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Empobrecimiento mental

Miguel Antonio Caro. Caballero santafereño. Defensor de la pureza lingüística. Y practicante del amaneramiento formal. Tuvo, en el año 1890, un debate parlamentario con el General Rafael Uribe Uribe. Durante las postrimerías del debate, Caro exclamó llevándose las manos a su cabeza: “¡Horror, horror! Cuando ustedes quieran hablarme en latín, les ruego que me pronuncien bien las sílabas finales, porque allí es donde está el meollo de la cuestión”.

Según cuenta el historiador Malcolm Deas, antes de Caro, Rufino Cuervo ya había emprendido, desde el periódico La Miscelánea, la lucha contra los “recién graduados, que no habiendo estudiado, ni leído, sino libros franceses o traducciones bárbaras, hacían alarde de estropear su propia lengua”. Como escribe el mismo Malcom, el purismo lingüístico del siglo XIX refleja “un fenómeno típicamente colonial, el de pueblos todavía inseguros de su nueva cultura y que trataban de reafirmarse demostrando que eran más correctos que los habitantes de la madre patria”.

Pero el amaneramiento formal no es sólo una forma de inseguridad: es también un intento velado de dominación. O, al menos, una forma sutil de proteger ciertos privilegios inmerecidos. La gramática y la filología han sido las armas favoritas de los sectores más conservadores de la sociedad. Los mismos que ostentan los monopolios más descarados.

Antonio Caballero es la reencarnación reciente de Caro y Cuervo. Con una variante: suma a su amaneramiento formal, el gusto por el insulto de otro personaje decimonónico: Vargas Vila. Una mezcla extraña: un talante conservador escondido detrás del uso y el abuso del sarcasmo. El modelo “Caballero” recuerda un tema estudiado por los economistas Douglass North y Lawrence Harrison. Un crítico del sistema que con sus denuncias contribuye a perpetuar el orden social prevaleciente, el mismo que le favorece y que le permite, entre otras cosas, vivir cómodamente repitiendo la misma idea por décadas. Es una trampa típica del subdesarrollo: el empobrecimiento mental alimenta el empobrecimiento material, y viceversa.

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  • j.
    22 septiembre, 2006 at 4:40 pm

    Nótese cómo cambiando «Antonio Caballero» por «Jaime Ruiz», el artículo sigue funcionando. Lo dicho: aunque hablando desde los dos bordes del espectro, esos dos personajes son casi intercambiables. Reflejos mutuos.

  • Anónimo
    22 septiembre, 2006 at 5:47 pm

    Coincido con J.

  • Anónimo
    22 septiembre, 2006 at 9:17 pm

    También se puede afirmar que Antonio Caballero se parece a Poncho Rentería en que cada semana escriben la misma pendejada. No demora Caballero en volver sobre la historia chavista de que lo de las torres gemelas y en Pentágono fue propiciado por la administración Bush para invadir a Irak (cómo si Bush necesitara justificaciones! Para él es derecho de cuna). Ya me gustaría que le echara el cuento a mi vecino, un ingeniero de mantenimiento que trabaja en el Pentágono y quien, como resultado del avión allí estrellado en 11 de septiembre de 2001 (del que supuestamente no quedaron señas), perdió una pierna.

  • El Chico de la Tapa
    22 septiembre, 2006 at 9:56 pm

    Sí. Así es. Y así lo acepta el mismo. No creo que eso hable solo mal de él, habla sobre todo mal de un país dónde las mismas quejas, dónde las mismas criticas son válidas una y otra vez. El problema es que muchas veces -no en esta controversia con ud. donde hace la fácil- sigue teniendo la raz´´on.

