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De buena familia

“Ignacio Rodríguez…era un muchacho de la sociedad samaria sobre quien no había duda”, escribió Tomás Uribe en una carta publicada el viernes por este diario en la que explicaba sus tratos con un político costeño hoy preso en los Estados Unidos. “Tanto al Sr. Rodríguez como a su familia los precedía una excelente reputación, la cual pueden corroborar distinguidas personas de la sociedad samaria…”, escribió el mismo Tomás Uribe en un comunicado divulgado por la prensa nacional a mitad de semana. Hace ya varios años, el padre de Tomás, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, usó un argumento similar para justificar el nombramiento de Jorge Noguera, otro muchacho de la sociedad samaria, en la dirección del DAS: «era una persona que había trabajado en Santa Marta, tenía buena reputación, una familia honorable…”.
Los argumentos mencionados son algo más que una excusa de ocasión para el pecado peligroso de las malas amistades. Son también un ejemplo inequívoco, revelador de un sesgo generalizado pero no por ello menos antipático. Tomás Uribe parece suponer que la pertenencia a cierto círculo social señala o predice el buen comportamiento. Como si la prestancia moral fuese hereditaria. Como si el origen o la afiliación social permitiera juzgar el carácter o adivinar la conducta. Si mis tratos hubieran sido con un joven de una familia desconocida o de un estrato intermedio, sugiere Tomás, mis contradictores tendrían razón en cuestionar mi comportamiento. Pero mis relaciones fueron con un joven de la alta sociedad, alejado en principio de los malos pasos, de los negocios turbios.
El argumento de Tomás Uribe puede resumirse en una frase: no soy culpable pues me mezclé con la gente que tocaba. El raciocinio no es nuevo. Ni original. Todo lo contrario. Es representativo de una rutina mental excluyente, discriminante. Veamos un ejemplo. La Universidad de los Andes tiene un programa de becas para bachilleres sobresalientes de estratos bajos. Cientos de nuevos estudiantes becados inician sus estudios cada año. Muchos descuellan académicamente. Se gradúan con honores o promedios destacados. Pero no consiguen trabajo con la misma facilidad que sus compañeros más privilegiados. Su ingreso al mercado laboral es con frecuencia frustrante. No son muchachos de la alta sociedad. No pertenecen a familias honorables. Y el origen social incide, ya lo vimos, sobre los juicios y los prejuicios de los demás, de los futuros empleadores en este caso.
Muchos empleadores, dicen los que saben, filtran las hojas de vida con base en los lugares de residencia, en los nombres propios, en las referencias personales, esto es, en los marcadores obvios del origen social. Y lo hacen de manera rutinaria, casi automática, con la misma naturalidad (inocente en apariencia) de la carta de Tomás Uribe. Los prejuicios de clase no suelen ser estridentes. Pero su acumulación silenciosa es nefasta, reduce las posibilidades de movilidad social, concentra las oportunidades en los mismos muchachos de la alta sociedad.
En últimas, la candidez de Tomás Uribe llama la atención sobre una forma velada pero poderosa de exclusión social. Ojalá comenzaramos a aceptar de una vez por todas que muchas familias honorables no lo son tanto, que muchos jóvenes de la alta sociedad no tienen miras muy elevadas y que el origen o la procedencia social poco o nada tiene que ver con el talento y la rectitud.

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  • Alejandro Gaviria
    17 abril, 2011 at 3:26 am

    La otra cara de la moneda de los argumentos de clase es el resentimiento. “El resentimiento es un estado mental que genera en quien lo posee un sentimiento de rencor hacia la vida”, escribió hace un tiempo el politólogo gringo Joseph Epstein. “El resentimiento deriva en la amargura y en el envenamiento de personalidad, hasta el punto de que aquellos lo padecen casi llegan a disfrutar de las posibilidades de crítica que su perspectiva les ofrece. La crítica que nace del resentimiento no espera la erradicación de lo que considera erróneo, malo o maligno; sin tales imperfecciones y faltas, el expansivo placer que aporta la invectiva y la negación se destruiría”.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 3:32 am

    De las mejores columnas que le he leído Alejandro.

  • Patricia
    17 abril, 2011 at 3:38 am

    Que buen articulo, definitivamente lo expuesto en esta columna refleja la realidad de este país. Para el problema del mercado laboral se toma como ejemplo la Universidad de Los Andes, pero sin duda que este refleja la realidad de muchas universidades; de nada valen los talentos y los meritos sino se hace parte de una elite o del selecto grupo de amigos del politico de turno.

  • Andrés
    17 abril, 2011 at 3:41 am

    ¿No entendí?, el punto es: 'Tomas deje de ser clasista' o 'Tomas deje de escudarse en una u otra cosa para evitar sus líos legales, entre ellos andar con gente de poco fiar con la cual ha hecho negocios y como hijo de un ex presidente aprovechó su situación para beneficiarse y peor aún con gente de dudosa procedencia'. Lo que al final uno puede concluir de esta columna es la primera opción, no ahonda, se va por lo superficial de la situación es como si yo dijera: "Yo mate a Heusebio" y alguien hiciera una columna diciendo, "Fulano deje de escribir Eusebio con H".

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 3:48 am

    Alejandro, su conclusión…es decir, su indignación -válida- es por un asunto normativo o empírico? Es decir:

    (…)que el origen o la procedencia social poco o nada tiene que ver con el talento y la rectitud.(En Colombia)

    O

    (…)que el origen o la procedencia social poco o nada -deberían- tener que ver con el talento y la rectitud.

    Tan es así que hay una transmisión intergeneracional en el ejemplo que ud usa al citar a Uribe y a los hijos.

    Saludos
    R

  • Marino
    17 abril, 2011 at 3:49 am

    En gran parte de acuerdo con la columna, pero también se infiere del dicho de Tomás Uribe el origen mismo del clasismo -y de su origen, así suene igual-; tan ruin como el sexismo, el racismo, el especismo y otras formas de discriminación social. Por demás, se vale una disculpa, pero repetida en familia suena a revelar el ser -lo que se es y lo que se hereda-.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 4:24 am

    Y hablando de niños de buena familia, basta leer el artículo de EE de este domingo sobre los Nule. Cualquiera que haya tenidr tratos co ellos, como el asesor jurídico de la Presidencia de Uribe y tantos otros, podrían argumentar lo mismo: pero si son de tan buena familia! Mancuso también debía ser de buena familia: italiano y todo. Capaz que hasta pariente de Berluconi, quien ahora resultó lesbiana.

  • Juliám Martínez
    17 abril, 2011 at 4:28 am

    Brillante, como siempre.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 4:39 am

    El problema mas grave que tiene Colombia en este momento, mas grave que el invierno, es que a su burguesia de punta le estan saliendo sus BMW marca corneta.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 5:26 am

    Vale la pena hablar del muchacho?

    mmmm..si!

    sobra decirle " acuerdese hijito, quien hace su patrimonio de manera ilegal le va mal en la vida !!

