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De Omaha a Medellín

Cabría comenzar esta columna con un nombre extraño: Constantine Alexandre Papadopoulos. Nieto de inmigrantes griegos que se establecieron en Nebraska. Hijo del abnegado propietario de un pequeño restaurante en el centro de Omaha. Educado en un colegio jesuita en medio de una comunidad conservadora y laboriosa. Inicialmente estudió filología e historia hispanoamericana en la Universidad de Stanford, y posteriormente cinematografía en la Universidad de California. Hoy el mundo lo conoce como Alexander Payne, ganador de dos premios Oscar y dos Globos de Oro. Probablemente el director independiente más importante del mundo.


Con la excepción de Sideways (Entre copas), todas las realizaciones previas de Payne fueron filmadas en Omaha. Incluso su próxima película, todavía en ciernes pero esperada desde ya con impaciencia, tendría el predecible título de Nebraska. A pesar de que Payne ha dicho de manera reiterativa que no quiere ser recordado como “el tipo de Nebraska”, sus obsesiones geográficas revelan una inclinación sociológica evidente, una preferencia innegable por escrutar las transformaciones invisibles pero definitivas de una sociedad tradicional. Toda visión artística tiene un sesgo sociológico, asociado usualmente al origen geográfico del implicado. Payne, cabe reiterarlo, creció en un entorno social (el Medio Oeste norteamericano) escindido entre lo arcaico y lo moderno.

Pero allí no termina la geografía del asunto. Cuando apenas había cumplido veinte años de edad, a comienzos de los años ochenta, Alexander Payne vivió durante varios meses en la ciudad de Medellín, mientras completaba el trabajo de campo para su tesis de grado de la Universidad de Stanford. Como resultado de su investigación, quedó el artículo “Crecimiento y cambio social en Medellín, 1900-1930”, publicado en el primer número de la revista de la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales (FAES). Seguramente Constantine Alexandre Payne (así firmó el artículo de marras) encontró muchas afinidades entre la Medellín de comienzos del siglo XX y su natal Omaha: la religiosidad, el etos igualitario, el gusto por el trabajo y el arribismo soterrado, todas características de la ética protestante de los antioqueños que ha fascinado a varias generaciones de científicos sociales.

En su artículo, Payne incluyó la siguiente cita, tomada de un cuento popular antioqueño escrito en las postrimerías del siglo XIX: “Julio era hijo de un rico minero que vino a establecerse a Medellín. Educado a medias, primero en el antiguo Colegio del Estado y más tarde en uno de los establecimientos de los Estados Unidos, era un verdadero tipo del siglo, un conjunto heterogéneo de intolerancia y bondad, de buenas maneras y salidas bruscas e inesperadas, de arranques de generosidad y movimientos coléricos, de sentimientos cristianos y humanitarios, e impulsos perversos y salvajes. Era una muestra del híbrido, resultado de la rudeza campesina y la educación cortesana”.

Cien años después, esa caracterización del espíritu antioqueño sigue teniendo mucha vigencia. Payne ha expresado varias veces su fascinación por los antioqueños. Incluso su deseo de filmar una película sobre los arrieros paisas del siglo XIX. El costumbrismo antioqueño nunca había estado tan cerca de Hollywood.

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  • Anónimo
    3 junio, 2006 at 11:02 pm

    La excelente descripción de Payne se queda corta para mostrar cómo esa mezcla llamada paisa, le ha hecho un daño profundo a nuestra sociedad de la mano de únicos Antioqueños visibles, que coinciden en su visión moral de la historia y en la razón del poder : Pablo Escobar y Alvaro Uribe Vélez.

    Solo ellos han logrado demoler instituciones de siglos, buenas y malas, solo ellos en nombre del «no seas bobo pues, hacé platica y comé arepa» y «no es sino un articulito», poco a poco acaban con lo que era, ciertamente una defectuosa nación para hacerla regresar en forma inerme al siglo XVIII, como fue siempre su anhelo. Solo ellos, en nombre del escapulario y el rosario, llaman democracia «una bobada» y la cultura una perdedera de tiempo.

    Si. Payne debiera hacer una película sobre Medellín.

  • jozefpronek
    3 junio, 2006 at 11:10 pm

    Las similitudes entre las culturas de Antioquia y del sur de Estados Unidos siempre me aterran. Desde la cortesía empalagosa – pasando por la pesadez de la bandeja paisa o del gravy – hasta su manera peculiar de usar la religión (o la falsa moral de arrieros del «trabajar, trabajar y trabajar») para arrastrar a países enteros a sus respectivos despeñaderos. ¡Excelente post!

    Sí, de acuerdo con anonymous: Payne debería hacer una película sobre Medellín.

  • Anónimo
    4 junio, 2006 at 5:26 am

    gracias por la info de payne, aunque pdamos prescindir del último párrafo.