  • Scared Crow
    22 septiembre, 2006 at 11:13 pm

    Busca Gaviria sacarse el clavo en esta «Hoguera de las vanidades», aunque su nota sea tomada casi «ad verbatim» de una columna de Salomon Kalmanovitz (oh coincidencia, otro economista) llamada «Antonio Caballero y las ciencias».
    J se equivoca de medio a medio, Jaime Ruiz si podria calar en la descripcion de AGaviria, pero lo de comprarar a Caballero con el ideologo utilitarista de la derecha es por lo menos, una hiperbole.
    Lo de la mofa a Caballero es lo mismo de antes, lo mismo del debate que se dio aqui contra William Ospina: la arrogancia de la tecnocracia que pide titulos para escuchar opiniones, asi Gaviria le cree a un analista economico sobre la premura de la legalizacion de la droga, (cosa notada por el Neo Caro hace decadas), y descree de las opiniones de Caballero llamandolas con sorna «simples opiniones»; en algun lado lei como se quejaba un intelectual de que al ir a hablar de matematicas nunca le pedian ni titulos ni diplomas, los asistentes iban a oir sus ideas, sus «opiniones», pero al hablar de temas sociales con los tecnocratas, estos, antes de entrar al recinto le pedian cualquier cantidad de titulos y diplomas para poder expresarse.
    Es innegable que Caballero se repite, y que mas de la mitad de sus columna de prensa son plagiadas de las escritas por él mismo hace veinte años; lo que pasa es que actualmente entre mas columnas leo mas veo que los demas columnistas lo copian; asi como los economistas se copian entre ellos, y todos en coro le escupen en la cara burlandose de sus posiciones ultra conocidas, a eso lo llame alguna vez la Iconoclastia Criolla, iconoclastia amarrada tambien, mientras Caballero escriba bien sobre uno es bueno y si lo critica es malo; asi es el criterio en Colombia; todos pelan contra Garcia Marquez, Caballero, Vallejo… y lo peor es que se creen muy originales.
    En un numero reciente del Monde Diplomatique leia que lo de los economistas no es cuestion local, la arrogancia es general; el articulista, que no es un economista autocritico (oximoron imposible), se va lanza en ristre contra esa pretension recordando de paso que la gran parte de economistas actuales, estos que se fian solamente de los numeros y desprecian lo que no consideran cientifico, eran al mismo tiempo unos creyentes irredentos y doctrinarios de preceptos y tesis que apenas pueden compaginarse con la realidad; en fin, no voy a transcribir el articulo, pero si creo que seria de una gran utilidad leer un corto fragmento

  • Anónimo
    22 septiembre, 2006 at 11:38 pm

    Caballero perdió por K.O.la pelea con Kalmanovitz y así lo tuvo que reconocer. Eso quiere decir que las suyas sí son meras opiniones y ni siquiera su vasta cultura le sirve para salirse de vez en cuando de su camisa de fuerza ideológica. Gaviria por lo menos se expone, aguanta que le den y responde. Me pregunto si Caballero abriría un foro como este …Sospecho que jamáas.

  • Anónimo
    23 septiembre, 2006 at 12:09 am

    En la columna de caballero en Semana.com opiné que él se había dedicado a corregir la forma pero no había dado respuesta a lo sustancioso. Veo que más de uno piensa lo mismo y que parte del éxito de caballero es que no hay buenos columnistas contra quiénes compararlos.

    Pero no es mal de él ni de semana solamente. Si ustedes leen los comentarios en eltiempo.com hay una cantidad que denigran de los otros solo porque se equivocan al escribir. Cuando lo mandan a uno a aprender a escribir primero antes de controvertir con ideas es una muestra de que al país le falta disposición a la discusión.

    Para j: comparar a Jaime Ruiz y a Caballero es como comparar peras y acelgas. Entiendo lo que quiso decir, tal vez debió ser un poco más claro para que no se malentendiera que Ruiz está a la altura de Caballero.

    Saludos a todos.

  • zangano
    23 septiembre, 2006 at 10:52 am

    hay una diferencia entre antonio y jaime,no solo de estilo sino de fondo, al primero se le debate,al segundo se le rebate.

  • Jaime Ruiz
    23 septiembre, 2006 at 11:13 am

    Decir que Caballero es la reencarnación de Caro y Cuervo es casi como acusarlo de la muerte de Leonidas Lara e Hijos. Primero porque Caro y Cuervo no son como Ortega y Gasset sino que Caro aparte de gramático era un político conservador y puede que un pedante deshonesto mientras que Cuervo es tal vez la única gran figura científica que ha nacido en Colombia.

