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Edward O. Wilson: un héroe del siglo XXI

Los medios nacionales reportaron el evento de manera escueta. Con la desidia de quien sólo tiene tiempo para sus asuntos. Con el desgano del embrollado en sus problemas. Pero, en otro lugar o en otro tiempo, tenía que haber sido la noticia de la semana. Edward O. Wilson, uno de los científicos más importantes del mundo, ganador de dos premios Pulitzer, autor de decenas de libros sobre temas tan diversos como el comportamiento animal, la biodiversidad y la naturaleza humana, visitó el país esta semana con el fin de inaugurar la cátedra Colombia Biodiversa, una iniciativa conjunta de la Fundación Alejandro Ángel Escobar y de un grupo de ambientalistas nacionales encabezados por Christian Samper y Manuel Rodríguez.
Edward O. Wilson, de 79 años, es el decano de los mirmecólogos del mundo, el experto mundial en hormigas. Su carrera científica ha sido paradójica. Un ejemplo de la universalidad alcanzada por la ruta improbable de la especialización, es como si el pequeño orificio de la mirmecología le hubiese permitido una visión privilegiada del vasto panorama de la vida en la Tierra y de la misma naturaleza humana. Wilson describió las hormigas y fue universal. Una trayectoria científica tan inverosímil como encomiable.

El peregrino

Wilson no vino a Colombia solamente en función pedagógica. Vino también en una peregrinación personal. A seguirle los pasos a José Celestino Mutis, “el primer naturalista del hemisferio occidental”. A mirar con sus ojos lo que Mutis había visto con los suyos hace más de 200 años. Wilson está escribiendo un libro sobre Mutis —espera terminarlo el año entrante, cuando se cumplen doscientos años de la muerte del sabio español— y quería conocer de primera mano la geografía de su nueva obsesión. La tierra sagrada de la Expedición Botánica.

Wilson estuvo el martes en Mariquita siguiendo las huellas de Mutis. La peregrinación lo llevó, primero, a su casa de habitación (sólo queda la fachada) y, luego, al centro de operaciones de la Expedición Botánica. Allí recorrió los amplios salones y el patio exuberante, estropeado por una piscina moderna, improvisada probablemente por un alcalde contratista. Wilson agradeció con amabilidad las explicaciones de los guías locales. Dio una vuelta rápida por el patio. Y abandonó el lugar con impaciencia. Con el deseo febril de visitar el bosque seco tropical donde había trabajado Mutis.

El peregrino no quería perder tiempo con las reliquias. Su meca eran las hormigas. Y en particular, una especie de hormiga legionaria que había sido descrita por Mutis y que Wilson quería redescubrir personalmente. A la salida de la casa, Wilson subió a un pequeño monte, rodeado por una romería de niños curiosos, uno de los cuales preguntó con desenfado: “¿Es qué nunca ha visto hormigas o qué ?”. Ya próximo a la cima, el profesor Wilson encontró una hilera de hormigas frenéticas. Recogió varias de ellas y las miró con la lupa que traía colgada al cuello. Por un momento, creyó haber encontrado lo que andaba buscando: la hormiga de Mutis, la legionaria de cabeza grande. Pero después de unos minutos cayó en cuenta de su error. La emoción lo había llevado a confundir el objeto sagrado con una falsificación, con una hormiga distinta. Corriente. Devaluada.

Ya cansado, con la decepción propia de los peregrinos, Wilson descendió hacia la plaza del pueblo. La romería había desaparecido y tuvo tiempo para apreciar los detalles locales. Mencionó la prosperidad del pueblo y la alegría silenciosa de sus habitantes, distinta, en su opinión, a la estridencia musical de otras partes. Sus comentarios sociológicos, inocentes, casi triviales, no delataban al científico combativo, al protagonista de una de las confrontaciones intelectuales más intensas del siglo XX.

El científico combativo

En 1975, Edward O. Wilson publicó Sociobiología, su obra cumbre, probablemente el libro sobre comportamiento animal más importante de todos los tiempos. El libro tiene 27 capítulos. Los primeros 26 son asunto de especialistas. El último —el célebre capítulo 27, dedicado a la especie humana— generó una de las polémicas más candentes en la historia de las ciencias. Wilson sostiene, en el capítulo final, que el comportamiento social de la especie y la misma naturaleza humana tienen una fundación biológica. Que la ética y la estética tienen una base genética. Que estamos preprogramados de emociones y conocimientos. Que la cultura no arranca de cero, que construye sobre lo heredado.

