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El sesgo antiempleo

El politólogo Samuel P. Huntington dijo alguna vez que lo único más dañino para una sociedad que una burocracia rígida y deshonesta era una burocracia rígida y honesta. Uno podría parafrasear a Huntington —la exageración irónica suele ser un instrumento retórico eficaz— y decir que lo único más perjudicial para un país que un gobernante imprudente y mendaz es uno imprudente y veraz. En este sentido, uno podría argumentar que el Gobierno, en su afán por cumplir con las promesas hechas en materia de salud, así sea mediante el expediente equivocado de aumentar los impuestos al trabajo, está demostrando que, en ocasiones, un político que cumpla lo que promete puede ser más dañino que otro que ignore lo prometido. En materia de salud existe un largo inventario de premisas falsas o supuestos no realizados: la transformación de subsidios no ocurrió de la manera prevista, la competencia estructurada no aumentó la eficiencia como se anticipó, la cobertura no creció al ritmo planeado, etc. Pero, sin duda, la mayor diferencia entre lo acontecido y lo proyectado tiene que ver con la distribución de la población asegurada en los dos regímenes previstos por la legislación: el contributivo y el subsidiado. Cuando se aprobó la Ley 100, hace ya más de una década, se dijo que la cobertura universal se alcanzaría con un 70% de la población en el régimen contributivo y con un 30% en el régimen subsidiado. Los planes del Gobierno (las promesas imprudentes ya mencionadas) implican una extraña inversión de los porcentajes. Si las cosas siguen como van, terminaremos con un 30% de la población en el régimen contributivo y un 70% en el régimen subsidiado: una distribución insostenible con efectos adversos sobre la oferta de trabajo formal: muchos trabajadores informales que podrían cotizar, total o parcialmente, no lo hacen porque tienen un subsidiado asegurado (o un seguro subsidiado). Así, de un sistema de salud basado en el trabajo formal nos estaríamos moviendo hacia a otro basado en los impuestos al trabajo. De un lado, la informalidad ha frenado el aseguramiento contributivo; del otro, el aseguramiento subsidiado ha impulsado la informalidad. Uno podría incluso hablar de un círculo vicioso: el aumento de los impuestos al trabajo le resta dinamismo al empleo formal, lo que reduce el número de afiliados a la salud contributiva, lo que aumenta la necesidad de recursos para la salud subsidiada, lo que conduce a un nuevo aumento de los impuestos al trabajo, lo que reduce aún más empleo formal y así ad infinitum. En términos más concretos, uno no puede suponer, como está suponiendo el Gobierno, que seis millones de cotizantes al régimen contributivo puedan pagar por una buena parte de la salud del resto de los colombianos. Mientras se encarece el trabajo, el Gobierno ha venido insistiendo en reducir los impuestos al capital: el proyecto de reforma tributaria propone, por ejemplo, una depreciación plena de las inversiones durante el primer año. Esta medida (y otras similares) encarecen el trabajo con respecto al capital, con efectos negativos sobre la generación de empleo formal. Con todo, las propuestas económicas del Gobierno, basadas en los estímulos al capital y los premios a la informalidad, tienen un sesgo antiempleo. Tanto para las firmas como para las personas, los incentivos de las nuevas políticas parecen alineados en contra de la formalización laboral. Así las cosas, no está de más volver a la ironía del comienzo: lo único más dañino para una democracia que un Congreso estorboso es un Congreso obsecuente, dispuesto a aprobar unas reformas que, en conjunto, no responden a ese gran clamor popular que no pide subsidios sino que reclama empleo.

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  • Anónimo
    22 octubre, 2006 at 3:20 am

    Muy completo, interesante y bien fundado el artículo.

    Luis F. Jaramillo

  • Adán
    22 octubre, 2006 at 11:24 am

    Lúcido, ah. Convincente.

  • lelo69
    22 octubre, 2006 at 3:10 pm

    Por primera vez estoy completamente de acuerdo con los plantiamentos de Alejandro, y creo que en el curso de la semana desde mi perepectiva como médico pueda aportar algunas cosas al debate, lo que esta pasando con los famosos outsourcing y las coopertaivas en el tema de salud y las graves repercusiones en la salud publica y en la prestación de servicios en los hospitales privados y del estado, lo que llamamos los mercenarios de la medicina

  • eureka
    22 octubre, 2006 at 3:13 pm

    Interesante y positivo que alguien ponga estos temas en discución, lo malo es que muy pocos en el gobierno reconozcan este peligroso sesgo.

