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Comentarios a los comentarios (o los letrados II)

1. Muchas gracias a los corresponsales que han hechos de este debate sobre “Los letrados” un ejemplo de ponderación intelectual y madurez argumentativa. Así da gusto discutir.

2. Quisiera comenzar con una aclaración. Tal vez mi columna no fue suficientemente clara, quizás mis argumentos no fueron adecuadamente explícitos, así que cabe insistir en un punto fundamental: estoy en favor de Eduardo Posada y en contra de Laura Restrepo (y sus colegas). Son los excesos de los segundos, no los argumentos del primero los que quise controvertir. Mal haría en tratar de encontrar un punto intermedio, en ubicarme cómodamente en la mitad del camino, en refugiarme en una posición tibia y falsamente conciliadora. Como dijo alguna vez un político texano, “en la mitad del camino sólo hay líneas amarillas y armadillos estripados”.

3. El argumento de Carlos Cely es interesante porque resume el meollo de la discusión. Para Carlos, no hay verdades absolutas, cada quien es dueño de la suya, y las posiciones de cada cual son igualmente válidas. Este argumento sería defendible si lo que estuviera en discusión fueran asuntos éticos o juicios morales (Pj. La legalización del aborto, la eutanasia, la pena de muerte) pero si lo que está en debate son los hechos, los simples datos del mundo, existen opiniones ciertas y opiniones falsas. La verdad, como dijo alguna vez Milan Kundera, no es democrática. La cobertura educativa es una sola, no existen tantas coberturas educativas como opiniones al respecto.

4. Lo ideal sería que pudiéramos hacer una valoración objetiva de los hechos sociales, que fuéramos capaces de ponernos de acuerdo sobre la empiría del asunto, para poder entonces entablar una discusión, ya sí ideológica, pero al mismo tiempo informada, sobre las políticas. Lo que no conviene es mezclar la discusión factual con el debate político, lo positivo con lo normativo, pues lo que sucede, entonces, es un diálogo de sordos, como el que tenemos (padecemos, diría yo) todos los días.

5. El argumento de mi colega de los Andes es más exótico. En su opinión, las elites colombianas no son sólo egoístas e indiferentes, sino que su misma condición de elites, su encumbramiento en el estrato 6, para decirlo de alguna manera, les impide gobernar. Argumenta el contradictor que las elites experimentan una forma de anti-empatía tecnocrática, de desconocimiento intrínseco acerca de lo que quieren y necesitan los pobres. Este tipo de paranoias infundadas, de antielitismo de cajón, no conduce a ninguna parte. Creo que deberíamos abandonar la dicotomía eterna de “elites” y “no elites” para pasar a la única disyuntiva relevante: “buenos” o “malos gobernantes”.

6. No quiero negar la magnitud de nuestras desigualdades, ni el tamaño de nuestros problemas. He dedicado mi vida profesional a estudiarlos, he publicado decenas de artículos y varios libros sobre el tema. Creo que los juicios absolutos y el discurso personalista (que mi colega e llos Andes equivocadamente cree ver en el informe del Banco Mundial) constituyen una forma adicional de fracaso. Para repetir un mensaje ya reiterado, sólo si somos capaces de valorar el pasado, con todo lo bueno y todo lo malo, seremos capaces de edificar el futuro.

7. Me gustaría terminar con una frase de Joseph Conrad. “Para que la vida sea ancha y llena tiene que mantener el cuidado del pasado y del futuro en cada momento del presente”.

8. Gracias de nuevo a todos por la interesante discusión.

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  • Adán
    6 febrero, 2006 at 12:45 am

    Loas a la aparición de las instancias de discusión.

    Numeraré mis comentarios, guardando la correspondencia en lo posible:

    1. De acuerdo.

    2. Son los compromisos adquiridos y las ambiciones personales de los funcionarios, ex-funcionarios o aspirantes a ello lo que me hace darles más credibilidad a los “letrados” que a los primeros.

