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Brothers

The New York Times publicó el pasado fin de semana la reseña del hito literario del momento en la república China: la novela Brothers. En ese país, la bonanza económica también ha estimulado los gustos extravagantes: uno de los protagonistas de la novela se gana la vida vendiendo implantes de silicona a campesinas chinas. Los implantes no eran, después de todo, una aberración pereirana.

Muchos han acusado al autor (Yu Hua, un novelista famoso) de vender basura. De promover los antivalores. De escribir “una obra absurda, un culebrón lleno de lloriqueos”. Pero el autor se defiende: “mis historias pueden ser extremas pero se encuentran por toda China”.

A la usanza de las telenovelas latinoamericanas, Brothers explota la fascinación con la psicología del enriquecimiento repentino. “Durante la revolución cultural, vivíamos en una sociedad cerrada; todo era en blanco y negro, y si uno estaba en el lugar equivocado, estaba muerto”, dice Hua. “Pero la búsqueda del crecimiento económico también es loca. Todas las perversiones han salido a flote. La sociedad china ha encontrado el vacío. Después de que la gente se enriquece, no sabe qué hacer”.

Ante el enriquecimiento súbito, los autores chinos parecen enfatizar el existencialismo. Los latinos, por su parte, prefieren el moralismo. Para los primeros, la riqueza vacía el alma. Para los segundos, corroe la sociedad. Pero ambos están de acuerdo en una cosa: la riqueza desfigura el cuerpo de la misma manera. Aquí y allá los pectorales femeninos parecen crecer a la par con los mercados de exportación. Legales o ilegales. Da lo mismo.

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  • Adán
    15 septiembre, 2006 at 12:00 pm

    Uno de estos días veremos la escena en medio de un trancón de esos de la autopista norte. Alguien saca la cabeza de su carro y con el gesto congestionado por la ira le grita a otro: «moralista». Téngase. La balacera será terrible. Porque uno puede ser traqueto, narco puro o impuro, paraco, guerrillero, farquiano, eleno, hasta bazuquero, cualquier vaina, menos moralista.

    Porque a nosotros los colombianos nos dicen musulmán y de inmediato nos imaginamos a un tipo de barba, forrado de explosivos debajo de la sotana y el turbante. Oímos un apellido extranjero y se nos aflojan las costuras. Y nos hablan de moral y pensamos en el pecado. Por eso ésta ha pasado a ser una idea proscrita en las discusiones, y sin embargo, falta que nos hace su ejercicio.

    Inmoral el cura que desde Roma excomulga, como bien decía Abad. Inmorales los Sanín y Gamboa que juzgan y se premian ellos mismos, como decía Afanador. Inmoral la manera de funcionar de muchas de las instituciones que nos rigen, verbigracia, las fuerzas de orden público. O gran parte del Legislativo. Hay quienes dicen que por su propia substancia, el poder en todas sus formas es, por lo menos, amoral. Decía un amigo en un verso simple «obsceno un Ferrari al lado de un mendigo». O inmoral un BM rojo del año en cualquier esquina de Bogotá.

    Pero solo es salir a la esquina y darse cuenta, si levantáramos los callos de la sensibilidad, del funcionamiento patológico de nuestra sociedad. O sencillamente coger un diario. Ya. Con eso tenemos.

  • Alejandro Gaviria
    15 septiembre, 2006 at 12:46 pm

    Adán:

    Los juicios morales tienen sentido cuando los aplicamos a los individuos. Pero no creo que sirvan de mucho para el caso de las instituciones o de la sociedad. Quizás sea inmoral “la manera de funcionar de muchas de las instituciones que nos rigen”. Y entonces… La clave está en entender porque no funciona la cosa, o en que consisten los problemas administrativos o políticos o de incentivos o de control o de presupuesto. El enfoque moralista siempre anda en busca de ángeles para “que nos rijan”. El enfoque realista busca explicar y corregir. Suponiendo, de antemano, que los ángeles no existen.

  • zangano
    15 septiembre, 2006 at 2:32 pm

    moralistas son bush,blair y el paisa presidente, moralistas, son los que apoyan a estos esperpentos morales,que se autoadjudican el poder de condenar a los que no piensan como ellos a toda clase de castigos,moralistas son los israelies que se permiten quitar tierras y vidas a los que ellos juzgan como terroristas.

