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Hiperopia

La disyuntiva entre el vicio y la virtud es una constante en la vida del hombre: una lucha eterna que nunca termina, ni siquiera con la vejez. Y esa disyuntiva se hace más evidente en las festividades de fin de año, cuando los centros comerciales o las agencias de viajes o los restaurantes de moda se atiborran de Hamlets indecisos entre gastar o no gastar. Entre darse el gustico o guardarlo para más tarde. El consumidor decembrino es un sujeto freudiano por definición: un alma embrollada en una brega constante con las demandas prudentes del superyó. Un ser atemorizado por el remordimiento. Pero el remordimiento, cabe decirlo de una vez, no es sólo arrepentimiento: es también anticipo culposo. O demagogia virtuosa.
Los demagogos de la virtud siempre han tenido buena prensa. O mucha prensa, al menos. Por esta época, muchos repiten su cantaleta virtuosa con una insistencia que esconde su incoherencia. ¿Acaso no se han dado cuenta los circunspectos guardianes de la salud que el objetivo de la vida no es maximizar su duración? En las revistas de moda, los sicólogos del corazón reparten consejos virtuosos entremezclados con las vidas viciosas de la farándula. Y los inveterados críticos del sistema (esas almas atormentadas, siempre en Semana Santa) arengan sobre la comercialización de las fiestas. O sobre la fatuidad de los gustos. “Lo que cuenta para el burgués —escribió esta semana Alberto Aguirre— es que compra. Cualquier cosa, buena o mala, útil o inútil… No vive, compra”. Me disculparán los lectores por reincidir en las rencillas, pero las lecciones de vida de los mamertos son como las recomendaciones sexuales de los sacerdotes. Más que inocuas, peligrosas.
Quisiera, ya para entrar en la conspicua materia de esta columna, presentar mi argumento en contra de los demagogos de la virtud. No se trata de una opinión ligera o de una perorata hedonista, sino de una argumentación científica, sustentada por experimentos controlados y resultados replicables. Los investigadores Anat Keinan y Ran Kivetz de la Universidad de Columbia publicaron hace unos meses un artículo científico que confirma la doble naturaleza del remordimiento humano. En el corto plazo, lamentamos nuestros vicios. Y en el largo plazo, renegamos de nuestras virtudes. O, dicho de otra manera, el remordimiento ocasionado por no trabajar o no ahorrar disminuye con el tiempo, pero el causado por no descansar o no gastar aumenta con los años. En enero, renegaremos de nuestros excesos. En diez años, de nuestras tacañerías. En suma, las virtudes se convierten en vicios. Y los vicios en virtudes. Eso, al menos, es lo que dice la ciencia.
Por desgracia, los miembros adultos de la especie, concienzudos en sentido literal, somos incapaces de anticipar el arrepentimiento futuro que traerá la moderación presente. Los científicos llaman a esta falencia cognitiva hiperopia, definida como un exceso de previsión o de autocontrol. Como una incapacidad para anticipar que los placeres resistidos son también experiencias no vividas. No nos dejamos caer en tentación. Nos libramos de muchos supuestos males. Y cuando nos damos cuenta del error, ya es demasiado tarde. Padecemos de hiperopia: un mal de la especie. O, al menos, de su encarnación burguesa.
Pero la ciencia (con su proverbial conservadurismo) se ocupa muchas veces de nombrar lo conocido: de bautizar el agua tibia. La hiperopia es una falencia cognitiva conocida de tiempo atrás. “Nadie en su lecho de muerte se arrepiente de no haber pasado más tiempo en la oficina”, dijo alguna vez un senador gringo. “A nadie le quitan lo bebido y lo bailao”, dicen los campesinos colombianos. Y la ciencia, vea usted, terminó dándoles la razón.

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  • lelo69
    31 diciembre, 2006 at 1:25 pm

    Hiperopia o el conflicto de mamá Melchora:

    «Si se la meten grita,
    y si se la sacan llora»

  • lelo69
    31 diciembre, 2006 at 1:54 pm

    Ambivalencia es la costante…

    El conflicto psicologico al cual estamos sometidos los humanos permanentemente entre lo bueno y lo malo, entre lo que conviene y no conviene,entre la rubia y la morena, esa ambivalencia constante que nos trasnocha y muchas veces nos deprime ante la decisión tomada o el resultado obtenido.

    Nunca estamos completamente tranquilos,tampoco nunca estamos completamente contentos, nunca estamos completamente satifechos, siempre falto un detalle, siempre esta el maldito «pero».

