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Los datos de la felicidad

Los estudios de felicidad están de moda. Cada semana la prensa reporta un nuevo hallazgo, un nuevo dato sobre la geografía o la demografía de la felicidad. “Lo único que sabemos sobre la felicidad es la extensión de su demanda”, escribió hace una década el filósofo español Fernando Savater. Pero esta declaración de ignorancia es un asunto del pasado. Un juicio anacrónico. Mucho sabemos actualmente sobre la felicidad, sobre los factores que inciden en el bienestar subjetivo. Sobre quiénes son los felices, los satisfechos con la vida, con “Esta vida” como dice la canción del momento.

Un análisis de la felicidad de los colombianos, basado en la Encuesta Social y Política (ESP) de la Universidad de los Andes, arroja algunas conclusiones felices. Y otras no tanto. El análisis permite, en primera instancia, comprobar científicamente la famosa hipótesis de Pambelé. La ciencia cojea, pero llega. Los ricos, vea usted, son más felices que los pobres. En el estrato seis, 70% reporta estar satisfecho con su vida. En el estrato uno, sólo 26% manifiesta lo mismo. En el tres, 31% dice lo propio. En promedio, la felicidad crece con el estrato, con la riqueza y con la educación. Aun después de tener en cuenta las posesiones materiales y el lugar de residencia, la probabilidad de ser feliz es 12 puntos porcentuales mayor para quienes fueron a la universidad que para quienes apenas terminaron el bachillerato.

Pero el asunto de la felicidad no termina con la plata. Los ricos también lloran. Pero no tanto. Y los hombres lloran más que las mujeres. Después de tener en cuenta los otros factores (el estrato, la edad, el estado civil, la educación, etc.), la probabilidad de ser feliz (o al menos de reportarlo) es seis puntos menor para los hombres que para las mujeres. Lo contrario ocurre en los Estados Unidos. El diario The New York Times reportó esta semana que las mujeres gringas, las amas de casa desesperadas y las ejecutivas estresadas, son menos felices que los hombres. Hace una generación, las gringas eran más felices que sus contrapartes del otro sexo, pero la igualdad de género aparentemente invirtió la ecuación de la felicidad. Paradojas de esta nueva ciencia.

“Y los jóvenes deslizándose sin límites, ladera abajo, hacia la felicidad”, escribió el poeta Phillip Larkin. Pero su metáfora no funciona. O funciona parcialmente. Los jóvenes son más felices que los adultos. Pero no mucho más felices que los viejos. La ocurrencia de la felicidad es similar a los veinte y a los setenta. Y toca fondo a los cuarenta. En el caso colombiano, a los 48 años para los hombres y a los 43 para las mujeres. Pero existen paliativos para las inclemencias de la edad madura. Uno de ellos, paradójicamente, es el matrimonio. La probabilidad de ser feliz es 12 puntos mayor en los casados que en el resto. Como diría un malpensante, conviene a los felices permanecer en casa. Otro paliativo es el trabajo (y los lectores sabrán disculparme la insistencia puritana): los empleados son, en promedio, más felices que los desempleados, así no necesiten trabajar.

Sin ánimo de desbancar a Walter Riso y reconociendo que la economía no puede competir con la compleja ciencia de la autoayuda, vale la pena terminar con unos consejitos. La confianza, por una parte, parece aumentar la felicidad. Después de tener en cuenta el efecto de las otras variables, los confiados son más felices que los desconfiados. La probabilidad de ser feliz es 15 puntos mayor en los primeros que en los segundos. Pero allí no termina la cosa. Los que se clasifican a sí mismos más a la izquierda del espectro ideológico, los radicales, tienden a ser más infelices que el resto. “El expansivo placer que aportan la invectiva y la negación” tiene sus límites y sus efectos secundarios. En fin, ya sí para terminar, el izquierdismo no sólo es una enfermedad infantil. Parece ser también una extraña forma de infelicidad.

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  • Javier Moreno
    29 septiembre, 2007 at 1:59 pm

    Es impresionante el parecido físico entre usted y Ana Milena Muñoz, al menos en esta edición de El Espectador.

  • Apelaez
    29 septiembre, 2007 at 2:08 pm

    Vea pues, entonces Maldoror debe ser un infeliz.

  • Jaime Ruiz
    29 septiembre, 2007 at 2:42 pm

    Alejandro: La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo (por un camino torcido viene a resultar muy apropiada la cita) trataba de la ligereza ideológica de quererse mostrar siempre muy radicales renunciando con ello a la eficacia en los fines propuestos. Cuando uno lee sobre la felicidad siempre queda la duda de los móviles que llevan a alguien a declararse feliz o infeliz. ¿Qué pasa si le ofrecen a cada persona un millón de pesos por decir que es infeliz? No costaría nada, se puede suponer que todos aceptarían, no iban a echar a perder esa felicidad con orgullos o razonamientos descorazonadores. Así, los niños pequeños se viven declarando infelices para obtener algún rédito de los demás, para dominarlos. Es lo mismo que hacen los izquierdistas, se declaran infelices porque con eso se dan importancia, y esa declaración es un placer de los más socorridos. Ya que se habla de Savater, en una entrevista de hace un montón de años declaraba que el yogur de por la mañana sabía mucho mejor si se lo aliñaba con un comentario de insatisfacción por tanto niño que va a pasar hambre todo el día. ¡Qué asco de mundo! Y naturalmente a Savater siempre le ha parecido de lo más repugnante ese espíritu.

    Es el problema de esas mediciones subjetivas: la persona sufrida se declara infinitamente feliz por obtener los favores de alguien a quien la persona privilegiada ni miraría: esa persona privilegiada siente que su vida es un despropósito porque los ministerios y embajadas están en manos de esos sucios miserables sin anhelos de justicia social y ve por todas partes bajeza y suciedad porque ¡hasta le toca trabajar!

    En fin, el izquierdismo es un adorno al alcance de las personas mediocres de extracción social alta, la proclama de la propia infelicidad es una condición de ese adorno como el agujero de la oreja para un pendiente. ¿Cómo es que los que sufren por el desarrollo insostenible no reducen su consumo y no se hacen cubanos y viven con diez dólares al mes? El paraíso languidece porque faltan hombres nuevos con convicción, pero por lo visto los que llegan a comprenderlo sólo se conciben como administradores de granjas que evalúan la longevidad y sumisión del ganado sin querer compartir su suerte.

  • Alejandro Gaviria
    29 septiembre, 2007 at 2:52 pm

    Jaime:

    Gracias por la aclaración. Yo conocía la cita. Pero no me imaginé que fuera apropiada. Simplemente se me ocurrió usarla para terminar una columna que había escrito en un tono menor aunque todo lo que dice es estrictamente cierto. Estadísticamente significativo.

  • Maldoror
    29 septiembre, 2007 at 3:08 pm

    Apalaez:

    Ignorance is bliss, dicen….

  • Alexander Tamayo
    29 septiembre, 2007 at 3:39 pm

    Alejandro cual fué la definición de felicidad utilizada en la encuesta? Dicha encuesta fue realizada solo en las ciudades?. Cual fue la pregunta concreta para indagar por felicidad?.

