, a todos los demás.

  • Anónimo
    3 junio, 2012 at 4:39 pm

    Hay que organizar las ideas primero que todo Dr. Alejandro. En primer lugar nosotros votamos y escogemos quienes son nuestros representantes "políticos" para que administren nuestros recursos y hagan las leyes. TODOS ellos son funcionarios públicos al igual que muchos otros que no se escogen por voto. Como nosotros (usted, su familia, mi familia y yo, y demás familias de colombianos) escogemos a éstos personajes, pues uno espera que cumplan con una buena labor y respondan por sus acciones, ya que están trabajando para todos nosotros (entiendase su familia, mi familia y todas las familias de cada colombiano). En ese orden de ideas si ellos no hacen bien su trabajo, pues tenemos el derecho de exigir! que se revise el comportamiento de ese funcionario público, y para ello hay entes como la procuraduría y la contraloría. Cuando un funcionario comete acciones que van en contra de las leyes, o que no son ética ni moralmente adecuadas, la constitución permite a cualquier colombiano ejercer derecho al control político (artículo 40 de la constitución). En ese orden de ideas uno podría pensar que si usted tiene una empresa y un trabajador suyo no hace bien su labor, o lo hace bien, pero su comportamiento es inadecuado, usted está en el derecho de exigirle a éste trabajador, sencillamente porque usted le paga sueldo!. Eso no es demagogia, es exigir cumplimiento. El problema radica debido a que durante muchos años la clase "politiquera" y no "política", se ha dedicado a trabajar para el bien propio por encima del general. Como muchos se acostumbraron a ver éste tipo de actividad, se volvió normal ver en las noticias gente corrupta siendo investigada, pero ahora con todo ésto del internet y las redes sociales, ya se hace más fácil manifestarse y exigir al funcionario público que rinda cuentas al país. Nadie niega que aquí mas de un medio de comunicación pesca en rió revuelto, pero prefiero la demagogia de la indignación al silencio. Por lo menos el país comienza a ver el orden de las cosas que debería haber tenido durante muchos años.

  • Anónimo
    3 junio, 2012 at 5:07 pm

    Como toca leer entre líneas y adivinar qué se quiere decir de verdad, pues uno entiende que indignarse es malo y que para colmo de males existen unos cuantos que promueven la indignación, porque le sacan ganancias a ello. ¿Estuvo inteligente mi interpretación o todavía me falta? ¿Dios mío que haré con mi estupidez?

  • Vidadementiras
    3 junio, 2012 at 5:17 pm

    Los emperadores , califatos , reyes , cancilleres , presidentes … todos sin excepción han sido esclavos de la fortuna . Sin ella , no importa cuando ni donde , todos los sistemas caen . La fortuna en la gestión política , asegura la gratitud del pueblo sin importar que tan despota se haya sido .

    El gobierno de Lula tuvo escándalos de corrupción comparables a los de Uribe , pero la fortuna en la gestión política asegura una imagen limpia de por vida . Mientras China siga creciendo , a pocos les va a importar la falta de libertad .

    La fortuna hace rato que no se pasea por acá ergo, no hay político en nuestra historia al que no se le puede hijueputear .

    La frustación perpetua es inherente al ser humano , va mucho mas allá de la política .

  • Germán Cuervo
    3 junio, 2012 at 6:59 pm

    "El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente." Lord Acton.

    Siempre ocurre que cuando un gobierno fracasa, por corrupción o incompetencia, en la conducción del país hacia el "desarrollo", surge una nueva "generación" de políticos que se monta en el caballito de batalla de la indignación social para convocar a la masa electoral en pos de desmontar del trono a la rancia clase política y sus vicios. Suele ser evidente que esta nueva generación está compuesta por miembros de la antigua generación o por herederos de ésta (herederos así también de sus vicios) que se venden como reformistas o progresistas o regeneradores o rectificadores o bastiones de la virtud y la moral o lo que sea, sólo para adecuarse a como viene la ola de las tendencias políticas y surfear hacia el cargo político de preferencia. Hacia el poder.

