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agosto 2015

Academia

Vacunación contra el VPH: una política pública seria

El autobombo en boca de los funcionarios siempre suena vacío. Las evaluaciones propias no son creíbles, generan muchas dudas por razones obvias. Pero de vez en cuando, a pesar del escepticismo general, incumbe contar el cuento, no en tono celebratorio, no con ánimo propagandista, pero sí con interés pedagógico.

La política de vacunación contra el VPH (y en general la política de vacunación) es una política pública seria. Por al menos cinco razones.

  1. Las decisiones son tomadas por un comité independiente con base en la evidencia, en criterios objetivos.

    2. Las decisiones están basadas en la mejor información disponible sobre el costo-beneficio de las vacunas. Se trata, en últimas, de practicar un utilitarismo con corazón, de ahorrar dolor y sufrimiento humano y hacer rendir los recursos públicos.

    3. El programa tiene el acompañamiento de las Sociedades Científicas, en particular de las sociedades de Pediatría, Ginecología e Infectología.

    4. La política está pensada en la próxima generación. Literalmente. La mediana de las niñas vacunadas contra el VPH es 15 años, la de las mujeres que sufren cáncer de cuello uterino es 40 años. La intervención busca mejorar los resultados en salud 25 años en el futuro, esto es, una generación adelante.

    5. Los recursos para la continuidad están garantizados. En la vacuna contra el VPH se han invertido más de 100 millones de dólares.

En fin, esta es una política alejada de los caprichos y necesidades de la coyuntura, respaldada por la mejor evidencia posible y sustentada financieramente.

Más allá de lo ocurrido en el municipio de El Carmen de Bolivar, donde un informe científico serio, exhaustivo, rechazó cualquier conexión causal entre la vacunación y los problemas de salud de cientos de jóvenes, cabe resaltar la importancia de la confianza pública en los programas de vacunación y la necesidad (concomitante) de una pedagogía pública sobre la seguridad y efectividad de las vacunas.

Tal vez hay cierta frivolidad del mundo contra la que no se puede luchar. Tal vez las prioridades coyunturales de los medios de comunicación siempre van a llevar a lo mismo, a privilegiar el escándalo y a menospreciar las explicaciones más sosegadas. Tal vez el oportunismo político es inherente a nuestras libertades democráticas. Tal vez las fuerzas destructivas tienen (casi siempre) una ventaja retórica. Sea lo que sea, es necesario volver sobre lo mismo: la  seguridad de la vacuna ha sido ratificada por la OMS y por el Centers of Disease Control and Prevention (CDC) de los Estados Unidos, ha sido defendida por científicos reconocidos, galardonados incluso con el premio Nobel y ha sido ratificada por las últimas revisiones sistemáticas de la literatura.

Paradojicamente las mejores políticas públicas son con frecuencia las que más opositores tienen. Nuestro deber es defenderlas con números y letras, con estadísticas y argumentos. La voz de la razón es suave pero persistente. Ojalá prevalezca en este caso. Hay mucho en juego.