Literatura Personal

El juicio final

Salí a caminar con Voltaire al final de la tarde de un domingo lluvioso, la luna a mitad de camino en una más de sus millones de repeticiones. La tecnología de resucitación era ya un lugar común. El nombre de Voltaire surgió después de una petición firmada por miles de estudiantes de derecho (los de filosofía estaban infatuados desde hace décadas con otros nombres, con pensadores del terrible siglo XX).

-¿Y qué son esos vehículos que viajan a toda velocidad sobre unas ruedas negras, carruajes metálicos sin caballos?

-Son automóviles, llevan más de cien años haciendo estragos, representaron inicialmente la libertad, pero son ahora un símbolo del estancamiento, pueden viajar a 200 km/hora, pero viajan a menos de diez, son la metáfora más elocuente de las trampas de la genialidad humana.

-Sea lo que sea, quiero subirme en uno y experimentar la parálisis en medio de la potencialidad, la quietud de un motor poderoso cancelado por otros como él. Debe ser una sensación interesante, como quien sostiene a un caballo brioso.  ¿Cómo se mueven?, ¿de dónde viene su energía?

-Del petróleo, un líquido viscoso, un depósito de la energía solar de millones de años, un fósil de algas comprimidas.

-Una maravilla, los seres humanos desenterraron el sol y lo dieron de alimento a sus máquinas.

-Parece poético, pero la eficacia de nuestros procesos, nuestra imaginación sin límites, nuestra capacidad para entender los mecanismos de la Naturaleza y potenciarlos, nos está aniquilando. Hemos destruido el planeta, extinguido a miles de especies, creadas todas, en cada ámbito, en cada momento, por el algoritmo darwiniano.

-No entiendo nada. Pero si el ser humano, termina suicidándose por cuenta de sus deseos infinitos, solo estará reproduciendo una ley natural. El ser humano sería entonces un torbellino, un huracán que genera el propio combustible que lo alimenta. Tal vez la humanidad sea una especie de paso, destinada para un instante, no para durar millones de años, sino para aparecer y desaparecer como un fuego artificial, destruida por su propia infatuación, una aberración, una muestra del poder de la Naturaleza para crear cosas extrañas e instantáneas. Pido indulgencia por mis devaneos. Recuerde que soy un niño de muchos años que no distingue nada de lo que ve; tampoco lo entiende. Deslumbrado y curioso. ¿Quién es ese Darwin? ¿Qué escribió?

-Un inglés especial, lo admirarías, tolerante, ajeno a las pasiones políticas que envenenan el alma, a los fanatismos de quienes quieren imponernos su credo. Se dedicó a observar con paciencia a las aves, los escarabajos y las lombrices que se arrastran en el fango. Así descubrió, con método y paciencia, el mecanismo de la vida, la selección natural que nos emparenta con el chimpancé, nos recuerda nuestra íntima relación con todo lo viviente y nos diferencia al mismo tiempo, nos revela nuestra conciencia exhilarante, capaz de adivinar misterios.

-Todo se me escapa. No entiendo lo que dices. Fui condenado dos veces. Primero a nacer y ser hijo de mi tiempo. Ahora a resucitar y habitar otro tiempo. Soy una criatura de zoológico. Un ser humano que creyó entender su tiempo y fue revivido en otro tiempo del que no entiende nada. Si no fuera por una curiosidad básica, instintiva, este esfuerzo de resurrección podría terminar en una gran paradoja, en un suicidio del resurrecto, el suicidio más sensato de esta historia de insensateces. Lo único que parece no haber cambiado es la luna, ajena a nuestros caprichos.

-Allí también estuvimos, llevados por un cohete que venció la ley de gravedad, propulsado por ese líquido mágico que ha sido también nuestra perdición, ese fósil líquido que anima lo inanimado y envenena el mundo. Fuimos a la luna impulsados por ese líquido vital, regresamos reclamados por la tierra, por su fuerza de gravedad. Dejamos unas cuentas huellas, una bandera de lo que era en tu centuria una nación de bisontes, el continente de la tortuga lo llamaban sus habitantes, aniquilados en su mayoría por el eurocentrismo. También dejamos allí un automóvil, similar a los que vimos ahora. Un paseo en una máquina de ruedas, autopropulsada, un paseo por la luna, ha sido otra de nuestras hazañas. Las huellas van a durar más que la humanidad, son nuestro monumento más duradero. En un millón de años habrá pocos vestigios de nuestra presencia en este planeta. Seguirán las huellas en la luna. El fósil que creamos para celebrarnos a nosotros mismos, una especie que creo su propio fósil, ¿no es eso algo?

-Sus discursos autocelebratorios parecen discursos de despedida. Ya entiendo para qué estoy aquí. La humanidad decidió resucitar a algunos de sus referentes, no para celebrarlos, sino para juzgarlos. Esto es un juicio, una especie de rendición de cuentas. Y el castigo no es la pena de muerte, sino la vida. Este mundo, un teatro del orgullo y el error, decidió acabarse de la manera más teatral posible, con un juicio de los humanos del presente a los pensadores que los antecedieron. Bastardos, destrúyanse, pero dejen a sus muertos tranquilos.