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 5:34 am

    tomado de un "elogio del resentimiento":
    "Esta persecución (que sufren los resentidos) no debe, sin embargo, hacernos olvidar el primerísimo lugar que ocupa el resentimiento entre las funciones de nuestra conciencia. Solo el dolor que nos produce una ofensa es capaz de recordarnos quienes somos en realidad; solo la dolorosa experiencia de una herida emocional nos muestra el indefenso individuo que somos, en toda su extensión. Olvidarse de la propia desgracia, dejar de lado las dulces razones del resentimiento, es la peor forma de autodesprecio que puede haber. La rabia, que es la esencia del resentimiento, es como un faro que nos muestra nuestra individualidad en un mundo que lucha por hacérnosla olvidar. Ese mundo que intenta proseguir su curso sin tomar nota de nuestro sufrimiento, es aquel contra el cual debemos dirigir nuestra del todo inútil cólera y sempiterna amargura"

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 5:53 am

    Alejandro muy buen articulo, en realidad es duro para muchos jóvenes enfrentarnos a la triste realidad de que pese más en tu hoja de vida la recomendación que la calidad académica y profesional, pan de cada día…Por esa misma vía el resentimiento es inevitable, el punto es que ese sentimiento en la mayoría sólo sirve como motor para buscar ser cada vez mejor a nivel académico y profesional…

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 9:11 am

    Muy bueno. Primera vez en semanas que me gusta todo el artículo. Opiniones sobre la realidad colombiana, y sobre el deber ser de la sociedad. Normativo y empírico. Pero sin la pretensión odiosa de mostrar que se sabe las cifras, que eso ya se entiende.

  • Javier Moreno
    17 abril, 2011 at 10:54 am

    Supongo que el problema es que, salvo casos excepcionales, todo el mundo se siente más o menos virtuoso y, además, siente que sus pares, quienes están en su mismo círculo social o comparten su "condición social", son igualmente virtuosos (a menos que la televisión diga lo contrario, en cuyo caso se produce el fenómeno del virtuoso siempre aislado en un nicho de criminales).

    Otro problema relacionado con este es la absoluta inconsciencia que tiene la sociedad privilegiada de sus propios privilegios y lo que les permiten alcanzar. Hay muchas personas en Colombia con educación y trabajo bien pago que viven en la idea de que casi cualquiera podría estar en su situación con un poco de esfuerzo. Las palancas están tan enquistadas que son casi invisibles para sus beneficiarios.

  • Alejandro Gaviria
    17 abril, 2011 at 12:33 pm

    Andrés: la columna no trata sobre las conexiones de los hermanos Uribe sino sobre sus argumentos o (en particular) sobre la alusión repetida a la procedencia social como excusa o justificación. A Usted le parece un asunto de forma. Intrascendente. Tal vez lo sea en el caso que nos ocupa. Pero la suma de este tipo actitudes o prejuicios es un obstáculo poderoso al ascenso social en este país. Me parece sinceramente que no entendió (o no quiso entender) la columna.

    Roberto: el argumento del último párrafo es positivo, trata de describir una realidad objetiva pero contiene (eso espero) una especie de insinuación normativa: los argumentos de clase no valen la pena pues entre otras porque son falsos.

    Javier: me gusto mucho su comentario. Muchos de estos mecanismos sociológicos de exclusión son invisibles. Los empleadores, por ejemplo, actúan casi siempre por instinto. Sienten que están protegiendo a sus organizaciones. No ven nada cuestionable en sus decisiones. El tema de los becados de los Andes es sólo la punta del iceberg. Pero en mi opinión es representativo.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 12:54 pm

    Resulta ahora que para los Uribe-Moreno los riscos no roban. Muy buena columna…

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 1:03 pm

    Su artículo debe hacer referencia a los "peones" del A.I.S

  • Apelaez
    17 abril, 2011 at 1:23 pm

    Supongo que la mayoría de las personas estamos de acuerdo en que en Colombia los marcadores sociales condicionan en buena medida las posibilidades de éxito laboral. Hay cierto consenso en que una Hasbleidi con cédula de Turbo tiene menos posibilidades que una Natalia con cédula de Usaquén, así ambas hayan estudiado en la misma universidad. (También es improbable que Hasbleidi, aun siendo de la misma Universidad, termine siendo íntima amiga de Natalia)

    Lo difícil, supongo, es el paso siguiente. ¿Qué hacer? ¿Confiamos en la "sensibilización" a las psicólogas de selección de personal para que dejen de fijarse en los nombres, el acento y en el domicilio? ¿proponemos medidas de acción afirmativa a favor de la población marginada (que ya es bien difícil de definir)? o ¿nos dedicamos promover el cambio de nombres para facilitar la movilidad social? Tal vez Hasbleidi Rojas conseguiría un mejor trabajo si se cambiara el nombre a Juliana Scognamiglio y dijera que su bisabuelo migro en la época de la segunda guerra. En Colombia un apellido no español siempre ha sido muy valorado, como diría el juglar del zipa, el efecto Bachue no falla.

    Y bueno, Alejandro, que hacemos?

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 1:39 pm

    Frase el Ministro de Protección Social: "…uno no puede ponerse a devolver reformas y atentar contra la estabilidad jurídica" (hoy en EE)Ello en referencia a la imposibilidad de derogar la reforma laboral de 2002. Es una verguenza preferir preservar la "estabiliadad jurídica" antes que el bienestar y derechos de los trabajadores. Claro está, de aquellos que no siendo de "buena familia" lograron algún trabajito "formal".

  • Lanark
    17 abril, 2011 at 1:40 pm

    La sanción social del racismo ha ayudado a mejorar la situación laboral de las minorías étnicas en el primer mundo, aunque todo eso va en franco retroceso. Yo sí creo que si nos halamos las orejas mutuamente por nuestras actitudes clasistas inconscientes, ponemos un grano de arena. Eso se puede hacer de una manera razonable, como en esta columna, o irrazonable, como en los casos más desafortunados de cruzadas por la corrección política.

    Por mi parte, por ejemplo, me comprometo a no decir "manteco". Ni siquiera a los italianos boletas.

    En el caso de nuestra clase política, que oscila entre hacendados arrogantes y patricios urbanos divinamente, habrá que recorrer un largo camino hasta que aprendan que su disposición aristocratoide está mandada a recoger.

  • Luis
    17 abril, 2011 at 2:04 pm

    Muy buena columna.

  • Alejandro Gaviria
    17 abril, 2011 at 2:04 pm

    Apelaez: es un tema complicado. Las soluciones legales o las instituciones formales son en la mayoría de los casos inoperantes en estos casos. El jefe de personal seguirá prefiriendo a “Catalina Aristizabal” y rechazando a “Hasbleidi Rojas”. Siempre habrá forma de sacarle el cuerpo a cualquier norma legal. Yo no creo en el voluntarismo regulatorio.

    Toca actuar, entonces, en el ámbito de las instituciones informales (tratar de cambiar los hábitos del corazón de los que hablaba Tocqueville). Le cuento dos o tres cosita que yo he hecho. Desde hace unos años doy una clase de Alta Gerencia en los Andes (la dicta la Facultad de Administración). Los estudiantes son gerentes y dueños de empresas grandes y medianas. En la clase les echó el cuento de los becados de los Andes. Les muestro nuestros preocupantes índices de movilidad social. Les digo que en sus manos está parte de la solución del problema. Creo que el mensaje cala.

    También he tratado de que los reportes de responsabilidad social empresarial incluyan indicadores de diversidad, que muestren, por ejemplo, que las empresas efectivamente están contratando profesionales de todas las universidades, de muchas ciudades y barrios, etc.

    Estamos hablando, creo, del cambio de una norma social. Y estos cambios no se dan sino nos convertimos, en la medida de lo posible, en policías de la nueva norma. Si estamos alertas a las violaciones y llamamos la atención al respecto. Esto sonó muy mockusiano pero no hay muchas alternativas.

  • Juan Carlos
    17 abril, 2011 at 2:40 pm

    La columna es muy buena. La guardé. Pero luego de leer los comentarios deja un sentimiento de amargura por la impotencia ante la situación. Lo digo más que como profesional, como padre de dos niñas.

