Sin categoría

Empirismo vulgar

¿Cuántos economistas, oí decir varias veces esta semana, ganan un salario mínimo o una suma parecida? Esta pregunta retórica ilustra una forma de descalificación común y corriente, previsible, de todos los días. “Los economistas hablan mucho de empleo pero jamás han creado un puesto de trabajo”, solía decir un ex ministro del gobierno anterior en respuesta a sus críticos. “Nunca han pagado una nómina en su vida”, dicen los empresarios con frecuencia. “No conocen el país, no se han untado de pueblo, no entienden las angustias de las regiones”, afirman los políticos de manera rutinaria.

Estos reclamos no sólo son dirigidos en contra de los economistas. Periodistas y comentaristas de otras profesiones reciben reproches similares. “¿Cómo puede alguien que nunca hizo política en Córdoba o en el Cesar hablar de paramilitarismo o de conexiones con los paramilitares?”, se dice con frecuencia. “Qué tan fácil es opinar desde la comodidad de las aulas o de los salones bogotanos, o pontificar desde la distancia, muy lejos de las regiones, de una realidad compleja y acuciante, incomprensible para quienes no la han experimentado de cerca”, se argumenta de manera reiterativa, insistente.

Los argumentos anteriores tienen una marca similar, parecen cortados con la misma tijera; todos invocan, a su favor, una suerte de empirismo vulgar, esto es, todos sugieren que la experiencia continua, sostenida, es una condición insustituible para entender la realidad. Así, sólo los empresarios entienden a ciencia cierta el funcionamiento de la economía, sólo los pobres pueden opinar sobre la realidad y las causas de la pobreza y sólo la práctica rutinaria (la etnografía obligatoria de la vida) nos capacita intelectual y moralmente para entender el mundo y juzgar a nuestros semejantes. Los otros, quienes opinan sin la experiencia requerida, son teóricos, distantes, desubicados o indolentes. 

Esta forma de empirismo es muy popular. Tiene adeptos en la política, en los medios de comunicación, en los negocios, incluso en el sector de la educación. «Solo un médico puede ser Ministro de Salud», dicen algunos con celo gremialista. «Solo los conductores de buseta pueden diseñar los sistemas de transporte», dirán otros en la misma lógica. Pero el empirismo vulgar es demagógico. Incluso peligroso. El contacto permanente con la realidad no siempre abre la mente; por el contrario, la cierra muchas veces. Y poco o nada enseña sobre las causas y los efectos de muchos fenómenos económicos o sobre los determinantes de los problemas más urgentes o sobre la mejor forma de resolverlos. “Pagar la nómina” en nada instruye sobre el comportamiento del mercado de trabajo. 

Los argumentos de muchos economistas son cuestionables. Pero los críticos deberían refinar sus alegatos. El empirismo vulgar es una forma de evadir el debate, de sustituirlo por una descalificación facilista, sin sentido. El empirismo vulgar sirve para crear indignación, para aumentar la popularidad de sus voceros, pero no contribuye al debate. No aporta nada. Genera calor, no luz.

You Might Also Like

  • Anónimo
    16 enero, 2011 at 9:59 am

    Está claro que esta columna es producto de "la angustia de escribir una columna cada semana, pase lo que pase". Y no es que esté en desacuerdo con el contenido de la columna. De hecho es un argumento que usted mismo podría aplicarse cuando critica a los que no piensan como economistas (y no tienen por qué hacerlo). Pero en el fondo, es insustancial. Un espacio desaprovechado. Y es que han pasado tantas cosas, que preocuparse por descalificaciones vulgares parece… vulgar.

  • panÓptiko
    16 enero, 2011 at 11:30 am

    Alejandro, no sé, me reservo el derecho a la sorpresa, y rumiaré la columna un rato. En todo caso, unos puntos rápidos:

    – Comparto en cierta medida la reacción del primer anónimo. Creo yo que hay una razón de fondo para haber elegido este tema para la columna, sobre muchos otros posibles. ¿Qué fue lo que tanto le chocó de esta crítica habitual este año?

    – Creo que pierde la ocasión de matizar la crítica del "empirismo vulgar", analizando sus alcances.

    Por ejemplo, pudo haber analizado como es de similar la crítica al argumento de Easterly sobre "planners vs. searchers", que reconoce la necesidad de cierto pragmatismo en el desarrollo.

    O, también, reflexionado sobre la obra de Omstrom, quien sin lugar a dudas desarrolló su teoría basada en una amplia cantidad de trabajo de campo – participando ella misma en el proceso de asignación de derechos de uso de acuíferos en California.

    Incluso, sería útil revisar esta crónica de Soho Seis meses (Con el salario mínimo), en la cuál tal vez se pueden aprender un par de cosas (si mal no recuerdo, en parte por esta crónica la revista Granta en español eligó a este periodista colombiano entre los mejores escritores jóvenes).

    – No sobra recordar que la "creciente importancia del salario mínimo" es retórica, no necesarimente práctica. Parece que la cuantificación del lenguaje esta generando una nueva variante de tecnocracia posmoderna (esto último, mamando gallo, por si acaso).

    Seguimos charlando.

    Saludos,

  • Tarantini
    16 enero, 2011 at 11:39 am

    Alejandro,

    Valdría la pena profundizar su análisis sobre el emprirismo, con la importancia que tiene para Colombia enfatizar en una educación más tecnocrática e investigativa que otra cosa.

    Con temor a caer en empirísmos vulgares creo que el país necesita más ingenieros, por ejemplo, que abogados o biólogos que administradores de empresas.

    Soy abogado y en veces creo que erré de profesión, por aquello de aferrarme a los argumentos retóricos más que los hechos fácticos.

    Este debate puede ayudar a puntualizar su columna sobre el empirísmo.

  • Alejandro Martín
    16 enero, 2011 at 12:04 pm

    Queda ambiguo su argumento al no desarrollar bien el caso concreto. Suponemos que parte de una crítica a la decisión del salario mínimo, pero luego no lo desarrolla y pareciera ser simplemente una crítica al "empirismo vulgar".

    Creo que le tocaría analizar y mirar cuándo:

    1. el empirismo vulgar es simplemente un estilo de réplica que busca, desde el desconocimiento de la disciplina, desconocer los argumentos del científico.

    o

    2. el empirismo vulgar busca abrir los ojos del científico para hacerlo ver que es incapaz de reconocer los detalles y el contexto real de aquello sobre lo que teoriza y sus circunstancias.

    Una cosa es el salario mínimo como una variable que regula los salarios en general y otra cosa como algo que prescribe un monto que justifica para muchos empresarios un salario de miseria.

    Quizás un científico que publica papers no piense nunca en el segundo, pero un ministro de economía y un economista que publica columnas de opinión sí que deben conocer los dos y estar empapados tanto del manejos de las variables y constantes y su derivadas parciales como las implicaciones cotidianas de vivir con un salario mínimo.

    Ojo: para eso no sólo está vivir con un salario mínimo (que daría mucha modestia a la hora de hablar del tema y de decretarlo), sino también prácticas antropológicas y etnográficas que siendo fundamentales para la economía no se toman en cuenta. (Hoy en día lo más cerca que se llega es con la economía experimental, que está en proceso de recorrer todo el camino de la antropología desde sus comienzos positivistas).

    Así que cuidado, porque su columna de hoy, tiende a ser tan despectiva del saber del otro como los que desde la otra esquina desacreditan el conocimiento sin saber.

    (Y, sí, Alejandro, toca reconocer que, por ejemplo, en el caso del conocimiento empresarial, por lo general los empresarios le dant tres vueltas a los teóricos de las empresas que no han salido de la universidad).

  • Carlos Méndez
    16 enero, 2011 at 1:22 pm

    Alejandro realiza una buena defensa del derecho a teorizar y/o "pontificar" pero los entusiastas del empirismo tienen razón en lo siguiente:

    -Las teorías deben ser validadas contra la realidad. Especialmente sus supuestos que muchas veces los establece el que teoriza sin validarlos.
    -Las generalizaciones y abstracciones (herramientas académicas por excelencia) son peligrosas. Se pueden usar para facilitar explicaciones de como es el mundo, pero es temerario usarlas para establecer el deber ser ("definir las políticas")
    -Existe un tipo de conocimiento que es difícil o imposible centralizar y condensar("conocimiento difuso/distribuido"). Es lo que explica Hayek en su famoso ensayo sobre el uso del conocimiento en la sociedad.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 1:23 pm

    No voy a intentar defenderme. Si criticar el empirismo vulgar es vulgar. Criticar a quienes critican la crítica del empirismo vulgar podría ser ya ofensivo. En mi defensa, sólo voy a mencionar una metáfora deportiva. Uno ve venir la bola, cree que sirve, decide hacerle un swing con fuerza pero resulta que la bola no era buena, que estaba muy bajita o por fuera del home: el batazo resulta entonces un rolecito sin personalidad: out y hasta la próxima.

    Creo, en todo caso, que PanÓptiko pide demasiado. Esto es una columna, no un ensayo epistemológico. No creo que en una página (y perdón por el empirismo) pueda uno plantear el tema, y después discutir la relevancia de las aventuras etnográficas de Ostrom y la relación entre el empirismo y los “searchers” de Easterly. Probablemente esta columna es insustancial. Pero creo que PanÓptiko dirá, dado sus estándares, que todas las columnas son decepcionantes o ligeras.

    Finalmente no comparto la caricatura de Alejandro: el científico como el hombre unilateral, que nos es capaz de entender las distintas aristas de un problema, que no entiende, por ejemplo, que el salario mínimo tiene una dimensión positiva y otra normativa. Suponer semejante falta de sofisticación, semejante miopía sugiere que, después de todo, valdría la pena una etnografía de los economistas o los tecnócratas. Acabaría con muchos prejuicios sin sentido.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 1:25 pm

    Carlos: estoy acuerdo con su comentario. Mi crítica non estaba dirigida al empirismo en general, sino a sus formas más extremas (que, muchas veces, son también las más comunes).

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 1:27 pm

    Sobre un tema anterior: ¿Una polémica? de William Ospina

  • JuanDavidVelez
    16 enero, 2011 at 1:37 pm

    Es que panóptiko hace epistemología de aula de clase, no hay que hacerle mucho caso a los academicos en esto de la epistemología.

  • JuanDavidVelez
    16 enero, 2011 at 1:40 pm

    No sé ustedes que piensan, pero a mi me parece que panóptiko le ha ido perdiendo el pulso a la realidad colombiana, cuando nosotros citamos a uribe el cita es nombres extranjeros que nada nos dicen a nosotros el grueso de la población, algo está fallando en la formación de los futuros hombres de ciencia del pais. Es hora de repensar la academia, empezando por la epistemología y la ontologia, sería un comienzo. Es mi aporte.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 2:40 pm

    Otro ejemplo de lo mismo: "Mientras usted leía revistas extranjeras nosotros estábamos dialogando con el pueblo" me dijo hace un año AUV en un debate radial.