    Saludos

  • Alejandro Gaviria
    29 septiembre, 2007 at 3:51 pm

    Alexander: La encuesta se realizó en las áreas metropolitanas de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. La pregunta sobre la felicidad es la pregunta estándar que han usado los psicólogos desde hace décadas para medir el bienestar subjetivo. La evidencia recopilada desde entonces no deja dudas sobre la utilidad (y relevancia) de este enfoque. La pregunta exacta fue la siguiente:

    En términos generales, ¿qué tan satisfecho está usted con su vida? ¿Diría UD. que está…(LEA)
    (1) muy satisfecho, (2) satisfecho, (3) insatisfecho.

  • Apelaez
    29 septiembre, 2007 at 3:59 pm

    Los izquierdistas tenderan a responder que no estan muy satisfechos con su vida por una razón básica: No se ha logrado lo que ellos quieren, no se ha hecho la revolucion, los cambios no se estan dando lo suficientemente rapido como para considerarse satisfechos. Y ademas de todo, los esfuerzos personales de estos izquierdistas nunca son suficientemente importantes como para lograr el cambio.

    En otras palabras, no tienen paciencia.

  • Lanark
    29 septiembre, 2007 at 4:57 pm

    Muy buen artículo. La «compleja ciencia de la autoayuda», me parece una expresión poderosísima. Supongo que hay que agradérsela a Alejandro y no a Ana Milena.

    Dejando de lado el estilo tan ameno del artículo, tengo que darle algo de razón a Jaime en su idea de la conveniencia de quejarse, que se aplica a toda oposición minoritaria, y no sólo a la izquierda. No toda la razón, claro, porque el factor de frustración que menciona apeláez probablemente haya sido más significativo que el supuesto premio por quejarse. (Por cierto, el premio por quejarse, en algunos casos va del estigma social hasta la motosierra. Seguramente en Venezuela los derechistas son más infelices que los izquierdistas).

    Me pregunto cómo explicará Ruiz la correlación entre educación y felicidad, o incluso la ira que le produce a veces el tono festivo de sus contradictores (se ha referido a mi como un cachaco mamagallista, o algo así, en medio de los habituales insultos).

    Sobre la felicidad, en general, diré es un criterio bastante traicionero para evaluar la situación política de un pais, en particular cuando uno quiere insinuar que depende de las variables macroeconómicas de la manera postulada por alguna teoría cualquiera, sea el marxismo o el liberalismo.

    En algún post de nuestro autodenominado Liberal Colombiano, Vaughan, enlazó una excelente charla sobre la felicidad dada por un sicólogo prestigioso gringo. Y resulta que lo que han encontrado sus estudios parece ser una carga de profundidad para todas las doctrinas que conceden gran importancia a la libertad, incluyendo desde luego aquellas seudo-teorías patéticas que reducen la libertad a la propiedad.

    Lástima que don DieGoth, que se declara gótico, no venga a comentar acá, para ver qué opina de la definición de Jaime de la declaración de la infelicidad como un adorno de los ñángaras aristocráticos (seguramente un pobre que se declare infeliz lo hace como una manera de parecer de estrato más alto)

  • Anónimo
    29 septiembre, 2007 at 6:23 pm

    «Sufrir me toco a mi
    en esta vida
    llorar es mi destino
    hasta morir»
    Aycardy, Rodolfo. en «Obras Escogidas». 1970. Medellin. Col. ver CVELAC Colciencias.

  • Javier Moreno
    29 septiembre, 2007 at 9:15 pm

    ¿Qué dice el estudio sobre la felicidad de los de extrema derecha?

  • caborca
    29 septiembre, 2007 at 10:09 pm

    Alejandro. Todo lo que dice su columna es estadisticamnte significativo, como lo dijo arriba. Pero no necesariamente cierto. Usted sabe que los númers no hablan solos. Y el mismo artículo del NYT lo dice:

    «A big reason that women reported being happier three decades ago — despite far more discrimination — is probably that they had narrower ambitions, Ms. Stevenson says. Many compared themselves only to other women, rather than to men as well. This doesn’t mean they were better off back then».
    Entoncs, estos datos hay que tomarlos como otra forma de iniciar una buena discusiónn sobre la felicidad, con alguine que a uno le interese. Pero en este punto las estadisticas son cruching data, por no decir otra cosa. Frecuentemente los leo y me divierte la mentalidad de los econmistas. Siempre tienen todo claro.

  • Alejandro Gaviria
    29 septiembre, 2007 at 11:47 pm

    J: los de extrema derecha también son más infelices: el coeficiente es negativo en el modelo probabilístico pero no es significativo. No puede rechazarse la hipótesis nula de que es igual cero.

    Caborca: estoy de acuerdo. Estos datos son simplemente un punto de partida para la discusión. La causalidad, por ejemplo, no es clara. Jaime sugiere que los mamertos escogen ser infelices. Pero también puede ser que los infelices escojan ser mamertos.

  • Tarantini
    30 septiembre, 2007 at 12:27 pm

    Medir la felicidad es bastante difícil, establecer cifras estadísiticas sobre este sentimiento tan subjetivo es un poco increíble, y decir que los de izquierda son más infelices que los capitalistas es bastante atrevido, suena como una campaña contra la izquierda más que como una realidad cierta e infalible, de pronto es un chiste de Alejandro.

    La felicidad o infelicidad depende de muchos factores, en veces, es sicológica y viene acompañada de depresiones que deben tratarse médicamente, otras veces, de ambiciones desmedidas, y otras veces, seguramente de compararse con los otros, que tienen más, son mejores, más inteligentes, más bonitas o bonitos y así sucesivamente.

    Yo creo, para resumir, que la felicidad y la infelicidad son la mejor forma democracia porque no discrimina, ataca a todos por igual, sin importar el estrato, el sexo o la ideología.

    Medir este estado del alma y de la mente es bastante impreciso y especulativo porque pueden interpretarsen las cifras como se quiera, como las cifras del Dane, que se interpretan como el analista quiera, para la derecha o para la izquierda, depende de la óptica, ¿no creen?.

  • Alejandro Gaviria
    30 septiembre, 2007 at 2:28 pm

    Tarantini: Estas preguntas deben mirarse con escepticismo pero no deben descartarse completamente. La evidencia muestra que las respuestas a las preguntas sobre felicidad están correlacionadas, entre otras cosas, con la actividad de los lóbulos prefrontales izquierdos del cerebro que ha sido de tiempo atrás conectada con la “felicidad”. Las respuestas también están asociadas con la depresión, el divorcio, la adicción, la violencia interpersonal, en fin con situaciones claramente “infelices”. Este tema ha sido estudiado con detenimiento y los datos no son simplemente una broma estadística o un mal chiste contra la izquierda o contra los desconfiados.

    La neurociencia ha logrado escrutar algunos aspectos del alma humana, revelar muchos misterios y confirmar algunos lugares comunes. Como diría Tom Wolff, “Sorry but your soul just died.”

  • Alejandro Gaviria
    30 septiembre, 2007 at 2:35 pm

    Joseph E. Stiglitz escribió este fin de semana en el NYT una reseña al libro “The Shock Doctrine” de Naomi Kelin que discutimos en este espacio hace unos días.

  • Anónimo
    30 septiembre, 2007 at 4:53 pm

    Este Blog, ( y debe haber otros por el estilo ) es una prueba de que Colombia es un Bizancio subdesarrollado.

