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Kaplan

Quisiera comenzar mis reacciones con una idea ya expuesta por “Hoppy Nador”: Kaplan es un escritor sin remilgos, igualmente incomodo para la izquierda y para la derecha. Kaplan genera dos tipos de reacciones: algunos lo ignoran mientras otros lo distorsionan, lo citan fuera de contexto. Un ejemplo: el comentario de Mauricio Rodríguez.

El debate político actual en los Estados Unidos, tan polarizado como en Colombia, está dominado por dos bandos aparentemente extremos: los “Neocons” y los “Chomskianos”. Pero a pesar de las diferencias, unos y otros comparten la misma ambición por cambiar el mundo y por imponer sus valores. Afortunadamente existen los realistas, tan renuentes a ceder ante la polarización como dispuestos a revelar las falacias de la izquierda y de la derecha.

Allí precisamente entra Kaplan: un realista que desconfía de las ideas preconcebidas, de los ideólogos de derecha y de izquierda. Mauricio se queja de la “iconoclastia” criolla, como queriendo oponer el peso de sus convicciones a la liviandad de muchas de las opiniones expresadas en el blog. Pero sus ideas son tan previsibles y sus interpretaciones tan sesgadas que sus argumentos comienzan a dar tumbos: cita a Chomsky y cita a Kaplan y cree estar hablando de la misma cosa. Confunde los autores sin digerirlos. Lee, toma lo que le conviene y descarta lo que no cuadra.

Así llegamos a la sociología de la cajón. Para Mauricio el conflicto colombiano depende de “los mecanismos sociales complejísimos que se han instalado en Colombia por cuenta de años y años de corrupción, de fraudes y de irresponsabilidad tanto social como gubernamental”. Un diagnóstico repetido, plagado de victimarios, instigador de la culpa colectiva, pero contrario a cualquier evidencia. Al respecto, quisiera reiterar una hipótesis más esclarecedora (sin tantas torceduras sociológicas): la magnitud y la naturaleza del conflicto colombiano está explicada, en gran parte, por el narcotráfico.

El narcotráfico acabó con la justicia, transformó una guerrilla aletargada en un ejército implacable y propició el surgimiento de una milicia contraguerrillera igualmente pugnaz y asesina. Y convirtió (por ahí derecho) a Colombia en el país más violento del hemisferio. Sin narcotráfico no seriamos un paraíso pero nuestra tasa de homicidio sería similar a la de Venezuela o Ecuador.

En últimas, creo que el punto de Kaplan es importante: la intervención norteamericana no sólo es inocua sino que puede ser perjudicial, pues desvía las prioridades y alimenta la esperanza equivocada de una solución aséptica y puntual al conflicto colombiano.

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  • Anónimo
    15 febrero, 2006 at 5:08 pm

    Mmmmm, no sé. Habría que ver en qué andábamos antes de que surgiera el narcotráfico, es decir, sobre qué estructuras de poderes y enfrentamientos regionales históricos aterrizó esa nefasta economía y qué efectos ha tenido para que estemos en las que estamos. Durante la violencia con mayúsculas hubo como 200.000 muertos a machete limpio, sobre cuya sangre se afianzó un sistema atrasado y feudal, que, en la nueva fase de la violencia, a partir de los años 80, digamos, asoma un rostro desencajado y pinta de nuevo rico. La tecnología de la muerte ha cambiado, pero ni mucho: del machete y el corte de franela al cilindro de gas y la motosierra. Y con eso, qué se está forjando? Yo diría que un centro chiquito moderno y democrático que se arriesga tímidamente al mundo, rodeado por unas regiones que se resisten fieramente a plegarse a los mecanismos de gobernabilidad del Estado central(entendiendo por ello instituciones,políticas y procedimientos que dan forma a la democracia, independientemente de quién esté en el curubito). Qué hacer?, preguntó Lenín, aunque no me acuerdo a cuenta de qué …

  • Anónimo
    15 febrero, 2006 at 5:15 pm

    De acuerdo pero… En 1970 (antes de la coca) la tasa de homicidios era menor en Colombia que en la mayoría de los países vecinos. Aunque cabe también reconocer la precariedad de nuestra identidad y la creciente brecha entre el centro y la periferia.