Después de la publicación de Sociobiología, Wilson fue acusado de racista. De liderar una confabulación capitalista para perpetuar la opresión de los oprimidos. Sus clases en la Universidad de Harvard se convirtieron en mítines políticos. En 1978, en una reunión de la Sociedad para el Avance de la Ciencia de los Estados Unidos, Wilson fue recibido por una multitud rabiosa que lo acusaba de genocida. Uno de los manifestantes le arrojó una jarra de agua en el rostro. Otro le arrebató el micrófono y comenzó a gritar consignas enfrente de una audiencia de mirmecólogos sorprendidos.

Los debates de entonces ya quedaron atrás. Muchas de las ideas expuestas en Sociobiología son hoy aceptadas sin discusión. Ya nadie las asocia con la eugenesia y con las peores formas del racismo y la exclusión. El debate está terminado, “ido afortunadamente”, comentó Wilson en una pausa después del almuerzo en Mariquita. A su llegada al restaurante, Wilson había cebado el lugar con pedazos de panela —el principal producto de la región—, con la idea de atraer a la hormiga de Mutis. Al final sólo apareció una hormiga negra, diminuta, que Wilson recogió con destreza y guardó en un tubito de vidrio con alcohol. Un destino inesperado (y feliz, diría yo) para la inocente víctima.

“Si las hormigas hubieran desarrollado la bomba atómica, se habrían autodestruido”, dijo Wilson a la salida del restaurante. El comentario tenía implícita una defensa de la humanidad. Y una crítica a todos aquellos que ponen a la comunidad por encima del individuo. Wilson es un hacedor de aforismos. Un cultor de la economía del lenguaje. El debate político suscitado por sus ideas concluyó, en mi opinión, con su célebre sentencia sobre el marxismo: “Teoría maravillosa. Especie equivocada”.

El activista

Si en los años setenta Wilson ingresó a la arena política empujado por sus contradictores, en los años noventa lo hizo por decisión propia. Wilson es probablemente el campeón mundial de la biodiversidad. Uno de los voceros más célebres (y elocuentes) de la conservación, de la necesidad de proteger la vida en la Tierra. Sus argumentos son los de un científico racional. La biodiversidad, argumenta, incrementa la capacidad de recuperación de los ecosistemas. Los costos de la conservación son ínfimos (una milésima de la producción mundial) y los beneficios, incalculables. La protección de 25 áreas críticas del planeta salvaría 40% de las especies amenazadas. Etc.

Pero Wilson reconoce que su lucha no se definirá en el ámbito de la razón. La conservación, dice, debe asumirse con una intensidad religiosa. “La paradoja de la religión —escribió en Sociobiología— es que aunque mucho de su fondo es ostensiblemente falso, continúa siendo una fuerza poderosa en todas las sociedades”. A pesar de lo escrito, Wilson aspira a fundar una nueva religión basada en la ciencia, en la apreciación racional de la vida en la Tierra. A crear una ética sustentada en el conocimiento. Y alejada del mito. Una religión racional, casi una contradicción en los términos.

La mezcla de ciencia y devoción religiosa parece forzada. Retórica. Incluso falsa. Pero camino a Mariquita, la sinceridad de Wilson se reveló claramente. A la altura de Sasaima, la caravana de peregrinos se encontró con un trancón kilométrico. Inexplicablemente la policía de carreteras había detenido el tráfico en ambos sentidos para facilitar la demarcación de la vía. Wilson salió del vehículo para estirar sus piernas. Y después de caminar 50 metros, encontró un hormiguero al borde de la carretera. Inmediatamente se arrodilló con devoción religiosa. Y permaneció así por unos minutos, como si estuviera rezando, con los ojos a pocos centímetros de la superficie y la lupa en su mano como si fuera un ícono sagrado. La sinceridad de su credo (de la defensa de la biodiversidad sustentada en la pasión por la ciencia) no dejaba dudas.

