(texto escrito para el libro Al filo de la vida: una historia del Hospital Universitario del Valle editada por Julio Cesar Londoño)
Hace más de 25 años, Colombia puso en práctica una ambiciosa reforma al sistema de salud. La reforma tuvo una intención igualitaria, estuvo basada en una premisa fundamental: todos los colombianos deberían tener acceso, sin importar su origen socioeconómico o capacidad de pago, a un paquete básico de salud, esto es, a un conjunto de medicamentos esenciales y procedimientos probados según la evidencia disponible.
La reforma tuvo un contexto conocido: el avance de las reformas de mercado en América Latina y una profunda crisis de las instituciones estatales, afectadas, entonces, por el clientelismo, la corrupción y la incapacidad de responder a las crecientes demandas sociales. La reforma no fue diseñada, como se dice con frecuencia, a partir del modelo chileno (como sí ocurrió en el caso de la reforma a las pensiones). Fue una innovación local, tomó algunos elementos del modelo holandés y otras experiencias exitosas. Pero no fue una imposición extranjera o un modelo tomado de algún recetario importado.
La reforma creó un seguro universal de salud, financiado de manera mixta, con recursos de las contribuciones de empleados y empleadores, y recursos adicionales del presupuesto nacional. La administración del seguro (el recaudo, la gestión del riesgo, la conformación de las redes de atención, el agenciamiento de los pacientes, etc.) fue delegada a unas empresas aseguradoras (las EPS) que, en teoría, deberían garantizar el acceso y (por medio de la competencia) la calidad. Las empresas podrían, así se estipuló desde el comienzo, contratar a prestadores públicos y privados para la atención de sus afiliados.
La reforma contempló dos regímenes distintos: uno para las personas con capacidad de pago, llamado el Régimen Contributivo (RC), y otro para las familias menos favorecidas, sin acceso a empleos formales o a una fuente estable de ingresos, llamado el Régimen Subsidiado (RS). En el RC, cada afiliado debía contribuir según sus posibilidades con el fin de acceder a un paquete de beneficios igual para todos. En el RS, la contribución sería cubierta plenamente por el Estado, con la ayuda de las contribuciones solidarias de los afiliados al RC. El sistema de salud de Colombia ha sido considerado como uno de los más solidarios en el financiamiento de todo el mundo.
Consecuencias de la reforma
La reforma aumentó el gasto público en salud, incentivó la inversión privada y tuvo un impacto social significativo. La brecha en el uso de servicios de salud se redujo sustancialmente. Por ejemplo, la diferencia entre ricos y pobres en el porcentaje de mujeres con atención médica en el parto pasó de 60 puntos en 1993 a menos de cinco puntos en la actualidad. Aproximadamente 30 mil pacientes renales crónicos reciben diálisis semanalmente en Colombia. Más de diez mil pertenecen al RS. Antes de la reforma estos pacientes estaban condenados a una muerte segura por cuenta de su falta de recursos económicos para cubrir los tratamientos.
Quizás el logro más importante de la reforma ocurrió en el área de la protección financiera. Antes de la reforma, una enfermedad de alto costo representaba la ruina para miles de familias que, en medio de la enfermedad, debían vender sus viviendas y negocios o asumir deudas impagables. El acceso estaba mediado por la capacidad de pago. Muchos médicos, anticipando la ruina financiera, omitían las alternativas terapéuticas a los pacientes más pobres que no iban a poder pagarlos en todo caso. Todo eso cambió. Actualmente Colombia tiene uno de los menores gastos de bolsillo (en términos relativos) de todos los países en desarrollo. La experiencia colombiana es estudiada en el mundo entero como un ejemplo de progreso en cobertura y equidad.
La reforma también condujo a un empoderamiento de la gente, a la consolidación de la salud como un derecho, no solo en la jurisprudencia o en la ley, sino también en la mente de las personas. En muchos países de la región, todavía los ciudadanos aceptan pasivamente la imposibilidad de acceder a tratamientos muy costosos (hacen colectas populares, conforman mecanismos informales de aseguramiento, etc.). En Colombia no. Los ciudadanos conocen sus derechos y los exigen con vehemencia. El aseguramiento universal contribuyó a esta realidad política.