  • Gustavo
    15 febrero, 2006 at 8:25 pm

    No veo porque tenga que ser perjudicial tener la esperanza de derrotar a la guerrilla con ayuda extranjera. Si con nuestros recursos no podemos entonces debemos buscar la ayuda de terceros para poder derrotarla.

    Más triste sería quedarnos con los brazos cruzados esperando que la guerrilla se fortalezca (al estilo Caguán)y se tome el Estado colombiano a la fuerza.

  • Anónimo
    15 febrero, 2006 at 8:48 pm

    Alejandro, dos cositas que se le escapan en su noticula de respuesta: Primero, yo no cito a Chomsky y lo igualo a Kaplan; si usted lee los compentarios a su columna se puede dar cuenta de que Hopppy… cita a Chomsky para denunciar su supuesta vanidad, yo me limito a retomar la critica y decir que me parece ridicula, pero no hago lo que usted me endosa.
    Yo no objeto ninguna liviandad para imponer la «contundencia de mis opiniones», simplemente intento criticar la critica facilista que se disfraza de «iconoclasta» (y noto que el termino es caro al columnista) escondiendose detras de las cifras y estadisticas y desconociendo el trabajo de campo de sociologos, violentologos e historiadores que aportan las evidencias que Alejandro ignora; entre estas que el inicio del conflicto es anterior al florecimiento del narcotrafico (aunque este haya sido combustible del incendio que tanto derecha como izquierda iniciaron y mantienen ardiendo y del que tanto guerrillos, paras y politicos se han untado hasta los huesos).
    Se puede arguir tambien que otros paises con trafico y cultivo de coca y otros narcoticos, como Mexico o Bolivia, no sufren de una guerra tan enquistada como la nuestra.
    La respuesta de Alejandro me recuerda las criticas de los avispados neoliberales que trataban a los divergentes de «idiotas latinoamericanos»; echando las culpas de la propia miopia en los demas; por ahi derecho llegamos a Jaime Ruiz y su paranoia, que culpa a Laura Restrepo, Antonio Caballero, Enrique Santos y Garcia Marquez del florecimiento y mantenimiento de la guerrilla en Colombia; sin siquiera dignarse a diferenciar entre lo que era la guerrilla en aquella epoca y lo que es hoy en dia; como si el M19 de los setentas fuesen las mismas Farc de ahora, (aunque el autoritarismo de Turbay si es una inspiracion del de Uribe).
    Para terminar, y volviendo a Kaplan en su articulo del Atlantic Monthly sobre la democracia, uno puede creer que un regimen autoritario, como el que se impone perceptiblemente en Colombia, sea en ultimas benefico ya que podria purgar la corrupcion e implantar reformas economicas que mejoren la situacion de la poblacion; pero evidententemente el autoritarismo del actual gobierno ha servido solo para autoperpetuarse y para favorecer a sus allegados.
    Obviamente desear que fusiles extranjeros vengan a solucionar el problema es una locura. Pero en esa locura estamos; recuerden la cantidad de agentes de la DEA que se descubren de cuando en cuando (cuando se caen avionetas, o cuando se pelean en los bares con guardaespaldas); pero creo que mas efectivos que los fusiles son las amenazas de retirar visas a los politiqueros nacionales: una amenaza y corren en fila a cumplir ordenes.

    En fin, un saludo y gracias Alejandro por ponerle las tildes necesarias a las citas que hace de mi comentario.

    Mauricio Rodriguez.
    [email protected]

  • Adán
    15 febrero, 2006 at 10:32 pm

    Le salió general Mauricio Rodríguez a Alejandro. Como 4 a 0 en el primero tiempo.