  • Anónimo
    16 enero, 2011 at 5:18 pm

    Me gustó este comentario de uno de los regulares de EE:

    "Es el mismo debate en antropología, sobre la llamada perspectiva "emic", que intenta introducir la experiencia subjetiva, la empatía, en el análisis de problemáticas sociales, por supuesto, ese pedido de empirismo, que Gaviria llama "vulgar", puede ser poco científico, pero tiene una razón de ser, las personas sienten que las decisiones se toman de forma arbitraria e impersonal, por personas que no se interesan por comprender su situación particular; en ciencias sociales hay que estudiar muchas cosas que uno no ha vivido, pero en el caso de la pobreza, creo que sería útil un acercamiento desde la empatía y no solo desde los números, por que señor Gaviria, creame que no es lo mismo hacer estadísticas de pobreza, que haber organizado la economía de un hogar con un salario mínimo".

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 5:45 pm

    Por alguna razón el blogger no está publicando algunos de los comentarios. Copio un comentario de Andrés (creo que había otro) que me llegó al correo pero no fue publicado aquí:

    ————

    Lo anterior no quiere decir que apoye totalmente a los que esgrimen el empirismo vulgar. Pero gasta muchas – 340 para ser exactos – de las preciosas 514 palabras en describirnos el empirismo vulgar, mientras que el contra argumento es apenas sugerido:

    "El contacto permanente con la realidad no siempre abre la mente; por el contrario, la cierra muchas veces" – un ejemplo hubiese servido un montón.

    El argumento de "causas y efectos", así como el de "determinantes" (¿muy diferente de las causas?) y soluciones dan un poco más de elementos para criticar el 'empirismo vulgar'. Pero, de nuevo, sin ejemplos esto es muy abstracto.

    Se ganaría mucho más si se le explica al público los alcances del estudio de la economía respecto al empleo, que parece ser el principal motivo de la columna. Hasta donde entiendo, y arriesgándome en mi ignorancia de no-economista, la economía estudia el flujo de empleos, no la naturaleza individual de cada empleo por separado. El estudio de estos flujos es una cualidad emergente de los sistemas económicos, que no se puede apreciar desde el empirismo vulgar. El Nobel del año pasado es una muestra típica al respecto: entender las fricciones del mercado laboral no crean más o menos empleos, pero da para sugerir formas de mejorar su dinamismo – que las vacantes y los desempleados se encuentren más rápido.

    Trayendo a cuenta la columna pasada, pregunten por ejemplo a un alcalde de un municipio con que medidas cuenta para afrontar un problema de seguridad alimentaria. La economía agrícola – de donde nace la profesión – estudia los flujos de alimentos para que el precio refleje la realidad de la oferta y la demanda. La realidad de este flujo no se aprende cultivando, pero viendo el sistema desde afuera. La discusión sobre seguridad alimentaria es en gran medida nacional e internacional, porque sólo a este nivel se pueden afectar los flujos – siempre he sido escéptico de la agricultura urbana, y aún no he visto que se ha logrado de ella en Bogotá, sonde creo que algo se ha intentado (que no sea un cambio humano, el cual es totalmente válido, pero no agrega mucho al problema en cuestión).

    Una cosa hay que reconocer: la economía no sabe crear empleos. No puedo decir que haya visto muchos, pero los proyectos de creación de empleo son generalmente unos adefesios. La innovación y el crecimiento es un proceso de abajo para arriba (bottom-up) que la economía no puede explicar. Pero si puede promover una retórica que motive a los innovadores y unas condiciones que le sean más propicias.

    En todo caso, limitarse a pedir refinación me parece un poco, como decirlo, limitado.

    Saludos.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 5:47 pm

    Andrés: los argumentos expuestos en su comentario refuerzan la crítica al empirismo vulgar. Cuando existen propiedades emergentes (su crítica, creo, está construida desde la complejidad), las experiencias individuales resultan particularmente inadecuadas para entender la realidad: las partes por definición poco tienen que ver con el todo. No me quedó claro si su crítica es de forma o de fondo. Pero me parece, insisto, que sus argumentos no contradicen la idea central de la columna.

    Un ejemplo: hay un gran debate en economía sobre la elasticidad del empleo a los costos laborales. El debate es en últimas empírico. Y debe por lo tanto resolverse con datos, no con anécdotas u opiniones de los empresarios. El empresario está imbuido en su negocio, sabe muy bien de qué manejar lo que le compete directamente pero no tiene en general una idea precisa de los determinantes de la demanda agregada por empleo.

  • los nuevos
    16 enero, 2011 at 5:55 pm

    La columna puede que esta a la defensiva y muestra una exasperación con la demagogia, el populismo y la charlatanería de quienes se abrogan un conocimiento intimo y penetrante de la realidad. Pero es sustancial. Bien, bien pertinente. Ya Ortega y Gasset hablaba de diferenciar el ser y el conocer (este es su argumento improvisado, poco refinado. Es algo más completo). Se puede ser sin conocer una materia, y a veces se conoce sin ser parte del problema. "El sentido de la realidad" que implica saber "que hacen los hombres,por qué lo hacen y como lo hacen" no creo que este al alcance de un AUV, Dario Montoya, los editorialistas, o todos esos fabulistas morales que se citan en la columna.

    No creo que posean eso que los antropologos llamaban "metys", ni alguna penetración tan honda para diagnosticar y remediar.

    un último comentario. No entendí bien la metáfora deportiva. Bueno profesor las lineas del prólogo suyo a su primer libro de ensayos me gustaron -en su crítica al empirismo vulgar- más que las de la columna de hoy :

    "(..) En conjunto, los diferentes ensayos reflejan mi convicción sobre la necesidad de tener opiniones fuertes que respeten los hechos y consulten la evidencia. Esto es, mi certeza de que es posible ser al mismo tiempo investigador y editorialista. Los investigadores que no toman posiciones se convierten rápidamente en diletantes que defienden una rigurosidad imposible semejante a la indiferencia. Los editorialistas que no respetan la evidencia se transforman en charlatanes que más que escritores son transciptores de habladurías"

    Camilo.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 6:03 pm

    Camilo: la metáfora es una defensa al derecho a poncharnos que tenemos los columnistas. No siempre que hacemos el swing le pegamos a la bola. Saludos. Y gracias por la cita, claramente relevante para el debate.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 6:05 pm

    Buena reseña al último libro de McCloskey(con replica y contrarreplica incluidas).

  • Apelaez
    16 enero, 2011 at 7:44 pm

    Creo que Uribe dijo fue que mientras el estaba trabajando usted andaba leyendo el economist.

    Me parece buen punto el de alejandro martin. Hay muchas cosas a las que los científicos no tienen acceso o aristas que no alcanzan a ver. Eso, como dice panoptico, lo muestra bien Easterly. Lo mismo para el otro lado, los "empiricos" tambien son muchas veces tercos y no ven ni un metro mas allá.

    Hace poco leí en algún lado un debate parecido sobre el holocausto. Los sobrevivientes decían que nadie podía entender lo que había sido esa vaina sin haberla vivido. Que ningun estudio historico se acercaba siquiera a retratar lo que ellos vivieron. Y bueno, los historiadores le respondieron que el trabajo de ellos consistia en tratar de dar una interpretacion de los hechos que fuera mas alla de la experiencia individual, para lo cual, claro, era vital la experiencia individual de muchos sobrevivientes combinadas con otras fuentes

    Si, si. Respuesta de reina.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 7:49 pm

    La columna de Felipe Zuleta cae nuevamente en los detestables argumentos de clase: el dueños vs. el capataz, los buenos modales, la clase, etc. Solo le faltó mencionar el frac.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 7:54 pm

    Apelaez: Easterly ha sido siempre un defensor de los estudios estadísticos, incluso a veces parece desconocer las dificultades de las evaluaciones de impacto. Un "searcher" es alguien que desconfía de la especulación de los planeadores pero que, al mismo tiempo, siempre está buscando nuevos datos y nuevos indicios.

  • Apelaez
    16 enero, 2011 at 8:58 pm

    Como en todo, hay muchas zonas grises. No todos los "empiricos" desprecian las estadisticas y los estudios academicos para tomar decisiones, ni todos los academicos van mas alla de los modelos y las teorias estilizadas a la hora de observar un fenomeno.

    En esta zona gris hay toda clase de chambonadas, charlatanerias y pseudoexpertos. Unos estan mas cerca de la academia y otros del empirismo. Esta oscilación entre la carreta inservible y las recomendaciones valiosas es principalmente notable en el mundo de las consultorias o de las ong.

  • Alejandro Gaviria
    16 enero, 2011 at 9:44 pm

    Para los interesados enlazo el artículo original de Easterly sobre Planners and Searchers in Foreing Aid.

    Searching can work in foreign aid by following some simple maxims: experiment, evaluate,
    and learn. The basic principles are much easier to state than to actually make happen. Agents of
    assistance have to have incentives to search for what works to help the poor. If you want to aid the
    poor, then:

    (1) Have aid agents individually accountable for individual, feasible areas for action that
    help poor people lift themselves up.

    (2) Let those agents search for what works, based on past experience in their area.

    (3) Experiment with the results of the search.

    (4) Evaluate, based on feedback from the intended beneficiaries and scientific testing, and learn what works.

    (5) Reward success and penalize failure. Get more money to interventions that are
    working, take money away from interventions that are not working.

    (6) Make sure incentives in (5) are strong enough to do more of what works, then repeat
    steps (4) on. If action fails, make sure incentives in (5) are strong enough to send the
    agent back to step (1). If the agent keeps failing, get a new one.

  • Lanark
    16 enero, 2011 at 10:24 pm

    Creo que el empirismo vulgar se basa en la frustración del hombre de acción no educado, a quien le queda dificiísimo entender el mundo actual. El argumento es en últimas que como el enfoque sistemático no ha funcionado perfectamnete par entender el mundo, entonces chapotear sin ton ni son, pero con mucho entusiasmo va a funcionar mejor.

    Es necesario, claro, cuestionar los razonamientos de los académicos tanto como los de cualquier otro, o incluso más, porque éstos se desarrollan precisamente en un cuestionamiento permanente y son mucho más resistentes a eso. Pero hay que cuestionarlos de una manera concreta y elaborada, no con frases vacías como "es que hay que untarse de pueblo".

    El hombre de acción que está acostumbrado a "hablar con el pueblo", normalmente desde una posición de cacique, desconoce precisamente la experiencia de ser cuestionado, y suele confundirla con la de ser atacado o insultado.

    La democracia exige que sean los hombres de acción los que gobiernen, pero no es sostenible si éstos le dan la espalda a los que han estudiado más sistemáticamente que ellos la realidad, mientras ellos estaban "hablando con el pueblo".

    El énfasis en la acción teatral sobre la planeación técnica no es cuestión de izquierda o derecha; define más bien otro eje populismo-tecnocracia que es independiente. En ese eje probablemente Chávez esté muy cerca de Uribe, como en tantos otros.