Pero no todo ha sido positivo. El acceso ha aumentado considerablemente en las ciudades, pero no tanto así en las zonas rurales. El sistema colombiano tiene un innegable sesgo en contra de las regiones más apartadas. Algunas desigualdades regionales en los resultados en salud, en la mortalidad materna, por ejemplo, han persistido o apenas disminuido levemente. Muchas de ellas dependen de un conjunto amplio de determinantes sociales, reflejan más los desequilibrios regionales que los problemas del sistema de salud, pero sugieren al mismo tiempo que el sistema ha tenido un impacto desigual.
El efecto de la reforma sobre los hospitales públicos tampoco ha sido positivo. Inicialmente la reforma garantizó una fuente directa de financiamiento (los llamados subsidios a la oferta). Igualmente, estableció que las EPS del RS deberían contratar como mínimo 60% del gasto en salud con los hospitales públicos. Los subsidios directos desaparecieron con el tiempo y la contratación exigida ha ido convergiendo hacia los mínimos legales. Con todo, los hospitales públicos, sobre todo los de mayor complejidad, fueron perdiendo importancia. Actualmente más de 70% de la oferta de alta complejidad recae sobre los hospitales privados. La reforma supuso, tal vez erróneamente, que la competencia fortalecería a muchos hospitales públicos. En la práctica ocurrió lo contrario.
Problemas persistentes
A pesar de los avances sociales, la reforma a la salud no se ha consolidado. Los problemas financieros, la corrupción y la pérdida de legitimidad amenazan con reversar los avances sociales. Las principales causas de los problemas actuales, que llevan ya muchos años, podrían resumirse en tres: la ausencia de límites razonables en los beneficios, los problemas de regulación de las EPS y los problemas de clientelismo (típicos de la descentralización) de algunos hospitales públicos. Las tres causas se superponen, actúan conjuntamente, y resumen los mayores desafíos del sistema de salud.
Un sistema demasiado abierto
Como resultado, en buena parte de la jurisprudencia de la Corte Constitucional, el sistema colombiano ha ido transformándose en un sistema muy abierto, en el cual todo está incluido: los nuevos medicamentos de precios exorbitantes y efectos menores, las terapias con animales, los cuidadores, los pañales y pañitos, las cremas y lociones, etc. La Ley Estatuaria en salud, aprobada por el Congreso hace ya cinco años, ordena que los tratamientos experimentales o aquellos que tienen fines estéticos no deberían cubrirse, pero muchos jueces exigen lo contrario diariamente. En la práctica, la excepción parece ser la única regla cierta del sistema.
En los sistemas financiados con recursos públicos, el sistema inglés es un ejemplo paradigmático, existen límites definidos centralizadamente sobre lo que se puede pagar con recursos del sistema. En los sistemas de mercado, el sistema estadounidense es el caso típico, los límites generales no existen, pero los ciudadanos pagan una parte del cuidado médico y los medicamentos de su propio bolsillo. En Colombia, la jurisprudencia aspira contradictoriamente a un sistema como el inglés (sin gasto de bolsillo) y como el estadounidense (sin límites de ninguna clase). Un imposible financiero.
Una parte de los problemas financieros del sistema de salud vienen de nuestra incapacidad como sociedad de afrontar una disyuntiva ética muy compleja. ¿Deberíamos, por ejemplo, pagar colectivamente por un tratamiento contra el cáncer que cuesta cientos de millones pero está asociado, según la evidencia disponible, con apenas dos meses adicionales de vida? ¿Pueden los argumentos financieros ser tenidos en cuenta a la hora de decidir cuestiones de vida a muerte? Si no, ¿cómo vamos a conseguir los recursos necesarios para pagar por tratamientos de precios altísimos y valor cuestionable? Ninguna de estas preguntas es fácil. En Colombia, hemos decidido simplemente evadirlas. La reflexión bioética, por ejemplo, ha estado ausente en las sentencias de la Corte Constitucional sobre el sistema de salud.
Un sistema demasiado laxo
Además de la ausencia de límites razonables, el sistema colombiano ha tenido otro problema desde sus orígenes, hace ya más de 25 años. Las empresas a quienes se les delegó la administración del sistema, las EPS, han sido insuficientemente reguladas. En retrospectiva, resulta evidente que se les entregó demasiada autonomía sobre el manejo de los recursos y la conformación de la red. Operaron inicialmente en un ambiente de laxitud regulatoria. Uno podría hablar incluso de captura del regulador durante los primeros años de funcionamiento del sistema.