La imagen de Edward O. Wilson arrodillado en una carretera colombiana resume, en mi opinión, la importancia de su visita a Colombia. Wilson nos permitió, así fuese por unos días, mirar a nuestro país a través de sus ojos. Y apreciar, entonces, nuestro pasado, la valiosa (y olvidada) obra de Mutis. Y nuestro futuro, la preciosa (y amenazada) biodiversidad.

Epílogo

En una rueda de prensa celebrada minutos antes de su cátedra, Wilson dijo que los héroes del siglo XXI serán quienes hagan algo por la preservación de la vida en la Tierra. Después de su conferencia, cientos de jóvenes lo rodearon con un entusiasmo religioso en busca de una fotografía furtiva, de un autógrafo improvisado, de cualquier amuleto providencial. Muchos de ellos, no cuesta imaginarlo, serán los héroes del futuro, los que librarán la lucha definitiva —urgente, diría yo— por una nueva y arrasadora utopía de la vida.

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  • Sebastián
    1 septiembre, 2007 at 1:59 pm

    ¡Excelente! ¡Muchas gracias!

  • Lanark
    1 septiembre, 2007 at 2:47 pm

    Qué barbaridad. Qué artículo tan bueno. Y qué personaje tan maravilloso este Wilson. Es definitivamente un héroe, pero probablemente es un héroe de una causa hasta cierto punto perdida.

    En esta especie somos muchos, y somos absolutamente incapaces de cambiar los hábitos de consumo insostenibles que tenemos.

    Voy a averigaarme la opinión de Wilson sobre el manejo comercial de la información genética, que probablemente tenga el mismo efecto aniquilador de la diversidad que han tenido los grandes monopolios del entretenimiento con la música.

    También sería bueno ver qué opinión tiene sobre el calentamiento global, y sobre el escándalo de los fondos billonarios de la Exxon para proyectos de investigación con resultados escritos de antemano.

    En fin, tal vez lo que encuentre no me sorprenda mucho, ya que Wilson es, como diría uno de nuestros comentaristas habituales, un «profesor universitario» que considera al marxismo una «teoría maravillosa aplicada a una especie equivocada» y no una «secta de asesinos».

    El caso es que el enfoque racional de los problemas humanos parece estar ganando algo de notoriedad ante la opinión, en detrimento de los enfoques basados en explicaciones triviales y apasionadas.

  • Maldoror
    1 septiembre, 2007 at 3:18 pm

    Una aclaración….las criticas a la teoría de la sociobiología no vienen solo de «estudiantes anticapitalistas rabiosos», como parece querer presentarlo Alejandro en el artículo, sino de científicos muy respetables como Stephen J Gould y de amplios sectores de la derecha (no precisamente anticapitalistas rabiosos).

  • Juan Francisco
    1 septiembre, 2007 at 3:58 pm

    !Que artículo tan bien logrado! Así como dijo Lanark, qué barbaridad de escrito. Hace tiempo que no me sentía tan inmerso en medio de una lectura. Es increíble como el escrito aborda varias temáticas y a su vez pareciera tener diferentes posiciones estéticas, diferentes narrativas condensadas en una sola.
    Alejandro usted tarde o temprano tiene que regalarnos un libro, así como el último capítulo de sociobiología de Wilson, que logre integrar sus conocimientos específicos con su amplia visión de la sociedad, y que a su vez, integre su saber científico y empírico con la eficiente e ilustrada parsimonia intelectual que lo caracteriza y que veo le es común con Wilson y con los hombres de pensamiento moderno y progresista. Lo que más me impresiona es como Alejandro logra metáforas de tan alta calidad sin perder el norte científico e intelectual. Es como si las metáforas siempre lo resumieran todo ofreciendo una visión integradora, pero al mismo tiempo muy rigurosa, eso sí, sin desconocer en ningún momento el valor de los conocimientos paradójicos.
    Yo ya estoy esperando esa obra maestra.

  • Anónimo
    1 septiembre, 2007 at 4:05 pm

    y entonces el neocortex para que?…de adorno?…si todo esta preestablecido geneticamente, neocortex para que?…hay quienes les interesa desoconcer y por ahi derecho no dar a conocer los alcances del neocortex: la capacidad de elegir…la capacidad de decidir…teoria interesante (desde hace mucho tiempo), publico eqeuivocado (desde siempre)…

  • Alejandro Gaviria
    1 septiembre, 2007 at 4:14 pm

    Lanark y Juan Francisco: Muchas gracias por los comentarios. La verdad que Wilson es un personaje maravilloso.