    3. Creo que la verdad es una. De ahí el principio de la ley, el fundamento del bien y del mal. Sé que los datos son manipulables, a conveniencia de quien los acopie, o inexactos, por simples dificultades técnicas al recogerlos o calcularlos.

    4. ¿Valoración objetiva de hechos sociales? ¿Qué clase de distracción es esa? Las técnicas de tratamiento de lo positivo se prestan para sacar conclusiones en la dirección que se quiera, lo sabemos bien.

    5. Reduccionista limitarnos a buenos o malos gobernantes, negando el fenómeno del delfinazgo, precisamente ahora que se hace evidente la presencia de varios de ellos, jugando a dar sus primeros pasos como aspirantes a las corporaciones. O al mirar un poco atrás. O alrededor. Los medios, ¿a quiénes pertenecen? ¿Es la nuestra una sociedad y una época mediática? ¿Qué tanta movilidad social hay? ¿Cuántas oligarquías retoñarán de la institucionalización del fenómeno paramilitar?

    6. Exegetas de los informes del Banco Mundial hay tantos como aspirantes a funcionarios de Planeación. Preferiría tener mi propia interpretación.

    7. Obvia la necesidad del estudio de la historia. Pero no es santificando el Frente Nacional como se la escribe, señores Gaviria y Posada C.

    8. Gracias a usted, por su coraje y visión de modernidad (¿o “post”, debería decir?) al ofrecer un opción de discusión donde no solo aspiro a volver, sino a ser bien recibido.

    Muy cordialmente,

    Wilfrido Pitalúa C.

    adanelprimero.blogspot.com

    [email protected]

  • Anónimo
    6 febrero, 2006 at 1:02 am

    Desde hace algún tiempo he venido realizando una crítica al poco peso argumentativo de los últimos ensayos del excelente escritor Willian ospina….La buena prosa no basta, para simplicar de manera tan arriesgada un analísis. Mi blog es http://www.letrasypolítica.blogspot.com

  • así no más
    6 febrero, 2006 at 1:11 am

    Para recordarle a A.Gaviria que hay una palabra más bonita que factual: fáctico (ambas son correctas, así que aquí sí es cuestión de gustos …)

  • Hoppy Nador
    6 febrero, 2006 at 2:09 pm

    Doctor Alejandro: la columna de Eduardo Posada Carbó que usted comenta es, seguramente, una de las más esclarecedoras piezas de opinión que haya leído yo en mucho tiempo. Por fin alguien llega y con claridad desbarata la manida retórica de nuestros «intelectuales». Ambos, el doctor Posada Carbó y usted, han tenido la elegancia de aludir solamente a argumentos intelectuales. Pero permítame la licencia de señalar la contradicción de que sea la señora Laura Restrepo, consentida del establecimiento colombiano, compañera sentimental de todos los dirigentes guerrilleros de los últimos 35 años, mimada de la gran prensa y de los grupos editoriales multinacionales (léase Prisa-Alfaguara) la que venga a decir que en Colombia cinco ricos explotan a 44 millones de miserables. Tenemos muchos escritores que se pasean por el mundo en primera clase y hotel de cinco estrellas, que echan pestes del país y de sus dirigentes. Los gobernantes colombianos no son para defender en ninguna parte, pero también hay que guardar cierta coherencia. Ese lenguaje izquierdizante de nuestros escritores les da prestigio intelectual en el exterior, reviste al personaje que lo usa de cierta distinción, pero no es sino hacer un análisis juicioso de lo que dicen para concluir que no hablan sino bobadas. Gracias a Posada Carbó y a Alejandro Gaviria por sostener esta solitaria lucha de explicar las cosas como son, y no dejar el análisis de nuestra realidad a escritorees quizás muy buenos en su campo pero pésimos analistas políticos y económicos.