En particular, la autonomía plena en la conformación de la red, esto es, la capacidad para decidir con quién se contrata la prestación de los servicios, dio pie, en algunos casos, a un amiguismo cuestionable, a la desviación de recursos y por supuesto a la corrupción. No todas las EPS incurrieron en contrataciones cuestionables, pero muchas lo hicieron con consecuencias adversas sobre la atención y la misma legitimidad del sistema. Décadas después, la adecuada regulación de las EPS sigue siendo uno de los principales retos del sistema.
El caso de la EPS Saludcoop, que llegó a ser la más importante del sistema, ilustra claramente estos problemas regulatorios. Acumuló un poder inmenso, cooptó a algunos legisladores y terminó desviando cuantiosos recursos. A menor escala, otras EPS han tenido dinámicas similares. Solo recientemente, veinte años después, las autoridades impusieron las cortapisas regulatorias necesarias, en cuanto, por ejemplo, a la inversión de las reservas técnicas y el nivel de capital adecuado. En suma, el sistema operó por muchos años, por décadas, en medio de una gran laxitud regulatoria con resultados previsibles: mal uso de recursos y rechazo social a pesar de los avances sociales.
Un sistema que heredó los vicios de la descentralización
La reforma a la salud, como se mencionó anteriormente, partió de un supuesto primordial, supuso que la competencia entre prestadores (en la ausencia de subsidios directos) iba a traer consigo la disciplina fiscal y el aumento de la calidad en los hospitales públicos. El proceso, se dijo, tomaría algunos años, pero llevaría al mejoramiento continuo y corregiría los problemas históricos de clientelismo, corrupción e ineficiencia.
El supuesto no se cumplió. En parte porque las condiciones de competencia no siempre fueron justas para los hospitales públicos: los privados se concentraban en los servicios más rentables, los públicos deberían abrir todos los servicios. Y en otra parte, porque los hospitales públicos han operado casi de manera permanente sin una restricción presupuestal fuerte. Han podido gastar más de lo que tienen porque siempre confían en las políticas de salvamento permanentes que son puestas en práctica cada año con diferentes nombres.
Es un caso casi de libro de texto: las fuerzas políticas o burocráticas predominan sobre las fuerzas de mercado, la importancia social se utiliza como un argumento para justificar las ineficiencias y los salvamentos se superponen en el tiempo. Los argumentos por supuesto son legítimos: los hospitales públicos cumplen una labor primordial, pero se han usado muchas veces para encubrir el clientelismo e incluso la corrupción.
*****
Los tres problemas descritos anteriormente son conocidos, han sido debatidos muchas veces. Diferentes analistas los priorizan según sus juicios empíricos y preferencias ideológicas. Más importante aún, el sistema ha mantenido su capacidad de reforma, de cambiar para hacer frente a estos y otros desafíos. La regulación de precios de medicamentos, por ejemplo, evitó el crecimiento exponencial del gasto en un sistema demasiado abierto, sin límites razonables. La habilitación financiera (y más recientemente la habitación técnica) han mejorado la capacidad regulatoria del Estado sobre las EPS. Los programas de saneamiento fiscal y financiero crearon un marco adecuado para la recuperación de la viabilidad de los hospitales públicos.
A pesar de los problemas del sistema, muchos agentes, públicos y privados, han contribuido a su recuperación. Con las mismas reglas, algunas EPS han sido ejemplo de cuidado de los recursos y compromiso social. Lo mismo ha ocurrido, en varias coyunturas, con los hospitales públicos: algunos han sido ejemplos de buen manejo de los recursos y servicio a la comunidad. Otros han venido recuperándose decididamente. El ejemplo reciente del Hospital Universitario del Valle, su franca recuperación, es un motivo de esperanza, una muestra de que el sistema de salud de Colombia tiene futuro y los resultados sociales de la reforma (positivos, como ya se dijo) podrán consolidarse en los años porvenir.