  • nicolás
    30 septiembre, 2007 at 6:11 pm

    Hola a todos…

    Volví a leer la columna de Alejandro (y a visitar el blog) después de un parentesis de, por ahí, dos meses y me encuentro con la ‘cereza del helado’ al final del articulo (aquella del izquierdismo como enfermedad infantil y forma particular de infelicidad).

    Y pues bueno, les cuento de manera cronológica: primero que todo me molestó mucho (pues si, soy mamerto) pero luego de pensar y procesar un poco he llegado a la siguiente reflexión.

    ESTÁ FUERA LUGAR EL DEMERITAR A QUIENES DETENTAN UNA OPINIÓN POLÍTICA DIFERENTE EN EL PLANO PERSONAL (Y NO POLÍTICO COMO, A MIS OJOS, DEBERÍA SER) SE ESTÁ PUES DESPLAZANDO EL DEBATE DESDE LOS ARGUMENTOS HACIA LO PERSONAL ESTRATEGIA QUE ME PARECE, A LO MENOS, POCO PROVECHOSA.

  • Jaime Ruiz
    30 septiembre, 2007 at 7:35 pm

    Ya van dos comentarios en que se habla de «izquierda» como un simple punto de un espectro de opciones, de modo que los izquierdistas del artículo resultan estar en el extremo opuesto de los derechistas pero menos lejos de los de centro. Es el problema de ese lenguaje, cada vez que se define la izquierda resultan fuera la mayoría de los izquierdistas, sobre todo en medios como los latinoamericanos. ¿No es lícito pensar que su experiencia en el plano de la felicidad será la opuesta de la de los derechistas?

    Esa visión se me hace tan corta como la de alguien que sólo viera en las especies vegetales diversos matices del verde, y sólo los evaluara de claro a oscuro: los frutos del limonero serían lo opuesto de los del olivo y la palmera estaría más cerca del roble que otras caducifolias.

    Habría que hablar más bien de especies como en la naturaleza, que es como conciben los hindúes sus castas: saldría una familia u orden muy peculiar, la de los reaccionarios apegados a la noción de jerarquía, a los derechos de los gremios, al menosprecio del trabajo, al culto de la violencia, a las lealtades personales, a la solución de los problemas por decreto… Claro, sería todo un orden endémico, el de los reaccionarios hispanoamericanos, y habría que reconocer las diversas especies: no todas presentan antisemitismo, algunas se adornan con nociones extrañas como la absurda pretensión de respetar la propiedad (que es como un roble que diera bananos), etc.

    En resumen, la «infelicidad» es un corolario de la «insatisfacción», es decir, del descontento: la especie «izquierdista» está formada por aquellos de estrato tan alto que son mejores que el mundo, a los que el servicio no les hace las utopías como exigen y empiezan a percibir la realidad como una afrenta. Sí: los salmones que no saltan lo suficiente para alcanzar el rango de «corruptos» son infelices y de ahí que se compren vestimenta de psicópatas. Es una buena explicación.

  • nicolás
    30 septiembre, 2007 at 7:50 pm

    Uy Jaime, todo ese cuento de ‘las diferencias dentro de la izquierda’ para terminar diciendo, igualmente, que todos son insatisfechos, altaneros y tienen como objetivo en la vida llegar a un puesto burocratico para ejercer la corrupción…

  • Jaime Ruiz
    30 septiembre, 2007 at 9:00 pm

    Hablando de otra cosa bien grave, espeluznante lo que anuncia Christopher Hitchens: otro Caguán.

    Si Mengeland no consiguió sacar adelante a las FARC con el Nobel a Pastrana (su esposa era presidenta del Parlamento noruego, el órgano que otorga el premio, y el mequetrefe les toleró todo a esos rústicos acariciando el premio, que vale más que el trozo de luna que se robó el papá), ahora sí que se saldrá con la suya (pues es previsible que el burócrata de la ONU no obre solo y conserve bastante influencia, por no hablar del montón de motivos y afinidades que tienen con Gore y que son más importantes para ellos que Colombia).

    Pero en últimas es la sociedad colombiana la que deshoja la margarita, y un pétalo decisivo es la elección de Samu.

  • Apelaez
    30 septiembre, 2007 at 11:24 pm

    Maldoror, creo que su frasesita «Ignorance is bliss» la contradicen los datos. Según la encuesta, a mas educación mas felicidad.

    En consecuencia, la frase vendria siendo mejor como «knowledge is bliss». Menos para los izquierdistas, claro.

  • Apelaez
    30 septiembre, 2007 at 11:25 pm

    Alejandro ¿Cuando van a colgar la encuesta completa (si es que la piensan colgar)?

  • Maldoror
    1 octubre, 2007 at 1:09 am

    Apelaez:

    Mi «frasesita» es la cita de un poema y un dicho popular en los paises anglosajones. Igual esta encuesta sobre la felicidad es un patente absurdo. Si mal no recuerdo hace no mucho salió una encuesta en la que decía algo así como que Colombia era uno de los paises más felices del mundo…Peor cuando le meten el sesgo ideológico que ud y Alejandro Gaviria seguramente comparten: pero como bien lo dijo Lanark, en Venezuela deben ser los derechistas los que se sienten infelices

    P.D: No sé porque cuando leí la columna me acorde de un títular hace como un año en el noticiero RCN del mediodía que decía (textualmente) «¡Expertos dicen que la vida vale la pena!» (de los «expertos» uno era un psiquiatra y el otro, ejem, un cura)

  • Maldoror
    1 octubre, 2007 at 1:18 am

    Aquí está la noticia (sólo son «más felices Malta, Dinamarca y Suiza)…definitivamente «ignorance is bliss» es casí que el lema de este país

  • Alejandro Gaviria
    1 octubre, 2007 at 1:56 am

    Apelaez:

    Tengo una presentación completa y un documento a medio escribir. También hay dos personas trabajando con los datos en tesis de grado. Mañana cuelgo la presentación. Y voy colgando lo otro poco a poco.

    Nicolás:

    No entiendo la queja. Yo no estoy demeritando a los que piensan distinto. Estoy señalando un rasgo promedio de su personalidad. Una curiosidad estadística que algunos (Sergio entre ellos) confirman con el hecho mismo de negarla.

  • Javier Moreno
    1 octubre, 2007 at 9:10 am

    «Hablando de otra cosa bien grave, espeluznante lo que anuncia Christopher Hitchens: otro Caguán.»

    Jaja. Jaime, tiene que reconocer que su Pepe Grillo Paranoico a veces se toma más libertades de las razonables. Hitchens anuncia un (bastante improbable, en mi opinión) súbito lanzamiento de la candidatura de Gore tras un (posible) premio nobel de la Paz, y usted lee un inminente Caguán. Dado que Gore nunca ha demostrado mayor interés por Colombia, dificil pensar que, de ocurrir la cadena de eventos que Hitchens imagina, todo concluya con un despeje en los llanos (por más amistad con Menguele).

    Más preocupante, me parece, la posible elección de Moreno Rojas. ¿Por qué le dice «Samu»? ¿Es un apodo popular para el tipo?

    Confiemos en que Quique gane.

    Alejandro: Supongo que la (no significativa) infelicidad de la derecha extrema se podría explicar con más o menos los mismos argumentos que la (palpable) de los de la izquierda extrema, ¿no? Por ejemplo, parafraseando a Pelaez: «Los derechistas tenderan a responder que no estan muy satisfechos con su vida por una razón básica: No se ha logrado lo que ellos quieren, no se ha hecho la revolucion, los cambios no se estan dando lo suficientemente rapido como para considerarse satisfechos. Y ademas de todo, los esfuerzos personales de estos derechistas nunca son suficientemente importantes como para lograr el cambio.