  • Fidel Galván K.
    6 febrero, 2006 at 2:20 pm

    Siempre leo por Internet La Nación, de Buenos Aires. Cuando leí allí la entrevista con Laura Restrepo me pareció una entrevista más de una escritora que viaja por el mundo promocionando sus libros (el último de ellos, Delirio, malísimo en mi opinión). Días después leí a Posada Carbó en El Tiempo y debo decir que pocas veces había leído una columna de prensa más lúcida y sensata, más exacta y más justa, y sobretodo, más valiente. Realmente hay que tener convicciones muy claras para precisar las cosas como lo hizo Posada Carbó allí. Y qué satisfacción ver que ahora lo apoya alguien del bagaje intelectual de Alejandro Gaviria. Veo en este blogg que algunos de los que comentan no entendieron a Gaviria, y le reprocahn que ataque a Posada!!! Pues léanlo otra vez!! La verdad es que tenemos a un cada vez mayor grupo de columnistas que se forman o viven en Europa y adoptan ese lenguaje socialista de los europeos, que allá suena bien pero aquí chilla. Cómo les parece Daniel Samper Pizano diciendo que este país lo manejan cinco familias, y no menciona a la suya propia: ¿quién maneja, Daniel, la prensa en Colombia? ¿No son tus hijos los consentidos de la gran prensa colombiana, no es tu familia una de aquellas dueñas de la prensa y la política? Qué cinismo, qué hipocresía. Escriben los columnistas sobre igualdad social y contra los ricos, y enseguida salen para los restaurantes de la zona T bogotana a reírse del pueblo con sus compinches del estrato 14. ¡¡¡Ánimo, Alejandro Gaviria y Eduardo Posada Carbó, con sus columnas brillantes y llenas de sentido común!!!

  • Fidel Galván K.
    6 febrero, 2006 at 5:44 pm

    Bueno, la verdad es que a los llamados intelectuales colombianos les encanta dárselas de socialdemócratas e izquierdistas, amantes de su pueblo y dolientes de los débiles, cuando en el fondo son más oligarcas que cualquier empresario, que por lo menos producen y trabajan todo el tiempo. O si no lean al señor Alfredo Molano, admirador de las Farc y el ELN, pero que come gracias a los honorarios que le pagan Julio Mario Santodomingo en El Espectador y Felipe López Caballero en Soho, cuando Molano hace el ridículo y lo ponen a hacer estupideces (afeitarse el bigote, vestirse de payaso en un prostíbulo o hacerse cirugía para quedar como Teresa Gutiérrez). Qué poca coherencia tienen. Coherencia que ahora, para fortuna nuestra, demuestran Eduardo Posada Carbó y Alejandro Gaviria.

    Está bien citado el caso de William Ospina, muy buen prosista pero desastroso analista político. O si no, lean lo que escribió ponderando el régimen cubano, esa tiranía oprobiosa donde la gente no puede pensar, ni hablar ni leer lo que queira. ¿No pensó don William que en Cuba no podría escribir ni la mitad de lo que escribe aquí libremente?

    Pero no son sólo los «intelectuales», sino los políticos los que dicen una cosa y hacen otra: ¿Alguien cree que María Emma Mejía sea de izquierda? ¿Ella, tan perfumadita, tan vestidita de Dior y Escada? ¿O el tal Samuel Moreno Rojas, dizque del Polo? Semejante oligarca insoportable de estrato 14, niño gomelo hijo de papi, dizque hablando de igualdad y de repartición de la riqueza, ¡¡a ver cuándo repartes los millones de tu familia, Samuelito Moreno!!!

    Adelante doctor Gaviria con sus planteamientos tan oportunos, y que muestran claramente las contradicciones de nuestros izquierditas de pacotilla. Sus datos contundentes y su información dejan desnudos a tanto atorrante que viene a dárselas de socialdemócrata cuando en su vida no se han leído ni un ensayo de política económica.