  • Juan Francisco
    22 octubre, 2006 at 4:32 pm

    Excelente artículo. Quisiera complementar con algo no del sector salud, pero sí relacionado con el empleo. Trabajando en el Sena, en la oficina de gestión para el empleo y el trabajo, me he percatado de la improvización y asistencialismo que caracterizan el trabajo actual de esta institución en proyectos sociales de dudosa efectividad, que solo parecen tener como objetivo entregar estadísticas de atención a población vulnerable de dudosa validez, mientras las directivas nacionales parecen concentrarse más en «ayudar» al gobierno que en solucionar problemas estructurales y supremamente preocupantes de la organziación y del sentido del Sena. Creo que ese énfasis por mostrar buenos resultados está llevando al Sena y a Bienestar Familiar por los senderos que ya ha cruzado el Dane, y lo peor de todo, es que el gobierno justifica su gestión social con el desempeño de estas instituciones, llenas de clientelismo, burocracia, mediocridad extrema y falta de controles.

  • Jaime Ruiz
    22 octubre, 2006 at 4:57 pm

    En resumen, éste es un gobierno neoliberal. (Me refiero al aplauso que cosecha Alejandro por parte de personas que protestarían si se le hiciera caso. Es decir, que para mostrarse de acuerdo habría que pensar en serio que la salida es el empleo y no el asistencialismo, pero todos esos comentaristas están siempre en el lado opuesto. Probablemente no han entendido, como el que habla de los mercenarios de la medicina: ¿por qué habrían de ser peores que los mercenarios de la alimentación, de la vivienda, de la lectura…? Hoxha, Hoxha, Hoxha, ¿cuándo vendrás a traer tu luz a Colombia?)

  • lelo69
    22 octubre, 2006 at 7:56 pm

    Señor Jaime Ruiz:
    Mercenarios de la medicina son un ejercito de médicos mal pagos, contratados por producción en las EPS por $6.000 miserables pesos que es mucho menos que una motilada donde le recortan sus venerables patillas.Se imagina con que gusto y con que ganas atienden a los pacientes en las EPS médicos con 12 años de estudios ganandose 2 millones de pesos al mes atendiendo 20 pacientes al dia, sin primas ni pensión, mientras el presidente de Saludcoop se fotografia en sus casa de recreo con caballos de paso fino en la revistas del corazón…

  • Jaime Ruiz
    23 octubre, 2006 at 4:34 am

    Lelo, me parece que alguien que haya estado doce años formándose para médico tendrá que ser un especialista. Mi experiencia con los ingresos de los médicos es contraria a lo que usted dice. Hace como tres años hablé con un especialista asalariado que se ganaba como siete millones al mes y estaba indignado porque le cobraran más del 10 % de impuesto de renta. En un país desarrollado por ese dinero cobran cerca del 40 %. Por esa proporción del ingreso (comparándolo con el resto de la población) cobrarían cerca del 50 % y en Suecia en la época feliz de la hegemonía socialdemócrata y el Estado de Bienestar más del 70 %. Conozco otro médico asalariado que no es especialista y trabaja en un barrio pobre y se gana cinco millones al mes, o más.

    Pero admitamos que muchos médicos se ganan sólo dos millones al mes. Eso serían unos cinco salarios mínimos, que es lo que gana la mayoría de la gente, incluida la que hace trabajos pesados. ¿Sabe usted que en un país desarrollado para ganarse cinco veces lo que se gana la mayoría de la gente hay que ser una lumbrera y estar en una especialidad muy rentable?

    Lo que usted olvida es que esos ingresos superiores de los médicos salen del bolsillo de los demás. Si algún empresario ha hecho fortuna inicuamente (aprovechándose de leyes favorables y contactos con los gobernantes) habrá que combatir esos favoritismos, pues de haber libertad de empresa la relación entre esos ingresos empresariales y los de los profesionales nunca sería tan desproporcionada. Pero todo eso no es el tema de la columna, sino la disposición del gobierno a cobrar impuesto al empleo para subsidiar la salud. Ésa es una atrocidad, pero no por «neoliberalismo» ni porque haya empresarios que se enriquezcan, sino porque es una muestra de un exceso populista. Los rivales de Uribe más abiertamente asistencialistas no habrían hecho nada mejor al respecto.

  • xp
    23 octubre, 2006 at 5:04 am

    Aunque en efecto se va a financiar con un punto de parafiscales, el efecto será neutro porque ese punto se les va a quitar o bien a las Cajas de Compensación o a pensiones.

    (ojalá que se logre!)

  • lelo69
    23 octubre, 2006 at 12:28 pm

    Jaime:
    La asociación colombiana de psiquiatria, la sociedad de pediatria, la sociedad de gineco-obstetricai y cualquiera organización de estas especialidades ha demostrado en estudios muy serios que el ingreso de estas especialidades es en promedio de 2.000.000 y no creo que ese salario sea decente ante las ganancias de las EPS y lo más grave es que esos ingresos no permiten que el medico se actualice y le dedique tiempo suficiente a sus pacientes.