    Pero sobre todo Caballero es un retórico que carece de la menor honradez. Su arte consiste en explotar su viejo manual de figuras de dicción de modo que siempre salga el halago para sus lectores. En realidad lo que interesa de un personaje así no es él ni su prosa sino el mundo que lo acoge: ese en el que el esfuerzo desesperado por combatir la guerra contra las drogas es la causa que más entusiasmos genera (sobre todo con base en una legalización que todos admiten que no tendrá lugar), ese en el que los ricos lamentan sin cesar la desigualdad y se llenan de odio fanático contra un gobierno que pretende cobrar impuestos a quienes ganan 25 salarios mínimos, etc. Cuando pasen un par de generaciones se pensará en Caballero como el portavoz de las clases amigas del narcotráfico y sus disparates (como la conjura para oprimir a otros países para la que se inventaron la prohibición) mostrarán hasta qué punto había llegado a ser este país un muladar.

    No, no hay un arte excelso ni un saber refinado en alguien así: hay un público ansioso de engañarse y dispuesto a tapar una infamia que casi expresa todas las demás (como que cualquier pretencioso se considere con derecho a exigir del Estado conciertos en vivo en la época en que los discos y las películas de conciertos son baratísimos: Arnold Schönberg escuchaba los conciertos desde el exterior de las salas porque no tenía para pagar la entrada. Pero eso a costa de que los niños no tienen un libro de lectura, pues es el tema de la discusión con Gaviria).

    Ese público es el de las clases altas parasitarias, es decir, la izquierda, es decir, el sindicalismo estatal, es decir, los antiamericanos, es decir, los que se sienten con derecho a causa de su «cultura» a vivir sin producir nada.

    Un comentario sobre el post de Alejandro Gaviria resultaría extensísimo: me parece lo más triste que he encontrado, convertir a esos miserables cuyo único argumento es la intimidación en gramáticos y retóricos y hasta conocedores del latín: ojalá dieran pruebas de haber hecho bien la escuela primaria. Todo ese post es, como ya lo han señalado, arrogancia de tecnócrata que NO tienen los tecnócratas en los países civilizados. También tienen razón los que comparan a Caballero con Rentería: personajes de farándula que en un medio primitivo pasan por figuras intelectuales.

    Dicho con sencillez: los tecnócratas o polemistas públicos en un país civilizados no confunden el rigor formal con el amaneramiento (manierismo). Ninguna ciencia gana nada porque en ella se emplee un lenguaje descuidado, menos si es algo con impacto en la política.

    (Estaba muy feliz por el múltiple reconocimiento hasta que leí el comentario de Mauricio Duque. ¡Tenía que ser ÉL quien me desaprobara! ¿Por qué precisamente ÉL? Esta vida es injusta.)

  • Anónimo
    23 septiembre, 2006 at 12:47 pm

    Hombre Alejandro! la joda no es por ahí! ahora usted se nos caballerizó! Tenga cuidado que escribir bien no es sinónimo de decir cosas acertadas… Segunda pifiada!

  • Alejandro Gaviria
    23 septiembre, 2006 at 2:33 pm

    No sé como uno puede, al mismo tiempo, defender el rigor formal y practicar un estilo basado en la hipérbole. Cada post de Jaime Ruiz habla de “lo más triste”, “lo más infame”, “lo más inmoral”. En este último post, se atreve, incluso, a sugerir que Cuervo ha sido la única gran figura científica que ha nacido en Colombia.

    Dice Jaime: “los tecnócratas o polemistas públicos en un país civilizado no confunden el rigor formal con el amaneramiento (manierismo)”. Lo reconozco: no encuentro como separar una cosa de la otra. La preocupación formal siempre me ha parecido una forma de exhibicionismo.

    Pero tiene razón el anónimo 7:47: no vale la pena darle más vueltas a este asunto.
    Además, Caballero y sus amigos se saldrán con la suya: el Gobierno está pensando en mantener las llamadas exenciones culturales.