  • Jaime Ruiz
    6 febrero, 2006 at 6:54 pm

    Estaba leyendo los comentarios para ver qué rumbo tomaba esta interesante discusión cuando leo que alguien considera que lo que escribe William Ospina es buena prosa. ¿No será ese gusto literario el correlato natural de toda la degradación moral de nuestra clase doctoril? El que ese personaje sea considerado digno de atención por su prosa es sólo un endemismo pintoresco de Colombia, en ningún país civilizado se otorga reconocimiento a alguien así. ¿O alguien ha encontrado sus libros en las librerías de otros países?

  • freddy
    6 febrero, 2006 at 7:26 pm

    Después de leer todos los comentarios digo:
    1. Estoy de acuerdo, existen muchos «letrados» que solo denuncian el «mal funcionamiento» actual de la sociedad colombiana, sin investigar o serconcientes de donde veníamos antes.
    2. ¿Qué actividades están haciendo esot valientes denunciadores para corregir los males que ellos identifican? Porque denunciar y rasgarse las vestiduras es fácil, pero proponer y tratar de ser motor para que las cosas cambien es diferente.
    3. La cita del escrito «Las dos culturas2 me trajo a la memoria algo que leí hace poco, sobre como los «humanistas» y «letrados» despotrican de que los científicos, técnicos (o tecnócratas) no conozcan las obras de Balzác, Voltaire, Spinoza (aún cuando muchos las conozcan) pero no son concientes de que ellos a veces no entienden (o no saben de..)la segunda ley de Newton o la ley de la conservación de la energía. en fin antes de sentarse en sus tronos de jueces morales, deberían preocuparse por entender a personas que se han formado con otros ethos y que también tienen mucho que aportar (si no es más) en la construcción de una sociedad sostenible.
    4. Me alegra que alejandro hubiera abierto este espacio y lo admiro por tolerar opiniones tan postmodernistas como la de Carlos, yo no podría ser tan relativista.

  • Jaime Ruiz
    6 febrero, 2006 at 7:40 pm

    Bueno, a mí no me gustó el artículo del señor Gaviria: me parece vulgar esa distinción entre gente que se apoya en datos evaluables y gente que sólo opina desde la ignorancia, sólo aferrándose a sus percepciones con frecuencia ingenuas. Muy cortés con los criticados, puesto que se les concede que creen en lo que escriben, lo cual, evidentemente no es cierto.

    No voy a quitarle importancia a la economía, sólo creo que en sus grandes trazos no es algo complicado. Si un profesor de los Andes no entiende que la pobreza no se acaba con un decreto, yo no voy a poner en duda su inteligencia sino que pensaré en su moralidad. Y lo que pasa con la moralidad es que está más bien fuera que dentro del individuo, es algo de la comunidad, una serie de sobreentendidos y límites vigilados por testigos, lo cual permite que la gente se acostumbre a permitirse toda clase de libertades inverosímiles.

    Vean, Borges no entendía de economía ni de sociología ni de antropología, y sin embargo no recuerdo una sola opinión suya que no se pueda defender. Pero ¿es que los sociólogos, antropólogos, estadísticos o historiadores colombianos son menos atrabiliarios y sesgados que los literatos?

    Pongamos el caso del literato colombiano más prestigioso por sus opiniones, Antonio Caballero. ¿Realmente creen ustedes que para él es verdad que la prohibición de las drogas es una estratagema del gobierno y de los bancos estadounidenses para hacer dependientes a los demás países? ¿Y como se explicará que esa «valerosa» opinión suya no la comparta ningún intelectual reconocido en Europa y EE UU? Pero ¿por qué la comparten la mayoría de los colombianos educados? Y lo mismo se podría decir de Alfredo Molano, que al menos escribe mejor que los mencionados por el señor Gaviria. ¿Está preocupado por los desplazados? Una vez escribió un texto conmovedor sobre el secuestro, pero sólo para condenar al gobierno que no cedía rápido a los secuestradores.