    La mania de la perfección nos jode desde la más tierna infancia, por culpa de la educación religiosa, por las obsesiones maternas y por nuestras propias inseguridades y neuras.

    Esa palabreja «Hiperopia» ya yo la habia oido como estudiante de medicina y esta es la definición médica,cual definición aporto a la discusión

    Definición de hiperopia:

    La hiperopia es el termino medico para vision lejana. En esta condicion, el globo ocular generalmente es mas corto que lo normal (opuesto a la miopia, donde el ojo es mas largo), este acortamiento hace dificil para el lente enfocar claramente la luz sobre la retina desde los objetos cercanos. Rara vez un aplanamiento de la cornea o un adelgazamiento del lente pueden ocasionar hiperopia. Habitualmente todos los niños son hiperopes en un grado moderado, y la condicion disminuye durante la adolescencia. Cuando el ojo pqueño de un niño crece volviendose mas grande la hiperopia disminuye. Los jovenes que son hiperopes generalmente ven bien para lejos y cerca, debido a que la capacidad de enfoque de el lente es suficientemente fuerte para ajustarse al tamaño corto del ojo. En algunos niños la hiperopia puede estar asociada con ojos cruzados (estrabismo) debido a que los musculos del ojo tiene que contraerse mucho para ver a lo cerca. En niños, sintomas no visuales como el dolor de cabeza y la falta de interes en la lectura pueden ser señales de alerta de un grado severo de hiperopia. Al igual que la miopia, la hiperopia comunmente es hereditaria

  • Sergio Méndez
    31 diciembre, 2006 at 3:43 pm

    “Lo que cuenta para el burgués —escribió esta semana Alberto Aguirre— es que compra. Cualquier cosa, buena o mala, útil o inútil… No vive, compra”. Me disculparán los lectores por reincidir en las rencillas, pero las lecciones de vida de los mamertos son como las recomendaciones sexuales de los sacerdotes.

    Bah…dejeme darle dos argumentos contra el vicio (digo, el vicio navideño):

    1- Soy ateo
    2- No tengo plata para esas #$%#$!

    End of story.

  • Juan Francisco
    31 diciembre, 2006 at 5:09 pm

    Excelente artículo.

  • metafora zero
    31 diciembre, 2006 at 5:17 pm

    Aunque politicamente tengamos discrepancias, debo reconocer que la columna está genial ¡¡

    Lejos estamos del alucinado paraiso de Fukuyama y el vivir encerrados en trampas abstractas nos hace ajenos e insensibles al presente ¡¡

    Debemos abrazar el universo a lo Whitman y reconocernos como contemporaneos de un mejor mundo ¡¡

  • eureka
    31 diciembre, 2006 at 6:13 pm

    Buena columna, aunque no entiendo la necesidad de «reincidir en las rencillas». El artículo de Keinan y Kivets se encuentra publicado en http://www.columbia.edu/~rk566/research/Repenting_Hyperopia.pdf

  • Anónimo
    1 enero, 2007 at 4:04 am

    Yo soy lector habitual, y normalmente las columnas me gustan mucho, pero en esta columna me parece subutilizada la mencion de la columna de Alberto Aguirre, la columna que el escribio me parece excelente, y estoy de acuerdo con el. Yo no creo ser un «demagogo de la virtud», soy una persona normal (ingeniero absolutamente mediocre de 3.5 en promedio que ve novelas en tv y que se la pasa leyendo blogs y columnistas de prensa).

    Sin embargo a mi me pasa que en los centros comerciales sobretodo en Diciembre hay algo que me produce repugnancia, me da la impresion de que nos tratamos como titeres (digo nos tratamos porque trabajo en una empresa que trata de vender cosas tambien), de verdad que me parece que todo eso es alienante. Con el perdon de ustedes por esta cursileria que voy a decir, «en mi espiritu algo se rebela contra eso».

    Sin embargo yo entiendo que el bienestar de la gente se eleva entre mas cosas vendan los centros comerciales, y yo quisiera conocer otra opinion de Alejandro Gaviria en torno a esto que estoy diciendo, que diciendolo de la forma mas culta que puedo es: La contradiccion entre bienestar y sociedad de consumo.

    A veces creo que el origen de mi «rebelion», es haber leido demasiado al guevon de Alvaro Mutis y a Ernesto Sabato y al cursi de Herman Hesse (Yo se que soy una persona de pateticas lecturas, pero como le digo soy una persona normal), pero puede que mis lecturas no sean la razon de mi rechazo, puede que hasta exista algo que se llama espiritu.

