La creatividad del Ministro de Transporte cogió por sorpresa a otros sectores del Gobierno. Los abogados del Ministerio de Hacienda tuvieron que redactar, a las volandas, un proyecto alternativo que corrige, al menos, la pretensión del proyecto original de distribuir de manera definitiva la totalidad de los recursos. Los técnicos del Departamento Nacional de Planeación han dicho repetidamente que las obras en consideración deberían estudiarse cuidadosamente antes de anunciar una suma exorbitante que despertaría (ya lo hizo) los apetitos clientelistas del país entero. El Presidente, por su parte, ha guardado un elocuente silencio sobre las desavenencias ministeriales. Pero el Ministro de Transporte parece decidido. Ya cuenta con el apoyo previsible de los posibles beneficiarios, entre ellos varios gobernadores y muchos congresistas. Desafiante, ha dicho que presentará el proyecto con o sin el aval del Ministro de Hacienda. La creatividad de última hora tiene visos de tragicomedia.
En el congreso anual de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, donde el Ministro de Transporte anunció la presentación del proyecto de ley con su usual desenfado, los congresistas estaban expectantes. Uno de ellos mencionó cándidamente que el proyecto era inconveniente, pero que estaría dispuesto a apoyarlo si le metían un aeropuerto. Otro, usualmente responsable, moderado, señaló que una vez iniciada la repartija, después de rota la piñata, no había alternativa distinta a lanzarse de cabeza. “Es cuestión de supervivencia política”, dijo. La discusión legislativa no ha comenzado, pero no es difícil anticipar qué ocurrirá si el Ministro de Transporte consigue salirse con la suya.
Uno de los asistentes al congreso de infraestructura, en un momento de lucidez e ironía, dijo, en tono resignado, que tenía un buen nombre para la iniciativa del Ministro de Transporte: “Infraestructura Ingreso Seguro”. En esas estamos.