    En el campo normativo la carrera administrativa es un intento válido. La transparencia contractual (ahora con el tema de la Ley anticorrupción) es también un buen propósito. Pero creo que ha faltado más pragmatismo en las normas.

    Los procesos de selección contractual se intentan dirigir y en muchos casos se amarran, pero no siempre. Las leyes por sí solas no cambian nada, pero permiten un margen de acción.

    Si la Cámara de Representantes finalmente "puede" votar y aprueba, como se espera, la Ley anticorrupción, es de esperar unos decretos reglamentarios que sean, por favor, pragmáticos.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 3:30 pm

    marcas sociales, no marcadores sociales
    claro que un marcador social puede ser 10-0 ganando los amigos de Tomas.

  • juan francisco muñoz
    17 abril, 2011 at 3:31 pm

    En el minuto 2:25 la cantante de Bomba Estéreo dice: "…y si tú no me conoces, no me llamo Camila, no me llamo Natalia, ni tampoco Carolina; Me llamo Lisao y de la fiesta soy la dueña…". Bomba Estéreo es una banda caleña que se basa en el mundo popular colombiano, un mundo que genera antipatías dolorosas. Esta banda ha logrado más que ninguna banda Bogotana típica de miembros con nombres propios o de novias con nombres como Camila, Natalia o Carolina (por ejemplo, bandas como Poligamia, The HAll Efect, The Mills, The Black CAt Bone…). Bomba Estéreo va a tocar en dos de los festivales más importantes de música rock y pop en USA, Coachella y Lollapaluza.

  • juan francisco muñoz
    17 abril, 2011 at 3:49 pm

    La banda ganadora del Grammy,procedente de Quibdó, canta en el minuto3:35 apellidos típicos de los grupos Afros: "…Chaio, Condoto, y Mina, ajá…".
    A finales de los 50´s e inicios de los 60´s pasó algo único en USA. La música negra empezó a cambiar el vocabulario popular, pero solo de forma más completa hasta que los jóvenes ingleses como The Beatles, The Rolling Stones, The Animals, The Yardbirds, The Kinks, entre otras bandas, presentaron este nuevo vocabulario a una audiencia discriminadora, como Elvis lo había hecho con expresiones como "Houng Dog", ahora ellos lo hacían con expresiones como "Mojo working", historias sórdidas como "The House of the rising sun", expresiones sexuales como "she said yeah",y expresiones sinceras como "money, that´s what i want", entre otras.
    Puede sonar romántico, pero la música popular ha jugado un rol importante en la historia de la movilidad social. No sé si causal, pero por lo menos ha cambiado con la movilidad.

  • Apelaez
    17 abril, 2011 at 3:57 pm

    Juan Francisco, Bomba Stereo es un invento de Simón Mejía, bogotano de buena familia, estudiado en colegio de elite y universidad privada. Hasta en ese nicho se nota lo que habla Gaviria en la columna

  • Alejandro Gaviria
    17 abril, 2011 at 3:59 pm

    Anónimo 10:30: tal vez “rótulos sociales”, me gusta más. Pero el anglicismo “marcador social” no me choca: es usado constante por la gente de mercadeo para denotar el tema que nos preocupa. Gracias.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 4:00 pm

    Yo no estaría tan segura, Juan Francisco, que la "música popular" cambié la movilidad social. Personalmente disfruto mucho de las nuevas expresiones como chocquibtown o bomba estereo, Petrona Martines, Toto, etc. Pero no creo que sea un mecanismo generalizable de movilidad social, es una expresión cultural de identidades que han sido relegadas y logran mostrarse a través del arte. Pero, ¿cuántos chocquibtown o bombas estereos pueden haber? la movilidad social pasa más por una educación "universal de calidad" y la posibilidad de acceder al mundo laboral en condiciones dignas que proporcione una mejor distribución de ingresos, sobra decir fuera de la pobreza. Obviamente no queremos un país con alta igualdad de ingresos porque todos somos pobres.

  • juan francisco muñoz
    17 abril, 2011 at 4:12 pm

    Apelaez: Pues así como los jóvenes ingleses se interesaron por la música negra norteamericana, algunos bogotanos lo hicieron, pero no por eso cambiaron la esencia de esta música, ni su idioma, ni su vocabulario. Incluya en ese grupo a los fundadores de Sidestepper y a músicos como Juan sebastían Monsalve con Curupira. Creo que esas amistades artísticas entre jóvenes bogotanos de "buena familia" y músicos de las costas han sido importantes. Los éxitos comerciales dados por el impacto de estas bandas fuera del país lo dicen, hay cierta antipatía general, equiparable a las sensaciones encontradas con el rock and roll en USA a finales de los 50´s. Lo triste, es que no fue hasta que Chocquibtown y Bomba Estéreo tuvieron fama afuera que les prestaron atención en los medios colombianos. Lo mismo cabe para Totó la Momposina y Jorge Belosa. Una pequeña tragedia de la discriminación colombiana es que separa a todos los estratos de la música popular colombiana, y de sus historias y su vocabulario.
    Me pareció interesante lo de los nombres en la canción de Bomba Estéreo y lo de los apellidos en la de Chocquibtown.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 4:53 pm

    Algunas coincidencias me hacen recordar el caso de Daniel Angel y DMG.

    Con seguridad, los argumentos de clase tambien inciden en asuntos mas alla del mercado laboral como por ejemplo la aprobacion de un credito.

    Gran columna. Espero que se haya recuperado del susto del viernes por la noche.

    PD: Siento no incluir las tildes. Estoy en el exterior en un PC cuyo teclado es realmente complicado.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 4:53 pm

    Al juzgar a una persona como de bien o no deben primar los valores como la etica, la moral y el buen criterio antes q sus cuentas bancarias, sus activos. Los grupos al margen de la ley han sembrado una mentalidad mafiosa en muchas regiones de colombia en donde familias q se involucran con ellos y se enriquecen rapidamente son llamados equivocadamente personas de bien!

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 5:27 pm

    como yo lo entiendo, la "marca" social es algo que uno lleva (por el nombre que le pusieron, el colegio donde estudio, el barrio en que vive,la ropa que se pone, la comida que consum), de la misma manera en que un lunar en la espalda puede ser una "marca " de nacimiento (no un "marcador"). El "rotulo" en cambio es algo que alguien más le pone a uno, usualmente por las "marcas" sociales que lleva.

    los de mercadeo son muy prestos a usar anglicismos y extranjerismos no necesariamente porque sean utiles (algunos lo son, y mucho, como por ejemplo "chip") pero en general los adoptan sin pensar dos veces porque les da pereza.

    un ejemplo muy interesante de las marcas y rotulos sociales es la manera en que el columnista daniel samper ospina se refiere al vicepresidente angelino garzón, asociándolo siempre en su humor pueril con cosas como el chicharrón, el chunchullo, la morcilla y en general con todo aquello que un muchacho de buena familia graduado del gimnasio moderno y de la universidad de los andeas o del rosario o de la javeriana asocia a la "chusma" que vive al sur de la 72.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 6:15 pm

    Que tendencia tan grande de los muchachitos Uribe de meterse con otros muchachitos traviesos de 2buenas familias, ese es un problema familiar heredado de su padr, siemprecaminando por la linia tenue, al filo de la navaja….
    Hagamos la lista de las buenas familias….

