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febrero 2014

Academia

Los hechos, los hechos,…

El reconocido cirujano y ex ministro José Felix Patiño escribió recientemente un artículo sobre las fallas y las consecuencias dañinas del sistema de salud colombiano. El artículo combina o revuelve indistintamente opiniones y hechos. No voy a referirme a las primeras. Cada quien es libre de opinar lo que le plazca. Pero sí quiero examinar los segundos. Un opinador serio debe respetar los hechos. No es libre, en mi opinión, de fabricar u omitir los datos del mundo.

Desigualdades en salud

Empecemos por el comienzo, por una de las primeras aseveraciones (en principio fácticas) del Dr. Patiño: [el sistema] “ha resultado en grandes inequidades… quienes pueden pagar pólizas de medicina prepagada obtienen adecuada cobertura y buen acceso a los servicios de atención en salud. Pero para el resto de la población, abrumadoramente mayoritaria, especialmente la más vulnerable, la situación es desastrosa”.

Nada dice el ex ministro de la situación imperante hace 20 años, de las aberrantes desigualdades de entonces. Peor aún, ignora decenas de artículos que muestran, sin ambages, la reducción de las desigualdades en la utilización de servicios de salud. No quiero atiborrar a los lectores con citas y datos, pero conviene mencionar algunos pocos hechos y estudios relevantes. El Dr. Patiño, a propósito, no cita un solo artículo ni presenta un solo dato.

Ursula Gideon y Manuela Villar muestran, por ejemplo, que el movimiento hacia la cobertura universal en aseguramiento, puesto en marcha por la Ley 100 de 1993, cerró la brecha en el uso de servicios de salud entre ricos y pobres. El gráfico ilustra el punto con claridad. En 1993, la diferencia entre ricos (quintil 5) y pobres (quintil 1) en el porcentaje de mujeres con atención médica en el parto era de 60 puntos. En 2010, la brecha en cuestión se había reducido a 15 puntos.

 

El Dr. Patiño podría, sin necesidad de enfrentarse a las estadísticas, comprobar de primera mano la disminución de la desigualdad en el uso de servicios. Bastaría con una visita rápida a la sala de urgencias de su hospital, la Fundación Santafé de Bogotá, para apreciar la reducción de las brechas sociales. Allí encontrará personas de todos los estratos. Hace unas décadas solo acudían quienes podían pagar, unos cuantos privilegiados.

Algunas desigualdades en los resultados en salud, en la mortalidad materna por ejemplo, han persistido o apenas disminuido levemente. Muchas de ellas dependen de un conjunto amplio de determinantes sociales. Reflejan más los desequilibrios regionales que los problemas del sistema de salud. Pero señalan sin duda los desafíos más complejos, los problemas más acuciantes y duraderos.

Carnetización vs. cobertura

“La cobertura solo significa carnetización, pero no acceso”, afirma también el Dr. Patiño. Bastaría un dato para desvirtuar esta observación. En 1993, casi una tercera parte de los colombianos del primer quintil de la distribución del ingreso decía no haber recibido ningún tipo de atención en caso de enfermedad. En 2011, el mismo porcentaje había caído a 3%. Los porcentajes son tomados, para quienes gustan del rigor académico, de una comparación entre la encuesta Casem de 1993 y la Encuesta de Calidad de Vida de 2011.

Aproximadamente 25 mil pacientes renales asisten a sesiones de hemodiálisis todas las semanas a lo largo y ancho del país: 10 mil pertenecen al Régimen Subsidiado. Esta semana tuve la oportunidad de hablar con varios de ellos en un hospital de la provincia colombiana. Si la cobertura fuera simplemente carnertización, podríamos despojarlos del carnet de su EPS. En sana lógica nada tendrían que perder. Le propongo al Dr. Patiño que lo intente.

Catástrofe

“Probablemente no hay en el mundo otro sistema de salud más regresivo que el de Colombia”, dice más adelante el Dr. Patiño en el mismo tono catastrofista. En los análisis comparativos de los sistemas de salud, la equidad en el financiamiento del sistema colombiano ha sido reconocida ampliamente: una persona que gana diez millones de pesos mensuales contribuye diez veces más que otra que gana un millón por el mismo paquete de beneficios, ambas contribuyen solidariamente para ayudar a financiar el Régimen Subsidiado (RS) y, además, los afiliados al RS, los más pobres, no contribuyen en absoluto. El Dr. Patiño soslaya todo lo anterior. Emite opiniones rotundas sin ningún sustento fáctico.

“En el caso de Colombia, [el sistema] ha causado la mayor crisis sanitaria que registra la historia del país”, afirma el Dr. Patiño con la misma vehemencia. Habría que señalar, no con ánimo celebratorio,  pero sí mnemotécnico, que recientemente Colombia fue declarada el primer país del mundo libre de oncocercosis y el primero del continente libre de sarampión, rubeola y rubeola congénita, que nuestro Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) ha sido reconocido como una de los mejores del continente y que muchos de los indicadores de salud pública han mejorado sistemáticamente a pesar del conflicto armado.

Por supuesto los problemas de la salud pública son muchos. Pero uno esperaría al menos una enumeración de los fracasos, una lista de las innegables frustraciones. Pero no. La crítica en este caso tiene un estilo distinto, inquietante en mi opinión: la descalificación rotunda, absoluta sin sustento alguno.

Conclusión

“El poder de afrontar hechos incómodos”, así definía Christopher Hitchens el heroísmo de George Orwell. En los debates sobre nuestro sistema de salud, los hechos incómodos no son enfrentados. Más bien, son omitidos deliberadamente. Las discusiones parecen ocurrir en un vacío empírico. Los argumentos son reemplazados por estribillos gastados. Los hechos sustituidos por opiniones rotundas. El punto no es menor. Si no respetamos los hechos, va a ser muy difícil avanzar por el camino necesario del reformismo democrático.

Reflexiones

Orwell

 
 

Tomado de El león y el unicornio: el socialismo y el genio de Inglaterra (1941):

La mentalidad de la izquierda se puede estudiar en media docena de semanarios y de revistas mensuales. Lo que sorprende de inmediato en estas publicaciones es la actitud en general negativa, quejumbrosa, la completa falta de sugerencias constructivas. Contienen poco más que las críticas irresponsables de quienes nunca han ocupado ni esperan ocupar una posición de poder. Otro rasgo característico es la superficialidad emocional de quienes viven en un mundo hecho puramente de ideas y tienen un contacto muy escaso con la realidad física de las cosas.

Tomado de Rudyard Kipling (1942):

El gobernante debe enfrentarse siempre a una pregunta acuciante: ¿qué hacer en esta o aquella circunstancia? La oposición, por el contrario, no tiene la obligación de asumir ninguna responsabilidad ni tampoco tiene que tomar decisiones. Cuando existe una oposición permanente y acomodada, la calidad de su pensamiento se deteriora en consonancia. Además, quien comienza con una visión pesimista y reaccionaria de la vida termina siempre encontrando plena justificación en los hechos del mundo, pues la Utopía nunca se hace realidad.

Pronunciamiento sobre 1984 (1949):

El grave peligro es la aceptación del totalitarismo por intelectuales de todos los colores. La moraleja de esta pesadilla es simple: no permitan que ocurra, depende de ustedes.