  • Adán
    15 septiembre, 2006 at 3:08 pm

    Moralistas, no, Zángano. Inmorales, inmorales… ¿Si ven la inversión de términos?

  • sillogysmes_mao
    15 septiembre, 2006 at 4:27 pm

    Un cambio de moral ? » Todavia durante el Tercer Reich algunos judios pudieron escapar a la muy eficaz policia alemana.Los esbirros iban casa por casa con una lista de nombres y comprobando que cada nombre se correspondiera con el inquilino buscado.Tambien la colaboracion de los vecinos fue esncial:con los actuales sistemas de control no se libraria un solo judio y no serian necesarios los vecinos». DICEN.

  • Sergio Méndez
    15 septiembre, 2006 at 4:35 pm

    Profesor Gaviria:

    ¿Por qué una institución no puede tener un caracter inmoral en si misma? Se me ocurre el ejemplo de la GESTAPO, cuyo objetivo como institución era de hacer de policía politica: perseguir a la gente que pensaba distinto al régimen, torturarla y matarla.

    No todas las instituciones tienen caracter de corregible, pues algunas en su fundación misma parten de principios y objetivos inaceptables.

  • Alejandro Gaviria
    15 septiembre, 2006 at 4:42 pm

    Sergio:

    Quizás tenga razón. Pero se me ocurre que el inmoral era Hitler. No la Gestapo.

  • sillogysmes_mao
    15 septiembre, 2006 at 4:44 pm

    VERDAD ??? » Vivimos en una democracia,defendemos las libertades individuales,nuestra prensa es libre porque defiende el equilibrio entre seguridad y libertad,y las ballenas suelen anidar en los abetos cuando llega la epoca de celo porque se alimentan de cerezas y de pastel de queso.Observese,sin embargo,que los realmente poderosos ( mafias de las drogas de las armas de la quimica de lo nuclear terroristas autenticos blanqueadores de dinero gangsters nenes de las guerras y otros de semejante pelaje ),escapan a todos los controles porque pueden pagarse los mecanismos tecnicos necesarios para neutralizar a los mecanismos tecnicos enfrentados».DICEN.

  • sillogysmes_mao
    15 septiembre, 2006 at 5:03 pm

    A PROPOSITO. Gaviria y esos felices recorridos por las siliconas pereiranas. Con ida y vuelta a la China Existencial. Sera que por eso LA EXPORTACION DE CEREBROS de Augusto Monterroso aparecio entre las donaciones de Fernando Botero a Medellin ???

  • Anónimo
    15 septiembre, 2006 at 5:10 pm

    Pero entonces el dinero sí corroe la «moral»(aunque no sé qué se entiende exactamente por moral …). O si no cómo se explica que haya cada vez más padres prostituyen a sus hijos menores? (se leen casos todos los días en la prensa; lo que antes eran hechos aislados se ha convertido en tendencia).Eso, por definición, es un acto «contra natura» porque si hay algo que caracteriza a las hembras en el reino animal es que matan por proteger a sus críos (claro que también hay infanticidio, pero es la excepción, no la regla). Es una cuestión de hambre solamente?. Le echamos la culpa al «Estado»? Leí en algún lado que las niñitas que se venden a los camioneros por los alrededores de Cajamarca lo hacen porque quieren comprar su propio celular. A mí sí me parece que hay ahí una cosa muy perversa, una cuestión como de valores trastocados (por muy «moralista» que suene). Las niñas y niños de estratos 4, 5, y 6 se venden también porque quieren vivir como los de estrato 25: las Paris Hiltons y todos los demás que ocupan los programa de chismes de Hollywood, y las revistas de la alta sociedad española…Echémosle la culpa a la globalización….