    Sergio: Stephen Jay Gould fue un contradictor intelectual de Wilson. Pero jamás estuvo de acuerdo con los insultos y las vejaciones que recibió. Después se reconciliaron. Y sus escritos tienen muchas más coincidencias que diferencias. La derecha religiosa no estuvo presente en los debates sobre la sociobiología. Su preeminencia es mucho más reciente.

    Anónimo: Wilson (ni tampoco sus colegas) argumentaron que todo está decidido genéticamente. Sólo que existen fundamentos genéticos del comportamiento social. No quiero dar un debate que no me corresponde. Pero si señalar la tendencia a caricaturizar (a exagerar con el fin de rebatir) las ideas de la socobiología.

  • Maldoror
    1 septiembre, 2007 at 4:18 pm

    Alejandro:

    Yo nunca dije que los insultos o los ultrajes fueran una táctica aceptable para contradecir a Wilson (o la sociobiología). Sólo que los contradictores de Wilson no eran simplemente gente rabiosa sin argumentos. En cuanto a las criticas de la derecha, no me refiero simplemente a la derecha religiosa (entendida como el movimiento popular evangélico), sino intelectuales conservadores (muchos de ellos católicos) de más peso.

  • Juan Francisco
    1 septiembre, 2007 at 4:48 pm

    Anónimo:

    El neocortex es un ejemplo maravilloso de la relación entre ambiente y genética. De la relación entre cultura y herencia. El ser hunamo es un organismo psicosociobiológico. Evidentemente las cualidades de las relaciones sociales del humano no tienen tantos límites de repertorios conductuales como las tienen las de los animales invertebrados, o incluso de los simios, nuestros compañeros más cercanos en la escala filogenética, siendo además que la cultura suma en siglos de manera exponencial lo que la genética demora miles de años en aportar. Pero es que nuestro bagaje cultural también esta determinado por nuestra biología, es una relación muy armónica, para nada que esta en oposición. Estas diferencias solo estan es en nuestras cabezas por nuestra necesidad de simplificar nuestras creencias y nuestras convicciones. Por ejemplo, teóricos como Eysenck lograron demostrar los componentes heredados del temperamento de las personas, que los lleva a ejercer cierto tipo de roles en la sociedad, y sin lugar a dudas hemos visto cómo muchos líderes ya estan hechos desde que son niños. También hemos visto cómo el comportamiento social empieza con comportamientos estereotipados tanto en la evolución filogenética como en la ontogenética (en el desarrollo de cada niño). Claro que el ser humano dio un salto increíble con el pensamiento simbólico y el lenguaje, pero lo hizo gracias a los avances genéticos de miles de años. Así que poner en contraposición herencia con ambiente es una forma bastante desprevenida de vlorar nustra propia historia como especie.

  • Anónimo
    1 septiembre, 2007 at 5:40 pm

    Juan Francisco, mi comentario no apuntaba a poner en contra herencia y ambiente…ese vinculo no tiene discución y usted lo explica muy bien…queria que no se dejara de lado la importancia del neocortex y la diferencia que marca con las demas especies que nos son cercanas y que no lo poseen…pretender desconocer nuestro origen animal, no tiene sentido, ni asidero…pero pretender justificar o explicar nuestas acciones o comportamientos, solo desde lo bilogico lo tuien menos…

  • Anónimo
    1 septiembre, 2007 at 5:43 pm

    agregado: el Doctor Wilson es un cientifico brillante e importante, eso no se puede negar o desconocer…en el ambito de la biodiversidad…en lo otro, sigo con mis dudas, por aquello del marcado determinismo…y aun mas por las interpretaciones que sehacen de lo que el escribio