  • Anónimo
    23 septiembre, 2006 at 2:49 pm

    A propósito de los Jaimes Ruices y otros bichos, me permito colgar aquí esta columna que salió hace poco en el Washington Post. Favor borrar si se considera invasión del espacio …

    A Web of Exhibitionists

    By Robert J. Samuelson
    Wednesday, September 20, 2006; Page A25

    Call it the ExhibitioNet. It turns out that the Internet has unleashed the greatest outburst of mass exhibitionism in human history. Everyone may not be entitled, as Andy Warhol once suggested, to 15 minutes of fame. But everyone is entitled to strive for 15 minutes — or 30, 90 or much more. We have blogs, «social networking» sites (MySpace.com, Facebook), YouTube and all their rivals. Everything about these sites is a scream for attention. Look at me. Listen to me. Laugh with me — or at me.

    This is no longer fringe behavior. MySpace has 56 million American «members.» Facebook — which started as a site for college students and has expanded to high school students and others — has 9 million members. (For the unsavvy: MySpace and Facebook allow members to post personal pages with pictures and text.) About 12 million American adults (8 percent of Internet users) blog, estimates the Pew Internet & American Life Project. YouTube — a site where anyone can post home videos — says 100 million videos are watched daily.

    Exhibitionism is now a big business. In 2005 Rupert Murdoch’s News Corp. bought MySpace for a reported $580 million. All these sites aim to make money, mainly through ads and fees. What’s interesting culturally and politically is that their popularity contradicts the belief that people fear the Internet will violate their right to privacy. In reality, millions of Americans are gleefully discarding — or at least cheerfully compromising — their right to privacy. They’re posting personal and intimate stuff in places where thousands or millions can see it.

    People seem to crave popularity or celebrity more than they fear the loss of privacy. Some of this extroversion is crass self-promotion. The Internet is a cheap way to advertise ideas and projects. Anyone can post a video on YouTube, free; you can start a blog free (some companies don’t charge for «hosting» a site). Last week a popular series of videos — Lonelygirl15 — on YouTube was revealed to be a scripted drama, written by three aspiring filmmakers, and not a teenager’s random meditations.

    But the ExhibitioNet is more than a marketing tool. The same impulse that inspires people to spill their guts on «Jerry Springer» or to participate in «reality TV» shows (MTV’s «The Real World» and its kin) has now found a mass outlet. MySpace aims at an 18-to-34-year-old audience; many of the pages are proudly raunchy. U.S. News & World Report recently described MySpace as «Lake Wobegon gone horribly wrong: a place where all the women are fast [and] the men are hard-drinking.»

    The blogosphere is often seen as mainly a political arena. That’s a myth. According to the Pew estimates, most bloggers (37 percent) focus on «my life and personal experiences.» Politics and government are a very distant second (11 percent), followed by entertainment (7 percent) and sports (6 percent). Even these figures may exaggerate the importance of politics. Half of bloggers say they’re mainly interested in expressing themselves «creatively.»

    Self-revelation and attitude are what seem to appeal. Heather Armstrong maintains one of the most popular personal blogs (Dooce.com). «I never had a cup of coffee until I was 23-years-old,» she writes. «I had premarital sex for the first time at age 22, but BY GOD I waited an extra year for the coffee.» She started her blog in 2001, got fired from her job as a Web designer in Los Angeles for writing about work («My advice to you is BE YE NOT SO STUPID.»), became «an unemployed drunk,» got married and moved to Salt Lake City, where she had a child.

    Armstrong is a graceful and often funny writer. («I am no longer a practicing Mormon or someone who believes that Rush Limbaugh speaks to God. My family is understandably disappointed.») The popular site now has so many ads that her husband quit his job. Recent postings include an ode to her 2-year-old daughter, a story about her dog and a plug for her friend Maggie’s book, «No One Cares What You Had for Lunch: 100 Ideas for Your Blog.» Idea No. 32: breaking up. Naturally, Armstrong expounds on her busted relationships.