    En otras palabras, no tienen paciencia.»

    (A propósito: ¿Cuál es la proporción de gente, según la encuesta, que se declara de izquierda extrema y la proporción que se declara de derecha extrema? Yo supondría que hay más de los primeros que de los segundos. ¿Es así?)

  • Javier Moreno
    1 octubre, 2007 at 11:56 am

    Mengeland, que digo. Lapsus.

  • Anónimo
    1 octubre, 2007 at 12:40 pm

    parafraseando,un comentario leido en el espectador:ser feliz se consigue siendo superficial,centrado en uno mismo,e ignorando la realidad de los muchos que tienen sobradas y concretas razones de su infelicidad,no he visto ni leido alguien menos feliz que jaime,debe ser mamerto!
    alarido miserabilista,cantaleta feminista

  • nicolás
    1 octubre, 2007 at 3:42 pm

    Hola de nuevo,

    A modo de aclaración me repito un poco. El hecho de la ‘infelicidad mamerta’ lo dice la encuesta OK (comparo también el considerarla como una simpatica curiosidad estadística). La queja va es a la cuestión de la ‘infantilidad del mamerto’ pues esa afirmación si me parece se hace sin piso y pues denigra de los izquierdistas.

  • Jaime Ruiz
    1 octubre, 2007 at 5:40 pm

    Javier: una política de apaciguamiento con las FARC es muy probable si ganan los demócratas, pues a fin de cuentas el buenismo es muy rentable en términos de imagen. Falta, eso sí, que ganen. Lo que dice, entre otras cosas, Hitchens es que Gore tendría más posibilidades que Hillary Clinton y Obama. (Lo que menos convence es que le sirva el Nobel de la Paz para ganar elecciones en EE UU, aunque la propaganda ecologista sí puede resultar.)

    Claro, la elección del Moreno sería peor. Lo llamo Samu porque su propaganda electoral es «SamuEl Alcalde», idea estúpida donde las haya. En Semana el tipo le contesta a María Isabel Rueda que condena a las FARC cuando matan y secuestran civiles. Los militares le guardarán gratitud, y los anapistas, en buena medida policías y militares retirados.

    Ese personaje es el paradigma de la izquierda realmente existente, el cinismo con que un gomelo descendiente de militar legitima el asesinato de militares es el mismo con que casi todos los profesores universitarios alientan las masacres escudándose en la historia y demás.

  • Maldoror
    1 octubre, 2007 at 5:49 pm

    Alguién que le recuerde a Jaime Ruiz que Al Gore era el vice presidente de l demócrata que instauró el Plan Colombia, columna fundamental de la tal «seguridad democrática» de este gobierno…

  • Daniel Vaughan
    1 octubre, 2007 at 8:02 pm

    «En el estrato seis, 70% reporta estar satisfecho con su vida. En el estrato uno, sólo 26% manifiesta lo mismo. En el tres, 31% dice lo propio. En promedio, la felicidad crece con el estrato, con la riqueza y con la educación.«

    Es difícil concluir de acá que los pobres sean menos felices que los ricos. Como la pregunta está en términos de «satisfacción» y no de «felicidad», no se puede inferir que sean más felices… digamos que lo único que se puede inferir es lo textual: en el momento de la encuesta, y después de hacerse la pregunta, de la forma que se hizo, los individuos manifiestan estar (más o menos) satisfechos con la vida.

    Pero la pregunta tiene el problema que puede inducir esa respuesta. Probablemente el rico siente que debe sentirse satisfecho (la pregunta induce un proceso mental más profundo, o por lo menos eso me imagino) y el pobre siente que debe sentirse insatisfecho.

    Ahora, de acuerdo conKahneman, uno podría montar el argumento que pobres y ricos son igual de felices. En experimentos con gente que ha perdido un miembro, o con ganadores de lotería, la felicidad de unos y otros vuelve al nivel original después de un período de adaptación. Yo lo interpreto como «adaptarse al nuevo status-quo».

    DV

    pd (metodológico): educación, estrato e ingresos están altamente correlacionados. ¿Se mantienen los efectos de los tres cuando se incluyen todos en la misma regresión? ¿Y qué tal si hay endogeneidad también? ¿Puede el nivel de satisfacción, a través de un mayor optimismo y ser más «echao’pa’lante» por ejemplo, generar mayor ingresos, etc.etc.etc.?

  • Daniel Vaughan
    1 octubre, 2007 at 9:24 pm

    Alejandro,

    Creo que el comentario de Nicolás tiene que ver con que no sabía que estaba utilizando una cita de alguien (yo tampoco, pero después de buscarlo en google apareció la famosa cita de Lenin, de donde me imagino salió el comentario).

    De hecho estoy de acuerdo con el reclamo: si es una cita, cítelo entre comillas. No sólo eso, decir con la certeza que lo dice «el izquierdismo no sólo es una enfermedad infantil» es absolutamente ofensivo y denigrante. Lo mismo se podría decir del «derechismo» o de cualquier posición ideológica, así que además el comentario es circular (y contradictorio): aplica exactamente para usted.

    DV

  • Jaime Ruiz
    1 octubre, 2007 at 9:51 pm

    Como cosa rara las protestas tienen la habitual intención de acallar las opiniones molestas: ¿por qué no se va a poder pensar que el izquierdismo es una forma de infantilismo? Es obvio que lo es, como el niño se niega a comer las espinacas y sólo anhela golosinas, el ñángara no puede resistirse a la tentación de ser mejor que el mundo y exigir su renta (de ser posible en la Universidad Nacional), renta que se justifica por sus altas calidades humanas y por haber llevado a cabo el admirable descubrimiento de que el mundo está en las peores manos.

    Si Daniel (y en general todos los economistas y tecnócratas) abandonara su actitud infantil de creerse en un pedestal por estudiar economía y considerara la conveniencia de adquirir una cultura general mínima, a lo mejor se decidiría a leer La rebelión de las masas donde hay algún capítulo en que se analiza el «señorito satisfecho». Puede que encontrara las motivaciones típicas de los rebeldes clónicos que definen a las clases altas colombianas en ciertas edades desde más o menos el siglo XVII. Claro que el título apropiado para una adaptación tropical sería «el señorito insatisfecho».

  • Apelaez
    1 octubre, 2007 at 9:53 pm

    Daniel, refraseo:

    «Los mamertos estan menos satisfechos con la vida». Le pregunto: ¿Puede uno estar poco satisfecho con la vida y ser feliz?

  • Daniel Vaughan
    1 octubre, 2007 at 10:05 pm

    Apelaez, no entendí para dónde va o cuál es su punto. El mío era sencillo: el uso de determinadas palabras induce diferentes procesos mentales (y marcos de referencia). Uno puede estar de acuerdo o no con esta hipótesis, e incluso si uno está de acuerdo con su validez general, puede estar en desacuerdo en el caso particular de la encuesta de Alejandro.

