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La década maldita

“Yo no sé si yo pongo a pensar al país, pero creo que lo pongo a recordar”, dijo alguna vez Alfonso López Michelsen. Lo mismo, casualmente, pudo haber dicho Virginia Vallejo, quien, con sus intempestivas declaraciones, nos puso a recordar los tumultuosos (y ya lejanos) años ochenta. Los reporteros gráficos reblujaron sus archivos y encontraron a los protagonistas del pasado (y del presente) contoneándose en blanco y negro con una dama cuya compañía marcó, en su momento, la frontera entre lo in y lo out. Entre la visibilidad y el anonimato. Entre el poder y la subordinación. Por ello, quizás, el gran rufián de aquellos tiempos se había enamorado de ella. Porque era un pasaporte seguro para ingresar a los círculos de poder. El equivalente sociológico a la codiciada acción del Club Unión (ya desaparecido como tantas cosas de entonces).

Pero volvamos a los ochenta. “La década incógnita”, escribió la revista Semana con ánimo especulativo. Quizás persistan, sobre aquellos años aciagos, algunas preguntas sin respuesta, muchos detalles desconocidos, varios negocios sin esclarecer (la mafia, bien lo sabemos, nunca lleva bien sus cuentas), pero la historia de los años ochenta no tiene nada de incógnita. Puede resumirse en una sola frase: la colusión del poder económico de la mafia (creciente desde mediados de los setenta) con el poder político de los partidos tradicionales (decreciente desde la misma época). Una colusión que comenzó con los coqueteos populistas de Escobar y terminó con la infiltración de la Asamblea Constituyente.
Muchos han interpretado la historia de los años ochenta como una muestra fehaciente de nuestros males sociales. Los juicios sociológicos abundan por todas partes: la corrupción de la clase política, la amoralidad de la dirigencia colombiana, la permisividad de la sociedad entera, etc. Los juicios sugieren una sociedad predispuesta, inmunológicamente debilitada, que sucumbió fácilmente ante el virus del narcotráfico. Una sociedad no sólo infiltrada por la mafia, sino entregada, vendida al mejor postor. Virginia Vallejo, sugieren los jueces sociológicos, no fue tanto un testigo excepcional como un símbolo perfecto de nuestras falencias morales. De la corrupción de una sociedad que decidió mayoritariamente subastar sus valores.
Ante tanta lógica culposa, incumbe, creo yo, moderar los juicios sociológicos. O procurar una interpretación más realista y menos moralista de nuestra historia. O aceptar que no existen (no pueden existir) vacunas sociológicas contra el virus corruptor del tráfico de drogas. O admitir que la historia de los años ochenta fue más una tragedia que una fábula aleccionadora. Los héroes merecen nuestro encomio, y los villanos, nuestro desprecio. Pero las moralejas son tan inútiles, como inevitable fue la colusión entre la política y el narcotráfico. Y como inevitable sigue siendo la influencia maldita del narcotráfico.
La historia de los años ochenta podría servir incluso para enfatizar nuestra reciedumbre social. Un punto ya hecho por la historiadora Patricia Londoño con respecto al caso antioqueño. “Lo sorprendente es que la sociedad antioqueña, luego de encarar por más de una década la amenaza del tráfico de drogas…, haya mostrado semejante grado de resistencia e incluso la capacidad de recuperación exhibida en los últimos tiempos por algunos sectores económicos, políticos, sociales y culturales”. Tan grande fue el embate que la recuperación, parcial o incompleta o incipiente, no habría sido posible sin la existencia de ciertos niveles de capital social. Parafraseando a Faulkner, no podemos decir que prevalecimos. Pero sobrevivimos los años ochenta. Y eso ya es mucho cuento.

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  • zangano
    6 agosto, 2006 at 3:12 pm

    sobreviviran tambien el decenio uribista? donde todo lo sembrado en los ochentas,esta floreciendo y dando frutos como los que queria don pablo y su combo.

  • Adán
    6 agosto, 2006 at 7:42 pm

    Sí, terribles los 80. Viéndolo bien, peores los 90. Pero, a decir verdad, ésta va a ser peor que las otras. Para consolarme, voy a pensar que la del 10 será mejor. ¿Seré muy iluso? Soñar no cuesta nada.

  • Anónimo
    6 agosto, 2006 at 11:01 pm

    sencillamente genial una reseña de efraim? que capacidad de asombrarse con tan poco. Y de alegrarse con injurias tan tibias…

  • Adán
    6 agosto, 2006 at 11:31 pm

    Una hipérbole paisa, anonymous. Lo que me pareció grave -a menos que me equivoque-, es que no era sincera. Eso de que debía reconocer, llevaba su veneno. Es representativo de quienes quieren estar bien con dios y con el diablo.

  • Jaime Ruiz
    6 agosto, 2006 at 11:41 pm

    Alégrense, muchachos, en medio de la terrible tragedia nunca vista que sufre Colombia, cuando ni siquiera se ven esperanzas de una revolución social, hay líderes de ustedes que ven luz al final del tunel. En lugar de este blog deberían tomar las armas y participar en la guerra que está poniendo a Colombia en el centro de la historia. ¿O es que no han leído la formidable perla llamada «Lo que está en juego en Colombia», del gran William Ospina.

    No, de todos modos hay esperanza, ya la semana pasada se vio en Cali que al sistema se lo puede golpear aunque haya que violentar un poco el DIH. Eso sí, lo que no puede esperarse es que ustedes vayan a tomar las armas, con lo chévere que es hacer la guerra con los hijos ajenos y darse aires de grandes intelectuales.

    Leer la bazofia de los dos primeros comentarios y no sentir náuseas ya es síntoma de una grave distracción moral. Pero no es raro en un «país» en el que alguien como William Ospina tiene reconocimiento intelectual. Bueno, son de verdad exponentes de un tipo humano mucho más despreciable que el del Mexicano y el de Jojoy.