  • Anónimo
    16 enero, 2011 at 10:41 pm

    El problema de los "credos" es que son impermeables al cambio. Y en economía hay varios "credos", basados, claro está, en hechos de la realidad, en la naturaleza humana, etc. Pero es que la realidad cambia, no de un día para otro pero cambia, y entonces los "credos" que aplicaron en un momento de la historia, a lo mejor no se ajustan a nuevas realidades que han ido surgiendo poco a poco hasta presentar nuevas situaciones que rebasan tales "credos". Pregunta mi curiosidad: ¿que tanta "innovación" hay en economía? Si las recetas típicas para crear empleo no están funcionando (sospecho que porque la famosa relación capital/trabajo está cambiando vertiginosamente debido a la tecnología, ¿por que no se parte de estas nuevas realidades para inventarse otras recetas para crear empleo, sabiendo que tal vez el nuevo empleo no se parece al viejo?

  • Marchese del Grillo
    16 enero, 2011 at 11:27 pm

    Dejando a un lado lo de "vulgar", término con el cual quiérase o no se cae en el juego de la descalificación gratuita y facilista que se busca criticar en el artículo, me parece que hay una debilidad lógica muy simple en su argumento. Una cosa es afirmar que la experiencia es una condición "insustituible" (es su expresión) o necesaria para entender la realidad y otra cosa que la experiencia sea una condición suficiente para hacerlo. Pero usted no distingue ambas cosas. Si bien entiendo, su mayor molestia es con lo segundo, esto es, con una postura dogmática que asegure que la experiencia se basta a sí misma para entender lo que pasa. Pero de esta crítica no se sigue en modo alguno que la experiencia sea sustituible por otra cosa (¿qué podría llenar semejante vacante?). Puede que la experiencia no sea suficiente para explicar la realidad, pero que sea necesaria, ¿quién lo dudaría seriamente? Los científicos sociales, en especial los economistas, pugnan con el polo a tierra de la experiencia. Pero el que gana la pugna no es el que la desacredite o manipule de la mejor manera, sino el que sepa escucharla y entenderse mejor con ella. En síntesis: al criticar el "empirismo vulgar" se lleva por delante formas de "empirismo" más elaboradas, que representan a los verdaderos interlocutores. Olvidemos el monigote del "empirismo vulgar", algo que no defenderían ni los más 'vulgares'. El "contacto prolongado con la realidad" difícilmente puede ser un problema para un científico social serio. Dicho contacto, me parece, sólo puede llevar a cerrar mentes que están cerradas de antemano.

  • Anónimo
    16 enero, 2011 at 11:39 pm

    Creo que esta columna desvía la discusión hacia lo caricaturezco de un cuestionamiento que sí tiene sentido.

    Desde hace mucho tiempo los economistas que actúan desde el gobierno o como asesores han manejado una campaña que se basa en lo que Alejandro Gaviria critica: en descalificar a quienes intentan considerar en la discusión del salario mínimo la realidad de depender de tal fuente de ingreso ver que cada negociación resulta en pérdida de la capacidad adquisitiva.

    Los economistas en cuestión se manifiestan como sí la única forma correcta de pensar fuera la de su gremio, las demás posiciones son ignorantes y dignas de desprecio. Las columnas de Carrasquilla son ejemplo de cartilla Coquito en ese sentido.

    La discusión, fuera de la caricatura, no es la de obligar a los economistas a vivir de un mínimo o a crear puestos de trabajo antes de opinar. Sólo de vez en cuando reconocen tímidamente que no se han creado los empleos tantas veces prometidos con base en sus recetas de pauperizar los salarios más bajos, que tampoco se ha dado un crecimiento económico que beneficie a la población más necesitada y que la pobreza sigue aumentando viento en popa. Esas son las evidencias empíricas que sí deberían admitir.

  • Lanark
    16 enero, 2011 at 11:51 pm

    La columna me gustó, pero creo que no es la misma que leyeron algunos de los comentaristas. En la que leyeron ellos, hay ataques (ni siquiera críticas) a "empirismos más razonables" que el empirismo vulgar. Yo la leí otra, y otra vez, para encontrar cuál era el ejemplo de empirismo no-vulgar que injustamente se estaba echando en el mismo saco. Pero no lo hallé.

    Con ejemplos, me refiero a lo que aparece entre comillas. Podría transcribirlos acá, pero no vale la pena. Todos son empirismo vulgar. Tal vez carezco de la sutileza interpretativa para ver referencias veladas a algún argumento más sofisticado que los que se mencionan explícitamente. O tal vez me estoy restringiendo al ámbito empírico y verificable de la columna, sin meterle teoría traída de los cabellos de lo que en el fondo el autor quería decir.

    El empirismo vulgar es vulgar.

    El empirismo no-vulgar no es vulgar.

  • Apelaez
    16 enero, 2011 at 11:54 pm

    Pues sí, Lanark tiene toda la razón. Hay un empirismo no vulgar sobre el que no trata la columna

  • Anónimo
    16 enero, 2011 at 11:59 pm

    aun si se trata de un rolecito sin personalidad, da para el debate, que es el punto del blog. si hubiera anotado un hit, todos aplaudiríamos y hasta ahí.

  • Alejandro Martín
    17 enero, 2011 at 12:09 am

    Creo que si generalicé y caricaturicé los científicos dije mal lo que quería decir. Mi punto es que el empirismo vulgar suele ser una manera de no escuchar al otro y despreciar sus argumentos. Y quería preguntar si no hay casos en los que llamar "empirismo vulgar" a cierto llamado de atención puede ser también una manera de no escuchar al otro.

    Cada uno (el caricaturizado del caso, sea el "científico aislado", o sea el "empirista vulgar") desde su terreno hace oídos sordos al otro.

    La cuestión sería reconocer que en muchos casos la caricatura es caricatura, y que reduce al otro a algo que no es.

    Sería una invitación a no meter en un sólo saco a todos los que hacen ese tipo de reclamos, llamándolos "empiristas vulgares" y saber ver cuándo lo que están haciendo es un llamado de atención que vale la pena escuchar.

    (Mi punto no era la diferencia entre positivo y normativo, sino la que usted señalaba entre la definición de papel de salario mínimo y lo que quiere decir "vivir con salario mínimo" que es lo que le exigía al científico el "empirista vulgar" de nuestra comedia de caricaturas)

  • Anónimo
    17 enero, 2011 at 12:28 am

    Bien, alejandro, asi es, duro con esos bobos. Si asi fuera, solo pocos podrian hablar de los cachos(entiendase cuernos).

  • Alejandro Gaviria
    17 enero, 2011 at 2:28 am

    Coincido con Lanark y Apelaez. Algunos comentaristas leyeron una columna muy distinta. Seguramente la confusión viene del título, el cual, ahora me doy cuenta, resultó equivoco y ofensivo.

    Mi intención nunca era hacer una crítica general al empirismo: ni más faltaba. Quise simplemente criticar algunos argumentos con los cuales se refutan con frecuencia las conclusiones de economistas y periodistas en el debate doméstico. La clave de la columna está más en los ejemplos que en los puntos generales. Mi definición de “empirismo vulgar” es (la aclaración hizo falta) muy específica, busca simplemente denotar argumentos del tipo: “usted como se atreve a hablar de transporte público si se va en carro a la oficina”.

    Hecha esta aclaración, me gustaría hacerle dos o tres preguntas a Marchese del Grillo. ¿Cuáles son las experiencias inmediatas que considera insustituibles? ¿Es necesario haber pagado una nómina para hablar de empleo? ¿O haber experimentado la pobreza para hacer política social? ¿O haber vivido en el campo para hablar de política agrícola? Yo sinceramente no lo creo.

    El objetivo de la columna no era criticar los argumentos de ciertos etnógrafos fundamentalistas: Alfredo Molano, por ejemplo, dice que basta con la etnografía, que él ya no lee nada, que los testimonios de la gente lo son todo; repito el blanco de la columna era otro pero, de rebote, puede también servir para llamar la atención sobre esta otra forma de “empirismo vulgar”.

    Por último, a mi me gusta el empirismo. Creo firmemente en la evidencia. Me alegro cuando un sucio dato echa al traste una linda teoría. Pero mi crítica, insisto, no era una crítica al empirismo sino a ciertos casos específicos en los cuales la realidad se invoca sin mucha justificación con el propósito de descalificar.

  • Alejandro Gaviria
    17 enero, 2011 at 2:36 am

    Anónimo 18:39: sólo una aclaración: la pobreza en Colombia no ha aumentado: disminuyó de 53 a 45% en los últimos años. El nivel sigue siendo muy alto, la pobreza ha disminuido menos que en otros países de la región pero estos son hechos distintos y (en general) es importante llamar las cosas por su nombre.

  • Juan Carlos
    17 enero, 2011 at 2:52 am

    Sin dejar de estar de acuerdo parcialmente con la columna, quisiera recordar una frase de Einstein: "La teoría es asesinada tarde o temprano por la experiencia."

  • Constantino
    17 enero, 2011 at 3:05 am

    El argumento de la columna es sólido. Si aparece debilitado es porque la indignación personal opaca la observación objetiva. Pero es, en todo caso, un argumento extensivo a cualquier disciplina humana. Se puede elaborar con incontables analogías. Nadie cuestionaría la habilidad de un arquitecto que diseña edificios fuertes y durables por el hecho de que no sabe cavar cimientos o acomodar bloques pesados. Uno hasta pensaría que es mejor que la mente que planea y coordina la construcción tenga una visión clara del todo, sin reparar demasiado en cada detalle que puede desviar su atención. De igual modo, un obrero no necesita conocer con precisión toda la obra que se ejecuta, sino más bien estar concentrado en su propia tarea.

    Pero el problema no es tanto del empirismo vulgar sino de aquello que lo justifica. Es decir, el prejuicio de que hay que conocer lo particular para poder construir conocimiento universal. Y no solo eso: la crítica vulgar sostiene además que hay que vivir algo en carne propia para entenderlo. Tremenda estupidez. No hay que haber tomado un veneno para saber que mata, aunque los cráneos vacíos que únicamente confían en su experiencia tal vez quieran hacer el intento. Y es que de verdad son los hombres más lúcidos quienes aprenden de la experiencia ajena y sacan conclusiones más o menos generales.

    Lo más grave es que el empirismo vulgar no es cosa del vulgo, sino también de la academia. Esto se debe al relativismo y al escepticismo propios de la carreta posmodernista. La mayoría de justificaciones de la estupidez parten de la idea de que hay grupos a los que no podemos comprender, sino, solamente, dejar vivir. El hatajo de feministas radicales, ciertos grupos humanos con legislaciones aberrantes, los fundamentalistas religiosos, etc., se escudan en esa pseudo-argumentación. Se autoproclaman diferentes, y así impiden que se los cuestione, se les reprenda; todo porque se supone que no los podemos entender al no ser como ellos. Y así se cierran al debate. Y así pasa en la cotidianidad: un empleado que gana el salario mínimo descree de los economistas que no trabajan igual que él. Que haya profesionales capaces de optimizar el funcionamiento de una economía, eso no les importa. Porque, como dije, encontraron la forma de cerrarse a toda discusión racional.

  • Anónimo
    17 enero, 2011 at 3:47 am

    Empirismo silvestre o la manía de las obviedades o la ley de la viceversa

    Bienaventurados los que lo tienen claro porque de ellos es el reino de los ciegos
    Juan Marse

    Si mo es blanco es negro.
    El enemigo de mi enemigo es mi amigo.