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 6:28 pm

    Muy bueno el comentario de anónimo 12:27. Me genera malestar en muchos blogs de economía que usan 80% de términos en inglés, cuando bien pueden expresarlos en castellano. Me pregunto por qué no hacen el blog directamente en inglés si tanto les molesta hablar en su lengua materna. Que bueno que no es el caso de Alejandro, me parece…

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 6:41 pm

    Me parece que lo de "marcador social" es derivado de otra cosa…de los llamados "marcadores genéticos". No estoy muy seguro de la vinculación de los términos. Lo de marca social me parece apropiado.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 7:02 pm

    Esta columna sí que está buena.
    Ojalá los comentaristas se comporten

  • Andrés
    17 abril, 2011 at 9:21 pm

    Como becado de los Andes esa fué precisamente una de mis mas grandes preocupaciones al entrar a la universidad. La universidad se enorgullece de como importantes empresas prefieren a los egresados uniandinos pero ¿acaso se podría esperar otra cosa de una universidad de clase alta? No será que esa preferencia es, como dice Javier, una forma de palanca a la que nos hemos acostumbrado?. No es por demeritar los logros de la universidad pero sería bueno que las directivas (o quien sea) cuestionaran esas supuestas ventajas.

    Por otra parte: ojalá Alejandro pudiera, si no es mucha molestia, publicar las cifras de las que habla.

  • Alejandro Gaviria
    17 abril, 2011 at 10:18 pm

    El estudio sobre el efecto de los nombres propios sobre los ingresos laborales lo he enlazado varias veces. Aquí va otra vez.

    Enlazo otro estudio que compara los niveles de movilidad social en Colombia con los de otros países.

    Sobre la inserción laboral de los egresados de los Andes, no existe una evaluación completa. Pero he conocido muchas anécdotas sobre el tema mencionado en la columna. Este estudio de Juan Esteban Saavedra sobre las ventajas de los Andes aporta a la discusión.

  • Anónimo
    17 abril, 2011 at 10:33 pm

    Paradójicamente Tomás Uribe usa los mismos argumentos de Felipe Zuleta y Daniel Samper O. a quienes Uribe y sus hijos y su entormo les parecen muy rústicos y mañes.

  • SebastianJaen
    18 abril, 2011 at 12:11 am

    Yo trabajo en una institución pública, y es doloroso ver como algunos de mis estudiantes, que se que son brillantes, son sistemáticamente rechazados al momento de querer hacer su práctica laboral, por una importante entidad bancaria de la ciudad de Medellín.

    Las sicólogas después de una breve entrevista los descalifican, y después ellos se enteran que es por problemas psicosociales, cuando uno sabe que es porque algunos de ellos son afrodecendientes, mulatos o zambos, y otros, porque viven en barrios pobres. Si eres de cualquiera de estos grupos, y eres muy buen candidato, es probable que te contraten si no tienes que tener contacto con los clientes y funcionarios del banco.

    Efectivamente, el patrón de discriminación y exclusión sigue vigente. La gente bien (aunque sea mal) es la que tiene las oportunidades.

  • Constantino
    18 abril, 2011 at 12:57 am

    Alejandro, mi nombre es inusual pero apenas he sentido discriminación una vez en la vida. Es más: en ciertas esferas culturales parece un nombre interesante, curioso. He recibido toda clase de comentarios elogiosos por parte de personas cultas. Tan solo fui discriminado en un pueblo caldense, La Merced, cuando me presentaron a dos mujeres que dijeron “qué nombre tan raro, ¿no le da pena?”. Ellas se llamaban Karen Johanna y Sharom (a esta le pregunté por el origen de su nombre y dijo que era por la actriz Sharom Estone).

    Además de qué tan infrecuente es el nombre, conviene tener en cuenta qué tan feo es. Pero un estudio riguroso no podría usar un parámetro subjetivo como el de la fealdad. ¿Cómo explicarle a un Ederson que su nombre es feo? Ederson es una forma descuidada de Emerson, apellido de un hombre muy ilustre (Ralph Waldo). Y es que aun en la forma correcta suena feo en español, tanto por ser una palabra anglosajona como por ser apellido en vez de nombre. Sin embargo, un nombre extranjero va bien al lado de un apellido extranjero (para ciertos trabajos en particular). Por infrecuentes que sean, un Marius Tarsoly y un Andreas Kostelka tienen mayores probabilidades de conseguir trabajo como profesores de idiomas que Juan Pérez y Pedro Rodríguez.

    Aunque es difícil ponderar la fealdad de un nombre, es posible establecer si es cacofónico o malsonante. Por ejemplo, cuando contiene las letras menos habituales en el español (X, W, Y) (Xiomara, Wilmar, Yurleidy) y diptongos propios de otros idiomas que no figuran en las palabras castizas (TH –Ibeth–, GH -Gheysel–, JH –Jhon, imperfecto de John–, SH –Sharon, Sherly–…) Otro factor que influye en la cacofonía es el segundo nombre. Pedro y Guillermo son nombres adecuados por sí solos, pero Pedro Guillermo es feo. Lo mismo aplica para el conjunto de nombre y apellido. Andreas Kostelka suena bastante mejor que Andreas Sánchez.

    El contexto sociocultural también tiene determinaciones importantes. Es seguro que a la mayoría de habitantes de La Merced Constantino les parecerá un nombre feo, mientras que Karen Johanna será absolutamente normal. En conclusión, la infrecuencia no es el único parámetro adecuado para evaluar la discriminación por nombre. Así por joder se podría estudiar científicamente la cacofonía de las palabras y sus combinaciones en español. Tal vez de esa manera se llegue a la conclusión científica de que el nombre William, que es extranjero y empieza por una letra muy poco usual en español, unido al apellido Ospina, que sí es propio, causa disonancia. Y que es más fácilmente objeto de discriminación un señor de nombre William Ospina que, por ejemplo, alguien llamado Alejandro Gaviria.

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 2:01 am

    Sigue el debate. Buen comentario de Daniel Escobar, un ex alumno de Constaín:

    Yo, como ex-alumno de Juan Esteban quisiera participar. Recuerdo muy bien la “clase rarísima o happening” de la que era víctima una vez por semana. Aclaro que era una suerte verlo en esa clase, ya que su asistencia era casi fortuita, lo cual denota un gran interés por sus alumnos.
    Recuerdo también cómo empezaba. “Muchachos, y hoy, ¿qué quieren saber? ¿Qué quieren que les cuente? ¡PREGUNTEN!” Aún siento ese tono arrogante de creer saberlo todo.
    En este momento es pertinente remitirme a su columna, “Mi clase, en sus modestas proporciones, es para eso: para vacunar a los muchachos…”. El término “vacunarnos” en sí mismo es despectivo por no decir que es una forma desproporcionada para referirse a sus estudiantes. ¿Vacunarnos a nosotros? ¿De qué? ¿De quién? Si según él, nacimos con internet, sin prejuicios ni miedos ni mitos y en realidad no necesitamos aprender porque todo ya está allí.
    Además ¿Cuál es su crítica frente a los burócratas? ¿No actúa él como uno de ellos? Acaso Calcio, su última novela, con un tema muy pertinente a propósito de la fiebre del mundial no es eso de lo que tanto habla? “Comprar barato y vender caro” ideas superficiales y vanas publicadas en el momento preciso en el espacio adecuado. Y siguiendo su orden de ideas pregunto ¿el uso del BlackBerry significa la negación al criterio y a la conciencia? Qué determinismo! Siento cierto aroma a dogmatismo, algo impropio para tan sublime profesión como la de educar sabios.
    Para terminar, hay algo que me gustaría añadir, Constaín dice que le encanta el debate, aunque veo que prefiere darle la espalda aceptando las críticas sin sostenerse en su punto, tampoco me sorprende que sus columnas en EL Tiempo no tengan habilitada la opción de comentar y que este debate haya terminado en sus adulaciones que demuestran la poca fidelidad hacia sus palabras.
    Y respondiendo al último comentario de su columna, menos mal en la academia no todos son como él.

