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La única solución

Hace más de 20 años Pablo Escobar fue elegido Representante a la Cámara. Hace más de 15 años los agentes de Escobar infiltraron la Asamblea Nacional Constituyente. Hace más de 10 años los hermanos Rodríguez financiaron la campaña presidencial de Ernesto Samper. Pero después de tantos años y tantos muertos, el matrimonio de conveniencia entre la mafia y la política luce más fuerte que nunca. Pareciera, para retomar una metáfora propicia, que el ajuste moral ha resultado mucho más complicado que el ya sempiterno ajuste fiscal.

Ante tal realidad, uno podría intentar un discurso moralista. Hablar, por ejemplo, de la corrupción endémica de la clase política. O podría, alternativamente, ensayar un alegato anti-imperialista. Hablar, por ejemplo, de la división internacional del trabajo o del hedonismo irresponsable de los habitantes de las metrópolis norteamericanas. O incluso uno podría poner el dedo en la llaga de nuestras falencias sociales. Hablar, por ejemplo, de la cultura de la ilegalidad. O mejor, de la inexistencia de normas sociales y de instituciones formales que incentiven el cumplimiento de la ley como cuestión de principio.

Pero cada una de las explicaciones señaladas no pasa de ser una simplificación errónea. Echarle la culpa a la falencia moral de nuestra clase política sería desconocer que el poder corruptor de la droga es tan extendido como inevitable. Echarle la culpa a la demanda sería pasar por alto que la oferta proviene mayoritariamente de Colombia. Y echarle la culpa a la cultura de la ilegalidad sería ignorar que la erosión de las normas sociales y el debilitamiento de las instituciones se debe al mismo narcotráfico. Creer, como ha afirmado Francisco E. Thoumi, entre otros, que el negocio de la droga se incrustó en Colombia por cuenta de una falencia sociológica (de nuestra secular connivencia con la ilegalidad) equivale a negar la complejidad de una actividad que, por su misma naturaleza, se encarga de generar las condiciones propicias para su desarrollo. En otras palabras, la cultural de la ilegalidad no es tanto una causa del problema de la droga, como una consecuencia del mismo.

Por supuesto, las soluciones basadas en las explicaciones erróneas no funcionan. Así, no tiene sentido seguir insistiendo en la urgente renovación de la clase política. Ni tiene lógica continuar clamando por un mayor control de la demanda en el mundo desarrollado (el consumo seguirá creciendo jalonado por España y los otros nuevos ricos europeos). Ni tiene fundamento proponer una solución basada en la instauración del imperio de la ley y la modificación de las normas sociales, cuando fue precisamente el narcotráfico el que corrompió la justicia y trastocó los valores. La ingeniería cultural (al estilo Mockus) es un arma inocua para combatir una actividad en la cual los beneficios materiales superar con creces los reatos morales de mucha gente.

Así las cosas, no veo solución distinta a la legalización. Una alternativa imposible en el corto plazo pero inevitable en el largo plazo. Lástima que la experiencia colombiana haya servido más como acicate para una guerra imposible, que como estimulo para la única solución posible. En últimas, no creo que el Presidente Uribe vaya a figurar ante la historia como quien permitió la consolidación de la influencia mafiosa en la vida pública (como injustamente afirman sus contradictores). Ni tampoco figurará como quien logró romper con la convivencia entre el negocio de la droga y la actividad de la política (como ingenuamente proclaman sus defensores). Sino como quien se empecinó en el sinsentido de combatir intensamente un negocio cuya rentabilidad crece de manera proporcional a la intensidad con la que se le combate.

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  • Adán
    29 abril, 2006 at 11:12 pm

    Otra voz autorizada que por sus propias vías, coincidentes o no a otras muchas, concluye de manera idéntica. Encuentra que la salida es tratar el problema de la droga como un asunto de salud pública, no policial.

    Bienvenido.

  • j.
    30 abril, 2006 at 7:23 am

    Para una gran mayoría es claro que, aunque la legalización es la única solución posible, tomará tiempo para que sea implementada y no dependerá de nosotros -los colombiano- que esto suceda. Yo siempre me he preguntado cuál será la mejor estrategia para sopesar el tormento mientras la legalización llega. Me temo que entre todas las disponibles, la que propone con su práctica el presidente tiene la terrible desventaja de ser no solo inutil sino crear un ambiente de desconfianza general de poblaciones hacia el estado. ¿Cómo se podría cambiar esto?

  • uniandino
    30 abril, 2006 at 3:52 pm

    No estoy de acuerdo con lo planteado en el artículo: Puede que la causa no sea la «cultura de la ilegalidad», pero sí la débil estructura institucional colombiana (que finalmente lleva a esa «cultura»). O si no, por qué la mayoría de la producción se encuentra en Colombia? alguna debilidad estructural ha tenido colombia para que haya tantas ilegalidades (principales exportadores de prostitución de A.L., contrabando desde hace mucho, coca, etc,etc.). Esa debilidad institucional tiene que ver, entre otras, con la poca capacidad que tuvo el Estado para montar un sistema de impuestos, con lo dificil que se vuelve montar un Estado en una región dividida geograficamente por terrenos tan dificles (es imposible integrar economicamente a regiones con geografìas tan distintas, todo esto dificulta la construcción de un Estado). Esa debilidad sí ha llevado a que se genere una cultura de ilegalidad, o dicho de otra forma, ha generado que las personas encargadas del Estado, hayan sido permisivas ante este tipo de ilegalidades. Sin embargo, esto no implica que todos seamos corruptos.