  • Adán
    15 febrero, 2006 at 10:33 pm

    Quítame la «o» a primero, Alejandro, por favor…

  • Alejandro Gaviria
    15 febrero, 2006 at 11:55 pm

    Uno de mis papers sobre narcotráfico y violencia aquí:

    http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=106608

  • Jaime Ruiz
    16 febrero, 2006 at 1:17 am

    Bueno, las FARC siguen siendo la misma fuerza revolucionaria comunista que en 1964. Y siguen contando con el apoyo de la mayoría de los doctores, cosa que es facilísima de comprobar, leyendo los comentarios a los artículos de El Tiempo. La izquierda no condena a las FARC, Garzón exigía que se convocara una Constituyente, Navarro salió con una pancarta durante la visita de Ménem porque el presidente argentino había propuesto una intervención internacional… Hace poco salió Héctor Abad comentando que los comunistas no condenaban los secuestros y recibió todo tipo de insultos, pero la confirmación de lo mismo.

    El narcotráfico es válido más bien para explicar el fracaso de la guerrilla, pues sirvió para financiar a su tropa rival. Sin el narcotráfico, a punta de extorsiones y de sindicalismo estatal eficaz, tal vez ya se habrían tomado el poder.

    La guerrilla no es un grupo de bandidos sino los soldados del proyecto compartido por la mayoría de las personas que han pasado por una universidad en Colombia (exceptuando las de garaje). No hay ningún planteamiento guerrillero que no fuera casi unánimemente aplaudido en los setenta. Sólo es que entonces sólo se decían las cosas y ahora se hacen. Malcolm Deas consideraba que por cada combatiente habría otros cuatro auxiliadores, y la mayoría de esas personas viven en las ciudades, muchos en Europa, dedicadas a colaborar con la causa.

    Si algo es liviano y carente de sustento es esa distracción respecto al contexto político de la guerrilla y a sus considerables apoyos urbanos. Alfredo Rangel denunciaba que en el programa de gobierno del Polo Democrático en 2002 no se mencionaba a la guerrilla. Sencillamente no se la combate. También el señor Posada Carbó comentaba unas declaraciones de Carlos Gaviria en las que decía con una frase alambicada que él no se oponía a la guerrilla. (Algo como «sería posible condenarlos si nuestra democracia fuera auténtica.)

    Si la cuestión es el narcotráfico habrá que suponer que éste influyó en las políticas de Betancur, que fue el que permitió a las FARC expandirse por todo el país, al parecer para fomentar un nuevo bipartidismo en el que el Partido Liberal quedaría arrinconado.

    Puede que sin el narcotráfico tuviéramos los índices de homicidios de Venezuela, pero también el gobierno de Venezuela.

  • Adán
    16 febrero, 2006 at 1:34 am

    That is one of our bigger problems: The Academy.

    While people like Mr. Gaviria and Mr. Posada Carbo tienen las puertas abiertas en ciertos receptáculos internacionales, la verdad queda aplazada y transformada en mueca cínica para quienes viven envueltos en su ausencia. Conocidísima por evidente la falibilidad de grandes sectores de la academia norteamericana, particularmente la más próxima al poder actual, donde el más cercano grupo de asesores de Mr. Bush no ha podido diseñar con eficiencia los pasos a seguir para manejar de manera sostenible el problema del Medio Oriente. Ni la Guerra en Irak. Ni el balance de poderes después de la Guerra Fría. Ni el surgimiento de China. Ni el grupo de poder de díscolos dirigentes que se reproduce en América Latina. Ni siquiera han conjurado el problema de insurgencia en Colombia. Ni el de la droga. Tal vez es que sus asesores -o sus informantes- yerran.

    El hecho que la Universidad de California publique sus informes no habla bien de usted, habla mal de ella misma. Hemos visto que denuesta alegremente sin suficientes bases, y se sustenta en muy débiles argumentos. Que apela a la cita que pretende ser erudita y que deslumbra incautos, pero que tambalean a la primera lectura cuidada. ¿Cuándo? En el momento en que cita a Kaplan como vaticinador de la guerra de los Balcanes, sin tener en cuenta algo que está en la órbita del sentido común: Lo anticipó a sus ojos, o al de los analistas sociales de las universidades de Norteamérica, pero para la población kosovar o serbia que estaba inmersa en el clima que precedió a la parte álgida de los hechos, no fue más que un inútil correveidile.