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 2:10 am

    Yo contrataría a un Ubaldo Matildo para ser arquero,
    y a un Willington para delantero.
    A Constantino no le daría puesto de nada,
    porque se las da de culto,
    y se le escurren las babas.

  • JuanDavidVelez
    18 abril, 2011 at 2:21 am

    Me llamó la atención este comentario de apelaez "no sobra aclarar que la preparacion academica tampoco tiene mucho que ver con la rectitud de una persona"

    Un dato curioso: una señora que es experta en selección de personal y que tiene mucha experiencia haciendo ese trabajo para muchas empresas de Antioquia, me dijo una vez que en el proceso de selección no se puede determinar la honestidad, ella me dijo que eso no se puede medir en lo que ellos hacen. Que a ese respecto ella a sus clientes lo único que puede ofrecerles es las referencias de la persona en sus anteriores trabajos. "no hay indicios que sea deshonesto", eso es lo más que pueden decir al respecto usando las herramientas de la selección de personal. Por lo menos así era hasta hace 6 años que ella me dijo eso.

  • Alejandro Gaviria
    18 abril, 2011 at 2:37 am

    Dos preguntas difíciles: ¿deben las universidades tratar de enseñar directamente valores o moral o algo así? ¿Pueden hacerlo con alguna eficacia? En mis momentos de pesimismo tiendo a pensar que las respuestas son no y no (en cualquier orden).

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 3:34 am

    El problema esta en que si Hasbleidi Rojas llega, con el tiempo, a ser la gernte tampoco contratara a sus congeneres, lo he visto tambien.
    "Atracan a Alejandro Gaviria": si ve Alejandro que pueden bajar los indicadores de homicidios por cada mil habitantes y la inseguridad aumentar.
    Bomba Estereo no es una banda caleña, su cantante es barranquillera o cartagenera (la estrella) y ellos, sus integrantes, eso no les importa.
    A alguien que se llame Constantino yo lo apellidaria Kavafis y punto.

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 3:40 am

    Alejandro es muy comun en las universidades colombianas, que los "directores academicos" o los pedagogos(?) intenten resolver todos los problemas del pais colgandoles nuevas asiganturas a los planes de estudios que al final quedan como un arbolito navideño . Etica, Moral, Emprendurismo, Bioetica, Cultura ciudadana, Multiculturalismo etc. Que pereza.

  • JuanDavidVelez
    18 abril, 2011 at 4:13 am

    De los planes de estudio, cuando yo estudié ingeniería, le "colgaron": historia de Colombia, ética, geopolitica, economia. (imagínense, dizque economía, se habrá visto semejante vagabunderia, nosotros estudiando ingenieria y viendo esa carreta).

    A mi me pareció bacano ver eso, supongo que lo que propone el anónimo es que sean opcionales y que los estudiantes que a diferencia mía no les interesen los teoremas que rigen el orden político mundial, que no la vean, tal vez deba ser así como él dice, yo que voy a saber. En todo caso a mi me parecieron bacanas esas cuatro materias. (entre otras cosas ¿en que va ese cuento del producto interno bruto?, supongo que no ha cambiado mucho desde el 96)

  • charlie
    18 abril, 2011 at 5:07 am

    De la posicion social habla la clase media para verificar si llego, o cuanto le falta. O quien ya llego. Al que se siente aristocrata,asi este en la olla, por ejemplo al campesino, el tema no le importa.

  • Javier Moreno
    18 abril, 2011 at 12:25 pm

    Alejandro: No creo que las clases de valores y/o cívica logren nada. Y tampoco creo que esa sea la responsabilidad de la universidad, al menos no a ese nivel. Me gusta la idea, eso sí, de que los programas de gerencia promuevan la idea de que la diversidad social de los empleados es un indicador empresarial positivo. Aunque esto seguramente ocurre en un medio donde la diversidad social es nula o mínima, ¿o me equivoco?

    Creo que si de verdad hay voluntad para cambiar este tipo de percepciones extendidísimas, la universidad de Los Andes (y también la Nacional (que ha decaído notablemente en eso)) deberían esforzarse seriamente por aumentar de manera visible la población estudiantil sin recursos. Nada mejor para romper los prejuicios de que el contacto directo y diario con las poblaciones discriminadas en un medio donde todos estén en mediana igualdad de condiciones. Esto podría incluir programas "de transición" entre el colegio y la universidad para compensar por las deficiencias de la (vergonzosa) educación pública así como sistemas de becas muchísimo más extendidos.

  • Cristian Echeverry
    18 abril, 2011 at 2:26 pm

    magistral

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 3:01 pm

    Sobre la pregunta de Gaviria acerca de si correponde o no a la universidad enseñar valores morales y si lo puede hacer con eficacia, la respuesta más simple es que se da por hecho que así ocurre. El problema entonces es la disfuncionalidad que existe entre el deber ser, es decir,lo que le enseñan a uno en el hogar, en el colegio, en la iglesia, en la universidad, en el lugar de trabajo, etc., y lo que se vive y se ve en la vida real. Carreta hay por todas partes: desde los 10 mandamientos, pasando por la responsabilidad social empresarial (RES) hasta los cursos de todas clase de "sensibilizaciones" e incluso leyes. Pero a la hora de la verdad, predomina la selección pasiva o por defecto: hacemos/repetimos lo que hemos visto y seguimos viendo. El efecto de una política activa en ese sentido va a ser si acaso marginal, creo yo.
    Eso no quiere decir que no se deban diseñar mecanismos efectivos para que la educación de convierta en la herramienta por excelencia para nivelar la cancha de juego, como dicen los gringos. Lo otro sería implementar una política activa de convencer a los menos privilegiados de que ayuden a resolver el problema desde la pila bautismal, de modo que por ejemplo Fulgencio Bogotá Chía se cambie el nombre por Fulbert Rotterdam Nederlek.

  • Fco
    18 abril, 2011 at 3:02 pm

    Está buena la discusión. Una amiga gringa me decía hace poco lo extraño que le parecía la costumbre colombiana de poner la foto en las hojas de vida. Esto, en EE.UU. es considerado como discriminatorio. El punto es que frente a la pregunta de qué hacer, puede empezarse por cosas pequeñas como dejar de poner -y de exigir- que en las hojas de vida aparezcan fotos, datos del domicilio o la fecha y el lugar de nacimiento. No se lograría mucho, pero al menos pueden pasar un primer filtro.

  • juan francisco muñoz
    18 abril, 2011 at 3:36 pm

    En el mercado de las herramientas de la selección de personal ha sido creada esta herramienta para estimar los valores de un empleado, mediante un cuestionario se indaga por las actitudes más valoradas en contraposición a otras; Por ejemplo:
    Qué le parece más intolerable?:
    Ser irresponsable o ser desconsiderado hacia otra persona?; Caer en contradicciones al pensar o sentir intolerancia?; Sentirse presumido o generar divisiones o discordia?; La injusticia o sentirse angustiado?.
    No conozco estudios sobre esta prueba, pero algo interesante que tiene es que se contrasta con medidas en pruebas de personalidad y de competencias. En cierta forma, la tendencia actitudinal podría no ser un indicativo de moral, pero sí un predictor de compromiso con ciertas acciones. Harían falta estudios para demostrar si la moral es cosa de personas comprometidas con su trabajo.