  • Adán
    7 agosto, 2006 at 8:02 am

    No, pues, no me digas, hombre, Jaime, que estás pasando los años de tu vida. Que esto es el súmmum. Lo estamos pasando muy bien. Los colosos del norte, para nuestros vecinos suramericanos. ¡Colombia es pasión! ¡Medellín, la berraquera, papá! ¡Cali es Cali, lo demás es loma! ¡Barranquilla es la puerta dorada (Y Soledad)! ¡Ay, qué orgulloso me siento…! ¡Viva Colombia, carajo! Sigue creyendo…

  • Adán
    7 agosto, 2006 at 8:40 am

    Acabo de leer el enlace que pusiste. Me da pena desilusionarte, pero te voy a ser franco: incontrastables, sin punto de comparación, sin forma de establecer parangones, el hermoso texto de Ospina, con tus frases «la bazofia de los dos primeros comentarios y no sentir náuseas…» o con tus discursuchos histéricos, incoherentes y desencajados que aparecen en País Bizarro.

  • zangano
    7 agosto, 2006 at 8:56 am

    jaimito,otra vez con los chiros al reves?
    tu delicado estomago,solo tolerara,caviar negro,langosta?
    la bazofia es para los 32 millones de colombianos que aguantan necesidades y hambre para que tu les sigas predicando el evangelio del neoliberalismo y las bellezas de la politica neocon.
    adelante jaimito sigue tu predica,en diez anos se veran
    o no tus frutos,como se ven ahora los de pablo escobar.

  • Jaime Ruiz
    7 agosto, 2006 at 11:50 am

    «Discursuchos histéricos, incoherentes y desencajados» es poco, hombre. Alguien que encuentra «hermoso» ese monumento del lirismo sicarial debería usar términos más fuertes. Creo que en nada se muestra uno como es realmente tanto como en sus juicios. A mí me humillaría profundamente cualquier reconocimiento proveniente de alguien así.

    ¿Qué tienen mis frases? Son simplemente exactas, alguien que crea que Colombia está peor que hace cinco años, que hace quince años, es sencillamente un psicópata y provoca náuseas. Si uno de los que murieron en esos años resucitara y se encontrara la Colombia de hoy no creería que fuera verdad, pues se temían guerras civiles de cientos de miles de muertos, estancamiento económico y degradación en todos los terrenos.

    Lo mismo: la Colombia de hoy es un infierno para quienes encuentran «hermosa» la torpe salmodia terrorista de Ospina, el mismo tipo «humano» que «argumenta» hablando de los demás con diminutivos. ¿No es lo mejor que se puede decir de Uribe?

    Ahora, de parecerse a Suiza Colombia está lejísimos. Habría que imaginarse a Suiza dominada por una chusma capaz de entusiasmarse con retóricas de ese tipo. Para civilizarse realmente Colombia necesitaría una conmoción espiritual muy profunda, tras la que el estilo y los juicios de personajes como éstos llegaran a ser tan odiosos e incomprensibles como la antropofagia. Desde ese punto de vista Colombia está verdaderamente muy atrás de la Edad de Piedra.

  • zangano
    7 agosto, 2006 at 12:48 pm

    jaimito,tu idolo uribe los usa todo el tiempo ,va tu juicio para el tambien?

  • Adán
    7 agosto, 2006 at 3:12 pm

    No estás desencajado, Jaime. Estás MUY DESENCAJADO.

  • Jaime Ruiz
    7 agosto, 2006 at 3:57 pm

    Zanganito, Uribe no es propiamente un modelo de buen uso del lenguaje, pero si un día se refiriera a un adversario político con diminutivos el hecho saldría en todas las portadas de la prensa y se estaría comentando por años. En realidad es algo como circular, quien hace eso no le ve problema por mucho que se le señale.

    Adán, gracias, así está mejor. No, mejor «disparatado», «delirante», cualquier cosa así. Realmente duele no provocar un rechazo muy profundo de los admiradores de Ospina. Son gente tan madura en sus razonamientos que a Thomas Mann lo convierten en un chavista avant la lettre. Zuleta lo es, obviamente.

  • Santiago
    7 agosto, 2006 at 5:25 pm

    Estoy de acuerdo con los comentarios 1 y 2 de Zángano y Adán.
    No debemos tapar lo que sucedió en la «década maldita», por el contrario, ojalá se pudiera saber cómo protagonistas de hoy participaron por acción y con conocimiento de causa en esa colusión narcotráfico-política.

    Cito textualmente del libro «Los jinetes de la cocaína» del periodista Fabio Castillo, Editorial Documentos Periodísticos, Bogotá 1987, pág.72:
    «También es oriundo de Antioquia el senador Alvaro Uribe Vélez -cuyo padre, Albero Uribe Sierra, era un reconocido narcotraficante- quien le otorgó licencia a muchos de los pilotos de los narcos cuando fue director de Aerocivil.
    Uribe (padre) estuvo detenido en una ocasión para ser extraditado, pero Jesús Aristizábal Guevara, entonces secretario de gobierno de Medellín, logró que lo pusieran en libertad.
    Al entierro de Uribe Sierra, asesinado cerca de su finca en Antioquia, asistió el entonces presidente de la república, Belisario Betancur, y buena parte de la crema y nata de la sociedad antioqueña, en medio de veladas protestas por quienes conocían sus vínculos con la cocaína».

    En la pág. 76 del mencionado libro se lee:
    «Los coqueros buscaron la solidaridad social a través de programas que aparentaban tener un sentido cívico, como Medellín sin Tugurios, plan lanzado públicamente en Bogotá por el Alcalde Alvaro Uribe Vélez, y que consistió, según se supo luego, en las mil casas en obra negra que fueron donadas a los residentes en un basurero de la ciudad, financiadas por Pablo Escobar. También adelantó el programa Medellín Cívico, en el que el narcotraficante donó miles de arbustos para ser plantados en antejardines y parques».

