Los debates políticos sufren de un parroquialismo más o menos irremediable. Casi sin excepción, en épocas y lugares diversos, los opinadores (los encargados de comentar, jugada a jugada, el reality confuso de la política) se lamentan diariamente de los vicios de su país y su tiempo. Confunden a menudo los males eternos con los problemas de la coyuntura. La crítica carece, casi sobra decirlo, de perspectiva histórica. Le falta antropología, le sobra sociología.
No sobra, entonces, recordar que la farsa y la hipocresía de los políticos son casi una competencia laboral (como la llaman ahora). “La política es necesariamente oportunista. El político trabaja baja unas condiciones que hacen esto inevitable. La grosera sobresimplificaión. La necesaria tolerancia del mal”. Quién mejor que un poeta para recordarnos lo obvio, la visión trágica (las cosas como son) de la política. Cedo la palabra a José Emilio Pacheco y sus Moralidades legendarias. No como un llamado a la resignación, sino más bien como una simple advertencia.
Anónimo
11 noviembre, 2019 at 4:39 amSe ha perdido la perspectiva histórica por el sensacionalismo que produce el diario vivir entre escándanlos y podredumbre. Se distrae a la masa con espectáculos de todos los colores y para todos los gustos, de manera que el establecimiento siga teniendo poder en influencia sobre las mentes anestesiadas a la realidad histórica y exacerbada por el morbo que producen políticos y actores ( si es que no son lo mismo)
Y es que en medio de esa división superficial que nos imponen, olvidamos la fraternidad y la humanidad como el bien supremo adquirido por ensayo y error.
Mas triste aun lo que no espera: un sinsentido absoluto, un nihilismo generalizado, un vacío del ser y la imperiosa necesidad de sobrevivir en un mundo cada vez mas caótico.
Alejandro, tus palabras llegan y tocan la sensibilidad que produce estar en un país obnubilado por la cosa política y cada vez mas insensible a la realidad del otro. Muchas gracias
Unknown
11 noviembre, 2019 at 12:06 pmUnas de las realidades más complejas en la sociedad es el ser y mientras más nos introducimos a mirarlo más nos asombramos considero que la mejor opción que tenemos para generar mejores resultados es dar el primer paso.
En el tema de medio ambiente si no tomamos soluciones basadas en la naturaleza estaremos pregonando el final de nuestra casa.
Osvaldo Picardo
12 noviembre, 2019 at 1:49 pm¿No es éste más que un magnífico poema del magnífico Pacheco? ¿No hay en esta mirada moral sólo uno de los tantos otros aspectos del arte aristotélico de la polis? ¿Hay que renunciar con pesimismo a una nueva especie de políticos y de políticas que enciendan en la idea del bien común, un mundo menos injusto, menos excluyente, más digno?
Gonzalo Clavijo
15 noviembre, 2019 at 6:24 pmTexto del poema: en https://studylib.es/doc/6835577/la-lengua-de-las-cosas-y-otros-poemas–por-josé-emilio-pacheco
Moralidades legendarias
Odian a César y al poder romano
Se privan de comer la última uvita
pensando en los esclavos que revientan
en las minas de sal o en las galeras
Hablan de las crueldades del ejército
en las Galias e Iliria
Atragantados
de jabalí perdices y terneras
dan un sorbo
de vino siciliano
para empinar los labios
pronunciando
las más bellas palabras:
la uuumanidaaa el ooombreee
todas ésas
tan rotundas tan grandes tan sonoras
que apagan la humildad de otras sin eco
—como digamos por ejemplo
«gente»
Termina la función
Entran los siervos
a llevarse los restos del convite
Y entonces los patricios se arrebujan
en sus mantos de Chipre
Con el fuego del goce en sus ojillos
como un gladiador que hunde el tridente
enumeran felices los abortos
de Clodia la toscana
la impotencia de Livio los avances
del cáncer en Vitelio
Afirman que es cornudo el viejo Claudio
y sentencian a Flavio por corriente
un esclavo liberto un arribista
Luego al salir despiertan a patadas
al cochero insolado
y marchan con fervor al Palatino
a ofrecer mansamente el triste culo
al magnánimo César
Gregorio M
18 noviembre, 2019 at 10:42 pmHey…. Mi comment va sin referentes bibliográficos, ni notas al pie que den indicaciones floripondias de mi vasta cultura… Solo digo que siento en la intención del escrito, el acierto de una tertulia que debe permanecer abierta hasta el hastío, siempre que busquemos con esto lograr que lo que nos molesta de ese monstruo que llamamos «política», mute y se convierta en algo menos pueril y farandulesco…!!!
Frayerth Argemiro Artunduaga M.
21 noviembre, 2019 at 12:40 pmExcelente esta nueva página web. Siempre atento a sus reflexiones.
Marcela María Rodríguez Sánchez
23 diciembre, 2019 at 6:39 pm¡Enhorabuena la renovación de la página web! Soy fiel seguidora de sus escritos. ¡Increíble la manera como llegué a serlo! En otrora, por disciplina, leí tres de los muchos periódicos de circulación nacional. Hubo un momento que me quedé sin columnas para leer, pues ya había leído los columnistas de mi preferencia. No lo conocía, sin embargo, me atreví a leer su columna, que para ese entonces, versaba sobre economía. A partir de ese momento, la leía sin falta cada semana. ¿Por qué? Porque a pesar, de que la economía requiere su preparación y predisposición por parte del lector; usted nos la hizCo comprensible y cercana. Mi gratitud por siempre. Cuando fue nombrado para el Mnisterio de Salud, sus lectores nos privamos de sus columnas, pero Colombia ganó un ser íntegro. Gracias eternamente gracias.
Elías Sevilla Sevilla Casas
26 mayo, 2020 at 7:23 amProfesor Alejandro. Lo llamo así porque soy colega y antropólogo. Ya jubilado en la U del Valle, Cali. He admirado su posición intelectual, por ejemplo en su libro de 2005, Del Romanticismo al Realismo Social. Me gustó en particular su análisis realista del desencanto de Patarroyo y su vacuna- El personaje volvió a aparecer ahora con el Covid-19 y confrmó su falta de tiro. Como dice Usted, apuntó bien pero fallo´ en el tiro. «Le sobra sociología y le falta antropología», buena esa. La antropología da a la crítica pofundiad histórica no sólo de la historia humana sino de la historia de la vida, como lo hace ver, precisamente con el caso de la vacuna (y ahora con el Covid-19 y su SARS-CoV-2).