  • Jaime Ruiz
    15 septiembre, 2006 at 6:48 pm

    Yo tengo una definición muy precisa de «inmoral». El que compone un «verso» como «obsceno un Ferrari al lado de un mendigo». En cuanto encuentro a una persona de ese estilo me da vómito, no lo puedo tolerar. Pongamos el caso del lujo, a mí no me interesan los Ferrari y no creo que pudiera distinguir uno de otro modelo de carros, pero supongamos que se tratara de un cuadro, que puede ser mucho más costoso que el Ferrari. Una vez fui a ver un palacio de Luis II de Baviera y una muchacha vulgar que iba en la excursión exclamó: «sí, pero cuánta injusticia se comete para que se hagan esas cosas». Bueno los cuadros y esculturas me parecieron horribles, pero la vida humana está ligada a esas cosas, los hombres no son hombres y no monos del bosque porque soñaran con un mundo justo de amor y respeto mutuo sino porque les fascinaban las joyas y los palacios y las músicas y todo ese esplendor. Y cada cosa de ésas, cada logro del pintor para aprender su oficio casi resume lo que puede hacer honrosa a la especie, igual que el Ferrari, que no surgió del rencor de los envidiosos sino de otras pasiones de gente un poquito más coherente y más recta.

    Porque es que en cuanto la muchacha condena la ostentación de Luis II o el «poeta» condena el Ferrari ya se pone por encima y siente un gran alivio consigo mismo: ¡él tiene la moral! El otro hp tiene su carrazo rojo y las jovencitas esas descaradas y descaderadas que seguro tienen hasta rasurada la vulva y no tienen escrúpulos en exhibirla y en hacer ¡quién sabe cuántas porquerías!, pero él ve el dolor del hombre que sufre porque esta sociedad no le dio una oportunidad y permitió que ese otro tuviera su Ferrari…

    Dios mío. Vamos a suponer que hay un imbécil así en cualquier parte. Me perdonarán, pero en Colombia son la mayoría. En Latinoamérica. No habría miseria ni atraso ni crueldad ni opresión de no ser porque predomina esa clase de moralina que es falta de moral para hacer frente a la vida, para redimir al mendigo o para impedir que haya más mendigos, esa pequeñez moral que permite andar complaciendo esa vanidad silenciosa y resentida que se esconde tras «versos» como ése.

    A ese poeta, en realidad a casi todos los colombianos «cultos» les importa muy poco el sufrimiento del mendigo, sólo el adorno de moralina que les permite ponerse por encima del que tiene el Ferrari. Les hace falta ese mendigo para afirmar su jerarquía y sentirse bien.

    Claro que lo que hace falta es un poco de moralidad, de respeto por la libertad ajena, de disposición a ayudar al bienestar de todos, de altura de miras. Pero hay que empezar por fulminar con la mirada a cualquier moralista de ese estilo.

  • Adán
    15 septiembre, 2006 at 7:41 pm

    Jaime, ¿con la mirada o con la motosierra?

  • Jaime Ruiz
    15 septiembre, 2006 at 9:07 pm

    Adán, no creo que haya ningún matiz moral entre los admiradores de esos versos y los que desmembran gente con motosierra, son personas de la misma categoría, canallas muertos de envidia con pretensiones de imponerse como sea, por ejemplo calumniando. Esa pregunta suya es típica de un sicario, pues ¿qué tengo yo que ver con las motosierras o con las AUC? Nada, que me opongo a que gentecita como usted, tal vez usted mismo, asciendan gracias a que secuestran niños o mandan a otros niños a hacerlo.

    Creo que el retrato de la amargura de un ser hediondo como usted lo he hecho bastante bien en la explicación del «verso» del Ferrari: los corroe la envidia y están prestos a quién sabe cuántas violencias para vengarse de los que alcanzan a tener un Ferrari. ¡Sólo porque no saben qué es una sinfonía, que en tal caso serían capaces de castrar a un policía delante de sus vecinos para vengarse de quienes las componen!

  • Adán
    15 septiembre, 2006 at 9:25 pm

    Me salpicó con el comentario, Jaime.

  • Jaime Ruiz
    15 septiembre, 2006 at 9:47 pm

    Adán, bueno, son verdades sangrantes, exactas. Otra cosa es que usted siga creyendo que porque es admirador de William Ospina es de los buenos y justos.

    Hay algo que se percibe tras el hedor de seres como usted, y es como esa condición de caricaturas, como esa inocencia con que creen que secuestrando gente sirven a la historia. Bueno, ojalá fuera secuestrando gente: aplaudiendo a los que alientan a los que secuestran gente, que para hacerlo hace falta valor.