  • Juan Francisco
    1 septiembre, 2007 at 7:30 pm

    Anonimo
    Ahora entiendo mejor su observación. Usted afirma que las funciones mentales superiores del ser humano y el comportamiento social que deriva de las mismas no pueden ser explicadas a través de comparaciones con el comportamiento de insectos. Bueno, retomemos las observaciones que hace Alejandro de las tesis de Wilson:
    1. La cultura partte de lo heredado; Uno de los momentos decisivos de la evolución humana estuvo en la capacidad de desarrollar la motricidad fina, en poder tomar los objetos con los dedos en forma de pinza. Sin lugar a dudas esto dependió del pulgar, el cual constituye uno de los rasgos anatómicos más distintivos del ser humano con loss otros mamíferos. Sin lugar a dudas hubo un papel genético en este desarrollo anatómico, por adaptación (en sentido darwiniano).
    2: El comportamiento humano tiene una función biológica: Entiendo como principal función la supervivencia de la especie y la adapción a la selección natural. A pesar de los complejos contenidos ideales y abstractos de nuestra sociedad, tal vez sigamos obedeciendo a los criterios de selección y de determinación cultural y ambiental más de lo que podemos aceptar concientemente. pero la determinción cultural puede tener a su vez antecedentes netamente biológicos. En estudios con comunidades de simios se han encontrado complejas relaciones sociales en las cuales los componentes heredados logran centar las bases de repertorios conductuales muy sofisticados. Por ejemplo, se ha encontrado que los simios que pierden el liderazgo absoluto de su grupo desarrollan síntomas físicos muy similares al estrés y a la depresión característicos de los humanos, con las mismas correlaciones fisiológicas. Igual, son las mismas sustancias químicas y el mismo tipo de sistema nervioso. A sí mismo, quienes son líderes reportan mejor salud y medidas fisiológicas de menor estrés.
    3. Nuestras emociones y nuestros conocimientos estan programados: Cada vez se encuentran sitios dentro del cerebro más específicos donde se activan e interpretan emcoiones cada vez más particulares. Si una persona sufre una lesión en estas zonas cambia por completo su personalidad. La forma como una persona puede prestar atención a su entorno y seleccionar lo que desea aprender también esta muy relacionado con su nivel o tipo de inteligencia, la cual ha sido evidenciada como heredada, en sus aspectos más fundamentales, más gruesos.
    Ninguna de estas afirmaciones desprecia la subjetividad de la experiencia psicológica de una persona ni su autenticidad, simplemente que cuando se estudia el acontecer de la evolución humana se encuentra que el sustrato biológico es lo que nos permite ser más ideales y subjetivos de lo que cualqueir otra especie pueda lograr. Nuestro desarrollo genético es lo que nos ha permitido ser organismos esencialmente sociales. La combinación entre herencia y patrones de socialización cada vez más complejos es lo que nos permitió desarrollar el neocortex. Ahora, pareciera gracioso ver que el neocortex tratase de explicarse lo que sucedió hace más de 6 mil años.

  • Anónimo
    1 septiembre, 2007 at 8:01 pm

    el cientifico wilson,podria aventurar el futuro de la mirmecologia en colombia,si las politicas aplicadas por este gobierno se aplican en toda su extension,sera que las hormigas colombianas heredaran el territorio nacional?
    los insectos son los unicos capaces de aptarse a la hecatombe biologica de las fumigaciones y pesticidas autorizadas y respaldadas por el mejor presidente de la historia colombiana.

  • Alexander Tamayo
    1 septiembre, 2007 at 10:02 pm

    Alejandro un gran artículo realmente.
    Medio poeta salió ud.

    Lo que me preocupa, es si la ecología no es una «teoría maravillosa para una especie equivocada»

  • Lanark
    1 septiembre, 2007 at 10:09 pm

    Alexander: La ecología no es una teoría, ni es para una especie. Tal vez se refiera al ambientalismo, que tampoco es una teoría.

  • Tarantini
    1 septiembre, 2007 at 10:36 pm

    Alejandro:

    Es una alegría para el espíritu leer este artículo, su escrito salió del corazón, eso se siente y se transmite en cada párrafo.

    Qué bueno habernos salido por un rato de lo cotidiano, y ver que existen temas y seres humanos profundos y dignos, que merecen un análisis profundo en este blog, por los participantes del mismo.

    Sé, que lo anterior, ya lo dijeron varios, pero no pude frenar el impulso de volverlo a decir con otras palabras.

  • Alexander Tamayo
    1 septiembre, 2007 at 10:49 pm

    Lanark:

    Como dice Daniel realmente ese no era el punto. Pero entiendo porque ud lo pueda interpretar de esa manera. Realmente querìa hacer una analogìa que al parecer no fue la mejor idea.