  • Maldoror
    17 enero, 2011 at 3:58 am

    En general estoy de acuerdo con la idea de la columna. Pero en todo caso creo que algo del "empirismo vulgar" que llaman, tiene algunas cosas ciertas que decir. Constantino dice que nadie cuestionaría un arquitecto que no tenga la capacidad de cavar los cimientos de un edificio. Pero también es cierto que muchos arquitectos diseñan cosas muy bonitas pero poco funcionales, cosa que en últimas descubren los usuarios del edificio. Un tecnócrata, como Carrasquilla, que sale a hablar de lo alto que supuestamente es el salario mínimo en Colombia, en su puta vida habrá tenido que hacer mercado con esa cantidad de dinero o mantener una familia, y lo que es peor, probablemente jamás se sentará a hacer esas consideraciones cuando pasa un proyecto de "optimización de la economía" (lo cual no dejará de parecerme irónico de un partidario de la economía política más liberal como el señor en cuestión…). En fin, son un montón de consideraciones que muchas veces se escapan de los que hacen consideraciones abstractas de la realidad, o los que creen que esas son las únicas válidas.

  • BAFOMETO
    17 enero, 2011 at 1:50 pm

    El emperismo vulgar, el más vulgar de los conocimientos; al igual que la opinión pública, la más estúpida de las opiniones, solo ve la realidad en blanco y negro. El pensamiento que toma distancia, que analiza, que critica, que argumenta, que contrasta, que interpreta y mide, que compara y contextualiza: el conocimiento de la objetividad intersubjetiva, por el contrario, sabe que no existe ni el negro ni el blanco sinó, únicamente, diferentes tonos de gris.

  • Anónimo
    17 enero, 2011 at 3:32 pm

    Bajoymeto es un burlón.

  • Alberto A
    17 enero, 2011 at 4:05 pm

    Alejandro,

    Yo entendí la columna en el sentido que usted acaba de explicar. Creo que quien pretenda decir que usted hizo una crítica general al empirismo, simplemente quiere inventarse una polémica, o no leyó bien el escrito.

    Saludos,

  • Harold H. Londoño
    17 enero, 2011 at 4:15 pm

    del Chiqui:

    Nada más inutil que lo práctico

    En las que te pone Valenzuela no Alejandro?. Que responsabilidad.

    Cordial saludo

  • Alberto A
    17 enero, 2011 at 4:15 pm

    Para darle alcance a lo anterior, dice Schopenhauer :

    "Uso abusivo de la deducción. De las tesis del adversario se infieren a la fuerza, mediante deducciones falsas y deformando los conceptos, tesis que no están allí contenidas y que de ningún modo corresponden a la opinión manifestada por él, sino que, en cambio, son absurdas o peligrosas. De esta forma parecerá que de su tesis se siguen proposiciones que se contradicen a si mismas o que contradicen verdades reconocidas; esto valdrá como una refutación indirecta, apagoge; es de nuevo un empleo de la fallacia non causae ut causae [falacia que consiste en tomar por fundamento lo que no es]".

  • Anónimo
    17 enero, 2011 at 6:48 pm

    Nada más inútil que lo práctico
    Por Luis Carlos Valenzuela
    La gente se pasa la vida preocupada por una cantidad de mezquinos temas
    financieros. Son innumerables las veces que hay que aguantarse unas
    conversaciones que generan deseos de cortarse las venas respecto a que si los
    TES si, que sí los TES no; que a cuánto abrió la tasa de cambio, que a cuánto
    cerró.
    Lo que es extraño es que para el 99 por ciento de la gente, diferente a aquellos de
    quienes SEMANA hace 20 años nos informa religiosamente si están o no en la lista
    de Forbes, su mayor patrimonio y su principal fuente de flujo de caja es su capital
    humano; su educación.
    Hace muchos años, cuando dictaba una clase en la universidad, algunos alumnos
    me pidieron que por favor dejara de explicar teoría, que eso no les interesaba, que
    lo de ellos era realmente hacer negocios. Me sorprendió mucho ver en esos
    adolescentes que en 10 años iban a estar leyendo chismecitos confidenciales en
    revistas de negocios y obras maestras de la literatura universal, como ¿Quien se
    robó mi queso?, la poca visión que tenían de lo que es y no es rentable.
    Nada es más rentable que la educación. Es la mejor inversión que la gente hace en
    la vida. Es una pena que se haga con tanto desgano y que posteriormente se cuide
    tan poco. El cálculo de la magnitud de la rentabilidad era el siguiente, para un
    estudiante promedio de economía de la Universidad de los Andes, que era el
    ejemplo para la clase en cuestión.
    Alguien salido de un muy buen colegio, sin educación universitaria alguna,
    difícilmente puede tener una expectativa de ingreso mensual superior a un millón
    de pesos. Un sondeo superficial muestra que durante su ciclo de vida útil el
    promedio salarial de un economista de esta universidad es de siete millones de
    pesos al mes. Esto quiere decir que anualmente la inversión en la universidad le
    incrementa a la persona sus ingresos en 72 millones de pesos anuales, que
    descontados a una tasa del 12 por ciento implican un patrimonio para esa persona
    de 600 millones de pesos.
    El valor presente de la matrícula de la Uniandes es de aproximadamente 40
    millones de pesos lo cual, comparado con el patrimonio asociado al mayor flujo de
    caja descrito, implica una rentabilidad del 800 por ciento.
    Hasta donde conozco poca de la gente que se la pasa pendiente de si la tasa es
    vencida o anticipada ha hecho negocios en su vida con rentabilidades de este
    orden. ¿Será que eso les pasa por ser tan prácticos y por tenerle semejante
    desprecio a la teoría?
    La educación que es realmente rentable es la más teórica y lunática. La que está
    llena de unas ecuaciones imposibles que muestran que los monopolios son malos,
    sean públicos o privados; llena de discusiones entre Mill y Bentham sobre el
    concepto de libertad y llena de unos poemas de Gil de Biedma, que quien no los
    ha visto, se los ha perdido.
    Esa es la educación que sirve. La que hace la diferencia. La otra, la de las cositas
    prácticas, la aprendemos todos a golpes por la vida: la de las tasas de interés, los
    impuestos, la indignación con la situación del país, la de aquí lo que se necesita es
    alguien con pantalones y todos esos lugarcitos comunes que le vienen a uno como
    bono en la vida cuando se agacha a recoger el periódico
    Ojalá que cuando funcionarios públicos como Alejandro Gaviria y Cecilia María
    Vélez, que tanto saben de esto, estén ayudando a hacer la consuetudinaria
    reforma del Estado, pidan que el gobierno se comprometa más a garantizar calidad
    en educación básica y menos a cerrar consulados en Barquisimeto y a construir
    refinerías privadas. Hace menos titulares, pero más país.
    Al país sólo lo hace viable la movilidad, y movilidad sólo genera la educación
    básica.
    Revista Semana
    Edición: 1063
    Fecha: 2002-09-13
    Sección: Especiales

  • Anónimo
    17 enero, 2011 at 10:11 pm

    Diego Maradona: "Blatter no ha pateado una pelota en su vida".

  • Marchese del Grillo
    17 enero, 2011 at 10:34 pm

    Leí la columna (la misma que hemos leído todos los comentaristas) en otro registro, no como una defensa de la tesis 'no hay que poner la mano en el fuego para saber que quema', sino más bien de la tesis 'la evidencia empírica de primera persona es prescindible o sustituible cuando se discuten o diseñan políticas públicas'.

    No creo sobreinterpretar el texto cuando afirmo que en la columna se lleva por delante formas de "empirismo" más elaboradas, en su crítica al "empirismo vulgar". La única caracterización positiva que ofrece de éste es la siguiente: "la experiencia continua, sostenida es una condición insustituible para entender la realidad". Ahora bien, esta caracterización es tan patentemente general que cobija no sólo a "empiristas vulgares", sino prácticamente a cualquier clase de empirista (extrapolando la discusión a otro plano, desde Aristóteles, pasando por Locke y Hume, hasta Kant). Aquí no hay sutileza interpretativa. Con las últimas aclaraciones, entiendo que esta caracterización no debe contar como una definición de "empirismo vulgar", dado que la comprensión de esta expresión debe más bien entresacarse de los ejemplos concretos que trae a colación (nótese, sin embargo, que entonces no es del todo claro el paso de los ejemplos al concepto que los subsume, y que es el blanco real de la crítica).

    Entiendo que su punto no es epistemológico, y que su interés no es defender una tesis general sobre el empirismo, sino rebatir una crítica ligera y facilista que apela a la experiencia en primera persona como última instancia de legitimación de cierta clase de juicios, referentes al diseño de políticas públicas.

    Yo pienso, en efecto, que la experiencia de los ciudadanos es la última instancia de validación y legitimación de cualquier política pública. Y esto muchas veces se olvida. Se invisibiliza. Me parece que éste es el punto de interés que se encuentra detrás de afirmaciones tan inusitadas como "usted cómo se atreve a hablar de transporte público si se va en carro a la oficina” o "hay que haber experimentado la pobreza para hacer política social". Lo otro sería discutir si hay que poner la mano en el fuego para saber que quema. Y esto francamente no me parece de mucho interés. (…)

  • Marchese del Grillo
    17 enero, 2011 at 10:35 pm

    (…) Lo que se pide no es, literalmente, que el economista tenga que vivir en carne propia la pobreza para poder pronunciarse sobre ésta, sino que reconozca que la evidencia empírica de primera persona de los ciudadanos que la viven (también de los que la presencian) es la instancia última en la que se validan o invalidan sus apreciaciones teóricas, que en muchos casos no son meras apreciaciones, sino herramientas intencionalmente diseñadas para modificar un estado de cosas que la sociedad y el gobierno juzgan como problemático e inaceptable. La razón de ser de una política pública contra la pobreza es incidir o modificar esta evidencia básica e insustituible, en primera persona, de los ciudadanos y ciudadanas que la viven. De esta evidencia nacen las políticas públicas y allí tendrían que retornar.

    Evidentemente, una política pública, por definición, no atañe a casos particulares, sino a la sociedad en su conjunto, o a segmentos determinados de la sociedad. Sólo en un escenario ideal e irreal una política se validaría cuando todos y cada uno de los ciudadanos implicados modificaran acordemente su experiencia. Nadie pide el imposible de rastrear el impacto de una política pública en las impresiones de cada agente social, ni mucho menos descubrir allí la llave de oro para acceder a las políticas más acertadas (preguntándole a los pobres cómo superar la pobreza, por ejemplo).

    Lo que se pide es que la experiencia individual de los ciudadanos y ciudadanas cuente como lo que es, una variable insustituible (una condición sine qua non) en la discusión, quizás la única variable insustituible, porque es la única instancia de contrastación empírica de las políticas diseñadas. Pero el peso de esta variable, fuerza es reconocerlo, pocas veces se trae al primer plano que le corresponde. En mi opinión, su columna contribuye a invisibilizarlo y suministra insumos para trivializarlo.

    Concluyo: Para hablar sobre pobreza, empleo, el agro, no hay que ser pobre, desempleado o campesino (más aún, dado que en Colombia estamos acostumbrados a hablar 'de oídas', desgraciadamente ni siquiera se requeriría entender qué es ser desempleado para empezar a especular al respecto). Pero cuando se trata de diseñar e implementar estrategias para modificar la vida de los desempleados no puede pasarse por alto la perspectiva de quienes efectivamente lo son.