    Up to a point, the blogs and «social networking» sites represent new forms of electronic schmoozing — extensions of e-mail and instant messaging. What’s different is the undiluted passion for self-publicity. But even among the devoted, there are occasional doubts about whether this is all upside. Facebook recently announced a new service. Its computers would regularly scan the pages of its members and flash news of the latest postings as headlines to their friends’ pages. There was an uproar. Suppose your girlfriend decides she’s had enough. The potential headline to your pals: «Susan dumps George.» Countless students regarded the relentless electronic snooping and automatic messaging as threatening — «stalking,» as many put it. Facebook modified the service by allowing members to opt out.

    The larger reality is that today’s exhibitionism may last a lifetime. What goes on the Internet often stays on the Internet. Something that seems harmless, silly or merely impetuous today may seem offensive, stupid or reckless in two weeks, two years or two decades. Still, we are clearly at a special moment. Thoreau famously remarked that «the mass of men lead lives of quiet desperation.» Thanks to technology, that’s no longer necessary. People can now lead lives of noisy and ostentatious desperation. Or at least they can try.

  • Jaime Ruiz
    23 septiembre, 2006 at 2:56 pm

    Alejandro: tiene razón en cuanto a mis escritos. Lo mismo me pasa con la música, que todo el mundo protesta si llego a cantar. Eso no demuestra nada respecto a mis gustos o respecto a mis opiniones. Si uno escribe alegatos apresurados en los blogs no puede presumir de ejercer ninguna calidad formal. Lo cual no quiere decir que ésta sobre.

    Uf, eso de la forma en la expresión del pensamiento da para mucho tema, pero el rigor ni siquiera es la forma sino el nombre preciso de las cosas, siempre expuesto a perderse entre la hojarasca de las jergas especializadas. Digamos que estoy convencido de que su intuición es errada, pero es una discusión como muy extensa.

  • le con
    23 septiembre, 2006 at 4:04 pm

    Para J.:En lugar de «Jaime Ruiz» yo habría puesto «Fernando Londoño Hoyos». No es posible comparar a Jaime Ruiz con Caballero, sería como comparar a Gaviria con Krugman.

  • Jaime Ruiz
    23 septiembre, 2006 at 6:16 pm

    Es fascinante ese proceso de «goldsteinización» de estos personajes, este foro ya no trata sobre Caballero y su falta de argumentos o sobre las afirmaciones de Alejandro sino sobre Jaime Ruiz (otro, es impresionante). ¡No va a dejar ninguno de dejar testimonio de cuanto me desprecia, casi siempre firmando como el usuario anónimo!

    Ahora, sobre si las pensiones a los 45 años contribuyen a reducir la desigualdad o sobre si el gasto que comporta la U. Nacional por difundir poco más que ideología chavista nunca dicen nada, se sienten plenos siendo muchos y se dan unos a otros la razón… Sus argumentos son son uno: intimidación.

  • Anónimo
    23 septiembre, 2006 at 7:39 pm

    Alejandro, en esta columna me dejó bastante confundido: ¿Por qué está atacando a Caballero? ¿Es esta su defensa? Con todo respeto, que defensa tan ridícula: mi impresión es que la columna de Caballero era tan mala que no tenía sentido responderla. Usted se ha caracterizado por hacer análisis imparciales y objetivos, pero en esta columna se le fueron las luces.

    Mi impresión es que se dejó tentar de los comentarios hechos anteriormente, en donde mucha gente lo defendía por la pobreza de los argumentos de Caballero.

    Sería interesante saber por qué no publicó esta columna en El Espectador esta semana. La respuesta obvia es que la columna no dice absolutamente nada, es realmente mala: es un ataque personal, que pretende mostrarse como una defensa absolutamente innecesaria. ¿Pero entonces para qué publicarla acá?

    Mi hipótesis es que tiene que ver con el fenómeno de los blogs y su cada vez más amplia difusión o demanda, que sin lugar a dudas reduce la calidad de lo que aquí se discute. Esta columna que comento es una muestra de esto, pero lo mismo se puede decir de las discusiones que generaron las columnas anteriores. Su blog se ha convertido en el sitio para hacer discusiones sobre la forma, y el correcto uso del lenguaje, y no una columna en donde usted realmente puede hacer aportes valiosos, que es en el análisis de las políticas económicas y sociales. Todo esto lo digo de manera constructiva. Dejemos de hablar de la forma, y dediquémonos a discutir lo importante. O entonces montemos un blog en donde todos podamos discutir sobre el adecuado uso del lenguaje, o más interesante aún para algunos, sobre cómo los demás mortales lo maltratamos.