    Sobre su punto, probable sea verdad (aunque intuyo que cae en el mismo problema que el otro: si uno le cree a gente como Kahneman, la felicidad depende del status-quo o puntos de referencia… si los intelectuales realmente están insatisfechos, y tienen su punto de referencia en las aspiraciones que tienen, su afirmación es correcta. De hecho, un argumento similar se puede montar para explicar por qué los gringos aparecen menos felices que los colombianos en algunas encuestas: el gringo promedio — digamos que por ser una sociedad consumista— tiene aspiraciones mucho más altas que el colombiano promedio, así que reporta estar menos feliz. Pero si el mamerto o intelectual no lo tiene como punto de referencia, en una pregunta como esta puede decir que no está satisfecho con su vida, sin implicar que sea infeliz.)

    DV

  • Jaime Ruiz
    1 octubre, 2007 at 10:06 pm

    Ah, Sergio, el gobierno de Clinton fue a tal punto uno de los principales impulsores del Caguán que el presidente de la bolsa de NY fue a hablar con Tirofijo por petición de Clinton. No está de más recordar que según el añorado Fernando Garavito, el intelectual crítico que emula a María Jimena y a Bejarano, el hombre había ido a negociar las inversiones de las FARC. Los demócratas son especiales, Carter tuvo la mala suerte de estar cuando lo de Camboya (y Afganistán y Nicaragua) y Clinton cuando lo de Ruanda.

  • Daniel Vaughan
    1 octubre, 2007 at 10:15 pm

    Jaime,

    Claro que se puede «pensar que el izquierdismo es una forma de infantilismo». El problema no es qué se puede pensar, sino qué implica tal analogía.

    Se me ocurren varias implicaciones pero la que creo más importante es la siguiente:

    Si el izquierdismo es una enfermedad infantil, entonces no toca pararle bolas.

    Mi punto es que esta afirmación, así como está en la columna (no se cómo esté en el documento de Lenin) es boba y el argumento es sencillo: si el izquierdismo es bobo, ¿por qué el derechismo no lo es? ¿Pero si derechismo y el izquierdismo lo son, también lo es el centro? Si cualquier posición ideológica es boba, entonces el comentario es vacío o tautológico.

    Si la afirmación sólo es correcta para la izquierda, significa que ser de derecha no es bobo. ¿Pero por qué? ¿Cuál es el argumento lógico? La respuesta es que no hay un argumento lógico, así como no lo hay para que a Apelaez le guste más el verde que el amarillo.

    DV

    pd. Note que en su ejemplo del ñángara, si reemplaza esta palabra por «industrial» o por «político» o por «ser humano» la veracidad se mantiene. Por eso es que le argumento lógico es absurdo.

    pd2. La conclusión del siguiente párrafo es igualmente absurda: ¿De dónde saca que «Daniel se cree en un pedestal por estudiar economía»? No sólo eso, de dónde saca que «Daniel considera inconveniente adquirir un mínimo de cultura general mínima»? Jaime, tiene que haber un mejor argumento que este para defender su posición. Yo no se mucho de argumentos ad-hominem, pero esto me huele a eso.

  • Apelaez
    1 octubre, 2007 at 10:42 pm

    DAniel. Creo que Alejandro escribio la columna en un tono mamagallistico. No se lo tome tan a pecho, es un juego.

  • Daniel Vaughan
    1 octubre, 2007 at 10:46 pm

    Apelaez,

    Estoy totalmente de acuerdo con usted, pero el mamagallismo puede ser ofensivo, así que hay comentarios que a veces es mejor dejarse para uno sólo, o dejar claro que es mamando gallo.

    DV

    pd. Si no, mire lo que le pasó a Michael Richards, Kramer en Seinfeld.

  • Alejandro Gaviria
    1 octubre, 2007 at 11:36 pm

    Daniel: Acepto que pude haber escrito la cita entrecomillas. Como no era una cita completa sin un fragmento no lo hice. Mi defensa es que los ofendidos probablemente conocen la cita de Lenin.

    Hay muchas interpretaciones posibles de los resultados y la causalidad no es clara pero las correlaciones son ciertas. La correlación entre educación, estrato y riqueza (de otro lado) no es problemática. El número de observaciones es suficiente para identificar efectos separados de estas variables. Para una defensa de los estudios de felicidad escrita por dos economistas de prestigio, ver aquí

  • Jaime Ruiz
    2 octubre, 2007 at 12:09 am

    Daniel, ya he comentado que los tipos humanos no son situables en una línea horizontal. Tampoco las posiciones ideológicas. Pongamos la religión: budista no es opuesto a cristiano ni a musulmán sino que son plantas distintas. La rebelión rutinaria no es lo contrario de otra cosa traducible en un arco o espectro longitudinal sino un fenómeno específico. Cuando se atribuye infantilismo e infelicidad al radicalismo izquierdista no se está presentando eso como lo opuesto de ninguna forma de derechismo.

    En últimas es casi tedioso: «izquierda» es el nombre de una actitud típica de las clases altas del Tercer Mundo, en especial en Latinoamérica. Pero la alusión a la lateralidad sólo es una copia del modelo moral del cristianismo. «Izquierda» es un término que en la cabecita complaciente del ñángara se traduce por el bien, el preocuparse por los demás y no por uno mismo (opción lógica en personajes como Luis Eduardo Garzón que ya no tenía que preocuparse ganando el sueldo de 50 personas), la solidaridad y la protesta y todo lo que no implique trabajar ni correr riesgos económicos.

    En la medida en que se trata del privilegio de unos parásitos que promueven la violencia para defender su dominio sobre la sociedad, el nombre correcto de lo que en Colombia se llama «izquierda» es «derecha», pero en ese aferrarse al bello ideal los izquierdistas obran con un infantilismo patético.

  • Daniel Vaughan
    2 octubre, 2007 at 1:00 am

    Alejandro, gracias por el link… por supuesto que no estoy criticando los estudios de felicidad. Creo que son interesantes, y nos dicen cosas que son particularmente importantes para los economistas.

    Eso por supuesto no quiere decir que no haya dificultades metodológicas. Esa que yo señalé tal vez sea una de esas que es difícil de evitar, de ser cierta, por supuesto.

    En fin, por supuesto que aplaudo lo que están haciendo en los Andes. La encuesta es interesante y arroja resultados igualmente interesantes.

    DV

  • Maldoror
    2 octubre, 2007 at 1:12 am

    Jaime:

    Clinton no fue impulsor del Caguan. Fue Pastrana. Y el gobierno gringo de turno apoyo al presidente lacayo de turno. Nada de sorprendente en ello. Es como si ud dijera que Bush es el «principal impulsor del intercambio humanitario» porque ha apoyado el viaje de senadores republicanos para que se reúnan con Chávez y los emisarios de las FARC en Venezuela.

    En cambio si sabemos que Clinton creo el plan colombia, como estrategia de su amada «guerra contra las drogas» y como estrategia y fuente del esquema contrainsurgente que usa el estado Colombiano. De hecho, las últimas declaraciones de Pastrana en la revista semana son muy ciertas: fue él el que armó este estado hasta los dientes para lo que iba a venir con Uribe, mientras «negociaban la paz en el Cagúan»

  • Daniel Vaughan
    2 octubre, 2007 at 1:29 am

    Jaime,

    Yo no entiendo muy bien su definición de izquierda. Si entiendo medianamente algo de lo que está hablando, parece ser un fenómeno característico de «las clases altas de Latinoamérica».