    No sobra recordar que Uribe Vélez fue nombrado Director de Aerocivil en marzo de 1980, dos meses después del asesinato del anterior Director, Fernando Uribe Senior. Y que una vez completada su gestión como funcionario de Turbay Ayala, fue nombrado Alcalde de Medellín en 1982, obligado a renunciar a los pocos meses.
    De las actividades de Uribe Vélez en la década nefanda, suena un río… que es una lista perteneciente a un informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa del gobierno de los Estados Unidos, elaborado en septiembre de 1991 que reza en el párrafo correspondiente:
    «82. Alvaro Uribe Vélez
    Un político colombiano y senador dedicado a colaborarle al Cartel de Medellín en altos niveles gubernamentales. Uribe fue involucrado con la actividad de narcóticos en los Estados Unidos. Su papá fue asesinado en Colombia por su conexión con los traficantes de narcóticos. Uribe ha trabajado para el Cártel de Medellín y es un amigo cercano a Pablo Escobar Gaviria. Uribe ha participado en la campaña política de Escobar para ganar la posición de parlamentario asistente de Jorge (sic) Ortega. Uribe ha sido uno de los políticos, del senado, quien ha atacado todas las formas del tratado de extradición».

    Es bueno mencionar que
    Don Alberto Uribe Sierra fue asesinado en junio de 1983 en una de sus fincas «Guacharacas» y el presidente Uribe, así como las autoridades siempre han atribuido el crimen a las FARC.
    Es obvio que donde se dice Jorge, debe decir Jairo (Ortega Ramírez)representante a la Cámara por Antioquia y del cual fue suplente Pablo Escobar.
    Esta lista de 106 personas sospechosas por sus posibles nexos con el narcotáfico en Colombia fue desclasificada por el Pentágono y dada a conocer en el 2004, aparece en su totalidad en la revista «La otra verdad» año 1, Número 5, pág.83 a 88.

    El presidente Uribe sabe muy bien por qué no contestar a las peticiones que le han hecho los expresidentes César Gaviria y Andrés Pastrana para que rechace categóricamente el apoyo que recibe de antiguos integrantes del cártel de Medellín y después perseguidos por Pablo Escobar y hoy a punto de ser legitimados miembros ilustres de la sociedad (léase Bernardo Antonio Murillo Bejarano alias «Don Berna» y José Vicente Castaño Gil, entre otros, y cuyo «tipo humano» no difiere mucho del de EL MEXICANO O EL MONO JOJOY).

  • zangano
    8 agosto, 2006 at 10:33 am

    santiago:jaimito, te va coger entre ojos por contradecirlo,el es la unica fuente de verdad en colombia,es como el santo padre infalible cuando habla ex catedra.
    ademas no tiene oidos para oir,ojos para ver y lengua para hablar la realidad de la gran mayoria de los colombianos.
    buen aporte!

  • Alejandro Gaviria
    8 agosto, 2006 at 4:34 pm

    Después de algunos días de descanso, me encuentro con una discusión sobre varios temas a la vez.

    Sobre el primer tema (el de la columna). Quisiera decir lo siguiente. Mi intención (al escribir la columna) nunca fue hacer un juicio absolutorio de la clase política en general o de la administración Uribe en particular. Mi intención fue señalar que, a pesar de la corrupción política y el embate mafioso, la sociedad colombiana contiene algunas reservas sociológicas que le han permitido, desde lo local primordialmente, avanzar en algunos campos. Lo que sucedió en Bogotá, lo que está ocurriendo en Medellín, la misma reducción de la tasa de homicidios, muestran una reciedumbre social que, creo yo, vale la pena resaltar. Reconocer lo bueno (lo anónimamente bueno) a veces es más productivo que simplemente dedicarse a la arqueología moral que proponen algunos comentaristas. Insisto: esta sociedad fue capaz de resistir el embate de unos asesinos sin par. Todavía hay muchos políticos a sueldo. Y todavía se cierne sobre buena parte de nuestro territorio una gran amenaza. Pero ello no es óbice pera apelar a los juicios absolutos. Y para negar que, después de todo, algo positivo fuimos capaces de construir sobre los cimientos de semejante pasado.

    Sobre William Ospina. Es un tema manido. No comparto los juicios éticos de Jaime, ni los estéticos de Adán. A mi ese tipo de romanticismo exacerbado (la ñoñería lírica de Ospina) me produce aburrimiento. William se ha convertido en un vendedor eficaz de un discursito adornado. De unas ideas (la teoría de la dependencia) que caducaron hace tiempo y que el poeta pretende ahora resucitar mezclándolas con el postmodernismo y el multiculturalismo tan en boga por estos días.

    Sobre Efraim. Nunca he sido capaz de leer más de dos páginas de sus nóvelas. Pero el comentario sobre García Márquez me hizo reír. No es genial pero sí sincero. Al menos se atrevió a señalar que “Las Putas Tristes” es un adefesio literario. Una obra prescindible. Desdeñable. Y aburridora.

  • Anónimo
    8 agosto, 2006 at 5:45 pm

    Santiago: La prueba de que todo en este pais hay que tomarlo con beneficio de inventario (el hecho de que algo este impreso no significa que sea verdadero)lo prueba el hecho de que en el libro de los Jinetes se dice, segun su cita, p.76, que el actual presidente de la republica fue alcalde de Medellin…

  • Juan Francisco
    8 agosto, 2006 at 11:27 pm

    Me parece positivo reconocer lo que ha salido mejor de lo que se podría esperar, así uno sea crítico del gobierno actual en cuestiones defondo, las más importantes siempre. Creo que a los que no nos gusta uribe por lo general nos duele hablar sobre la posibilidad de algo bueno, así no tenga mucho que ver con el gobierno central. Eso es producto de la radicalización y del mesianismo del que somos víctimas también quienes lo aborrecemos.
    Alejandro: le confieso que me gustó igual leer la aclaración suya de no referirse a lo bueno del gobierno sino a los esfuerzos locales que se han venido construyendo. Me habría gustado hubiese sido duro con el viejo lópez, pero en la campana lo vamos a hacer en un comentario, le enviaré la copia.