  • Alejandro Gaviria
    4 junio, 2006 at 2:02 pm

    Releyendo el post, creo que el usuario anónimo de las 12:26 am tiene la razón. El último párrafo es un pegote político en medio de una columna apolítica. Reconozco mi error, el cual me hizo recordar lo que escribí hace unas meses en este blog: “Simplemente, no somos capaces de suspender la conciencia crítica. Leemos con la prevención de quien presiente luchas de poder en una tira cómica. Sospechamos de quienes dan opiniones sin definir posiciones. Vivimos obsesionados con las andanzas de los demagogos que gobiernan las democracias de Occidente…”

  • Respondón
    4 junio, 2006 at 5:08 pm

    Sin la gente tipo Nebraska, sin la producción que esa gente le ha aportado a EEUU basada en una ideología conservadora y capitalista, la mera idea de una Universidad de Stanford (financiando a sus pelados a hacer investigaciones sobre Antioquia por el puro gusto de hacerlas), o de la Universidad de California (entrenando a cineastas) sería impensable. Igual se puede decir de los antioqueños, y me sorprende que los más enemigos de la antioqueñidad expresada en el conservadurismo y «todos a trabajar» del presidente Uribe, son los primeros en añorar un pasado no muy lejano en el cual aquellos antioqueños monopolizaron la producción nacional….y con sus excedentes a través de impuestos, permitían que Colombia gozara de ciertas prebendas intelectuales o seudointelectuales como Focine, para los Paynes criollos. Ah, ahora sí entiendo un poco.

  • Alejandro Gaviria
    4 junio, 2006 at 7:36 pm

    Respondón:

    No creo que su teoría funcione en este caso. La Universidad de Stanford fue creada por Leland Stanford. Presidente y fundador del Central Pacific Railroad. Lo que los gringos llaman un robber baron. La Universidad de California es financiada con recursos públicos. Y nada tiene que ver con los impuestos de los conservadores.

    Ojalá todas las grandes fortunas y las grandes instituciones vinieron del trabajo duro y abnegado. El mundo sería mejor, sin duda.

  • la colombia que no claudica
    4 junio, 2006 at 11:06 pm

    Catón el viejo, Marco Porcio Catón, es el prototipo de ese hombre hibrido entre rural y citadino. Es más, pienso que en todas las culturas se ha dado el proceso de lo rural a lo citadino (ahora no recuerdo ninguna donde el proceso haya sido a la inversa). Con lo cual estoy señalando que la cultura Paisa no es ninguna rareza ni ninguna deformidad, y que guarda similitud con la de Nebrasca y con muchas otras.

    Lo que si es una rareza y una deformidad son las culturas que habiendo nacido rurales desconozcan su pasado y posen como el almendrón de la civilidad.

    Esa gran mentira las hace esquizofrénicas y las priva de la reserva moral y del legítimo orgullo que significa acudir al valor del trabajo duro, y a la reciedumbre de carácter que significo su pasado rural.

  • Respondón
    5 junio, 2006 at 12:03 am

    Alejandro, yo iba a apostar (una miseria, claro) que alguien me comentaría algo así. Como eres economista, ya sabes cómo te voy a responder. Los robber barons de los FFCC tiraron rieles en la medida en que había algo qué transportar. Algo producido por alguien, alguien….de pronto, por los centenares de miles de farmers del medio oeste del continente? Hombre, como si la Union Pacific se hiciera en un solo proyecto desde Nueva York hasta San Francisco, con el propósito de intercambiar los productos de costa y costa.

    En cuanto a Berkeley, me limitaré a observarte que los impuestos vienen en su mayoría de quienes algo producen. Pero me delato como uribista, mejor me callo.

  • Anónimo
    5 junio, 2006 at 12:45 am

    Nadie niega que los «midwestern values» hayan contribuido al progreso de los Estados Unidos. Pero tambien han alimentado muchos de los prejuicios de una sociedad temerosa de si misma.

    Solo caba recordar un grito de libertad que tambien nacio de la cinematografia: «we aren’t in Kansas anymore».

    (disculpen las tildes pero no funcionan por aqui en el Norte)

  • Respondón
    5 junio, 2006 at 1:24 am

    Anonymous (7:45), no estoy en desacuerdo con todo lo negativo que se quiere señalar sobre el mundo mental del ser nebraskiano. (En su alcance desgeografiado, pues los hay en todas partes y Nebraska hasta se reputa más progresista que, digamos, Kansas, aunque menos que Iowa.) Lo único que quería decir es que en las sociedades que yo conozco, algunos (muchos) tienen que vivir como los estereotipados de Nebraska para que otros puedan vivir como los estereotipados de New York o Berkeley. La idea de tener a los segundos sin los primeros es un poco difícil económicamente, y de un repugnante clasismo que lamentablemente caracteriza a mucho pensamiento dizque «liberal», en Colombia, Estados Unidos, y otras partes. Y después los liberales se preguntan (nos preguntamos, pues soy uribista únicamente por la especificidad del caso colombiano, es decir por la guerrilla) por qué la gente es tan regoda.