    Cordial saludo.

    DV

  • mmmm
    23 septiembre, 2006 at 10:52 pm

    buenas espero que les guste y tienen que ver con el uso del lenguaje y de la ignorancia.

    LAS CINCO VOCALES

    La famosa escritora española Lucía Echevarría, ganadora del Premio Planeta, dijo en una entrevista, que «murciélago» era la única palabra en el idioma español-castellano que contenía las 5 vocales.

    Un lector, José Fernando Blanco Sánchez, envió la siguiente
    carta al periódico ABC, para ampliar su conocimiento.

    Carta al director del diario ABC

    Acabo de ver en la televisión estatal a Lucía Echevarría
    diciendo que,”murciélago” es la única palabra en nuestro idioma que tiene las cinco vocales.

    Mi estimada señora, piense un poco y controle su «euforia».
    Un «arquitecto» «escuálido», llamado «Aurelio» o
    «Eulalio», dice que lo más «auténtico» es tener un «abuelito» que lleve un traje «reticulado» y siga el «arquetipo» de aquel viejo «reumático» y «repudiado», que «consiguiera» en su tiempo, ser «esquilado» por un «comunicante», que cometió «adulterio» con una «encubridora» cerca del «estanquillo», sin usar «estimulador».

    Señora escritora, si el «peliagudo» «enunciado» de la
    «ecuación» la deja «irresoluta», olvide su «menstruación» y

    piense de modo «jerárquico».
    No se atragante con esta «perturbación», que no va con su
    «milonguera» y «meticulosa» «educación».

    Y repita conmigo, como diría Cantinflas:

    ¡Lo que es la falta de «ignorancia»!

  • Anónimo
    23 septiembre, 2006 at 11:46 pm

    eucalipto

  • Anónimo
    24 septiembre, 2006 at 12:34 am

    Me parece un artículo con buenas bases de argumento.
    Soy suscriptor de la revista Semana y allí escribe Caballero.
    Solo podría decir, que al igual que la Pastoral Social de la Iglesia Católica, Caballero gira en torno casi siempre a lo mismo, críticas y críticas, pero nada, absolutamente nada constructivo.

    En palabras de el mismo, si no estoy mal, el no escribe para construir ni concebir, solo para criticar.

    Atentamente,

    Luis Felipe Jaramillo

  • Respondón
    28 septiembre, 2006 at 12:55 am

    Malcolm Deas, MalcoLm con ele. Me hizo reír el errorcito dado el contexto. En cuanto a Caballero le tengo cierta simpatía: escribe todas las semanas sobre la misma vaina, un mandato desastroso que lo tiene «sin remedio.»

  • Alejandro Gaviria
    28 septiembre, 2006 at 1:00 am

    Respondón: gracias por señalar el errorcito. Voy a corregirlo.

  • JPM
    27 octubre, 2006 at 12:56 am

    Empecé a leer a Antonio Caballero en la época de Ernesto Samper y me gustaba porque lo criticaba tan fuertemente como pocos. Cuando acabó el gobierno de Samper, y seguía una y otra columna sobre no sé que temas, pero en todos se veían toques negativistas, muy criticones (y no siempre constructivos), me aburrió, me dí cuenta que Antonio Caballero solo vivía para criticar y desde entonces solo lo leo esporádicamente cuando puedo llegar a la 15a línea sin bostezar. Alejandro: no se preocupe por su estilo de escritura que tiene un buen manejo de la técnica, si quiere mejórela porque para eso estamos en la tierra, para mejorar, pero pase lo que pase, nunca se olvide del fondo que en eso usted es un experto, que otros se dediquen a pensar en la forma que usted tiene mucho de fondo para aportarnos a quienes lo leemos. Además escucharlo hablar o dictar cátedra es un placer por todo el conocimiento que Usted, es capaz de impartir. Un abrazo a todos.