    Vean, Laura Restrepo tiene razón, Colombia es un país esclavista que está en manos de una minoría ínfima de patricios que hacen y deshacen a su antojo con el ganado al que prácticamente siguen cabalgando. Esos poderosos obtusos y crueles se reconocen porque son los llamados intelectuales de izquierda. ¿O cómo es que nadie se ha dado cuenta de que los que len la revista Semana no son los pobres, ni los que van a las universidades de elite ni los que odian a EE UU? Es una casualidad muy rara que habla de una condición moral muy degradada: los campeones de la denuncia de la oligarquía son todos los oligarcas. Y nadie se da cuenta, seguramente porque casi todos están pendientes de buscar alguna forma de roce con tan generosos personajes, que extrañamente nunca comparten sus propiedades ni rentas, que extrañamente son los msmos que se ponen sueldos de 60 salarios mínimos y se pensionan a los cuarenta años…

    En cierta medida Colombia es fácil: una sociedad premoderna con su orden estamental, su pseudonobleza y su pseudoclero que derivan sus rentas del Estado, y una vasta mayoría excluida, que es la que trabaja y que si acierta a prosperar está expuesta al secuestro (cosa que no sufren los izquierdistas, claro). La defensa de ese statu quo se llama «izquierda». De ahí el antiamericanismo y el antiliberalismo.

    Pero todo eso lo entiende un niño, y los becados de Fidel Castro también lo saben. Es que las castas superiores les pagan para asegurar que se mantienen las percepciones que aseguran la persistencia de ese orden.

  • el lobo feroz
    6 febrero, 2006 at 9:09 pm

    Pero tampoco creo que, como usted lo manifiesta, una cosa sean las opiniones, en el marco de las cuales a cada uno le está permitido decir lo que a bien tenga pensar o decir, y otra muy distinta sean las «verdades» o las «realidades», porque no hay tal cosa como una verdad única y objetiva. Lo único que hay son lecturas personales, subjetivas (porque las personas no son objetivas, por más que intenten serlo), de esa realidad que usted pretende meter en la celda de la objetividad, donde no cabe ni se necesita. Si hubiera una única verdad, irrefutable, no habría las distintas formas de ver y concebir el mundo, ni propuestas de intervenirlo: en últimas no existiría la contradicción, no existiría la política.

    ¿Que el país ha presentado en los últimas 4 ó 5 decenios mejorías innegables de sus indicadores de calidad de vida? Concedo. Pero conceda usted que muchos de esos índices no pasan de ser indicadores macroeconómicos que hablan sobre la realidad general del país y no sobre las particularidades de la misma.

    No se trata de negar avances en temas vitales como la educación, la salud o el ingreso per-cápita (que es el mayor engaño de la economía) de la población colombiana. Pero sí de remarcar, y eso es lo que ha hecho Laura Restrepo – a quien, aprovecho para declarar, prefiero infinitamente sobre el reaccionario señor Posada Carbó -, que esos avances se han hecho a costa de la equidad. Que el país ha incrementado su PIB no lo puede negar nadie, pero tampoco lo puede hacer nadie que los pobres son más ahora que antes.

    Podría argumentarse, además, que, en los términos actuales de calidad de vida, los pobres de ahora son menos pobres que los de antes, porque los de ahora de pronto tienen agua, luz eléctrica y hasta pueden montar en bus, cuando los de hace 4 o 5 décadas montaban en burro, se alumbraban con velas y cargaban el agua a su espalda (claro que también hay de esos hoy por hoy.

    Pero lo que es verdaderamente inaceptable es que aún, en el país de hoy, con el grado de «desarrollo» que tiene o pretende tener, con los avances que se precia de haber realizado, existan tantas personas tan pobres, que no tienen esperanza de salir de esa pobreza porque la tendencia (y para bien o para mal ellos ni se deben haber enterado) es que los pobres sigan siendo pobres y que, para colmo de males, se les sigan sumando más personas en su estado de pobreza.

    Eso es lo que ha dicho Laura Restrepo y por eso, con justa razón diría yo, ha criticado a los gobernantes de este país que, insisto, sí han pertenecido tradicionalmente y en su gran mayoría a lo que ella llama las élites y yo llamaría aquellos que han tenido las oportunidades y no han querido que otros las tengan.