  • Anónimo
    5 junio, 2006 at 2:24 pm

    Profesor Gaviria, me gustaría conocer según su opinión, en cuanto a que papel han jugado las demás culturas frente a la antioqueñización del país. (Puntualmente la costa y los capitalinos), es decir, porque los costeños han cambiado la mochila por el carriel, o los cachacos el saco por la ruana.

  • Anónimo
    5 junio, 2006 at 2:36 pm

    Alejandro: Podría echarse un par de líneas sobre eso de «el etos igualitario [del antioqueño], el gusto por el trabajo y el arribismo soterrado»? O será que el arribismo soterrado subsume ese etos igualitario (obviamente no cuestiono el gusto por el trabajo), y los observadores capitalinos, con nuestra pretensiones aristocráticas anglosajonas, nos quedamos con la impresión de lo segundo mientras se nos escapa lo primero. Mi impresión, por ejemplo, es que el antioqueño, en general, es notoriamente más racista que otros colombianos, salvo, quizás, los vallunos y caucanos, que también son bastante racistas. Ese etos igualitario … no sé….

  • Anónimo
    5 junio, 2006 at 10:24 pm

    Creo que más guión que el que usted mismo deseó hacer con ese final ¨errado¨: Imposible!!!. De ahora en adelante serás nuestro Payne Colombiano.

  • el lobo feroz
    5 junio, 2006 at 10:30 pm

    Yo me atrevería a decir que en general los colombianos somos racistas; incluso los antioqueños no lo son tanto, al menos en comparación con los bogotanos o los caucanos, porque en Antioquia predominan sólo dos grupos raciales: blanco (español) y negro; a los indios los acabaron desde la conquista y durante la colonia. Diría más bien, que los antioqueños son clasistas y que esa «conciencia» de clase (y de apellido) es el germen del arribismo, que a mi no me parece tan soterrado. Y conste que soy antioqueño.

  • Alejandro Gaviria
    5 junio, 2006 at 11:35 pm

    Quisiera hacer algunos comentarios sobre los cometarios:

    Sobre el etos igualitario, bastaría citar a Patricia Londoño quien, a su vez, cita James J. Parsons: “esta caso rarísimo de una sociedad democrática de pequeños propietarios en un continente dominado por un latifundismo tradicional fue posible gracias a la existencia de un sector minero abierto y a extensas tierras baldías situadas en la frontera de la región”. Citando a Luis H. Fajardo, Patricia Londoño dice además: “la ética [protestante] habría prosperado en una sociedad relativamente igualitaria , sin grandes latifundios y sin una población agrícola servil”.

    Sobre el arribismo soterrado, la mejor fuente son las novelas de Tomas Carrasquilla. Y digo soterrado porque coincidía con una norma social muy fuerte en contra del consumo conspicuo. Dice Payne citando a Carrasquilla: “más valorada que la familia, aún más que el dinero, eran el buen porte, el buen gusto, el buen tono y el buen trato”. El rápido progreso económico de la Antioquia de comienzos del siglo XX introdujo todo tipo de inseguridades en las elites que trataban de protegerse de los advenedizos con apelaciones a la etiqueta. Lo mismo sucedería con la entrada de la mafia décadas más adelante.

    Sobre el racismo, bastaría decir que es una consecuencia de la homogeneidad. No es el reflejo de relaciones inveterados de explotación, sino otra forma de mantener las jerarquías en una sociedad que, históricamente, experimentó mayores niveles de movilidad social.

    La receta sociológica es extraña (a veces contradictoria). Pero creo que se puede argumentar que el igualitarismo, el arribismo y el racismo coexistieron (y todavía coexisten) en la sociedad antioqueña.

  • Anónimo
    6 junio, 2006 at 12:58 am

    Ah, igualitarios entre iguales!
    No, mentiras, acepto la explicación y agradezco las citas 🙂

  • Santiago Reed Durden
    6 junio, 2006 at 5:31 pm

    don alejandro donde puede cosneguir uno ese estudio??? esta en alguna biblioteca es muy interesante. (¿que diferencia existe entre los arrieros antioqueños y los vaquianos del centro de los EE.UU,aparte de sus votos por republicanos??)

    ole el tenia un regalo a todos lso que votaron por urib aquie sta me cuentan chao.:

    http://elsarcasmo.blogspot.com/2006/05/ahi-tienen-lo-que-se-merecen.html

  • Santiago Reed Durden
    6 junio, 2006 at 5:33 pm

    perdon tenia otra pregunta: ¿existe la posiblidad de asistir a alguno de sus foros academicos?

    gracias.

