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julio 2017

Reflexiones

Estamos contigo

Pasa todos los días. Probablemente un periodista o director recibe una denuncia. Un reportero acude entonces presuroso (no hay tiempo que perder). La cámara recoge luego el testimonio que casi siempre es el mismo: la queja por la falta de atención oportuna o por la negación de un procedimiento, un medicamento o (en este caso) una prótesis. La narrativa es simple, toma la forma de una fábula, de un conflicto entre el bien y el mal: la víctima inerme que se enfrenta al lucro indebido, a la corrupción o a la indiferencia burocrática.

No hay ninguna pretensión de equilibrio. Raras veces se recurre a una fuente adicional. Pero sobre todo hay una carencia absoluta de contexto, análisis e investigación. En el caso en cuestión, por ejemplo, sería conveniente presentar una explicación (somera) sobre la cobertura del sistema de salud: existe un plan de beneficios claramente estipulado que es responsabilidad de las EPS, un conjunto de medicamentos, procedimientos y servicios complementarios que son responsabilidad del Fosyga (esto es, del Estado directamente) y un conjunto de exclusiones. Aquí puede leerse una explicación del asunto.

La prótesis representa un caso complejo. No es una responsabilidad de las EPS. Tampoco del Estado directamente (no puede formularse por medio de MIPRES). Pero tampoco ha sido excluida. Usualmente es pagada con los recursos del Sistema de salud solo si existe una tutela. En la gran mayoría de los países del mundo, este tipo de prótesis no hace parte de la responsabilidad de los sistemas de salud. Son asumidas por las agencias deportivas, por programas de bienestar social o por fundaciones privadas. En fin, el tema es difícil pues existen dudas sobre si en este caso la responsabilidad es del sistema de salud, del Estado en general o de la sociedad como un todo.

Toda esta complejidad se soslaya. Complicaría la fábula, la narrativa facilista que reduce todo a un asunto de víctimas y victimarios. Las reflexiones más complejas, de carácter ético y técnico, no tienen cabida en el formato ya definido. Se omiten de manera deliberada. Por conveniencia o audiencia. Las fabulas se entienden más fácilmente. La indignación vende más que el análisis. Hace un tiempo, el columnista americano David Brooks propuso una clasificación interesante. Habló de dos enfoques opuestos: “engaged” y “detached”. Comprometido e imparcial, podría traducirse. Ambos enfoques deben estar presentes en el periodismo, sugería Brooks. Infortunadamente el segundo es cada vez más raro, menos recurrido.

En mi opinión, estas notas no son periodismo, no tienen una pretensión de verosimilitud, ni tampoco una intención de equilibrio, ni mucho menos un afán escrutador o una finalidad de llegar al fondo del asunto o una mínima curiosidad que trascienda la denuncia y el testimonio. Constituyen más bien una suerte de etnografía oportunista o, para ser más benévolos, una forma de servicio social o actividad comunitaria o demagogia con cámaras (“estamos contigo”). Tristemente estas formas de «no periodismo» son cada vez más frecuentes en los espacios periodísticos. Puede ser la demanda, la tiranía de la audiencia. O la oferta, la inevitable levedad de la reportería diaria. Sea lo que fuere, llegaron para quedarse.

Academia

La epidemia de cesáreas

      1. El aumento de la tasa de cesárea, particularmente desde mediados de la década anterior, ha sido notable.  La tasa de cesáreas en Colombia pasó a ser una de las mayores del mundo.
      2. El aumento no ha sido uniforme a lo largo y ancho del país. Por el contrario, se ha concentrado en la región Caribe. En el departamento de Caldas, por ejemplo, la tasa no supera el 30%; en el departamento del Atlántico supera con creces el 70%. Estas diferencias regionales poco tienen que ver con diferencias demográficas o epidemiológicas y obedecen, por el contrario, a diferencias en los protocolos médicos y en las expectativas y preferencias de la gente.
      3. El crecimiento de las diferencias regionales ha sido también notable. Mientras la tasa de cesárea se multiplicó por dos o incluso por tres en los departamentos de la región Caribe, apenas aumentó levemente en Antioquia y los departamentos del eje cafetero. Esta divergencia no puede explicarse por causas epidemiológicas, demográficas o socioeconómicas.
      4. La educación de la madre está asociada positivamente con la decisión de tener un parto por cesárea. La probabilidad en cuestión es casi 15 puntos porcentuales mayor en una madre con educación superior que en una madre sin educación. Esta diferencia no se explica por diferencias subyacentes en las condiciones de salud o en el acceso a servicios. Y parece reflejar, más bien, diferencias en las preferencias y expectativas de las mujeres.
      5. Tampoco parecen existir grandes diferencias por tipo de afiliación. Una vez se tienen en cuenta las condiciones socioeconómicas y de salud, las tasas son similares, por ejemplo, entre las madres afiliadas al Régimen Contributivo y las afiliadas al Régimen Subsidiado.

    Los hechos anteriores sugieren que, detrás de la epidemia de cesáreas, subyace un fenómeno de contagio social, esto es, un cambio en las expectativas y preferencias de la población que coincide (y retroalimenta) un cambio en los protocolos médicos. Ocurre, así, una dinámica de refuerzo mutuo: las mayores tasas de cesárea aumentan las expectativas y preferencias, lo que lleva, a su vez, a unas mayores tasas. La metáfora de una epidemia es adecuada en este caso. El contagio (social) es evidente.

    Las implicaciones de las tendencias anteriores son sustanciales. Las más obvias son las financieras: la epidemia de cesáreas constituye un lastre para las finanzas del sistema de salud.  Pero las más evidentes son las de salud: las cifras sugieren que muchas cesáreas son injustificadas, esto es, que constituyen un caso casi paradigmático de sobretratamiento, lo cual tiene, en general, consecuencias adversas sobre la salud de la población.

    (Las cifras de esta entrada fueron tomadas del trabajo de Alfonso E.A., Arcila A., Latorre M.L., “Atlas de variaciones geográficas en salud de Colombia”, elaborado por el Banco Mundial para el Ministerio de Salud y Protección Social).