  • Harold H. Londoño
    18 abril, 2011 at 3:52 pm

    Dice Weil, citando

    love and money.

    "Los investigadores han medido la clase social de los maridos y de las mujeres observando su nivel de estudios (…) y han observado que la correlación entre el nivel de estudios de los maridos y el de las mujeres es dos veces mayor en Colombia y el Ecuador (que son los países en los que más predomina el emparejamiento selectivo) que en Australia e Israel (que son los países en los que menos predomina)"

    La desigualdad da para todo no?.

  • juan francisco muñoz
    18 abril, 2011 at 3:54 pm

    Recuerdo que Danniel Dennet comentaba que era difícil decirle a otras personas que él estudiaba la consciencia. Cuando le explicaba a otras personas o colegas, no podía evitar notar la cara de extrañeza de sus interlocutores. Para ellos la consciencia resultaba algo tan evidente para sí mismos, que estudiarla parecía una pérdida de tiempo. La consciencia no era comprendida por ellos como un fenómeno biológico y psicológico en el cual todos cometemos los mismos errores y los mismos aciertos, sino que para ellos las consciencia era esta certeza de reconocerse como dueño de los propios actos.
    Creo que con la moral pasa lo mismo. Tenemos un sesgo según el cual nuestra moral es distinta a la de los demás. De la misma manera, nuestra atribución sobre nuestras acciones tiende a engañarnos, al sobre estimar el impacto de nuestras intenciones y desestimar el impacto de aquello que no está bajo nuestro control.
    Es interesante ver además que la moral y la consciencia son conceptos superpuestos. Pero creo que la necesidad de la moral ha estado en no querer aceptar algo que dijo el neurofisiólogo John Eccles: "Desde el punto de vista de la consciencia, somos espectadores". La moral sería un convencimiento de lo contrario, de no ser espectadores de nuestra existencia, sino evaluadores y protagonistas.

  • Harold H. Londoño
    18 abril, 2011 at 4:21 pm

    He tenido la oportunidad de conocer y participar en algunos procesos de selección para directores de alianzas público privadas; ONGs y vainas por el estilo.

    Al final de la carrera (cuando quedan unos tres) siempre surge un argumento que parece desbalancear la decisión final y resulta hasta "incontrovertible":

    "es que esta persona tiene contactos, se mueve en ese mundo, le abren más fácil las puertas, le corren"

    En últimas, pareciera que en ciertos cargos es inevitable y hasta "racional" que los apellidos de siempre continuen predominando en las altas dignaturas.

    Alejandro: muy estimulante su respuesta a Apelaez. la docencia, creo, de a poquito ( y sin mayores pretnsiones) puede ayudar a transformar la sociedad.

    Aprovecho la oportunidad para expresarle mi solidaridad con su incidente del pasado viernes.

    A mi robaron el carro (con pistola) el año antepasado. cuando fuí a poner el denuncio me dijeron algo que todavía me tiene rabon "mijo no sólo le robaron el carro, le robaron la tranquilidad"

    Imperfecciones de la Seguridad Democrática, supongo.

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 4:50 pm

    Y Jaime se dejó achantar?

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 5:27 pm

    No se dejo achantar esta de viaje. Jetlag, supongo.

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 9:17 pm

    Yo creo que no deben enseñar valores ni moral directamente. Esa parte es indirecta. Haciendo respetar reglas: siendo dura con los plagios, con la copia, etc…
    RA

  • Anónimo
    18 abril, 2011 at 11:49 pm

    Alejandro: Quisiera preguntarle por qué cree que existe la discriminación?; No es un fenómeno exclusivo de Colombia. En todos los países existe. No será que a veces discriminar trae cosas buenas?. Por qué las mamás insisten tanto en que aprendamos a comer bien, a hablar bien, a vestirnos bien. Tal vez es para que no seamos victimas de la discriminación?. No cree que en las poblaciones hay una variabilidad importante en educación y valores, y es justamente por eso que es útil discriminar y evitar ser discriminado?. Claro, yo sé que hay indicadores mas precisos de calidad humana que el mero apellido; el caso que usted expone lo demuestra con claridad. Pero lo que si queda claro es que hay señales que sí indican que uno puede ser una persona de confianza o no. Estoy totalmente de acuerdo con que se debe enseñar a ser mucho mas cuidadoso con la evaluación de esas señales que indican confianza. Debemos entender que el apellido, el color de piel, el género o la orientación sexual no son señales suficientes para generar confianza. Es factible que en el pasado estas señales tuvieran mayor correlación con la confianza (es decir verdaderamente un apellido tuviera una alta correlación con la calidad humana de los que lo tuvieran) y por eso nuestros padres y abuelos las sigan usando y les sigan creyendo, pero claro que en el mundo en el que vivimos actualmente ya esto ha perdido validez.
    De todas maneras es interesante preguntarse por la utilidad de un comportamiento que es tan generalizado en los seres humanos.
    Andrés F.

  • María Claudia Díaz
    19 abril, 2011 at 12:10 am

    La columna esta muy buena.

    Yo quiero hablar de "la otra cara de la moneda": el resentimiento. Si los argumentos de clase no valen la pena porque son falsos, esta afirmación debería aplicar en doble vía es decir, no discriminar ni desde arriba ni desde abajo.

    Resulta que en un lugar del sector público donde trabaje un buen rato, de treintaipico personas que trabajabamos en mi dirección solo 2 eramos de los Andes y era "política" no contratar practicantes de los Andes. Por decirlo de alguna forma la hegemonía la ejercía la gente de la Nacional. Y la cosa no paraba ahí, los comentarios que tuve que soportar mas de una vez por ser uniandiana y haberme graduado de un colegio privado eran bastante aburridos, por no decir ofensivos. Prejuicios y mes prejuicios.

    Con cosas como estas se vuelve muy jarto cogerle amor al arte. Definitivamente las minorías siempre llevan del bulto.

  • Alejandro Gaviria
    19 abril, 2011 at 12:36 am

    Harold: esta vez fue menos traumático. En Medellín me robaron dos carros hace ya algunos años. El segundo fue un Renault 4, rojo para más señas. Cuando me bajaron, me preguntó uno de los asaltantes si el carro tenía seguro. Yo le dijo que sí y sólo después entendí el sentido de la pregunta y la torpeza de mi respuesta. Estuve una hora dando vueltas en mi propio carro, de pasajero, con una pistola en la nuca y el conductor diciéndole al otro asaltante, quien iba atrás, “mata de una vez a este hijueputa”. Al final me di cuenta que el “seguro” de la pregunta era un dispositivo usado en aquella época para evitar los robos: hacía que los carros se apagaran después de un tiempo, sólo podrían ser prendidos nuevamente si se presionaba un botón escondido. Al final (una consecuencia inesperada, digamos) el dispositivo lo dejaron de vender por peligroso.

  • Alejandro Gaviria
    19 abril, 2011 at 12:36 am

    La pregunta sobre la permanencia de la discriminación es interesante. Gary Becker argumentó, en su tesis doctoral, hace ya mucho tiempo, que la competencia eliminaría la discriminación motivada por simples preferencias: las empresas discriminadoras serían reemplazadas en el largo plazo por empresas no discriminadoras más capaces, en teoría, de atraer mejores empleados, clientes y proveedores. El optimismo de Becker, sobra decirlo, tiene límites. La discriminación estadística es perfectamente consistente con la racionalidad económica: es casi una consecuencia de la misma racionalidad. Además, el capital social es clave en muchos negocios y en el mercado laboral. No es casual, por ejemplo, que el 80% de los trabajadores de Dunkin’ Donuts en LA sean de origen camboyano. Tampoco es casual el ascenso de los Nule: es un ejemplo, en buena medida, del poder de una cultura como la libanesa y palestina, basada en redes excluyentes que han históricamente logrado penetrar la política y los negocios (el artículo del domingo de EE es bastante ilustrativo al respecto).