    Un cordial saludo

  • Anónimo
    17 enero, 2011 at 11:17 pm

    "Pero cuando se trata de diseñar e implementar estrategias para modificar la vida de los desempleados no puede pasarse por alto la perspectiva de quienes efectivamente lo son".

    ¿Cuál es la perspectiva de un desempleado? ¿O de mil? ¿O de un millón? ¿Cómo se capta esa perspectiva? ¿Hay organizaciones de desempleados? ¿Cómo se hacen oír? Tengo un hermano que está desempleado hace como 10 años y muy cercano a la edad de jubilación. Ese es un problema y una perspectiva del desempleo. Conozco a una señora de pocos recursos y poca educación que tiene seis hijos y está desempleada. Ese es otro problema y otra perspectiva del desempleo. Tengo una sobrina que se graduó hace una par de años, con honores, de una universidad prestigiosa, y está desempleadada. Ese es otro problema y otra prespectiva del desempleo. Sé de un muchacho egresado del Sena que acaba de perder su empleo en un centro de asistencia telefónica. Ese es otro problema y otra perspectiva del desempleo. Y así sucesivamente. ¿Qué tienen en común estas personas, además del hecho de que se en cuentran desempleadas? ¿Qué hacen los responsables por la formulación de políticas? ¿Qué propondría en concreto Marchese del Grillo frente a la situación que acabo de describir? ¿Cuál sería "la" perspectiva de los desempleados? ¿Cuánta "particularidad" se requiere para formular políticas?

  • Alejandro Gaviria
    17 enero, 2011 at 11:29 pm

    M. del G.: su comentario trae a cuento un punto interesante. Pero desvía un poco la discusión. Su último punto es político, defiende la importancia de tener en cuenta las impresiones y las perspectivas de la gente a la hora de evaluar las políticas públicas o las decisiones gubernamentales. Estas impresiones, cabe recalcarlo, no siempre coinciden con las mediciones tradicionales, basadas en indicadores agregados o estadísticas más generales.

    La dificultad, como siempre, está en los detalles. Los mecanismos de consulta siempre son imperfectos y terminan a veces capturados por unos pocos, los mejor informados o conectados (ver una reflexión al respecto). Pero coincido en que la falta de legitimidad de las políticas públicas proviene a menudo de la diferencia entre las experiencias vitales de quienes las diseñan y quienes las padecen (o disfrutan). Pero, insisto, está discusión ya es distinta: más política y menos epistemológica.

  • Alejandro Gaviria
    17 enero, 2011 at 11:33 pm

    Perdón por los ejemplos ya trillados pero son harto representativos:

    Alvaro Uribe V.: "Mi experiencia es que los únicos gobiernos que medio sirven, son aquellos que viven en intenso contacto con el pueblo. Si los gobiernos se quedan entre cuatro oficinas, sin contacto con el pueblo,…se embelesan con sus cifras y desconocen la realidad popular”.

    Alvaro Uribe V.: "uno no entiende porqué…otras instituciones como el Banco de la República no oyen al pueblo colombiano…un Gobierno que permanentemente ha escuchado al pueblo, tiene derecho a pedir que todas las instituciones que conforman el Estado democrático…también escuchen al pueblo”.

    Andrés F. Arias: "uno tiene que escuchar a las colombianas y colombianos de carne y hueso”. “Las abstracciones hechas en Bogotá afectan duramente a la gente en las regiones”.

  • Alejandro Gaviria
    17 enero, 2011 at 11:37 pm

    Una aclaración: la columna El contacto con el pueblo, citada en un comentario anterior, fue escrita un año antes del escándalo de AIS.

  • Anónimo
    17 enero, 2011 at 11:54 pm

    Otro ejemplo del empirismo vulgar

  • Gheysel Naranjo
    18 enero, 2011 at 12:15 am

    Alejandro:

    Creo que son los antiguos empresarios los que heredaron la falta de cultura, y por ende la falta de valorar lo académico y lo teorico. Hoy, los incipientes empresarios la única manera de dar "batazos" de Barry Bonds a los mercados es incorporando no solo la tecnología, sino los modelos economicos, lo teórico, los análisis de avanzada y contar con expertos que lo dominen. Y Si existe un golpe fuerte positivo en los deportes (y en la economía), es un batazo en el béisbol, y más si quien batea es un "Barry Bonds"…

    Bueno mi marcador en el partido de ahora:

    Colombia 3, Ecuador 0

    Feliz año para todos

    Gheysel

  • Gheysel Naranjo
    18 enero, 2011 at 12:30 am

    Retiro el marcador…

  • Anónimo
    18 enero, 2011 at 3:26 am

    Quienes más hablaban de contacto con el pueblo fueron completamente capturados por intereses económicos.

  • Anónimo
    18 enero, 2011 at 4:21 am

    Grillo, consultele a la gente para decidir sobre las politicas publicas y terminara construyendo estadios de futbol y cero hospitales.

  • Pascual Gaviria
    18 enero, 2011 at 5:53 am

    Luego de las protestas por el gasolinazo en Bolivia, Evo Morales echó reversa con un discurso parecido: “Prometí gobernar obedeciendo al pueblo, he escuchado y entendido a mis compañeros que me decían que el reajuste es importante y necesario, pero no oportuno. Por eso he decidido mandar obedeciendo al pueblo y suprimir el decreto supremo 748 y los demás decretos que acompañan esta medida”.

  • Julio Carrizosa
    18 enero, 2011 at 12:42 pm

    Alejandro: creo que la agresividad y, en cierta forma, la ingenuidad de algunos "empiristas vulgares" surge de las incoherencias entre la complejidad que se enfrenta en la vida real y la simplicidad necesaria de algunas aproximaciones teóricas. He conocido algunos empresarios cuyos cerebros fueron capaces de "manejar" esa complejidad sin mayores apoyos académicos y que se enojaban, con mucha razón, con las arrogancias y simplezas de los académicos que pretendían aconsejarlos. Hay también empiristas sin teoría que reaccionan ante esa complejidad siendo mas simplistas que los mismos teóricos y percibo que usted habla de esos, no de los empiristas que a pesar de su "vulgaridad" son capaces de ir más allá que los mismos teóricos..

  • Anónimo
    18 enero, 2011 at 3:20 pm

    Los consejos comunitarios de Uribe epitomizan el resultado del empirismo vulgar en lo que se refiere a la formulación de políticas. Nadie puede negar que allí se repondía a las necesidades particulares de la gente: "Ministro, una vaquita allí para doña Delia". "Andrés Uriel, un caminito terciario para la vereda Las Delicias". "Ministro Arias,una ayudida para los recolectores de hormigas culonas en Santander". Los grandes encuentros gremiales fueron otro foro predilecto de la administración anterior para formular políticas en caliente, respondiendo a necesidades/ruegos particulares.¿Qué nivel de coherencia en el ámbito de la política pública puede surgir de semejante festival de la dádiva? Lo más aconsejable es precisamente lo contrario: abstraerse de lo particular (excepto en situaciones de emergencia declarada)y concentrarse en medidas macroeconómicas alineadas en una misma dirección que atiendan a las necesidades del país: empleo, obras públicas, salud y educación, y ciencia y tecnología.

  • juan francisco muñoz
    18 enero, 2011 at 4:41 pm

    M de G
    Creo que los economistas no deberían refutar sus teorías con base a lo que dice un individuo en particular, o lo que dice un grupo de gente en particular, porque, como bien resalta el psicólogo Dan Gilbert, a nivel individual todos tendemos a cometer los mismos errores en nuestras apreciaciones sobre lo que nos satisface y nos complace a través del tiempo. Pero sí creo que un análisis metodológico individual, como el planteado por el sociólogo y matemático Jon Elster, puede ser necesario, pero no para constatar lo que una persona creía sobre las razones de su satisfacción o insatisfacción con su vida y su sociedad, sino tal vez más bien para mostrarle que su análisis personal o muchas de sus opiniones compartidas con otros no eran tan precisas como esperaba.
    No soy economista, pero creo que las ciencias del comportamiento humano no deben limitarse a hablar sobre la opinión de las personas, sino más bien explicar por qué la mayoría de las veces esas opiniones no son confiables.

    Alejandro
    Un experto de la Javeriana planteó que la demanda por mano de obra no es tan sensible a los cambios de los salarios. Qué piensa de ese análisis?

  • Alejandro Gaviria
    18 enero, 2011 at 6:59 pm

    Julio: comparto su opinión. El formalismo insulso de muchos académicos es tan exasperante como el empirismo vulgar. He notado, desde hace rato, una especie de asimetría en el discurso académico, en al típica charla o el típico artículo. La rigurosidad con la que se abordan los aspectos formales contrasta con la ligereza con la que se enuncian las recomendaciones de política. En una charla estándar, a lo primero se le dedica más de una hora; a lo segundo, cinco minutos. En un artículo, lo primero está perfectamente sustentado, lo segundo apenas se justifica. En fin los vicios epistemológicos de los académicos también son preocupantes.

    Juan Francisco: la elasticidad no es muy alta, aunque habría que distinguir entre la de corto plazo o la de largo plazo. Considero, en todo caso, que los altos costos laborales en Colombia (los salariales y los no salariales) sí tienen mucho que ver con los altos niveles de informalidad.

  • Marchese del Grillo
    19 enero, 2011 at 1:34 am

    Anónimo (18:17): pienso que sí hay una perspectiva de los desempleados, de los empresarios, de los profesionales, de los colombianos (aunque lo último a veces lo dudo). La casuística no es un contraargumento, porque hay perspectivas comunes, compartidas. La de intercambiar apreciaciones en el foro, por ejemplo. ¿O no?

    Alejandro: Totalmente de acuerdo. La discusión se articula con lo politico. Necesariamente. La realidad social no es ni sólo económica, ni sólo política, sino ambas cosas (y muchas más). Y las políticas públicas son, valga recalcarlo, políticas.

    Juan Francisco: Estoy de acuerdo. Una teoría económica no se refuta (ni valida) con base en la opinión de las personas. Pero no porque éstas sean tendencialmente equivocadas, sino porque la teoría económica misma surge de opiniones y creencias validades intersubjetivamente por una comunidad de expertos (me parece que a lo que puede aspirarse, como idea regulativa, es a una coherencia global entre las opiniones compartidas por los miembros de una comunidad, y no a una constrastación entre teorías y hechos 'en bruto'. La idea misma de esa contrastación, si uno la piensa bien, no se sostiene).

    Esto no es, ni más faltaba, igualar un economista a un opinador de oficio. Pero creo que muchos economistas persisten en la ingenuidad de creer que, por ejemplo, la ley de la oferta y la demanda nos dice algo sobre el comportamiento 'real' del mercado, porque refleja un rasgo intrínseco, absoluto de la realidad social (cabría hablar aquí de un realismo que no llamaría vulgar, sino ingenuo). Este rasgo, sin embargo, no es nada sin la atribución a los agentes sociales de determinados sistemas de creencias y cursos de acción correspondientes (no es metafórico cuando se habla de la "confianza" en la inversión. Fíjese sólo en cómo el anuncio de retiro temporal del jefe de una compañía grande altera el mercado de las acciones). De manera que me parece que hay que dignificar en el debate a las opiniones y creencias individuales, en particular las validadadas intersubjetivamente, porque allí se juega no sólo la legitimidad de las políticas públicas, sino, en parte, la construcción misma de lo público y lo social – una veta no sólo epistemológica, sino ontológica para la discusión.