Miguel Correa
22 marzo, 2020 at 11:53 amDebemos entender que todos somos responsables de los problemas de funcionamiento del sistema, los reguladores pero tambien los ejecutores, los intermediarios y, de cierto modo, también los pacientes. Todo en su justa medida, ni mas, ni menos. Gracias sr. Alejandro. Gratitud completa
Juan Pablo Gutiérrez Berrocal
22 marzo, 2020 at 6:40 pmUn abrazo. Gracias por este documento.
Octavio Henao-Orrego
28 marzo, 2020 at 8:20 pmUn relato de 25 años de grandes desafíos, aciertos y desvíos. Una película entre Passolini, Hichkock y Dago García. Un sistema diseccionado con el bisturí de un cirujano conocedor, crítico constructivo y documentado, a pesar de ser ingenirro y economista y no médico. Una obra maestra que me recordó del teatro «Esperando a Godot» Una Resonancia detallada que describe con maestría los bordes del tumor a extirpar. Y el final de esperanza de un Humanista admirable que ha ido perdiendo la timidez para decir verdades.
Sandra arrieta
13 abril, 2020 at 1:39 pmDel sistema también hacen parte los usuarios, los cuales han adoptado prácticas inadecuadas tales como el cobro de incapacidades, la reventa de elementos entregados, los laboratirios y algunas ups han formado magias en torno a la tutela para que sean sus marcas las que sean entregadas. En resumidas la cultura de la corrupción rampante
Juan Pablo Garcia López
13 abril, 2020 at 9:15 pmGracias Alejandro. Excelente ilustración
fernando lopez toro
23 marzo, 2020 at 10:15 pmmuy buen articulo que obviamente lo llevare a la academia para seguir ampliando el debate .
Rodrigo Bastidas
28 marzo, 2020 at 7:20 pmUn resumen muy claro y conciso sobre los problemas y que ofrece esperanza. La racionalidad es necesaria el sistema no puede con todo. Saludos y gracias
Samiromo
29 marzo, 2020 at 1:25 pmQue formtuna tenerlo ahora como conocedor entrañable de nuestro sistema. Gracias!!!
alirio
31 marzo, 2020 at 11:46 amExcelente planteamiento.
Al cual usuarios, IPS,Eps
le tiene miedo porque
les estalla la polvora de
la agonizante etica.
Fanny Jaimes
12 abril, 2020 at 4:59 pmMuy buen resumen de los aspectos claves de nuestro sistema de salud; sólo le faltó decir doctor Gaviria, que pecaron en el gobierno anterior al dar la opción de pagar el No pbs, a las secretarías departamentales o distritales del país; les dieron mermelada y nunca pagaron debidamnte… obvio si no recibían algo a cambio. El estado en manos descentralizadas como estos entes territoriales hicieron que más de un prestador quebrara y hasta a las eps pusieron en aprietos. Este año por fin parece que aunque va a tener que tenerse algo de pérdida pagarán esas deudas que datan desde el 2015. Creo que no debió firmar la res 1479. También creo que siguen desviaciones en el gasto inescrupuloso realizado por pacientes, médicos, IPS y EPS.
Tania Garcia
12 abril, 2020 at 6:06 pmGracias Alejandro, por ser un ser humano coherente, con firmeza en sus creencias y humildad frente a lo desconocido.
Gracias por esta explicación desde el conocimiento y no desde la política.
Un abrazo
Danny Moreano
12 abril, 2020 at 6:27 pmComentario personal sobre nuestro sistema de salud:
Muchos empezamos nuestras carreras como medicos en el proceso de transición del sistema; y hemos vivido la evolución de algunas de los puntos que se plantean en el artículo; siempre me daba orgullo poner de ejemplo como en Colombia se sentaban casi en la misma sala de espera los pacientes de trasplantes o de enfermedades de alto costo sin importar a cual régimen pertenecían.
Nos dedicamos en los últimos años a buscar maneras de darle posibilidades al sistema porque debíamos encontrar formulas de optimización; de ser mas eficientes en el uso de los recursos.
Hoy frente a la situación que vivimos; viendo las experiencias de otros países, creo que nos hemos equivocado; tanto los países que invirtieron mas o los que menos; los que mantuvieron sistemas públicos como aquellos que permitieron la entrada de actores privados.
Creo que la situación que se nos plantea ahora y los desafortunados resultados en términos de vida; gasto; y desconfianza; debe abrir un nuevo o mejor volver al debate de replantear los sistemas de salud.