  • María Claudia Díaz
    19 abril, 2011 at 12:44 am

    Una anécdota sobre los nombres propios atípicos, tanto en clases en la universidad como en el trabajo, pasaba que las personas que tenían un nombre compuesto en el que un nombre era por decirlo de alguna forma "normal" y otro "atípico", siempre se hacían conocer por el primero, y en el momento de encontrarlos en la lista de la clase o de correos no eran fáciles de encontrar cuando se les preguntaba revelaban su nombre completo, su "verdad oculta".

    Mas que vergüenza de su nombre propio, siempre me pareció que era una senal de que estas personas eran conscientes del potencial discriminatorio que podían generar sus nombres.

  • T. Rincón
    19 abril, 2011 at 1:56 am

    Excelente columna. Discrepo en que el sr. T. Uribe (Ya no es un niño com pretende presentarlo su progenitor), sea cándido; es todo lo contrario.
    Atentamente,
    T. Rincón

  • Oscarc
    19 abril, 2011 at 2:58 am

    Recuerdo en mi primer empleo, hace unos cinco años, que tuve un Jefe que me llamaba siempre por los dos nombres. Lo hacía para burlarse, sí, al personaje le causaba gracia mi segundo nombre.
    Yo en vez de sentirme discriminado o apenado, sentía pena ajena por su comportamiento ridículo.
    Lo hacía en público, y casi nadie por no decir nadie compartía la gracia.
    Es la hora, y modestia aparte, tengo un empleo mucho mejor que el suyo.

    Aveces, creo, la discriminación es un arma de doble filo. Nunca se sabe cuando la gente en un sector particular esta dispuesta a tolerar este tipo de comportamientos.

    Saludos para todos los de buenas familias, y los de no tan buenas.

  • José Miguel Rey
    19 abril, 2011 at 1:31 pm

    Alejandro –

    Cambiando un poco de tema. ¿Qué opina de las elecciones en Perú? Por qué será que un país con semejante transformación y el cuál es visto de cierta manera como un milagro económico va elegir como presidente a un personaje que va en contravía de todo lo que ha logrado el país hasta hoy?

  • Anónimo
    19 abril, 2011 at 2:12 pm

    Soy graduado de la maestría de economía de la U de los Andes. Asistí a diversas clases con Jerónimo U. Aun me recuerdo los parciales de econometría en donde la trampa del hijo del ex mandatario fue tan evidente que aun me asusta pensar que mi alma mater lo permitiera. La facultad de economía ( o el consejo académico de la universidad) fue muy complaciente al no expulsar a Jerónimo, en su varios escándalos por fraude en parciales. Doctor Alejandro me siento alumno suyo por ser graduado de la maestría de economía y lo admiro por sus logros, pero siguiendo la línea de su artículo, Jerónimo no fue expulsado por ser de “buena familia”.

  • Anónimo
    19 abril, 2011 at 2:13 pm

    Soy graduado de la maestría de economía de la U de los Andes. Asistí a diversas clases con Jerónimo U. Aun me recuerdo los parciales de econometría en donde la trampa del hijo del ex mandatario fue tan evidente que aun me asusta pensar que mi alma mater lo permitiera. La facultad de economía ( o el consejo académico de la universidad) fue muy complaciente al no expulsar a Jerónimo, en su varios escándalos por fraude en parciales. Doctor Alejandro me siento alumno suyo por ser graduado de la maestría de economía y lo admiro por sus logros, pero siguiendo la línea de su artículo, Jerónimo no fue expulsado por ser de “buena familia”.

  • Harold H. Londoño
    19 abril, 2011 at 2:52 pm

    Hablando de buenas familias:

    invitados Boda Real.

    A mi me parece que eso de invitar a los "ex" al matromio es un alto grado de civilización.

    Deberían invitar también los vacilones. Me imagino que también eran de buena familia.

  • Anónimo
    19 abril, 2011 at 3:42 pm

    Good or Evil? E.O Wilson should meet the Nules

  • Lanark
    19 abril, 2011 at 5:25 pm

    Anónimo 09:13 Difiero de su interpretación sobre la impunidad de los delfines. Hay gente que puede salirse con la suya porque es de buena familia, pero hay otra gente que se sale con la suya porque tiene plata o poder. En el caso de Jerónimo, es bastante discutible que sea considerado por la sociedad bogotana como "de buena familia", pero uno sí sabe que tiene a su disposición un ejército de abogados muy bien conectados, y quién sabe qué otras razones para decir "usted no sabe quién soy yo".

    Un amigo mío escocés trabajó en un colegio bilingue cerca de Bogotá en los 90s, y un día se vio discutiendo con un peso pesado del narcotráfico sobre el desempeño académico de una niña. Él dice que la niña se puso las pilas a pesar de todo (al papá terminaron cosiéndolo a bala) y pasó la materia aprendiendo lo que había que aprender, pero es fácil imaginarse que eso no siempre sería el caso. Y este no es precisamente un caso de "buena familia".

  • Anónimo
    19 abril, 2011 at 6:02 pm

    En cambio cuando yo estudie en Uniandes, un muchacho empleado del banco de la republica que estudio con beca del banco, se copio supuestamente, en una clase de profesor y ex ministro , Cardenas y el monitor de apellido Barrera, testifico: lo expulsaron. Luego con el tiempo ese docente fuen un ministro de "buen apellido" bordeo el codigo penal. El lema en ese entoces era: el que avisa no es traidor.

  • Anónimo
    19 abril, 2011 at 8:17 pm

    PErdon por el error de mi comentario pasado. Aun me recuerdo los parciales de. Es Aun recuerdo.

  • panÓptiko
    20 abril, 2011 at 12:39 am

    Me uno al coro de aplausos, me paro y grito: "otra, otra!".

    Supongo que siguiendo las ideas de McCloskey, se hace bastante desenmascarando las estructuras aristocráticas que dominan el sentido común colombiano. Pensé que esos argumentos habían quedado sepultados después de "los Victorinos", retrato fiel de las buenas familias donde a los niños se les premia que sean tremendos–y ahora que lo pienso, un (débil) contra-argumento al asunto de los nombres–pero eso es darle más importancia de la que tienen las telenovelas.

    La otra cara de la moneda es igual de preocupante, pues si la aristocracia genera exclusión, el resentimiento proletario justifica la violencia–como la experimentada por los comentaristas. Hace unos días Javier le mentaba a un reconocido y querido twittero el fallo monumental de creerse de clase media, siendo que es un columnista y escritor reconocido con estudios en el exterior, etc. Creo que este caso no es especial, y tal vez este haciendo falta un ejercicio colectivo de mirarse al espejo.

    Comentarios sueltos a lo comentarios:

    – Observar que si bien la discriminación estadística es un problema, el mundo necesita gente que trabaje en los Donkin Donuts, y es un asunto bien complicado el de determinar si hay una indignidad en ello. En todo caso, los negocios se benefician de estos vínculos sociales, como los coreanos y las lavanderías creo haber escuchado, y si estos sirven de trampolín (o seguro) social pues no es necesariamente malo.