  • Maldoror
    19 enero, 2011 at 1:55 am

    Este texto que me pasaron hoy me acordó de esta columna.

  • Constantino
    19 enero, 2011 at 3:40 am

    Jaime Ruiz escribe sobre el debate entre Alejandro Gaviria y William Ospina. Hay un punto común con la última columna:

    Por mucha imparcialidad que se busque, a la larga hay que admitir que existe una clase de conocimiento superior a otra. La ˂i˃episteme˂/i˃, o saber científico, está por encima de la ˂i˃doxa˂/i˃, que es la mera opinión. Y a esta no se le puede dar más valor que el que le corresponde. Es decir, el debido respeto. La debida tolerancia. Con eso basta. Puede validarse muy intersubjetivamente, pero su rango de validez, dentro del ámbito científico, debe ser nulo. La ciencia no se construye a base de opiniones. Ese es el error de Abad Faciolince, que finalmente no concluye nada. Tan solo trata de hacernos pasar la emotividad hacia la naturaleza y las florituras poéticas como algo igual de válido que el conocimiento científico riguroso.

    La idea de validez conseguida intersubjetivamente cala muy bien en la atmósfera posmodernista. Por eso se dice que una creencia tiene valor en la medida en que se ajusta al modo en que una comunidad entiende el mundo. De ahí nace el relativismo de personajes como Abad Faciolince. De ahí también parte el escepticismo de Ospina para con la ciencia. Pero todo eso es carreta y deficiencia mental, que, si se me permite extenderme un poco, trataré de despejar:

    Los indígenas atribuían los fenómenos naturales a la voluntad de los dioses. Los científicos de hoy buscan comprender sus causas según las leyes de la física. Cualquier supuesto observador imparcial diría que ambas formas de ver el mundo son válidas y ninguna puede imponerse ante la otra: una naturaleza que se comporta como el hombre, que tiene voluntad, que otorga y castiga, se ajusta a la cosmovisión de muchos pueblos primitivos. Así funciona su mundo y así lo entienden ellos: la naturaleza tiene rasgos humanos (voluntad, ira, gratitud), y el hombre rasgos naturales (nacido de la tierra, hecho de maíz, etc.). El mismo supuesto observador imparcial diría que en nuestro mundo moderno tecnificado la ciencia juega un papel análogo, a saber, de explicar según sus propios estándares aquello que ocurre en el mundo. Y diría también que eso concuerda con nuestra visión del mundo y de la humanidad actual.

    Pero hay una forma de evitar el relativismo y desenmascarar la falsa imparcialidad. Se puede demostrar que el saber del hombre moderno es más avanzado que el del hombre primitivo. Podemos ver que hay una ganancia en entendimiento. El argumento es este: la cosmovisión primitiva funciona bien para un pueblo primitivo, pero no puede dar cuenta de sus propios errores, ni tampoco puede predecir la aparición de un conocimiento diferente (científico, riguroso). Los zenúes que, según Ospina, vivían en idilio armonioso con la naturaleza, no pudieron haber formulado leyes sobre hidráulica ni dar explicaciones racionales de las lluvias e inundaciones, ni mucho menos demostrar qué había de preferible en su visión que los llevara a desechar la ciencia. En cambio, la visión científica basada en las leyes de la física puede explicar el surgimiento del saber primitivo, mostrar sus errores, y en últimas dar la evidencia de la ganancia en conocimiento.

    Y todo esto tiene que ver con la pugna entre saber científico y empirismo vulgar. Los griegos ya mostraron con suficiente fuerza argumentativa que la opinión no puede valer lo mismo que el conocimiento. Así que, bien sea en elogios a Pacha Mama o en opiniones basadas en la experiencia sobre cómo funciona el mundo, mientras no estén sustentadas en conocimiento objetivo y riguroso, no van a valer nada por fuera de su ámbito más estrecho. Por tanto, es un error grave darles más validez que la que merecen.

  • Anónimo
    19 enero, 2011 at 4:36 am

    Constantino, y eso del conocimiento como creencia justificada verdadera dónde queda?

  • BAFOMETO
    19 enero, 2011 at 3:04 pm

    ¿Qué es verdad?: Verdad es la firme concordancia entre lo que se dice o se piensa y la realidad que viene al caso; es decir, lo que constata, muestra, de-muestra, prueba, etc. Cuando alguien dice "Dios existe", esta afirmación no puede ser verdadera porque no existe "un algo" que venga a mostrarse y así ratificar tal afirmación. Es cierto que no existe la verdad absoluta, sino distintos niveles de verdad según las realidades que las puedan sustentar. Siempre se ha identificado erróneamente creencia con verdad. Pero las creencias necesitan predicadores, apologetas, mitólogos, teólogos, sacerdotes, apóstoles, faciolinces y ospinas. La verad, en cambio, se sustenta así misma sin necesidad de portavoces. De hecho las creencias tienen propietarios mientras que la verdad es mostrenca. Cuando una creencia es probada, inmediatamente deja de ser creencia y se convierte en verdad. Por otro lado, vale la pena recordar que es metira eso de que la opiniones se deben respatar. No, se deben respetar las personas que opinan, pero si opinan tonterias hay que darles su buena muenda… ARGUMENTATIVA, POR SUPUESTO. Lo bueno de este blog, es que lo frecuentan expertos en eso, Constantino, por ejemplo.

  • Anónimo
    19 enero, 2011 at 4:03 pm

    Ya que Pascual Gaviria lee este blog, quiero felicitarlo por su trabajo en La Luciérnaga, pues ha logrado mantener el tono ligero de las noticias sin que estas pierdan sus sustancia y su sustento, además de que con mucho tacto corrige y evita tanta barrabasada por parte del sumo pontífice.

  • juan francisco muñoz
    19 enero, 2011 at 7:55 pm

    No sé si interpreté bien a Constantino, pero creo que culpar a la ciencia, o por lo menos creerla incompleta, por los desastres de la naturaleza y las tragedias de la humanidad son posiciones características de quienes confunden el conocimiento con la seguridad que inspira cualquier idea. J Bronowski lo explica en su obra, El Ascenso del Hombre.
    Creo que la limitación que tenemos como sociedad para comprender el valor de la ciencia, a pesar de las tragedias y contradicciones de esta especie que somos, puede ilustrarse un poco con unas ideas del psicólogo evolutivo Steven Pinker: Nuestro discurso, nuestro lenguaje, es una ventana hacia los misterios de nuestra evolución. Sus propiedades de generalización, sustitución, simulación, sesgo y simplificación de las cosas encierran los misterios de nuestra evolución, de nuestra verdadera historia.
    Aunque dichos misterios no estén completamente revelados, no sean conocimientos, el Mito que aspira a resolverlos con certeza poética y narrativa ciertamente dice más del lenguaje que usamos que de los eventos que lo hicieron del lenguaje un vehículo paradójico y caprichoso. Creo que quienes solo esperan por escuchar y decir mitos son quienes solo aspiran a la dichosa ignorancia de inventar su propia historia, congelada en el tiempo.

  • Alejandro Gaviria
    19 enero, 2011 at 10:05 pm

    Vea usted: la columna de esta defensa se transformó en una defensa de "los intereses de actores dominantes parasitarios enquistados en un sistema". Hace tiempo no leía una vaina tan farragosa. Copio una frase (sí una sola frase):

    Así, tanto la economía, como el resto de ciencias, dejan de convertirse en un espacio de complejidades y discusión, y se convierten en un escenario de fáciles certezas, la mayoría de ellas descritas repetitivamente en los textos de estudio, enseñadas a los estudiantes como si fuesen máximas irrefutables, indiferentes a la capacidad de cuestionamiento riguroso, no solo de las reducidas variables que las generaron, sino también al contexto político de donde nacieron, limitando la vida de millones de seres a injusticias y arbitrariedades que el estudiante y futuro profesional se entrena a desdeñar, pero que son tan reales como las recetas técnicas, y que si se valoraran realmente desde la teoría, permitirían que las universidades pudiesen hacer tránsito de centros de adoctrinamiento a espacios de generación de conocimiento.

  • Anónimo
    19 enero, 2011 at 10:07 pm

    Hace tiempo no leía una mamertada tan sigular como la de ese señor Renny Rueda. El tipo se solló.

  • Pablo
    19 enero, 2011 at 10:22 pm

    Garrett Thomson explica así lo que tienen en común los grandes filósofos empiristas del llamado período moderno: “Para ponerlo de manera brusca, el corazón del empirismo es que todo el conocimiento está empíricamente basado. Esto significa que todas nuestras ideas o conceptos deben venir de la experiencia. Todos nuestros conceptos e ideas complejas se construyen a partir de las ideas simples que recibimos en la experiencia. En consecuencia, no hay ideas innatas, y las palabras que parecen representar ideas que no son adquiridas a través de la experiencia son o confusas o vacías.
    Un segundo énfasis común se deriva del primero. Los empiristas tienden a negar la importancia de la razón como fuente de conocimiento del mundo. El razonamiento deductivo sólo puede revelar las relaciones lógicas entre nuestras ideas; nunca nos conduce al conocimiento de lo que realmente existe. Por sí solo, el razonamiento a priori nunca incrementa nuestro conocimiento de lo que existe; sólo nos lleva a afirmaciones como “Todos los triángulos tienen tres lados”. Por tanto, los empiristas se inclinan a descartar las matemáticas como un modelo de conocimiento. Además, tienden a rechazar las tesis a priori de la metafísica tradicional.
    En tercer lugar, los empiristas del período moderno afirman que sólo podemos percibir nuestras propias ideas. Somos inmediatamente conscientes de nuestras propias ideas con certeza, tal y como nos son dadas en la experiencia. Esta tesis, en conjunción con la concepción empirista del conocimiento, parece establecer un velo de ideas entre el perceptor y el mundo. Sugiere que el empirista debe comprometerse o con el escepticismo con respecto al mundo externo, o con la empresa de evitar tal escepticismo”. Thomson, G. Bacon to Kant, Waveland Press.

  • Anónimo
    19 enero, 2011 at 10:29 pm

    "… la columna podría pasar al olvido […], si no es por el hecho de que quien la escribe es el decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes."

    Vuelve y juega: el mensajero más importante que el mensaje. Otro que no entendió la columna. Y para rematar, ataca los "fríos estudios de experimentación social"; los debe preferir calienticos, recién sacados de la olla de la arbitrariedad.

  • Anónimo
    19 enero, 2011 at 11:24 pm

    "Espacio de complejidades" jajaajaja
    tremenda verborrea se echó el hombre.