    El primer patán del pueblo que entra a una universidad se siente de estrato alto y sale a la calle a juzgar al mundo: «Oh, qué indigno de mí eres».

    No es lícito pensar que una criatura como usted sea capaz de verse. Así, como adepto de Kidnapping Corporation conserva la inocencia animal, si entendiera la clase de subhombre que es, le saldría una mueca bastante horrible.

  • Sergio Méndez
    15 septiembre, 2006 at 10:23 pm

    Profesor Gaviria:

    Si aceptamos su punto, entonces se podría decir que la GESTAPO podría ser reformada para ser una institución decente: ¿pero si ud le quita las funciones de policía politica, ejecutora y torturadora, que queda de la institución?

  • Adán
    15 septiembre, 2006 at 10:43 pm

    EL CARTEL DE OXFORD

    Flaco favor le hacen a nuestras instituciones, a nuestros hábitos y creencias, a la discusión misma sobre el asunto, las posiciones de complacencia con la situación actual. Andar felices celebrando leves mejorías de cualquier indicador. O lavando para la historia periodos que cargan gran responsabilidad con el estado del presente.

    Tal es la tendencia de un grupo de académicos que se han pronunciado sobre la benignidad de ciertas épocas, al punto de calificar de panacea al Frente Nacional, o declarar prioridad número uno a la seguridad, prescribiendo únicamente para ella aumentos de inversión o de policías, o implementando mecanismos de colaboración ciudadana. Se postulan como exégetas de oficio del presidente Uribe, atemperando sus actos y discursos, cuando no están pintando la píldora de burdo dorado con brocha gorda. O se sientan dichosos a hacer el inventario de nuestros valores, con la intención de reforzarlos.

    A esa corriente se suman, por supuesto, todos los aspirantes a congraciarse con la recua de vacas sagradas, y se topa uno con ensayos que traen unos pinos preciosos que podrían venir en las cajas de Kellog’s pintados de verde con la patica troquelada para mantenerlos erguidos y que en realidad designan la tragedia nacional. O panfletos llenos de tablas con rayas de colores que suben y bajan. O largas monografías que analizan, por ejemplo, la raíz de la corrupción en, digamos, Ciénaga, Magdalena, donde a punta de cuadros determinan -como en la fábula aquella que decía que cucaracha sin patas no oye- que a mayores regalías mayor corrupción, dejando de lado, sin nombrar siquiera, no en términos éticos sino económicos, el fenómeno de las dos bonanzas, la marimbera y la coquera, que han tenido su cénit en la región. U otros estudios -hasta premiados- que concluyen la vocación indeclinable de la raza paisa de hacer de cada pasión una empresa. Claro que esas mismas autoridades cuando se refieren a dichos estudios hacen la salvedad de que «siempre hay que recibir las correlaciones estadísticas con algo de escepticismo».

    De esa escuela son, Posada Carbó, a quien yo llamo, apropiándome de un comentario inteligente de otro forista desocupado, «el académico de los anteojos rosados», por obvias razones; Pizarro León-Gómez, que vaticinaba el fin del conflicto para el lunes siguiente; nuestro querido Alejandro, que insiste en tratar a la cultura como un producto, olvidando que ella, entre otras, produce cosas, pero que va mucho más allá; los encargados del DNP, que como cualquier mecánico del 7 de agosto, no usan herramientas de precisión, sino que cuadran todo a punta de martillazos. Y así llega a convertirse en escuela la herencia de Popper, que aplicada a nuestro ámbito, ve las cosas color de rosa.

    Ellos no son necesarios: son indispensables. ¿Qué tal que no hubiera -creíbles o no- cifras en qué basarse? Pero, a mi juicio, apegándonos al antiguo precepto o al simple sentido común, hay que dejar de lado las campañas de celebración. Llamemos a las cosas por su nombre. El acierto es obligatorio. Si nos es encomendada una misión, lo que se espera es que la llevemos a cabo con éxito. Es lo mínimo. Más bien detengámonos en el error. Miremos qué nos falta. En qué fallamos. Cómo podríamos mejorar. No cabría ponernos felices con el comportamiento de algunos indicadores como el del empleo, si sabemos que es en lo que llamamos subempleo donde subyace lo dramático. Pienso que sería más sano. Más realista. Y esa es una posición ética. O moral. Como prefieran.

