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Una pareja dispareja

Coincidencia de coincidencias. En el último número de la revista SOHO, el columnista Alberto Aguirre reitera la teoría del carrusel y los contratos (la misma de José Roberto Arango). “La Universidad –dice el energúmeno Aguirre hablando de la Universidad de los Andes– recibe prebendas, auxilios y sobre todo contratos (llamados de estudio)…De su lado, el gobierno recibe de la Universidad y sus pensadores, un apoyo irrestricto…Y entre los dos poderes forman una lanzadera: si un alto funcionario sale del gobierno, ahí mismo encuentra coloca en la Universidad”.

Quizá me sentí aludido, tal vez tenga un conflicto de intereses, pero quisiera señalar de todos modos que, más allá de las diferencias ideológicas, a Aguirre y a José Roberto los une un elemento poderoso: la absoluta ignorancia sobre el tema en cuestión. Aguirre, además, tiene un exacerbado complejo de independencia (él y nadie más sabe guardar distancia del poder), tanto así que no se da cuenta de que muchos a quienes acusa de vendidos son acusados de traidores por el mismo gobierno que él combate con la fruición propia de los ignorantes.

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  • Anónimo
    9 marzo, 2006 at 7:45 pm

    Cuando alguien es acusado de «vendido» por un bando y de «traidor» por el otro, a lo mejor es un signo de que está haciendo las cosas bien. Ser verdaderamente independiente es más complicado de lo que usted se imaginó. Le van a dar palo. Todos. Todo el tiempo. Pick your fights.

  • Anónimo
    9 marzo, 2006 at 8:16 pm

    A mi me parece que existe en los medios un odio generalizado hacia la Universidad de los Andes a la que tachan siempre de neoliberal, de estar de espaldas al país y de mil cosas más, sin tener en cuenta el gran aporte que sus egresados y sus investigadores le hacen al pais.

  • Fidel Galván K.
    9 marzo, 2006 at 9:21 pm

    No compro Soho, pues bien pobres que andamos como para gastar plata en esa revista tonta. Pero intentaré leer por Internet el artículo de Alberto Aguirre, ese hombre iracundo que odia a la Humanidad. Eso sí, qué pluma privilegiada, qué soberbio manejo del idioma. Y que sea iracundo no le quita que muchas veces tenga razón en lo que escribe. Y hasta graciosas resultan muchas de sus diatribas. Supongo que no debo opinar nada hasta leer el artículo, no se qué dice sobre la Universidad de los Andes, pero generalizar siempre es inadecuado. Lo que hagan algunos egresados no equivale a que lo haga la Universidad.

    Ah, Alejandro, y entonces este es el segundo envión que le manda el Aguirre, pues en Cromos de esta semana los ataca a usted y a Eduardo Posada Carbó (los están volviendo a ustedes dos un «matrimonio de hecho» ideológico), pero Aguirre sale con un chorro de babas que no se compadece con su tradicional solidez. Enumera una interminable lista de sucesos de orden público, supuestamente para demostrar que ustedes dos no tienen razón cuando dicen que en este país no todo es malo.

  • Adán
    10 marzo, 2006 at 12:16 am

    Ja, ja, ja… En manos de estos tipos está el gobierno. Leí los comentarios de nuestro anfitrión y por mera falta de tiempo no opiné. Ganas me sobraron. Las notas me sugerían una discusión de asuntos filosóficos que para mí han sido importantes, a saber:

    – El equilibrio entre la acción y la reflexión.

    Qué dosis debe haber de cada cual. Su ordenamiento en el tiempo.

    Pensaba en los caracteres que tienen marcadas tendencias a uno u otro de los puntos de vista. A la reflexión inmóvil, al puro estado contemplativo. O a la acción desbocada, irreflexiva, intuitiva, animal. Naturalmente, optaba por una mezcla de ambas, donde la acción era un paso posterior a la reflexión profunda, la que hace acopio de la mayor cantidad de elementos que inciden en cualquier fenómeno, para decidir actuar con un mínimo margen de error. Además no descartaba la existencia del acto urgente que se ve presionado por el tiempo a decidir hábilmente con la información que haya.

    – La diferencia entre el poder y el capital.

    Discurría entre las tendencias que me sugerían el sector privado y el público. Creía buenamente que mientras la aspiración máxima del segundo era la acumulación de poder, para así decidir sobre los destinos del colectivo, el máximo logro del primero es el beneficio, simple y llano, contable y sonante, mensurable, invertible, susceptible de consignarse. Obvio que existe una relación entre ambos, pero no me interesaba. Quería definir sus diferencias.

    ¿Cómo es posible concebir un universo en equilibrio sin la existencia de unos y otros?