  • Juan Francisco
    8 agosto, 2006 at 11:31 pm

    Igualmente, en el periódico va a salir un reportaje sobre un acto de corrupción en la gobernación del Cauca, donde se crearon condiciones de contratación ilegales para la ampliación de cupos escolares realizados por la secretaría de educación. Dicen las malas lenguas que parte de este dinero se empleó una importante cuantía en una campaña al senado.

  • Santiago
    9 agosto, 2006 at 1:58 am

    El profesor Alejandro Gaviria nos quiere convencer de la reciedumbre de una sociedad que ha sobrevivido a los embates del poder narcotraficante.

    Si ha resistido? qué tanto ha resistido? qué quería decir María Jimena Duzán cuando habló en artículo reciente de la paratraquetización del país?
    Cuál es el significado de los casi 7.4 millones de votos por el presidente Uribe?

    Utilizando la matriz DOFA, estoy de acuerdo en que es más importante reconocer las fortalezas Y oportunidades de la sociedad que quiere salir adelante, pero sin desconocer sus debilidades y cuáles son sus amenazas.

    Usuario Anónimo, tiene usted toda la razón al decir que no todo lo que está impreso es verdadero, vale para los que estamos en Colombia, y en cualquier parte.
    Fabio Castillo, autor de «los Jinetes de la cocaína» estaba muy bien informado, lo que pasa es que la mayoría de los colombianos o somos muy desmemoriados o muy ignorantes; por qué no se averigua la historia «oficial» del presidente Uribe, en cargos públicos desde finales de los setenta, y de paso, si puede, indaga por la parte oscura de esa historia. Para la primera historia le recomiendo consultar cualquier folleto de las campañas Primero Antioquia (a la gobernación) o Primero Colombia 2002-2006, para la segunda le recomiendo el libro «El Señor de las Sombras» de Joseph Contreras y Fernando Garavito, y la entrevista al propio Alvaro Uribe publicada en el periódico El Tiempo, si mal no estoy en abril de 2002.

  • Anónimo
    9 agosto, 2006 at 3:05 am

    Santiago: No dudo de que en el libro de Fabio Castillo haya narraciones de sucesos verdaderos, como tampoco del hecho de que el tipo hizo un esfuerzo interesante por documentar esa epoca tenebrosa. Pero si en hechos tan elementales y facilmente verificables como los cargos politicos que el mandatario ha ocupado se pega semejante resbalada, dudo, luego existo. En cuanto a lo de Joseph Contreras y Fernando Garavito, conozco bien esos escritos (tambien lo publicado en Newsweek por Contreras) y adolecen de muchos problemas en el campo de la verificacion de los hechos. En el caso de Garavito en particular,es igualito a Jaime Ruiz, pero en el extremo opuesto.

  • Santiago
    9 agosto, 2006 at 12:11 pm

    Usuario Anónimo, cuál es la semejante resbalada del periodista Fabio Castillo? no entiendo. Niega usted que Alvaro Uribe Vélez fue Alcalde de Medellín en 1982, y entre otros inició los programas de Metroseguridad y Metromezclas? Verifique bien sus fuentes. Además sería muy bueno que conociera la verdad de por qué renunció.

  • Adán
    9 agosto, 2006 at 1:13 pm

    Sigamos con la arqueología moral.

    Me parecen etéreas y poco interesantes las palabras de Patricia Londoño sobre lo que ella denomina el “caso antioqueño”. Con parecidas sustentaciones podría yo armar un discurso hablando sobre lo que en términos de crónica roja, de trucos, bombas y perversidades ha significado el “caso antioqueño”. O podría desarrollar la hipótesis de “el caso Amalfi”. Pero eso lo dejo para las especulaciones de los académicos locales. Preferiría adherir al remate del redactor cuando dice “sobrevivimos los años ochenta. Y eso ya es mucho cuento”. Solo habría que anotar que a ese plural no se podrían suscribir ¿cuántas voces? (algún estadígrafo que me ayude con el dato, por favor), sencillamente porque fueron eliminadas.

    A lo que iba, desde el comienzo, es que más gracia tiene haber sobrevivido los años noventa. Creo que hasta estadísticamente es comprobable que hubo más riesgo de que te borraran por aparecer en una lista negra, o porque te subías al avión equivocado, o porque tu apariencia y circunstancia te atravesaba en el camino de una bala o un puñal, o hasta por ser víctima de aquel instrumento (¿del caso antioqueño?), del que todos hablaban en todo momento y lugar, que adornó las ventanas de los edificios de altos estratos con unas equis gigantes de cinta Tesa, el conocido carro bomba. También hubo quienes terminaron revueltos con otros muchos en fosas comunes, que pese a estar ahora apareciendo, asombrosamente, ¡se nos olvidaron!

    Al lado de esa década, la de los ochenta fue chévere. Hasta el asesinato de Lara Bonilla todo era casi color de rosa. Las advertencias de Galán o las de don Guillermo Cano le importaban un pito al país. Había que estar en la pomada. Y después de eso, ya no había cómo frenar la ambición.

    Y la década de ahora, la que comenzó en el 2000, con el grado de desilusión que produjo ver a las FARC potentes y prepotentes y más montadores que jamás, hasta el punto de abrir campo a la idea de transarnos con las AUC. Vendernos el placebo del bienestar con la idea que declinando lo moral, mejoraremos los índices. Menos desplazados (ya desplazaron a los que había que desplazar), menos muertos (quebraron a los que reviraban), que circule el billete (¡trajeron distribuidora oficial de Jaguars!), y ya. El que sobrevivió, sobrevivió. ¡A culiá, culiá, quel mundo se va acabá!

  • Alejandro Gaviria
    9 agosto, 2006 at 3:48 pm

    Las palabras de Patricia Londoño pueden parecer etéreas pero, creo yo, tienen un sustento claro. Su libro “Religión, cultura y sociedad en Colombia”, publicado por Oxford University Press, premiado varias veces y traducido recientemente por el Fondo de Cultura Económica. La cita es tomada del epílogo del libro; un libro que muestra, entre otras cosas, la densidad y la importancia de las organizaciones sociales (religiosas y laicas) en Antioquia. Estas organizaciones, sugiere Londoño, permitieron cierta capacidad de recuperación ante un embate criminal sin precedentes.