    "El poder para qué". No dudo que, aparte de aquellos –la mayoría me atrevería a decir– que entran en la política por lo lucrativa que puede resultar para sus bolsillos, haya muchos que quieran dedicarse a ese oficio por alguna motivación filantrópica, pero una vez envueltos en la telaraña del juego del poder no tendrán más remedio que adaptarse, o desistir. Sea como sea, es bien sabido por unos y por otros que la estrategia adecuada para convencer al electorado es venderse a sí mismos como la garantía de un futuro prometedor, como la respuesta a sus males, como la prosperidad verdadera e inminente, no como aquello que nos prometieron y que jamás llegó. Y lanzan estas promesas como lo que son, palabras al viento, sin saber cómo las van a cumplir o a sabiendas de que no se pueden cumplir, por algo muy simple: a nadie le gusta un político realista o pesimista. Mas el fin último que lleva a una persona a la política es entrar, amalgamarse y aportar su granito de arena al sistema que mantiene su statu quo, y para eso conviene mantener un control psicólogico sobre la "masa estupída", en lo que un político que se precie de serlo ha de ser muy hábil. A los políticos jamás hay que compadecerles por ser chivos expiatorios, porque es lo que menos les importa. Hay que desconfiar de ellos, fiscalizarles. O al menos habría que.

    "Un señor prudente no puede, ni debe, mantener la palabra dada cuando tal cumplimiento se vuelva en contra suya y hayan desaparecido los motivos que le obligaron a darla. Y si los hombres fuesen todos buenos, este precepto no lo sería, pero como son malos y no mantienen lo que prometen, tú tampoco tienes por qué mantenérselo a ellos", escribió pragmáticamente Maquiavelo en El Príncipe, libro de cabecera –no lo dudo– de cualquiera que ostente el poder o pretenda hacerlo.

  • Ricardo Angel P.
    3 junio, 2012 at 7:17 pm

    Alejandro, nuestros periodistas mejor pagados lo son porque se encargan de los temas interesantes (rating); no de los importantes.
    Así como cada sociedad se merece los políticos que tiene; igualmente se merece los periodistas que tiene (que premian entregándole su audiencia).
    Una sociedad mas educada no solo elevaría el nivel de sus políticos sino de sus periodistas y lo Interesante coincidiría con lo Importante.
    Buen tema el de columna!

  • Alejandro Gaviria
    3 junio, 2012 at 7:28 pm

    Tres puntos para la discusión

    La indignación del click y la del radioescucha que reafirma su superioridad moral todas las mañanas probablemente tienen algo de positivo. Pero, como sugiere Nelson, pueden mirarse de otra manera, como respuestas pasivas al reality de la política. No estoy convencido de que este tipo de indignación light sea una fuerza poderosa de cambio social. Puede ser incluso lo contrario.

    No creo en la visión ingenua de los políticos como agentes de los votantes, como mandaderos contratados para hacer una tarea especificada perfectamente de antemano. Los contratos políticos son incompletos. Hay mucho por especificar. Las contingencias y las variaciones aleatorias son enormes. Con frecuencia es muy difícil establecer si han hecho o no bien en su trabajo. Si los políticos fueran simples agentes o empleados de los votantes, no necesitaríamos democracia. Sería mejor manejar los países como se manejan las empresas.

    Muchos empresarios de la indignación se han lanzado a la política. Terminan, por supuesto, comportándose como políticos. O incluso peor.

  • Ruiz
    3 junio, 2012 at 7:53 pm

    En Colombia el odio a los políticos no corresponde sólo a la envidia sino a la mentalidad del asesinato, que es a fin de cuentas lo que se aprende en las universidades. En Semana sale una noticia sobre un plan para matar a Uribe y casi todos los comentaristas ¡aplauden!. Eso personas que han tenido que registrarse y ponen ahí su nombre. ¿Qué no dirán los uniandinos, javerianos, externadistas, tadeístas y demás canallas cuando hablan entre ellos?

    Ningún problema, no hay que pensar que ocurre nada fuera de este foro. No va a haber nadie que condene a los que aplauden los planes para matar a Uribe, sino que me descalificarán a mí. ¡Unos valientes doctores que no soportan no tener mi nombre y mi dirección!

  • Anónimo
    3 junio, 2012 at 9:11 pm

    Le falto decir que los politicos de los que usted habla, en las tres ultimas decadas han ejecutado e implementado obedientemente en Colombia el legado economico de la universidad de la cual usted es uno de los decanos y que nos tiene orgullosamente en el tercer pais mas desigual del mundo despues de Angola y Haiti. Asi que esos politicos y lo que usted representa, no hay ninguna diferencia. No se haga el desentendido.