    Lo que quería decir con mi comentario estaba mas relacionado con la capacidad del hombre para alterar todas las relaciones bióticas en el gran sistema (Tierra). La economìa de mercado, el mal llamado progreso y la ambición del hombre tal vez no sean coherentes con un equilibrio ecológico y un legado natural para las generaciones futuras.

    Es por esto que trate de utilizar una comparaciòn entre el marxismo y la ecología relacionado las palabras de Wilson. «teoría maravillosa para una especie equivocada». Con el ánimo de mostrar que la humanidad parece ser el subsistema que falla dentro de la gran orquesta.

  • Lanark
    1 septiembre, 2007 at 11:30 pm

    Alexander: Ah, ya entiendo, y ahí si estoy de acuerdo. Pareciera que el hombre, si se me permite la expresión que sonará a creacionismo, es un proyecto poco viable. Sin embargo, personalmente creo que la evolución natural hacia bichos más y mas complejos necesariamente desembocará en cosas así, y en algunos casos lo superará.

    En todo caso, hago énfasis en que es absurdo considerar al hombre la cima de la evolución, el punto donde ya no hay más arriba, por decirlo así. Creo que eso es una de las peores herencias de los monoteísmos, que en un arranque de egocentrismo, o más bien especiecentrismo, decretaron el carácter divino y definitivo del humano, que desde luego no comparten las otras.

    Juan Francisco: Don H.J. Eysenck también sufrió las críticas y ataques irracionales que Wilson aunque en menor escala, proporcional tal vez a su menor notoriedad en los medios (que no en la academia). Recuerdo el descreste con que salí de una charla en Bogotá a la que lo trajo el Consejo Británico por allá en 1992. La impresión que tengo de él es que no es ningún racista, ni criptofacista, ni nada, sino un científico del comportamiento.

    Pero es que siempre habrá barras bravas que le dan una gran importancia a la acción y desprecian el conocimiento.

  • Anónimo
    1 septiembre, 2007 at 11:44 pm

    Maravilloso artículo. Felicitaciones.

  • Alejandro Gaviria
    1 septiembre, 2007 at 11:59 pm

    Wilson ha argumentado que la conservación puede ser en parte instintiva, él llama al asunto biofilia. Creo que escribió un libro al respecto. Allí cita algunos estudios que aparentemente demuestran la existencia de fuertes respuestas adaptativas al ambiente natural. Por ejemplo, el gusto universal (presente en todas las culturas) por los lugares de habitación que permiten una vista panorámica sobre una sabana o una gran superficie de agua.

    Pero yo comparto las dudas de Alexander y Lanark. Casualmente el New York Times publico el día de hoy la reseña de un libro que especula sobre que sería de la tierra si, como predice Lanrak, la especia humana despareciera. Vale la pena leerla. Incluso (segunda casualidad) la reseña menciona a Wilson.

  • Juan Francisco
    2 septiembre, 2007 at 12:28 am

    Lanark
    Que afortunada es su obervación sobre Eysenck. De verdad que la historia es muy similar, incluso ambos investigadores tienen puntos afines. Y que interesante habría sido conocerlo. Tiene alguna otra anécdota u observación de él?

  • Alexander Tamayo
    2 septiembre, 2007 at 12:30 am

    Lanark.

    Su punto me gusta. Y quizá estemos deacuerdo en que el hombre no es la cima de la evolución, el problema acá está en la forma del hombre como tal, es decir, eso que nos identifica como hombres y no como ranas o árboles.

    Aristóteles hacia una clasificación en la antiguedad y ligeramente podemos replicarla y espero sin malinterpretar a dicho pensador.

    1. Seres vivos y seres no vivos
    2. Entres los seres vivos estan los que tienen movimiento y lo que no. Animales y plantas.
    3. Y Dentro de los animales estan los que piensan o mejor los que razonan.

    En base a esto estuve pensando en las diferencias entre los seres humanos y el resto de los animales.

    1. La primera diferencia. Es el sexo cara.

    2. La utilización del fuego.

    3 La razón.

    Esta ultima característica del ser humano tal vez sea la causa del desbalance del sistema. Y haga al ser humano diferente al resto y fuera de eso le de ciertas ventajas comparativas. «Bajo este argumento quizá el ser humano si es una forma avanzada en el proceso evolutivo.

    Ahora la pregunta sería ¿Es el hombre el único animal con razón?