  • Maurcio Galindo Santofimio
    23 octubre, 2006 at 2:44 pm

    Cordial saludo.

    Felicitaciones por sus columnas. Lo invito a leer mi blog.

    http://www.melinformante.blogspot.com/

    Mauricio Galindo Santofimio
    Comunicador Social y Periodista
    Docente universitario

  • panÓptiko
    24 octubre, 2006 at 12:20 pm

    Contundente. Evidente, por contraste, en los comentarios provocados.

    Gracias también a Jaime Ruíz. Primera vez que puedo seguir su argumento de cabo a rabo (perdonaran la ignorancia). Un saludo.

  • Francisco Jose
    24 octubre, 2006 at 3:07 pm

    Muy claro articulo. Un pais que sustenta su desarrollo social en programas asitencialistas no va a ninguna parte. A lo anterior le falta que Alejandro revise los dineros del FOSYGA que se encuentran en TES y asi entendemos porque ademas de ser asitencialista, los dineros para garantizar la salud del pais estan siendo gastados en funcinamiento del aparato burocratico.

  • sillogysmes_mao
    24 octubre, 2006 at 4:33 pm

    Es que reducir los impuestos al capital tiene muchisima «gracia».Asi la burguesia organiza sus cooperativas.Y refina su doble contabilidad.

  • sillogysmes_mao
    24 octubre, 2006 at 5:42 pm

    Un dato del popular Medina Reyes.En 1947 la Sociedad de Mont Pelerin convoco a prominentes figuras conservadoras alineadas contra el Estado Burgues de Bienestar.Asistieron Friedman,Von Mises,Popper,Lippman y otros mas.Desafiando el conseso oficial de la epoca, ellos argumentaban que la desigualad era un valor positivo de la que precisaban las sociedades occidentales. (En calidad de observador asistio por Bolombolo el insigne demagogo Carlos Lleras Restrepo.Megalomania atemperada por el olfato).

  • Hayek
    24 octubre, 2006 at 9:00 pm

    Muy interesante la columna del profesor Gaviria. Sin lugar a dudas aborda un tema de central importancia. De acuerdo que la manera de financiar la ampliación de la cobertura de la salud es nefasta.

    Con lo que no estoy de acuerdo y con lo que ciertamente no coincido es con su comentario sobre el sesgo anti empleo de la reforma tributaria. No le parece profesor, que si la reforma logra su objetivo en términos de incrementar la inversión eso en el largo plazo tendrá un impacto positivo sobre la productividad marginal del trabajo, la demanda de trabajo, y por ende sobre el salario de los trabajadores? No entiendo, como una medida que genere presiones al alza sobre el salario pueda considerarse como una reforma con un sesgo anti empleo. A este resultado, profesor, puede llegar tanto con una oferta de trabajo fija, como con una oferta de trabajo con pendiente positiva.

  • Alejandro Gaviria
    25 octubre, 2006 at 2:06 pm

    xp: no creo que el Gobierno logre disminuir los parafiscales para abrirle campo a los nuevos impuestos al trabajo. Pero aun si así fuere, el caso es grave. Los programas de las Cajas pueden considerarse, al menos, como un pago en especie. Pero el caso que nos ocupa es asistencialismo financiado con impuestos al trabajo: una combinación desastrosa.

    Hayek: sin duda, la acumulación de capital puede hacer más productivo el trabajo y (por esa vía) incrementar los salarios reales. Pero mi punto era otro. Dado que existe una elasticidad de sustitución entre capital y trabajo (sobre todo entre capital y trabajo no calificado), las propuestas del Gobierno pueden conducir a una disminución de la demanda por empleo no calificado. El efecto es difícil de estimar con precisión. Pero yo conozco evidencia empírica que muestra que la cosa es de verdad.

    Sobre la polémica de los salarios de los médicos, no creo que el debate relevante sea si dos millones son mucho o poco. El problema es la falta de regulación de las EPS: algunas operan sin competencia, ni supervisión. Lelo tiene razón: lo de Saludcoop es aterrador. Aún quienes defienden la Ley 100, reconocen los problemas de supervisión. El asunto es que no se ha hecho nada al respecto. Y el Gobierno decidió nombrar un político en la Supersalud.

  • JPM
    27 octubre, 2006 at 12:38 am

    A Jaime Ruiz en su segundo comentario,no sé si sus datos sobre Suecia son exactos (posiblemente si), pero estoy convencido que el Estado sueco le ofrecía mucho (en gasto publico) por ese dinero que debía entregar por impuestos. Es decir si tributo 70 pesos y el estado me devuelve 50 en gasto social (educación? en suecia es gratuita, aún para mi hermana que es colombiana) me sale más barato que si tributo 40 y el estado solo me devuelve 10 en gasto. No sé si dije algo o no se entiende lo que quise decir, espero que sí. Un abrazo a todos.