    Eso para mi ya es un despropósito, pero bueno, esa es una definición muy particular (será culpa de Apuleyo Mendoza y Montaner esta definición?). Pero entonces, para clarificar términos, cómo clasifica uno a las personas con una orientación económica «colectivista» — por llamarlo de alguna manera, tal vez no la más apropiada— en los países industrializados?

    ¿Cuál es la izquierda española? ¿La de los países nórdicos, o si prefiere, la de los laboristas o los demócratas?

    Y por cierto, eso de «la clase alta» es un típico comentario suyo. Y bueno, en ese sentido usted es un tipo consistente: la izquierda es la clase alta, la de los educados… esos son los ñángaras que apoyan a las FARC. O bueno, bajo esa definición, esos «somos» los ñángaras profarquianos.

    Pero la consistencia no se si sea buena o mala… es tan irracional, que es divertida… pero es difícil pararle bolas en las discusiones porque usted «repite muchas veces» muchas cosas, pero está hablando solo… sus definiciones no concuerdan con las que utiliza la gente y usted, que es un hombre del lenguaje, debería entender que para que el lenguaje sea útil tenemos que tener un lenguaje común… si cada uno habla en el suyo la cosa es bastante difícil…

    DV

  • Maldoror
    2 octubre, 2007 at 2:15 am

    Daniel:

    Entienda, discutir esos temas con Jaime Ruiz es un perdida de tiempo. De hecho discutir sobre que es izquierda en este blog es masóquista

  • Daniel Vaughan
    2 octubre, 2007 at 2:34 am

    Alejandro, qué dice la encuesta sobre interés en temas políticos por géneros.

    Me quedé pensando cuando dije que «Jaime era un hombre del lenguaje», pero la verdad es que podría ser una «mujer del lenguaje». Algo así como nuestra dama de hierro.

    DV

  • Jaime Ruiz
    2 octubre, 2007 at 10:10 am

    Daniel, voy a tener que citar su último comentario para contestar a cada cuestión:

    Yo no entiendo muy bien su definición de izquierda.

    Digo que esos términos izquierda y derecha son falaces, y que en Latinoamérica son doblemente falaces. Las personas que se proclaman de izquierda en un lugar como Colombia me recuerdan al loco que se cree Napoleón, cada vez que se los critica responden con las hazañas heroicas del corso. El problema no es la definición de izquierda sino la condición real y los intereses de quienes usan esa retórica. Pero entonces siempre responden que no se respeta a la izquierda. ¿Qué es la izquierda? Pongamos que es el bando de la igualdad. Fulanito es de izquierda, por tanto desea que haya menos desigualdad. ¿Cómo es que en Colombia prácticamente todas las personas que ejercen algún activismo a favor de los grupos comunistas se ganan más de cinco veces lo que gana la mayoría? ¿Cómo pueden ser partidarios de la igualdad los sindicalistas que se ganan el sueldo de 50 personas (como Garzón cuando era presidente de la CUT) y los magistrados, rectores, columnistas, buscadores de rentas y demás? ¿Son pobres y partidarios de la igualdad los lectores de la revista Semana? ¿Van a la universidad los pobres y no los ricos?

    La idiotez de todo eso llega al punto de que en Bogotá una vez se produjo una gran alarma en un acto político de Luis E. Garzón cuando era candidato a la presidencia: se temió que lo intentaran matar. Cuando fueron a averiguar se descubrió que el problema es que habían visto a personas con cara de indios. Es algo muy difícil en Bogotá.

    Pero la idiotez es un terreno en el que puede florecer fácilmente la mala fe. Por eso podemos recitar lo que ya todo el que ha querido entender entiende, las definiciones de «izquierdista» en Colombia. Naturalmente usted no entenderá, le parecerá un delirio personal, etc. No se puede hacer nada.

    Definición A: izquierdistas = los buenos y justos.

    Definición B: personas que han ido a colegios caros y después a la universidad gracias a la solvencia de sus familias y pretenden estar a salvo del trabajo y con derecho a sinecuras cómodas desde las cuales predican el bien y la justicia y pretenden que a los ricos se les quite para dar a los pobres. En buen romance: parásitos que imitan al clero colonial y se aferran a viejos privilegios y al orden jerárquico de la sociedad de siempre.

    Delirios míos, hombre.

    Si entiendo medianamente algo de lo que está hablando, parece ser un fenómeno característico de «las clases altas de Latinoamérica».

    Está bien para una lección de falacias ad hominem, la suavidad en los términos, «entender medianamente». No es tan complicado, una parte significativa de las clases altas de Latinoamérica acoge esa retórica anticapitalista y antiamericana como recurso para defender su privilegio. ¡Uf, quién lo entiende! Hasta un niño lo entiende. La descalificación ad hominem viene de esa superioridad que viene de no poder entender.

    Eso para mi ya es un despropósito, pero bueno, esa es una definición muy particular (será culpa de Apuleyo Mendoza y Montaner esta definición?).

    Ergo, los partidarios de la desigualdad son los mismos beneficiarios de la desigualdad y todo lo que expliqué antes. Es algo que uno encuentra todos los días: «no aceptas mi mentira, tienes que estar loco».

    Pero entonces, para clarificar términos, cómo clasifica uno a las personas con una orientación económica «colectivista» — por llamarlo de alguna manera, tal vez no la más apropiada— en los países industrializados?

    Lo mismo, ¿no era Napoleón un genio? En los países industrializados no hay una desigualdad semejante y ciertamente los partidarios de esa desigualdad no son la minoría que lo posee todo. Claro que hay oligarquías e intereses perversos de todo tipo alrededor del Estado y de su expansión, pero no hay un bando claro de rentistas del petróleo apiñados alrededor del Estado y con varias criadas en su casa. Pero siempre está presente esa sordera de origen.

    A: «La distinción entre izquierda y derecha es falaz y se presta a toda clase de embelecos».

    B: «Pero entonces, ¿quiere usted que la derecha le gane a la izquierda?»

    ¿Cuál es la izquierda española? ¿La de los países nórdicos, o si prefiere, la de los laboristas o los demócratas?

    Pues hay toda clase de matices en cada país y tienen muchas interpretaciones. Alguien como Felipe González traducido a Latinoamérica saldría bastante cerca de Uribe Vélez por los resultados de su gobierno: gran reducción de la desigualdad, aumento considerable de la atención a los pobres, estabilidad institucional. Ningún partido de gobierno en Europa es comparable a Chávez, Morales o Correa y a NADIE se le ocurriría que hay que negociar las leyes con una banda de asesinos o que tener intenciones de gobernar autoriza a matar agentes estatales.

    El estatismo-colectivismo tal como el de la izquierda colombiana sólo lo defienden sectores marginales, no el grueso de los dueños de los periódicos ni de los lectores de los medios típicos de los ricos. La idea de que la propiedad «es» una función social, como dice la constitución colombiana, haría dar vómito a todos los laboristas y socialdemócratas.

    Y por cierto, eso de «la clase alta» es un típico comentario suyo. Y bueno, en ese sentido usted es un tipo consistente: la izquierda es la clase alta, la de los educados… esos son los ñángaras que apoyan a las FARC. O bueno, bajo esa definición, esos «somos» los ñángaras profarquianos.