  • Daniel Payares Montoya
    20 enero, 2011 at 3:39 am

    Alejandro, usted mencionó una vez que los gobiernos se encuentran sujetos a limitaciones (el presupuesto por ejemplo) que le impiden llevar a cabo muchos de los proyectos que desearían impulsar. Así, un gobierno no sería muy diferente a otro ya que todos están más o menos sujetos o maniatados por las mismas restricciones.

    ¿Qué sentido tiene un empirismo moderado bajo estas circunstancias si de todas maneras poco o nada cambia? ¿O de verdad cree que con un cambio de actitud los resultados de Diego Palacios hubieran sido muy diferentes?

    PD: No recuerdo si leí eso en un libro suyo de ensayos o en el blog.

  • Pascual Gaviria
    20 enero, 2011 at 4:22 am

    Gracias al "radioescucha" 11:03 por el mensaje.

  • Marchese del Grillo
    20 enero, 2011 at 5:05 am

    Varios puntos:

    1. Si las leyes de la economía fueran como las leyes de la mecánica clásica (que expresan un "conocimiento objetivo y riguroso"), hace muchos siglos, sin duda, el país y el mundo serían distintos. Probablemente sería superflua la existencia de ministerios de economía.

    Pero los temas de la economía, como los de toda ciencia social, están mediados por la acción humana. Y hasta el momento, pese a ingentes esfuerzos, que hoy continúan en muchas partes y cuyos resultados son difíciles de prever, no ha sido posible ofrecer una explicación de la acción humana en términos estrictamente naturalistas. Quiérase o no, esa es la situación.

    Lo curioso es que muchas posturas, económicas y no económicas, parecen presuponer exactamente lo contrario. Ni siquiera se guardan el beneficio de la duda. Más aún, se ufanan de no tenerla. Y con base en ello se hacen, deshacen, pontifican y critican políticas públicas.

    2. Incluso algo de lo dicho en 1. podría controvertirse, a saber, la restricción a las ciencias sociales. Por lo que veo, muchos foristas son contemporáneos espirituales no sólo de John S. Mill y de Comte, sino de Newton. No lo digo con ánimo de ofender. Sabemos que fueron importantes personajes. Pero hoy sabemos también que la autocomprensión que la ciencia (en general) tiene de sí se ha modificado fundamentalmente en los últimos tiempos. Gracias, por citar sólo dos ejemplos, a las muy eficientes mentes de Karl Popper y Thomas Kuhn. Aquí no viene a cuento ahondar en este punto.

  • Marchese del Grillo
    20 enero, 2011 at 5:40 am

    3. Se piensa que hablar de creencias es convocar a sacerdotes y predicadores. Esto, lo digo con franqueza, es crasa ignorancia. Basta comprobar cuántas creencias se encuentran tras las más simples acciones cotidianas. En la teoría clásica de la acción creencias y racionalidad van siempre de la mano. Los sistemas de creencias son modificables, corregibles según estándares compartidos de racionalidad. Por ejemplo, una discusión provechosa podría llevar a que uno pusiera en cuestión al menos algunas de sus creencias, por más arraigadas que éstas sean. Esto, por supuesto, no es cómodo ni fácil, porque a pocos les gusta que les digan ‘lo invito a repensar presupuestos fundamentales de su manera de ver el mundo’. Más fácil es evadir el asunto, o atrincherarse diciendo ‘es que usted no entiende mi manera de ver el mundo’.

    4. Parece que al hablar de “creencias” y “validación intersubjetiva del conocimiento” se cae en la debacle del relativismo y del ‘todo vale’. Uno se sienta con las amigos, se imagina un par de creencias sobre el mundo, las valida y de ahí para adelante eso es el mundo para uno y los amigos de uno. Nada que ver con este risible escenario. Las creencias son causadas por el mundo (ojo: causadas, no justificadas, conceptos que con frecuencia se toman por equivalentes). Un objeto del mundo es un vértice en el que confluyen las causas de las creencias de varios sujetos. Pero el objeto del mundo no es nada de por sí, no es el depositario de la “epistéme”. Es el vértice de un entramado, cuyos otros vértices son uno mismo y los demás. No es relativismo chambón, ni postmodernismo, lo que hacen figuras prominentes de la filosofía analítica como Hilary Putnam (que fue físico) o Donald Davidson (en cuya teoría de la triangulación pienso ahora. Para los interesados, una presentación interesante de la filosofía de D. se encuentra en: http://plato.stanford.edu/entries/davidson/).

  • Marchese del Grillo
    20 enero, 2011 at 5:46 am

    5. El argumento de autoridad “es que los griegos dijeron…” no suena convincente. Porque los griegos dijeron muchas cosas y también muy distintas. Basta ver lo que Platón y Aristóteles pensaban sobre la distinción epistéme/doxa, y comprobar que sus posiciones son fundamentalmente distintas.

    Definitivamente, éste es un largo rodeo para volver al tema del "empirismo vulgar". Mis moralejas:

    a. Más fácil que criticar el "empirismo vulgar" (si no es una trivialidad…y si lo es ¿para qué criticarlo?) es, de paso y sin quererlo, vulgarizar el empirismo.

    b. Más dogmatismo y acto de fe hay en 'tragarse' (es la expresión más acertada) la oposición epistéme/doxa, como se usa en las revistas de divulgación, las conversaciones de cafetería y, por desgracia, en muchos ámbitos académicos, que en investigar dicha distinción y el papel de las creencias en la acción humana.

    c. Más fácil que entrar en la deliberación, en el espacio de las razones, es decir: 'usted no entiende'.

    d. Más provechoso que leer "El Ascenso del Hombre" sería hacer un poco de epistemología y filosofía de la ciencia, si lo que se quiere es ascender en la discusión al nivel de los fundamentos epistemológicos de las disciplinas.

    Saludos

  • vulgar empirista
    20 enero, 2011 at 2:58 pm

    Hola marchese, mijo, usted si dice unas cosas, y casi con más palabrería que la cita del profesor Gaviria de una sola oración. Lo primero, sumercé, es que genialidades como "pero los temas de la economía, como los de toda ciencia social, están mediados por la acción humana", merecen el premio Nobel de la obviedad, a menos que yo, ignorante que soy, no le haya entendido bien: cómo le parece que la economia toda esta mediada por la acción humana, no es más que eso, pura acción humana: producir, comprar y vender, y todo lo que de allí se desprende. Lo otro es que lo que sumercé llama dizque "creencias", en economía o en cualquier otra ciencia social se llaman supuestos, y de ahí salimos todos, bien para echar carreta y confirmarla a punta de labia (como lo hace con tanta elocuencia el senador Robledo, por ejemplo), o para hacer ciencia sustentada y comprobada como hace la gente seria. Ahora, los supuestos pueden ser malos o pueden ser buenos, pero lo que pase después de suponer, es decir, comprobar si en efecto son buenos o malos, es donde está la calidad de la ciencia. La última moda en economía del desarrollo (para ver qué funciona y qué no)son los "experimentos aleatorios controlados" y con eso se persique un poco de rigurosidad para darle base a las famosas recomendaciones de las que se quejaba el doctor Gaviria, que hasta el momento son un recetario prefabricado de la obviedad, cuando no de la estupidez (Recomendación 1: "Garantizar la participación de la gente" (¿Y eso qué contiene? ¿Siempre es recomendable, por definición?) Recomendación 2: "Garantizar que el proyecto esté plenamente financiado" (Bueno, si para decir esto tocó escribir antes 250 páginas, estamos hechos)Y no lo quiero aburrir más.

  • charlie
    20 enero, 2011 at 3:53 pm

    Sobre un asunto determinado, el académico y el empírico saben mas o menos lo mismo. La diferencia esta en que el académico esta seguro de lo que cree saber, mientras el empírico espera que el tiempo le de la razón.
    Por eso en la historia de la invención, de cosas practicas, de ideas políticas, de todo lo que ha construido la civilización, la Academia ( con mayúscula ) ha estado ausente.

  • Federico Baquero
    20 enero, 2011 at 7:44 pm

    Alejandro,

    Excelente columna, totalmente de acuerdo. En realidad ese tipo de razonamientos erróneos me generan una sonrisa por la capacidad de refutarlos con adecuados razonamientos.

    La columna me hizo recordar esta frase de Sen en La idea de la justicia: "la cuestión central es que los prejuicios suelen cabalgar sobre el lomo de algún tipo de razonamiento, no importa cuán débil y arbitrario. En efecto, aun las personas muy dogmáticas tienden a tener algunas razones, tal vez muy crudas, a favor de sus dogmas (a esta categoría pertenecen los prejuicios recistas, sexistas, clasistas y de casta, entre otras variedades de intolerancia basada en argumentos torpes). La sinrazón no consiste en abandonar por completo el uso de la razón, sino más bien en confiar en razonamientos muy primitivos y defectuosos. Hay aquí lugar para la esperanza, ya que el mal razonamiento puede ser confrontado por el buen razonamiento. Existe, pues, espacio para el encuentro razonado, si bien muchas personas pueden rehusar, al menos en principio, a participar en dicho encuentro" (Amartya Sen, pág 22).

    Federico Baquero

  • Anónimo
    20 enero, 2011 at 7:51 pm

    Curosa esa historia de la invención de Charlie donde no sale la máquina de vapor, la petroquímica, la electrónica ni la informática, dearrolladas desde sus inicios casi totalmente dentro de la academia.

  • Constantino
    21 enero, 2011 at 2:34 am

    M. del G.:

    Hay un empirismo que consiste en descalificar lo que se ignora, en creer que solo las experiencias en carne propia sirven como fuente de conocimiento, y en desechar todo conocimiento que vaya más allá de dichas experiencias. Hay otro empirismo, filosófico, del que Hume es su mejor exponente. El primero es vulgar. El último es digno de respeto: nadie lo ha vulgarizado aquí. No entiendo entonces su crítica.

    Sobre la oposición episteme/doxa, pues ahí no hay ningún argumento de autoridad. Que su origen se remonte al esplendor de Grecia no habla tanto de su peso conceptual como de su obviedad. Es algo sabido por sentido común. Algo sabido hace mucho tiempo. Una opinión no vale en una argumentación rigurosa. Cualquiera puede opinar cualquier cosa, y aun los más sabios llegan a opinar disparates. Y si la opinión es muy acertada, y está bien sustentada y, además, su “validación intersubjetiva” está libre de sesgo y prejuicio, entonces ya no estamos hablando de una mera opinión sino de conocimiento verdadero. Por eso no tiene sentido defender la opinión y querer hacerla pasar por conocimiento.

    Usted no leyó con atención. Nadie ha dicho que en economía haya leyes inamovibles y certísimas, semejantes a las de la mecánica clásica (que, por lo demás, no son universales, según los postulados de la mecánica cuántica). Yo hablaba del debate entre Alejandro Gaviria y William Ospina sobre los fenómenos de la naturaleza. Aún así, sin embargo de la imperfección de las teorías económicas (imperfección que es común en todas las ciencias inexactas), sin embargo de su imperfección, repito, es preferible confiar en el conocimiento obtenido por métodos rigurosos que en simples opiniones que empiezan y terminan en la experiencia llana y bruta. Ya que recomienda autores de filosofía, nunca está de más revisar la Crítica de la Razón Pura, donde se explica que el conocimiento empieza con la experiencia pero no se agota en ella. La razón juega un papel fundamental en la construcción de ideas claras.