    No, ni siquiera. Ahora fui y leí la entrevista de María Isabel Rueda (¡Ay! ¡María Isabel Rueda!), y ¡qué nauseas! ¡Qué desesperanza! Este señor Arango con argumentos tan peregrinos como declarar inútil a Planeación Nacional. ¿Cómo ignorar que hay es que propender a su perfeccionamiento? Un señor que sin vergüenza alguna ejerce el, ¿cómo diré?, chauvinismo de declarar la preponderancia de la raza paisa. Eso es pensar – o actuar- con motosierra. ¿Qué tal uno diciendo cosas de esa cultura, poner en evidencia la propensión a sacar ventaja que como idiosincrasia han desarrollado, afirmando que si a ellos les dan lo suficiente, hasta venden la mamá (¡con lo importante que es para ellos la mamá!)? Eso no está bien decirlo, argumentarlo, así lo creyera. Menos debe expresarse así alguien que ha tenido (o tiene) injerencia en el más estrecho círculo de poder. Pero no, él se lo permite, porque -me imagino- que es un paisa llanote y muy “frentero”. Basura.

    En ambos sectores, en todas las culturas, hay corruptos e inmaculados, eficientes y apagados, avivatos y soñadores, gente derecha y hampones venidos a más.

  • Adán
    10 marzo, 2006 at 2:06 pm

    ¡Mierda! Acabo de toparme con la edición digital de Soho. Dedicada a… Ta-tan Ta-tam, Tatarra-ta-tam, (música de fanfarria), ¡Los paisasss! Fregada, la cosa. Entrar a discutir el determinismo cultural. Eso polariza, y genera odios. Le veo poca utilidad y muchos peligros. El llamado al nacionalismo, al regionalismo, a todos esos «ismos» puede tener unas consecuencias gravísimas. Leeré los otros comentarios a ver quiénes hacen apología.

  • Alejandro Gaviria
    10 marzo, 2006 at 2:29 pm

    Adan:

    Espero tus comentarios sobre mi diatriba antipaisa en SOHO. Ya habías leído la anticosteña. Hace un tiempo, ya largo. Creo que fue nuestra primera comunicación electrónica. Ahora quedé en paz con dios y con el diablo.

  • Adán
    10 marzo, 2006 at 10:41 pm

    Me parece conveniente que haya autocrítica:

    Viene de Rincón, cuando habla de la generación siliconada, inodora e insabora (Dice él. No he tenido el ¿gusto?, ¿placer?, de apretar con mis manos un par de esos adminículos intervenidos. Problemas generacionales, supongo); de Roca, que delata al culebrerito mayor; la tuya propia, que desde hace tiempos has advertido sobre los exepcionalismos; de Cardona, que de forma muy amena ensaya sobre la lingüística, y tal vez sin proponérselo retrata un espectro social que aterra y espanta, como otros nos lo han expuesto con geniales pinceladas, tu tocayo de apellido, Víctor, entre ellos el mejor. Al fin Pascual no sé si elogia o ataca, él mismo afirma que desde otros tiempos y lugares, ya hemos oído dichas expresiones populares. Y Tola y Maruja, lugares comunes, más o menos chistosos, que al fin y al cabo, de eso viven.

    Patético lo de Cardona. Imagínense: hablar de la “jerga paisa”, hacerlo de manera destacada, con pluma fácil, risueña, seductora al oído, veraz, convincente, y estar, en esencia, hablando de delincuentes, como si todo fuera uno.

    Podría contar varias anécdotas, entre esas, una variante de las que citaba Pascual: una manizalita que borracha me dijo, que su papá le enseñó que negro, ni el teléfono. Esperé años elaborando mi venganza hasta que una vez en el Goce, después de oírle a una envigadeña 3 o 4 frases exultantes de regionalismo paisa, no atiné a decir sino que mi papá desde chiquito me había enseñado que paisa, ni el teléfono. Tocó salir corriendo 24 arriba para evitar que me dieran “lata corrida”, al decir de Guillermo Cardona

  • Gustavo
    11 marzo, 2006 at 6:49 pm

    No entiendo porque se molesta Alejandro Gaviria por algo tan obvio como lo que dice Alberto Aguirre: que el Poder le ayuda a la Academia y ésta le ayuda al Poder. No he leído algo tan claro y tan cierto. Pero cuando se dice Academia por supuesto no se van a referir a una Universidad de provincia o de ciudad intermedia, ni siquiera va a ser una Universidad de Medellín. Qué poder van a tener esas pobres universidades? Por supuesto que tiene que ser la Universidad de los Andes junto con otras universidades de Bogotá.

    Que Gaviria no haya abusado de sus contactos para haber participado en el ejecutivo, puede que sea cierto y no sepa que es la rosca política, pero venir a insinuar que ningún personaje de la Universidad de los Andes, u otra, no actue en beneficio propio beneficiando al Gobierno con sus apreciaciones, esperando una compensación a cambio, ya es creernos muy pendejos.

  • Anónimo
    24 abril, 2007 at 8:05 am

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