  • Alejandro Gaviria
    16 septiembre, 2006 at 12:17 am

    Adán:

    Creo que la calumnia de la motosierra era completamente innecesaria. A Jaime le gusta jugar fuerte. Pero juega lealmente: nunca recurre de primero a los golpes bajos.

    Sobre el cartel de Oxford, no entiendo sus acusaciones de complacencia intelectual o de “exégeta (sic) de oficio del presidente Uribe”. Yo creo en la crítica social. Me gusta ejercerla con independencia. He criticado a Uribe cuando lo he creído necesario. No me gusta su acumulación de poder. Sus devaneos populistas. Su improvisación constante.

    En mi opinión, lo éticamente reprochable es el populismo intelectual. Las columnitas de Caballero, compuestas perfectamente para que sus admiradores lo encomien por valiente. Eduardo Posada, al menos, tiene sus gafas rosadas bien puestas. Caballero hace tiempo se quedo ciego. Dejo de pensar. Se enamoró de su perorata y del aplauso fiel de sus seguidores.

  • Adán
    16 septiembre, 2006 at 12:26 am

    Usted acaba de enunciar «la calumnia de la motosierra». No sé a qué se refiere. Yo hago un paralelo entre la intolerancia extrema mostrada por él ante una cita mía del verso del Ferrari y la intolerancia de los que aplican motosierra a quienes no comulgan con sus principios. No están muy distantes. No hay ninguna calumnia. Y exégeta no lleva sic, las dos formas son aceptadas por la Real Academia. De ñapa le hago el favor de aclararle a que me refería: a la columna de Posada donde interpreta la intención del presidente. Y del resto, lea, lea bien por favor. Y articule mejor.

  • Adán
    16 septiembre, 2006 at 12:27 am

    exegeta o exégeta.
    (Del gr. ἐξηγητής).
    1. com. Persona que interpreta o expone un texto.

  • zangano
    16 septiembre, 2006 at 12:39 pm

    alejandro, en el reino unido se acostumbra hacer, lo que en ingles llaman «public enquiries»lideradas por personas de reconocida autoridad y de honroso desempeno de sus funciones,han habido un numero de casos en que la policia metropolitana de londres ha errado macabramente en su trabajo,el ultimo caso, el del brasileno john de menezes.
    este desafortunado ,recibio siete tiros en la cabeza propinados por un policia ,mientras que era retenido contra un asiento en un tren subterraneo,por otro policia.
    el ministerio del interior hasta ahora se ha negado a autorizar una «public enquiry».
    en otro caso el de un joven de 20 anos david lawrence, de origen afroantillano,nacido en londres,una public enquiry fue autorizada,sus hallazgos no senalaron a ningun individuo como responsable,pero si senalo a la policia metropolitana como institucion racista por su cultura racista institucional.
    tu contencion de que no hay instituciones inmorales,queda muy en entredicho.

  • sillogysmes_mao
    17 septiembre, 2006 at 3:57 pm

    Desde el populismo neoliberal de Jaime Ruiz. » Yo tengo una definicion muy precisa de ‘inmoral’.

  • Sergio Méndez
    17 septiembre, 2006 at 5:16 pm

    Creo que la calumnia de la motosierra era completamente innecesaria. A Jaime le gusta jugar fuerte. Pero juega lealmente: nunca recurre de primero a los golpes bajos.

    ¿Ud alguna vez ha leído el blog de Jaime Ruiz? ¿ le parece que alguién que ha decidido que la izquierda demócratica es «defensora y se lucra de las masacres y los secuestros» y que incluso ha hecho una apología por el extermunio de la UP, JUEGA LIMPIO? Voy a creer que no lo ha leido, en vez de dudar de su sentido común…

  • Diego
    8 octubre, 2006 at 10:18 pm

    Ya que se han explayado tanto en el tema del insulto a JR por la motosierra sugerida, permítanme preguntar si la frase «aberración pereirana» no tiene implícito algún tipo de insulto frente a una comunidad que nace, crece y muere con tal gentilicio. Suponer que en unos casos sí es insulto y en otros nó o acudir a la defensa de un circunstancial ofendido acto seguido a ofender de manera sutil, no será otro tipo de aberración?…