“Le explico nuevamente. La indignación aparentemente cierra las entendederas. La pobreza se mide en el ámbito de los hogares, no de las personas. La línea de pobreza no debe compararse con los ingresos de un trabajador. En la mueva metodología un hogar de cinco personas deja de ser pobre cuando sus ingresos mensuales son de un millón de pesos o más”.
“Y usted cree, entonces, que menos de dos salarios mínimos son suficientes para sostener una familia de cinco personas. Con un millón de pesos a duras penas se pagan los alimentos, los servicios públicos y el transporte, y queda pendiente todo lo demás”.
“Nadie está diciendo que un millón de pesos resuelve todos los problemas. La línea de pobreza no define el fin de las carencias, las preocupaciones económicas o las frustraciones diarias. La línea simplemente calcula el valor de una canasta de alimentos adecuada y lo multiplica por 2,4. La medición no es definitiva, pero tiene un sustento técnico”.
“¿Por qué la tecnocracia tiene que decidir solita quién es pobre y quién no? Un grupito de economistas, acostumbrado a observar el país a través de sus pantallas de computador, sin sensibilidad y experiencia, quiere ahora monopolizar la medición de la pobreza y la desigualdad. Los economistas olvidan que la medición de la pobreza implica juicios de valor, consideraciones éticas que van más allá de la estadística”.
“Pero alguien tiene que hacerlo, alguien tiene que definir la línea arbitraria que define el umbral de la pobreza. No son sólo economistas, hay también estadísticos, demógrafos, nutricionistas, profesionales idóneos que no están en el negocio de la indignación o la política”.
“Los economistas no son ajenos a la política. Simplemente son menos directos. Usualmente disfrazan sus ideas políticas, su ideología particular de consideraciones instrumentales. Los economistas son políticos solapados”.
“¿Qué propone entonces? ¿Qué hagamos un referendo para definir la línea de pobreza? ¿Qué sometamos esta decisión al constituyente primario? ¿Qué reemplacemos la odiosa tecnocracia por la sacrosanta democracia?”
“Pues no estaría mal abrir la discusión, oír más opiniones, acabar con el monopolio odioso de los economistas. La ampliación de la democracia requiere acabar con los reductos sagrados de la tecnocracia”.
“Tengo una idea mejor. Démosle a la oficina de la vicepresidencia la prerrogativa de definir la línea de pobreza. El vicepresidente actual, con la ayuda del milagroso de Buga o de un comité eclesiástico sensible al sufrimiento humano, actuaría seguramente con toda justeza”.
“En mi propuesta Angelino podría fijar la línea de pobreza en 3 millones de pesos para la misma familia de cinco personas. Tendríamos una tasa de pobreza de 70% o más. Habría mucha gente contenta, incluida toda la izquierda miserabilista, pero el sufrimiento humano sería exactamente el mismo. Nada cambiaría”.
“Al menos las cifras reflejarían fielmente la realidad de este país empobrecido”.
“¿La realidad de quién? ¿La del vicepresidente?”.
“Definitivamente con usted no se puede hablar”.
“Con usted menos. Vaya y lidere un movimiento de indignados”.