Hoy el grupo médico esta tan angustiado como la población general; no creemos en los líderes; no los vemos.
El silencio de las aseguradoras es abrumador; las Arl; las EAPB; las agremiaciones en absoluto silencio.
Se escucha únicamente; la angustia de los medicos; y a los prestadores buscando la manera de organizarse y afianzar en el plan de expansión porque se sabe que son los que harán la tarea.
JUAN E LÓPEZ
12 abril, 2020 at 8:45 pmInexplicablemente en el Sistema jamás uno de los actores principales, los trabajadores de la salud, JAMÁS han sido tenidos en cuenta, y, por el contrario, sus derechos cada vez están más vilipendiados por las EPS y por la corrupción rampante a todo nivel tanto ahora como en los recientes y pasados gobiernos. Sólo ahora, gracias a un enemigo invisible, es que se reconoce la labor de este gremio y de la importancia de su papel en la sociedad. Sin embargo, los elocuentes discursos de Presidente y Ministro del sector no han planteado la más mínima solución de fondo que conlleven a la reivindicación plena y sostenible de sus derechos. Qué otro virus nos tendrá que llegar para que al trabajador de la salud se le trate con dignidad y se considere eje central del Sistema?
Cristina Peñaloza
13 abril, 2020 at 2:55 amUn muy interesante documento, gracias Dr Gaviria. Me desconcierta la ausencia total de referencia a las fuentes de informacion que sustenta todas las afirmaciones que se incluyen en el texto. Encuentro interesante tambien, que compare el sistema Colombiano con el Britanico, pero no con el sistema Alemán, basado en un sistema de solidaridad como el Colombiano. Y porque compararlo con el de US? ni siquiera los Europeos se comparan con este ultimo, a menos que sea para reflexionar sobre el nivel de ineficiencia del sistema en US (US tiene quiza el mayor gasto en salud del mundo como porcentage del PIB, y al mismo tiempo la mas baja cobertura de la poblacion y equidad en el acceso).
Apoyo su posicion de que en Colombia se ha avanzado, y hoy cuenta con un sistema de salud con cobertura universal, solidaridad y eficiencia. Pienso, al igual que lo hace usted, que hay muchas areas que deben mejorarse. Es muy loable que el gasto total en salud como % del PIB ha venido creciendo en la ultima decada (despacio pero de forma continua) y hoy se gasta 7.2% del PIB en salud. Pero, debemos gastar mas, 7.2% del PIB es bajo comparado con otros paises vecinos (ver estadisticas de la OECD).
Leonardo Carvajal
13 abril, 2020 at 11:54 amPese a muchos juicios, siempre he mantenido mi posición respecto a las bondades que tiene nuestro sistema de salud, lastima que por las malas gestiones y por otros factores que describe el articulo se vean muy empañadas dichas bondades, la responsabilidad de mantener y sostener el sistema parte de todos, desde nosotros como individuos, con nuestro autocuidado y un ejercicio moral que no conduzca a hacer un uso abusivo de los servicios de salud.
German Rodriguez
13 abril, 2020 at 12:45 pmQue Importsnte este tipo de artículos, necesarios incluso involucrar a los médicos hoy confundidos con esta situación.