    Por favor cual es la explicacion de don Alejandro. Y por favor digame si regalo los libros de Alvaro Mutis, y por cuales libros los debo cambiar.

    Gracias,

  • zangano
    1 enero, 2007 at 7:55 pm

    bueno alejandro ahora te tenemos de defensor del consumerismo,es que en serio, crees que la american way of life, la compra de bienes como panacea para la infelicidad humana? sera que los gringos son los exponentes mas altos de humanidad y sensatez,caramba,te pasaste de tragos o lo que sea,cuando te dio por tocar el tema del consumerismo,que si todo el mundo lo hiciera,acabariamos con los recursos naturales de la tierra, en un abrir y cerrar de ojos,se que eres inteligente,francameente ,no escribiste esta columna
    como tal.
    si creess otra vez que es mamertismo,anda a ver la pelicula de al gore sobre los efectos de lo que escribes con tanta displicencia.
    no vayas a calificar a uno de los duenos de la occidental petroleum company como mamerto.
    se veria muy colombiano neocon.

  • zangano
    2 enero, 2007 at 12:05 am

    En fin Alejandrito te pusiste al servicio del imperio, pronto te pondremos de paraco.

  • Scared Crow
    2 enero, 2007 at 1:09 am

    Arrrrrrrgghhh, la gente es que no sabe leer o qué; Gaviria ni habla a favor del consumismo ni defiende posiciones monacales; la columna, como tantas de Alejandro, es una vision desapasionada de la realidad circundante apoyada por estudios cientificos que, como él mismo lo dice, no hacen sino corroborar los adagios populares que tanta gracias nos hacen.
    Esas criticas al consumo y su equiparacion con lo malo, lo nefasto y lo horrendo parecen peroratas de niños de bachillerato, y por ahi directo llegamos entonces a decir que Alejandro es un paraco, tamaño exabrupto no se lo habia leido yo a Zangano; pero al fin y al cabo siempre pelan el cobre los bienpensantes, gente que de dientes para afuera propugna el equilibrio social, defiende el medio ambiente y demas causas (loables todas) con los mismos argumentos mascullados una y mil veces «que tan superficiales los que consumen, que tan malos los que polucionan», todo para estos seres es bueno o malo, y de analisis y pruebas poco. Y bueno, si tan liberales se creen y dicen que cada quien es libre de meterse una raya de coca o un vareto de weed, por qué carajos les duele tanto que la gente compre y compre en navidades? Obviamente no hablo por mi, que aunque sea «ateo» como Sergio, disfruté cada navidad de mi infancia y hoy en dia ni compro ni recibo regalos; hablo por el grueso de la gente, tan denostado por los ilusos guardianes de la «felicidad humana». Que bien ricidulos resultaron.

  • Scared Crow
    2 enero, 2007 at 1:17 am

    Y se me escapo al final un neologismo, queriendo escribir ridiculos se me escapo de las teclas «ricidulo», palabreja que quiere decir en la practica risible y ridiculo, redundancia que bien los describe.

  • El editor
    2 enero, 2007 at 2:51 am

    Me habria gustado hacer este comentario en el post anterior y no en este. En fin, encontre por casualidad en google Video el documental de Oliver Stone sobre Fidel Castro. Esta completo. Si quieren verlo la direccion es:

    http://video.google.fr/videoplay?docid=2728396918717683574&q=comandante

    ps: me parece un documento muy interesante, que bien puede ser motivo de debate.

  • zangano
    2 enero, 2007 at 1:17 pm

    el que escribio el aporte de zangano 19.05, no fui yo,el zangano de siempre, alguien usurpo mi nombre,no es nunca mi intencion ,insultar a nadie,menos al dueno del chuzo.
    uno puede debatir, disentir o convenir ,no es mi estilo,usar terminos como paraco con alguien que se esfuerza por decir su verdad ,aunque no este de acuerdo con ella.
    mi aporte autentico es el de las 14.55, desapruebo y rechazo, el calificativo insultante, del que escribio esa opinion usurpando mi mote.

  • Anónimo
    4 enero, 2007 at 6:13 pm

    Creo que el verdadero forista zangano dejo las cosas claras y expreso lo que pensamos todos respecto a lo de llamar paracos o guerrilleros a todos los que no estan de acuerdo con nuestras opiniones. El no solo le calla la boca al farsante, sino que sabe predicar con el ejemplo y por eso tambien le calla la boca a scarface crowd o como se llame.

