- Paranoide, tendiente a la auto-victimización y a la idealización del enemigo.
- Obsesionado con las teorías de conspiración y la omnipresencia de los conspiradores.
- Renuente a los compromisos, apegado al “todo” o “nada» y desconfiado del “más” o “menos”.
- Desdeñoso del gradualismo, el incrementalismo y las soluciones imperfectas.
- Reduccionista, creyente en una gran teoría totalizante y unificadora.
- Convencido de la existencia del paraíso, en el cielo o en la tierra.
- Inmune a la evidencia y al conocimiento práctico.
- Indiferente al progreso social y moral.
- Negacionista de la complejidad, la tragedia y el conflicto.
- Fabulista, convencido de que la historia se reduce a una lucha entre el bien y el mal.
Alejandro Gaviria
31 marzo, 2017 at 7:46 pmKundera sobre el fin de la tragedia:
Liberar los grandes conflictos humanos de la ingenua interpretación de la lucha entre el bien y el mal, entenderlos bajo la luz de la tragedia, fue una inmensa hazaña del espíritu; puso en evidencia la fatal relatividad de las verdades humanas; hizo sentir la necesidad de hacer justicia al enemigo. Pero el maniqueísmo moral es invencible: recuerdo una adaptación de Antígona que vi en Praga después de la guerra; al liquidar lo trágico dentro de la tragedia, el autor de la adaptación convirtió a Creonte en un malvado fascista enfrentado a la joven heroína de la libertad.
Las actualizaciones políticas de Antígona estuvieron de moda después de la segunda guerra mundial. Hitler trajo no sólo indecibles horrores a Europa, sino que la expolió de su sentido trágico. Toda la historia política contemporánea pasó desde entonces a ser vista y vivida como una lucha del bien contra el mal. Las guerras, las guerras civiles, las revoluciones, las contrarrevoluciones, las luchas nacionales, las rebeliones y su represión fueron barridas del territorio de lo trágico y expedidas a la autoridad de jueces ávidos de castigo. ¿Se trata de una regresión? ¿O una recaída en la fase pretrágica de la humanidad? Y en tal caso, ¿quién ha ocasionado la regresión? ¿La Historia misma, usurpada por unos criminales? ¿O nuestra manera de entender la Historia? Lo trágico nos ha abandonado; y éste es tal vez nuestro verdadero castigo.
Anónimo
6 abril, 2017 at 4:01 amSócrates consideraba que lo realmente trágico era cuando dos verdades se confrontaban, no los hechos cargados de dolor y tormento. Si lo trágico nos ha abandonado, será entonces, que las verdades confrontadas son finitas?
Elisa Carolina Torrenegra
14 abril, 2017 at 10:12 amSegún la Real Academia de la Lengua "Tragedia: Situación o suceso luctuoso y lamentable que afecta a personas o sociedades humanas.".
Nos acostumbramos a ellas, nos duelen pero terminamos aceptándolas como parte del diario vivir pero lo peor es que la sociedad toma partido en los dogmatismos que "usan" las tragedias. Eso ya en sí mismo es una tragedia
Guillermo García Parra
15 abril, 2017 at 4:33 pmQué buena lista, ministro. Tanto los marxistas leninistas como los liberales libertarios cumplen con cada una de las señales.
Diozkouroi
15 abril, 2017 at 7:39 pmEl dogmatismo contemporáneo se refuerza con el consumo irreflexivo de publicaciones en redes sociales que están disfrazadas de reivindicaciones (que puede que en el fondo uno comparta); pero mostrándolas como lo que usted denomina un "fracaso sin atenuantes": Quejadera, cero propuestas y reduccionismo al por mayor. Muéstrese indignado y los "bien pensantes" de las redes sociales van a compartir y a recibir likes que activarán sus centros cerebrales de recompensa. No por nada fanatismo y adicción están tan relacionados.
¿Será que es contradictorio intentar hacer del reformismo pragmático un producto de consumo?
alguien temira
16 abril, 2017 at 3:59 amEs resumen detallado del perfil seudo intelectual de Petro, Morris y la mascota Carillo
Unknown
19 abril, 2017 at 5:17 pmExcelente ministro. Que alegría tener un ministro de salud ateo, brillante. Saludos.
Anónimo
19 abril, 2017 at 7:03 pmAl fin alguien Ojalá y lo respeten
sebastian garcia
21 abril, 2017 at 2:39 amUsted tiene algo que me hace recordar a los líderes de los países nórdicos; ojalá algún día se postule como presidente pero de manera independiente.
Hernando Castro
21 abril, 2017 at 5:03 pmInteresante disertación sobre el fanatismo; en el estado siempre habrá la disyuntiva de actuar por razones técnicas o hacerlo por consideraciones políticas, las primeras se basan en observaciones y proyecciones científicas y racionales, las segundas, generalmente en consideraciones pasionales
José Urrea
21 abril, 2017 at 6:20 pmExcelente lista ministro; los dogmas siempre han sido obstáculos para progresar como civilización.
Alejandrae
22 abril, 2017 at 2:18 amLa expresión elocuente siempre será de guerreros
Anónimo
24 abril, 2017 at 12:55 pmEl Ministro hijo de ministro y embajador nombrado a dedo, esposo de una señora nombrada a dedo, generaciones viviendo de lo público y pagando semejantes favores… con lo público. No más de eso.
https://www.youtube.com/watch?v=fs9f1ZTRCEo
Alejandro Gaviria
24 abril, 2017 at 3:52 pmPara quienes critican el punto 3. Definición de compromiso : solución, respuesta: Que, sin ser completamente satisfactorio, es correcto. "La solución de compromiso entre posturas antagónicas fue una eucaristía estrictamente formal, reduciendo a mero símbolo el ayuno y, algo más tarde, reservando el vino para el ministro"
Carlos Benavides
20 agosto, 2017 at 9:26 amAhora bien, creo que hay circunstancias en la vida (políticas o no políticas) en que aun no siendo dogmático el "más o menos" (punto 3) es moralmente cuestionable. Recuerdo varios personajes de la vida pública colombiana y no colombiana que, ante una pregunta, contesta(ba)n: "ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario", no sólo como una estrategia para eludir una pregunta política comprometedora sino para empobrecer el debate público. No hay que recurrir a eventos históricos extremos como el nazismo o el estalinismo para ejemplificar mi punto. No ser dogmatico no significa que uno carezca de posiciones ideológicas o de principio; favorece, enriquece y hace más transparente el debate reconocer que esas posiciones existen. Y eso no sólo para la política. En física teórica o en cualquier otra rama de la ciencia ese tipo de posiciones también existe (en mecánica cuática, e.g. hay epistémicos y ónticos, que difieren en su concepción sobre la realidad de la función de onda, cuya reconciliación no parece posible y que ha creado un rico debate). El reconocimiento mutuo de las diferencias y la imposibilidad para ponerse de acuerdo mejora, promueve y hace progresar la ciencia. "Eppur si muove", diría Galileo.