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  • administrador
    22 noviembre, 2020 at 10:03 pm

    Si no se acaba el encierro, nos vamos a enloquecer todos. Pero bueno…

    • Yohana Mora
      12 febrero, 2021 at 1:58 pm

      Totalmente de acuerdo! Sin embargo, esto nos hace reflexionar sobre los desastres que de generación en generación hemos hecho hacia el medio ambiente!

  • Oscar mauricio
    22 noviembre, 2020 at 10:16 pm

    Grandes reflexiones, reflexiones que me siguen entusiasmando con tenerlo de presidente, nada está perdido donde todo parece estarlo y espero que con su presidencia podamos sentirnos libres y a gusto de vivir en colombia.

  • Anónimo
    22 noviembre, 2020 at 10:33 pm

    Eso veo. Qué es esto tan loco.

    • Andres
      23 noviembre, 2020 at 9:59 pm

      Bienvenido a la era de las Baterías de Litio.

  • Wilson Vega Rojas
    22 noviembre, 2020 at 10:33 pm

    Lo felicito, creo que es el desconocido más sensato que conozco. Me gusta sus argumentos y su forma de abordar los problemas. Específicamente sobre el escrito, me mantuvo entretenido, reflexivo y quedé aguardando por la reivindicación del ser humano, pero no llegó. Pero creo que es bueno que me haya quedado esperando esa parte de su relato, que me haya quedado esperando a que usted apelara al lado bueno de la humanidad, a su bondad y a su grandeza. Es bueno simplemente para convencerme de que siempre estamos esperando más de una humanidad, que a pesar de que conoce las consecuencias, sigue actuando irresponsablemente, una sociedad que actúa como un alcohólico que gasta sus últimas monedas en más trago y se convence a sí mismo, que al día siguiente las deudas no tocarán su puerta y que de seguro se topará con alguien que le prestará dinero.
    Un saludo muy cordial. Voy a intentar leerlo más seguido. Un fuerte abrazo!

  • Pamela Jaramillo
    23 noviembre, 2020 at 2:46 pm

    Me recuerda a las conversaciones de Gog.. Con Ford, Con Gandhi.. Muchas gracias por regalarnos esta charla.

  • Jesús Armando Tobar Sánchez
    23 noviembre, 2020 at 10:06 pm

    Me encantó. Es maravilloso, profesor Gaviria, que presente reflexiones tan profundas sobre nuestro estilo de vida por medio de esta conversación con un hombre brillante del siglo XVIII.

  • Roosevelt Fajardo
    23 noviembre, 2020 at 10:14 pm

    Maravilloso!!! dos frases me encantaron : la manera más sublime de describir el trancón en que vivimos: “ la parálisis en medio de la potencialidad” y la especie que creo su propio fósil !
    Que refrescante haber leído algo tan maravilloso después de este lunes de mierda que tuve , me acuesto a dormir tranquilo.

  • Linda Shey
    23 noviembre, 2020 at 10:39 pm

    Alejandro, como siempre es un genial leer tus pensamientos !! Es como una suerte de poesía política que nos autocuestiona sobre el propósito del estar aquí, de la propia vida y su trascendencia, a veces inocua.

    Si, estoy deacuerdo contigo en que sin duda la especie humana está de paso en el planeta, y que al final será la naturaleza la que permanecerá y se reconstruirá milenio a milenio. Al final ella es dios !! ????

  • Yohana Mora
    23 noviembre, 2020 at 10:43 pm

    Al leer el título y el contenido paso a paso imaginé algo trágico al estilo Shakespeare, pero nó. Si el castigo es la vida, entonces, y afortudamente «Hoy es siempre Todavía», para disfrutar el presente, el ahora y sin destruir más el planeta.

  • Blanca B
    24 noviembre, 2020 at 6:38 am

    Porque temas tan lógicos y estimulantes al pensamiento sistémico, no cruzan por el juicio de un ser pensante, aquel que tiene en sus manos el destino de tantos seres, que confiando y sin confiar lo pusieron allí.

    Necesitamos ese ser humano, con la suficiente evanescencia y robustez mental para sacarnos de este caos!!! Invitación cordial Sr Gaviria!!

  • Fernando Alape Benitez
    24 noviembre, 2020 at 7:35 am

    Mantener vivo a quien ha muerto, conservando muerto ha quien a pesar del tiempo vive, las extrañas circunstancias de la atemporalidad del juicio y quicio de quien se excusa de sus propios pensamientos, así nos debatimos para afrontar el presente y escapar del juicio futuro

  • Oscar Javier Rozo A.
    24 noviembre, 2020 at 9:41 am

    Muy buenas reflexiones, el ego de los seres humanos, no nos permite entendernos como una pequeña parte de un todo, que no somos el centro del universo y de lejos somos lo mas importante del mismo, ojalá cuando lo entendamos no sea demasiado tarde y cambiemos la perspectiva para dedicarnos a lo realmente importante, hacer que lo que la naturaleza y su fuerza incontrolable tenga preparado para el futuro, no sea afectado de forma negativa por nuestro fugas paso por aquí.

  • Mauricio Trujillo G.
    24 noviembre, 2020 at 4:57 pm

    Reflexiones sobre libertad, dignidad y progreso, que resultan en una época materialista que termina por entender el error de dejarse envolver por el individualismo y sucumbir a la presión del capitalismo, salvaje dicen unos, deshumanizante y mortal creo yo.
    de inmediato me remitió a «Las partículas elementales» de Michel Houellebecq (Anagrama, 2018)