    Y ella está en todo su derecho de decirlo. Como también lo está el señor Posada de decir lo contrario. Y como lo está usted de apoyar a uno o a otra. Y como lo estoy yo de no estar de acuerdo con usted. Porque esa es la lectura de la realidad que cada uno de nosotros hace.

  • el lobo feroz
    6 febrero, 2006 at 9:11 pm

    Lo siento. Faltó el comienzo de mi comentario. Acá va:

    Alejandro. Resulta que usted ha sido objeto de mi admiración por la seriedad y la ponderación, en general, de sus columnas sabatinas. Sin embargo, en este caso tengo que decir que no estoy de acuerdo en lo más mínimo con usted.

    Y quede claro que el problema no es por una visión de castas o clases que no viene al caso y que, concuerdo con usted que se debería limitar a un problema de buenos y malos gobernantes (y no creo que un modelo econométrico, de esos que tanto les gustan a los economistas, pudiera decir nada más allá de que hay pocos buenos y muchos malos gobernantes entre quienes provienen de las «élites» y muy pocos de unos y otros entre quienes no vienen de allí, pero sólo porque hay una diferencia numérica entre ambos, que no se puede negar, porque eso sería tapar el sol con las manos).

    Pero tampoco creo que….

  • Hoppy Nador
    6 febrero, 2006 at 9:39 pm

    Si uno es partidario del libre mercado, la libre competencia, la economía liberal y la libertad de empresa, será señalado como «neoliberal». Y los que señalan, si son poreguntados, no tendrán idea de qué es el neoliberalismo. Les parece un insulto «chic». Y si otro habla de «cohesión social», reparto equitativo de la riqueza, Estado regulador e interventor, entonces es un intelectual de avanzada, así no tenga idea ni pueda concretar qué es eso de la cohesión social. Ah, y si alguien se atreve a contradecir las cinco «verdades» que la izquierda ha dictado como obligatorias para la interpretación de la Historia colombiana, entonces es un «reaccionario». Alguien ha calificado aquí a Eduardo Posada Carbó de reaccionario. Bueno, cada cual opine como quiera, pero qué bueno sería leer bien las columnas históricas de Posada Carbó y fría, desapasionadamente, ver cuánta razón tiene al desmontar los tópicos de nuestros historiadores y sociólogos del pensamiento supuestamente izquierdista. Intelectualmente las columnas y ensayos de Eduardo Posada son necesarias para la higiene mental de los colombianos. No aprendamos historia con los extremistas, alegrémonos de que queden plumas lúcidas y objetivas.

  • Fidel Galván K.
    6 febrero, 2006 at 9:45 pm

    Dice Jaime Ruiz que no hay una sola opinión de Borges que no pueda ser defendida. Literariamente no hay nada que pueda objetarse a semejante titán de las letras y la literatura. Pero en cuanto opiniones políticas, a ver, don Jaime, defienda Vd. las opiniones de Borges favorables a Pinochet y a la Junta Militar argentina…

  • Jaime Ruiz
    6 febrero, 2006 at 10:07 pm

    Perdón por incidir en un tema distinto: para Fidel Galván K. Acerca de las opiniones políticas de Borges hay un vínculo (una parte subrayada y resaltada en azul) en mi anterior comentario.