    Por último, nadie ha dicho que las creencias sean cosas de pastores religiosos y predicadores. No. Pueden ser creencias sobre asuntos científicos; pueden ser creencias respecto de temas más interesantes que la existencia de Dios o de Pacha Mama. Pero son creencias. Nada más. Su estatus no es el mismo que el del conocimiento. Las creencias lo son en tanto que no han sido verificadas frente al estado de cosas del mundo; su relación con la realidad no ha sido esclarecida. De ahí que en una discusión seria y argumentada no valgan mucho. Y cuando son certeras y comprobadas, ya no son creencias. Pasa, como con las opiniones, que se convierten en conocimiento.

  • charlie
    21 enero, 2011 at 2:58 am

    El anónimo de las 14:51 citó, precisamente, cuarto casos que me dan la razón.

  • Lanark
    21 enero, 2011 at 11:52 am

    Me perdonan que meta la cucharada en la discusión entre Charlie y el anónimo de las 14:51, porque cada uno de los dos parece estar seguro de cosas opuestas, pero no dan detalles.

    Yo, desde luego, me inclino por el anónimo, tal vez porque la historia de esas cosas la aprendí en la universidad y no en el history channel o la lexis 22, de modo que me parece imposible que hubieran sido desarrolladas por teguas emprendedores. Por lo tanto voy a poner datos (de Wikipedia, claro) que ligan el desarrollo de cada una de esas cosas con la academia. Por lo pronto:

    la máquina de vapor. Los griegos bla bla bla, pero me voy a limitar a lo que hizo que la máquina de vapor prácticamente produjera la revolución industrial. Los primeros desarrollos que la hicieron utilizable en la industria (en minería) están documentados como artículos científicos en publicaciones como la Acta eruditorum Leipzig y las memorias de la Royal Society (disponibles en la biblioteca central de la Universidad Nacional para el que las quiera ver). Después James Watt, trabajando para la Universidad de Glasgow aumentó su eficiencia notablemente utilizando horribles conceptos teóricos como el calor latente de evaporación y cuadrando las cuentas de energía, todo esto publicado y discutido hasta el cansancio por la horrible comunidad académica. Desarrollos posteriores al arranque de la revolución industrial sí ocurrieron dentro de la industria privada, pero siempre utilizando resultados teóricos de la naciente ciencia de la termodinámica (entropía, energía libre, etc.), desarrollados totalmente en un proceso colectivo entre varios investigadores que casi invariablemente eran sucios profesores universitarios.

  • charlie
    21 enero, 2011 at 2:25 pm

    Loa académicos, como los economistas, son especialistas en autopsias.

  • Lanark
    21 enero, 2011 at 3:38 pm

    Charlie: Aquí es donde usted nos va a mostrar que la academia no jugó ningún papel en el desarrollo de la máquina de vapor. Después pasamos a los otros tres campos, que por ser más generales son más fáciles.

  • charlie
    21 enero, 2011 at 4:26 pm

    Lanark: Ni mas faltaba que yo fuera a menospreciar a la Academia, la Institución encargada de otorgar diplomas y condecoraciones desde hace mas de mil años. Y últimamente posgrados para adornar hojas de vida.

  • Anónimo
    21 enero, 2011 at 8:04 pm

    Los académicos necesariamente se vuelven especialistas el algo específico, llegando a saber más y más acerca de menos; hasta el punto de terminar sabiendo todo a cerca de nada.

  • Alejandro Gaviria
    21 enero, 2011 at 8:20 pm

    Muchos otros no se especializan en nada, pretenden conocerlo todo, hasta el punto de que terminan sabiendo nada acerca de todo.

  • Anónimo
    21 enero, 2011 at 11:51 pm

    hay otros que no pueden contener la orina cuando suena una gaita, y otros que creen que la economia es ciencia…

  • panÓptiko
    22 enero, 2011 at 1:25 am

    Lanark: el último libro de McCloskey dedica unos cuantos capítulos a mostrar que la invención de la máquina de vapor no causó la revolución industrial.

    Además, ella muestra que sólo hasta el comienzo del siglo veinte la academia – entiéndase por esto, la ciencia – empezó a tener un rol significativo en el desarrollo.

    Antes de eso lo importante fue la técnica, que de cierta manera si fueron tegüas emprendedores. Hay un libro un poco aburrido que se llama "The Civils" donde se narra el comienzo de la ingeniería como rama de estudio fuera de los ejércitos. Este proceso lleva a cabo gracias a la asociación de estos tegüas en el siglo 19 en Inglaterra. Durante este siglo, el desarrollo de la academia siguió el patrón del sistema de educación del que nació: talleres en los que jóvenes ingresaban como aprendices a hacer lo que hacía el maestro.

    Yo no me confiaría tanto de lo que enseñan las universidades sobre sí mismas.

  • Anónimo
    22 enero, 2011 at 3:17 am

    o sea que la rueda no se invento en una universidad? uff, uno para que es que estudia entonces!

  • Anónimo
    22 enero, 2011 at 4:27 pm

    Cómo son de acomodados los comentarios según las preferencias políticas del opinador…

    Si el presidente no fuera Santos sino Mockus, seguramente el titular del diario La República de hoy sería: "Vamos por buen camino" en vez de decir que la meta del PIB es mediocre

  • Alejandro Gaviria
    22 enero, 2011 at 6:28 pm

    El anónimo anterior está, creo, haciendo referencia a esta noticia. Lo interesante el caso es que el director y el subdirector del DNP están de acuerdo en que la meta de crecimiento de 4,5% es mediocre. Por ello el Plan Nacional de Desarrollo tiene una meta distinta, de 6,2%.

    Mi punto es que todas las proyecciones, incluidas las del Banco Mundial, publicadas la semana pasada, proyectan un crecimiento para la economía colombiana en el cuatrienio de 4,0%. Nada del otro mundo.

  • Alejandro Gaviria
    22 enero, 2011 at 6:39 pm

    Según el director del DNP, "en los próximos cuatro años la administración del presidente, Juan Manuel Santos, se propone sacar de la pobreza a 2 y medio millones de colombianos, disminuir la tasa de desempleo al 9 por ciento, llevar el
    ingreso per cápita a 7.200 dólares anuales y alcanzar un crecimiento anual de 6.2 por ciento en 2014".

    El Ministro de Hacienda es más cauto, y habla de un crecimiento promedio de 4,5%.

  • juan francisco muñoz
    22 enero, 2011 at 6:45 pm

    M d G

    No sé qué tan profundas deban ser las discusiones llamadas epistemológicas. Algo que recuerdo que se dice de las mentes más brillantes de la historia es que son capaces de hacer las preguntas más simples desde las perspectivas más innovadoras. No sé si para hacer eso se necesita una "epistemología". Lo que sí creo, es que la ciencia ha cambiado todas las discusiones filosóficas. Newton vio lo infructuosas de muchas de las discusiones de la Royal Society presidida por Hooker. Darwin y Wallace verían lo útil que sería un simple concepto estadístico como el de Malthus, cosa que los filósofos y poetas de la época considerarían poco humanista. Los métodos experimentales de Dalton, Mendel, Mendeliev, entre muchos otros, llevarían a tener los mejores razonamientos sobre la estructura y composición del mundo físico. No sé qué tanto el conocimiento sería algo fructífero sin el desarrollo tecnológico y científico, pero dudo mucho que las simples discusiones epistemológicas aportaran mucho en ello.
    Yo creo que muchos se equivocan, de forma insistente, al afirmar que la ciencia es la búsqueda de la exactitud y la certeza. La ciencia simplemente es el estudio cambiante y progresivo de las funciones y las estructuras de la realidad física y humana. Esta realidad no es una copia, la ciencia cambia al mundo mientras lo estudia. Y al hacerlo, es parte de esa realidad, de ese mundo, del universo. La ciencia no es la imposición de un grupo humano, de un poder. Es la naturaleza conociéndose y cambiándose a sí misma.

  • Maldoror
    22 enero, 2011 at 9:22 pm

    Panóptiko:

    " […] el último libro de McCloskey dedica unos cuantos capítulos a mostrar que la invención de la máquina de vapor no causó la revolución industrial."

    Si, pero el argumento de Lanark no es tanto si la maquina a vapor fue fundamental para la revolución industrial, sino si en su invención (al igual que e los principios de la física que la hicieron posible) tuvo una participación importante la academia.

    Juan Francisco:

    A mi me parece un poco ingenua la visión que ud tiene de la historia de la ciencia. Vaya y averigue el rol del pensamiento religioso en un Galileo o en un Newton. La ciencia no siempre ha sido ese altar inmaculado del conocimiento objetivo (como pretenden algunos como Constantino), ni ha estado libre de ideologías o formulamientos religiosos en su desarrollo. Eso no quiere decir tampoco que deba ser así, pero si no lo reconocemos estamos condenados a otras formas de vulgaridad aún más preocupantes que las del empirismo vulgar (como por ejemplo, el positivismo vulgar, tan popular en estos días).

  • Lanark
    22 enero, 2011 at 10:35 pm

    Panóptiko: Tremenda ligereza la mía. Debí decir "permitió" en vez de "provocó". Por otro lado, como dice Maldoror, la cosa es cuánto incidió en eso la academia.

    Sin academia no hay revolución industrial. Así de simple.

  • juan francisco muñoz
    22 enero, 2011 at 11:07 pm

    Maldoror

    Tiene razón un poco, yo mismo me sentí un poco cursi escribiendo al final las "bellezas" de la ciencia. Sin embargo, usted tiene una apreciación injusta, porque Newton, por ejemplo, es importante solo por parte de su trabajo, no por todas sus ideas, igual que galileo. No creo que la revolución tecnológica iniciada por Newton tenga mucho que ver con sus ideas sobre la alquimia. Tal vez en su vida personal, psicológica sí, pero no en el gran panorama científico.
    Creo que hay una gran diferencia entre las anécdotas históricas y lo que realmetne cuenta.
    Esa tendencia a sobredimensionar ciertas cosas sobre las más generales y evidentes es demostrada por Steven Pinker en
    su visión sobre la violencia, por ejemplo.

  • Alexander Tamayo
    23 enero, 2011 at 3:47 am

    Eso de sacar de la pobreza a 2.5 millones de personas es fácil. Simplemente jugar con la linea de medición (1 dollar/día o menos)

  • Anónimo
    28 octubre, 2013 at 12:58 am

    Cuando leí el título pensé que se refería a un economista hablando de salud. …

  • Anónimo
    13 noviembre, 2017 at 5:00 pm

    Empresarios de antaño, que construyeron grandes proyectos, empresas y limpios capitales eran, según su teoría "empíricos vulgares" y fueron sustituidos por "yuppies" la mayoría formados en el exterior, que leen dos libros por semana con teorías nuevas, no tienen tiempo para pensar, aplican sus teorías sobre los bienes ajenos y cuando no dilapidan, malversan lo que no es de ellos. Usted es el mejor ministro de hacienda que ha tenido el sector salud en todos los tiempos y sus "tecnócratas" unos áulicos que al menor disentimiento son apartados de sus cargos.