  • Anónimo
    3 junio, 2012 at 9:16 pm

    Tengo sueño….y…..
    tengo que darle importancia a las torpezas de ruiZzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

  • Alejandro Gaviria
    3 junio, 2012 at 9:42 pm

    Probablemente el anónimo de las 16:11 cae en el 90% de quienes citan el coeficiente Gini sin entender su significado y mucho menos sus determinantes. La indignación es eficaz. Hace mucha bulla con unas pocas nueces.

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 12:07 am

    "¿Qué no dirán los uniandinos, javerianos, externadistas, tadeístas y demás canallas cuando hablan entre ellos?"

    Si todos los universitarios colombianos son –por definición Jaimeruicesca–canallas que aplauden por las amenazas contra Uribe, ¿quienes entonces son los seguidores del expresidente? ¿Todos son analfabetas? ¿Si acaso bachilleres?

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 3:10 am

    Karla Moctezuma : Asi que el Juez-burgues se trago el grueso de las Rentas y se tiro a la elite del Uribismo ???

    ( … y la democracia-burguesa a debate en Uniandes ( ??? ) … No.
    Que debaten sobre el capitalismo con Democracia. Que son liberales los muchachos. ( ? ) … )

  • Ruiz
    4 junio, 2012 at 3:10 am

    Anónimo, se dice analfabetos, ustedes "aprenden" a ser cada vez más ignorantes. Los comentaristas de Semana no son ni representan a todos los universitarios colombianos sino a las universidades de la gente del nivel social que lee esa revista. Ricos y educados, tan patéticamente que escriben "analfabetas".

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 3:25 am

    … y Gaviria no se Indigna. Un tipo cool. Un flematico con esa flema adictiva que se cuela hasta por el barrio pakistani de Londres.

    … karla : porque Maquiavelo suena al condecorado Bob Dylan cuando suena en el tropico ? ??. Que joda.

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 3:37 am

    Vidadementiras … Y vos ? Libertad para QUE ? . Mijo … P'a que huevonea con la metafisica.

    ( Soy el anonimo adicto a Karla que le escribe a Karla porque teme que que karla es una tremenda adicta )

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 3:39 pm

    J Ruiz: Soy uribista ergo soy analfabetA. Si fuera analfabetO, no podría ser uribista.

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 3:59 pm

    El tema planteado en la columna tiene aristas interesantes a las que Gaviria no se acerca ni a leguas, su planteamiento es repetitivo no para ser más contundente sino más banal: no es la primera vez que se indigna con la indignación pero cada vez que aborda el tema de nuevo cae el nivel de la discusión. Suena como Andrés Felipe Arias equiparando ahora la crítica o la desaprobación colectiva en términos de "odios". A veces da la sensación de que lo que le choca a Gaviria es la queja o la crítica, especialmente cuando viene hecha desde un sector popular.

    No dudo de que aquí se pueden abordar problemas muy vigentes como la polarización de la opinión, la ética de los medios masivos y los "conductores" de opinión, pero desafortunadamente no entra allá. Paradójicamente nuestra clase política actual se destaca por sus elementos polarizadores que manipulan la información como estrategia de apoyo a sus causas.
    ¿A qué se refiere entonces con que "deberíamos … compadecer a los políticos, sino también reconocer algunas de sus funciones más importantes"? suena como si el problema estuviese en la expresión de la crítica y no en los mecanismos de manifestarla, es decir una vez más "más bien deberían ver el lado bueno, proponer en vez de criticar". En últimas ¿la manifestación popular es válida cuando es de adhesión -sin importar el nivel de comprensión de la causa-, digamos en la forma de un voto; pero no lo es cuando es desaprobación, digamos en la forma de una cadena en twitter o una marcha. No se olvide de que las campañas electorales son y han sido desde siempre otra forma de entretenimiento masivo y mercancía popular.

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 5:27 pm

    Uff si el odio es malo. Más cuando los políticos son personas humildes, sensatas y honradas. Por cierto que este tipo es otro promotor de odio, posiblemente sea un profesor universitario encubierto:

    http://www.eltiempo.com/justicia/oficial-del-ejercito-destapa-el-horror-de-los-falsos-positivos_11918454-4

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 7:24 pm

    Eduardo Merlano
    Ernesto Samper
    Alvaro Uribe
    Piedad Cordoba
    Fernando Londoño
    Gustavo Petro
    Horacio Serpa
    Andres Felipe Arias
    Samuel Moreno

    Algunos odiados con razón otros sin razón.