  • Anónimo
    7 febrero, 2006 at 1:06 am

    Los comentarios, o mejor, las opiniones de Alejandro me recuerdan el famoso aforismo «no admiten la menor réplica y no causan la menor convicción». Y digo esto porque a pesar de sus sesudos analisis sobre la situacion colombiana, la vision no deja de ser la del economista que se basa en las cifras para explicar cualquier fenomeno; como negar que el pais, y ya entrados en gastos, el mundo, va mejor que hace cincuenta o cien años?, el avance, que parece parecer a Alejandro, y a Posada Carbo por derecha, un favor inmenso que nos hacen los gobernantes, es un efecto colateral de su propio enriquecimiento. Es evidente que el desarrollo de las tecnicas y tecnologias ha ayudado a que mas gente acceda de manera mas sencilla a diversas informaciones y tenga un poco mas de criterio en el momento de elegir sus gobernantes, Bogota es el caso ejemplar; pero la manera de obrar y de gobernar de los dirigentes a nivel nacional esta bastante lejos de ser honesta y de poder llamarse a si misma «social». Elocuente es el ejemplo de la legislacion laboral, de un atraso de por lo menos cincuenta años con cualquier democracia avanzada: profesionales y con experiencia se ven forzados a trabajar hasta 60 horas por semana sin derecho a vacaciones y con contratos de un año que las empresas renuevan arbitrariamente; esto para no hablar del subempleo, que las cifras oficiales incluyen en el empleo para no mostrar la catastrofe que vive el pais. Obviamente los errores y las lacras del pais no son imputables directamente a las «elites» que Alejandro, (consecuente con su origen) defiende. Es el pais y sus cuidadanos quienes en pleno uso de su voto no han sabido elegir gobernantes honestos y capaces y claro que nuestra situacion no es la culpa de los Estados Unidos, ni de ningun «agente extranjero».
    Pero es ahi en donde los economistas hacen ‘mine grise’ y sacan la cara los «Letrados» (entre comillas lo han puesto, quizas para burlarse), en cada denuncia hecha por un intelectual algo hay de verdadero: los parques fumigados de Samper, los desplazados de Molano, la inequidad que critica Laura Restrepo, y hasta la lucha contra el narcotrafico que Antonio Caballero lleva criticando treinta años y de la que ahora hasta los ingleses descubren sus nefastas consecuencias, no se la han inventado ellos; esta y ha estado presente en el pais durante decadas, y mientras le demos la espalda ahi seguira persiguiendonos; y si no me cree, lease de nuevo las estadisticas, que tan bien le calan, y recuerde que Colombia es el pais que se lleva la palma en asesinatos de sindicalistas, barbaridad que los «letrados» recuerdan y recuerdan sin encontrar eco en las cifras del crecimiento que los economistas cantan extasiados.

    Un saludo
    Mauricio Rodriguez
    [email protected]

  • Fidel Galván K.
    7 febrero, 2006 at 1:35 pm

    A Jaime Ruiz: visitaré el vínculo de Borges que usted me cita, espero poder leerlo pronto. Como asalariado tengo que aplicarme a actividades laborales, y ahí de vez en cuando entro a estos blogg a «meter la cucharada», pero no está mal de vez en cuando salir 10 minutos de la rutina para enterarse uno de cómo va el mundo y qué piensan los demás. Leeré lo de Borges en cualquier momento que me quede libre, algo raro en este tiempo de «esclavitud» remunerada.

  • Con los ojos cerrados...
    7 febrero, 2006 at 2:34 pm

    Después de leer todas las entradas se llega a la conclusión de que cada uno tiene un poco de razón, y que si juntamos todos esos pocos y los discutimos, a lo mejor llegamos a un acuerdo mínimo. Pero para reiterar el punto que creo trata de hacer A. Gaviria en su columna, baste un ejemplo de la vida real. En un centro de pensamiento de izquierda se propuso hace varios años publicar una revista de “análisis de coyuntura”. El argumento en contra por parte de los más radicales vino por la vía de “no vale la pena porque la contradicción capital-trabajo no cambia”. Si llevamos ese argumento hasta sus últimas consecuencias, entonces en Colombia nada ha cambiado desde, digamos, los albores de nuestra vida republicana, porque el país siempre ha estado en manos de elites arrodilladas que sólo se ocupan de su propio bienestar. Pero evidentemente ha habido cambios, hay matices y hay unas elites más iluminadas que otras, y dentro de esas elites hay gente que se preocupa realmente por resolver los profundos desequilibrios e injusticias que entraña nuestro sistema. Sin embargo, en Colombia somos tan negativos que si alguien propone un programa sólido y bien diseñado para ayudar a salir de la pobreza al 30% más pobre de todos los pobres, un mínimo de 58 comentaristas va a saltar inmediatamente a decir que no sirve porque deja por fuera al 70% que no es tan, tan pobre pero que necesita esto y lo de más allá. Así las cosas, entonces no hagamos nada. Un último punto: los cambios producidos por la revolución tecnológica de finales del siglo XX son tan profundos y siguen ocurriendo a tales velocidades que no dan tiempo para prolongadas discusiones histórico-filosóficas de cafetería, como las muy agitadas e interesantes de los años setenta. Deberíamos preocuparnos más bien por hacer cosas que nos permitan montamos en ese tren que continúa su marcha arrasadora, procurando que quepamos todos, así quedemos un poquito apretados.