  • Anónimo
    6 junio, 2006 at 6:51 pm

    Gracias por la respuesta, pero fíjese, la discusión se centró en el último párrafo, a propósito se me ocurre compartir un aforismo de Nicolás Gómez Dávila, tan implacable y puntilloso como todo lo de él, lo cito de memoria

    -tonto es aquel que se ocupa de los problemas de su tiempo-

  • Anónimo
    7 junio, 2006 at 2:56 am

    UN CASO PARA PENSAR

    En estos momentos cuando la democracia está atenuada y entregada a la corrupción, con sus diferentes formas de clientelismo y la desconfianza que generan las instituciones que ejercen justicia, surgen unas pequeñas “normas tácitas” de Hacienda Pública, camufladas en las obligaciones que tenemos nosotros como contribuyentes de impuesto a la renta.

    Me puse analizar el comportamiento de las normas tributarias desde el 2.004 y vaya sorpresa ¡..En una Economía prestada al lavado de activos, donde la Ley se genera ulteriormente a las aplicaciones sobre sanciones y demás condenas que favorecen a quienes no PAGAN al estado y favorecen también a aquellos “productores” que por métodos violentos adquieren tierras (a veces no productoras) destruyendo la cultura laboral del campesinado,…… encontré lo siguiente:

    Todos los “personajes” (contribuyentes) y las empresitas, podrán deducir (por una sola vez en el periodo fiscal) en la determinación del Impuesto a la renta de los años 2.004 a 2.007, el 30% de las inversiones realizadas en la adquisición de activos fijos reales productivos efectuados entre el 1 de enero del 2004 al 31 de diciembre de 2.007. Articulo 1 del Decreto 1766 de 2.004.

    Es obvio que “semejante” beneficio, pueda interpretarse en favorecer a quienes con tanto sudor y mucho “trabajo” han “transformado” sus negocios en nuevos Activos reales productivos. Creo que en Colombia existen verdaderos patriotas que han salido adelante con sus negocios, y existen los “otros”, cuya filosofía imperante es la captura rápida, sin moral y con violencia de la Renta. No trato de establecer sarcasmos para aquellos que bajo el amparo de la Ley de Justicia y Paz, y que se han arrepentido de su lucha violenta, han querido reformar su “patrimonio”. No. Pero la norma tributaria deja mucho que pensar. Partiendo de la definición de activo real productivo,( Articulo 2, Decreto 1766 de 2.004.).

    Que me explique un Contador Público, o un Especialista en Derecho Tributario. ¿Por qué surge esa “joyita”, ese rubro llamado RENTA GRAVABLE (renglón 47 en la declaración de renta), donde se forja el registro de los activos y de los pasivos que yo declaro en éste año y que supuestamente OMITÍ en los periodos anteriores y en los que tácitamente la administración no ME los revisó con anterioridad? ¿Que fines tiene dicho REGISTRO? ¿A que clase de contribuyentes de impuesto a la renta favorece? Me resulta sospechoso que tal “rubro” salga a la LUZ en estos últimos años, donde se viene forjando una economía casi virtual y repleta de dineros sucios del narcotráfico. Quizás sea la única conclusión que se saca cuando se asisten a foros sobre actualización tributaria.

    Saludos

  • David de los Reyes
    9 junio, 2006 at 5:07 pm

    Estimado profesor Gaviria: No olvide los créditos de las fotos de Payne que añadió a su columna. Las fotos se tratan con igual delicadeza que las citas bibliográficas. Le ruego me excuse si esto no contribuye al debate de fondo. Mil Gracias.

  • Alejandro Gaviria
    9 junio, 2006 at 5:43 pm

    Santiago: el estudio lo puedes conseguir en cualquier biblioteca. La revista del FAES se llama «Estudios Sociales». El estudio se publicó en el número 1, año 1986. En general, los foros académicos en la Universidad de los Andes son de entrada libre. En el blog, hay un link a la página de la facultad de economía. Allí puede consultar la programación.

    David: las fotos las puedes encontrar en http://www.alexanderpayne.net. El autor no se especifica en ninguna de los dos. No creo que, en este caso, las fotos deban tratarse con la misma delicadeza que las citas. Es obvio para todo el mundo que no estaba tratando de fingir la autoría de las mismas. Mi intención sólo era ilustrar mis comentarios con material disponible para todo el mundo.

  • Adán
    9 junio, 2006 at 9:28 pm

    ¿Qué pasa con la bolsa?

  • Anónimo
    15 febrero, 2007 at 7:55 am

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  • Anónimo
    23 febrero, 2007 at 2:52 am

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