    Yo no estoy sugiriendo que nos revolquemos felices en el pantano de la impunidad y la amoralidad. Que nos olvidemos de la ética y nos dediquemos a autocelebrarnos. Que asumamos el berraquismo como filosofía. Simplemente propuse una idea: que la sociedad colombiana ha logrado construir mecanismos defensa efectivos contra el mal del narcotráfico. No somos una sociedad vendida, somos una sociedad infiltrada.

    Pero, en Colombia, aparentemente sólo cabe el lamento. La autoflagelación. Cualquier intento de encomio es tildado de ingenuo. Cuando no de vendido.

  • Anónimo
    9 agosto, 2006 at 6:34 pm

    Sinceras disculpas a Santiago por lo de la alcaldia. No se por que tenia ese cargo totalmente fuera de mis calculos. Averiguare las razones de la renuncia.
    En cuanto a lo que dice Alejandro sobre el hecho de que hemos logrado construir mecanismos de defensa efectivos contra el narcotrafico (citando a P Londono), da ganas de salir con el chorro de babas de ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario. A lo mejor sirve el simil de la vacuna contra la influenza, que uno se pone con rigor cuando se viene la temporada viral, ignorando tal vez que esta solo protege contra UN virus gripal (quizas el mas duro) pero no hace nada para blindarlo contra un monton de virus emparentados y muy debilitantes.La infiltracion masiva del narcotrafico asociado con paramilitares y guerrillas en los poderes regionales es de una gravedad que todavia no acabamos de medir. La triste realidad es que el gobierno acaba financiando la guerra por punta y punta: via presupuesto de defensa y via transferencias y regalias que van a parar a manos de quienes de uno u otro modo estan socavando la gobernabilidad democratica en Colombia.

  • Alejandro Gaviria
    9 agosto, 2006 at 6:56 pm

    Anónimo 1:34PM:

    De pronto, estamos hablando de dos cosas distintas. Yo estoy pensando en las grandes áreas metropolitanas del país, y usted en el resto. En las primeras (donde vive más de la mitad del país), las transferencias (aunadas a los recursos propios) han sido productivas socialmente. En las segundas, aplica su diagnóstico sobre la doble financiación de la guerra.

    Lo fácil sería decir que todo el país está tomado por el contubernio droga-paras-corrupción. Pero, creo, que tenemos que ser capaces de reconocer los matices.

  • Jaime Ruiz
    9 agosto, 2006 at 7:12 pm

    Yo creo que algún día se encontrará una asociación clara entre los valores hegemónicos del mundo universitario en los años sesenta y setenta y la embestida del narcotráfico: la caducidad del derecho (que «no es más que la voluntad de la clase dominante erigida en ley», según recitaban todos los que en los ochenta serían jueces y abogados) y de las instituciones, por ejemplo, la descalificación del trabajo y de la propiedad, superables por la fuerza, la victimización de la sociedad frente a EE UU y la legitimación del delito (que es lo único que puede hacer un pobre bajo un sistema que no le ofrece salud y educación). Estoy convencido, pero sería el tema de una argumentación más densa, de que el narcotráfico sólo pudo alcanzar tanto poder en una sociedad desmoralizada por la hegemonía de esa utopía. Bueno, esa utopía es sólo la perpetuación de la esclavitud y como uno entre colombianos sólo encuentra necios esa idea (sustentada muchas veces por ejemplo por Octavio Paz y fácilmente comprobable en el caso cubano) suena a puro disparate. Pueden pasar décadas antes de que haya algún colombiano que entienda que la unanimidad universitaria no es precisamente la prueba de que eso conviniera a los pobres: precisamente en las décadas siguientes se ensanchó la función pública en cientos de miles de puestos más bien parasitarios para esos doctores, lo cual, perdonen el nuevo disparate, no sirvió mucho a los pobres.

    En fin, esa visión del mundo como trasfondo no sólo del ascenso del narcotráfico sino también del aumento de la corrupción política es un tema del mayor interés que por lo visto nadie querrá abordar. Y más si se piensa en su corolario, que es la ausencia de una ética civil y de un proyecto de desarrollo compartido por las clases instruidas.

    Respecto a Uribe, a mí me impresiona la falta de imaginación de sus adversarios: todos repiten el mismo cuento de Fabio Castillo y Fernando Garavito (personaje tan dispuesto a mentir que no tenía reparo en decir que el señor de la bolsa de NY que trajo Pastrana a conversar con Tirofijo había venido a discutir sobre las inversiones de las FARC). ¿Cómo es que nadie ha escrito un libro con datos sobre el padre del presidente y demás conexiones? Tendría mucho éxito en EE UU y forzaría al gobierno de Bush a quitarle el apoyo a Uribe. Mejor dicho, al revés: basta pensar en eso para comprender que es falso, pues antes de haber alguna prueba, aparte de un párrafo en un libro sensacionalista, ya el gobierno de EE UU habría impedido el ascenso de Uribe. Para creer en todo eso hay que partir del caballerismo (según entiendo compartido por A. Gaviria pese a su falta de rigor), según el cual la prohibición de las drogas sólo es una estratagema de los bancos y los gobiernos yanquis para oprimir a otros países.

    Pero vamos a aceptar que la carrera de Uribe prosperaba en medio de todo eso sin que resultara amenazado como Galán y otros. ¿Son esas personas adversarias del narcotráfico? Por el contrario, clónicos hasta producir lástima, repiten como loros que sin la prohibición el narcotraficante sería como el cultivador de tabaco. ¿De qué se quejan si a fin de cuentas no les parece tan malo el narcotráfico y quieren que el gobierno negocie las leyes con una organización dedicada al narcotráfico desde los años setenta, como es la tropa de la izquierda? Yo les veo tanta moralidad como a Escobar.