    Voy a proponerle una definición de «clase alta» que no sea caprichosa o inaceptable para la mayoría: personas cuya renta y cuyo nivel de educación están en el primer decil y cuyos padres estuvieran también en el primer decil en educación y también en renta. Teniendo en cuenta la movilidad social del narcotráfico y demás, saldría poco más de un 5 % de la sociedad.

    Bueno, es fácil planteárselo pero no sé dónde habrá evaluaciones sobre eso:

    A: en ese grupo de personas hay más votantes del PDA que de cualquier otra opción.

    B: en ese grupo de personas hay más votantes de otras opciones que del PDA.

    No me cabe duda de que usted me mostrará encuestas precisas que demuestren que me equivoco entre la asociación entre clase alta e izquierda. Si aparte se excluyera a los propietarios y quedaran sólo los empleados estatales y demás personas que no viven del mercado sino de sus contactos (como muchísimos abogados), creo que no quedaría casi nadie que no correspondiera al modelo.

    Pero la consistencia no se si sea buena o mala… es tan irracional, que es divertida… pero es difícil pararle bolas en las discusiones porque usted «repite muchas veces» muchas cosas, pero está hablando solo… sus definiciones no concuerdan con las que utiliza la gente y usted, que es un hombre del lenguaje, debería entender que para que el lenguaje sea útil tenemos que tener un lenguaje común… si cada uno habla en el suyo la cosa es bastante difícil…

    Eso de la «consistencia» es cualquier cosa. Usted habla de «consecuencia». Bueno, ¿qué es lo irracional?

    A: la revista Semana expresa el punto de vista de los pobres.

    B: la revista Semana es hostil al comunismo y a sus representaciones electorales o armadas.

    Ahora bien: el ejemplo del loco que se cree Napoleón es inapropiado porque no se trata de locura sino de la moralidad y los hábitos mentales que dejó la esclavitud. Por eso la mentira parece la verdad para un grupo considerable de personas. Por eso la forma de combatir la desigualdad es pensionarse después de veinte años de trabajo y no de cuarenta años de trabajo como en los países ricos (cosa que ha obtenido la izquierda en Colombia con la mayoría de su clientela).

    Es que estoy mal de la cabeza. Cuando un rector se pensiona a los cincuenta años (después de una breve estancia como rector, pues de promedio duran menos de un año en las universidades de provincia),

    A: eso no lo apoya la izquierda ni el rector es de izquierda.

    B: eso contribuye a reducir la desigualdad.

    C. la izquierda quiere agrandar la desigualdad.

    Hombre, no me «pare bolas», todo es tan irracional, la izquierda son los buenos y justos y por eso el bien y la justicia avanzan cada vez que sufridos héroes de la gente humilde como Samu El Alcalde y su mentor Dussán consiguen crear nuevos puestos de trabajo para luchadores humildes que han estado trabajando por el bien y la justicia.

    Seguro, hombre, al menos usted cuenta con que todos los académicos comparten su visión y encuentran irracional mi concepción de los izquierdistas colombianos.

  • Daniel Vaughan
    2 octubre, 2007 at 3:44 pm

    Jaime,

    Su comentario tiene varios problemas.

    1. Parte de una premisa empírica que no se puede corroborar (o probablemente si, pero usted está esperando a que alguien lo haga por usted): «en Colombia prácticamente todas las personas que ejercen algún activismo a favor de los grupos comunistas se ganan más de cinco veces lo que gana la mayoría… los sindicalistas que se ganan el sueldo de 50 personas«.

    2. Reduce la definición de «izquierda» a «el bando de la igualdad». Esto por supuesto no es necesariamente cierto. La izquierda, por ejemplo, tiene una amplia tradición colectivista: derecho a agruparse y a la sindicalización. Esto no necesariamente implica querer la igualdad y por eso es que el siguiente punto es incoherente.

    3. Ve en la izquierda una posición hipócrita: mientras dicen querer la igualdad (de acuerdo con usted, por supuesto, esto no necesariamente es cierto… vea 2) devengan salarios más altos. Para usted esto es inaudito. Para usted si quisieran ser consistentes deberían reducirse los salarios. Pero esto tiene un montón de problemas: querer una menor desigualdad no implica bajarle los salarios a los ricos. El argumento de la educación y el estado de bienestar, por ejemplo, se basa en la idea que un estado social con igualdad de oportunidades es un estado social más justo, aún cuando haya desigualdades (por habilidades por ejemplo). Por otro lado, querer menor desigualdad no necesariamente es inconsistente con no bajarse el salario. Y no lo es porque la crítica se da a las causas de la desigualdad y no a la desigualdad en sí misma.

    Y finalmente, insisto, sus definiciones de izquierda ni siquiera tienen fundamento empírico (su definición B intenta hacer eso): busque en encuestas para ver de qué estrato social (o qué nivel educativo) son las mayorías que apoyan una corriente ideológica. Según su definición, la base política del PDA, por ejemplo, es gente rica que fue a colegios caros. Vaya y pregunte a ver qué le dicen. De pronto la encuesta de Alejandro dice algo sobre esto (seguro lo dice: filiación política o ideológica por niveles de ingreso). En el World Values Survey puede ver cómo el porcentaje de personas, para Colombia, que cree que debe haber una menor desigualdad (nivel 1 en la pregunta) se reduce significativamente con el nivel educativo.

    En países con tradiciones de izquierda más pronunciadas esto no es tan cierto, por muchas razones (entre ellas que la izquierda ya ha alcanzado un menor nivel de desigualdad, así que la correlación ya desapareció). En Europa, por ejemplo, intuyo que la correlación entre nivel de ingresos y filiación política es menor que en Colombia. En EEUU es difícil saberlo, porque la filiación política acá está más asociada a otro tipo de filiaciones partidistas (aunque sin lugar a dudas, los demócratas tienen una tradición de protección de los derechos sindicales mucho más marcada), como la religión.

    DV

    pd. Está muy divertido la interpretación de ad-hominem de mi incapacidad de entender.

  • Jaime Ruiz
    2 octubre, 2007 at 4:24 pm

    Daniel, eso está buenísimo. La cuestión de la desigualdad pierde importancia frente a la cuestión de la justicia. Y no cuenta la desigualdad propiamente dicha sino sus causas. Genial, portentoso. Ya sabía que se podrían esperar grandes proezas de todos ustedes.

    Por tanto, las condiciones excepcionalmente favorables que han obtenido los afiliados de los sindicatos comunistas en Colombia no son una causa de la desigualdad. Por ejemplo, pensionarse tras 20 años de trabajo, como los afiliados de Fecode, no es algo que se pueda considerar causa de la desigualdad.

    Hombre, no importa: se puede admitir que es causa de desigualdad, pero no de injusticia. ¿Qué es pues izquierda?

    A. Los puntos de la línea de las posiciones políticas no tienen relación con nociones como «desigualdad en el ingreso».

    O bien:

    B. La izquierda es el bando que defiende la desigualdad a favor de ciertos grupos de personas partidarias del Estado de Bienestar.

    Pero es mejor: la mitad de los empleados estatales está en Colombia en el primer decil de ingresos. ¿Será por casualidad la mitad con más estudios? Todo eso es asquerosamente falaz, cuando un fecodista ha ahorrado lo suficiente pone un colegio o algo así a los 45 años, ya tiene su pensión y aparte busca otro ingreso, pero no entra en la categoría de empleado estatal.