  • JuanDavidVelez
    2 septiembre, 2007 at 3:19 am

    Hay un articulo vacanisimo de Tom Wolfe que esta publicado en un libro que se consigue por aca y se llama «El periodismo canalla y otros articulos». El articulo se llama Infoverborrea, polvos magicos, en el habla de Wilson.

    De verdad que recomiendo muchisimo el articulo y todo ese libro. Que entre otras cosas el libro es muy barato.

    Gracias don Alejandro, excelente el articulo.

    Y es increible el poder de las opiniones. A partir de hoy voy a pensar que la biodiversidad en si misma es importante. Sea verdad o no.

    Muy bacana la relacion que hace Alejandro entre la biodiversidad y la defensa de la vida.

    Suerte y gracias

  • Carlos
    3 septiembre, 2007 at 1:26 pm

    Lanark: yo creo que las especie humana si es superior en algunos aspectos a otras especies e inferior en otras. Pero lo que si no se puede negar es que somos bastante diferentes. Nuestra capacidad adaptativa es mucho mayor(somos capaces de crear tecnologías para sobrevivir), lo mismo que nuestra capacidad para modificar (para bien o para mal) los ecosistemas que habitamos.

    Eso es lo que somos.

    La gran pregunta es que deberiamos ser?

    Cual debe ser nuestra relación con las demas especies? Y con los ecosistemas que habitamos?

    Que incentivos reales tenemos para cuidar las demas especies (o no intentar dañarlas) y los ecosistemas? Nuestra propia superviviencia y la de nuestros hijos? Creencias religiosas sobre nuestra obligación de cuidar la naturaleza por mandato de Dios? o de vivir en armonía con la naturaleza?

    Todas las especies en su lucha por sobrevivir, en mayor o menor medida, afectan los ecosistemas que habitan. El hombre, debido a l poder de la tecnología que ha desarrollado, puede afectar estos ecosistemas mucho mas que otras especies. Como manejamos este poder?

    Preguntas dificiles en mi opinión….

  • Anónimo
    3 septiembre, 2007 at 1:52 pm

    juan francisco:lamento hacerle saber que eysenck,no solo tuvo contradictores,si le interesa saber mas entre al nicho de sicologos britanicos donde seguramente hallara que el falseo datos ,que llevaron a una invalidacion de sus conclusiones.
    creo ademas, que tenia prejuicios antinegros.

  • Lanark
    3 septiembre, 2007 at 5:34 pm

    Carlos: Nosotros tenemos una capacidad de representar y predecir nuestro entorno mayor que cualquier otra especie, pero no siempre estamos dispuestos a usarla.

    Tiendo a pensar que una capacidad como esa trae una responsabilidad. Por mi parte, me siento obligado a usar mi capacidad para tratar de entender el mundo, y para tratar de evitar su deterioro y el sufrimiento de otros individuos, humanos y no humanos. No voy a detallar mis opiniones sobre ética aquí, pero dejo un enlace a un sitio sobre ya había hablado algo de eso.

    Anónimo: Estuve buscando información sobre la controversia alrededor del trabajo de Eysenck, y aparte de las consabidas consignas estúpidas pero políticamente correctas de los extremistas de varias pelambres, sólo encontré argumentos sobre el uso de Eysenck del concepto de causación, que aparentemente requiere más evidencia que las correlaciones que él mostró. Pero aparentemente toda la comunidad académica en el área de la sicología conductual concuerda. No encontré nada acerca de fraudes en resultados, de modo que agradecería una mención menos vaga, ojalá con enlaces.

    Para poner las cosas en perspectiva, mencionaré que el trabajo más famoso de Eysenck fue en la descripción de la personalidad. Su modelo fue una aplicación elegantísima del análisis factorial a distintos aspectos del comportamiento, que le permitieron, mediante el análisis de grandes cantidades de resultados individuales, definir un espacio tridimensional donde se puede describir lo más relevante de la personalidad. Eysenck llamó a estos factores P (sicoticidad) E (extroversión) y N (neuroticidad).

    Sin embargo, ese trabajo no le llamó mucho la atención a la gente, que lo conoce mucho más por su libro «The inequality of men», donde mostraba correlaciones estadísticamente significativas de la etnicidad con sus factores descriptivos de la personalidad. Y, oh tabú, hacía lo mismo con los resultados del IQ (coeficiente intelectual) que ni siquiera fue definido por él.