    ¿O es que ellos han apoyado alguna alternativa al narcotráfico y a sus cómplices? ¿No apoyaron a los socios de Pablo Escobar en el asalto al Palacio de Justicia, que después prohibieron la extradición en la constitución del 91? En el peor de los casos, si todo lo que dicen de Uribe fuera cierto, habría que aceptar que la inmensa mayoría de la población urbana prefirió eso al ascenso de los psicópatas aliados de los doctores. De hecho, la alternativa de Colombia en 2001 era simple, o un ascenso de alguien como Uribe o una guerra civil en la que se impondría algún Suharto aliado de verdad de las AUC.

    Lo que condenan no es esas supuestas conexiones (en las que tanta falta les hace creer), sino el rechazo de los colombianos a su utopía impuesta a punta de castraciones pedagógicas y fútbol craneal. Es lo que representa Uribe, y con ese triste duelo lleno de coprolalia y espumarajos sólo muestran cuánto añoran el puestico, la casita, el protagonismo que esperaban conquistar. Es el mejor homenaje que se puede rendir a Uribe.

  • Adán
    9 agosto, 2006 at 8:16 pm

    A mi en cambio me parece una inmensa ingenuidad, cándido hasta decir no más, suponer sincero a Medina. Hasta pueden coincidir en el juicio: pésima, las putas tristes, un escritor de pacotilla, García Márquez, pero ¡creer sincero a Medina!, je je…

  • Adán
    9 agosto, 2006 at 8:23 pm

    Que me de cuenta, son muchas las faltas que cometo, cuando las leo ya escritas irreversiblemente. Supongo que las que no me entero deben ser muchísimas más. Ese mí va tildado. Me da pena con Jaime, que puede tener la posición ideológica que ustedes quieran pensar, pero como gramático, ¡es un bárbaro!

  • doppiafila
    9 agosto, 2006 at 9:46 pm

    Y quien debe fortalecer la sociedada colombiana para evitar que lo mismo siga pasando?
    Saludos, Doppiafila

  • Anónimo
    10 agosto, 2006 at 12:03 am

    Bueno, eso es otra cosa, llegué a pensar que había perdido el gusto el profesor Gaviria. Sinceramente, creo que atreverse, en estas épocas, a decir que García Márquez es malo (o alguna de sus novelas) no es ningún logro, antes está de moda, el parricidio y la rebeldía de folletín es lo que vende.

    Una crítica con altura (y recomendable) es la de Coetzee

    http://www.nybooks.com/articles/18710

    Creo que la sinceridad no es suficiente para ser leído (y para mi, en lo personal, no es una condición suficiente para recomendar), yo tengo un vecino muy sincero, pero nunca me leería un libro suyo, y mucho menos lo recomendaría, pero bueno, es cuestión de gustos, no es para hacer debate con eso. El hecho es que antes hay que saber redactar, y después, ser un escritor con talento. Solamente, pienso yo, cuando se cumple la sinceridad, la buena redacción y el talento; es cuando el parricidio, la incorrección política y la bilis lucen como atributos. Pienso en Vallejo por ejemplo (en sus novelas, en logoi y en sus biografías, claro está), algo así, pero ¿Efraím? no creo, nada más patético que un bilioso que no sabe redactar.

    Con respecto a William Ospina, el cerco de la buena literatura de William Ospina es restringido (su novela es a mi modo de ver, fallida), pero cuando escribe ensayos como «El placer que no tiene fin», «Borges y la literatura fantástica» o la «Decadencia de los dragones» es de gran altura.

    De otro lado, no creo que en la literatura una idea pierde validez por ser caduca, puede perder validez si carece de fuerza y contundencia (y ahí tiene mucho que ver el estilo, si no todo que ver), eso me recuerda la discusión boba de si León de Greiff era vanguardista o anacrónico. O en la mueca de horror de los mamertos cuando uno les recomienda a Nicolás Gómez Dávila. O para no ir más lejos, cuando se deja de leer a Alvaro Mutis por declararse seguidor de la Monarquía y por afirmar que el último hecho político que le parece trascendente es la caída del imperio de bizancio, y no se deshace en lamentos por la situación actual de Latinoamérica o Colombia.

    Ups, creo que me desvié del tema, lo siento, pero ya que ponen el tema de la literatura, no sobra comentar ¿no?. Saludos.

  • Anónimo
    10 agosto, 2006 at 1:41 am

    Tampoco creo que el pais entero este tomado por el contubernio drogas-grupos armados-corrupcion, y reconozco tanto los matices como avances y esfuerzos evidentes –aunque no siempre exitosos– por crear y/o fortalecer las instituciones para que operen como herramientas del Estado y no del gobierno de turno (aunque las cosas se complican cuando el gobierno de turno quiere tener mas de un turno y hace toda clase de malabares para lograrlo que atentan contra los esfuerzos originales). Sin embargo, a veces creo que es muy cierto aquello de que aqui en Bogota vivimos 2600 metros mas cerca de las estrellas e ignoramos alegremente lo que pasa en ese otro pais que ha quedado alla, abajo.

  • Juan Francisco
    10 agosto, 2006 at 3:28 am

    Pero no olvidemos que el subsidio constante del narcotráfico a las campañas políticas, no olvidemos que por esto lópez michelsen está callado. El ocho mil.

  • zangano
    10 agosto, 2006 at 10:40 am

    entre 1985 y 1995 hubo un grupo demografico colombiano,varones entre 14 y 20 anos, que segun datos de la oficina estadistica nacional, 2 millones de los cuales murieron de muerte violenta,dato leido en el espectador, hace cuatro o cinco anos.
    si esa cifra es correcta, de acuerdo a la misma fuente, cambio la piramide demografica colombiana, estamos ante el resultado de politicas socioeconomicas que,no son creadas por los consabidos izquierdistas, chivos emisarios, de teoricos residentes en la estratosfera,durante ese tiempo,ningun otro pais del mundo sufrio tal desangre y perdida irreparable.