  • Sergio Méndez
    1 mayo, 2006 at 5:38 am

    En que estoy de acuerdo con el artículo, pienso que antes que nada es una cuestión de principio, no de consecuencias. La guerra contra las drogas es inaceptable, no porque sea inútil y contraproducente -como en efecto lo es- sino, antes que nada, porque no tiene ningún fundamento moral o ético. La guerra contra las drogas parte del principio de que el Estado tiene derecho a controlar lo que sus ciudadanos producen, distribuyen y consumen libremente, apelando a la coerción. Eso es lo que está fundamentalmente mal de la guerra contra las drogas. Que traiga todas las consecuencias negativas que ya conocemos no es sino un resultado natural de lo anteriormente expuesto.

  • /|-
    1 mayo, 2006 at 6:09 am

    Para el usuario «uniandino»:

    Ha oído hablar de Colombia, «piedra angular de iberoamérica»?. Es imposible desconocer la posición estratégica como uno de los motivos que nos llevan a ser «los más» de muchos de los ítems que usted menciona. Bien dió a entender el autor del post lo ingenuo que resulta buscar una única causa a todos los problemas del país.

    Ahora bien, su remate de «esto no implica que todos seamos corruptos» es completamente innecesario y paranóico, nadie nos acusó a todos… todavía.

  • Respondón
    1 mayo, 2006 at 7:58 pm

    Pedir le legalización del narcotráfico es como pedir la ilegalización de las sequías. Por qué perder en tiempo en cosas imposibles? En lo que sí tiene razón Sergio Méndez, es lo absurdo de basar el argumento pro-legalización en la imposibilidad de controlar el tráfico. El asesinato también es imposible de extirpar, pero nadie se propone su legalización (aunque muchos sí desean premiarla con despejes y amnistías, pero dejemos eso para otro foro). La legalización o se basa en la idea de que la droga no se merece la etiqueta de opobriosa e ilegal, o no tiene fundamento.

  • galactus
    2 mayo, 2006 at 12:32 pm

    Respondon, la analogia con el asesinato es extremadamente reduccionista: volver ilegal el trafico de drogas hace que ese negocio sea *muy* atractivo (por lo rentable). En cambio el que el asesinato sea ilegal no hace que matar a alguien sea mas «atractivo» (salvo tal vez para el gremio de los sicarios, pero la grandisima mayoria de los asesinatos no los cometen estos).

    Hay que buscar un compromiso practicable: hoy en dia, a alguien (por fuera de los paises con regimenes basados en la religion) se le ocurriria prohibir el comercio de alcohol? El numero de muertes causado en las rutas por cuenta del alcohol no seria acaso un motivo suficiente?

  • Sergio Méndez
    2 mayo, 2006 at 1:30 pm

    Me encantaría que Respondón nos aclarara su analogía…¿Pedir la legalización del narcotráfico es como pedir la ilegalización de las sequías?
    ¿Qué demonios?

  • Gambler
    2 mayo, 2006 at 4:30 pm

    hace poco uribe dijo que estaba en desacuerdo con la despenalizacion de la dosis personal. que paradoja, al mismo tiempo se la ha pasado legalizando la situación de narcos disfrazados de jefes paras; así vaya a ser recordado de cualquier forma. en todo caso, como dice el candidato del polo, la legalizacion debe ser un asunto bilateral, porque si se hace solo en colombia, pues no sirve de mucho.

  • El Chico de la Tapa
    2 mayo, 2006 at 8:23 pm

    Bueno, esto que usted expone es claro y estoy en total acuerdo con su posición y los elementos de análisis. Pero también hay teorías acerca del tema que explica que los beneficios políticos de la guerra para Estados Unidos son más altos que los que tendría la solución del problema. Y que esto se expresa en la forma en que la lucha interna contra las drogas le sirve para ejercer control social y la lucha externa para mantener el control sobre ciertos países como el nuestro. ¿Qué piensa usted?

  • Respondón
    3 mayo, 2006 at 3:05 am

    Sergio: Aclaro con mucho gusto mi analogía. Las dos propuestas son análogas por ser imposibles en cuanto a su realización.

    Galactus: Tienes razón, la analogía con el asesinato es reduccionista. Pero quiero señalar un desperfecto de la tesis sobre los efectos de la legalización de la droga. Esto de que el negocio dejaría de ser rentable me interesa: quiere decir que el precio va a caer, porque entran muchos productores y comercializadores al mercado? Se presume también que como todo producto, entre más cae el precio, entrarán también más consumidores ahora alejados por el precio–es decir, los no adictos, los que hoy día no consumen porque no quieren colocarse en una situación delincuencial para pagar el consumo. Producción generalizada, consumo generalizado…para mí (que me llamen puritano o lo que sea), esto no la sociedad que sueño.