    El libro que comenzó la polémica del supuesto racismo de la sicología conductista fue «The Bell Curve» de Herrstein y Murray, dedicado al tema de la inteligencia.

    Eysenck aportó evidencia marginal al punto de Herrstein y Murray con experimentos que mostraron correlación entre aspectos de la fisiología neuronal, como la rapidez de respuesta a un estímulo en un bebé, con su IQ medido años después. Supongo que este experimento de tan alto perfil, que él por cierto mencionó en su charla en Bogotá, es un candidato para que los abogados de la corrección política y humanistas ingenuos digan «fraude».

  • Anónimo
    3 septiembre, 2007 at 9:44 pm

    Apreciado Señor Gaviria:

    Un grupo de estudiantes y profesores de la universidad del rosario estamos interesados en contactar al señor wilson para que visite nuestro claustro, archivo historico y la tumba de jose celestino mutis. Por favor comuniquese al correo electronico [email protected]. Quedamos pendientes y sumanente agradecidos por cualquier gestion que usted pueda realizar, si aun el cientifico no se ha hido.

  • bebeprobeta
    4 septiembre, 2007 at 4:08 pm

    He observado que,a veces,al apagar el hormigero,este sigue funcionando.
    Luego el hormigero traza circulos concentricos. Me pide que lo abraze. Me besa la mano. Le pido un escondite. Tropiezo contra su dimension que me estrangula.
    Mi propio hormigero me ha matado,es un criminal.

  • wu ming 9
    5 septiembre, 2007 at 2:30 pm

    Cada vez que escucho a las hormiguas me dan ganas de invadir Andromeda.
    ( Me inyectare L-Dopa )

  • Maldoror
    7 septiembre, 2007 at 3:08 am

    Acabo de oir a Alejandro en Hora 20. Me dejó un poco desconcertado…¿Al fin que, la biodiversidad es lo máximo o nuestras posibilidades de explotarla son limitadas?

    Por otro lado, muy buen punto el que hizo sobre los biocombustibles. Aunque sobra decir que aquí ya existe en buena medida la infraestructura de la hacienda para armar ese proyecto (y que es más que comprensible que Uribe y el sector político y ecónomico que representa le apueste a la cosa)

    También estuvo bueno el apunte sobre la complejidad de nuestro sistema de tributación. El lobby político del sector privado para sacar ventaja inevitablemente vuelve el sistema un laberinto.

    Por último…ud dijo que tenemos que conciliar la constitución del 91 y sus promesas de gasto social con la necesidad de incentivar la empresa privada ¿Pero será que eso realmente se puede? Yo comparto las criticas que le hacen a la constitución del 91, y abogaría por una mucho más liberal, aunque aborresco el espíritu en que están fundadas (el odio hacia el espíritu de la constitución de una sociedad más plural y abierta, cosas en las que ha hecho avanzar este país, si es que en algo ha avanzado).

  • Alejandro Gaviria
    7 septiembre, 2007 at 4:00 am

    Sergio:

    Con respecto a la biodiversidad, creo que es un imperativo protegerla. Y mis razones son, en el fondo, éticas. Pero soy escéptico acerca de su uso productivo, comercial. Somos, en mi opinión, guardianes de un patrimonio colectivo, global, más que poseedores de un patrimonio propio.

  • Anónimo
    7 septiembre, 2007 at 1:49 pm

    lanark:hice una revision rapida del british journal of psychology,en el encontre dos citas de la teoria de la personalidad de eysenck.
    sugestivo lo anterior,de poco interes,en esta revista britanica, de sus teorias que despues de todo fueron publicadas en 1967,hace ya muchas lunas.

  • panOptiko
    10 septiembre, 2007 at 1:19 pm

    Person, estaba y sigo lejos pero, aumque tal vez nadie lea este comentario, no queria dejar pasar que aunque el articulo es bastante bueno y emotivo, me parece que el pedazo en que se refiere a la critica a aquellos que ponen la comunidad sobre los individuos es bastante flojo, traido sin mayor sustento, y me gustaria escuchar un poco mas al respecto en el fututo.

    Lamento no haber podido comentar a tiempo, ni colaborar en el tema que suele ser mi campo de especializacion.

    Saludos,