Paulo
14 abril, 2020 at 5:48 amUn sistema de salud previo a la Ley 100 que fracasó por la corrupción. Un sistema de salud posterior a la Ley 200 que fracasa por la corrupción y tanto publica como privada. Porqué el artículo resalta las bondades de la cobertura del sistema y no mete el dedo en la llaga acerca de la calidad de la atención que es inversamente proporcional a la cobertura? Porqué siempre estos análisis dejan de lado la pésima calidad de la contratación del talento humano en salud y los pésimos salarios que tienen, para harán el lucro del sistema a expensas de los operadores? Es muy fácil ponderar desde un comodo escritorio en la capital y más si cuando tengo un problema de salud recurro a la md prepagada y listo. Como siempre el talento humano en salud no tiene quien vele por sus intereses…
julian salazar
26 abril, 2020 at 7:43 pmAdmirable Y detallado recuento de la salud en Colombia, máxime por que hace referencia a la enfermedad pero con estricto énfasis en la cura para una sociedad que calla por la incertidumbre de la anhelable legitimad vía jurisprudencial o por el congreso; la ausencia de auditorias serias y responsables para con los recursos de los entes de control control son fiel muestra del clientelismo y corrupción son el peor cáncer y aun los usuarios del sistema vivimos en el mito de la caverna. Artículos como este inspiran nuestro pensamiento critico construtivista
Luis Fernando Gómez Uribe
20 mayo, 2020 at 8:24 pmUnas pocas precisiones al respecto, para no hacerlo muy extenso:
1. Más que “Sistema de salud”, se trata de un sistema de aseguramiento en servicios médicos
2. Dónde dice “La reforma creó un seguro universal de salud”, debe decir: La reforma creó un seguro universal de servicios médicos, pues salud y servicios médicos son dos cosas muy distintas
3. Teniendo en cuenta a Eneko Landaburu, quien indicaba que «La nutrición, la vivienda, la canalización de las aguas, la limpieza y el saber influyen muchísimo más en la salud que los medicamentos», y al profesor colombiano Guillermo Ferguson, quien expresaba sabiamente: «Más que medicamentos lo que necesita un pueblo para mantener la salud es alimento, agua pura, alcantarillado, etc. Piense el lector por un minuto si algunas de las toneladas de las drogas «milagrosas » hoy conocidas pueden mejorar la calidad de vida humana en un tugurio o solucionar los problemas de sus moradores», la reforma aumento el gasto público en servicios médicos, más no los aumento en SALUD
3. Con los equívocos planteados a partir de la Ley 100: salud equivalente a servicios médicos, el derecho a la salud quedó reducido al derecho a tener un seguro de servicios médicos, mal diseñado además pues es insostenible, lo que explica que niños (y adultos) con “salud subsidiada” (“usuarios de la salud!!!) se mueren de diarrea por falta de agua potable, o de desnutrición por falta de alimentos (la salud como un estado, NO se puede subsidiar, lo que se está subsidiando son servicios médicos). Así como un seguro de incendio repone los gastos del incidente, pero no previene incendio ni los apaga, un “seguro de salud”( SIC) debe estar diseñado para reponer los gastos ocasionados por la atención médica prestada, especialmente cuando tiene un alto costo, pero tiene como objetivo prevenir enfermedades, ni curarlas, en otras palabras, no tiene como objetivo mejorar la salud de la población. Vulgarizar los servicios médicos como ha ocurrido a partir de la Ley 100, lo que llaman incremento de las “coberturas de salud”, puede incluso ser más dañino que benéfico para la población.
Con la idea equivocada de que la salud depende de los servicios médicos, en Colombia estos explican el rubro más alto (38 %) de gasto público después del servicio de la deuda (46,7 %) y es uno de los países que más gasta como porcentaje del PIB para su nivel de riqueza, y a pesar de ello, es el país de Latinoamérica con la tasa más alta de hospitalizaciones, señal de que no tenemos buena SALUD a pesar de dichos gastos… (estos datos son tomados de https://www.fedesarrollo.org.co/sites/default/files/archivosciadernos/CDF_No_60_Marzo_2018.pdf)
Luis Fernando Gómez Uribe
22 mayo, 2020 at 8:08 pmFe de erratas de mi comentario anterior: Donde dice: «un “seguro de salud”( SIC) debe estar diseñado para reponer los gastos ocasionados por la atención médica prestada, especialmente cuando tiene un alto costo, pero tiene como objetivo prevenir enfermedades, ni curarlas…», debe decir: un “seguro de salud”( SIC) debe estar diseñado para reponer los gastos ocasionados por la atención médica prestada, especialmente cuando tiene un alto costo, pero NO tiene como objetivo prevenir enfermedades, ni curarlas…
David Ricaurte
1 agosto, 2020 at 3:41 pmInteresante intervención ¿dónde puedo seguir sus investigaciones y comentarios con respecto al sistema de aseguramiento de servicios médicos o «sistema de salud» colombiano? Creo que Gaviria tiene un sesgo ideológico que persiste en buena parte de una sector político que hoy se presenta como alternativa, no obstante, hay varios puntos que me parecen interesantes de este modelo, como por ejemplo, la cobertura. Ahora bien, yo pienso que faltan más puntos como el suyo para poder dar los debates y plantear alternativas reales que propicien la construcción de un verdadero sistema de salud. Gracias
Luis Fernando Gómez Uribe
6 septiembre, 2020 at 1:55 pmEste es un artículo publicado hace muchos años con algunas reflexiones al respecto: http://actamedicacolombiana.com/anexo/articulos/04-2002-09.pdf
Jorge Alzate
24 mayo, 2020 at 9:39 amAlejandro.