  • Jaime Ruiz
    10 agosto, 2006 at 12:34 pm

    Zanganito, con perdón, es un imbécil de historieta. ¡Llegar a creer que en una década hubo dos millones de víctimas de muerte violenta sólo de 14 a 20 años! ¿Y cuándo tenían 14-20, en 1985 o en 1995? ¿Se cuentan todos los que tuvieron entre 14 y 20 años en esa década, los nacidos entre 1965 y 1981? No, ni siquiera así saldrían dos millones. Ni tampoco un millón. No, tampoco medio millón.

    Pero ¿qué importa? En esa época estábamos mejor, según el primer comentario, ¡no había empezado a dar frutos lo apenas sembrado! ¡El resultado de políticas socioeconómicas!

    Y después se quejan de que uno diga lo obvio, que «gente» así sólo puede nacer en un verdadero muladar.

  • sillogysmes_MAO
    10 agosto, 2006 at 3:28 pm

    » Es como la barbarie,digo. Se va y uno se cree a salvo,pero siempe vuelve,siempre vuelve…y nos ahoga.Yo lo veo todos los dias en el Instituto.Valgame Dios.Simios es lo que llegan a las aulas.Darwin era un ilusionista,se lo aseguro.Ni evolucion ni nene muerto.Por cada uno que razona,tengo que lidiar con nueve orangutanes.» ( tomasito MAN )

  • sillogysmes_mao
    10 agosto, 2006 at 3:47 pm

    «QUE ASUMAMOS EL BERRAQUISMO COMO FILOSOFIA» Algun dia los furibistas aprenderan a hacer punto y se vestiran de Simone de Beauvoir.Bolombolo se enterara una decada mas tarde.Descuiden,esas arrieradas se quedaran en el corazon de cada orgulloso patriota bolombolito.Se sabe: con lo vernaculo no se atreve nadie.

  • Claudia Scognamiglio
    10 agosto, 2006 at 4:35 pm

    Señor Gaviria

    Con sorpresa encuentro que la columna de Ricardo Buitrago publicada en la última edición online de la revista Semana es un plagio de un articulo escrito por John Mearsheimer y Stephen Walt, titulado «El lobby israelí» y publicado en la Revista Foreign Policy edición española. (http://www.fp-es.org/ago_sep_2006/story_16_12.asp)

    Para mayor claridad a continuación copio dos parrafos del artículo de FP, y a continuacion los parrafos plagiados por su revista.

    «Cada año, EE UU concede a ese país una ayuda muy superior a la que ofrece a otros Estados. Aunque es ya una potencia industrial, con un PIB per cápita casi igual al de España o Corea del Sur, sigue recibiendo unos 3.000 millones de dólares anuales en ayuda estadounidense, es decir, alrededor de quinientos dólares (unos cuatrocientos euros) por cada ciudadano israelí. Además, obtiene también otras ventajas especiales y un constante apoyo diplomático.
    En nuestra opinión, esta generosidad no puede explicarse del todo por motivos estratégicos o morales. Es posible que en la guerra fría fuera una ventaja estratégica contar con un aliado así, pero ahora, en la lucha contra el terror y en medio de los esfuerzos que hace la Casa Blanca para abordar el problema de los Estados canallas, es una carga. El argumento moral no tiene validez ante el trato que Israel da a los palestinos y su negativa a ofrecerles un Estado viable. Creemos que existen fuertes razones morales que respaldan la existencia de Israel, pero dicha existencia no está en peligro. Los extremistas palestinos y el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, pueden soñar con borrar a ese país «del mapa», pero, por suerte, ninguno de ellos tiene capacidad para hacer realidad ese sueño.»

    Esta es la version plagiada en la columna de Ricardo Buitrago (http://www.semana.com/wf_InfoArticuloNormal.aspx?IdArt=96273)

    «Cada año, Estados Unidos da a Israel una ayuda que excede de lejos lo que proporciona a otros países. Aunque Israel ahora es una potencia industrial, con un PIB per capita igual al de España o al de Corea del Sur, aún recibe cerca de 3.000 millones de dólares anuales en ayuda norteamericana. Es decir, 500 dólares por cada ciudadano israelí. Israel también recibe una variedad de otros tratos especiales y de ayuda diplomática constante.

    Esta generosidad no se puede explicar completamente ni en el campo estratégico ni en el moral. Israel pudo haber sido un aliado estratégico durante la Guerra Fría, pero ahora es una carga (desde el punto de vista estratégico), en la guerra contra el terrorismo y en el esfuerzo global de Estados Unidos de ocuparse de los estados ‘problema’ (el eje del mal).
    Desde la razón moral, el apoyo incondicional de Estados Unidos se ve debilitado por el tratamiento que da Israel a los palestinos y de su rechazo sistemático a ofrecerles un estado viable. Existen razones fuertes (control en la región) para la existencia del Estado de Israel, y esa existencia no está en riesgo. Los extremistas palestinos y el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, pueden soñar con “borrar del mapa” a Israel pero, afortunadamente para la estabilidad de la región, ninguno de los dos tiene la capacidad de hacer ese sueño una realidad.»

    Creo que la credibilidad de la revista se encuentra en entredicho y debería tener mejores controles para evitar el plagio descarado.

  • zangano
    10 agosto, 2006 at 5:15 pm

    jaimito,que sofocado,ahora pasas a los calificativos descalificantes,si te parece que soy lo que pensas ,pues sera asi para vos,un seudoeconomista fracasado,que nunca fue capaz de adquirir el birrete de graduacion,no te parece que sos medio fallo?
    de todos modos eso fue lo que la oficina de estadistica publico,anda a batirle tu tambor a ellos.

  • Jaime Ruiz
    10 agosto, 2006 at 8:30 pm

    Zanganito, ya fui a protestar a El Espectador porque te parece recordar que hace varios años publicaron esa cifra. Los traté como se merecen, ¿cómo pueden permitir que te parezca recordar varios años después algo tan grave como que cerca de tres cuartas partes de los jóvenes de esas edades fueran asesinados? Creo que te faltó explicar si eran dos millones cada año o en toda la década. Si fuera en toda la década, de todos modos saldría algo como un 10 por ciento. Bueno, creo que los puse en su sitio y deben de estarse culpando unos a otros, angustiados por semejante fiasco.