    Bueno, ¿quién va a saberlo? Yo no sé si hay encuestas, no me sorprendería que surgiera una según la cual esa mitad de empleados estatales con más educación y que forman parte del primer decil de ingresos son fanáticos uribistas. A fin de cuentas ya llega uno a enterarse de algún método de medición por el cual el PIB per cápita cubano en 1958 era inferior al colombiano. ¡Si el líder de los empleados estatales antes de ser representante y senador era Wilson Borja! Y claro, ¿quién va a pensar que hay personas con título universitario y afinidad ideológica con el castrismo y las FARC? Es que me falta el litio, hombre, ¿a quién se le va a ocurrir algo así? Bueno, podría aceptarse, pero ¿acaso no son los pobres los que van a la universidad? ¡Ahora resulta que van más los ricos a la universidad!

    En fin: no hay más que decir, la revista Semana la leen los pobres, sobre todo los pobres muy productivos. Hombre, tal vez los lectores tengan sus ingresos, ¡pero son de los justos porque les gusta el Estado de Bienestar!

    Para mí los niños que castran policías son de una inocencia absoluta y aun los que les dan las órdenes. Un país en el que se miente tanto y se vive en medio de tantas mentiras es naturalmente la patria del crimen.

  • Daniel Vaughan
    2 octubre, 2007 at 5:54 pm

    Jaime: por supuesto que la desigualdad no es mala per sé. Lo que se discute son las causas de la desigualdad.

    Y bueno, lo mismo de siempre: muéstreme los datos que corroboran todas las verdades empíricas que sustentan sus argumentos.

    DV

  • Jaime Ruiz
    2 octubre, 2007 at 6:26 pm

    Daniel, en lo que s� tiene raz�n es en atribuirme g�nero femenino: soy una persona. Si hay algo grotesco es ese aspecto te�sta y creacionista de los �ngaras. Las palabras tienen g�nero, los animales tenemos sexo. Pero tambi�n soy una persona de sexo masculino, es decir, muscularmente m�s consistente que una persona de g�nero femenino.

    Cada vez que uno hace frente a todo ese lenguaje corrompido se encuentra con la misma respuesta de los mamertos de hace cuarenta a�os: no, eso no es as� porque lo que ellos dicen es «cient�fico», es «hist�rico», etc., y la ca�da en las jergas m�s torpes resulta legitimada.

  • Lanark
    3 octubre, 2007 at 9:14 am

    Yo creo que Jaime sólo se volvió anti-creacionista porque eso está de moda. Es prácticamente anti-americanismo; o me va a decir que los creacionistas no son protestantes sino católicos.

    Me alegra mucho que Jaime tenga sexo. En eso les lleva ventaja a los santos varones del Opus Dei, como Sabitas o todos esos uribistas. Aunque yo creo que soy muscularmente más consistente que Jaime, por aquello de la edad. Lero, lero.

    Y se le olvidó dar información empírica.

    ¿Les gustó mi comentario ad hominem? Espero estar a la altura de mi profe de retórica, don JR.

    Aunque los argumentos de él son mejores cuando no son ad hominem, sino ab hominem, es decir, vienen de un sólo hombre que no acepta ninguna validación de sus argumentos que no se haga por clones de sí mismo. Muy parecido a la religión, muy distinto a la ciencia. Aunque si Jaime Ruiz es en realidad un comité (es decir, no sólo género, eh, sexo, equivocado, sino también número) me tocará tragarme mis palabras.

  • Lanark
    3 octubre, 2007 at 9:15 am

    Por cierto, el anterior comentario que puse me hizo feliz.

  • Anónimo
    3 octubre, 2007 at 10:40 am

    jaime ruiz se siente infeliz,mamerto!
    cantaleta feminista

  • Alejandro Gaviria
    3 octubre, 2007 at 1:07 pm

    Debía algunas respuestas sobre los datos. Aquí están:

    J.: la pregunta sobre izquierda y derecha invita a los entrevistados a clasificarse a sí mismos en una escala discreta de uno a diez, donde uno representa la posición más a la izquierda y diez la posición más a la derecha. 27% respondió “uno” y 13%, “diez”. Estos porcentajes son casi idénticos para hombres y mujeres.

    Daniel: aproximadamente 12% de los entrevistados reportó estar muy interesado en la política: 15% de los hombres y 9% de las mujeres. 64% de los hombres votaron en la última elección presidencial vs. 62% de las mujeres. Para las elecciones de Congreso, los porcentajes fueron 50% y 43%, respectivamente. 68% de las mujeres votaron por el mismo partido en las elecciones presidenciales y en las de Congreso. 58% de los hombres hizo lo mismo

  • Apelaez
    3 octubre, 2007 at 1:09 pm

    Lo que dice Marginal Revolution sobre el libro de NAomi Klein que se discutio aca

    Most of the book is a button-pressing, emotionally laden, whirlwind tour of global events over the last 30 years: Katrina, the invasion of Iraq, torture in Chile, the massacre in Tiananmen Square, the collapse of the Soviet Union, and the September 11, 2001, terrorist attacks. The book offers not so much an argument but rather a Dadaesque juxtaposition of themes and supposedly parallel developments in the global market. Above the excited recitation stands Milton Friedman as the überdemon of the march toward global tyranny and squalor…

    Often Ms. Klein’s proffered connections are so impressionistic and so reliant on a smarmy wink to the knowing that it is impossible to present them, much less critique them, in the short space of a book review…

    Ms. Klein also tellingly remarked, «I believe people believe their own bullshit. Ideology can be a great enabler for greed.»

    When it comes to the best-selling «Shock Doctrine,» that is perhaps the bottom line on what Klein herself has been up to.

  • Alejandro Gaviria
    3 octubre, 2007 at 1:16 pm

    apelaez:

    Estoy terminado el documento sobre la encuesta para colgarlo junto con la presentación. Si me das un correo, te puedo enviar esta última.

  • Apelaez
    3 octubre, 2007 at 1:35 pm

    Alejandro, ahi va mi mail

    [email protected]

  • Anónimo
    4 octubre, 2007 at 1:42 am

    me uno a este comentario queencontre releyendo el blog….Anónimo dijo…
    ..despues de venir leyendo un buen tiempo a jaime (a quien admiro, la mayor parte del tiempo),no aguanto las ganas de jugar al psicologo yerbatero: a jaimito, alguna de sus mujeres le monto cachos con un profesor (universitario tal vez?) o con un sindicalista ( del polo sería..?)…o con los dos…menos probable…si algo le sobra a jaime es sentido del humor…..espero…

    22:13

  • Maria
    12 octubre, 2007 at 7:12 pm

    Me iria por el lado de que algo mas determinante para felicidad es ser conservador o ser liberal mas que ser de derecha o de izquierda. Aunque no tan generalizado en ninguno de los casos.

  • SeB
    19 octubre, 2007 at 10:19 pm

    Alejandro: creo que si la pregunta fue sobre satisfacción, la cosa se complica. El estar «satisfecho» con la vida de uno puede tener un tufillo de que se considera que ya se alcanzó todo lo que se quería lograr en la vida. Y si me preguntan a mí, que soy ingenuamente optimista y me considero feliz, diría que no estoy satisfecho…

    Pero igual, este es el tipo de datos y preguntas que mejor me caen cuando estoy saliendo del trabajo.

    Mucha suerte