  • j.
    3 mayo, 2006 at 11:59 am

    Ningún potencial consumidor de drogas es alejado por el precio, señor Respondón. De hecho, la mayoría de los adictos reciben sus primeras dosis gratuitamente en fiestas, en reuniones sociales, en la sala de su propia casa. No pagan un centavo por ellas.

    Tampoco es cierto que las personas eviten consumir por miedo a romper leyes. En cambio, sí conozco muchos que consumen precisamente por que disfrutan «el riesgo penal» que implica. Pura rebeldía. Las personas que no consumen lo hacen, realmente, porque, como usted o yo o muchos otros, no queremos, no nos interesa. No me gusta perder control de mis emociones, dice Jerry en Wonder Boys cuando le ofrecen.

    La razón por la que el precio decae es porque actualmente está sobreinflado por los «costos operativos» que implica traficar sustancias ilegales. En una situación de despenalización, los dividendos recibidos por producción no serían tan atractivos. Ninguna FARC se sostendría a punta de venta de drogas, les iría mejor exportando yuca o palmito. La ilegalidad de las drogas, además de hacer casi imposible tratar apropiadamente el problema de salud pública que producen, es la fuente de financiación primaria de las mafias. Despenalizar golpearía su aparato logístico duramente.

  • El editor
    3 mayo, 2006 at 3:18 pm

    En vista de que se estan proponiendo analogias para pensar el problema de las drogas ilicitas yo propongo la siguiente:

    Es ya un lugar comun en los discursos de Uribe el referirse (con voz conmovedora) a los jovenes de Colombia a la hora de hablar de la necesidad de penalizar la dosis personal y las drogas en general.

    Ahora bien, yo me pregunto: si el presidente esta tan preocupados por los jovenes y si, de paso, esta tan convencido de que la prohibicion merma el consumo, por qué no prohibe el boxer (pegante o zarcol) responsable de la muerte en vida de muchos niños de escasos recursos en las calles de Colombia?

    No lo hace, primero que todo porque esos niños no generan votos y en consecuencia le importan un rabano a los politicos (por mas buenos cristianos que se declaren), y porque, ademas, para todo el mundo esta claro que el problema del consumo de drogas es un problema de salud publica asociado a factores psicologicos y factores sociales como el desempleo, el abandono, el maltrato infantil, la falta de estudios y de oportunidades, etc.

    Pues hay que tener claro que ni la penalizacion ni la despenalizacion, remedian el problema del consumo de drogas. Para hacer frente a ese problema habria que invertir parte del dinero que hoy se emplea en la lucha contra las drogas en la rehabilitacion de los adictos y en la prevencion del consumo. Pues queda claro ademas que una simple propaganda en la television que diga «no consuma drogas» no soluciona nada!

    La despenalizacion hay que pensarla como una manera de desarticular las mafias y de atacar la fuente de financiamiento de los grupos armados.

  • Scared Crow
    3 mayo, 2006 at 9:32 pm

    Viejo J, es James (Leer) y no Jerry quien no quiere perder el control de sus emociones.
    Y hablando de Wonder Boys, me voy, a repetirmela…

  • Gustavo
    4 mayo, 2006 at 2:00 pm

    Por qué habrían de pagar los zapateros de Colombia los platos rotos que producen los niños que inhalan sacol. El sacol es material fundamental para ellos como para que se los prohiban.

  • zangano
    4 mayo, 2006 at 3:20 pm

    disiento de la opinion que la legalizacion de la marihuana,ya que es concretamente lo que se ha planteado, es algo que tiene que esperar un tiempo largo,hay antecedentes: en ee.uu,alaska,oregon, se permite la dosis personal, california paso una iniciativa, que al ser vetada por bush,entro a juicio de la corte suprema de justicia, sin contar paises europeos,como espana,suiza,e incluso el reino unido que ha cambiado la categoria de la marihuana a droga tipo c.;falta la voluntad politica,para comenzar a desmontar este tinglado criminal que se construyo sobre la decision politica de washington de apoyar al sr,aislinger que se hizo a un imperio burocratico con su prohibicionismo,que curiosamente reemplazo la ley seca.
    coincidencias?,es evidente que si continuamos, al son de la musica de washington seguiremos como los malos del paseo.

  • Felipe
    4 mayo, 2006 at 7:50 pm

    Y por que tienen que pagar los pobres campesinos colombianos los platos rotos que producen los cocainomanos de Estados Unidos y de Europa? Es la misma vaina que con el sacol.

  • Laura Diosa
    14 junio, 2010 at 3:37 pm

    Si, estoy de acuerdo, el narcotráfico más que bases culturales o ideológicas, tiene bases materiales, en cuanto a medios y fines y todo esto se resume en el negocio que constituye; su solución pasa por quitarle esa categoría de negocio, que necesariamente implica su legalización y de esta manera eliminar los "aranceles" que hay que pagar para su tráfico y que hacen de las drogas un producto muy caro y lucrativo. La cultura debe hacer parte de esta solución pero en la medida en que rechaza el consumo de drogas por una elección voluntaria y no por una prohibición.