    Claudia, bravo, lo mejor sería que copiara el texto y lo publicara en varios blogs distintos. Así tendría más impacto.

  • Anónimo
    10 agosto, 2006 at 8:53 pm

    ¡Que peleadera!
    ¡Que falta de decencia!
    ¡Por favor, denle un poco de altura a la discusión!

  • la colombia que no claudica
    11 agosto, 2006 at 1:22 am

    Como será la de los 10 (la post Uribe, la de los mamertos, cuando el péndulo quede de nuevo el campo de los justos, como ya se presiente en las vecindades). Un mundo nuevo, adánico, sin diferencias, todos igualitos, sin complejos, ríos de leche y miel manando a pedir de boca de los científicos de la planeación. Cuando será ese cuando. No demora el paraíso de zánganos dedicados al rasquibol. Pero si es que es tan bueno y tan redomadamente simple, que el que no este de acuerdo con este natural chasquido de dedos merece la muerte por imbecíl.

  • Alejandro Gaviria
    11 agosto, 2006 at 2:32 am

    Claudia:

    Ya los de Semana.com tomaron cartas en el asunto. Yo le remití su comentario al editor tan pronto lo recibí.

  • Adán
    11 agosto, 2006 at 10:31 am

    ¿Leyeron las glosas que un opinador dejó sobre la columna de Kalmanovitz del domingo pasado? Supongo que serán del mismo Ospina, que además de dejar a Salomón (no al sabio, por supuesto, al economista) muy mal parado, hacen lucir a los críticos del lírico ñoñista como unos simples conspiretas. Estuvo divertidísimo.

  • Anónimo
    11 agosto, 2006 at 12:08 pm

    Estas son las glosas contra Kalmanovitz:

    Profesor Kalmanovitz: no estuve de acuerdo con los críticos de esta columna. Yo, por lo menos, saqué en claro varias conclusiones que son, para mí, conocimientos nuevos y casi revolucionarios. Los enumero a continuación: Que Zuleta abrió una brecha en los años sesenta (aunque no me quedó claro a la altura de qué año le abrió la mencionada brecha). Que Carlos Gardel era el mejor amigo de Fernando González a quien visitaba con frecuencia en su casa de Envigado y que, al parecer, el mismo Gardel fue activo miembro del grupo de “Los Panidas”, liderado por León de Greiff. Que algunos, no supe quiénes, devoraron El Capital de Marx a una edad en que Marx cursaba quinto de bachillerato. Los que lo devoraron dizque andaban con Arrubla. Debieron ser, supongo, Gardel y Los Panidas. Que Fernando González era un pío anarquista, aunque otras fuentes mencionan su admiración por Mussolini y el fascismo. Debió ser un anarquista especial, partidario de un Estado fuerte. Que las universidades colombianas tenían carencia de vínculos internacionales. Esto no me quedó tan claro porque tener y carencia son antónimos, por lo tanto mutuamente excluyentes. Debe tratarse de una licencia poético-periodística. Que Zuleta y sus amigos fueron importadores de conocimiento, con lo cual se adelantaron al TLC en el capítulo de propiedad intelectual. En la última frase entendí que alguien intentaba erigir a alguien en icono de una estrecha cultura nacional, pero no pude determinar a ciencia cierta quién era el sujeto de la frase y quién había sido el erigido en icono. Como ve, muy claro el artículo y muy bien escrito. Una pregunta final: sus rudimentos de redacción sí alcanzarán para escribir una columna? Francamente, profesor, lo dudo.

  • zangano
    11 agosto, 2006 at 1:06 pm

    jaimito fue toda una decada, aunque te fastidie,»me parece recordar» mi memoria me zancadillo, pues creo que el dato era de 1975 a 1995.
    excusas por mi falla memorial.
    despues de tu regano el espectador habra quedado como dos de queso,porque eso si,te reconozco,aparte del florido estilo literario,sos uno de los mejores reganones que me he topado.
    lo que me gustaria saber es, como es ahora la piramide demografica colombiana.

  • Jaime Ruiz
    11 agosto, 2006 at 2:44 pm

    Ya vamos por las dos décadas: dos millones de caídos por muerte violenta entre 1975 y 1995 sólo entre los varones de entre 14 y 20 años no se registrarían ni en toda América, y de por medio están las guerras civiles centroamericanas. Esta vez les recordé a los de El Espectador la necesidad del rigor usando algún insultillo, porque no puede ser que confundan a la gente de tal modo.

    ¡Pamplinas!, se trata de una inversión de las cifras, es el periodo 1795-1995. Pero lamentablemente tampoco, ni con las guerras de Independencia, la guerra de los mil días y la violencia de los años cincuenta saldrían tantas bajas por muerte violenta en esa franja de edad.

    (La falta de honradez intelectual del que comenta a Kalmanovitz de verdad deja ver de dónde salen las hazañas de la izquierda colombiana. ¡Dado que es posible entender mal a Kalmanovitz, y muchos lo leímos y lo entendimos perfectamente, ya queda establecido que no se puede poner en duda que Zuleta era sólo el precursor del chavismo y un padrino intelectual de las FARC! Lo que me produce una honda impresión es que se lea la basura esa que enlacé arriba sin entenderla como aliento al narcoterrorismo. ¿Es que la capacidad de no entender no se usa sólo para demeritar a los adversarios sino también para otorgar licencia para mandar matar a aquellos cuya «elocuencia» nos subyuga?)

  • zangano
    11 agosto, 2006 at 5:46 pm

    quisiera ser infalible,pero alas ,no lo soy,todavia sigo sin saber como es la piramide demografica colombiana.

  • Anónimo
    16 marzo, 2007 at 6:40 pm

    best regards, nice info film editing classes