  • Anónimo
    4 junio, 2012 at 9:58 pm

    Estamos hablando del Bob Dylan que condecoro la casa Blanca ?

  • Alberto
    4 junio, 2012 at 10:17 pm

    Alejandro;

    Hay algo en la columna que pareciera no compadecerse con el país al que ella se refiere. Yo estoy de acuerdo en que hace falta mucha indignación de segundo orden; indignarse por Pirry o por la Senadora de los niños. Pero, también, en Colombia, en, por ejemplo, diez años, la “clase” política se ve involucrada en circunstancias que serían el escándalo de todo un siglo o de toda una generación en un-otro país un poquito más serio –y, también, con indignados más serios-. Quiero decir, al margen de los empresarios de la indignación, no hacen falta motivos para, etcétera.

    Ahora, escribiendo este comentario, se me ocurre algo que me parece le otorga más razón a la columna (¿entonces debería borrar el párrafo anterior?); y es que, a pesar de tanta empresa de la indignación y de una opinión que parece generalizada en contra de ciertas actuaciones de la “clase” política, la gente sigue eligiendo a los mismos, a los mismos con el mismo nombre. Es decir, hay una disociación entre esa indignación y la participación ciudadana.

    Y… felicitaciones por los resultados de la "lagartería académica", consignados en The Guardian.

    Buena tarde.

  • Alejandro Gaviria
    5 junio, 2012 at 3:08 am

    Alberto: creo que al fin de cuentas estamos acuerdo. La indignación como entretenimiento aparentemente no es muy eficaz. Albert Hirschman decía (en Exit, Voice and Loyalty) que existe un “arte de la voz”, que para indignarse o para la protesta social se necesita un estilo que, en mi opinión, poco o nada tiene que ver con el estilo de nuestros empresarios de la indignación. Saludos.

  • Anónimo
    5 junio, 2012 at 3:29 am

    Si leemos completo el texto "Compadezcamos a los políticos" de Hans Enzensberger que cita Alejandro llegamos al siguiente párrafo de conclusión:

    A buen seguro la mayoría de nosotros pensamos que sería un lujo exagerado compadecer a unos conciudadanos que, sin la menor vergüenza, se califican de políticos de primer rango. Pero al igual
    que cualquier otro grupo marginal, al igual que los alcohólicos, los ludópatas o los skinheads, son merecedores de esa compasión analítica necesaria para comprender su miseria.

    ¿entonces Alejandro cita sólo el fragmento que conviene a su columna tergiversando completamente el sentido del texto de Enzensberger o tiene fe en que sus lectores no leerán la fuente primaria?

  • CarlosH
    5 junio, 2012 at 4:47 am

    Jaime:

    Para su "deleite" y mi indignación:

    "Estaré empleado en el lugar adecuado, cuando me paguen por lo que sé y no por lo que hago"

    Esquina superior izquierda de:
    http://libretadeapuntes.com/

  • Constantino
    5 junio, 2012 at 6:12 am

    Los conatos de indignación colectiva dan pena porque muestran que la gente solo ataca los desafueros más triviales de la clase política: los más vistosos, ridículos y escandalosos, como si se tratara de una novela. La política tiene siempre algo de reality show, a tal punto que uno a veces termina preguntándose si todo esto no es más que una comedia ramplona. Los mismos políticos son víctimas de su imagen; ya saben que para figurar en los medios necesitan ser histriónicos, exagerados, decir de vez en cuando un disparate, hacer una escena. El político moderado y cabal ya no vende, porque no gusta; el público quiere personajes coloridos y extravagantes. Tal vez para añadirle emoción a una vida esencialmente monótona que discurre entre el trabajo, el estudio y los tiros agudos del Twitter.

    Llega el momento en que uno no quiere saber más de lo que hacen los políticos, sean honestos o sinvergüenzas; uno se aflige de dedicarle atención a una vida ajena, inflada por los medios, pero que es, en fin, pasajera, diminuta, humana, torpe, necia, buena o mala, como sea, una vida bastante común y corriente cuyos pormenores (pedir plata para gasolina, eludir una prueba de alcoholemia) deberían ser pan de comadronas chismosas, no escándalo nacional.