Gracias.
Es un buen articulo que resume el estado del sistema en estos 25 años.
Me gustaria que con tu experiencia puediras mostras en cifras comparativas, como estabamos hace 25 años y ahora. Y pudieras sacar un decalogo de inamovibles del sistema de salud Colombiano para ejemplo del mundo.
. 1. Modelo de aseguramientos en salud.
2. Proteccion de las contingencias economucas y fiancieras del sistema
3. Cobertura universal y disminucion de las desigualdades.
4. Gasto de bolsillo.
Y otros.
Y colocar como avances significativos que no permiten dar marcha atras y de una vez poder dar el salto a dedicarnos hacer la tarea de cerrar las brechas del sistema. Por que lo fundamental, muestra avances indiscutibles y quedaria la tarea seguir haciendo ajustes para mejoarlo cada dia modelo.
Con esto creo que saldriamos de la vieja discusion de que sistema queremos y se dejaria traer cosas aisladas para ponerlas en la mesa y discutir a que modelo cambiamos.
Ni las mejores organizaciones estan exceptas de cierre de brechas en la gestion.
Recordar.
La calidad es una mejora continua contra un olvido continuo.
Quias no todos sabemos que teniamos hace 25 años y por eso no valoramos lo que tenemos.
Especialmente los jovenes que no lo vivieron.
Gracias
Luis Fernando Gómez Uribe
2 junio, 2020 at 1:42 pmAprovecho la demora del administrador del blog para aprobar mis comentarios anteriores adicionando dos puntos:
1. Teniendo en cuenta que en países con mucho menos corrupción que la nuestra (Saludcop, Medimas etc.) y sin carteles de hemofilia, de esclerosis múltiple, de incapacidades, etc., se despilfarra 20-25 % del presupuesto destinado a los llamados «sistemas de salud» (ver: https://www.oecd.org/els/health-systems/Tackling-Wasteful-Spending-on-Health-Highlights-revised.pdf; https://jamanetwork.com/journals/jama/article-abstract/2752664?guestAccessKey=bf8f9802-be69-4224-a67f-42bf2c53e027&utm_source=For_The_Media&utm_medium=referral&utm_campaign=ftm_links&utm_content=tfl&utm_term=100719), y que el “presupuesto para Salud” (léase el presupuesto para servicios médicos) del año 2020 en Colombia es de 31,8 billones de pesos (ver: https://id.presidencia.gov.co/Paginas/prensa/2019/Salud-es-el-segundo-sector-con-mayor-presupuesto-en-2020-200102.aspx), Colombia despilfarrará este año, como mínimo, 6,36 billones de pesos, ejemplo de lo cual es digna de mención la epidemia de cesáreas innecesarias (ver Gosain J. La epidemia que faltaba: el abuso de las cesáreas en Colombia. Disponible en https://www.eltiempo.com/salud/el-abuso-de-las-cesareas-en-colombia-juan-gossain-497792), que se relaciona con «la equidad alcanzada en la atención médica del parto» (a pesar de lo cual tenemos una alta tasa de mortalidad materna) y mientras tanto tenemos capitales de departamento sin acueducto y alcantarillado, y “usuarios de la salud” (¡“con salud subsidiada”!) sobreviviendo en condiciones infrahumanas
2. La cobertura casi universal de aseguramiento en servicios médicos (la mal llamada “cobertura de salud”) vulgariza la utilización de dichos servicios sin que con ello se puedan mejorar las condiciones de salud de la población, escenario que incluso puede ser más dañino que benéfico, pues la atención médica explica un porcentaje apreciable de las muertes que ocurren en países como EE UU e Inglaterra (Restrepo LC Violencia médica. Disponible en http://www.angelfire.com/folk/celtiberia/violenciamedica.html; Anderson JG, Abrahmson K. Your Health Care May Kill You: Medical Errors. Stud Health Technol Inform 2017;234:13-17. Abstract disponible en https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28186008/), y es posible que en Colombia ocurra algo similar, pero no investigado.