    Pero todos exageran o leen mal porque el falso zangano tampoco acuso al profesor Gaviria de paraco. Yo nunca he leido que se acuse a nadie de paraco en este interesante foro, si usted ha leido eso, es por la sicosis que hay de que a todos los acusan de guerrilleros o de paracos.

  • Adán
    5 enero, 2007 at 2:47 pm

    De esta discusión se debieran abstener, por razones que parecen lógicas, los impedidos. Los que no pueden gastar o aquellos que están imposibilitados para gozar. Los indigentes y los impotentes.

    En un estudio publicado hace ya varios años por un tipo que más que célebre en ciertos círculos de ahora lo ha sido desde la época de su apogeo, se aventura la tesis de que cada cosa tiene su tiempo, que hay un tiempo para sembrar y uno para cosechar, uno para gozar y uno para sufrir, uno para hablar y otro para callar. Vivir y morir tienen cada uno su momento. Eclesiastés, se llama el trabajo. Siguiendo sus planteamientos, uno podría concluir que aquel que siendo joven, en posesión del rasgo característico de esa época -la fuerza-, se abstuviera de recibir una oferta femenil de carne firme y dulces emanaciones, con sus protuberancias y oquedades de ensueño, aquel que la rechazara, dice, se arrepentirá toda la vida. Porque ése es su momento. O el otro que viviendo su época de creación más febril, durante una noche de viernes y excesos, mojada en humos de ganya y aspiradas en rojos vinos o límpidos alcoholes, con cuatro gatos bardos y un par de osadas musas, se fuera porque «ya es tarde» o «no hay transporte», él, se debiera arrepentir el resto de sus días. Eso sugieren los estudios de Salomón y Khayam.

    Tales tratados me hacen evocar al individuo como un ser que debiera propender por un desarrollo gradual, a través del tiempo. Un ser que sabe qué momento vive. Uno que le saca hasta la última gota a todos sus actos, con sus consecuencias, para apoyarse en ellas, con posterioridad. Así como la idea de reciclar es una fase elaborada y posterior de las sociedades, así sucede en los hombres la etapa de moderación a la de los excesos, o al menos, debiera suceder. Actos que en la juventud no son solo aceptables sino deseables, en la madurez resultan inadmisibles. Raya en lo patético un hombre maduro que no haya podido aprender a controlar sus pasiones, o a medir los riesgos, por lo menos. Poco apreciable es el gerente veterano que no es capaz de prever las consecuencias de liarse con la nueva secretaria.

    Es natural, aun en quienes están más despegados de los hábitos consumistas, que se tengan ciertas debilidades. Razón tenía Eliot al llamarnos «worshippers of the machine», al punto que sé de gente que se excita en las ferreterías. Y no hay intelectual que no chorree babas en las librerías. «Cada uno se gasta su plata en lo que quiere», le oí decir una vez a un bobo que conozco. Y sí. Tiene razón. De lo que estoy seguro es de que están viviendo un momento de poca elaboración quienes gastan en tonterías. Aquellos que emplean bastante de su plata -¡y de su tiempo!- en seleccionar ropa de marca o chucherías de centro comercial. Aquellos que después, pasado el tiempo, se arrepentirán no de no haber vivido, sino de no haber comprado la pluma Mont Blanc aquella con la que ni siquiera escribirían algo importante, sino que a lo sumo, harían cuentas banales. Esos, harán decir al diablo con los brazos en cruz: ¡Pobres muchachos!

  • lelo69
    5 enero, 2007 at 4:17 pm

    Cada loco con su tema.
    J.M.Serrat

    Cada loco con su tema,
    contra gustos no hay disputas:
    artefactos, bestias, hombres y mujeres,
    cada uno es como es,
    cada quién es cada cual
    y baja las escaleras como quiere.

    Pero, puestos a escoger, soy partidario
    de las voces de la calle
    más que del diccionario,
    me privan más los barrios
    que el centro de la ciudad
    y los artesanos más que la factoría,
    la razón que la fuerza,
    el instinto que la urbanidad
    y un siux más que el Séptimo de Caballería.

  • juglar del zipa
    18 diciembre, 2009 at 5:37 pm

    "por eso la plata que cae en mis manos la gasto en mujeres, bebida y bailando".

    por suerte existe, como la evidencia y los experimentos replicables, el replay.

  • Anónimo
    16 junio, 2013 at 9:48 am

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  • Anónimo
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  • Fernando Suarez-Obando
    19 diciembre, 2013 at 1:29 am

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