  • Alejandro Gaviria
    5 junio, 2012 at 2:33 pm

    Anónimo 22:29: el texto de Hans Magnus Enzensberger es el primer cometario de esta entrada (lo que invalida completamente la segunda parte de su comentario). Y en este caso, además, quien está citando selectivamente es usted, no yo.

  • Alejandro Gaviria
    5 junio, 2012 at 2:40 pm

    Y ya de por fin de regreso en "el país de la felicidad, los doctores y la cocaína".

  • Anónimo
    5 junio, 2012 at 4:49 pm

    Indignación del día: video porno en el Castillo San Felipe.

  • Ala de mosca
    5 junio, 2012 at 9:17 pm

    Profesor Gaviria : Los Beatles como paradigma del empresario indignado. Saludos.

  • Alejandro Gaviria
    6 junio, 2012 at 12:56 am

    Ala de mosca: "But if you go carrying pictures of chairman Mao
    You ain't going to make it with anyone anyhow".

  • Alejandro Gaviria
    6 junio, 2012 at 1:02 am

    "The frequent, and often wonderful, success of the most ignorant quacks and imposters, both civil and religious, sufficiently demonstrate how easily the multitude are imposed upon by the most extravagant and groundless pretensions."

    Adam Smith in The Theory of Moral Sentiments.

  • Anónimo
    6 junio, 2012 at 2:00 am

    A ver si entendí bien:

    Merlano y Corzo pasan por encima de las leyes que ellos mismos hacen y usan su posición para obtener privilegios … ¿y yo no debería indignarme sino sentir pesar por ellos porque son unos pobres chivos expiatorios?

  • Anónimo
    6 junio, 2012 at 3:33 am

    Karla : donde tu estas ???
    ( Estamos celebrando el derrumbe de la vieja OEA aqui en Chicago. Evo Morales ha estado genial. )

  • alvaroisaza
    6 junio, 2012 at 4:30 am

    Señor Gaviria:Cuando usted elige a alguien para un cargo o ve que nombran a alguien para un puesto "público" sabe que el salario de ese "alguien" lo van a pagar con sus impuestos que son, en cierta manera, una parte de su ingreso que el estado le quita para pagarles a ellos sus servicios. Por ello usted espera resultados y comportamientos, al menos, similares a los que usted ven en los cargos "privados". Cuando esos individuos no dan esos resultados o pretenden tener tratamientos selectivos y diferentes a los de todos los demás, lo menos que usted siente es indignación. Y más cuando, a pesar de esa indignación colectiva usted ve que nada pasa.

  • poposito
    6 junio, 2012 at 1:40 pm

    Hasta cierto punto tiene razón Alejandro Gaviria al denunciar la manía por la indignación. El problema es que el ha tomado esa pose intelectual de "rechazo a las pasiones políticas" para callar convenientemente sobre ciertos temas, como ya comenté en una columna anterior, por ejemplo: es imposible no indignarse ante lo que está haciendo el gobierno al promover el marco jurídico para la paz, eso es una afrenta terrible e imperdonable para las víctimas de la guerrilla, una infamia. Diría yo que en un caso semejante la indignación es necesaria para movilizarse y evitar que se consume ese atentado contra la república, Alejandro, sin embargo, responde con una pasividad boba, que no aporta nada al debate. Ante esa parálisis nihilista yo francamente prefiero la indignación.

  • Alejandro Gaviria
    6 junio, 2012 at 2:20 pm

    La indignación en el fondo es como el alcohol o como las drogas o como todo en la vida: “all well and good in moderation, but liable to slide into harmfull excess”.

    La frase es Mark Kleiman, Jonathan Caulkins y Angela Hawken y la tomé de este excelente libro.

  • Alejandro Gaviria
    6 junio, 2012 at 2:28 pm

    Cabe preguntar, por ejemplo: ¿qué ley violó Corzo más allá de la ley no escrita que prohibe el hablar en público sin antes haber pensado?

  • Puritas Verdades
    6 junio, 2012 at 4:49 pm

    "No economist (however smart) has a real incentive to question this paradigm, even as the institution as a whole has become discredited on the outside."

    " The elites, inevitably, work for each other and themselves, not for society as a whole. Mainstream economics, then, is a cult of smart people using the same tools to answer the same questions, only admitting new members who play by their rules."

    "Our society does not self-correct, as 'the people and institutions who benefit most from extreme inequality have outside power to protect their gains from egalitarian incursions'.”