ELIANA CHACÓN LOAIZA
13 junio, 2020 at 11:09 amMuy pedagógica el artículo. Sigo pensando que Alejandro Gaviria debería contemplar la posibilidad de ser candidato a la presidencia de nuestro país al período 2022-2026. Las razones saltan a la vista a) Cuenta con un don de gente que permitan que converjan la gran mayoría de los sectores políticos. b) Cuenta con una excelente formación académica. c) Cuenta con una alta experiencia en el sector público y privado.
Robert Castillo
13 junio, 2020 at 12:13 pmUn buen análisis pero como dijo alguien por ahí el Dr Gaviria está perdiendo el miedo a opinar, desatado ya de sus compromisos políticos. Pero en honor a la verdad en este caso en particular el tema central más allá de las consideraciones sobre las enfermedades de alto riesgo, más allá de la corrupción que a veces trasega en los hospitales públicos, el problema se centra en las mafias que se han apoderado de las EPS. Para nadie es desconocido qué en muchas regiones del país, ante la la laxitud regulatoria que se menciona, estas entidades fueron capturadas por familias de políticos corruptos, cuando no de grupos al margen de la ley como los paramilitares. Esa intermediación que inicialmente se consideró un atributo de la reforma a la salud, terminó siendo como muchas cosas en este país la fuente de la corrupción de alta filigrana y sofisticación. Una nueva reforma a la salud debe comenzar por replantear este esquema o imponer una regulación muy fuerte para que los recursos de los ciudadanos que aportan a la salud y del Estado no se vayan asar a las arcas de los corruptos.
Christian
10 julio, 2020 at 11:24 pmHace usted una interpretación sesgada. Habla de la regulación laxa, cuando ha sido la regulación la que ha llevado a la mala praxis, es evidente que el sector de salud en Colombia está altamente regulado y que vivimos en una sociedad que se transforma todos los días, por lo que no existe legislador capaz de prever todas las circunstancias y legislar sobre todas las cosas en todos los momentos, por eso es las que las fuerzas del mercado funcionan, porque se adaptan conforme cambian los tiempos, de abajo hacia arriba, y no como usted propone, burocráticamente de arriba hacia abajo. Por lo demás, regular los precios está demostrado teórica y empíricamente que genera escasez sobre los bienes, dado que no permite que fluya la información libremente en forma de precios, mostrando que es escaso o abundante, que es más eficiente, o que es más apreciado por los demandantes, llevando a que en ausencia de precios de mercado las decisiones sean políticas y no económicas, y por consiguiente erradas (ineficientes).
Christian
10 julio, 2020 at 11:39 pmLo que hay que notar es que el sistema de salud tiene grandes dificultades en su estructura de incentivos, ya que las EPS como aseguradoras tienen la necesidad de pagar lo menos posible, en plazos más largos, mientras que las IPS como proveedores del servicio de salud tienen la necesidad de hacer la mayor cantidad posible procedimientos requeridos por los pacientes, para poder cobrar más, lo que hace necesario tener una fuerte regulación en el medio de los tratamientos y medicamentos recetados por el médico, haciendo que los procesos y la toma de decisiones sean mucho más lentos y traumáticos para el paciente e ineficiente.
Christian
10 julio, 2020 at 11:46 pmCon razón solo hay post que hablan bien de su articulo, borra los que no son cercanos a su forma de pensar o que admiten una critica constructiva, así no se crea país, esa no es la postura de un verdadero científico social que esta siempre en búsqueda de la verdad, o buscando reconocimiento por lo que dice, simple y llanamente.
Tamiflu
15 julio, 2020 at 12:24 pmEl ministro de Salud, Alejandro Gaviria, se va defendiendo la Ley 100 as como todo el sistema de salud: destaca el aumento de la cobertura, aunque reconoce que falta m s en calidad.
Vanessa saldaña libreros
15 julio, 2020 at 9:25 pmEl conocimiento que tiene del SGSSS es admirable, la manera en que lo plantea y lo resuelve Mas, por mucho a mi criterio lo hicieron el mejor Ministro de Salud.
Luis Fernando Gómez Uribe
25 julio, 2020 at 9:22 am¿Cuánto tiempo hay que esperar para que se aprueben los comentarios?