    Es igual con nosotros. Para un lector juicioso de informes mandados allende los campus de sus instituciones, un informe suyo puede ser medianamente útil. Para los nacionales de este territorio, la opinión de Kaplan es absolutamente accesoria.

  • Anónimo
    16 febrero, 2006 at 2:26 am

    Da la impresión de que hay «profesionales» de estos espacios abiertos que se dedican a pontificar en la casa a donde han sido invitados, sin molestarse si quiera en seguir el hilo de la discusión propuesta por el anfitrión, al que de entrada descalifican. Sería bueno que estos «bloggistas» y visitantes asiduos de los blogs de otros no cedieran a las tentaciones del exhibicionismo retórico para que los menos expertos en estas lides podamos participar sin mayores prevenciones. Yo no conozco al dueño, pero sí pienso que debo retribuirle la invitación con un mínimo de respeto y cordialidad.

  • Adán
    16 febrero, 2006 at 9:43 am

    Señor anónimo (se me hace pobre descalificar una opinión por anónima, dejando de lado si lo que dice es o no es cierto, como en el caso que trae usted a cuento, que lo es, o por lo menos, lo parece):

    Claro, tiene usted toda la razón. Las primeras ocho líneas del segundo párrafo de los largos son, por decir lo menos, desobligantes. Parodian el estilo argumentativo de: “…sus ideas son tan previsibles y sus interpretaciones tan sesgadas que sus argumentos comienzan a dar tumbos…”, “…Confunde los autores sin digerirlos. Lee, toma lo que le conviene y descarta lo que no cuadra…”, que por supuesto, como estilo, es débil.

    Para lo del hilo de la conversación, lo remito al enlace que aparece en el séptimo comentario, hecho por el propietario del blog, o sea, “el dueño del chuzo” (hay un blog que se llama así o algo parecido y que me parece bastante jocoso), que valdría la pena conocer a fondo. Era el año 98 y acababa de explotar el 8000 (o estaba a punto), veníamos de sufrir la oscura época de el desbaratamiento de los carteles y las bombas y La catedral y otras cosas que no quiero acordarme. El informe habla de algo pertinente, define tres tipos de formaciones delincuenciales, sería interesante revisarlo.

    En aras de la fluidez le recomiendo que trate de informarse quién es Alejandro Gaviria, y para mayores datos sobre mí, lo remito a mi blog. Pero no se preocupe. El señor Gaviria cultiva un género que ya casi no se da, él es un polemista, actividad que por la polarización de nuestros ánimos es difícil de ejercer, y le gusta jugar duro. Al contrario de lo que opina Ospina, parto de su buena voluntad. No veo así a los otros académicos, Posada, Rangel y Pizarro, que parecen matriculados en la cuerda de José Obdulio. En cambio en “Las trampas de la pobreza rural” y en otros muchos de sus escritos, demuestra ser un hombre independiente. Creo que se divierte -tanto como yo- al polemizar.

    Bueno, bienvenido, no se nos asuste.

  • Adán
    16 febrero, 2006 at 9:50 am

    ¡Jaime! ¡Ayuda! ¿Si se debe usar la preposición «de» con fácil o difícil?

  • Julio Carrizosa Umaña
    19 febrero, 2006 at 1:03 pm

    Dr Gaviria: creo que el narcotráfico es solo uno de los factores, otro puede ser la simplicidad y el dogmatismo de las aproximaciones políticas a los problemas colombianos. Sobre el desarrollo del país coincido en que hemos cambiado en muchas cuestiones materiales pero el aumento de la corrupción y de la violencia en estos cincuenta años si puede atribuirse, en buena parte, a decisiones equivocadas de la clase dirigente. Julio Carrizosa Umaña