  • Anónimo
    6 junio, 2012 at 8:49 pm

    Profesor Gaviria : Lei con credula sorpresa que Martin Heidegger escribio obras de teatro con el seudonimo de Bertolt Brecht u otras jugarretas parecidas. Saludos.

    ALA DE MOSCA

  • Anónimo
    7 junio, 2012 at 4:48 pm

    A este bobo le da rabia que la gente coma hamburguesa. Estos profesores de las universidades públicas son simples jueces (medio resentidos) de los gustos de la gente. Solo inspiran lastima.

  • Alejandro Gaviria
    8 junio, 2012 at 2:30 pm

    Dice Francisco Gutierrez sobre Bradbury: "Y cultivó su propia subespecialidad, que le pertenecía sólo a él: la ciencia ficción social, algo que, hasta donde sé, no ha tenido seguidores que merezcan mención”. Despachó de un plumazo (o de un teclazo) a Kurt Vonnegut y a muchos, muchos otros.

    Fahrenheit 451 se publicó en 1953. Asimov publicó el primer libro de la Foundation en 1951. Brave New Worl fue publicado en 1932. No vale la pena dar más ejemplos: el argumento de que Bradbury fue el primer y el último exponente de la ciencia ficción social es una solemne pendejada.

  • Anónimo
    8 junio, 2012 at 2:54 pm

    Ay, no, tan INDIGNADO el profesor Gaviria con el pobre de Francisco Gutiérrez, quien por lo menos hizo la advertencia de que afirma lo que afirma sobre Bradbury "hasta donde sé". Lo que pasa es que no es mucho lo que sabe, pero no hay que INDIGNARSE por semejante pendejada, ¿cierto?

    (Cada uno con sus propias indignacioncitas…)

  • Maldoror
    8 junio, 2012 at 3:49 pm

    De acuerdo con Alejandro, fatal la columna de Gutierrez. Dice:

    "Como si no fuera suficiente, tenía la peor convicción política que pudiera cultivar un escritor de ciencia ficción: era un rebelde antitecnológico…"

    ¿Habrá Gutierrez oido de todo un subgénero de la ciencia ficción llamado Cyberpunk?

  • Anónimo
    8 junio, 2012 at 3:55 pm

    Alejandro no le perdona a Gutierrez que sea un ignorante sobre literatura, pero se queda callado ante las patochadas y mentiras que escribe ese señor en sus columnas cada ocho días, sobre temas mucho mas delicados. Como le dije en el comentario anterior, todo eso que ha dicho sobre la moderación es solamente una pose intelectual para callar cuando le conviene.

  • Francisco Elorza
    8 junio, 2012 at 3:56 pm

    Alejandro no le perdona a Gutierrez que sea un ignorante sobre literatura, pero se queda callado ante las patochadas y mentiras que escribe ese señor en sus columnas cada ocho días, sobre temas mucho mas delicados. Como le dije en el comentario anterior, todo eso que ha dicho sobre la moderación es solamente una pose intelectual para callar cuando le conviene.

  • Alejandro Gaviria
    8 junio, 2012 at 4:27 pm

    Anónimo 9:54: no estoy indignado. Es simplemente un comentario suelto de un lector de ciencia ficción.

  • Anónimo
    8 junio, 2012 at 5:24 pm

    … un comentario suelto de un lector de ciencia ficción …indignado ante la ignorancia de otro.

    (Como es viernes cultural, dejemos así)

  • Anónimo
    8 junio, 2012 at 9:50 pm

    ¿Vladdo, empresario de la indignación (con Corzo) o Mauricio D, empresario de la indignación (con Vladdo)?

  • Alejandro Gaviria
    8 junio, 2012 at 9:56 pm

    El anónimo no ha entendido todavía la diferencia (importantísima) entre indignación de primero y de segundo orden. La idea no parece muy difícil. Pero bueno…

  • Anónimo
    9 junio, 2012 at 10:57 pm

    James Bizarre:

    http://www.arcoiris.com.co/2012/06/sobrina-y-cunada-de-alvaro-uribe-apresadas-en-colombia-con-fines-de-extradicion-a-ee-uu-por-ser-socias-y-aliadas-estrategicas-del-cartel-de-sinaloa-segun-la-dea/

    Es que ahora hasta la Dea trabaja para el partido comunista. Pero eso es incomunicable en el muladar.