  • Adán
    7 febrero, 2006 at 4:50 pm

    Lo que dice Mauricio Rodríguez es exacto. Quieren descalificar los argumentos de los (otra vez entre comillas) “letrados” porque son antiguos, “pasados de moda”. La nueva escuela de científicos sociales se basa en estadísticas, no en “percepciones”. Las eminencias son Eduardo Pizarro, que hace un año anunciaba el final de la guerra para el día siguiente, o, por lo menos, para la semana que seguía. Posada Carbó, que afirma que nuestro inmenso bienestar se debe a la benigna influencia del Frente Nacional. Alejandro Gaviria que nos muestra las artimañas del actual censo pero se apoya exclusivamente en las estadísticas para sus conclusiones. Inclusive hay un exponente de la tal escuela que hizo una sesuda investigación donde se lograba establecer que ha habido un aumento en la talla promedio de los colombianos, causado por el desarrollo del que hemos gozado. Se pusieron de pie sus correligionarios y aplaudieron emocionados, seguros de que a su turno les sería devuelto el gesto. Quiero decir, no solo la oligarquía se mantiene, el delfinazgo, las roscas, sino la inmensamente vigente “Sociedad del Mutuo Elogio”. Prefiero -sin que me fascine- a Laura Restrepo.

  • freddy
    8 febrero, 2006 at 12:15 pm

    Tres cosas:

    1. En mi comentario anterior no dejé en claro que sigo creyendo, y las estadísticas lo demuestran, que este país tiene aún muchos problemas y la inequidad es muy grande, acentuándoce esta durante la década de los 90 y el pasado quinquenio. No debemos celebrar el estado en el que estamos, solo ser concientes de que antes estábamos peor. Lo que podemos hacer es cada uno trabajar desde su perspectiva para que pongamos nuestro pequeño, pero necesario, grano de arena en el cambio que este país necesita.

    2. sobre lo que dice Adán. La verdad el frente nacional fué una solución al problema de la violencia liberal-conservadora. Generó a su vez otro tipo de violencia, debido sobre todo a la falta de participación de las minorías y a la defensa del statuquo, pero igual fue una solución. ¿qué habría hecho nuestra generación en un momento a´si? no sé, pero el Frente Nacional ya pasó y nuestra sociedad está influenciada por esos hechos, en parte al Frente le debemos lo que somos ahora, para bien o para mal. No prefiero a Laura Restrepo, prefiero la gente que conociendo la historia y nuestro presente, y teniendo una visión de furturo, utiliza entrevistas en medios de otros países para proponer salidas y estrategias para salir de donde nos encontramos ahora.

    3. Para quienes despotrican de los letrados y los descalifican por ganar dinero y tener un estatus que no comparten con los más pobres. Piensen que nosotros, qienes participamos en este blog, aunque sea tenemos acceso a internet, al que un gran número de colombianos no tiene acceso y/o no saben utilizarlo, y aún así no despotricamos de eso ni estamos pensando en regalar nuestro computador a una escuela pobre ¿o sí?