    – Lo de la musica es bien, bien, bien relativo. No se que tan representativos sean ahora los tropi-popos y electro-folkloristas, pero en mi generación Rock al Parque movía mucha más gente el día del Metal y el Punk. Creo que ahora el Rap mueve igual número de gente. Los mensajes allí tal vez sean distintos.

    – Sobre la boda real, seguiré en mi indignación por haber invitado a los príncipes imperiales japoneses. Ese es el trato entre buenas familias.

    Saludos,

  • Anónimo
    20 abril, 2011 at 4:50 pm

    Que extraño eso que cuando alguien dice que la supuesta moral, con la que se excluye, es un elastico infinito para algunos de "buenos apellidos" se diga que eso es resentimiento proletario. Lo que se concilio en esa ocacion fueron bienes publicos, no bienes de la clase proletaria.

  • Pime
    21 abril, 2011 at 10:41 am

    Absolutamente de acuerdo.
    Gracias por tocar el tema.
    Hace unos años, un grupo de estudiantes del G-Dip, afiliado a nuestra facultad de derecho, también descubrió que estos prejuicios atinentes a la clase social redundan en segregación racial.
    Experimentaron enviando a un grupo de personas de raza negra a varias discotecas "play" en Bogotá y observaron que la gente de raza negra encuentra, sistemáticamente, muchas fiestas privadas a las que no están invitados. Al preguntarle a los dueños de los establecimientos, algunos admitieron que el criterio de exclusión se basa en una predicción rápida sobre el número de "activos" que pueda tener la persona que aspira a ingresar al establecimiento.
    Nada más ridículo.

    Acá hay algunas notas al respecto:

    http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4603406

    http://www.javierpimentel.com/2008/08/el-racismo-se-mueve-al-ritmo-de-tu.html
    Es

    Un saludo.

  • jaime ruiz
    21 abril, 2011 at 12:27 pm

    ¡Qué apropiado retrato el de Pime! Alguien pone una discoteca para gente rica y cuando va un grupo de negros no los deja entrar. Yo no veo el problema por ninguna parte, al vivir fuera de Colombia estoy acostumbradísimo a que no me dejen entrar a muchos sitios por ser colombiano.

    El fondo de ese razonamiento, al igual que de TODA la discusión, es la manía anticapitalista y antipropiedad de los universicarios colombianos. Del primero al último, reflejando un daño moral atávico, pretenden determinar la clase de personas con las que los demás se deben casar y los derechos que se tienen sobre lo ajeno. No es raro que un grupo de artistas protestara porque una entidad privada le diera un premio a un artista reconocido o rico, ni que hasta el último mono pretenda que el periódico publique lo que le gusta a él, so pena de atentar contra la libertad de expresión.

    El tema da para mucho porque expresa toda la barbarie del asqueroso muladar tropical. Hasta escribí un post sobre eso.

  • Gheysel Naranjo
    21 abril, 2011 at 6:17 pm

    Constantino:

    Tened prensente que hay varias palabras del dioma español con G, por ejemplo gol, Grande, o Dios en Ingles (oh my God!) jejejej. Y diptongos tambien de interés como “ey” , de reyes, o “se” del verbo saber jejeje. No mentiras, de acuerdo mi nombre es raro, y mi apellido no suena tan bien con ese nombre. Quizá a futuro me lo cambie por d’Orange… En fin, no importa a mi me encanta mi nombre y de hecho hasta el momento no conozco mi primera tocaya, y a nadie que no le guste.
    Por su puesto el nombre de las cosas es muy importante, como dirian los católicos: en un principio todo fue “VERBO”… SUSTANTIVO, NOMINACIONES, PALABRAS CHEVERES, colores, etnia, marca, que influyen sobre la gente. Por ejemplo las vibraciones que trae el nombre “soledad”, no son los mas mimas que “Victoria”… , “Victoria’s Secret” http://www.youtube.com/watch?v=G0-AmoBcx10 ….
    Y según la estructura de la evolución, los grandes hombres de la historia, han nacido de ciertas clases, de ciertas jerarquias, de dinastías y linajes. evolucion se basa de sistema de castas,los guerreros, los intelectuales o la casta de los eruditos o sacerdotes , la casta de los comerciantes, y el pueblo o las masas. En general los hijos de los reyes siguen su linaje; los hijos de los guerreros, el mundo de los generales y capitanes; la casta de los comerciantes, la de comprar barato y vender caro, una importantisia casta… Hay escepciones por supuesto. En “Gladiador”, el hijo del poderoso no tenia cualidades, y Máximo, el hijo del pueblo y de la masa, tenia todas las cualidades y jerarquia natural para ser el verdadero rey, el verdadero principe… Y por su puesto son muy diferentes los reyes egoistas y ambiciosos, que los reyes altuistas…

    Buena feliz semana santa, aunque este tema de “santos o semana santa” fue hace tiempos, nada que ver con la modernidad y la actualidad. Tendria más sentido una semana santa de respeto a la naturaleza, o celebrar una semana santa de clásicos, de inmortales. http://literaclasicos.blogspot.com/ (este jueves de Pascua estudiantes de noveno, decimo y once de un colegio haran preguntas, en teoría inteligentes, sobre los clásicos, y el maestro Invitado que contestará en gran parte unas 180 preguntas, quien más si no Juan Esteban Constain)

    Gheysel

  • Julio C.
    21 abril, 2011 at 7:41 pm

    No me parece que la razòn sea una "rutina mental excluyente". En general las personas nos fijamos metas y nos fijamos patrones sociales de acuerdo con nuestro grupo de entorno (ver Davis, 1966: http://www.jstor.org/pss/2775756)

    Pasa lo mismo con otros aspectos: "es economista de los andes, estudió en el exterior, por lo tanto es un muy buen economista)

  • Anónimo
    22 abril, 2011 at 3:55 am

    No tiene nada de malo.

    Los peones de Arias, aquellos incautos que están presos por bobos, pertenecen a las "buenas familias" de bogotá.

    Sus puestos en los cargos son el resultado de ese ascenso social de este país. ¿como terminan?

  • Anónimo
    22 abril, 2011 at 5:40 pm

    La verdadera lucha contra la malaria
    http://www.emol.com/noticias/tecnologia/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=477502

  • Alberto
    24 abril, 2011 at 6:55 pm

    Álvaro, Tomás y Jerónimo

  • Camilo
    27 abril, 2011 at 1:34 pm

    Alejandro:
    Muchas gracias por lo que hace en su clase de Alta Gerencia. Ya somos cientos de becados ingresando al mercado laboral.

  • let_it_be
    29 mayo, 2012 at 2:15 am

    ¿Donde estan las fuentes (estadisticas) dela afirmación acerca del empleo de los becados de los Andes? ¿Acaso es simple prejuicio? ¿parte del conocimiento de 2 o 3 casos? Creo que de lo que afirma Tomás Uribe no se deduce ningúna opinión clasista. Hay familias de clase media y de clase baja que igualmente pueden tener buena reputación. En general todos somos producto de la crianza de nuestros padres. Venir de una familia honesta es un fuerte indicador de ser una persona honesta. Hacer negocios basado en la reputación de una familia es perfectamente lógico.

    Por otro lado no veo como la beca puede ser un impedimento para conseguir trabajo. Al contrario el hecho de que una hoja de vida incluya las palabras "beca" puede influir en la percepción del entrevistado como alguien mas apto para el trabajo. Ese becado tendria mas éxito entre más tenga contactos dentro de el circulo social al que pertenece: la universidad.